Comboni, en este día

Durante el viaje de animación misionera (1871), Comboni celebra en la catedral de Dresde.
A Mitterrutzner, 1877
Mi confianza está puesta en la justicia de la eterna Roma, y en ese divino Corazón que palpitó también por la Nigricia.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
491
Propagación de la Fe, Paris
1
El Cairo
1. 1.1873
N. 491 (459) - A LA PROPAGACION DE LA FE

DE PARIS

APFP, Boîte G 84, n. 113



El Cairo, 1 de enero de 1873



Estadísticas de las Misiones y notas administrativas.

N.B. El mismo documento fue enviado a la Propagación de la Fe de Lyón.





492
Jean François des Garets
0
El Cairo
15. 1.1873
N. 492 (461) - A M. JEAN FRANÇOIS DES GARETS

Presidente de la Obra de la Prop. de la Fe de Lyón

APFL, Afrique Centrale, 1



El Cairo, 15 de enero de 1873



Señor Presidente:



[3117]
Hoy que tengo delante de nuestro Instituto, en el Nilo, los dos barquitos que deben conducir a mi expedición apostólica hasta el comienzo del desierto, me es grato darle esta noticia mientras le envío el Resumen de Cuentas de 1872 y el Presupuesto para 1873.


[3118]
Las tropas egipcias acampadas frente a Abisinia se han hecho con todos los camellos del desierto, y las autoridades sanitarias que ha enviado el Jedive a Nubia por la pretendida enfermedad del cólera han establecido el cordón en el Trópico y en la Tebaida y han requisado también las embarcaciones; así que nuestra gran caravana se podría haber visto sin barcos y sin camellos para su viaje de tres meses de duración.

Pero habiendo enviado al desierto y a Jartum el 26 de noviembre dos misioneros y cuatro hermanos, ellos han logrado conseguir los camellos en Korosko, después de veinte días de espera, y ahora se dirigen a Jartum. Cuando usted reciba esta carta, habré dejado El Cairo con más de treinta personas, entre hombres y mujeres: es la primera vez que la Hermana y la mujer del Evangelio van a surcar el Nilo en el Alto Egipto y Nubia para luego atravesar el desierto; pero se ha necesitado mucha prudencia y preparativos.


[3119]
En mi carta del 28 de julio pasado le mostré el gran bien que ha hecho usted a la más vasta y difícil Misión del universo, dándome con una caridad y rapidez extremas la importante cantidad de 45.000 francos. Yo no termino nunca de dar gracias a la Propagación de la Fe, que me ha puesto en la posibilidad de emprender la Misión, lo que de otro modo me hubiera resultado imposible.


[3120]
Es en el primer año cuando los sacrificios son necesarios. Por esto la Propagación de la Fe es la única obra sólida capaz de dar vida a la Misión de Africa Central. La Sociedad de Viena, que en un tiempo aportó tanto dinero a esta Misión, ha tenido que reunir todos los fondos existentes en su caja desde hacía muchos años, para poder entregarme 6.590 francos. Las otras son pequeñas Sociedades del área.

Le ruego, pues, que redoble sus generosos esfuerzos y me conceda una gran ayuda este año, la mitad del cual pasaremos en la arena, en embarcaciones, etc., con el cielo como techo y con la sola protección de Dios.


[3121]
Por el resumen de cuentas que adjunto verá usted el estado de esta Misión, que no tiene ningún parangón con las otras Misiones, como le manifesté en mi carta fechada en Roma el 5 de junio. Aquí es preciso hacer todo, pagar todo, e incluso comprar a las personas, al principio. Se requieren grandes sacrificios, pero en pocos años la Obra de la Propagación de la Fe será feliz de ver brillar la luz del Evangelio en las tribus de Africa Central, donde más de cien millones de infelices piden la salvación.


[3122]
Ahora le ruego que me conceda dos gracias para este mes de enero:

1.a Mandar a la Madre Emilie Julien, Superiora General de las Hermanas de San José de la Aparición, en Marsella, la cantidad de 5.000 francos a cuenta de la deuda de 8.000 francos que tengo con ella.

2.a Enviarme, con cargo al ejercicio de 1873, la cantidad de 5.000 francos, porque con tantas personas en un viaje de tres meses, no quisiera quedarme en el desierto por falta de dinero.


[3123]
Todo esto lo pido para este mes. La semana pasada recibí de Mons. Ciurcia una letra de cambio de 2.400 francos, por lo que estoy infinitamente agradecido.

He aquí la dirección de mi representante en Egipto, al cual puede dirigir el dinero y las cartas para mí:

Don Bartolomé Rolleri

Misro. Apostólico y Superior de los Institutos

de Negros de El Cairo (Egipto).


[3124]
El negociará las letras y me hará llegar el dinero a Jartum y al Kordofán por medio del Diván de El Cairo. Las cartas y el correo en general me llegarán por el Cónsul de Austria en Jartum.

Esta semana le enviaré la foto de la expedición, al frente de la cual saldré dentro de unos días. También le mandaré un Informe de Carcereri que me ha llegado del Kordofán por las Missions Catholiques y que recibirá Laverrière.

