[3104]
Nuestra querida Sor Magdalena ha regresado de Jerusalén con una perfecta salud. Ella es muy fuerte, y yo estoy contento de haber logrado mi objetivo. Será una buena Hermana para Africa Central. Sor Josefina goza de perfecta salud. Estos días ha trabajado por dos. Yo conozco a fondo la indisposición física que las aqueja: Africa Central es la mejor medicina para ellas.
[3105]
Sin duda sabe usted la muerte de Mons. Valerga. Los Franciscanos han hecho ya sus planes. Propondrán a Mons. Bernardino Trionfetto, Obispo de Terracina Sezza y Pipermo, como nuevo Patriarca de Jerusalén. Ha sido Guardián de Tierra Santa y General de la Orden Franciscana. Es bueno con las Hermanas de San José; pero una vez determinado que por principio el Patriarca sea un franciscano, todas las Congregaciones no franciscanas, las misiones establecidas por el Patriarca Valerga, el Seminario de Betsaida y el Capítulo y las Hermanas de San José acabarán siendo alejados de Jerusalén y de Palestina.
[3106]
Si Propaganda nombra un franciscano, a mi entender hará un sacrificio de primera clase. Me parece que, por el interés de la Congregación de San José, convendría que en Roma Sor Catalina, con su admirable estilo, diese a conocer a Su Eminencia la situación (esto se lo digo confidencialmente) y sondease el terreno, etc., etc. Usted me ha entendido bien. Las Clarisas de El Cairo ya están seguras de establecerse pronto en Jerusalén. En fin, hágase siempre la sola voluntad de Dios.
[3107]
Mis Misioneros en Jerusalén han hablado mucho con Sor Angélica Feruai, que está allí y desea ser mandada a Africa Central. Sor Magdalena me dice que la Superiora, Sor Cipriana, la dejaría marchar gustosamente. Goza de la confianza de Sor Josefina. Así pues, por amor de Dios, le ruego que la ponga a mi disposición y que le envíe la obediencia para Africa Central. Además me haría otro favor si enviase la obediencia también a Sor María Alfonsina Gattash, de Jerusalén. Si usted me concede esta gracia, mandaré el dinero a Jerusalén. O, mejor, ordene a Sor Cipriana que ponga a mi cargo el precio del viaje.
[3108]
La negra Josefina, después de haber hecho sufrir tremendamente a las Hermanas, ha huido de nosotros y se ha presentado a los Franciscanos, y ahora está con las Clarisas por orden de Mons. el Delegado. He determinado no admitir nunca negras de Europa, porque tienen mil pretensiones y son la muerte de las Hermanas. Le ruego, pues, que no me mande más negras, y diga a D. Blas que se ocupe él mismo de las suyas. Ya le he escrito al respecto claramente. Con nuestras Hermanas árabes sacaremos más fruto a menor coste. Estoy en un aprieto si usted no me manda Hermanas. Porque me han dicho que usted consiente en ello, partiré con Sor Josefina de Superiora. Es muy hábil, prudente y buena.
[3109]
Para pagarle, poco a poco, tengo que hacer muchos sacrificios, porque es sobre todo en este primer año de mi Provicariato cuando necesito gran cantidad de dinero. Y no resulta pertinente pedir a la Propagación de la Fe para pagarle a usted, pues acabo de recibir la bonita suma de 45.000 francos –de los que ya no me queda nada– y no me conviene pedir de nuevo. Pero haré lo siguiente: como antes de que termine diciembre debo mandar a Lyón la nota de los gastos estimados para el año 1873, con el estado de la Misión, las deudas, etc., daré a conocer al Presidente la deuda de 8.000 francos que tengo con usted, y le rogaré que le pase 5.000 francos; lo restante trataré de pagárselo de otro modo. Piense que tengo dos casas en El Cairo, y que voy a tener dos en Jartum y dos en el Kordofán, además de las dos de Verona. Todo sobre mis espaldas y de mis bolsillos. Yo no tengo otro ecónomo que San José, que a veces se muestra sordo e indolente; pero trataré de pagarle a usted lo antes posible.
[3110]
No mande ninguna negra ni beduina, ni a nadie, exceptuadas las Hermanas. El mal que nos ha hecho la loca de Josefina es inmenso. No admito ninguna negra que quiera casarse ahora. Cuando haya hecho la visita pastoral de la Misión, y haya visto y estudiado bien cada cosa con nuestras Hermanas y examinado la situación que se creará para las negras de Europa con su casamiento, le escribiremos a usted lo que conviene hacer. Por el momento es mejor que las chicas negras que quieran casarse se queden en Europa en vez de venir a Egipto.
[3111]
En cuanto a las Madres de la Nigricia de Verona, no tengo ninguna confianza en que puedan hacerse cargo de una pequeña misión. Esas están muy bien para la clausura, pero para Africa necesito soldados como Sor Josefina y Sor María Bertholon.
[3112]
Mi Vicariato es doce veces más grande que Francia y en él hay sitio para treinta Congregaciones, la primera de las cuales es y será siempre la de San José de la Aparición, que ha compartido las primeras penas y sufrimientos de la fundación. Por otra parte, nunca pondría en una Estación católica dos Congregaciones; sobre esto tengo bastante experiencia y he visto muchas cosas en El Cairo, donde sólo hay tres Congregaciones.
[3113]
Sor Josefina se niega a ser Superiora; pero no tema: continúe insistiendo hasta que acepte. Ahora tiene bastante madurez y está llena de juicio. La que necesita ser guiada es Sor Germana, que sería idónea para el apostolado si se dejase dirigir; espero conseguirlo. Sor Isabel, que está llena de abnegación y de virtudes a pesar de su cabeza, ciertamente vendrá a Africa Central; yo la tendré siempre en mi Obra. Por desgracia, ahora tiene en contra varias Hermanas y negras; ya veré cómo nos las arreglamos.
[3114]
Por favor, destíneme para marzo la que le pedí hace cincuenta días, que va a acabar su Noviciado. Por ésta le enviaré quinientos francos. Pero le suplico por las dos de Jerusalén, de las que le he hablado. Piense que sólo la mujer y San José convertirán Africa Central.
Acepte, Madre mía, las expresiones de mi más profundo respeto en Nuestro Señor.
Daniel Comboni V. Ap.
Original francés.
Traducción del italiano