[3881]
En las tribus de los Nuba se trabaja a buen ritmo para el establecimiento de la nueva misión. Ya hay allí cuatro sacerdotes misioneros y dos laicos europeos, además de personal indígena de nuestras casas y el veterano del Vicariato, el Sr. Augusto Wisnewsky. Aunque alimento buenas esperanzas de una sólida implantación, no daré informes oficiales a la S. C. hasta que no se hayan realizado los trabajos esenciales que ordené, y hasta que yo mismo no haya puesto debidamente en marcha la obra.
[3882]
Aquí en el Kordofán tengo dos clérigos estupendos, estudiantes de Teología, que han hecho sus estudios filosóficos en Roma con los Dominicos en la Minerva. Uno se llama Vicente Marzano, y el otro Carmelo Loreto, y están provistos de excelentes Certificados de Mons. Pigliacelli. Como desean ardientemente recibir las Ordenes Menores, yo estaría muy dispuesto a complacerlos, porque han dado pruebas de óptimo espíritu y gran abnegación, y esto me hace esperar mucho de ellos para bien de los pobres negros. Por eso suplicaría de la bondad de V. Em.a que me obtuviese del Santo Padre la facultad de conferir a dichos clérigos las Ordenes Menores.
[3883]
Tengo también en esta Misión dos chicos negros de inteligencia despierta y que hacen abrigar buenas esperanzas, los cuales son los primeros frutos de nuestro apostolado en el Kordofán, cuando hace dos años pasé seis meses en esta zona. Están bien iniciados en piedad y religión, y también en italiano y un poco en latín. Uno se llama Daniel y el otro Arturo, y cuentan aproximadamente doce o trece años de edad. Desearía que V. Em.a los admitiese en el Colegio Urbano de Propaganda, a fin de que se alimentasen del espíritu reinante en ese cenáculo de verdaderos apóstoles, para luego transfundirlo en las almas de sus hermanos que viven todavía en las sombras de muerte. Suplico humildemente de la bondad de V. Em.a que atienda mi súplica, por esperar de ello beneficios para la Nigricia.
[3884]
Ha llegado a mis manos una brevísima circular impresa por V. Em.a con fecha 4 de agosto de 1874, relativa a las publicaciones correspondientes a estos tres períodos: anterior, contemporáneo y posterior al Concilio Vaticano. Pues bien, resulta que tengo una carta en latín dirigida al S.Concilio Vaticano con el consiguiente Postulado pro Nigris Africae Centralis. Es un trabajo mío. Además, este Postulado, suscrito por muchos Prelados, y aprobado por la Congregación examinadora de las Propuestas de los Padres para su admisión en la Sección de Missionibus Apostolicis, fue presentado por Vuestra Eminencia, como Secretario de dicha Congregación, a la Santa Sede la tarde del memorable 18 de julio de 1870, y obtuvo la firma del Santo Padre, etc., etc. Por eso, sin más, mando a V. Em.a la copia impresa de este Documento para que haga con él lo que le parezca. He recibido la venerada carta de V. Em.a del 24 de mayo pasado, por la que llega a mi conocimiento la cantidad de 2.000 francos que me destina la Santa Infancia de Viena. Dentro de poco le enviaré un pequeño Informe sobre la labor de mis misioneros y Hermanas en favor de los niños infieles. Necesito mayor número de Hermanas para desarrollar esta obra, y también dos dispensarios o farmacias en Jartum y en El-Obeid.
[3885]
Por otro lado, en la misma venerada carta expresa V. Em.a el temor que tiene del clima malsano de Jartum. Permítame, Emmo. Príncipe, que deje para otra oportunidad el describirle las verdaderas condiciones climáticas de Jartum, porque ahora estoy ocupadísimo, aparte de que siempre ejecutaré al pie de la letra cualquier orden que me dé V. Em.a , que siempre consideraré como la clara voluntad divina. Ahora le señalo, no obstante, los siguientes puntos:
[3886]
1.° Cuando vine por primera vez a Sudán en 1857, Jartum era en efecto una ciudad malsana; pero desde que diversos Gobernadores, imitando a la Misión, han hecho cubrir las fosas de las que se extraía la arena para construir las casas, y que al cesar las lluvias exhalaban miasmas letales que producían aquellas fiebres tan peligrosas, ha dejado de ser insalubre. Hoy no lo es ni más ni menos que Roma, la cual, tiene algún mes de malaria, como Jartum después de las lluvias. Hasta ahora, he hecho frente al problema trasladando a los de salud más delicada a dos casas que me ha dejado un amigo mío musulmán en Geref, un lugar con mejor aire situado a dos horas de Jartum. Además esto quedará perfectamente solucionado cuando pueda construir cuatro habitaciones de segunda planta en la magnífica casa que recientemente he levantado para las Hermanas.
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2.° Ninguna de las cuatro Hermanas muertas en Jartum (y a todas ellas las asistí) fallecieron por el clima de este lugar, sino de enfermedades crónicas o de otro tipo que trajeron a Jartum.
3.° De todos los misioneros que han venido bajo mis órdenes desde 1871 hasta hoy, ninguno ha muerto.