Dígnese, señor Presidente, recibir el homenaje de mi profunda veneración y de eterno agradecimiento, con los cuales tengo el honor decirme



Su devotmo. servidor

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de A. C.



Original francés.

Traducción del italiano






493
Discurso de El Cairo
0
El Cairo
25. 1.1873
N. 493 (462) - DISCURSO PRONUNCIADO EN EL CAIRO

ACR, A, c. 27/19, n. 2



Viejo Cairo, 26 de enero de 1873



[3125]
Por fin ha llegado el momento tan suspirado por mí y por vosotros, oh hermanos y hermanas en Cristo, en que poder desahogar el prolongado deseo de nuestro corazón. Os doy las gracias por la paciencia con que me habéis esperado en mi larga ausencia, por la abnegación con que habéis soportado tantas privaciones, incomodidades y pobreza. Todo me garantiza lo mucho que puedo contar con vuestra cooperación en la magna y ardua empresa que la Santa Iglesia se ha dignado confiarme. Los pasados sacrificios quizá no son más que un ensayo de tantos como nos quedan aún que sufrir para conseguir plantar en el corazón de Africa el estandarte de la Redención; pero no temamos, porque ese Dios que nos ha sostenido en las pasadas penalidades no nos abandonará en las futuras.


[3126]
Hagamos un holocausto de nuestra vida por el objeto de la Santa Empresa, y ésta tendrá un éxito seguro: cayeron los Apóstoles, pero su fe ha llegado hasta nosotros y durará hasta el fin de los siglos. Mi larga ausencia, si por una parte ha sometido vuestra paciencia a dura prueba, ha asegurado por otra la existencia y el futuro de nuestra Misión. Con donativos de particulares he podido comprar en Verona dos grandes inmuebles en los que se han abierto dos Institutos donde formar alumnos y alumnas para nuestra Misión.


[3127]
De las Sociedades de Lyón, de Colonia y de Viena he podido conseguir ingresos regulares anuales para nuestro mantenimiento, y para todos los gastos originados por la implantación de la Misión en la Nigricia. Por último, lo que es más importante, he obtenido de la Sagrada Congregación de Propaganda, con la sanción de la Santa Sede, toda la Misión de Africa Central con el título y jurisdicción de Provicario Apostólico. La Mies, por tanto, está conseguida: no falta más que nuestro trabajo. Trabajo requerido por nuestra vocación, por la Santa Iglesia, por los fieles que nos sostienen, y por la misma infeliz Nigricia, que desde ese centro ardiente nos tiende sus negras y descarnadas manos atrapadas por el demonio. Adelante, pues, hermanos y hermanas, hijos e hijas del Señor. Sigamos sin más este irresistible impulso de nuestro corazón, que nos lleva a salvar un pueblo desamparado, una gente lacerada y zarandeada entre mil costumbres y errores. Armémonos del escudo de la fe, del yelmo de la esperanza, de la coraza de la caridad, de la espada de doble filo de la divina Palabra, y marchemos animosos a conquistar para el Evangelio esta última nación del universo.


[3128]
Venga, vayamos a destruir entre aquellos pueblos el imperio de Satanás, a clavar allí la triunfante bandera de la cruz, y ellos verán la luz bajo el resplandor de este signo. Vayamos a regar con nuestros sudores, con aguas de vida eterna, aquellas áridas y abrasadas regiones, las cuales harán brotar para el Creador un nuevo pueblo de fieles adoradores.



Daniel Comboni






494
Una Hermana de San José
0
Siut
10. 2.1873
N. 494 (463) - A UNA HERMANA DE SAN JOSE

ASSGM, Afrique Centrale Dossier



Siut (capital del Alto Egipto)

10 de febrero de 1873



Mi veneradísima Madre:



[3129]
Una sola palabra para darle noticias de nuestras Hermanas. Sor Germana es la Marta de nuestra expedición; se comporta verdaderamente bien. La semana pasada avanzamos lentamente, pero ahora tenemos un buen viento. Sor Magdalena se encuentra en perfecta salud; nunca la he visto tan sana. Sor Josefina está bien, aunque se puso mala del pecho porque trabajó mucho con los preparativos de El Cairo, y había empezado a hacer lo mismo en el barco, cuando tuvimos dos días y dos noches de invierno; pero yo la obligué a quedarse en la cama por obediencia, y ahora ha mejorado. Hacemos lo posible por curarla; así podrá terminar el viaje y trabajar en Sudán.

Dentro de quince días llegaremos a Schellal, en el comienzo de nuestro Vicariato. Doy gracias al Señor por haberme concedido las Hermanas de San José.


[3130]
Son heroínas las tres que tengo. Defienda mi causa ante la Madre General para que me mande seis más el próximo mes de marzo. Déle noticias nuestras, y agradézcale de mi parte lo que ha hecho por mí. Este nuevo mundo de Africa Central pertenece a San José. Roguemos siempre por nuestra Madre General, por usted, por la Madre Asistente, por la Madre Catalina, Superiora de Roma, y por todas las Hermanas. Ruegue usted también por nosotros. Estamos en las manos de Dios y refugiados en el Sagrado Corazón. Predico un sermón cada día a las Hermanas y a las negras. Ellas están felices, por lo que veo; son buenas. Mil saludos a la Madre General y a sus queridas hijas. Rece por este que es



Su devotmo servidor

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central



Navegando desde El Cairo hasta Schellal hemos hecho las tres séptimas partes del viaje. Desde Schellal espero llegar a Jartum en 40 días.



