Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

Escritos

Buscar
Búsqueda avanzada – clique aquí para afinar la búsqueda
Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
501
P. Estanislao Carcereri
1
Jartum
22. 5.1873
N. 501 (470) - AL P. ESTANISLAO CARCERERI

APCV, 1458/314



Jartum, 22 de mayo de 1873



Su nombramiento como Vicario General del Vicariato de Africa Central.





502
Don Esteban Vanni
1
Jartum
25. 5.1873
N. 502 (471) - A DON ESTEBAN VANNI

AVAE, c. 31



Jartum, 25 de marzo de 1873



Dimisoria.





503
Madre Emilie Julien
0
Jartum
4. 6.1873
N. 503 (473) - A LA MADRE EMILIE JULIEN

ASSGM, Afrique Centrale Dossier



W.J.M.J.

Jartum, 4 de junio de 1873



Mi muy venerada Madre:



[3172]
Acabo de recibir su estimada carta del 24 de abril, que me ha sido muy grata. Y cuando he entregado las suyas a nuestras tres Hermanas, ellas las han besado y se han puesto a llorar de alegría: tal es el poder de una madre. Usted no viviría en ningún lugar de la tierra tan intensamente como en Africa Central. Estas tres hijas son incomparables.

Le doy gracias infinitas por las cuatro Hermanas que me ha mandado, las cuales están ya en El Cairo, y también le expreso mi agradecimiento por las que me mandará el próximo septiembre. Debo decirle que la Misión de Jartum no puede establecerse bien sin al menos seis Hermanas.


[3173]
En consecuencia, por amor de Dios, haga que la expedición de septiembre sea como mínimo de siete Hermanas. En cuanto a las que están ya en El Cairo, voy a dar orden inmediata de que dejen enseguida Egipto y se dirijan a Schellal, en Nubia Inferior, a fin de que en el mes de agosto puedan atravesar el desierto, por ser esa época muy fresca. Las que lleguen a El Cairo en septiembre, partirán para Jartum en el mes de octubre. Sor Josefina me dice que a algunas de las cuatro llegadas a El Cairo se las podría hacer Superioras, dado que si a una Superiora le llegase la muerte, la casa podría estar sin Superiora por mucho tiempo a causa de la inmensa distancia, porque aquí, debido al desierto, estamos más lejos de Europa que Australia de Japón. Una carta puede llegar a Marsella en cuarenta días desde esta capital de Sudán, pero nosotros hemos tardado noventa y nueve días en ir desde El Cairo hasta Jartum.


[3174]
Le ruego que me autorice a destinar a las Hermanas ya a Jartum, ya al Kordofán, según lo crea yo oportuno para el bien de estas dos casas, y esto de acuerdo con las Superioras de las mismas, porque aquí sólo nosotros podemos juzgar sobre las necesidades de las Misiones. ¿Me ha entendido? Así que en las letras obedenciales no ponga que tal Hermana va destinada a Jartum o tal otra al Kordofán, sino ponga para Sudán. De este modo el Provicario Apostólico y la Superiora provincial de Sudán decidirán de mutuo acuerdo los diferentes destinos, porque nosotros debemos mirar por la salud tan preciosa de las Hermanas. Si una está cansada por la fiebre o por el trabajo en Jartum, la trasladamos al Kordofán y viceversa, etc., etc. Por otra parte, es difícil encontrar Hermanas tan buenas, tan generosas y tan heroicas como las tres de aquí.


[3175]
En cuanto a las negras que le ha ofrecido don Blas, no las admito. Sor Josefina y yo, así como todos nuestros misioneros y nuestras Hermanas, hemos determinado no admitir más negras que hayan sido educadas en Europa: son la ruina de las Misiones y la muerte de las Hermanas. El viaje desde El Cairo hasta Jartum me ha costado 22.000 francos, y éramos veintiocho. Cada negra que haga este viaje me supone, pues, un gasto de 800 francos, cantidad con la que podríamos comprar seis de ellas. Luego, la alimentación, ropa, etc. de una negra en El Cairo nos cuesta mucho y no sacamos ningún provecho. Encima, estas negras venidas de Europa no piensan más que en casarse, y nos quitan el tiempo y los recursos que debíamos consagrar a la Misión.


[3176]
Además nunca admitiré una negra ofrecida por D. Blas, porque este santo varón siempre ha prohibido a las negras de valía residentes en los monasterios de Europa que vengan con nosotros a El Cairo: éstas tienen la vocación de hacerse religiosas. El las manda todas a las Clarisas de El Cairo, y hasta ha tenido el valor de escribirme pidiéndome que envíe a las Clarisas aquellas negras nuestras que quieran hacerse religiosas. En cambio, él nos manda siempre a nosotros aquellas que, rechazadas por las Clarisas, no pueden quedarse en otros conventos de Europa. Por tanto, que Dios bendiga a D. Blas; pero jamás admitiré a ninguna de sus negras, las cuales han sido siempre el martirio de nuestras Hermanas y la peste de nuestras casas. Como tampoco admitiré nunca negros del P. Ludovico de Nápoles: son la hez y el fango de la Nigricia, porque este santo hombre carece de buenos educadores.


[3177]
Pero pasemos a Jartum.

Es imposible describir el entusiasmo con que han sido recibidas aquí las Hermanas. El Cónsul vino de gran gala al barco a darnos la bienvenida, y en nombre del Emperador de Austria, del Bajá de Sudán, y de la colonia europea, me dio las gracias por haber sido el primero en traer las Hermanas a Sudán. Igualmente, el Bajá vino a mi hermosa residencia a agradecerme el haber traído a las Hermanas, y lo mismo me repitió en una gran cena que dio en mi honor. Cosa digna de mención: el gran muftí, o jefe de la religión musulmana de Sudán, en un brindis me felicitó por la venida de las Hermanas. Para la colonia europea ellas son el brazo derecho de mi apostolado. Sólo dos familias católicas viven aquí cristianamente: todas las demás viven en concubinato. Ahora, un mes después de nuestras llegada a Jartum, las Hermanas instruyen a las concubinas, y en poco tiempo tendremos muchos matrimonios.


[3178]
Sor Josefina es una apóstol y una predicadora de primera. Ya se ha introducido en muchas familias, y habla a los maridos, a las mujeres, a las concubinas, a todos; ella insinúa la moral y la religión católica, y nuestro confesionario lo nota. En una palabra, tenemos una gran misión que realizar en Jartum: las Hermanas harán milagros, pero necesito que vengan más. Usted leerá en los anales muchas cosas que no tengo tiempo de decir aquí, porque dentro de dos días salgo para el Kordofán. He venido a Jartum con un firmán del Sultán de Constantinopla, que me ha obtenido el Emperador de Austria. El gran Bajá de Sudán se ha convertido en mi amigo y protector: me ha dado su barco de vapor para llegar por el Nilo Blanco a la menor distancia del Kordofán. Con el vapor hasta Abu-Gherab tardaré sólo cinco días. Estoy en una feliz situación aquí en Sudán. En ninguna parte del mundo el sacerdote y las Hermanas son tan respetados como en Africa Central.


[3179]
He elegido al P. Estanislao Carcereri como mi gran Vicario: ha hecho mucho en Africa Central. Por confesor ha dado a las Hermanas el canónigo Pascual Fiore, un santo, que las guiará por el camino de la perfección. Sor Magdalena y la buena Domitila son las únicas que en la terrible travesía del desierto, como en todo el viaje de noventa y nueve días desde El Cairo hasta Jartum, no sufrieron la menor indisposición, el menor dolor de cabeza; pero le diré lo que dicen todos: «El dedo de Dios está aquí». Yo ando confuso al respecto, pero veo que Dios se sirve siempre de los débiles para las empresas más difíciles. La de Canossa ha hecho un gran milagro. Viajamos siempre por el desierto dieciocho horas al día sobre camellos, con 50 grados de calor, en la estación más temible. Sor Josefina y nuestras Hermanas (yo llevaba siempre en el bolsillo el Santo Oleo para la Extremaunción) atravesaron el desierto mejor que yo y que los misioneros. Finalmente, después de trece días llegamos a Berber, al otro lado del desierto, en la época más crítica. Cumpliremos nuestras obligaciones con la de Canossa. Ella nos ha traído a Jartum en perfecta salud, por milagro.


[3180]
Una palabra sobre nuestras casas.

Mi residencia es un palacio mucho mayor que el de Propaganda en Roma, con un jardín que veinte hombres deben cuidar todos los días, y que llega hasta la orilla del Nilo Azul. Había pensado hacer este palacio dos, mediante un muro de división, y dejar una parte a las Hermanas; pero el P. Carcereri ha tomado para ellas un palacio cercano al nuestro, con un hermoso jardín. Es una de las construcciones más sólidas de Jartum, junto con mi residencia, que es la más imponente construcción no sólo de Jartum, sino de todo Sudán, y que costó a mi predecesor Mons. Knoblecher más de un millón de francos. Pero a Sor Josefina no le gusta demasiado su residencia, por lo que estamos a punto de meternos en obras para hacer la división de mi palacio. Al mismo tiempo he decidido construir una iglesia tres veces mayor que la pequeña que tenemos, la cual no es suficiente para nuestros fieles. Por lo que se refiere a la comida, aquí es barata: con poco, podré tratar a las Hermanas como condesas. Pero los alimentos sólo proceden de la misión, porque todo es producido en casa, sale de nuestra tierra.


[3181]
Lamento mucho haber rechazado en Roma a Sor Genoveva, antigua Superiora de El Cairo, cuando me fue ofrecida. Si quiere venir, mándela enseguida a El Cairo para que salga para Jartum con las cuatro Hermanas preparadas. He ordenado al P. Estanislao que escriba a este respecto a Sor Genoveva, cuya habilidad conozco; aquí en Jartum haría milagros. En esta ciudad de 50.000 habitantes somos más maestros que nada: ella haría mucho bien.


[3182]
Deje que le diga una cosa: en cinco años el Vicariato de Africa Central será de los más florecientes, pero sólo si usted me manda al menos cincuenta Hermanas en esos cinco años y todas las Hermanas árabes que pueda. Es preciso que cree usted una Provincia y me dé como Madre Provincial una eficiente y santa mujer. Sor Josefina tiene todas las cualidades, excepto la salud. Trabaja día y noche, incluso con fiebre, y no hay poder en la tierra que pueda disuadirla. Esto no puede durar: es un milagro que siga viva. Así, aunque la veo siempre activa, no dejo de temer lo peor, porque Dios quiere que nos cuidemos, no que nos matemos. El milagro de la de Canossa es extraordinario; pero si la persona milagrosamente curada quiere matarse, es culpa suya si muere.


