Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
511
Luis Grigolini
0
El-Obeid
21. 7.1873
N. 511 (481) - A LUIS GRIGOLINI

ACR, A, c. 15/51



J.M.J.

El Obeid, capital del Kordofán

21 de julio de 1873



Mi muy querido Grigolín:



[3277]
Aunque agobiado por mil ocupaciones, y aunque tengo aún casi mil cartas que escribir a las cinco partes del mundo, no quiero demorarme más en mandar dos renglones a mi querido Grigolín, comunicándole que las famosas botellas que me dio a mi paso por S. Martino fueron gloriosa y debidamente bebidas a la mayor gloria de Dios y a nuestra salud en los siguientes lugares:

1.o Dos en mis Institutos de El Cairo, con la participación de todos los Sacerdotes misioneros.

2.o Una regalada al Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de El Cairo, amigo y bienhechor nuestro.

3.o Una, ¡oh, dolor!, abierta por equivocación en Asuán, en las primeras cataratas del Nilo: quería convidar a dos religiosos franciscanos que habían dejado Jartum después de que la Santa Sede les quitó la misión para dárnosla a nosotros, pero convidarlos con una botella (cosa rara en estos países) de vino corriente. En cambio, ¡ay!, por error nos trincamos el Pullicella de Grigolino.


[3278]
4.o Una botella que nos bebimos en Jartum con mi Rmo. Vicario General, el P. Carcereri.

5.o Y una que tengo todavía escondida en mi baúl, y de la que nadie sabe nada. Pero se beberá aquí en la capital del Kordofán, quizá el 14 de septiembre, en que haré la solemne consagración del Vicariato al Sagrado Corazón de Jesús.


[3279]
Ya ve usted que no estaría mal, sino bien, si pensase de nuevo en hacer que a otras sublimes botellas de tal género se les hicieran tan gloriosos honores en Africa Central. Pero habría que evitar esa especie de impuesto aduanero que sufren tales envíos en la calle del Seminario, núm. 12, de Verona: convendría que la caja, o lo que fuese, se enviara directamente al Sr. Angel Albengo, de Alejandría de Egipto, mi Procurador, el cual se ocuparía de hacérmela llegar a Jartum.


[3280]
Aunque en ese largo viaje tendrá que pasar de todas formas por la aduana del Instituto de El Cairo, espero que también nosotros, los pobres habitantes de Africa Central, podamos paladearlas como cosa venida del otro mundo.

Me he extendido demasiado en ese asunto. Ahora me limito a mandarles un saludo a usted y a su hermano, y a sus excelentes familias, asegurándole que rezamos por ellos, y que he celebrado una misa en El Cairo por usted, y otras que celebraré de cuando en cuando. Es absolutamente preciso que vayamos al cielo.


[3281]
En noventa y nueve días de terrible viaje llegué con la gran expedición a Jartum, y en diez días y medio más vine aquí al Kordofán. En otra carta le hablaré de la gran misión que Dios me ha confiado, que es la más difícil y colosal del universo. Le hablaré de la esclavitud, de cómo se trata, se vende y se oprime aquí a miles y miles de chicos y chicas robados a sus padres, a veces después de haber asesinado a éstos. Por ahora tenemos dos grandes misiones abiertas, una en El-Obeid y otra en Jartum; y pronto abriremos la de Schellal, y llevaremos la Cruz al territorio Nuba, la patria de Bajit Miniscalchi, que está a cinco días de camello de aquí. El 14 de septiembre próximo hago la solemne consagración al Sdo. Corazón de Jesús de toda Africa Central: ese día rece y haga rezar mucho al Arcipreste de S. Martino, mi querido Maestro, a quien deseo que usted haga una visita especial por mí, y otra a D. Dallora. Si no morimos, quizá nos volvamos a ver reunidos en la Mariona, en la que he adquirido una especie de derecho. Mando la bendición a usted y a toda su familia, y me declaro en los Sagrados Corazones de J. y M.



Su afmo. amigo

Daniel Comboni

Provco. Aplico de Africa Central






512
Card. Alejandro Barnabò
0
El-Obeid
25. 7.1873
N. 512 (482) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v, 1003, ff. 734-735



Nº 7 J.M.J.

El Obeid, capital del Kordofán

25 de julio de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3282]
He recibido con sumo placer su estimadísima del 29 de abril, nº 1. Resultan verdaderamente gratas a tan desmesurada distancia las venerables palabras de los Superiores, que son la expresión de la voluntad divina. Tomo nota del juicio y deseo de V. Em.a sobre la reapertura del establecimiento de Schellal. En tiempo oportuno, y cuando las fuerzas lo permitan, se llevará a cabo, sin ninguna duda. Su clima es saludable.


[3283]
Cada vez dispongo de más argumentos que demuestran espléndidamente la importancia de la Misión de El-Obeid. Aunque en la actualidad tengo puesto mi empeño principalmente en reavivar, establecer y consolidar bien las dos Misiones fundamentales, las de Jartum y El-Obeid, que son la base de operaciones para extender paulatinamente la acción del Catolicismo a las tribus que habitan la parte oriental del Vicariato hasta más allá de las fuentes del Nilo, y a las enormes poblaciones de las inmensas regiones que constituyen el centro del mismo Vicariato, sin embargo tampoco dejamos de ocuparnos entretanto de las tribus y pueblos próximos al Kordofán en los que no ha penetrado todavía el islamismo, adquiriendo exacta información sobre ellos, aprendiendo sus lenguas, y estudiando siempre poco a poco el modo más fácil y adecuado para poder un día, con seguridad y eficacia, establecer en ellos misiones.


[3284]
A tal objeto nos mostramos muy activos en preparar ya buenos colaboradores indígenas de esos países, educándolos en la fe y en la civilización cristiana; y con no poco esfuerzo tratamos de componer un diccionario y una gramática de la lengua de los Nuba, así como un pequeño catecismo en esa lengua.


[3285]
La semana pasada vino tres veces a visitarme con buen séquito uno de los reyes o jefes de los pueblos Nuba, el cual había acudido a El-Obeid para pagar a este Bajá el tributo de varias poblaciones que confinan con el suroeste del Kordofán. Se llama Nemur. Manda todavía en no pocos poblados que no se han sometido nunca al pago del tributo, y mantiene perfectas relaciones con casi todos los jefes o reyes de los pueblos Nuba, que nunca fueron vencidos por los turcos, y que aún son independientes. Este rey me hizo una invitación explícita para que vaya a sus tierras, o al menos que mande allí misioneros, para erigir una iglesia, crear escuelas y enseñarles nuestra religión. Uno de su séquito, que había sido esclavo en Siria, donde había visto a los cristianos y conocido sus iglesias, me dijo que en diez años que estuviésemos nosotros establecidos allá, todos serían cristianos.


[3286]
Pedí al jefe alguna información sobre aquellos lugares, y me enteré de que sus habitantes han sido atacados muchas veces por los árabes Bagara y por los turcos, pero siempre los han rechazado; que en repetidos robos los árabes han logrado arrebatarles miles y miles de niños y niñas; que nunca han querido saber nada de los turcos ni de Mahoma; que saben que hay un Dios, pero nunca lo han visto, y no saben rezar, como han visto hacer en El-Obeid y en Siria; que según lo que les han contado sus mayores, que trataron con los Habbasc (abisinios), muchos de éstos practican la siguiente ceremonia con sus niños: cuando el recién nacido tiene ocho días, viene un óeuru (mago), que unge todo el cuerpo del niño con cierta grasa, tras lo cual él mismo se mete en el agua, toma al niño, lo sumerge en el agua y lo devuelve a la madre. Hablaron con desprecio del Kordofán, alabando el clima y la fertilidad de su propia tierra. Observaron maravillados nuestra elegante capilla, la escuela, las herramientas de agricultura, carpintería, herrería, etc., y, en las tres visitas que me hicieron, insistieron en que yo fuera a su país a fundar una iglesia y una escuela.


[3287]
Yo los acogí muy bien, mostrándoles que estoy dispuesto a realizar sus deseos una vez que se cumplan muchas condiciones. Les anuncié que, al ir a su tierra, llevaríamos con nosotros algunos de sus jóvenes para devolverlos a sus familias, y les ordené que de cuando en cuando me mandaran a alguno de ellos para informarme de sus intereses e intenciones. El jefe Nemur se ofreció espontáneamente a volver aquí después del jarif, o recolección, en octubre. Le regalé algunas medicinas y medallas, y una fotografía del excelente negro Bajit Miniscalchi (a quien Mons. el Secretario tuvo el año pasado la bondad de conducir a los pies de Su Santidad), el cual es originario de aquella zona; y, muy contento, se fue con todo su séquito de regreso a las tierras de los Nuba.


[3288]
Por ahora no emito ningún juicio sobre este hecho, que podría ser importantísimo. Quiero someterlo a meditación, ver si encierra algún engaño, examinar si tiene algo de positivo con lo que se pueda contar, estudiar bien todo, y luego esperar el tiempo fijado por Dios.


[3289]
Después de ulteriores observaciones, le enviaré una breve relación sobre los horrores de la trata de negros, de la que es trágico teatro este Vicariato. Inglaterra con la especiosa justificación de abolir la esclavitud, manda sus embajadores a Zanzíbar y a Mascate para favorecer sus intereses políticos y sus planes de conquista. Pero es en Africa Central, más que en ninguna otra parte, donde hace estragos esta plaga de la humanidad; y la misión católica podrá más que los cañones, pues con la bendición divina triunfará poco a poco en la gran empresa.

Besándole la sagrada púrpura, en los Sdos. Corazones de Jesús y María tengo el honor de proclamarme



De V. Em.a Rma.

hummo. devotmo. y obedmo. hijo

Daniel Comboni, Provco. Aplico.