Original francés.

Traducción del italiano






495
Card. Alejandro Barnabò
0
Schellal
7. 3.1873
N. 495 (464)- AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v. 1003, ff. 720-721



Schellal (Nubia Inferior)

7 de marzo de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3131]
Heme aquí finalmente, después de lenta y penosa navegación de más de treinta y ocho días desde El Cairo, llegado al Vicariato de Africa Central. Salí de la capital de Egipto con dos pequeños barcos, en uno de los cuales iban los misioneros y los hermanos laicos, y en la otra las excelentes hermanas de S. José y las maestras negras: en total veintiséis personas. El Señor nos visitó con la muerte de un buen hermano laico, agricultor veronés, que al pasar por el Alto Egipto enfermó en el barco de horrible viruela, y a quien el Prefecto, el P. Angel, mandó enterrar en Negadeh, cerca de la Tebaida.


[3132]
A pesar de mis esfuerzos por volar cuanto antes a mi Vicariato, hasta ahora me había sido totalmente imposible:

1.o Por el cordón sanitario establecido por el Gobierno entre Egipto y Nubia a causa de la pretendida existencia del cólera morbo en Berber, Jartum y Suakin, patraña ideada a fin de sustraer esos países a la vigilancia diplomática e impedir que se espiasen los movimientos de las tropas del Jedive en las operaciones para la conquista de Abisinia (empresa ahora desbaratada por el Gobierno británico). De ello se derivó la absoluta falta de camellos para recorrer el desierto y la escasez de embarcaciones para surcar el Nilo; por lo cual los dos misioneros y cuatro laicos que el 26 del pasado noviembre yo había mandado desde El Cairo a Jartum con vistas a preparar los alojamientos para las dos caravanas, quedaron inmovilizados durante ochenta y un días en Korosko, en el umbral del desierto, por no haber podido encontrar camellos; y tuve que conseguir por medio del Consulado que el Diván de El Cairo mandase una orden telegráfica, para que se los proporcionasen a cuatro, mientras que los otros dos permanecían en Korosko esperando mi llegada.


[3133]
2.o Por haberse demorado la Rma. Madre General de San José en enviar a las Hermanas destinadas al Sudán las obediencias, que fueron firmadas en Marsella sólo el 2 de enero, y recibidas por ellas el 19; es decir, sólo una semana antes de que nuestras expediciones partieran de El Cairo. Yo había había cumplido hacía ya tiempo mis obligaciones con las Hermanas, según el acuerdo estipulado en Roma entre la Madre Gral. y yo. Pero, así disponiendo las cosas el Señor, respetables personas trataron de impedir por medios no demasiado justos la colaboración de las santas y eficientes hermanas en mi ardua y laboriosa misión; y no fue tanto mi sagacidad y mis esfuerzos los que conjuraron el peligro, como la misericordia de Dios, que vela con piadoso cuidado por su obra.


[3134]
3.o Por la multiplicidad de preocupaciones y trabajos soportados en El Cairo, de los cuales daré noticia a V. Em.a cuando haya llegado a mi residencia, y por la tediosa y cansadísima tarea de reunir las provisiones para tantas personas en un difícil viaje de tres meses, y de preparar los objetos necesarios para levantar y equipar modestamente dos importantes establecimientos que hay que erigir en el Vicariato.


[3135]
Mi presencia en El Cairo habría sido necesaria para tratar debidamente el asunto de la compra de un terreno en el que construir dos pequeños establecimientos preparatorios para la misión de Africa Central, con el fin de evitar el gravoso alquiler de las dos casas actuales, a cuyo objeto ya he realizado las oportunas gestiones con el I. R. Agente Diplomático y con el Cónsul General austrohúngaro en Egipto para obtenerlo gratis de S. A. el Jedive. Y aún más útil habría sido para vigilar la guerra sorda que, así permitiéndolo el Señor, se hace en Egipto contra la santa obra de la regeneración de la Nigricia. Algunos que por vocación deberían favorecer todo lo que tiende a la sola gloria de Dios, han tratado y quizá tratan aún de multiplicarme las dificultades, y no han dejado de buscar la forma de perjudicarme.


[3136]
Mi Obra es de por sí ardua y penosa, y sólo la omnipotencia divina puede llevarla a cabo. Por eso he puesto toda mi esperanza en el Corazón de Jesús y en la intercesión de María, y estoy dispuesto a sufrir lo que sea por la salvación de las naciones a mí confiadas, convencido de que la cruz constituye la marca de las obras divinas –siempre que no sea debida a nuestra imprudencia o malicia–, y confortado por la sentencia divina: qui seminant in lacrymis in exultatione metent.