4.° Tanto los misioneros como las Hermanas deben estar exentos de enfermedades crónicas, pues de lo contrario morirán en Jartum, como morirían en cualquier otra Misión.
5.° Los misioneros y las Hermanas de Jartum deben seguir el régimen de vida que les he trazado sobre la base de una larga experiencia.
6.° Es menester que la Congregación de San José me proporcione un conveniente número de Hermanas sanas, porque aquí hay mucho que trabajar y grandes esfuerzos que realizar; de otro modo, las pocas Hermanas que hasta ahora me ha mandado quedarán agotadas en breve plazo.
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7.° Humildemente debo hacer observar a V. Em.a que Jartum es una ciudad de más de 50.000 habitantes, capital del Gobierno del Sudán egipcio y residencia de los altos dignatarios, además de centro de la administración gubernativa de un territorio cuatro o cinco veces mayor que toda Francia. En Jartum tenemos ánimas que salvar, sobre todo por medio de las Hermanas. Hay allí gentes de diversos países europeos y de variadas zonas de Oriente. El Cónsul austríaco, que es de Viena, lleva en Jartum veintidós años; nuestro veterano Augusto estuvo veinte; el canónigo D. Pacual Fiore, Superior y Párroco, lleva tres años seguidos; y yo estuve diecinueve meses consecutivos y no sufrí más que una sola fiebre, aunque trabajé allí mucho tanto física como mentalmente.
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Algunas Hermanas que en El Cairo parecían débiles han conservado bien la salud. Como resulta de pruebas científicas, y de la experiencia vivida por los beneméritos Padres del Espíritu Santo y del Sdo. Corazón de María en sus misiones de Africa Occidental, y por sus Religiosas, la Hermana resiste más en estos climas africanos que el misionero. Si a esto se suma la reflexión de que hay allí muchas almas que salvar, y que los comerciantes no reparan mucho en el clima por una vil ganacia, me parece que lo prudente de momento es seguir adelante, perfeccionando y corrigiendo lo que sea perfectible y corregible con la ayuda del Señor; y tanto más cuanto que Jartum, por el ferrocarril de Sudán, que se ha empezado a construir, y por las grandes conquistas que han realizado y siguen llevando a cabo las armas egipcias, parece destinado a convertirse en una gran capital.
[3890]
Aquí en El-Obeid, el 21 del pasado julio he administrado solemnemente el bautismo a dieciséis adultos infieles, y además este año se ha atraído un discreto número de almas, por lo que hay todavía muchos catecúmenos. Pero mi sistema es proceder con gran lentitud y circunspección. Lo que más me satisface, y que creo haber conseguido con la ayuda del Señor, es la consolidación formal de este inmenso Vicariato, y su estabilidad y perpetuidad. Hay mucho que padecer, naturalmente, y por tanto se necesitan vocaciones sólidas, generosas y seguras. También se precisan medios abundantes. Pero como es una obra totalmente de Dios, yo todo lo espero del Sdo. Corazón de Jesús y del Ecónomo San José, que nunca han abandonado a los que ponen en el cielo su confianza. También este año la Propagación de la Fe me ha dado 54.500 francos con 56 céntimos.
[3891]
Pero la construcción de los dos nuevos establecimientos de El Cairo y la reparación de las pérdidas sufridas por la pasada caravana de Egipto han absorbido gran parte de esa cantidad. También el encarecimiento de los víveres en el Kordofán, causado por el gran consumo y los latrocinios de miles de soldados que desde aquí se dirigen a Darfur, ha aumentado considerablemente el gasto que tenemos que efectuar, y por reflejo también me cuesta más el establecimiento de la nueva Misión entre los Nuba. Pero todo lo arregla San José, que en la barba de su divino Hijo lo mismo encuentra las guineas que céntimos. Y su Inmaculada Esposa, Reina de la Nigricia, sabrá hacer también su parte.
[3892]
Dentro de unos días, cuando mengüen los torrentes producidos por las lluvias, saldré también yo para Gebel Nuba; pero antes espero poder someterle un proyecto mío, el cual tiene como objeto un mayor desarrollo de la obra de las Religiosas. Las Hermanas de San José que me ha concedido la Madre General son poquísimas, y no bastan para las necesidades de la Misión. Pero ese Instituto tiene el elemento árabe, indispensable para la Nigricia, que no posee el de las Pías Madres de la Nigricia, por mí fundado, y establecido en Verona bajo la égida de mi querido Mons. Canossa. Cumpliéndose ciertas condiciones que yo exigiría, me encontraría dispuesto a fundir este Insto. (del que Mons. Canossa acaba de darme excelentes informes) con el de las Josefinas, también para evitar los litigios que por humana debilidad podrían surgir entre dos Institutos de Religiosas trabajando en una misma Misión.
[3893]
No obstante aún no estoy totalmente decidido acerca de esto: convendría que, sopesada cada cosa, y tratado ex profeso el asunto con Mons. Canossa y con el excelente Rector de Verona, D. Squaranti, todo fuese sometido a la sapientísima decisión de V. Em.a .
Mientras, le beso la sagrada púrpura y me declaro
De V. Em.a Rma.
hummo., devotmo., obedmo. hijo
Daniel Comboni, Provco. Aplico.