513
Presidente Cons. S. Infancia
0
El-Obeid
31. 7.1873
N. 513 (483) - AL PRESIDENTE DEL CONSEJO

DE LA OBRA DE LA SANTA INFANCIA

ACR, A, c. 14/137 n. 1



El-Obeid, capital del Kordofán

31 de julio de 1873



Sr. Presidente:



[3290]
Una nueva Obra digna de su caridad viene a pedir el socorro de la Santa Infancia. Se trata de ayudar a los niños del Vicariato Apostólico de Africa Central, el cual fue confiado el año pasado por la Santa Sede al nuevo Instituto de las Misiones para la Nigricia de Verona, y a mi pequeñez con el título y los poderes de Provicario Apostólico.

El Vicariato de Africa Central es la más vasta y laboriosa Misión del universo entero, y cuenta con más de cien millones de infieles. Está situado entre las misiones de Egipto, Trípoli, Abisinia, los Gallas, costa de Benín y Guinea meridional; al Oeste limita con la línea que va de Morzouk al Níger, y al Sur llega a los doce grados de latitud austral.


[3291]
Las obras que he fundado hasta el presente para la gran conquista de la Nigricia son:

1.o Dos pequeños Institutos en El Cairo, uno masculino y el otro femenino, para aclimatar a los misioneros y a las Hermanas destinados a Africa Central, y para educar a los niños y niñas negros en la fe y en las artes y oficios.

2.o Dos Institutos en Jartum, capital del Sudán oriental, situada a 15 grados de latitud Norte.

3.o Dos Instituciones en la ciudad de El-Obeid, capital del Kordofán. Esta ciudad, desde la que tengo el honor de escribirle, está habitada por más de cien mil personas y en la actualidad es la ciudad más central entre todas las Misiones de Africa aquí existentes. Se halla entre los 12° y los 13° de lat. Norte.


[3292]
Jartum es la base de operaciones para la parte oriental del Vicariato, parte que abarca todas las inmensas tribus del Nilo Blanco y de las fuentes del Nilo hasta los grandes lagos de Niassa, Tanganika y los países de Lunda y Muemba.

El-Obeid es la base de operaciones para la parte central del Vicariato: es la verdadera puerta de la Nigricia interior y el centro de comunicación con el Reino de Darfur, el Imperio de Bornu, las enormes tribus de los Nuba, Fertit, Waday, Tchad, y con las miles de tribus que habitan las regiones del suroeste.


[3293]
Todos mis esfuerzos están dirigidos a consolidar bien estas dos misiones, en las que preparamos indígenas de las tribus centrales para que sean apóstoles de fe y de civilización entre su gente. Después avanzaremos poco a poco hacia los países del interior, a medida del personal disponible y de los recursos que la Propagación de la Fe y la Obra de la Santa Infancia nos faciliten.


[3294]
En Jartum dirigen la obra femenina las Hermanas de San José de la Aparición, de Marsella, que viven en una casa alquilada por 1.200 francos al año. He comprado el terreno para construir la casa de las Hermanas, donde debo abrir un gran orfanato para los niños pequeños. Lo mismo debo hacer en El-Obeid.


[3295]
Ahora hay aquí un gran número de niños que recoger, los cuales a menudo han sido abandonados por su madre. Hay también madres que huyen de sus amos con sus criaturas y se refugian en la Misión. Con frecuencia hay que recoger, si es posible, madres e hijos; porque de lo contrario correrían mortal peligro los cuerpos y las almas de unas y otros.

Mas para atender a la necesidad de fundar grandes orfanatos carecemos totalmente de recursos. Por eso, señor Presidente, me dirijo con lágrimas en los ojos a la sublime Obra de la Santa Infancia, a fin de obtener una importante ayuda para poder salvar miles de niños negros.


[3296]
Construir una casa en estos países es muy costoso: hay que traer de Europa los utensilios necesarios, y un albañil no trabaja por menos de 20 francos al día, mientras que sus ayudantes tienen que ser rogados con insistencia para que trabajen por un jornal de 10 francos. Esto en Jartum, donde el número de albañiles es muy pequeño. Aquí en El-Obeid cuestan menos las obras, pero hay que doblar el personal que trabaja.

Además hay que pensar que en este Vicariato todo lo necesario para la vida y para una construcción cuesta como mínimo seis veces más que en Egipto, porque la mayor parte de ello hay que traerlo desde allí a lomos de camellos por el gran desierto del Atmur y por las llanuras del Kordofán.


[3297]
Espero que la Santa Infancia me preste su ayuda para la construcción y el mantenimiento de dos grandes orfanatos. En este Vicariato está todo por hacer, de modo que se necesitan sustanciales contribuciones. Las privaciones de mis misioneros, de mis monjas, de mis catequistas, de las maestras negras y de los hermanos coadjutores son muy grandes; el clima es muy cálido, y las distancias tan enormes que a veces, en los viajes, durante meses enteros no se ve más que la bóveda del cielo por la noche, y por el día el sol africano, cuyos ardores caen sobre nuestras espaldas.

Dígnese, señor Presidente, aceptar mi humilde ruego y las expresiones de profundo respeto con las que me honro en llamarme, en los Sagrados Corazones de Jesús y María



Su humildísimo servidor

Daniel Comboni

Provicario Apostólico de Africa Central



Original francés.

Traducción del italiano






514
Mons. Joseph De Girardin
0
El-Obeid
31. 7.1873
N. 514 (484) - A MONS. JOSEPH DE GIRARDIN

AOSIP, Afrique Centrale



J.M.J.

El-Obeid, capital del Kordofán

31 de julio de 1873



Monseñor:



[3298]
Hace seis años que tuve el honor de conocer al ilustre Director de la Santa Infancia, quien acaso no haya olvidado haber visto en Roma y en París a un pobre misionero superviviente entre tantos como han muerto en Africa Central, el cual se movía mucho para fundar la Obra de la Regeneración de la Nigricia y establecer de forma duradera la fe católica en esta parte del mundo, la más infeliz y abandonada. Pues bien, ese pobre misionero es el que se honra en escribirle desde el centro de Africa para implorar fuertes ayudas de la admirable Obra que usted dirige.


[3299]
Unida a la presente, le envío una petición para el Presidente del Consejo de la Santa Infancia, y le ruego insistentemente que me escuche y apoye mi causa, la cual es santa y conforme al objeto especial de esa Obra sublime, que ha poblado el cielo de pequeños ladrones del Paraíso.

Antes de hablarle de la deplorable situación de la infancia en este Vicariato, me permito decirle dos palabras acerca de mi obra y sobre cómo Dios mismo la ha dirigido.


[3300]
En 1846 Gregorio XVI, de santa memoria, erigió el Vicariato de Africa Central y lo confió a Mons. Casolani, Obispo de Mauricastro y Vicario Apostólico, quien obtuvo la colaboración de dos padres jesuitas, el P. Ryllo y el P. Pedemonte, y de dos alumnos del Colegio de Propaganda. Esta, por estar el P. Ryllo mejor informado del camino más seguro para emprender la obra, que era el de Egipto y de Nubia, puso al frente de la Misión a dicho padre, el cual en 1848 condujo la expedición hasta Jartum, donde murió. Bajo el gobierno de su sucesor, Mons. Knoblecher, la Misión hizo progresos porque pudo abrir, además de la Estación de Jartum, una entre los Kich, a 6° de lat. Norte, y otra en Gondókoro, a 4° de la misma latitud, junto a las fuentes del Nilo.


[3301]
Pero como la diferencia climática entre Europa y Africa Central es enorme, de cuarenta misioneros que fueron directamente de Europa a Sudán murieron treinta y cinco, y cuatro volvieron a Europa para no regresar jamás a la Misión. El restante, que soy yo, marchó a Europa con la idea de volver para sacrificar aquí la vida. Entonces Propaganda probó a enviar los Franciscanos, que en 1861 ocuparon el Vicariato; pero después de haber perdido veintidós de los suyos, todos regresaron a Europa, excepto tres, los cuales, habiendo sido abandonadas todas las Estaciones, menos la de Jartum, permanecieron en ella hasta el año pasado. A causa de la supresión de las Ordenes religiosas en Italia, los pobres Franciscanos, que obtenían de los conventos de Italia la mayor parte de sus misioneros, se vieron forzados a abandonar Africa Central y también las otras Misiones. Fue entonces cuando la Santa Sede confió este gran Vicariato a un nuevo Instituto que he fundado con la ayuda y protección del señor marqués de Canossa, Obispo de Verona.


[3302]
Desde 1857, cuando me encontraba en la Misión de los Kich, en el Nilo Blanco, aquí en Africa Central, pasé por todas las pruebas de este difícil apostolado. Y habiendo estado once veces a punto de morir a causa del clima y de las enormes fatigas, me vi en la necesidad de regresar a Europa, donde, al cabo de unos años, ya restablecido, pensé en el modo de volver a este campo de batalla para sacrificar en él la vida por la salvación de los negros. Fue el 18 de septiembre de 1864 cuando, al salir del Vaticano, donde había asistido a la beatificación de Margarita Mª. Alacoque, se me ocurrió presentar a la Santa Sede la idea del Plan para reanudar el apostolado de Africa Central. El Sdo. Corazón de Jesús me hizo superar todas las enormes dificultades para realizar mi Plan orientado a la Regeneración de la Nigricia con la Nigricia misma.


[3303]
En 1867 fundé en Verona el Instituto de las Misiones para la Nigricia, y al final del mismo año abrí dos casas para negros en El Cairo. Usted, que tiene una inmensa práctica en obras de este género, no necesita que le explique toda la historia, la finalidad y la importancia de estas obras preparatorias para implantar establemente el apostolado en las regiones centrales de Africa. Yo tenía que proporcionar a la Obra un cuerpo de eclesiásticos mediante el que cubrir siempre las necesidades de personal de la Misión. Y además tenía que buscar la manera de que los misioneros europeos pudieran conservar la salud el mayor tiempo posible en estos lugares abrasadores de Africa Central.


[3304]
A este fin, con la poderosa protección de Mons. Canossa (su padre era hermano de la venerable Fundadora –cuya causa de beatificación se está tratando ahora– de las Hijas de la Caridad de Verona, que están también establecidas en Hong-Kong y en Hu-Pé, en China; y el Obispo es también cuñado de la señora Teresa, marquesa Durazzo del S. Corazón, de París), fundé el Instituto de las Misiones para la Nigricia en Verona, que fue canónicamente aprobado por el Obispo, y establecí en El Cairo dos Instituciones preparatorias para las Misiones de Africa Central, las cuales me han formado en cinco años 54 buenos colaboradores, que son ahora muy útiles para mi Vicariato.