[3137]
Sí; por tales motivos mi presencia habría sido útil en El Cairo. Pero, bien meditado todo, decidí confiar el Instituto y mis asuntos de El Cairo a la cuidadosa vigilancia y prudencia de mi excelente misionero D. Bartolomé Rolleri, hombre de probada integridad, discreción y celo apostólico, que desde hace cinco años trabaja encomiablemente en mi Insto. de El Cairo, y volar enseguida con las dos caravanas al Vicariato, por ser hic et nunc urgente y más conforme con el pensamiento de Propaganda ocupar el Vicariato y hacer su visita, así como poner en marcha convenientemente la Estación de Jartum y la del Kordofán.


[3138]
En cuanto a Schellal, he encontrado la casa en óptimo estado de solidez; pero completamente desnuda de los objetos que por valor de más de dos mil escudos poseía, los cuales fueron en parte vendidos y consumidos, en parte robados y en parte destruidos por las termitas. Como aquí tenemos un clima excelente, y un amplio terreno productivo de nuestra propiedad (75.000 metros cuadrados), y en vista de que Schellal es un punto que puede volverse importante, es mi intención devolver a esta Estación la vida y hacerla útil para la misión según el objeto para el que fue fundada, como le expondré después de la visita pastoral del Vicariato.

Le besa la sagrada púrpura con toda veneración



Su hummo., devotmo. y obedmo. hijo

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central






496
Propag. de la Fe, Lyón
0
Schellal
18. 3.1873
N. 496 (465) - A LA PROPAGACION DE LA FE DE LYON

«Missions Catholiques», 203 (1873), p. 196



Schellal, 18 de marzo de 1873



[3139]
Hemos empleado treinta y ocho días en el viaje desde El Cairo hasta Schellal y necesitaremos mes y medio para llegar a Jartum. Tenemos una gran confianza en Dios. Nos ha animado concediéndonos un milagro, por intercesión de la Revda. Madre de Canossa, tía del Arzobispo de Verona, Fundadora de las religiosas llamadas Canossianas. La Superiora de las religiosas de la expedición se estaba muriendo, por lo que empezamos una novena a la Revda. Madre de Canossa.

Al tercer día, o sea el 10 de marzo, la enferma pudo levantarse, y hoy está completamente curada. Prepare las columnas del Boletín para mi Relato de nuestra expedición. Debo concluir ya este billete porque la violencia del viento me impide escribir.



Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






497
Madre Emilie Julien
0
Schellal
19.3.1873
N. 497 (466) - A LA MADRE EMILIE JULIEN

ASSGM, Afrique Centrale Dossier



J.M.J.

Schellal (Nubia Inferior)

l9 de marzo de 1873



Mi queridísima y Revda. Madre:



[3140]
Ya he entrado, tras una navegación de treinta y ocho días por el Nilo, en el Vicariato de Africa Central. Hoy las Hermanas han renovado sus votos. Son las primeras religiosas que pisan el interminable espacio de Africa Central. Estas tres Hermanas son ángeles, debo confesarlo a su querida Madre, y lo hago con sinceridad y un sentimiento de gozo.

¡Qué gracias nos han concedido Dios, la Santísima Virgen y San José! Pero hoy le debo señalar otra gran protectora de Africa Central y de las Hermanas de San José de la Aparición: la venerable Marquesa Magdalena de Canossa, tía del Obispo de Verona, cuya canonización se instruye en Roma. Sor Josefina Tabraui, digna Superiora de nuestras Hermanas, aunque quince días antes de nuestra partida de El Cairo gozaba de bastante buena salud, había trabajado tanto con los preparativos del viaje que cayó enferma: escupió sangre y fue presa de la fiebre, que ya no la dejaba.


[3141]
Debo decirle a usted que resulta difícil moderarla: es incansable y, a pesar de mis reproches, de mis ruegos, y de los de las Hermanas, se empeña en trabajar, no tiene ningún miramiento con su salud. Es indomable. Dios sabe cuánto hemos trabajado y sufrido para obligarla a abandonar el camarote convertido en un horno, o para impedirle que bajase a tierra cuando, con el viento en contra, nos quedábamos detenidos. Esperando poder curarla con el descanso de la navegación, partimos el 26 de enero. Pero la fiebre ya no la dejó nunca durante el viaje de treinta y ocho días.


[3142]
Medicinas, sangrías, reposo, alimentación, todo fue inútil. Como está verdaderamente tísica, a mitad del viaje compré una burra con su pollino por 145 francos; pero la leche le sentaba mal. Llegados a nuestra casa de Schellal, fue a acostarse, y a las siete confesó y comulgó. Nosotros pensábamos administrarle los santos óleos. ¡Qué dolor para mí y para las Hermanas!

Decidimos quedarnos en Schellal con toda la caravana de veinticinco, a esperar a las Hermanas que usted me había prometido, porque ni yo ni sus compañeras podíamos abandonarla para cruzar el desierto. Allí, cada día me representaba un gasto de 60 francos.


[3143]
Estábamos desolados. Era enorme la cantidad de oraciones, novenas y triduos que habíamos dirigido a todos los Santos, a San José, etc.; pero el 9 de marzo yo no creía verla con vida. Y Sor Germana también era presa de convulsiones y palpitaciones.

En mi desesperación, finalmente determiné hacer una novena a la Marquesa de Canossa, fundadora de las Hermanas de la Caridad de Verona, que ha hecho muchos milagros, y que murió en 1835.

