N. 555 (524) - A LA MADRE EMILIE JULIEN
ASSGM, Afrique Centrale Dossier
J.M.J. N.° 3
Jartum, 19 de abril de 1874
Mi Rma. y querida Madre:
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Reina aquí el dolor. Nuestra querida Sor Josefina Tabraui está en el cielo. Hemos hecho por ella este año catorce novenas en Jartum y en el Kordofán, y celebrado en un año más de cien Misas. Pero Dios no ha querido oír mis plegarias. ¡Bendito sea! El jueves 16 de abril, a las diez y media de la mañana, Sor Josefina exhalaba el último suspiro asistida por mí, que le administré todos los Sacramentos de la Iglesia con la Bendición papal in articulo mortis. Recé todas las oraciones de los moribundos con su confesor ordinario, el canónigo D. Pascual Fiore, Vicario y Superior de la Misión de Jartum, que la asistió día y noche durante dos meses. Ella ha ido al cielo, se lo aseguro, sin haber tocado el purgatorio.
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El sonido de la campana que anunciaba la muerte de la Superiora de Jartum hizo acudir a la Misión una multitud de personas a ofrecerme sus condolencias. Sor Josefina ha sido llorada en toda la ciudad de Jartum, pues gozaba de la estima general, especialmente del Bajá Gobernador General, del Cónsul y de todos los católicos. Sus funerales tuvieron lugar el viernes 17 por la mañana, a las ocho, y mis misioneros y yo celebramos las Exequias y el Nocturno y cantamos la Misa, contando con la presencia del Cónsul de Austria y de todos los católicos. Su Excelencia el Gobernador General del Sudán, Ismail Bajá, quiso hacerse representar por S. E. el Presidente del Tribunal de Comercio, con cuatro jenízaros, que acompañaron el cadáver desde la iglesia hasta el cementerio europeo. De hecho todos los estamentos, pero principalmente los miembros de la religión católica, han participado del dolor que Dios ha tenido a bien infligirnos.
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Mientras volvíamos a la Misión desde el cementerio, entraba por la parte del jardín Sor Genoveva, que acababa de llegar a Jartum, procedente de El Cairo, después de un viaje de ochenta y dos días. Puede usted imaginarse la impresión que le produjo la noticia de la muerte de Sor Josefina. Sin embargo recuperó el ánimo, y ahora estoy contento de que ella haya llegado en perfecta salud.
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Usted, Madre mía, llegará a resignarse totalmente por la muerte de Sor Josefina. Yo de ningún modo. Es imposible encontrar una misionera que se le asemeje. Ella conocía la naturaleza de nuestra Misión, y estaba dispuesta a sacrificar su vida por los cien millones de negros que componen nuestro Vicariato. Espero que Dios me confortará y aliviará poco a poco mi dolor. Por ahora estoy muy apenado. Bendito sea Dios.
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Se me dice y se me escribe que Sor Catalina Tempestini, Superiora de Roma, lleva ocho meses enferma y que está tísica. Ultimamente me han escrito que el médico espera salvarla. Mi buena Madre: los duques, los príncipes, las princesas dejan todos los años Europa para ir a Egipto, y sobre todo a El Cairo los que están tísicos. Pues bien, en el Viejo Cairo, y precisamente en nuestra casa de Hermanas, el clima es más suave. Me he desembarazado casi por completo de aquellas negras educadas en Europa que eran un estorbo en nuestra casa de El Cairo. No hay un lugar más adecuado para pasar el invierno. Creo que aceptar mi oferta sería bueno para la salud tan preciosa de Sor Catalina. Daré orden de que no le falte de nada. El clima de Egipto, la visita a Tierra Santa, el alejamiento de las ocupaciones, le harán bien. Si no estuviera por medio el gran desierto, nuestro magnífico jardín de Jartum sería bueno para ella.
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Haré llegar a usted los quinientos francos que le prometí pagar por cada Hermana árabe que salga de su noviciado y que sea considerada útil para el apostolado del centro de Africa. Espero que me haya destinado muchas Hermanas árabes a Africa Central. Le escribiré acerca de nuestros asuntos cuando haya pasado un poco esta tormenta de la muerte de Sor Josefina. Todas las Hermanas de Jartum y del Kordoban se encuentran bien.
Rece por su
Daniel Comboni
Original francés.
Traducción del italiano