[3305]
Como los Padres Franciscanos no ocupaban de él más que la ciudad de Jartum con dos misioneros, queriendo hacer llegar mi obra a los países de Africa Central que no habían oído nunca la Palabra de Dios, y viéndome bien provisto de buen personal indígena, en 1871 envié al Kordofán cuatro exploradores por ver si era oportuno fundar en su capital, El-Obeid, una Misión y ocupar útilmente a dicho personal en aquello para lo que había sido educado. Los exploradores, mandados por el P. Carcereri, mi actual Vicario General, en ochenta y dos días de viaje llegaron al Kordofán, y, tras reconocer bien el país, les pareció conveniente establecer una Misión en El-Obeid según las enseñanzas que habían recibido en El Cairo.


[3306]
Entonces fui a Roma con ánimo de solicitar el Kordofán para mi Instituto de Verona. Pero la Santa Sede, después de la renuncia de los venerables Padres Franciscanos a Jartum y a Africa Central, decidió concederme todo ese Vicariato, que es mayor que Europa entera y se extiende hasta los 12° de latitud Sur.


[3307]
A mi vuelta a El Cairo hice los preparativos para la gran expedición a Africa Central, y el 26 de enero de este año partí de la capital de Egipto con un grupo de 33 personas, entre misioneros, monjas, maestras negras y hermanos laicos. Tras un fatigoso viaje de 99 días llegué a Jartum. Luego, habiendo permanecido un mes allí, salí para el Kordofán, donde me encuentro desde hace 50 días. Sólo el viaje de la expedición desde El Cairo hasta Jartum y El-Obeid me ha costado 22.000 francos, y esto sufriendo mucho, no bebiendo nunca vino ni yo ni los demás, y soportando una gran pobreza. Pero como esta Misión es ardua, difícil y dolorosa, es preciso que los misioneros estén dispuestos a un martirio lento y continuo.


[3308]
Ahora en Jartum y en El-Obeid tenemos en propiedad las casas de los misioneros; pero las de las Hermanas las he tomado en alquiler, y pago 1.200 francos anuales en Jartum y un poco menos en El-Obeid. Aquí nunca hemos bebido vino porque es demasiado caro: una botella normal de vino corriente para la Misa, que en El Cairo cuesta 60 céntimos, aquí no se encuentra por 5 francos. Las patatas están a 130 céntimos el kilo. Todo lo que es más necesario para la vida cuesta aquí una barbaridad. En Jartum tenemos el pan muy caro; pero es que aquí no lo hay en absoluto, por lo que nunca comemos pan, sino fahit, una especie de pan de sorgo silvestre, que en Europa apenas comerían las gallinas. Pero nosotros estamos muy contentos porque hacemos la voluntad de Dios y buscamos la salvación de las almas más abandonadas de la tierra.


[3309]
Una de mis primeras preocupaciones es la de fundar dos grandes orfanatos para la infancia dirigidos por Hermanas. Es preciso que le dé una idea de la deplorable situación de estos países para que pueda usted comprenderlo todo. La abolición de la esclavitud, decidida por las potencias europeas en París en 1856, es letra muerta para Africa Central. Los tratados existen sobre el papel, pero aquí la trata está en pleno vigor. Todos los meses del año, exceptuada la época de las lluvias ecuatoriales, salen hombres de Jartum y de El-Obeid que se dirigen a las tribus de negros cercanas. Entran en ellas armados de fusiles y pistolas, y de pacíficas familias se llevan violentamente los niños y niñas, pequeños y más crecidos. Para vencer la resistencia que les oponen los padres, muchas veces matan a éstos. Y con todos esos niños y sus madres, si son jóvenes, se encaminan al Kordofán y a Nubia para venderlos.


[3310]
Entre ellos van desde niños de dos días hasta muchachas y mujeres de veinticuatro años aproximadamente; madres muy jóvenes de catorce a veinte años, con dos o tres criaturas; y madres también que aún llevan en el vientre a sus hijos, y que completamente desnudas son conducidas a Nubia, al Kordofán o a Egipto. Cada año se roban varios cientos de miles de estos seres, quizá medio millón. Desde El Cairo hasta Jartum, nosotros hemos visto más de treinta caravanas y embarcaciones de ellos. Y desde Jartum hasta el Kordofán, más de mil de estas personas, todas desnudas y atadas por el cuello, de las que tiraban los chilabas (mercaderes de esclavos). Una vez robados estos pobres niños y niñas, el amo dispone de ellos a su gusto, destinándolos sobre todo a los harenes y a la prostitución.


[3311]
En El-Obeid son innumerables los recién nacidos de los que se deshacen fuera de la ciudad, enterrándolos o dejándolos tirados en el suelo para que se los coman los buitres y otras aves, con los camellos muertos, los burros y los otros animales. Hace quince días, dando un paseo fuera de la ciudad, vi cientos de estos pequeños cadáveres, o trozos de los mismos. Reclamé ante el Bajá, el cual dio orden de enterrar a todos los negros muertos. Además, cantidad de niños son vendidos con sus madres por 90 o 100 francos. Nosotros tenemos numerosas madres con sus pequeños, que hemos adquirido o que nos han dado, y nosotros los hemos metido en pequeñas cabañas que hemos construido y comprado fuera de la misión.


[3312]
He aquí la gran necesidad de fundar un gran orfanato y confiarlo a las Hermanas. Ya he comprado para él un terreno cerca de mi residencia; pero necesito dinero tanto para la construcción como para mantener y educar a estos niños. Mujeres que los amamanten las hay en abundancia, incluso de once años, que podemos comprar o alquilar. También en Jartum se necesita un gran orfanato.


[3313]
Expuesto todo esto, debe tener además en cuenta, Monseñor, que aquí nunca se ha predicado el Evangelio, por lo cual ya puede imaginarse los desórdenes, la corrupción y los efectos de la corrupción. También es preciso pensar que de los cien millones de infieles de que consta mi Vicariato, ochenta millones de ellos van desnudos completamente, hombres y mujeres. Ahora bien, para establecer la fe católica hay que vestir al menos a las mujeres y un poco a los hombres. Pero vestirlos supone un gasto enorme, porque una pieza de tela corriente, que en El Cairo compraríamos por 10 francos, llegada al Kordofán cuesta como poco 40 francos; y una caja de vestidos y camisas de mujer, que me han enviado de Francia gratuitamente, sólo su transporte hasta el Kordofán me ha costado 67 francos. Calcule ahora los gastos que puede suponer la creación de un orfanato para nuestros negritos.


[3314]
En el momento en que le escribo, Monseñor, no disponemos ni de ropa de cama para nosotros, porque hemos tenido que hacer una camisa a cada niña y mujer de nuestro Instituto femenino, y también una a los chicos. Así que dormimos vestidos en nuestro angareb, que está formado por unos maderos informes, atados con cuerdas hechas de fibra de palma, o de piel. En El-Obeid hay comerciantes árabes que tienen tela, pero para comprarla se necesita un dinero del que no disponemos. Otra cosa he de advertirle. Las camisas no les duran a los negros como en Europa, donde hay buenas casas, y camas y sillas. Aquí los niños duermen sobre el suelo desnudo o, si las tenemos, sobre esteras. No hay sillas: duermen y se sientan siempre en el suelo. No tienen zapatos: van siempre descalzos.


[3315]
Y con todo, la alimentación y el vestido de cada niño y cada niña, incluso pequeños, nos cuesta 7 francos con 74 céntimos al mes, sin contar la casa, ni las nodrizas para los lactantes. Pero esto no puede seguir así, porque los niños morirían. Se necesitan de 8 a 10 francos por cada uno. En Jartum es más caro. Añada las medicinas que hemos traído de El Cairo, y que puestas en el Kordofán salen por una enormidad. Añada también los gastos de adquisición.

Todos los días vienen esclavos negros que aspiran a ser liberados de la crueldad de sus amos. Se presentan a mí madres encintas con niños. Si no las admito, los sicarios de aquellos las castigarán con la muerte. He podido comprobar que a algunas de ellas, incluso embarazadas, les han dado muerte.


[3316]
Y ¿qué puedo hacer ante este desdichado panorama? Elevar los ojos al cielo, confiar en la Providencia y aceptarlas. Así las cosas, no teniendo ahora tiempo para seguir contándole miserias, me dirijo a la Obra de la Santa Infancia y le ruego insistentemente que acuda en mi ayuda con una buena asignación anual. Si viera usted, Monseñor, el estado de las poblaciones de Africa Central se convencería de que ninguna de las misiones de China y de los otros países del mundo merece ser socorrida como la mía.

En China las Misiones están establecidas desde siglos; aquí en el Kordofán hace sólo 486 días que la fe católica ha llegado por primera vez, de modo que hay que crearlo todo. China es un país civilizado; Africa Central no. A diez días de distancia de El-Obeid, e incluso a tres días, los nativos, hombres y mujeres, van completamente desnudos. Y aquí las mujeres llevan puesta por la calle una pequeña toalla; las chicas, van sin el menor vestido, o con un cordoncito de piel abajo. No tengo palabras para expresarle las miserias de estos lugares, y muchas cosas ni siquiera se pueden decir, por pudor. Así pues, recomiendo esta santa causa a su admirable corazón: defienda, Monseñor, la causa de Africa Central.


[3317]
Por nuestra parte, los misioneros y misioneras estamos dispuestos a morir mil veces por la salvación de estas almas. Nuestro grito de guerra será siempre durante toda nuestra vida: «Nigricia o muerte».

Con la gracia de Dios, seremos fieles a nuestro propósito.