[3183]
Si hay una Superiora Provincial que por obediencia meta en cintura a la Superiora Sor Josefina, ésta vivirá más tiempo para salvar almas, porque Sor Josefina es incomparable como misionera. De seguro no tiene usted en toda su Congregación otra semejante, y para mí sería una gran desgracia perderla. Ella sigue bebiendo leche de burra; pero, como me he enterado de que la leche de camella es mejor, haré comprar una para Sor Josefina y la meterá en su jardín. Oblíguela a cuidar su salud. Y no deje de enviarme las Hermanas en septiembre; piense que el retraso en mandarme las letras obedenciales el pasado enero, me ha costado más de 12.000 francos y todas las penalidades de un viaje de noventa y nueve días. Se lo advertí, pero usted no me creyó. Les Hermanas que salgan de El Cairo en el mes de agosto, llegarán en cincuenta días a Jartum y con mucha holgura. Usted habrá recibido 5.000 francos de Lyón, y ahora voy a escribir a Colonia para...

[hoja incompleta]


[3184]
Mons. Ciurcia, presionado por los Franciscanos, nos ha prohibido bautizar en El Cairo, y encima he sido denunciado a Roma a causa de la negra de D. Blas, que se les escapó a nuestras Hermanas. Que esta negra (la que me mandó con Sor Germana) se haya escapado de nuestro Instituto es un crimen, pero que se escapase de las Clarisas veinte días después, eso tiene indulgencia plenaria. En fin, los Franciscanos no son amigos nuestros en El Cairo, salvo el P. Pedro y algún otro santo religioso. Si mantengo abiertas las casas de El Cairo es por esto, por conservar el derecho, para hacer más tarde lo que tengo pensado; pero por ahora necesito concentrar el grueso de las fuerzas en el Vicariato, donde tenemos la misión directa de convertir a estos pueblos. Si no podemos bautizar en El Cairo, ¿en razón de qué destinar allí los 25.000 francos anuales? Por esto, de momento, reduciré El Cairo a una especie de procuradoría para Africa Central. Las necesidades más urgentes están en el Vicariato...

[hoja incompleta]


[3185]
La casa de Jartum me costará más de 100.000 francos. La fachada es más larga que el palacio de Propaganda de la Piazza di Spagna hasta la librería políglota de la Piazza di S. Andrea delle Fratte, y el jardín es más grande que el suyo de la Cappelletta. He tenido que hacer el mismo proyecto y todo para las Hermanas, como es el palacio de mi residencia, que ha costado más de 600.000 francos. La puerta de las Hermanas con los Sagrados Corazones de Jesús, María y José me sale por más de mil francos. Pero este Instituto de Hermanas es una construcción eterna y la casa estará intacta al cabo de mil años.


[3186]
Espero a la Superiora Provincial de Jartum. Por cada Hermana árabe que dé buen resultado, como Sor Ana, le pagaré –quedamos en ello– quinientos francos.

Saludos de mi parte a Sor Catalina y a todas las Hermanas de Roma, así como a la Madre Asistente. Rece a Jesús por



Su devotmo. Daniel Comboni



Ruego a la Madre General que ponga un sello de veinte céntimos a la carta a L’Unità Cattolica y que la envíe.



Original francés.

Traducción del italiano






504
Card. Alejandro Barnabò
0
Jartum
5. 6.1873
N. 504 (474) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v. 1003, ff. 726-731



Nº 5

Jartum, 5 de junio de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3187]
La noticia de que V. Em.a por especial favor divino ha recuperado totalmente la vista, ha llenado mi corazón de indecible consuelo y alegrado a mis buenos compañeros y a las Hermanas; de modo que ayer, reunidos ante el altar, hemos cantado el himno de acción de gracias. Era previsible que el Señor se dignase concederle tal merced, en premio a la maravillosa calma y edificante resignación con que la insigne piedad de V. Em.a soportó tan grave adversidad.


[3188]
No es mi intención exponerle el miserable estado en que he encontrado la misión de Jartum, sobre todo en lo que respecta a las almas. La falta del pan de la Palabra divina, que desde 1861 no se había predicado nunca, y la relajación del espíritu, en que suele caer insensiblemente el obrero evangélico mejor preparado y dispuesto cuando en tan peligrosos lugares, lejos de la mirada de un Obispo, permanece mucho tiempo solo y aislado, o cuando no es vigilado de manera periódica por los Superiores, o cuando no viene a despertarlo y reanimarlo alguna saludable Visita Apostólica, fueron a mi entender las principales causas del estado tan deplorable en que he hallado el pequeño rebaño de Jartum, cuyo mayor vicio no es el del amancebamiento.


[3189]
Si no supiese que V. Em.a experimentó en otras Misiones las lamentables consecuencias del Vae soli, le sugeriría con la más ferviente solicitud que no permitiese nunca que una misión quede con sólo uno o dos misioneros. No puedo comprender cómo la Santa Sede no mandó nunca un Visitador Apostólico a Africa Central, habiendo tomado tan sabia y saludable medida con otras misiones menos arduas y peligrosas que ésta. Ciertamente, también en esto ha tenido Dios sus adorables designios.


[3190]
Mi primera preocupación fue la de instaurar para cada domingo y fiesta la predicación evangélica en la Misa parroquial, y dentro de poco introduciré también la Doctrina Cristiana en la tarde de los domingos. Ya tengo la satisfacción de que desde nuestra llegada está la capilla tan concurrida que no basta para dar cabida a todos los fieles, por lo cual he decidido construir una nueva iglesia con mayor capacidad. A este objeto, en la Homilía en árabe que pronuncié el día de Pentecostés, expresé el deseo de levantar un nuevo templo, invitando a los fieles a contribuir con sus limosnas. En sólo tres días recibí suscripciones por importe de 1.256 táleros, que equivalen a 6.280 francos en oro; los cuales, unidos a otros ingresos que me espero de Europa y a otros que recibiré en el Vicariato del Gobierno turco y de los fieles, me pondrán en condiciones de colocar la primera piedra del sagrado edificio el próximo octubre, a mi regreso del Kordofán.


[3191]
Además hemos comenzado a rodear, en nombre de Dios, de hábil solicitud a nuestros católicos para reconducirlos por los caminos de la eterna salvación, y parece que Dios bendice nuestra humilde obra, en la que se muestra de capital importancia la activa colaboración de nuestras santas y capaces Hermanas; de tal modo que dentro de poco la gracia de Dios y la piedad cristiana reinarán en el pequeño rebaño de Jartum. En suma, el sagrado ministerio está aquí en plena actividad, y se ejerce entre las ovejas descarriadas no menos que en favor de los infieles, porque bastantes catecúmenos reciben instrucción todos los días en ambos Institutos.


[3192]
En cuanto a las Hermanas, el próximo lunes, 9 del corriente, empezarán las clases femeninas. Y gracias al don que Dios me ha hecho de religiosas de excelente espíritu y valía, y de buenas maestras negras, espero ver dentro de poco una floreciente escuela católica en esta capital, que nunca había visto una monja ni los portentos de caridad de las mujeres evangélicas. Gracias también al no escaso personal de enseñanza de que actualmente dispone esta misión se trabajó mucho el pasado mes en preparar a los que iban a recibir la Confirmación. Desde 1860 no se administraba este Sacramento en Africa Central.


[3193]
En la reciente fiesta de Pentecostés, después de la Homilía y la misa solemne, di la sagrada Confirmación a treinta y cinco personas, entre viejos y jóvenes; y a otros tantos y más se los está preparando. La escuela masculina no podrá abrirse antes de noviembre.


[3194]
La ciudad de Jartum tiene unos 50.000 habitantes, con 200 católicos, 1.000 herejes de diversas sectas, 25.000 esclavos negros, y el resto musulmanes nubios, egipcios, abisinios, gallas, turcos, etc., además de 8.000 soldados. En la colonia cristiana figuran más de 200 griegos y 70 sirios.


[3195]
La casa de la Misión es el edificio mejor y más sólido no sólo de Jartum, sino de todo Sudán y de toda Africa Central. Le costó a Knoblecher con el jardín anejo más de 200.000 (doscientos mil) escudos romanos. Es un palacio de una sola planta, que tiene un longitud de vez y media la del palacio de Propaganda, y que representa sólo la octava parte del proyecto. El jardín anejo, tan extenso que llega hasta el Nilo Azul, es ahora un bosque; pero en pocos años espero convertirlo en un huerto tan productivo que mantendrá a toda la Misión de Jartum.


[3196]
Mi posición de cara a los católicos de diversos ritos es muy satisfactoria: todos muestran una ilimitada confianza hacia mí, y hacia los misioneros y las Hermanas. Esperamos valernos de ella en pro de sus almas.


[3197]
Y si se trata de mi situación frente a los musulmanes, sobre todo frente al Gobierno local y las autoridades Consulares, no puede ser mejor. La misión católica es el primer poder de Sudán, y todos, grandes y pequeños, nos respetan y nos temen.


[3198]
El firmán de Constantinopla y el nombre del Emperador de Austria, de los que he sabido valerme en el momento oportuno, han producido los más espléndidos resultados. Todavía no sé decir a qué se debe todo ello, pero no deja de estar relacionado con lo que hoy sucede. Su Excelencia Ismail Bajá, Gobernador General, cuya jurisdicción se extiende hasta las fuentes del Nilo, ha venido a visitarme para ofrecerme su amistad y todo su apoyo para que pueda realizar mis deseos respecto a la misión católica.


[3199]
Es un hombre enterado de todo, un turco instruido, un zorro, un liante y un embaucador de primera, pero sumamente benévolo conmigo y con la misión. De esta benevolencia me ha dado inmejorables pruebas en poco tiempo, ofreciéndome sus barcos de vapor para las visitas pastorales, facilitándome madera para la misión, y declarando libre a cualquier esclavo o esclava que en mi nombre le fuese presentado en el Diván; cosa nunca vista ni en Sudán, ni en Egipto, ni en ninguna parte del Imperio turco. Por no hablar de otras cosas, citaré sólo el almuerzo diplomático dado por él en mi honor, al que invitó a todos los Bajaes, Beyes y personalidades importantes del Gobierno y de la colonia europea, así como a los jefes de la religión musulmana. En este solemne banquete, mucho más espléndido que bastantes de París, se hicieron cuatro brindis, los cuales tienen aquí el mismo significado que en Inglaterra.