En los dos primeros días de la novena se produjo un empeoramiento; pero Sor Magdalena y Faustina, mi prima, gritaban que la de Canossa tenía que hacer el milagro.

Al tercer día de la novena, la fiebre desapareció por completo. Yo quería hacerle beber el agua de la Salette. «No –dijeron las hermanas– no debemos darle nada; es la de Canossa la que debe curarla.


[3144]
Total, que al final de la novena, o sea el 17, Sor Josefina se levantó sana y salva, y ahora trabaja más que nunca. Cesó casi del todo la tos que la consumía, y la fiebre no ha vuelto a aparecer. Sor Josefina está más fuerte que en Deir-El-Kamar y que en El Cairo. Hoy, bajo un sol ardiente, ha hecho un viaje en camello de cuatro horas y media a Asuán para tratar un asunto con el gobernador, y espero que dentro de cuarenta días llegaremos a Jartum. Voy a escribir al Obispo de Verona y haré el informe para añadirlo a la causa de beatificación. Las Hermanas han prometido a Dios no dejar que pase un día sin rezar a la de Canossa, y hacer un ayuno y el retiro de tres días en Jartum si nos concede la gracia de llegar allí sanos y salvos.


[3145]
Sor Germana está curada. En cuanto a Sor Magdalena, desde que salió de El Cairo hasta ahora no ha sufrido nunca un dolor de cabeza, tiene una tez bronceada, y una salud tal que jamás la he visto tan sana y lozana desde el 31 de julio de 1864 hasta el presente. Trabaja por dos con mucha calma y juicio; lo malo es que las otras dos Hermanas también quieren trabajar. Por eso, si en estos países lejanos necesito más Hermanas, es también por preservar a estas tres verdaderas hijas del Evangelio.


[3146]
Después de que haya leído esta carta, sírvase dar a conocer su contenido a Sor María Bertholon, y dígale que la espero en Africa Central para curarla y hacerla apóstol de los negros. Salúdela, además, de mi parte, como también a la Madre Asistente de la cual queremos una foto.

Mándeme Hermanas árabes: por lo menos diez. ¿Para qué voy a hablarle del apostolado de las Hermanas en este país? Los enfermos vienen por centenares todos los días, desde lugares a treinta y cuarenta millas de distancia, para ser curados por ellas.

Sor Germana es ahora la Sor Rosalía de Túnez: me entiende, ¿verdad?...


[3147]
Schellal es un pueblo situado frente a la isla de Filé, de quinientos habitantes diseminados por las cataratas. Nosotros tenemos una buena casa con 15 feddans de terreno junto al Nilo, donde haré un gran jardín (15 feddans son 75.000 metros cuadrados). El aire es magnífico. Ahora bien, si las Hermanas son solicitadas en este pueblo, ¿qué sucederá en Jartum, en El-Obeid, en el Kordofán, donde hay una población tan numerosa?... En consecuencia, le ruego insistentemente que me mande al menos siete Hermanas enseguida. Procure que me sea destinada una buena farmacéutica, porque se trata de apostolado. Espero que para mediados de abril pueda usted hacer que salga de Marsella.


[3148]
Déme santas Hermanas como las tres que tengo conmigo. Mándeme verdaderas Hermanas como las del hospital de El Cairo, porque se necesita un gran espíritu de sacrificio para esta misión...

En tres años espero hacer de Schellal una gran Estación con un bellísimo jardín. Construiré una iglesia toda de granito oriental como el obelisco que hay en la plaza de San Pedro de Roma, que procede de aquí.


[3149]
Consagraré la Estación de Schellal a San José. El clima es diez veces más saludable que el de El Cairo.

Mil saludos a la Madre Asistente. Escriba sobre el milagro a Sor Catalina, a Roma, que yo le escribiré desde Jartum. Espero a las Hermanas.



Su hijo en N. S.

Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






498
Card. Alejandro Barnabò
0
Schendy
29. 4.1873
N. 498 (467) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP Acta, Ponenze, v. 241, f. 689



Schendy, en Nubia Superior

28 de abril de 1873



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[3150]
Mientras estamos embarrancados desde hace dos días entre las cataratas de Halfaya, e impedidos de avanzar también por el viento contrario, tengo el honor de anunciarle que me han llegado desde El Cairo sus veneradísimas del 8 y del 28 de noviembre, así como el Rescripto del Santo Oficio del 11 de diciembre con la dispensa de la abstención del sábado, por lo que le doy infinitas gracias.


[3151]
El ilustre Sir Bartle Frère, Embajador de S. M. Británica, que me fue recomendado con su estimada carta del 28 de noviembre, vino a verme con su séquito a mi Instituto de El Cairo, y departimos durante más de tres horas sobre el doloroso tema de la esclavitud. Aunque este eximio señor pertenece a la Iglesia anglicana, parece animadísimo por la misión filantrópica a la que ha sido destinado por su Gobierno. No se dirigía a Africa Central, que es el verdadero y lamentable teatro de la esclavitud, sino a Mascate por Zanzíbar. Quiere ponerse en contacto con aquellos Sultanes para abolir prácticamente la trata de negros, y después de unos meses volverá a Europa, es decir, a Londres. Acordamos mantener correspondencia usque ad mortem sobre el mencionado fin humanitario. Creí prudente, sin embargo, no decirle nada por el momento de los estragos que ahora está haciendo entre los negros, desde Gondókoro hasta las fuente del Nilo, otro inglés, Sir Samuel Baker, porque antes quiero comprobar el hecho.