[3318]
No quiero ocultarle que, cuando la Santa Sede me confió esta vasta y laboriosa Misión, mi conciencia estaba un poco titubeante, porque conocía mi pequeñez ante esta tarea enorme que Dios me había confiado por medio de su augusto Vicario Pío IX, y pensaba que con nuestras fuerzas nunca conseguiríamos establecer el catolicismo en estas inmensas regiones, donde la Iglesia, a pesar de los esfuerzos de tantos siglos, jamás lo había logrado. Entonces puse toda mi confianza en el Sagrado Corazón de Jesús y decidí consagrarle todo el Vicariato el 14 de septiembre próximo. Al objeto de llevar a cabo esta gran solemnidad mandé una circular, y rogué al admirable apóstol del Sdo. Corazón, el P. Ramière, que redactara el acto de consagración solemne, lo cual ha hecho. Se lo enviará.


[3319]
Y ahora, por esta vez, termino, rogándole que destine a la infancia de mi Vicariato una buena asignación, y que la envíe a El Cairo a mi representante, D. Bartolomé Rolleri, Superior de los Institutos de negros de Egipto. El me hará llegar todo a mi residencia principal por medio del Diván de El Cairo.


[3320]
Hasta el momento, las autoridades turcas han sido buenísimas con la Misión. He venido al Vicariato con un firmán del Emperador de Constantinopla en el que otorga al Vicariato todos los privilegios concedidos a los cristianos del Imperio turco. Ello ha contribuido a que yo fuera muy bien recibido en todas las principales ciudades de Sudán, y hace que seamos completamente libres. Pero a dos días de aquí, donde no hay ningún gobierno, el único firmán que tenemos es el de la Providencia divina. No obstante, la fama de nuestra Misión de El-Obeid ha llegado a todas partes del Reino de Darfur y del Imperio de Bornu, extendiéndose también entre los Bogus y los Nuba. Un rey de estos últimos ha venido a invitarnos a construir una iglesia y crear escuelas en su tribu, donde hay un conocimiento ideal de Dios, pero falta completamente el culto y no se reza. Los de allí detestan el Corán y han matado a todos los que les han hablado de él.


[3321]
Mi objetivo actual es consolidar Jartum y El-Obeid como bases de operaciones. Luego nos extenderemos hasta más allá de las fuentes del Nilo, donde hay una población idólatra aún no maleada y un clima muy bueno.

Encomiendo esta petición a la Inmaculada Virgen María, a fin de que inspire a la Santa Infancia el acudir en ayuda de esta Misión, de la que depende, tal vez, la salvación de todos los pueblos de este inmenso Vicariato.

Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






515
Pastoral Consagr. Vicariato
0
El-Obeid
1. 8.1873
N. 515 (485) - CARTA PASTORAL

PARA LA CONSAGRACION DEL VICARIATO

AL SAGRADO CORAZON

AP SOCG, v. 1003, ff. 736-737



El-Obeid, 1 de agosto de 1873



DANIEL COMBONI

por la gracia de Dios y de la S. Romana Sede

Provicario Apostólico de Africa Central

Al venerable Clero y al dilectísimo pueblo Católico

de nuestro Vicariato Aplico., salud en N. S. J. C.

y pastoral Bendición



[3322]
Encargados por disposición suprema de Dios y por voluntad del Sumo Pontífice Pío IX del arduo y laborioso apostolado de Africa Central, que es la más extensa y poblada misión del Universo, conscientes en lo profundo de nuestra alma de la gravedad de la divina empresa, medimos la desproporción existente entre nuestra pequeñez y la enorme magnitud e importancia del cometido que se nos encomendaba. Por eso, confiados, elevamos los ojos al cielo solicitando de allá arriba fuerza y ayuda suficientes para sostener y guiar nuestra debilidad en la gran tarea que nos habíamos prefijado. Plugo al Señor en tal circunstancia inspirarnos como medio seguro para el efecto deseado que reuniéramos nosotros mismos a nuestros fieles y el entero Vicariato Apostólico bajo la égida del Sacratísimo y amabilísimo Corazón de Jesús.


[3323]
Este Corazón adorable, divinizado por la hipostática unión del Verbo con la humana naturaleza en Jesucristo Salvador nuestro, exento por siempre jamás de culpa y exuberante de toda gracia, no conoció un instante desde su formación en que no palpitase del más puro y misericordioso amor por los hombres. Desde la sagrada cuna de Belén se apresura a anunciar por primera vez la paz al mundo: niño en Egipto, solitario en Nazaret, evangelizador en Palestina, comparte su suerte con los pobres, invita a que se le acerquen los pequeños y los desdichados, conforta y cura a los enfermos, devuelve los muertos a la vida, llama al buen camino a los extraviados y perdona a los arrepentidos; moribundo en la Cruz, en su extrema mansedumbre ruega por sus mismos crucificadores; resucitado glorioso, manda los Apóstoles a predicar la salvación al mundo entero.


[3324]
Este Corazón divino, que toleró ser atravesado por una lanza enemiga para derramar por esa sagrada abertura los Sacramentos con los que se formó la Iglesia, de ningún modo ha dejado de amar a los hombres, sino que vive permanentemente en nuestros altares, prisionero de amor y víctima propiciatoria por todo el mundo. Y no contento con esto, El mismo, en una célebre aparición a la Bta. Margarita Mª Alacoque, se ofreció rebosante de amor como remedio de los males que afligirían al mundo, culpable y perecedero, con promesas de protección especial para aquellos que se consagrasen a su culto y adoración.


[3325]
Esta es la razón, oh dilectos hijos, por la que estamos imbuidos de la más firme esperanza de que en el sagrado ámbito de este adorabilísimo Corazón están reservados también los tesoros de gracias que deben decidir la eterna salvación de las inmensas poblaciones todavía encorvadas bajo el yugo de Satanás que han sido encomendadas a nuestros cuidados. De ahí que después de enormes fatigas y desastrosos viajes, al encontrarnos finalmente entre vosotros, hayamos resuelto proceder formalmente a la solemne Consagración de todo nuestro querido Vicariato Apostólico de Africa Central al Sacratísimo Corazón de Jesús. Por eso os invitamos a todos vosotros a entrar con absoluta confianza en esta arca de salvación, a fin de librarnos del diluvio de tantos males como continuamente vomita el infierno contra nosotros y que amenazan cada día más con el total exterminio del mundo.


[3326]
Confiamos en que este fausto acontecimiento, además de incrementar en vosotros la fe y el amor, abrirá nuevos caminos de salvación al gran pueblo para nosotros tan dilecto de la Nigricia interior, que duerme todavía en las tinieblas y sombras de muerte. Por eso deseamos que se celebre con la mayor solemnidad y pompa posible, a cuyo fin hemos elegido para tal Fiesta la fecha del 14 del próximo septiembre, día en que toda la Iglesia conmemora la solemne Exaltación de la Santa Cruz, símbolo del triunfo alcanzado por Jesucristo sobre el infierno y el pecado.


[3327]
Corresponde a los M. R. Superiores y Párrocos de las Misiones de nuestro Vicariato cuidar de que ese día sea precedido por un triduo de públicas plegarias, y de que en tal circunstancia se imparta al pueblo la instrucción necesaria sobre el tema, explicando la naturaleza, la importancia y la eficacia de la sublime devoción al Sdo. Corazón de Jesús, e invitando a todos los fieles a recibir los Smos. Sacramentos, para ganar la Indulgencia Plenaria que, en conformidad con las facultades que nos fueron conferidas por la Santa Sede el 12 de junio de 1872, hemos resuelto aplicar en favor de todos los que contritos, confesados y comulgados participen en la conmovedora ceremonia de esta solemne Consagración.


[3328]
El sonido festivo de las campanas durante media hora después del Maghreb [la puesta del sol] anunciará la gran solemnidad en cada uno de los tres días, y una general abstinencia en la víspera, con alimentos de estricta vigilia, contribuirá a invocar sobre nosotros más copiosamente las divinas bendiciones. Por otra parte, en la mañana del 14 de septiembre, en la santa Misa añadirán la Colecta del Sdo. Corazón de la Misa propia «Miserebitur», y la Misa solemne será «Ritu Votivo solemni de SS. Corde J. ut in die cum com. Dom. occor. sub unica conclusione». Terminada la Misa solemne, se expondrá el Santísimo y el Superior o Párroco recitará en voz alta, en lengua árabe, la Fórmula de la Consagración que nosotros hemos dispuesto, y que nosotros mismos pronunciaremos en la iglesia de nuestra actual residencia del Kordofán. Finalmente se cantará el «Te Deum», concluyendo la sagrada función con la Bendición del Santísimo Sacramento.


[3329]
Además, para que quede perenne memoria de esta solemne Consagración del Vicariato Aplico. de Africa Central al Sdo. Corazón de Jesús, ordenamos que en todas las iglesias de nuestro Vicariato cada primer viernes de mes, después de la acostumbrada devota práctica de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, sea igualmente repetida, coram SS.mo in perpetuo, esta Fórmula de Consagración, y dése también la Bendición al pueblo. Será además especialísimo empeño nuestro el dirigir cuanto antes a la Santa Sede los más cálidos ruegos, a fin de que se digne conceder que el viernes siguiente a la Octava del Corpus, consagrado a la Fiesta del Santísimo Corazón de Jesús, sea formalmente declarado día festivo obligatorio para todo el Vicariato Apostólico de Africa Central, y que nuestro Clero secular y regular lo celebre con Rito doble de primera clase, con Octava, según las Reglas Generales de los Patronos.


[3330]
Estamos profundamente convencidos de que el faustísimo día de esta solemne Consagración marcará una nueva era de misericordia y de paz para nuestro querido Vicariato, y que del seno misterioso de este divino Corazón traspasado brotarán torrentes de gracias y ríos de celestes bendiciones sobre este gran pueblo de Africa Central que nos es tan dilecto, y sobre el que todavía pesa tremendo al cabo de tantos siglos el anatema de Canaán.

Dado en El-Obeid, desde nuestra residencia del Kordofán, al 1 de agosto de 1873.



Daniel Comboni Provco. Aplico.

P. José Franceschini Prosecretario






516
Don Francisco Bricolo
0
El-Obeid
2. 8.1873
N. 516 (486) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/27



J.M.J.