[3200]
El primero lo pronunció el mismo gran Bajá, quien expresó una admiración propia de católico por haber dejado mis compañeros y yo nuestra patria y las comodidades de Europa para venir a Africa Central a difundir la civilización, y me agradeció, en nombre de los sudaneses y del Gobierno, que haya venido a encabezar la corriente del progreso en Sudán. El segundo corrió a cargo del gran Muftí, o Jefe del islamismo en Sudán, el cual me felicitó por haber traído a las Hermanas a Jartum. El tercer brindis fue el del Cónsul austríaco, que agradeció al Sumo Pontífice haber hecho resucitar el Vicariato de Africa Central, haberme puesto a mí al frente del mismo y haber enviado a las Hermanas; tras lo cual hizo un brindis a Su Majestad el Emperador de Austria por haber asumido con nueva solicitud la protección del Vicariato de Africa Central. Y el cuarto, que fue el mío, lo dediqué a S. A. el Jedive de Egipto y a S. E. el Bajá de Sudán, dándoles las gracias por la protección otorgada a la misión y manifestando la esperanza de que continuase en el futuro; esto después de haber hecho votos por su vida y su prosperidad.


[3201]
En cuanto al Cónsul austríaco, se trata de un antiguo miembro de la misión que fue traído a Africa por el difunto Provicario Knoblecher. Se llama Martín Hansal, y es un distinguido geógrafo, además de un verdadero amigo y servidor de la misión.


[3202]
Por todo esto V. Em.a puede deducir lo favorable que es mi posición actual. Sin embargo, lejos de dejarme llevar por vanos halagos, después de tantos Hosanna espero a pie firme el Crucifige. Toda mi confianza está depositada en la Cruz, y en los Sagrados Corazones de Jesús y María. Por eso he fijado el tercer domingo de septiembre, día 14, dedicado a la Exaltación de la Santa Cruz, para consagrar solemnemente todo el Vicariato de Africa Central al Sdo. Corazón de Jesús.


[3203]
Ese día los devotísimos miembros del Apostolado de la Oración suscritos al Messager du Sacré Coeur y esparcidos por las cinco partes del mundo acompañarán y harán eco a mi solemne acto de consagración con fervientes ruegos a este divino Corazón, que debe inflamar toda Africa Central y convertir a la fe todos estos pueblos, y todas estas infelices tribus, sobre las que todavía pesa tremendo el anatema de Canaán. Por eso he compuesto recientemente una Plegaria en latín, que solemos rezar a diario por la Conversión de la Nigricia, y que está en el Anexo A que le adjunto.


[3204]
Yo suplicaría a V. Em.a que se sirviese rogar a nuestro gloriosísimo Santo Padre la concesión, a todo fiel del Orbe Católico que rezase en cualquier idioma esta plegaria pro Conversione Chamitarum Africae Centralis ad Ecclesiam Catholicam, de las siguientes indulgencias:

1.a De trescientos días cada vez que se rece.

2.a Indulgencia Plenaria a quien la rece cada día durante un mes, servatis servandis. Y al mismo tiempo rogaría a V. Em.a que modificase o corrigiese tal Oración allí donde hubiera cualquier desacierto.


[3205]
Aunque serán grandes las fatigas y los sacrificios que deberemos soportar por amor a Cristo, me parece ver un feliz futuro para Africa Central. El clima de Jartum, en mis tiempos tan funesto para el europeo, hoy ha mejorado notablemente. La construcción del ferrocarril desde El Cairo hasta Jartum, pasando por Schellal, Wadi Halfa, Dóngola y Schendi es algo decidido. Yo lo he sabido oficialmente por Su Excelencia el Bajá, y he hablado con la Comisión inglesa que proyectó el trazado de la vía. Así, con los barcos de vapor y los trenes, se tardará un mes en ir de Alejandría a Gondókoro, situada a 4° de latitud Norte. Y esto dentro de cuatro años.


[3206]
Mañana por la tarde saldré para el Kordofán. S. E. Ismail Bajá ha puesto su vapor a mi disposición. El mismo me acompañará durante ciento diez millas hasta Abu-Gharat, en el Nilo Blanco, desde donde a lomos de camello llegaré en ocho días a la capital, El-Obeid. Rogándole una bendición especial de Su Santidad para todos nosotros, le besa la sagrada púrpura



El hum. e ind. hijo de V. Em.a

Daniel Comboni




[3207]
P.S. Suplico también a V. Em.a que obtenga de S. S. una indulgencia plenaria para todos los fieles del Vicariato y los que viviendo bajo mi jurisdicción, como son los miembros de los pequeños Institutos de El Cairo, que, confesados y comulgados, y rezando por la Iglesia y por el Sumo Pontífice, asistan a los Sagrados Misterios el domingo día 14 del próximo septiembre, cuando yo realice el solemne acto de Consagración de Africa Central al Sdo. Corazón de Jesús; lo que llevarán a cabo los jefes de Jartum y de El Cairo el mismo día y a la misma hora en que yo lo haga desde el Kordofán.

Bésele de nuevo la sagrada púrpura, reiterándome en los Sdos. Corazones de J. y M.



De V. Em.a Rma. hummo. y obedmo. hijo

Daniel Comboni Provco. Aplico. de A. C.



Sigue la Oración en latín por la conversión de Africa.






505
P. Estanislao Carcereri
0
El-Obeid
23. 6.1873
N. 505 (475) - AL P. ESTANISLAO CARCERERI

«Annali Buon Pastore» 5 (1873), pp. 11-13



El-Obeid, 23 de junio de 1873



[3208]
«Esta es la primera carta que escribo desde Porta Nigritiae haec, y la merece entre todos mi queridísimo primogénito. Le diré que estoy confuso por los honores y la solemne entrada en El-Obeid. En Fula (lugar a dos horas de El-Obeid) encontré toda la colonia oriental, que había acudido a recibirme... A medio camino los coptos cismáticos con su sacerdote me vinieron al encuentro, de modo que entré en El-Obeid en procesión. Llegado a la puerta de la casa de la Misión, donde me impresionó la magnífica inscripción Porta Nigritiae haec, estaba la banda militar del Bajá; así que, después de rezar un poco en nuestra hermosa capilla, entré en el Diván, donde recibí los saludos de todos los católicos, de los coptos y griegos cismáticos, de los turcos presidentes de los tribunales, jefes de los soldados, etcétera, y de un enviado del Bajá, su primer ayudante, que había venido a cumplimentarme en nombre de S. E. el Mudir.


[3209]
En la mañana del día 20 hice una visita al Bajá, que me recibió in formis y vino después a devolvérmela con la totalidad de los jefes del Diván, a caballo todos, y precedidos de algunas escuadras de soldados, en medio de una multitud que llenaba hic et inde la gran explanada y la inmensa avenida que hay enfrente de la casa de la Misión. En resumen, todos en El-Obeid, desde el Bajá hasta los comerciantes y el pueblo llano, han rendido los máximos honores al indigno Representante del Papa en Sudán. Además me he quedado maravillado del gran trabajo que usted y el P. José han hecho en esta incipiente Misión: Dios bendecirá sus esfuerzos. Y lo que me consuela es el crédito de que goza la Misión entre toda clase de personas. Por otra parte estoy contentísimo del P. José, que ha actuado y trabajado con una firmeza y una gravedad propias de un hombre de más edad que él. Es un auténtico y fiable misionero, capaz de hacer grandes cosas por la gloria de Dios. El Señor le ha dado mucho, pero él ha sabido hacer buen uso de ello...»


[3210]
En una carta subsiguiente. Monseñor me dice:

«El clima del Kordofán no puede ser mejor. Además, la situación de El-Obeid como Porta Nigritiae es de la máxima importancia para nuestro objeto, y no comprendo cómo los primeros misioneros no pensaron antes en esta capital. En cuanto a ustedes, los dos Camilos, en poco más de un año han hecho prodigios aquí, y yo no cambiaría ahora la Estación de El-Obeid por ninguna de las del Alto Egipto que cuentan con más de un siglo. El nombre y la reputación de que ustedes, mis dos queridos primogénitos, gozan aquí entre todos es muy grande, por lo que Dios los bendecirá a ustedes y a la Misión. Cubierta la primera etapa, hay que seguir avanzando. El divino Corazón de Jesús está con nosotros».



(Daniel Comboni)






506
Don Esteban Vanni
1
El-Obeid
24. 6.1873
N. 506 (476) - A DON ESTEBAN VANNI

AVAE, c. 31



El-Obeid, 24 de junio de 1873



Dimisoria.





507
Un Sacerdote de Trento
0
El-Obeid
24. 6.1873
N. 507 (477) - A UN SACERDOTE DE TRENTO

«La Voce Cattolica» IX (1874), n. 5-8



LA REGENERACION DE AFRICA



J.M.J.

El-Obeid, capital del Kordofán

24 de junio de 1873



Ilmo. y Rmo. Señor:



[3211]
Voy a decirle ahora algo de la Obra. Esta se encuentra ya en marcha, y le aseguro que ciertamente tendrá éxito y se convertirán muchos millones de almas; y esto no porque todos nosotros, misioneros, Hermanas y obreros, estemos decididos a vencer o morir, sino porque la Obra va a ser encomendada al Sdo. Corazón de Jesús, que habrá de quemar toda Africa Central y colmarla de su fuego divino. El 14 del próximo septiembre, aquí en El-Obeid, haré la solemne Consagración de todo el Vicariato al Sagrado Corazón de Jesús, mientras que mi Vicario general hará en igual fecha la misma Consagración en Jartum. Ese día, los Socios del Apostolado de la Oración harán dicho acto de Consagración, cuya fórmula me la ha compuesto nuestro querido amigo el P. Ramière.