[3152]
No obstante parece ser cierto lo que me han contado, porque el capitán de mi barco, desde donde escribo, me asegura que estuvo con Sir Baker tres años largos, hasta hace ocho meses, y que junto con Baker el mayor y Baker el joven mataron bastantes miles de negros, incluidos sus jefes, porque se negaban a acompañarlo hasta los N’Yamza. Pero sobre esto escribiré más adelante.


[3153]
El sistema que han seguido hasta ahora las potencias europeas, sobre todo Inglaterra, dirigido a acabar con la trata de negros es ineficaz para alcanzar el objetivo propuesto. Los Sultanes de los países mencionados recibirán a S. E. el Embajador con gentileza y esplendor, como ya lo hizo con él Su Alteza el Jedive; le firmarán cualquier tratado y darán todas las garantías sobre el papel. Pero, partido el Embajador, seguirán promoviendo y protegiendo el infame tráfico, porque esto está en la naturaleza de los principios del Corán, y para ellos es fuente de algunos ingresos y comodidades. En los tres meses largos que nos hemos pasado viajando desde El Cairo hasta aquí, hemos visto más de cuarenta embarcaciones con esclavos y esclavas completamente desnudos que iban como sardinas en lata; y en el desierto encontramos más de veinte caravanas de negras totalmente en cueros, que marchaban a pie, y a las que a veces hacían moverse a base de latigazos.


[3154]
Todas ellas eran conducidas en pleno día ante los ojos del gobierno local, que es el primer cómplice y promotor, y tenían como puntos de destino El Cairo y Alejandría. Y no hablo del inmenso número de esclavos sacados cada año de nuestro Vicariato y que van a parar a los puertos de Trípoli y Túnez. Por eso no pude menos que mover la cabeza cuando en Berber leí en el Times el siguiente fragmento del discurso de la Corona que el 6 del pasado febrero pronunció la Reina de Inglaterra en el Parlamento de Londres: «Mi último discurso, milordes y señores, se refirió a las medidas adoptadas para acabar eficazmente con la trata de negros en las costas orientales de Africa. He enviado un Embajador a Zanzíbar (Sir Bartle Frère); lleva instrucciones que me parecen las más adecuadas para conseguir el objetivo que me he propuesto. Recientemente ha llegado a su destino, y se ha puesto en comunicación con el Sultán».


[3155]
El único medio de eliminar o disminuir la trata de negros es favorecer y ayudar eficazmente al apostolado católico de esas infelices regiones, de donde son arrebatados violentamente miles y miles de pobres negros, cometiendo los más terribles excesos, y donde se ejerce el infame tráfico. Entre todos los países del mundo es Africa Central donde se perpetran las más tremendas atrocidades contra estos infelices seres. Y como esta horrible plaga de la humanidad afecta sobremanera a mi Vicariato, voy a tener mucho que hacer y que escribir acerca de tal asunto. Yo podría tener en mis manos los hilos para tratar sobre esto con los más altos dirigentes de las grandes potencias de Europa, pero hoy mandan tan sólo gobiernos ateos y revolucionarios: así que no daré un paso sin someterlo todo previamente al sabio juicio de la S. C., y únicamente obraré al respecto siguiendo sus instrucciones.

Le beso la sagrada púrpura y me declaro de Vuestra Eminencia



Hummo. y devotmo. hijo

Daniel Comboni, Provicario Aplico.






499
Homilia de Jartum
0
Jartum
11. 5.1873
N. 499 (468) - HOMILIA DE JARTUM

«Annali B. Pastore» 4 (1873), pp. 32-35





Jartum, 11 de mayo de 1873



[3156]
Soy muy dichoso de encontrarme finalmente de vuelta entre vosotros después de tantas vicisitudes penosas y de tantos anhelantes suspiros. El primer amor de mi juventud fue para la infeliz Nigricia, y, dejando todo lo que me era más querido en el mundo, vine, ahora hace dieciséis años, a estas tierras para ofrecer mi trabajo como alivio de sus seculares desdichas. Después, la obediencia me hacía volver a Europa, dada mi endeble salud, que los miasmas del Nilo Blanco en Santa Cruz y en Gondókoro habían incapacitado para la acción apostólica. Partí por obedecer; pero entre vosotros dejé mi corazón, y, habiéndome recobrado como Dios quiso, mis pensamientos y mis actos fueron siempre para vosotros.


[3157]
Y hoy, finalmente, recupero mi corazón volviendo junto a vosotros para abrirlo en vuestra presencia al sublime y religioso sentimiento de la paternidad espiritual, de la que Dios quiso que fuese investido, ahora hace un año, por el supremo Jerarca de la Iglesia Católica, nuestro señor el Papa Pío IX. Sí; yo soy ya vuestro Padre, y vosotros sois mis hijos, y como tales por vez primera os abrazo y estrecho contra mi corazón. Os estoy muy reconocido por las entusiastas acogidas que me habéis dispensado: demuestran vuestro amor de hijos y me persuaden de que queréis ser siempre mi alegría y mi corona, como sois mi lote y mi herencia.