El-Obeid, capital del Kordofán

2 de agosto de 1873



Mi muy querido D. Francisco:



[3331]
Realmente no sé qué pensar de su eterno silencio. He escrito a Vicenza dos veces desde Egipto, y ahora, aunque agobiado por mil graves ocupaciones, no puedo olvidar un instante a mi querido D. Bricolo e intento por medio de D. Guella hacer llegar mis cartas a sus manos. ¡Oh, cómo siento no haber robado dos días para ir a pasarlos con usted en Vicenza o en Venecia! Pero tenía tales compromisos que no supe, como debía, desembarazarme de ellos. Ahora que estoy desmesuradamente lejos me doy cuenta del fallo, porque ya no tengo la esperanza de poder hacer pronto una escapada a Vicenza, al separarme de allí inmensos viajes y fatigas. ¡Dios mío!


[3332]
Ahora lo primero que deseo decirle es que quiero nuevas de usted, y una carta de seis hojas por lo menos. Estoy completamente ayuno de noticias suyas: no sé si está vivo o muerto. Ordené a D. Squaranti (¡ah, si de mi Obra apostólica, que abarca tantas partes, se hiciera miembro un D. Francisco Bricolo!) que le enviase siempre nuestros pequeños Anales para darle a conocer noticias mías. Por cierto, en Lyón la Propagación de la Fe publica semanalmente Les Missions Catholiques, y en Milán, en el Seminario de San Calocero se imprime cada año la traducción: también éstas hablan de mí. Pero yo no sé nada de D. Francisco. Así que quiero noticias.


[3333]
En segundo lugar deseo personal: clérigos, o sacerdotes, o santos campesinos, o santos carpinteros, o santos albañiles para Africa. Por tanto querría que suministrase a Africa Central misioneros, sacerdotes y laicos de primera clase, mandándolos primero al modesto Instituto del Seminario. También buenas maestras con vocación religiosa, a las que enviar previamente a Verona, al Instituto antes de Astori, en Santa Maria in Organo, pero que ahora es mío.


[3334]
Y paso a darle corriendo un par de noticias mías, por falta de tiempo. En la necesidad de trabajar como Provicario, tengo más de novecientas cartas que escribir, pues necesito cultivar las relaciones que mantengo con tantos insignes benefactores. En menos de seis años desde que establecí las pequeñas fundaciones de Egipto, he gastado más de 500.000 (digo quinientos mil) francos en oro en mis Obras, o, mejor, en las Obras de Dios (de las que yo soy el friegaplatos y San José el Ecónomo), creadas en favor de la Nigricia; así que tengo que hacer. Ahí van, pues, como un relámpago, mis noticias.


[3335]
Con más de dieciséis personas entre sacerdotes, laicos hermanas, etc. fui de Verona a El Cairo. Traje conmigo a Perinelli, del Insto. Mazza, como mi Secretario. Pero, quizá seducido por enemigos de las buenas obras, abusó del secreto de secretario, e hizo público lo que hubiera debido tener callado, porque afectaba a una tercera persona. En suma, formó partidos y creó divisiones entre el personal, en vez de servir a su Jefe, que lo había colmado de gentilezas, gastando dinero en él y dándoselo en abundancia, y presentándolo a altos personajes en Roma, Nápoles, Trani, Bari, etc. El, por apoyar a D. José Ravignani, quería que yo echase a dos de los mejores misioneros que tengo, entre ellos un distinguido Canónigo que fue párroco de 30.000 almas. Yo no por amor a la justicia.


[3336]
El caso es que (quizá había aprendido ya a formar partidos en las comunidades) me vi obligado a expulsarlo de la misión. Lo mismo hice con el sobrino del P. Ludovico de Casoria de Nápoles, dos sujetos a los que yo había admitido sin ponerlos a prueba. Fiat!


[3337]
Tras superar inmensas dificultades, el 26 de febrero partí de el Cairo en dos grandes embarcaciones con treinta personas, entre sacerdotes, monjas, negros y negras. Y después de grandes fatigas y mil peligros, de los que nos salvamos por milagro, al cabo de 99 (noventa y nueve) días de viaje llegué a Jartum, donde la colonia, los Bajaes, los Cónsules, todos, me recibieron con un entusiasmo que aún me tiene confundido. El gran Bajá Ismail, de Jartum, cuya autoridad se extiende hasta las fuentes del Nilo, me ofreció plena libertad y su apoyo para hacer lo que yo quisiera y disponer de los esclavos como me pareciera, y se brindó a dejarme sus barcos para mis visitas pastorales por el Nilo Blanco, el Nilo Azul, Berber, etc.


[3338]
En efecto puso gratuitamente su vapor a mi entera disposición para mi viaje al Kordofán, en el que tuve que hacer 127 millas por el Nilo Blanco y entrar en las selvas. En Jartum hicimos resucitar aquella Estación ya moribunda, y ahora está en plena actividad la parroquia. Di la Confirmación a cuantos habían quedado sin recibirla desde 1858. En otro palacio tomado en alquiler abrí el Instituto femenino, donde metí a las hermanas y a las maestras negras, y ahora ese Instituto florece y hace milagros de caridad. Tengo monjas orientales de Jerusalén, Alepo y Monte Líbano, así como francesas, y hacen prodigios, por lo que estoy muy contento. Pero ya me extenderé en otras cartas sobre este asunto. Mi Superiora, Sor Josefina Tabraui, de Jerusalén, estaba al borde de la muerte en Schellal, después de haber tenido vómitos de sangre, etc.; pero con un asombroso milagro de la Venerable Canossa (a la cual hicimos una novena) se curó en tres días, y pudo cruzar el desierto en la estación más crítica, viajando diecisiete horas al día, soportando 60 ° Réaumur y más desde las 12 del mediodía hasta las 4 de la tarde, y yendo a marchas forzadas. De modo que aquel desierto entre Korosko y Abu-Hamed, que es el más peligroso en cuanto al agua, y que en 1857 atravesamos en quince días, ahora, con las hermanas, lo pasamos en sólo seis días y medio, con diecinueve mujeres.


[3339]
Yo llegué a Berber más muerto que vivo. Como iba provisto de un firmán del Gran Sultán de Constantinopla obtenido por el Emperador de Austria, todos los Bajaes y Mudires de Sudán me recibieron jubilosamente y me ofrecieron sus servicios. En Berber, obtuve el barco de ese Bajá. Mi entrada en Jartum y en la capital del Kordofán, y lo que se ha hecho hasta ahora, lo sabrá por nuestros Anales de Verona. A mi llegada al Kordofán, el Bajá publicó el decreto de abolición de la esclavitud, lo que nunca se había hecho aquí; por lo cual este mercado, que estaba todos los días lleno de miles de esclavos encadenados, ahora se encuentra vacío. Y que yo no vea por la calle ningún esclavo encadenado, porque lo llevo inmediatamente a la misión y ya no lo devuelvo.


[3340]
En el viaje entre el Nilo Blanco y El-Obeid encontré miles de esclavos de toda edad y de ambos sexos. Unos iban en grupos de diez o de doce atados al cuello con una cuerda, cuyo extremo sujetaba un chilaba; otros, en grupos de ocho a diez, mezclados chicos y chicas, llevaban el cuello atado a una viga que sostenían sobre los hombros; otros tenían cadenas de hierro en los pies o los brazos atados a la espalda, o arrastraban la scheva, un largo madero sujeto al cuello. Y todos iban desnudos, empujados con las lanzas por aquellos satélites, y la mayor parte eran chicas de diez a veinte años completamente en cueros. Comprenda bien la sublimidad de mi Misión. Pero basta.


[3341]
Esta ciudad de El-Obeid es la verdadera puerta de la Nigricia. Más adelante sabrá la historia de esta magnífica misión surgida recientemente casi por encanto, donde hay un clima buenísimo –ahora tenemos 18 grados–, llueve bien y no existen ni fiebres ni nada. En octubre de 1871 mandé a los padres Carcereri y Franceschini a explorar el Kordofán. Hubo éxito, y ahora tengo aquí una magnífica casa con jardín, y la casa femenina en orden, y ambas compradas y pagadas. Es una misión que promete mucho. Además es la puerta de la Nigricia. En cinco días se va a Gebel Nuba, patria de Bajit Miniscalchi. Uno de aquellos jefes vino a invitarme a construir allí casa y escuela: es un terreno y un clima magníficos.


[3342]
En otros dos días, yendo hacia el Noroeste, se llega a Darfur, y en doce al lugar donde reside el Sultán. En un mes de viaje se alcanza desde aquí el vasto Imperio de Bornu, mientras que desde Trípoli se necesitan ciento catorce días. Bornu está bajo mi jurisdicción. Mi Vicariato se encuentra entre Egipto y los 12° de latitud Sur, y entre el mar Rojo y Suakin, Abisinia, los Gallas y el Níger. Es el más grande y poblado del universo. Así que, por caridad, búsqueme candidatos y mándelos a Verona.


[3343]
Salude de mi parte al señor Obispo, a D. Sartori y a todos los de casa, así como a D. Quinto y a todos los jóvenes. El 14 de septiembre hago la solemne Consagración de todo el Vicariato al Sdo. Corazón de Jesús, del cual espero la conversión de todos. En octubre continúo mi visita Pastoral, y en el vapor que han puesto gratuitamente a mi entera disposición iré a Gondókoro. En enero subiré por el Nilo Azul hasta los confines de Abisinia y Suakin. Baker, que ha vuelto de las fuentes del Nilo, dice que debo establecer allí una misión. La estableceré, por supuesto, pero encuéntreme misioneros. Queda suyo afmo. en J. C. usque ad mortem (salude a D. Bartolo en Venecia)



Daniel Comboni

Provco. Aplico. de Africa Central






517
Circular al Clero del Vicariato
0
El-Obeid
10. 8.1873
N. 517 (487) - CARTA CIRCULAR AL CLERO DEL VICARIATO

AP SOCG, v. 1003, ff. 740-741



El-Obeid, 10 de agosto de 1873



DANIEL COMBONI

Provicario Apostólico de Africa Central

--------

A los M. R. Párrocos y Vicarios Parroquiales y Confesores

de nuestro muy dilecto Vicariato Aplico. de Africa Central,

salud y todo bien de Dios por Jesucristo Nuestro Señor



[3344]
Desde que nos entregamos al cuidado espiritual del inmenso Vicariato a nosotros encomendado por la Santa Sede Aplica., nuestra primera y especial preocupación fue la de conocer el estado moral de los fieles bajo nuestra jurisdicción, a fin de prestarles la ayuda que nos fuera posible y que ellos pudieran necesitar. De este modo nos resultó fácil encontrar también entre ellos la dualidad de bien y de mal que se halla en toda sociedad humana. Así, mientras que nos consoló no poco ese impulso de fe que los lleva generalmente a respetar a las autoridades eclesiásticas casi hasta el entusiasmo, y ese ánimo con el que algunos se han sentido dispuestos a retornar a los caminos de la eterna salvación, por otra parte nos entristeció la casi indiferencia moral que lleva a muchos otros a violar con demasiada frecuencia algunos de los más importantes preceptos de la ley divina, natural y eclesiástica.