[3212]
Sin duda, usted leerá el Messager du Sacré Coeur. Pues bien, ¿cómo es posible que el Corazón de Jesús no oiga las fervientes plegarias de tantas almas justas suscritas al Messager, que son la flor de la piedad y de la virtud? Jesucristo es el rey de los caballeros: siempre ha mantenido su palabra. Al petite... quaerite... pulsate siempre ha respondido y responderá con el accipietis... invenietis... aperietur. Por tanto, la Nigricia verá la luz, y sus cien millones de infelices resucitarán a nueva vida por el Sagrado Corazón de Jesús.


[3213]
Mientras que gracias a la munificencia regia se pudo comprar la casa Caobelli junto al Seminario de Verona, yo, todavía de viaje por Alemania, me puse a trabajar en las Reglas del Instituto para presentarlas en Roma. Entretanto, en El Cairo, mis compañeros, sobre todo el imponderable P. Carcereri, realizaban estudios acerca de los puntos de Africa Central donde por la bondad de su clima y por la importancia de su situación estratégica sería oportuno establecer a aquellos miembros del Instituto ya maduros para el apostolado de la Nigricia interior. Se estudió, se escribió, se habló, se viajó, y finalmente se acordó intentar una exploración en el Kordofán.


[3214]
Como la experiencia llevada a cabo desde 1848 hasta 1864 en el Nilo Blanco fue desgraciada, por los inmensos pantanos que allí generan fiebres mortales y enfermedades peligrosísimas para el europeo, yo tenía puesta la mirada en las tribus interiores que se encuentran entre el Nilo Blanco y el Níger, en cuyo territorio hay montes y aire sano. Acepté muy de buena gana la propuesta del P. Carcereri sobre el Kordofán, y con carta del 15 de agosto de 1871, enviada desde Dresde, le ordené hacer los preparativos para una próxima exploración del Kordofán. El 15 de septiembre, desde Maguncia, ordené a los exploradores que saliesen de El Cairo en octubre, época propicia para la navegación por el Nilo. Y fue así cómo el valeroso Carcereri, con Franceschini y dos laicos, en sólo 82 días de viaje, pasando por Jartum, llegaron al Kordofán. Lo exploraron por la parte de Darfur, así como por el mediodía, hacia Tekkela y los confines de los Nuba, y creyeron oportuno establecer una misión aquí, en El-Obeid, que realmente, según puedo ver ahora, es el centro de comunicación de todo el verdadero interior de Africa, y cuyo aire es mucho mejor que el de Jartum y el del Nilo Blanco.


[3215]
En efecto, desde El-Obeid, en sólo tres días de viaje en camello, se entra en el territorio de Darfur, y en quince días se llega a la capital donde reside el Sultán. En tres días, desde aquí se llega a los primeros montes de las grandes tribus de los Nuba, patria de Bajit Miniscalchi, donde hay bastantes millones de africanos aún no maleados, que nunca han querido saber de Mahoma. En treinta días se llega al vasto Imperio de Bornu, mientras que para ir allí desde Trípoli o Argel se necesitarían más de cien días, y el viaje sería peligroso. Aquí en El-Obeid están los procuradores y los corresponsales de los Sultanes de Darfur y de Bornu, los cuales suministran a aquellos países mercancías y objetos europeos por medio de trueques.


[3216]
El pasado septiembre llegué con una buena expedición a El Cairo, donde el demonio, así permitiéndolo el Señor, me había preparado inmensas dificultades, que amenazaban con ponerme en la imposibilidad de emprender el viaje de la gran expedición a Africa Central y ocupar el Vicariato, según las órdenes de Propaganda y de acuerdo con lo que yo había anunciado a las Sociedades benefactoras europeas, que a tal fin me habían proporcionado alguna ayuda. Por no hablar de muchas y muy graves oposiciones que se desencadenaron contra mí por la voluntad de Dios y por mi indignidad, diré que hubo bastantes personajes muy estimables que escribieron a Marsella, a la Rma. Madre General de mis Hermanas, conjurándola a no permitir nunca que ninguna de sus Hermanas fuera a Africa Central, donde encontrarían una muerte segura, como había ocurrido a todos los misioneros precedentes.


[3217]
La Madre General, que tenía preparadas ocho Hermanas para enviármelas en noviembre a El Cairo, se asustó, y como consecuencia de ello las mandó a Bélgica para abrir allí una nueva casa. Igualmente a las tres Hermanas que habían recibido ya la obediencia de la Madre General para seguirme al centro de Africa, y que llevaban más de dos años en mi Instituto, se les insinuó con todas las artes y modos que no fueran a Africa Central. Pero en este caso no tuvieron éxito: ellas, en posesión ya de sus obediencias, permanecieron inconmovibles en su santo propósito y dispuestas a morir por Cristo.


[3218]
No obstante, me vi en un grave aprieto. Porque, aunque la Rma. Madre General, convencida de haberse dejado engañar, me aseguró de nuevo que me mandaría las Hermanas después de la fiesta de San José, en que tenía más de treinta nuevas profesiones, yo me encontraba en la embarazosa imposibilidad de emprender la expedición, dado que la Superiora destinada a Jartum estaba enferma, y no parecía prudente aventurar dieciséis maestras negras con dos o tres Hermanas. A enfriar a la Madre General y a algunas Hermanas contribuyó un nuevo asalto lanzado por los mismos que habían tratado de asustar a dicha General y sus religiosas. Consistió en lo siguiente.


[3219]
La Congregación de las Hermanas de San José tiene más de sesenta casas en Europa, Asia, Africa y Australia, a todas las cuales la Madre General debe proveer de personal. A mí me constaba con seguridad que todos los Obispos y Vicarios Apostólicos donde se hallan tales casas insisten continuamente para obtener nuevas Hermanas, siendo una Congregación de excelente espíritu y creada a propósito para las misiones, cuyo Cardenal Protector es el mismo Emmo. Prefecto de Propaganda. Pero la Madre General no puede siempre atender a las necesidades de todos.


[3220]
Por eso, previendo que tampoco yo podré obtener nunca de esta Congregación el número de Hermanas que es necesario para el inmenso Vicariato de Africa Central, entonces, después de haber tanteado inútilmente por medio de Mons. Canossa si las Canossianas asumirían la dirección de algún Instituto femenino en Africa Central, y obtenida la conformidad de Pío IX con sumo placer de Mons. Canossa, abrí un Instituto femenino en Verona para formar misioneras de Africa, que provisionalmente llamé de las Pías Madres de la Nigricia. A este fin compré el convento Astori en Santa María in Organis, en el que instalé a las Pías Madres de la Nigricia, Instituto que marcha muy bien, como me escribe Monseñor, y que dentro de pocos años me dará buenas misioneras.


[3221]
Pues bien, informados de esto mis queridos amigos de El Cairo, escribieron a la Madre General de San José e insinuaron a las Hermanas de El Cairo que Comboni se valía por el momento de las Hermanas de San José, en espera de tener preparadas las suyas de Verona; pero que en cuanto pudiera disponer de éstas, se dirigiría a las de San José, y agradeciéndoles el haberlo ayudado en los comienzos de su Obra, les daría el pasaporte. Esto conmovió no poco la firmeza de la Madre General; pero finalmente, por gracia de Dios y en virtud de mis ruegos y seguridades, decidió darme todas las hermanas que pudiera, al igual como hace con los otros jefes de misión, y obligarse a ello mediante documento firmado por ella, por mí y por el Card. Prefecto de Propaganda. Vea usted lo bueno que es Jesús y cómo trata a la Virgen y a su Santísimo Esposo San José.


[3222]
No hablo de otras tempestades levantadas contra mí por divina voluntad, como el haber intentado menoscabar la constancia de mis misioneros, el haberme denunciado a la policía turca como culpable de haber bautizado negros ya musulmanes (lo que es verdad), etc., etc. Todos nosotros seríamos demasiado afortunados si los turcos nos cortasen la cabeza por la fe; incluso estamos preparados para ello desde hace tiempo, en la certeza de que Dios suscitaría otros después de nosotros, según la sabia economía de su Providencia.


[3223]
Aunque yo sabía que ya se había escrito a Europa contra mí, e incluso a Roma, diciendo que yo iba a conducir a la muerte a misioneros y Hermanas, y aun teniendo de éstas sólo tres, y enfermas, que habían obtenido la obediencia de la Madre General, con todo quise partir de El Cairo, consciente de que iba a enfrentarme a vientos contrarios, al terrible khamsin del desierto y a la estación más crítica. Consultados mis compañeros, decidimos arrojarnos en brazos de la Providencia y cumplir los deseos de Propaganda, bastante claros y manifiestos.


[3224]
El 26 de enero, a bordo de dos grandes dahhabias, en una de las cuales estaban los misioneros y los hermanos laicos, y en la otra las Hermanas y las negritas, partimos de El Cairo con dirección al centro de Africa. Tras un penosísimo viaje de noventa y nueve días, y después de haber perdido en las Tebaidas a un hermano laico afectado de viruela, llegamos, casi por milagro, sanos y salvos a Jartum. En diez días más, yo fui con otros a El-Obeid. Como la descripción de este terrible viaje le llegará impresa desde Verona, no le hablaré ahora de él...


[3225]
La ciudad de Jartum y sobre todo el Gran Bajá, cuya autoridad se extiende desde Meroe hasta las fuentes del Nilo, me acogieron con demasiados honores, lo que me llevó a pensar que a Nuestro Señor Jesucristo después de los Hosanna le tocó el Crucifige. Sin embargo, el Bajá me recibió como amigo, me ofreció su total apoyo para hacer todo lo que yo quisiera por el bien de la civilización y de la religión, dio una gran fiesta en mi honor y me ofreció gratis sus barcos de vapor para mis visitas pastorales por el Nilo Azul y el Blanco hasta Gondókoro, como en efecto hizo luego al venir yo al Kordofán, porque puso a mi disposición su vapor, que me llevó 127 millas por el Nilo Blanco hasta Tura-el-Khadra, donde bajé a tierra, y en camello alcancé en nueve días El-Obeid.


[3226]
No solamente los turcos vinieron a darme la enhorabuena por haber llegado a Jartum, sino que el mismo Gran Muftí, jefe de la religión musulmana, me felicitó por haber llevado allí las Hermanas para la educación de las niñas. Lo mismo pasó aquí en El-Obeid, donde el día anterior a mi llegada el Bajá abolió la esclavitud, publicó por primera vez los decretos de 1856 del Congreso de París y puso en libertad a más de trescientos esclavos de su casa. Luego vino con gran pompa a hacerme una visita, acompañado de dos generales y de los jefes de su Diván, y me ofreció su apoyo en todos mis deseos.