[3158]
Tened la seguridad de que mi alma os corresponde con un amor ilimitado para todos los tiempos y para todas las personas. Yo vuelvo entre vosotros para ya nunca dejar de ser vuestro, y totalmente consagrado para siempre a vuestro mayor bien. El día y la noche, el sol y la lluvia me encontrarán igualmente y siempre dispuesto a atender vuestras necesidades espirituales; el rico y el pobre, el sano y el enfermo, el joven y el viejo, el amo y el siervo tendrán siempre igual acceso a mi corazón. Vuestro bien será el mío, y vuestras penas serán también las mías.


[3159]
Quiero hacer causa común con cada uno de vosotros, y el día más feliz de mi existencia será aquel en que por vosotros pueda dar la vida. No ignoro la gravedad del peso que me echo encima, ya que como pastor, maestro y médico de vuestras almas tendré que velar por vosotros, instruiros y corregiros; defender a los oprimidos sin dañar a los opresores, reprobar el error sin censurar al que yerra, condenar el escándalo y el pecado sin dejar de compadecer a los pecadores, buscar a los descarriados sin alentar el vicio: en una palabra, ser a la vez padre y juez. Pero me resigno a ello, en la esperanza de que todos vosotros me ayudaréis a llevar este peso con júbilo y con alegría en el nombre de Dios.


[3160]
Sí; ante todo confío en tu labor, Reverendo Padre, y mi queridísimo Vicario General: en ti, que fuiste el primero que me ayudó en esta obra de Misión para la Regeneración de la Nigricia, y el primero que enarbolaste el estandarte de la santa Cruz en el Kordofán, y enseñaste a aquellos pueblos los primeros rudimentos de la fe y de la civilización. Y también confío en vosotros, estimables Sacerdotes hermanos míos e hijos en este Apostolado, puesto que seréis mis brazos en la acción de dirigir por los caminos del Señor a su pueblo, y a la vez mis ángeles consejeros. Y asimismo confío en vosotras, venerables Hermanas, que con mil sacrificios os asociasteis a mí para colaborar conmigo en la educación de la juventud femenina. E igualmente confío en todos ustedes, señores, porque siempre querrán confortarme con su obediencia y docilidad a las afectuosas insinuaciones que mi deber y el bien de ustedes me aconsejen hacerles.


[3161]
En cuanto a usted, ilustre representante de S. M. I. R. A. el Emperador Francisco José I, noble protector de esta vasta Misión, mientras me complazco en agradecerle cuanto ha hecho hasta ahora por ella, me apresuro a expresarle la esperanza de que querrá seguir rindiendo gloriosamente el homenaje de la espada a la cruz, al defender los derechos de nuestra Religión divina, en caso de que fueran ignorados y conculcados.


[3162]
Y ahora es a vos a quien me dirijo, oh piadosa Reina de la Nigricia, y aclamándoos nuevamente como Madre amorosa de este Vicariato Apostólico de Africa Central a mis desvelos encomendado, me atrevo a suplicaros que nos recibáis solemnemente bajo vuestra protección a mí y a todos mis hijos, para que nos guardéis del mal y nos dirijáis al bien.


[3163]
Oh María, Madre de Dios, el gran pueblo de los negros duerme aún en su mayor parte en las tinieblas y sombras de muerte: apresurad la hora de su salvación, allanad los obstáculos, dispersad a los enemigos, preparad los corazones y enviad siempre nuevos apóstoles a estas remotas regiones tan infelices y necesitadas.


[3164]
Hijos míos, yo os confío en este día solemne a la piedad de los Corazones de Jesús y María, y en el acto de ofrecer por vosotros el más aceptable de los sacrificios al Altísimo Dios, ruego humildemente que sea derramada sobre vuestras almas la sangre de la redención, para regenerarlas, para sanarlas, para embellecerlas en la medida de vuestros anhelos, a fin de que esta santa Misión os sea fecunda en salvación a vosotros, y en gloria a Dios. Que así sea.



Daniel Comboni



Original árabe, traducido por el P. Carcereri al italiano,

idioma del que procede la presente traducción.






500
Card. Alejandro Barnabò
0
Jartum
12. 5.1873

N. 500 (469) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABÒ

AP SOCG, v. 1003, ff. 724-725

Jartum, 12 de mayo de 1873

Emmo. Príncipe:


 

[3165]
A los noventa y ocho (98) días de mi partida de El Cairo, llegué finalmente con la gran expedición a Jartum. No le puedo expresar con palabras los sufrimientos, las incomodidades, las fatigas, como tampoco las ayudas y las gracias del cielo, ni las vicisitudes, en fin, de esta peligrosa y difícil peregrinación. Los Smos. Corazones de Jesús y María, que fueron incesantemente el dulce y suave argumento de nuestras esperanzas y plegarias, nos han salvado de todos los peligros, y protegido a todos y cada uno de los miembros de nuestra considerable caravana, especialmente en el arduo y terrible recorrido por el gran Desierto de Atmur, en el que durante más de trece días, desde las doce del mediodía hasta las cuatro de la tarde, tuvimos 58 grados Réaumur [72,5 grados Celsius (!)] y en los que cabalgamos sobre los camellos de dieciséis a diecisiete horas diarias; pese a lo cual el 4 de los corrientes todos llegamos sanos y salvos a Jartum. Dos despachos telegráficos, uno mío a El Cairo y el otro del I. R. Cónsul austrohúngaro a Londres, anunciaban en el mismo día este acontecimiento.