[3345]
Ello nos hace sentirnos obligados a levantar por mediación vuestra la voz contra el lobo que asola el rebaño, y a decir con las palabras del Apóstol (2 Tim 4) a cada uno de vosotros, nuestros muy queridos y solícitos Colaboradores y hermanos en nuestras graves tareas pastorales: «praedica verbum, insta opportune, importune: argue, obsecra, increpa in omni patientia et doctrina», «ne quis eorum ignoranter pereat». Hacedles comprender primero que la Fe sin obras está muerta, como dice Santiago (St 2), y que la verdadera Fe, sin la cual es imposible agradar a Dios (Hb 11), es esa que, como dice San Gregorio Papa (Hom. 29 in Ev.), no niega con las obras lo que afirma con las palabras. Luego, mostradles cuál y cuán grave pecado es el amancebamiento.


[3346]
Desde que Jesucristo devolvió a su primitiva unidad el Matrimonio y lo elevó a la dignidad de Sacramento, es una grave culpa toda unión fuera de este estado único; pero mucho más debe decirse esto del amancebamiento, que es un estado y una unión habitualmente opuesta al santo matrimonio. Señaladles también el grave escándalo que causan los amancebados al resto de los fieles y a los mismos infieles, muchos de los cuales saben muy bien que esto es pecado para los cristianos. Y no vale para disminuir la culpa el pretexto de que en estas tierras de Sudán es tal la costumbre: Jesucristo no hizo una excepción especial con Sudán, sino que instituyó una ley general para todos los tiempos, lugares y personas, y no se salva quien no observa esta ley.


[3347]
El condenó directamente el concubinato en la Samaritana (Jn 4), y después todos los Padres y los Concilios Ecuménicos lo han considerado siempre como un grave pecado, siendo así que el Concilio de Trento especialmente decretó (Ses. 24, c. 8) contra los que lo cometen la pena de la excomunión ferendae sententiae post trinam monitionem, y la de expulsarlos de la ciudad y de la diócesis con ayuda de las autoridades seculares. Sin duda sabéis que en casi todos los Sínodos se conceptúa este pecado como uno de los más enormes y dañosos, y que las mismas leyes de Europa lo castigan severamente (Scavini T. I, tr. 4, Disp. 2, c. 2, art. 1); y tampoco ignoráis que a los amancebados públicos se les prohíbe por el Ritual Romano (de Patrinis et de quibus non licet dare eccl. sepolt.) oficiar de Padrinos y se les priva de la sepultura eclesiástica, como pecadores manifiestos, nisi dederint signa poenitentiae.


[3348]
Declarad, pues, públicamente que estamos decididos a aplicar contra los que para su desgracia se obstinasen en el amancebamiento todas esas penas y censuras eclesiásticas; e incluso desde ahora os mandamos observar lo que prescribe el Ritual Romano contra ellos, tanto en la administración de los Sacramentos como en la sepultura eclesiástica, de manera que después de esta orden ningún amancebado público debe ser aceptado como padrino en la administración de los Sacramentos, ni eclesiásticamente enterrado si muere impenitente. Y además dejamos a nuestro criterio el proceder con penas mayores contra los que pertinazmente se obstinasen en no atender a nuestras paternales admoniciones.


[3349]
Otro deplorable delito tenemos que lamentar en algunos de nuestros fieles, y es la cooperación directa o indirecta en el inhumano tráfico de esclavos y en la horrible trata de negros. Algunos han llegado al punto de considerar a los negros como una especie de seres distinta de la de los humanos, intermedia entre los puros animales y el hombre; y pretenden que los negros, dada su condición, deben ser esclavos y servir como artículo de especulación comercial. Así, con el máximo dolor por nuestra parte, hemos descubierto que hay algunos cristianos que con dinero o con armas prestan apoyo a quienes violentamente se dedican a arrancar de sus familias y llevarse de su patria a estas desdichadas víctimas de la más despiadada barbarie, que son nuestros queridísimos Hijos y nuestra preciosa herencia; y no faltan otros que los compran para revenderlos luego, ni los que los maltratan con crueles golpes hasta hacerlos sangrar, ni los que ilegítimamente los casan para luego vender la prole, o para vender por separado a la mujer, al marido y a los hijos.


[3350]
Sin embargo, no hay casi nadie entre los cristianos de nuestro vicariato que piense en hacer instruir a sus siervos negros en la verdadera Religión, como les impone Dios en el cuarto de sus Mandamientos, por lo que se merecen el reproche del Apóstol: «Qui suorum et maxime domesticorum curam no habet, fidem negavit, et est infideli deterior» (1 Tm 5). Nuestro ánimo, profundamente indignado contra los autores de estos desafueros, se dirige a vosotros, dilectísimos Colaboradores en esta ardua y laboriosa Viña de Cristo, para que hagáis saber a todos nuestros fieles que nosotros, en nombre de la Religión y de la humanidad, detestamos y prohibimos este inhumano comercio. Jesucristo nos ha dicho expresamente (Mt 23,8) que todos nosotros somos hermanos, sin distinción entre blancos y negros, y que (Mt 7) no debemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros mismos.


[3351]
En Filemón (Flm), el Apóstol escribe de Onésimo: «non ut servum, sed pro servo charissimum fratrem, maxime mihi, quanto autem magis tibi, ut in carne et in Domino! Si ergo habes me socium, suscipe illum sicut me». Entonces, si en el Cristianismo la esclavitud es un delito, ¿cuánto más no lo ha de ser el abominable comercio de esclavos y la horrible trata de negros? Por eso los Sumos Pontífices Pablo III, Urbano VIII, Benedicto XIV, Pío VII y Gregorio XVI, entre otros, condenaron estos abusos como ultrajantes para el Cristianismo. Así pues, queriendo nosotros proveer en lo posible al bien espiritual de nuestro querido Vicariato, os ordenamos anunciarles que sin grave pecado no pueden vender ellos mismos los negros, ni darlos a quien no pueda procurarles la eterna salvación, ni prestar dinero o municiones a los que van a arrebatarlos de su tierra por la fuerza, ni mucho menos robarlos ellos mismos o hacerlos robar por su cuenta, ni colaborar de ninguna otra manera en este infame tráfico. Y que están obligados a tratar humanamente e instruir o hacer instruir a los que tienen o tengan en la verdadera Religión, y os encargamos a vosotros de velar con toda solicitud y de informarme en cuanto a esto, a fin de que sea erradicado tan oprobioso comercio, reservándonos en caso necesario el tomar, con las Autoridades locales, contra los que reincidiesen, las correspondientes disposiciones de la ley civil, refrendada por la Sublime Puerta y por los tratados con las grandes potencias europeas.


[3352]
Inmovilizados con la mala conciencia de uno u otro de estos delitos, o bajo el peso de otras desordenadas costumbres, algunos de nuestros fieles dejaron pasar el tiempo pascual sin presentarse a los Smos. Sacramentos, como habíamos establecido incluso por vía extraordinaria. Tal hecho nos afligió sobremanera, y más dado que vosotros los exhortasteis repetidamente con celo incansable, tanto en público como de forma personal en privado. Por lo cual hemos tomado la decisión de aplicar contra los renuentes las especiales disposiciones del Ritual Romano (De Comm. Pasq.), además de una de las penas eclesiásticas establecidas por el Concilio Lateranense iv, celebrado en 1215 bajo el Pontífice Inocencio III. Por ello os ordenamos que nos denunciéis cada año todos aquellos que, después de ser reiteradamente advertidos, se negasen por culpable negligencia a cumplir el Precepto Pascual; que no permitáis que actúen como padrinos en los Sacramentos, y que les neguéis la sepultura eclesiástica cuando por extrema desdicha muriesen obstinados en la impenitencia.


[3353]
Finalmente os recomendamos con todo el fervor de nuestra alma que inculquéis también en nuestros dilectísimos fieles la obligación de santificar las fiestas y de guardar los viernes la abstinencia prescrita, y que en lo posible induzcáis a todos a frecuentar los Smos. Sacramentos.


[3354]
Nos sonríe en el alma la más dulce esperanza de que, por obra de vuestro encomiable celo, nuestros fieles se convencerán de que a nosotros sólo nos guían su bien espiritual y los grandes intereses de su eterna salvación. Por eso tenemos la más viva confianza en que querrán escuchar nuestra voz y seguir nuestros paternales consejos, con los que nos sentimos en el deber de llamarlos al recto camino de los divinos y eclesiásticos mandamientos. A tal efecto nosotros dirigimos al cielo nuestras oraciones diarias, y estamos seguros de que vosotros haréis otro tanto por las almas de los fieles que están encomendadas a vuestro especial cuidado.


[3355]
Con todo el fervor de nuestro espíritu los recomendamos de nuevo a vuestro celo apostólico, en el convencimiento de que sabréis llegar a cada uno de ellos, a fin de preservarlos a todos para la gracia redentora de Jesucristo Nuestro Señor, en cuyo nombre, con todo el corazón, invocamos sobre vosotros y sobre cada uno de los fieles de nuestro Vicariato Apostólico todas las celestiales bendiciones en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.