[3227]
No es que sean espontáneos estos agasajos, porque el turco odia al cristianismo; ni tampoco que la esclavitud sea eficazmente abolida, porque, como diré después, en Africa Central y en Egipto está en pleno vigor, dado que el turco nunca abolirá la esclavitud: firmará tratados, la suprimirá sobre el papel, fingirá no quererla, para engañar a los bobos; pero el musulmán, mientras sea mahometano, jamás acabará con la trata de negros. No obstante, a mí, que he amenazado a muchos Bajaes al respecto, me han querido rendir tal homenaje, habiendo sido advertidos oficialmente por el Diván de El Cairo que soy encarnizado enemigo de la esclavitud. Mas debe saber que yo estaba provisto de un gran firmán del Sultán de Constantinopla, obtenido de nuestro munificentísimo Emperador de Austria-Hungría, por medio del cual el gran Sultán ordena al Bajá de Egipto que proteja el Vicariato de Africa Central. De cuando en cuando saqué este firmán, espléndidamente escrito; porque aquí la bandera austríaca es respetada y temida, y durante todo mi largo viaje los Gobernadores y Bajaes me ofrecieron sus servicios.


[3228]
Ahora le diré una palabra de este Vicariato, el mayor del mundo y el más difícil y laborioso, para cuyo cultivo se necesitarían dos mil Jesuitas, cincuenta Estigmatinos de Verona, quinientos Benedictinos de los de la nueva reforma Casaretto, etc., y que ahora están en Subiaco. Actualmente somos pocos aquí; pero le escribiré mis proyectos, que ya he expuesto y han gustado a ese buenazo de P. Beck, general en jefe de los granaderos del Papa.


[3229]
El Vicariato de Africa Central limita al Norte con Egipto, Barqa, Trípoli y Túnez; al Este con el mar Rojo, Abisinia y los Gallas; al Sur se extiende hasta los 12° de latitud austral, comprendidos los lagos o fuentes del Nilo, Udschidschi, etc. y el Congo; al Oeste confina con las dos Guineas, y la línea recta desde la punta occidental meridional de la Prefectura Aplica. de Trípoli hasta el Níger, llegando al norte del Vicariato Aplico. de la costa de Benín. Como ve, este Vicariato es más grande que toda Europa.


[3230]
Pues bien, en tan inmenso Vicariato se fundaron y prosperaron de 1848 a 1861, bajo el gobierno de mis antecesores Knoblecher y Kirchner, las cuatro siguientes Estaciones, ubicadas a lo largo del Nilo y del Nilo Blanco, que constituyen la parte oriental del Vicariato: 1.o, Gondókoro, en los 4° de lat. N.; 2.o, Santa Cruz, en los 6°; 3.o, Jartum, en los 15°; y 4.o, Schellal, sobre los 23° de lat. N. Bajo el gobierno de los Franciscanos, desde 1861 hasta 1872, se abandonaron en los dos primeros años las estaciones de Gondókoro, Santa Cruz y Schellal, y por nueve años mantuvieron sólo Jartum con uno o dos misioneros de la excelente provincia del Tirol. Los pobres Franciscanos, dada la supresión en Italia, carecen de suficiente personal para mantener y conservar todas las innumerables misiones que tienen, como me decía el venerabilísimo P. Bernardino, su General.


[3231]
Las casas y los jardines de Gondókoro y Santa Cruz están completamente destruidos. De Schellal queda la casa, pero en muy mal estado. En Jartum, en cambio, ha permanecido muy firme, y es sin duda la mejor y más sólida construcción de todo el Sudán; pero el jardín se ha convertido en un bosque, y necesitaré un año para que dé a la misión a la que pertenece el fruto de 2.000 francos anuales. A esto se añade que el establecimiento de Jartum ha quedado despojado de todo, mientras que en los tiempos en que estuve allí bajo Knoblecher se hallaba tan bien equipado como una casa de Benedictinos en Europa. Los buenos Franciscanos se encontraron en una época crítica en la que en Europa había revolución, y en la que, casi como ahora, la Sociedad de Viena había quedado reducida al mínimo. Cuando sufre el Papa, sufren todos los miembros de la Iglesia.


[3232]
Ahora, a fin de echar firmes bases sobre las que establecer de manera consistente el Vicariato, me limitaré a consolidar lo mejor que pueda las dos Estaciones centrales, para que sirvan de base de operaciones a todas las misiones que se creen en el futuro en el centro de Africa. Estas son las de Jartum y El-Obeid; y como el viaje desde El Cairo a Jartum es suficiente para matar o incapacitar al misionero, por eso, y para cumplir además con el deseo de Propaganda, que me fue expresado por el Emmo. Cardenal Barnabó mediante su venerada carta del 29 de abril, quiero abrir Schellal.


[3233]
En cuanto a los Institutos de El Cairo, los estoy dejando considerablemente reducidos, porque yo mismo he traído al centro desde allí más de treinta personas maduras para el apostolado, y otras veinte vendrán en una segunda expedición el próximo agosto. No obstante, en El Cairo son siempre necesarios dos pequeños establecimientos para aclimatar en ellos a los misioneros y a las Hermanas y probar su vocación; y además constituyen como una procuraduría del Vicariato para las relaciones con Europa y el aprovisionamiento de la Misión. Pero el paso de El Cairo a Jartum es demasiado violento y peligroso para la salud de los misioneros: de ahí la necesidad de Schellal, que es la media proporcional entre El Cairo y Sudán. Porque, después de haber asistido a la muerte de tantos misioneros, es menester que yo estudie los medios para conservar su vida.


[3234]
En El Cairo, al regreso de Viena del Cónsul General, tendremos el terreno que nos ha regalado el Jedive para construir los dos establecimientos. El terreno vale en El Cairo a 20 fr. el metro, así que el Bajá nos va a hacer una merced muy grande. Vivir en El Cairo cuesta el doble o el triple que en Alemania desde el corte del istmo de Suez. Por eso tengo intención de reducir los dos Institutos a los mínimos términos, dejándolos sólo para los europeos y europeas que se preparan para el apostolado de la Nigricia.


[3235]
Los negros son caros en El Cairo (500 fr. cada uno), y ya están maleados por los musulmanes; aquí cuestan casi nada, de 15 a 30 táleros, y son mejores, teniendo una buena naturaleza que los musulmanes no han echado a perder. Por eso, mientras que hasta hoy los Institutos de El Cairo me han costado 34.000 fr. al año, espero que a partir de 1874 me cuesten la cuarta parte. En Schellal, además de la casa masculina, tenemos 12 feddan de buen terreno (60.000 metros cuadrados), donde, con la compra de unas máquinas para sacar agua del Nilo, se pueden obtener la mitad de los alimentos que se consuman en la Estación. Pero hay que construir una pequeña casa para las Hermanas, la cual se hará toda de granito oriental, como los Obeliscos de Roma, cuyas piedras fueron cortadas íntegramente en Schellal o cerca; de modo que la casa costará poco. Y la iglesia también se hará de granito. A Schellal vienen enfermos desde sesenta millas de distancia para ser curados en la misión. En un solo día, el 16 de marzo, bauticé cuatro niños moribundos, todos los cuales fueron luego al paraíso.


[3236]
En Jartum se necesita la casa de las Hermanas, y la iglesia. Jartum tiene unos 50.000 habitantes, y ha mejorado de clima, por los grandes edificios y jardines que se han construido; ahora se puede vivir allí como en las zonas bajas de Verona o de Padua. Desde que hice ocupar esta Estación por mi Vicario general, Jartum ha cobrado nueva vida, y espero que pronto tendremos allí una buena cristiandad. Actualmente hay muchos catecúmenos, y en la fiesta del Espíritu Santo confirmé a treinta y cuatro recién convertidos. Ahora están allí en pleno vigor el catecismo, las predicaciones y el ministerio, como en la parroquia de Verona: dentro de unos años, si Dios nos da vida, espero anunciarle óptimos resultados de esta misión. Aquí en El-Obeid, donde los primeros misioneros que llegaron fueron mis exploradores Carcereri y Franceschini, ya ha empezado a formarse una pequeña cristiandad.


[3237]
Tenemos nuestra casa y una preciosa iglesita. Habría que hacer ampliaciones para la escuela y para la enseñanza de artes y oficios, porque ahora se da clase bajo un gran árbol, y desde las nueve hasta las cuatro hace calor. Además se necesita la casa para las Hermanas. Ahora tengo conmigo tres maestras negras, además de mi prima, que es profesa de la Compañía de Santa Angela Merici, las cuales viven en cabañas de paja. Las casas son aquí cabañas; pero, como ocurrían y ocurren siempre incendios, por orden del gobernador se construyen ahora todas de arena, porque aquí no hay piedras, ni tierra para fabricar ladrillos. Antes de la estación lluviosa, estas casas de arena se cubren con una mezcla de arena y excrementos de vaca, y con esto resisten las lluvias del año. Mas cada año es preciso repetir la operación. La actual casa con iglesia que tenemos cuesta 13.000 francos; pero anualmente nos exige un gasto de 600 francos entre vigas y barro para conservarla. Y es una de las más sólidas y hermosas de esta capital.


[3238]
Todo el mérito de esta misión corresponde a los Padres Franceschini y Carcereri de la Orden de San Camilo, que con el permiso de su General y mediante un Rescripto pontificio, se asociaron a mí; y espero que permanezcan siempre en la misión, cual es su deseo. A este fin crearé más adelante, como se lo prometí a su General, un hospital, que en esta capital será una bendición de Dios; porque aquí más de la mitad de los que mueren –y a veces incluso antes de morir– son sacados de la ciudad y, como no reciben sepultura, son devorados por las hienas y las aves.


[3239]
Habiendo visto anteayer con mis propios ojos más de sesenta muertos, todos ellos negros, sacados así de la ciudad, envié al Gran Bajá del Kordofán un escrito proponiéndole ordenar que todos los que mueran sean enterrados, porque la costumbre aquí predominante va en contra de la religión y la civilización, por ser estos desdichados nuestros semejantes. Al instante dictó la ley que yo deseaba, y ahora van mensajeros y pregoneros por la ciudad dando a conocer la orden, cuyo incumplimiento acarrea penas severísimas. Entre los convertidos está el primer comerciante (griego cismático) de El-Obeid, quien hace siete meses abjuró ante mi Vicario general, el P. Carcereri, y con él se convirtió toda su familia, que ahora es de lo más ejemplar.