[3166]
Por estar muy cansado, no le hablaré ahora de la favorable impresión que mi llegada a Jartum y la de las Hermanas ha producido en todo Sudán; ni de los asuntos de la misión, y cómo la he encontrado; ni del verdadero milagro que la Marquesa Magdalena de Canossa, muerta en olor de santidad, hizo en Schellal en favor de mi Superiora, Sor Josefina Tabraui, que, curada de mortal enfermedad al tercer día de una novena, pudo atravesar incólume en Gran Desierto, etc., etc. De todo esto le escribiré dentro del mes. Ahora me limito a informarle de la feliz llegada de la caravana a Jartum, para la cual lo tenía preparado todo mi Vicario General, a quien tres meses antes yo había hecho venir aquí con este fin, tras la partida de los dos franciscanos que ocupaban esta Estación.


[3167]
Ya desde mi entrada en el Vicariato, en las primeras cataratas del Nilo, empecé a mostrar a los Gobernadores turcos el Gran Firmán que Su Majestad Apostólica el Emperador Francisco José I obtuvo del Gran Sultán de Constantinopla a favor de mi Vicariato de Africa Central; por lo cual todas las autoridades turcas rivalizaron por favorecernos en todo a lo largo del dificultoso viaje. En Korosko, en sólo dos días conseguimos tener a nuestra disposición sesenta y cinco selectos camellos para el desierto; en Berber, el mismo Bajá Gobernador me dio su embarcación para llegar navegando en quince días hasta Jartum, etc., etc. Luego, la entrada en mi sede fue un verdadero triunfo, que me dejó desconcertado. El Cónsul austríaco, con uniforme de gala, seguido de toda la colonia cristiana de cada secta de Jartum, fue a mi encuentro al barco y me dirigió un emocionante discurso, en el cual me felicitaba en nombre de S. M. Apostólica por mi nombramiento como Provicario y por mi llegada al Vicariato, y en nombre de toda la colonia cristiana de Sudán y de la ciudad de Jartum me daba las gracias por ser el primero en traer Hermanas a Sudán para la educación de la juventud femenina, y me invitaba a tomar posesión de mi sede.


[3168]
Yo, después de una apropiada respuesta, y presentados los misioneros y las Hermanas, por las calles principales de la ciudad, entre el estruendo de los morteros y de los fusiles, rodeado de los misioneros y del Cuerpo Consular y seguido de toda la colonia cristiana, me dirigí a la iglesia y luego a mi señorial residencia, donde el Cónsul me presentó la gente principal de la colonia. Por la tarde vino a visitarme con su numeroso séquito el jefe turco del Gobierno general de Sudán, el cual, felicitándome por mi llegada, se ofreció a servirme en todo lo que pudiera ser de mi agrado. ¡¡¡Veremos!!!


[3169]
No faltó luego quien repitiese una benévola frase del Cónsul, o sea, que daba cordialmente las gracias al Pontífice Pío IX por haber dado nueva vida al Vicariato, y por haber mandado a las Hermanas al servicio de la misión. El Doctor Angélico rogaba así: da mihi, D.ne, inter prospera et adversa non deficere, ut in illis non extollar, in istis non deprimar. Por mi parte, después de haber oído los Hosanna, me preparo para el Crucifige.


[3170]
Ayer, además, hice mi entrada solemne. Inter Missarum solemnia pronuncié en lengua árabe mi Pastoral, en la cual expuse claramente el objeto de la misión recibida del inmortal Pío IX. Asistían más de ciento treinta católicos, gran número de herejes de todo cisma, musulmanes e idólatras, por lo cual estaba llena la capilla, los pórticos y el patio de la misión. Se me aseguró que desde hacía once años largos nunca se había oído en Jartum la palabra de Dios desde el altar; algo que todavía no puedo creer. Aquí nos aguarda no poco trabajo porque, a excepción de dos familias, todos viven en concubinato. Confío en la gracia del Sdo. Corazón de Jesús, al que dedicaré solemnemente todo el Vicariato el cuarto domingo de agosto, dedicado al Sdo. Corazón de María. El Sdo. Corazón de Jesús, invocado por los miembros del Apostolado de la Oración, como escribió el P. Ramière, debe hacer el milagro de conseguir la conversión de los cien millones de almas, de que consta esta inmensa misión.


[3171]
La nueva misión del Kordofán parece estar en un buen comienzo; pero necesito dinero para los establecimientos. Aquí en Jartum, las Hermanas y las maestras negras se alojan en un palacio situado a tres minutos de distancia del jardín de la misión, separado de él por medio de una amplia calle de Jartum.

Tenga a bien recibir los respetos de mi Vicario Gral., el P. Estanislao; de los misioneros y de las Hermanas, y de su



Indignmo. hijo D. Comboni

Provicario Aplico.