Dado en nuestra actual residencia del Kordofán.



El-Obeid, 10 de agosto de 1873

Daniel Comboni, Provco. Aplico. de Africa Central

P. José Franceschini, Prosecretario






518
Una personalidad austriaca
0
El-Obeid
18. 8.1873
N. 518 (488) - A UNA PERSONALIDAD AUSTRIACA

«Annali B. Pastore» 6 (1874), pp. 21-27



El-Obeid, 18 de agosto de 1873



Ilmo. Señor:



[3356]
La eximia bondad y condescendencia que siempre mostró hacia mí, y el sentimiento más vivo y profundo de devoción y gratitud que guardaré indeleble hacia V. S. hasta la muerte, no me permiten demorar por más tiempo un brevísimo informe sobre la evolución, desarrollo y progresos de la Obra de la Regeneración de la Nigricia, que el inteligente y sabio juicio de su mente y la exquisita piedad del magnánimo corazón de V. S. me hicieron el alto honor de solicitarme.


[3357]
Habiendo educado y formado en los Institutos de El Cairo más de cincuenta indígenas capaces de coadyuvar poderosamente al apostolado de la Nigricia central, envié cuatro exploradores al centro de Africa, a fin de encontrar un lugar favorable para iniciar con éxito una misión en el interior. Los cuatro exploradores, capitaneados por el Rmo. P. Estanislao Carcereri, mi actual Vicario General, tras ochenta y dos días de viaje llegaron a esta capital, que cuenta con más de cien mil habitantes. Después de estudiar bien la conveniencia de una misión en El-Obeid, adonde nunca había llegado el Evangelio, y encontrando aquí un clima muy sano y mucho menos caluroso que el de El Cairo, corrí a Roma con ánimo de solicitar de la Santa Sede para mi Instituto la misión del Kordofán, que es una provincia tan grande como toda Hungría. La Sagrada Congregación de Propaganda, tras maduro examen y largos estudios, no sólo me confió el Kordofán, sino toda Africa Central, que es la más vasta y laboriosa misión del universo, por tener una extensión mayor que la de toda Europa y una población de más de cien millones de infieles.


[3358]
Además, el Santo Padre Pío IX me nombró Provicario Apostólico de este inmenso país, dándome todas las facultades episcopales necesarias para ejercer mi función.

Estos son los límites del Vicariato: al norte, Egipto, Trípoli y Argelia; al oeste, el Níger; al sur, la Guinea Meridional y los 12° de lat. sur; y al este, el mar Rojo, Abisinia y las tribus de los Gallas. Con la ayuda del Sdo. Corazón de Jesús, al que el 14 del próximo septiembre consagraré todo el Vicariato, espero lograr implantar la fe establemente en la Nigricia interior y consolidar allí la misión católica.


[3359]
El 26 del pasado enero, en dos embarcaciones fluviales, dahhabias, salí de El Cairo con treinta y tres personas, entre misioneros, hermanas, maestras negras y hermanos artesanos coadjutores, y después de 99 (noventa y nueve) días de penosísimo y lento viaje, montados en 65 camellos con los que habíamos atravesado el desierto de Atmur, llegamos a Jartum, donde tras un mes de estancia puse en marcha dos importantes Institutos y una parroquia. Luego, a bordo del vapor que había puesto gratuitamente a mi disposición el Bajá de Jartum, entré en el Nilo Blanco; y tras viajar por sus aguas 127 millas descendí en Tura-el-Khadra. Desde allí partí con 17 camellos, y, después de atraversar los inmensos bosques de los árabes Hassanieh en nueve días de rápida marcha, llegué a esta capital, que es la verdadera puerta de la Nigricia interior. Aquí ya se está formando una comunidad cristiana, se ha abierto un Instituto femenino, y la misión está en plena actividad. En sólo cuatro meses que llevo en Sudán, empiezo a tener la seguridad de ver pronto el Vicariato bien encaminado, de modo que se puedan hacer en él grandiosas conquistas.


[3360]
Todos mis esfuerzos actuales están dirigidos principalmente a consolidar las dos importantísimas misiones de Jartum y del Kordofán.

Jartum es la base de operaciones para llevar la fe a las innumerables tribus de la parte oriental del Vicariato hasta más allá de las fuentes del Nilo. El-Obeid es el punto a partir del cual plantar poco a poco la cruz en las tribus, regiones e imperios que constituyen la parte central del Vicariato. En cuatro días, desde El-Obeid se entra en el territorio del Reino de Darfur, y en quince días se llega a la residencia del Sultán; en treinta días se alcanza la capital del Imperio de Bornu, y en cinco días se llega a las tribus idólatras que forman el gran pueblo de los Nuba.


[3361]
Ahora, tanto en Jartum como en El-Obeid, hay parroquia, escuelas públicas masculinas y femeninas, y tenemos aquí un gran orfanato en varias cabañas, que instalaré en una gran casa cuando Dios me dé los medios para construirla con arena, como es el uso del Kordofán. Cada semana bautizo y confirmo un buen número de adultos, porque sobre todo en las maestras negras formadas en El Cairo tengo unas habilísimas colaboradoras para catequizar e instruir a los indígenas.


[3362]
Cuento con el favor de todas las autoridades egipcias, que prestan verdadero apoyo a mi apostolado. Los Bajaes de Jartum y del Kordofán me muestran su amistad, y me están agradecidos sobre todo por haber traído a las Hermanas para la instrucción de la juventud femenina. Es la primera vez que Africa Central ve a estas heroínas de la civilización cristiana.


[3363]
Dejando para otra carta el dar a V. S. ulteriores noticias de este inmenso Vicariato, me limito ahora a informarle brevísimamente sobre la horrible trata de esclavos, que en este Vicariato está en pleno auge. Habrá leído no ha mucho V. S. despachos telegráficos en los que se comunicaba al mundo entero que se había acabado completamente con la trata de esclavos, y que estaban abiertos los caminos desde Gondókoro hasta el Ecuador y desde el Ecuador hasta Zanzíbar. Todo es falso. Y la misión de Africa Central se ve obligada a ser testigo de los horribles estragos que los infames traficantes de carne humana hacen entre los desdichados negros de las tribus vecinas de estas dos fundamentales Estaciones donde tengo mi residencia.


[3364]
Varias veces al mes salen de Jartum y de El-Obeid grupos de chilabas armados de fusiles, que van a las tribus limítrofes e incluso a otras más lejanas, y arrebatan violentamente del seno de pacíficas familias de negros a los chicos y chicas y a las jóvenes madres, matando casi siempre a los padres y a los que se defienden.


[3365]
Después de reunir un botín de mil, dos mil, cinco mil personas, vuelven a estas ciudades, de las que luego salen para vender los esclavos en Nubia, en los puertos del mar Rojo y en Egipto. Estas infelices criaturas hacen tan largo viaje a pie, empujadas por las lanzas de los bandidos. Por otra parte, como en una montaña del territorio de Darfur, donde hay una población de mil cuatrocientos negros, hace tres meses se rechazó el asalto de los chilabas que habían ido a llevarse a los chicos y chicas, la semana pasada salieron de El-Obeid dos mil hombres armados de fusiles para vengar la derrota sufrida en esa montaña, y matar a todos los jefes de aquellas gentes.


[3366]
En mi viaje de nueve días desde Tura-el-Khadra hasta El-Obeid vi más de mil de estos infelices divididos en diversas caravanas. Iban varones y hembras todos desnudos, promiscuamente mezclados en grupos de ocho o diez, atados por el cuello a una viga para que no escapasen; otros eran arrastrados con cuerdas, con los brazos atados a la espalda; otros tenían cadenas en los pies; otros arrastraban la scheva, una viga terminada en triángulo, adonde va sujeto el cuello del esclavo. Las jóvenes madres de catorce o quince años iban atadas de dos en dos, y sólo los niños y niñas de unos cuatro a siete años no estaban atados. Todos iban desnudos, caminando a pie, empujados bárbaramente por las lanzas. Encontré bastantes cadáveres de esclavos que, incapaces de soportar la fatiga, habían caído muertos por el camino.


[3367]
La abolición de la trata de negros en Africa Central ha quedado en letra muerta. Creo que es imposible llevarla a cabo, porque los esclavos constituyen una de las principales fuentes de ingresos del Gobierno y de los negociantes de Sudán... Lo que realmente abolirá la trata de esclavos será la predicación del Evangelio y la implantación de la fe católica en estos desdichados países. Yo ahora estoy estudiando el modo de poner la misión católica en condiciones de obligar a los Bajaes y al Gobierno a disminuir y detener prácticamente los estragos que se hacen en los pobres negros, y ya hay muchos que tienen un temor pánico de la misión.


[3368]
Cuando veo esclavos atados, o éstos se presentan en la misión, los llevo o los mando llevar al Diván, y hago que les den la carta de libertad.

He comprado fuera de El-Obeid un gran terreno para ponerlo en cultivo y meter en él los esclavos liberados, que vivirán del producto. Ya tengo muchos allí.


[3369]
No escapa a V. S. que incluso tan sólo en este aspecto mi misión es importantísima. Viendo tantos horrores y miserias, mis misioneros están decididos a sacrificar su vida por la salvación de estos desventurados pueblos. No sentimos ni el calor ecuatorial, ni los trabajos de la vida apostólica de esta misión, ni las fatigas de los viajes, ni los alojamientos incómodos, ni la privación más absoluta (sábanas, camisas, todas las telas hemos gastado en hacer una simple camisa a cada una de las esclavas liberadas). Todos estamos dispuestos a soportar lo que sea, por mejorar la situación de estos pueblos y llamarlos a la fe. Nuestro grito de guerra será hasta el último aliento: Nigricia o muerte. El Sagrado Corazón de Jesús nos ayudará.