[3240]
Paso a decirle algo de la más dolorosa calamidad que aflige a mi Vicariato, la esclavitud, que aquí está en pleno vigor, en parte por culpa del ateísmo y de los delirios de las actuales potencias europeas, y sobre todo por culpa del mahometismo, que prometerá cualquier cosa y firmará todos los tratados de las potencias europeas, pero en el papel: nunca de hecho. Yo, por mi situación, estoy en condiciones de hacer el bien en este aspecto, porque en Sudán la misión católica tiene mucho poder, en gran parte debido a la bandera austríaca que ondea en ella.


[3241]
Todos los Bajaes y los traficantes de esclavos nos temen y tratan de escapar a nuestras miradas. Yo he declarado al Bajá de Jartum y al del Kordofán que cuantos esclavos encuentre en la ciudad o fuera, atados, etc., los hago llevar a la misión y ya no los devuelvo; y que todos los que se presenten en la misión a denunciar malos tratos por parte de sus amos, constatada la verdad, los retengo y tampoco los devuelvo, limitándome tan sólo a denunciar que he retenido a fulano o a mengano en la misión, y hasta que se haga el juicio y sea aprobado por mí o por mi sustituto en mi ausencia, el esclavo en cuestión debe permanecer allí. Dichos Bajaes o Gobernadores, que se saben en falta, porque el primer traficante de esclavos es el Gobierno, no se han atrevido a rechistar, y me han concedido todo; de modo que ya he liberado más de quinientos. Los cuernos de Cristo, como decía D. Mazza, son más duros que los del diablo.


[3242]
Pero, ¡ay!, cómo triunfa el horror de la esclavitud en estas tierras. Por El-Obeid y por Jartum, así como por el territorio intermedio, pasan cada año más de medio millón de esclavos, la mayor parte hembras, pero mezcladas sin consideración con varones de toda edad –aunque la mayoría de 7 a 18 años– todas desnudas y la mayor parte encadenadas. Gente que ha sido robada y arrebatada violentamente del seno de sus familias en las tribus y reinos del sur o del suroeste de Jartum y el Kordofán, a veces después de haber sido asesinados sus padres si son viejos, o llevándose también a éstos si son jóvenes. ¡Todos pasan por aquí para ser llevados a Egipto o al mar Rojo, y vendidos! A las mujeres que son más agraciadas se las prepara someramente para la prostitución o para los harenes, y a los demás para el trabajo.


[3243]
Desde El Cairo hasta Jartum vimos más de cuarenta embarcaciones de esclavos, en las que varones y hembras iban metidos como sardinas. Al pasar el desierto encontramos más de treinta caravanas de ellos, que, desnudos, madres con sus hijitos, niños y niñas de siete u ocho años, marchaban a pie por la ardiente arena, realizando así un viaje que cansa a los más fuertes viajeros montados en camellos, y recibiendo de comer –no todos los días– un poco de grano sorgo o de alguna otra gramínea puesta simplemente en remojo.


[3244]
Pero lo que más me horrorizó de todo fue lo que vi entre Jartum y El-Obeid, donde encontré varios miles de esclavos, la mayor parte hembras mezcladas con varones y sin sombra de vestido. Los pequeños de hasta tres años eran llevados por otras esclavas, que parecían las madres, y éstas iban a pie. Otros, varones y hembras, en grupos de ocho y de diez, iban atados al cuello y sujetos a una viga que descansaba sobre sus hombros y que debían llevar; y esto para que no se escapasen. Otros, en grupos de diez y de quince, entre los ocho y los quince años de edad, llevaban al cuello una cuerda de piel de cabra atada a una cuerda más gruesa que sujetaba con la mano un chilaba, o traficante de esclavos. Otros, de dos en dos, iban sujetos por el cuello a un madero, cada uno a un lado del mismo.


[3245]
Otros llevaban la scheva, viga con un extremo en forma triangular al que estaba sujeto el cuello del esclavo, que al caminar iba arrastrando el madero. Otros tenían las manos y brazos amarrados a la espalda y a una larga cuerda que sostenía uno de aquellos bribones. Había quienes iban con cadenas de hierro en los pies, y quienes así encadenados llevaban encima bultos o pesos de los amos. Y viejos, en fin, que caminaban sin ligaduras. Todos eran impelidos bárbaramente con lanzas y palos si no avanzaban suficientemente deprisa o estaban cansados; y cuando algunos caían agotados al suelo, entonces aquellos canallas acababan con ellos a palos o a lanzadas, o los abandonaban sin más. Yo encontré algunos de ellos muertos por el camino, y nuestras pobres catequistas quedaron horrorizadas y llenas de miedo.


[3246]
Esto no es más que una apagada idea de lo mucho que puedo decir. He aquí, pues, señor, una de las tareas de nuestra misión. Ningún tratado, ninguna potencia podrá abolir aquí la esclavitud, porque está permitida por Mahoma y los musulmanes se creen con derecho a ejercerla. Unicamente se destruirá con la predicación del Evangelio y con la definitiva implantación del catolicismo en estas tierras. El Gobierno, que se adhirió al tratado de 1856, lo hizo sólo sobre el papel, no en la práctica. Los Gobernadores de Sudán son los primeros en ejercer el infame tráfico, del que obtienen ganancias; y los mismos Bajaes llevan a cabo correrías en territorio de los Nuba, en el de los Teggala, en el Nilo Blanco, etc. llevando consigo soldados armados de fusiles, ¡y volviendo cada vez con seis mil u ocho mil esclavos! Todo esto es sabido en El Cairo; lo saben el Diván, el Virrey, y, creo, muchos Cónsules europeos. Pero hoy todos están comprados, y como el grito de dolor de estos pueblos no llega a Europa, donde ahora reinan el ateísmo y la masonería, la desolación de estos lugares sigue y seguirá por mucho tiempo.


[3247]
Pero el Corazón de Jesús suplicado por las almas justas, y la caridad de los corazones santos y generosos favorecedores del apostolado católico en tan santa y espinosa misión, se bastarán para enjugar las lágrimas de estos pueblos infelices por cuya redención sacrificamos nosotros la vida. Vea también por este lado la enorme importancia de este Vicariato Apostólico...


[3248]
El pasado diciembre, el Embajador de Inglaterra vino a verme en El Cairo. Tuvimos una larga conversación, y acordamos mantener correspondencia. Pero grande fue mi sorpresa cuando me dijo que se dirigía no a Africa Central, que es el teatro más colosal de la esclavitud, sino a Zanzíbar y a Mascate. Había hablado con el Virrey de Egipto y estaba muy satisfecho de la audiencia, porque el Jedive, luego de alabar su filantrópica misión, le había prometido toda ayuda ad hoc. Yo, que sé cómo están las cosas, me callé y lo dejé en su buena fe; sólo le dije que los turcos, apoyándose en las aseveraciones de sus muftíes, intérpretes del Corán, creen lícita y benemérita la esclavitud, etc. Entonces Su Excelencia me preguntó: «¿Cree que tendré éxito en mi misión ante el Sultán de Zanzíbar?»


[3249]
Yo le respondí: «Señor Embajador, el Sultán le recibirá espléndidamente, le dará una hospitalidad principesca; pero se negará a cumplir sus deseos, porque el Corán, para él palabra de Dios, no prohíbe sino que permite el tráfico de carne humana. O si el Sultán se muestra dispuesto a complacerle, firmará un tratado con S. M. la Reina de Inglaterra y, en cuanto se haya marchado usted de Zanzíbar, continuará como antes, practicando él mismo y permitiendo a los otros musulmanes el tráfico de esclavos». No quedó Su Excelencia muy satisfecho con mi opinión, y me expresó la esperanza de lograr su propósito con las cartas de su Gobierno y con los cañones. «Con los cañones, sí –le contesté–; pero sólo en aquellos lugares donde se oiga su estruendo».


[3250]
Nos separamos amigablemente, después de haber almorzado con él y con su gran séquito, en el que figuraba un Arzobispo anglicano, doctísimo en árabe y persa, que compartía mis puntos de vista, y que era el secretario de aquella embajada. No sé el resultado de la misma, porque yo me vine a Africa Central; pero todavía me mantengo en mi opinión. La sola Fe de Cristo establecida en el centro de Africa, y los Sdos. Corazones de Jesús y María Inmaculada, y de San José, más que la reina de Inglaterra y el tratado de 1856 de París, abolirán la esclavitud...


[3251]
Por otra parte, el Santo Padre Pío IX tiene mucho interés por esta misión, y me dijo que ha rezado y rezará siempre por mí. Y nosotros aquí en Africa Central, después haber predicado la Trinidad, la Redención y la Virgen, predicaremos enseguida al Papa, tanto más grande cuanto más perseguido. ¡Oh, qué delicia sufrir con el Papa!...

Reciba todo el corazón de



Su devotmo. y hum. Daniel Comboni

Provco. Ap. de Africa Central






508
P. Camilo Guardi
0
El-Obeid
5. 7.1873

N. 508 (478) - AL P. CAMILO GUARDI

AGCR, 1700/33

J.M.J.

El-Obeid (Kordofán) 5 de julio de 1873

Rmo. P. General:

[3252]
Hubiera debido escribirle antes, y hablarle de sus dignos hijos y mis queridos hijos y hermanos Carcereri y Franceschini. Pero nunca me pude decidir a hacerlo hasta no tener ocasión de abrazarlos en el campo de sus apostólicas fatigas y ver con mis propios ojos todo lo que han realizado, a fin de dar exacta y concienzuda noticia de ello a su veneradísimo padre, e informarle con pleno conocimiento de causa.


[3253]
Sin mencionar cuánto bien han hecho estos dos buenos padres en mis Institutos de Egipto, por lo cual guardaré hacia ellos y hacia usted eterna gratitud, debo confesarle abiertamente que en mi Vicariato (que ha consumido las fuerzas de más de sesenta misioneros) han llevado a cabo maravillas; porque en el solo espacio de diecisiete meses han dado vida a la misión de El-Obeid, que por su situación geográfica es la verdadera puerta de la Nigricia, y quizá el punto de apoyo más importante para implantar la fe en el corazón de las inmensas tribus del Vicariato de Africa Central. Han llevado a cabo en pocos meses lo que un buen cuerpo de misioneros habría podido hacer sólo en varios años. En efecto, con los modestos medios que yo les pude suministrar han creado en El-Obeid una Estación provista de casa, capilla y jardín, suficiente para una comunidad en pleno vigor de apostolado; han empezado a formar una pequeña cristiandad, de modo que aquí se funciona como en una parroquia normal de Europa; se han ganado con su actitud y proceder dignos la estima de todos, desde el Bajá y los más ricos comerciantes hasta la clase más humilde del pueblo; y con un valor que sólo inspiran la fe y la misión de Dios han sabido hacer respetar nuestra santa Obra por las autoridades turcas y por los más feroces enemigos de la fe, hasta el punto de gozar de la máxima consideración entre todos los habitantes de esta ciudad, que son más de cien mil.


[3254]
Además el P. Estanislao, a quien yo había dado el encargo de tomar posesión en mi nombre de la Estación de Jartum, porque desde mi nombramiento como Provicario se dejaba deteriorar todo aquello y se vendía cuanto de valor quedaba en aquella antaño riquísima misión, en tres meses tan sólo, mientras yo estaba de viaje con la gran expedición, reanimó tan bien el decaído espíritu de aquellos católicos que ahora contamos con poder levantar allí el edificio espiritual de una pequeña y floreciente cristiandad católica. En una palabra, el P. Estanislao es un verdadero y santo religioso, digno hijo de San Camilo, y un valiosísimo misionero que parece haber recibido de Dios especiales dotes para el arduo apostolado de la Nigricia.


[3255]
Por su parte, el P. Franceschini no es en absoluto inferior al P. Carcereri en lo que respecta a las aptitudes esenciales que constituyen un auténtico obrero evangélico, y parece hecho a propósito para Africa Central. Además posee una madurez mental y una cordura muy por encima de lo que corresponde a su edad, por lo que se muestra un hombre experto y seguro en las más difíciles contingencias. En suma, ya es un misionero experimentado y de valía, y sigue siendo un excelente religioso enamorado de su Congregación Camila, que le ha dado la educación espiritual. Ambos hablan y predican fluidamente en árabe, consideran que han aprendido mucho sobre la práctica del ministerio apostólico en los seis años que se encuentran en Africa bajo mi humilde bandera, y tienen tan buenos ánimos hacia el apostolado de Africa Central que ambos están dispuestos a consumir toda su vida y derramar mil veces su sangre por la salvación de los pobres negros, siempre que cuenten con el permiso y la bendición de V. P. Rma. a quien están subordinados por todos los títulos, y hacia quien guardan la más sincera y filial veneración y afecto.


[3256]
Yo quedé muy satisfecho cuando en Jartum leí la venerada carta de V. P. Rma., en la que afirmaba no ser contrario al espíritu y a las reglas de su ínclita Orden que un Ministro de los Enfermos pueda ejercer, attentis circumstantiis, el cargo de Vicario General; en vista de lo cual, mediante el correspondiente Documento nombraba yo en el pasado mayo a dicho P. Carcereri mi Vicario General, a quien ahora he dejado provisionalmente al frente de la Estación de Jartum para que complete y continúe la buena labor que ya había comenzado en favor de aquella cristiandad. Mientras, aquí en El-Obeid, aunque tengo conmigo un misionero de inmejorable espíritu y prudencia, de cuarenta años de edad, he nombrado Superior de la Estación al P. Franceschini, que con su juicio y gravedad no de los veintisiete años que tiene, sino de más de cincuenta, estoy seguro de que sabrá desempeñar bien su difícil y delicado cargo, por tener también para esto unas aptitudes fuera de lo común.


[3257]
He de decirle además que, apenas llegado con mi gran caravana a mi residencia principal de Jartum, pensé poner en ejecución al pie de la letra lo que prometí formalmente, y de lo que hablé a V. P. Rma. sobre su ínclita Orden en relación con Africa Central; o sea, erigir en aquel lugar o Estación que fuera del mayor agrado a estos dos queridos hijos suyos y míos una Casa Camila con todas las condiciones que me fueron expresadas y manifestadas por V. P. Rma.: casa propia y renta adecuada para el necesario mantenimiento. Y esto por encontrarme ahora totalmente capacitado para mantener las promesas que le hice a usted en Roma.


[3258]
Hablé de ello, pues, con el Rmo. Vicario General Carcereri. Pero él me hizo observar que dos religiosos solos no podrían hacer frente a todas las condiciones requeridas para una bien constituida Casa Camila, y me convenció de lo que me decía en Verona el P. Juan Bautista Carcereri: que hic et nunc resultaba mucho más fácil a estos dos padres, Estanislao y José, y más útil para la misión, que continuasen por algún tiempo trabajando unidos a mí y bajo mi dirección; firmes, no obstante, en la opinión de que cuando pudiesen contar con otros hermanos suyos de religión venidos de Europa, les sería posible poner en práctica la antedicha idea de V. P. Rma. y mía.


[3259]
Realmente, por ser sólo dos, creo que hacen mucho más trabajando unidos a mí que lo que harían de manera aislada en una casa independiente; y darán un resultado todavía mucho mayor si V. P. Rma. me concede la gracia de utilizar sus servicios libremente, según las necesidades del Vicariato. En verdad es bien difícil encontrar dos misioneros y religiosos con tal espíritu y firmeza para el apostolado extremadamente arduo y penoso de Africa Central, como estos dos dignos hijos suyos. Hace seis años que los conozco a fondo, y por haber visitado diversas misiones en Europa, en Africa, en Siria y en las Indias, sé lo que significa ser misionero, sobre todo cuando yo mismo lo soy de la Nigricia desde hace dieciséis años, y he trabajado al lado de los más distinguidos y denonados campeones de Africa Central; por eso, con pleno conocimiento de causa, le repito que misioneros como Carcereri y Franceschini, que presenten verdaderas aptitudes para trabajar con óptimo resultado en esta dura y laboriosa viña que me ha confiado la Santa Sede, hay pocos en las cinco partes del mundo.


[3260]
Son además excelentes religiosos, que viven, diría, casi como si estuvieran en el noviciado. Así que para mí será una gran alegría también si V. P. Rma. me los concede para que trabajen unidos a mí, como han hecho hasta ahora. Bien entendido que este beneplácito de V. P. Rma. no sería in perpetuum, sino sólo hasta que aparezca en Europa un horizonte más claro para las Ordenes religiosas, y concretamente para la Camila, y hasta que yo pueda encarrilar debidamente la dificultosa Obra de mi Vicariato. Para esto encuentro una ayuda inestimable en la experiencia, las dotes especiales y la firme constancia de estos dos incomparables religiosos y trabajadores evangélicos, cuyo celo y actividad necesito calmar y refrenar, más que encender y estimular.


[3261]
Por lo cual me dirijo a la extraordinaria bondad de V. P. Rma. para suplicarle fervientemente que tenga a bien conceder a estos dos padres, hijos suyos y míos, la gracia de poder trabajar por algunos años unidos a mí y bajo mi bandera. Gracia que atraerá sobre usted y sobre toda su Orden las bendiciones divinas, porque miles de infieles convertidos por los dos solicitarán del trono de Dios la conservación y prosperidad de la ilustre Orden Camila.


[3262]
Paso a exponerle mi idea para el futuro, la cual someto al juicio de V. P. Rma. Tengo una firme e inconmovible seguridad en el no lejano triunfo de la Iglesia; también en el más floreciente resurgimiento de las Ordenes regulares y de la Camila, que desplegará sus banderas en Francia y en Africa, y especialmente después de la tempestad de la actual persecución infernal, y tras la conclusión del Concilio Vaticano. El noble y generoso programa de la Orden Camila está en consonancia con las necesidades de los tiempos, y además es un poderosísimo medio para ganar la simpatía de los pueblos y conquistar a los infieles.


[3263]
Por ello estoy dispuesto a realizar contra todo obstáculo ese plan, siempre con el consentimiento de la Sagrada Congregación de Propaganda, a la que está sometida toda acción mía. Mi Vicariato, más extenso que la totalidad de Europa y el mayor del mundo, está poblado por más de cien millones de infieles. Hasta ahora no ocupamos más que las puertas de la Nigricia y el umbral del centro del Vicariato, en el que habitan grandes tribus impolutas, todavía no contaminadas por los seguidores del Corán, y a las que se puede hacer un gran bien. Todos los que quieran ir al centro de la Nigricia, donde hay pueblos aún vírgenes, tienen que pasar por Jartum o por el Kordofán.


[3264]
En vista de lo cual yo construiría de muy buena gana una casa para los Camilos, según las exigencias de su espíritu y de sus reglas, en cualquier punto de Nubia o del Kordofán, o en las mismas capitales Jartum y El-Obeid, que sirviera como punto de apoyo para una misión en el centro de la Nigricia. Misión que a su debido tiempo se podría confiar a San Camilo, a cuyo objeto no faltarían, ni faltan, los medios pecuniarios y materiales; porque tengo la seguridad de poder disponer de ellos ahora y en el futuro, como tampoco les faltan ni faltarán a las otras misiones del mundo, las cuales cuentan como primer apoyo con las mismas Sociedades benefactoras de Europa que ayudan a mi Vicariato; y esto aparte de los recursos que voy encontrando en el Vicariato mismo. En resumen, esa Providencia que en seis años, en tiempos tan difíciles, me ha dado medio millón de liras para sostener y sacar adelante mis Obras, me sabrá proporcionar los medios para establecer en Africa Central a los Camilos, que tanto han contribuido al éxito de mi empresa, contrariis quibuscumque non obstantibus.