[3370]
Como, por otro lado, gran parte de los cristianos son cómplices en el infame tráfico de negros en Africa Central, he fulminado la excomunión contra los que cometen este delito, y he advertido a todos los herejes de cualquier pelaje que, en base a las leyes vigentes tras el tratado de París de 1856, en el que fue abolida (sobre el papel) la esclavitud, yo conseguiré que los encarcelen a todos las autoridades turcas, a las que obligaré a hacerlo so pena de denunciar a sus Gobiernos y someter a éstos al oprobio de todo el mundo. Hace cerca de un mes que he mandado esa circular, y ahora hay tal miedo por parte de los turcos, de los cristianos y de los católicos, que confío en que la actuación del jefe del catolicismo y de la misión del Sudán será fecunda en buenos resultados.


[3371]
Le pido perdón, señor, por haberme alargado en exceso. Deseo transmitirle poco a poco una ligera idea de mi misión, que por importancia, dimensión y dificultad es la primera del mundo, las más santa, la más benéfica y la más humanitaria.

Dígnese V. S. acoger las expresiones de mi más profunda veneración y gratitud, con las cuales tengo el honor de suscribirme en los Sagrados Corazones de J. y M.



De V. S. hum., dev. y obed. servidor

Daniel Comboni

Provicario Aplico de Africa Central






519
Can. Cristóbal Milone
0
El-Obeid
19. 8.1873
N. 519 (489) - AL CANONIGO CRISTOBAL MILONE

«La Libertà Cattolica» 244 (1873), pp 981-982



El-Obeid, capital del Kordofán

19 de agosto de 1873



Querido y venerado amigo, Director de «La Libertà Cattolica»:



[3372]
Ocupadísimo como estuve con los preparativos hechos en El Cairo para la mayor expedición católica que se haya visto en Africa Central y con dirigir la misma hasta Jartum, viaje en el que empleé 99 (noventa y nueve) días desde El Cairo, así como con lo mucho que encontré por hacer en el Vicariato, no me ha sido posible cumplir hasta ahora lo que acordamos sobre el mantenimiento de nuestra correspondencia epistolar. Pero después de la solemne consagración del Vicariato al Sdo. Corazón de Jesús, que tendrá lugar el 14 del próximo septiembre, espero, una vez vuelto a mi residencia principal de Jartum, establecer una grata e interesante correspondencia. Este Vicariato, el más grande y laborioso del universo, contiene más de cien millones de pobres infelices, cuyas miserias y desventuras, si se conocieran, conmoverían a los corazones más duros. Entre las muchas que son, figuran la trata de negros y los horrores de la más cruel esclavitud, lacras que están en el mayor auge y en plena actividad, y que no se pueden explicar con palabras.


[3373]
Tengo la gran dicha de contar en mi Vicariato con dos buenos y valiosos misioneros de la ilustre Diócesis de Trani. Uno es D. Salvador Mauro, de gran espíritu y abnegación, que habla, predica y catequiza en árabe, y que es muy devoto de San Judas Tadeo y de N. S. del Sagrado Corazón de Jesús. El otro es el Canónigo D. Pascual Fiore, actualmente en Jartum, dotado de un valor heroico y de una preocupación constante por los negros, y capaz de dirigir bien una misión. Estos dos distinguidos misioneros están convencidos de que nuestra misión es la más santa, la más humanitaria, la más importante de todas, porque aquí primero tenemos que hacer hombres a nuestros negros y luego cristianos. Pero todo se logrará con el Sdo. Corazón de Jesús. Le envía un cordial abrazo



Su afmo. amigo Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central






520
Card. Alejandro Barnabò
0
El-Obeid
20. 8.1873
N. 520 (490) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v. 1003, ff. 738-739



N.o 8

El-Obeid, Kordofán, 20 de agosto de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3374]
Me tomo la libertad de incluirle la Circular escrita con motivo de la solemne Consagración del Vicariato de Africa Central al Sacratísimo Corazón de Jesús que tendrá lugar el 14 del próximo septiembre. De la manera más cálida me dirijo humildemente a V. Em.a Rma., también en nombre de mis misioneros tan llenos de celo, para instarle a que eleve al trono augusto del Sumo Pontífice, nuestro adorado Santo Padre Pío IX, una súplica, a fin de que se digne conceder benévolamente «que el viernes después de la Octava del Corpus Domini, consagrado a la Fiesta del Santísimo Corazón de Jesús, sea declarado formalmente por la Santa Sede Apostólica día festivo obligatorio para todo el Vicariato Apostólico de Africa Central, y que por el Clero secular y regular de este Vicariato sea celebrado con Rito Doble de primera Clase, con Octava, según las Reglas Generales de los Patronos».


[3375]
Todos nosotros estamos profundamente convencidos de que la gracia del Sacratísimo Corazón de Jesús nos hará triunfar sobre todos los obstáculos que el mundo y el infierno han suscitado hasta ahora contra la regeneración de estos pueblos tan desdichados, y de que no tardando mucho la Santa Iglesia los podrá contar entre sus dilectos hijos reunidos a la sombra del Arca mística de la eterna alianza, del pacífico redil de Cristo, el único lugar donde se encuentra la salvación.


[3376]
No hace mucho produjo sensación en la Europa científica un telegrama enviado desde Alejandría, con fecha 30 del pasado junio, concebido en los siguientes términos: «Samuel Baker anuncia que las tierras hasta el Ecuador han sido incorporadas a Egipto. Todas las rebeliones, las intrigas y la trata de esclavos han quedado eliminadas por completo. El Gobierno está perfectamente organizado, y los caminos permanecen abiertos hasta Zanzíbar». Pues bien, este despacho es completamente falso en todas y cada una de sus partes.


[3377]
El audaz viajero inglés, que el 30 del pasado junio estaba en Jartum, donde visitó la misión y la casa de las Hermanas, en esta última expedición no llegó mucho más allá de nuestra Estación católica de Gondókoro (por cierto ha anunciado que nuestra casa e iglesia, las cuales costaron 200.000 francos, están completamente destruidas). Ha gastado más de veinte millones, y hecho matar muchos miles de negros –como pudimos saber por la fuente más segura–, para obtener un fracaso solemne. No obstante, es digno de elogio su valor. Su Alteza el Bajá de Jartum (que siempre me muestra su amistad, y que dio las gracias al Bajá del Kordofán por haberme dispensado una buena acogida), a quien su señor el Jedive de Egipto ha encargado exactos informes sobre la realidad del éxito de la expedición de Baker, en la que se le han ido ochocientas mil libras esterlinas, me escribió hace una semana rogándome que le expusiera sinceramente mi juicio acerca de esta expedición, y si los auténticos resultados de ella están a la altura de los gastos efectuados. Con arreglo a mi respuesta, Su Excelencia elaborará el Informe que envíe al Jedive. Ya comprende V. Em.a cuánta debe ser mi prudencia, moderación y exactitud al contestar a la gentil pregunta del Bajá de Jartum.


[3378]
Respecto a la abolición de la esclavitud –que ahora sólo es verdadera sobre el papel de los tratados y de los periódicos, pero falsa de hecho–, por la experiencia vivida en pocos meses estoy en condiciones de asegurar a V. Em.a que nuestra Misión, aprovechándose de la abolición de la esclavitud recientemente promovida por Inglaterra, y del gran prestigio que ahora tiene (la Misión) tanto en el Diván como entre los traficantes de esclavos, sin duda conseguirá con su poder, autoridad y energía asustar a los turcos, y obtener, más que las grandes potencias de Europa, la abolición real, al menos en gran parte. Como en lo de robar, maltratar, vender y comprar los pobres negros tienen mucho que ver nuestros católicos, a primeros del corriente mes escribí una Circular contra el tráfico de esclavos, recordando las severas censuras de los Romanos Pontífices. Fue publicada y leída en árabe en Jartum desde el púlpito, y ha asustado a todos, católicos, herejes y turcos, porque V. Em.a debe saber que la trata de negros es aquí una de las principales fuentes de ingresos de los negociantes y del gobierno.


[3379]
Son horribles las tropelías que aquí se cometen contra estos pobres negros, de las que somos testigos. Pero en los ratos que conseguimos robar a nuestras ocupaciones estamos elaborando para V. Em.a una relación sobre las atrocidades de la esclavitud y de la trata de negros, las cuales están en su apogeo. El Corazón de Jesús nos ayudará a cumplir bien esta parte de la misión del Vicariato. He comprado y pagado un terreno muy barato a una hora de El-Obeid, para mandar a trabajar y vivir en él con el producto del mismo a los esclavos liberados. Es de grande como el espacio que hay desde Propaganda hasta la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Produce en la época de las lluvias, de mayo a noviembre. También he comprado y pagado una nueva casa a pocos pasos de la Misión, que he destinado a las Hermanas que ahora deben partir hacia aquí desde El Cairo. Espero que en dos años la Misión del Kordofán tenga muy poca necesidad de Europa para subsistir. Nosotros estamos contentos de sufrir ahora por ahorrar para la Misión: nunca bebemos vino, y nuestro régimen de vida es austero, pero muy adecuado para este clima y para conservarnos sanos en cuerpo y alma. Todo se conseguirá con la protección del Sdo. Corazón de Jesús.


[3380]
Como los dos Camilos que trabajan a mi lado son dos esforzados y valientes misioneros de Africa Central, perfectamente aclimatados y con gran celo por la Nigricia, y como este asunto de los Camilos es muy importante para este Vicariato y también para la misma Orden de los Ministros de los Enfermos, por eso, queriendo yo únicamente el cumplimiento de la pura y sola voluntad de Dios (sin la cual se edifica sobre arena), he decidido enviar el próximo octubre a Roma a mi incomparable Vicario General actual, el P. Estanislao Carcereri, de los Camilos. El tratará todo el asunto con su General y con V. Em.a Rma., de lo cual resultará la voluntad de Dios. Con él le enviaré un Informe sobre el estado actual del Vicariato y su considerable resurgimiento. En la festividad de la Asunción he conferido el Bautismo a 11 adultos, y ahora tenemos aún aquí 23 catecúmenos ya casi instruidos.

Dígnese bendecir a todos los misioneros, mientras le beso la sagrada púrpura y me declaro con toda veneración



De V. Em.a hum. e ind. hijo

Daniel Comboni

Provco. Aplico.