[3265]
Estas son las ideas y cosas que someto a la sabiduría y al corazón de V. P. Rma., declarándome dispuesto a hacer cuanto usted considere oportuno y deseable, y que esté a mi alcance. Lo único a lo que no sabría adaptarme sería el traslado a Europa de estos dos campeones del apostolado africano, lo cual supondría un inmenso dolor para mí y para ellos. Pero yo confío en la Inmaculada Virgen María, Reina de la Nigricia, y en el bendito San Camilo, que colocándome en el Instituto Mazza de Verona por medio de mi querido P. Juan Bautista Peretti, de santa memoria, me abrió el camino del apostolado africano, y que desde hace más de veintiocho años me ha hecho otros favores. Estos dos venerados objetos de mi devoción me concederán tal gracia en pro del Vicariato Aplico. de Africa Central, que es la más vasta y laboriosa misión del universo, y por la cual sus dos queridos hijos y yo estamos dispuestos a dar cien veces la vida. Nuestro grito de guerra es éste: Nigricia o muerte. Semejante empresa es bien digna de San Camilo y de nosotros.

Confiando en la mente y en el magnánimo corazón de V. P. Rma., que está lleno de celo por las almas, y hacia quien profeso un respeto y una gratitud filial, me encomiendo a sus oraciones, mientras tengo el honor de suscribirme en los Sdos. Corazones de Jesús y María



De V. P. Rma.

hummo., devotmo. y agradmo. servidor

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central






509
Card. Alejandro Barnabò
0
El-Obeid
8. 7.1873
N. 509 (479) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v. 1003, ff. 732-733



Nº 6

El-Obeid, capital del Kordofán

8 de julio de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3266]
Como le indicaba en mi última carta, la núm. 5, del 5 de junio, el Bajá de Jartum había puesto gratuitamente a mi entera disposición un vapor del Gobierno que nos llevara a mí y a mi pequeño grupo por el Nilo Blanco hasta el punto en que se desciende para tomar el camino que conduce al Kordofán. En efecto, en la mañana del 8 del pasado mes el vapor zarpaba del jardín de la Misión; y, acompañado de mi Vicario General, en dieciocho horas hicimos cerca de ciento veinte millas por el Nilo Blanco hasta Tura-el-Khadra, no lejos de la gran tribu de los Schelluk. Allí, habiendo encontrado al Superior de la misión de El-Obeid, que había venido a buscarme para acompañarme a mi destino, bajé a tierra. Luego, tras despedirme del Vicario General, que volvía inmediatamente a Jartum en el barco, me puse en camino con nuestra caravana de diecinueve camellos, y atravesando tupidas selvas y arenosas llanuras salpicadas de árboles gomíferos, en sólo nueve días llegué a la capital del Kordofán.


[3267]
Dos horas antes salió a mi encuentro casi toda la colonia cristiana, incluidos los coptos cismáticos, que ocupan los cargos más importantes en el Diván; y, recibidas las felicitaciones de todos, entré en la misión engalanada de fiesta, entre el repique de las campanas, y los armoniosos acordes de la banda de la guarnición militar (tres mil soldados, entre infantería y caballería), y en medio del júbilo de los miembros de nuestra Casa y de la pequeña comunidad católica de esta ciudad, que cuenta con más de cien mil habitantes. Ha de saber también que el mismo Gran Bajá del Kordofán (que, dada la inmensa distancia de El Cairo, tiene amplios poderes y es como un reyezuelo), acompañado de numerosos soldados, dos generales y las primeras autoridades de su Diván, se presentó con gran pompa a rendirme visita, ofreciéndome su amistad y su colaboración en todo lo que yo desease hacer orientado a los altos fines de civilización y beneficencia que él sabía me habían traído aquí.


[3268]
Este es el mismo Bajá que no quería reconocer la misión católica del Kordofán en abril del año pasado, hecho del que V. Em.a tuvo conocimiento –así como de otros problemas consulares– en julio del año anterior por una carta de Mons. Ciurcia. Pero después del Mémini que provoqué en Viena en nombre de Su Majestad Católica el Emperador Francisco José I, y con la carta de recomendación que el I. R. Cónsul austrohúngaro por orden de Viena dirigió al Diván de El Cairo, y que me hice facilitar, no solamente el Bajá del Kordofán, sino también los de Jartum y de Berber me dispensaron la mejor acogida, y me dejaron hacer lo que me pareciera respecto a los esclavos que se presentan a la puerta de nuestras misiones; de lo cual me he valido hasta ahora para liberar cientos de desdichados que gemían bajo el peso del más cruel y arbitrario despotismo.


[3269]
El día anterior al de mi llegada a la capital del Kordofán, dicho Gobernador General de esta inmensa región ordenó que fuese abolida en El-Obeid la esclavitud (de palabra y sobre el papel, para engañar a los bobos) y él mismo puso en libertad a los más de doscientos esclavos que tenía en su Diván y en sus harenes. De este modo desde el 18 del pasado junio, día de mi entrada en esta capital, se cerró por completo el mercado de esclavos de El-Obeid, y no han vuelto a pasar por allí tantos miles de infelices de ambos sexos que, totalmente desnudos, yacían atados por el cuello con cuerdas y aferrados los pies, o ambos brazos a la espalda, con cadenas de hierro, o sujetos a la scheva –largo madero terminado en triángulo, al que se fijaba con hierros el cuello del esclavo–, esperando a que vinieran a comprarlos.


[3270]
Y aquí me interesa describirle los horrores de la esclavitud, que está en pleno vigor en toda Africa Central, a pesar de los tratados de las potencias europeas y de las fingidas prohibiciones de los Bajaes y Gobernadores de Sudán. Aunque mi favorable posición en estos lugares y el auténtico prestigio de la Misión están en condiciones de ser inmensamente útiles para fomentar la civilización y limitar el furor de esta plaga de la humanidad, éste es un asunto que requiere la más seria reflexión y el más detenido examen por parte de la Sagrada Congregación. Así que escribiré sobre ello en el futuro, por lo que paso ahora a hablarle brevísimamente de esta importante misión del Kordofán.


[3271]
Estoy convencido de que ha sido verdadera inspiración de Dios el haber establecido una misión en El-Obeid, que es quizá la ciudad más poblada de Sudán; y esto sobre todo por su importantísima y estratégica situación. Es la verdadera puerta de la Nigricia. Por no mencionar otras muchas tribus, a tres días de aquí, hacia el Noroeste, está el Imperio de Darfur, y en quince días se llega al lugar donde reside su Sultán. En tres días, yendo hacia el Suroeste, se llega al inmenso y pobladísimo territorio, habitado por millones de almas, de las grandes tribus de los Nuba, que nunca fueron domadas por las armas egipcias, y con las cuales a nosotros nos resulta fácil entablar relaciones desde El-Obeid. En un mes en camello se alcanza desde aquí el Imperio de Bornu, mientras que desde Trípoli, con mayores peligros, se necesitan ciento y pico días. En El-Obeid residen (y son ya amigos nuestros) los representantes de los comerciantes y de los Sultanes de Darfur y de Bornu, que adquieren tejidos y otras mercancías europeas a cambio de las suyas. Además el clima de este lugar es bueno, absolutamente bueno, y el calor es menos agobiante y excesivo que en Roma, aparte de que aquí no se conocen las fiebres y enfermedades que reinaban en el Nilo Blanco.


[3272]
También tengo el convencimiento de que en esta naciente misión de El-Obeid está la bendición de Dios. Nosotros poseemos una casa lo suficientemente grande como para dar cabida a una comunidad de seis misioneros, cuatro hermanos coadjutores y veinte alumnos, provista de clases y locales para artes y oficios, y dotada de una elegante capilla con capacidad para cien personas, y de una huerta que actualmente suministra verdura durante todo el año a la misión. Además tenemos una pequeña casa aneja a la nuestra, donde están las negritas catecúmenas provisionalmente confiadas a los cuidados de mi excelente prima Stampais (que llevaba cinco años con nuestras Hermanas en El Cairo) y de dos maestras negras que traje de Jartum; puede servir cómodamente para cuatro Hermanas y treinta alumnas, y, unida a otra casa, que estoy a punto de contratar, resulta un establecimiento, para las Hermanas que vendrán en octubre, mucho más cómodo y amplio que el de las Hermanas de San José de Piazza Morgana, en Roma.


[3273]
Aquí están en plena actividad las funciones parroquiales, con predicación, catecismo e instrucción cada fiesta, para los treinta católicos de que consta esta naciente misión. Entre ellos debo hacer mención del más rico comerciante de la ciudad, hombre ejemplar, que con su esposa abjuró del cisma griego ante los padres Estanislao Carcereri y José Franceschini, Camilos, a los que el año pasado envié como exploradores al Kordofán.


[3274]
Y en este punto, por deber de justicia, debo advertir a V. Em.a que a dichos dignos hijos de San Camilo se debe el establecimiento de esta naciente misión. Fueron ellos quienes, con los modestos medios que les suministré, emprendieron la difícil exploración del Kordofán, comprendieron la verdadera importancia de El-Obeid y crearon esta Estación, poniendo la misión en marcha y ganándose con su prudente y edificante conducta la estima y veneración de toda la ciudad, y especialmente de los principales funcionarios y comerciantes. Ambos hablan, catequizan y predican en árabe, y serían felices de poder consumir su vida en la redención de la Nigricia.


[3275]
Considerando todo esto, y con el fin de conservar, si es voluntad de Dios, a estos dos distinguidos misioneros tan llenos de celo y preparados para este arduo y espinoso ministerio, escribí a su Rmo. P. General con vistas a establecer un regular acuerdo que sea conforme a sus deseos y a los intereses de Africa Central, para luego someterlo todo a la S. C.

Le beso la sagrada púrpura, y me declaro



De V. Em.a hummo. hijo

D. Comboni Provco. Aplico.






510
Don Bartolomé Rolleri
0
El-Obeid
16. 7.1873

N. 510 (480) - A DON BARTOLOME ROLLERI

AVAE, c. 31

El-Obeid, 16 de julio de 1873

Queridísimo D. Bartolo:

[3276]
Para la promoción de D. Esteban al Subdiaconato, él debe tener, y tiene, su patrimonio; es decir, lo bastante para constituir una renta anual de 250 liras. Pero si estas gestiones retrasaran la ordenación, yo le autorizo a hacerlo ordenar titulo missionis, en conformidad con la autorización ad hoc recibida de la Santa Sede, aunque con obligación absoluta de que D. Esteban retire cada año la renta de su patrimonio y lo entregue a la misión, porque la Santa Sede concedió la exención sola y exclusivamente a los pobres. Ruegue por su afmo. amigo



Daniel Comboni

Provco. Aplico. de Africa Central