Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
751
Propag. de la Fe, Lyón
0
El Cairo
19. 1.1878
N. 751 (1166) - A LA PROPAGACION DE LA FE DE LYON

«Les Missions Catholiques» 453 (1878), p. 67



El Cairo, 19 de enero de 1878



[5047]
Nuestra caravana está preparada: pasado mañana partiremos en una gran barca para Asuán.

Después de cinco meses se ha vuelto a abrir la misión de Gebel Nuba, al frente de la cual ya se ha instalado D. Luis Bonomi, su antiguo Superior. Pero sobre esto y sobre muchas otras cosas le escribiré desde mi embarcación al remontar el Nilo. También le hablaré de mis conversaciones con el famoso viajero Stanley, que ha visitado los Nyanza y ha descubierto todo el curso del gran río Congo.



† Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






752
Mons. Juan Zonghi
0
El Cairo
21. 1.1878
N. 752 (714) - A MONS. JUAN ZONGHI

ACR, A, c. 15/147



J.M.J.

El Cairo, 21 de enero de 1878



Dulcissime rerum:



[5048]
En las pocas horas que estuve en Roma a mi paso por ella en diciembre último, fui a visitarle a Ud. con ánimo de abrazarle y al mismo tiempo entregarle la adjunta petición, que es (quede esto entre nosotros) de la hermana de D. Vicente Rossetti, Secretario del Card. de Canossa, que me la ha recomendado cálidamente, porque la numerosa familia de su hermana, a la que él dedica todos sus sudores, se encuentra en grave necesidad y pasa hambre. Yo ruego a Ud. que haga cuanto pueda ante Monseñor y Su Santidad a este respecto.


[5049]
Le escribiré a menudo desde Africa. Hoy estoy ocupadísimo, porque mañana, en una gran embarcación, parto desde El Cairo por el Nilo con un nutrido grupo; y espero llegar en un mes al gran desierto. Le escribiré acerca de muchas cosas, así como sobre mi conversación con el Jedive, que puso por las nubes a Su Santidad, y sobre mi ardua empresa, sus esperanzas y resultados.


[5050]
Pero antes permítame expresarle mis sentimientos de profunda y eterna gratitud por cuanto ha hecho en mi favor, y por la sincera y santa amistad que me ha concedido, y que yo conservaré como algo entrañable y de inestimable valor hasta el fin de mis días. Llevo conmigo, con gran respeto y veneración, los objetos que por medio de Ud. me regaló el Santo Padre, y que constituyen una gloria de mi Vicariato; y tengo dispuesto en mi testamento que, después de mi muerte, tales objetos pasen a las solas manos y para único y exclusivo uso del Obispo y Vicario Aplico. de Africa Central, quien habrá de utilizarlos solamente en las grandes solemnidades. Mil gracias al Santo Padre y a Ud.


[5051]
Su Santidad ha enterrado también a Víctor Manuel. Leo en los periódicos de Egipto que no sólo Mons. Sacrista estuvo a la cabecera del rey moribundo, sino también Mons. Cenni. ¡Ah, qué gran caridad la del Santo Padre!

Le ruego que transmita mis respetuosos saludos a los Monseñores Cenni, Macchi, Ricci y De Bisogno, y al Rector del Colegio Capranica, etc., y que tenga presente en sus oraciones a



Su afmo. amigo

† Daniel Obpo. y Vic. Ap. de A. C.






753
Can. Juan C. Mitterrutzner
0
El Cairo
26. 1.1878
N. 753 (715) - AL CAN. JUAN C. MITERRUTZNER

ACR, A, c. 15/78



J.M.J.

El Cairo, 26 de enero de 1878



Dulcissime rerum:



[5052]
Discúlpeme por mi involuntario silencio. Esta noche, en una gran dahhabia, saldremos de El Cairo D. Squaranti, Administrador Gral, de la Obra; D. Juan Bautista Fraccaro; D. Salvador Piazza, y yo, con cinco Pías Madres de la Nigricia, y con más de nueve laicos y expertos artesanos, en dirección a Asuán, Korosko, Berber y Jartum. Le escribiré mucho durante la navegación; ahora tengo un gran cansancio, porque se necesita tiempo y trabajo para reunir una caravana de más de cien camellos.


[5053]
Las noticias de Berber, Jartum, el Kordofán y Gebel Nuba (donde está el antiguo Superior, D. Bonomi) son buenas, si se exceptúa el hecho de que D. Policarpo, que es algo intrigante, insubordinado y mandón, le da a la botella y se comporta más como soldadote que como conviene a su condición sacerdotal. Pero con paciencia y caridad, y con el freno (lo tendré conmigo por mucho tiempo), espero que se convertirá en un buen misionero y un buen zuavo.


[5054]
Mientras, rece por él. Va diciendo por ahí que tiene influencia sobre los bienhechores de Alemania, y que, si él quiere, con una sola palabra suya detiene todas las obras de Africa; lanza la amenaza (y lo mandó a decir a Gordon Bajá) de que si no se termina con la esclavitud, él arma a los negros contra el Gobierno egipcio; bebe como un cosaco; querría que yo echase a todas las Hermanas, etc., etc. Y se mete en todo, y escribe (pero yo no le hago caso, porque es un fanfarrón) que es su deber informar a Propaganda de las cosas de la misión, etc., etc. Mas a todo se pondrá remedio con paciencia y prudencia.


[5055]
Aquí en El Cairo me recibieron muy bien todos los Bajaes y nuestro excelente Cónsul Gral. Schaeffer. Pero quien me dispensó mejor acogida fue el Jedive, con el que tuve una larga conferencia de más de una hora, y que hizo que el Príncipe heredero me diese dos firmanes para recomendar la expedición a todos los Bajaes y Mudires desde El Cairo hasta el Ecuador. En resumen, que todos rezan por nosotros; y confío en los dulcísimos Corazones de Jesús y María que esta vez haremos una buena guerra al demonio y plantaremos la Cruz en muchos lugares.


[5056]
Desde el barco le escribiré otras cosas de suma gloria de Dios. Las Obras divinas tienen que tener cruces, porque todas nacen al pie del Calvario. Yo me encuentro dispuesto a soportarlo todo y a ser peripsema... por su gloria: pero Africa se debe salvar. Estoy muy contento de tener conmigo a D. Squaranti, que aparte de ser un administrador economicísimo, aconseja como los ángeles. Dice que teniendo a Policarpo vigilado y sujeto, podremos sacar provecho de él y hacerlo un buen misionero.


[5057]
Deseo tener noticias de S. A. Rma. y de usted. Escríbame a Korosko (Nubia Inferior) o a Berber (Nubia Superior). Entretanto, rogándole que salude de mi parte a todos los de su Convento y del Schloss [palacio] de S. A. Rma., me suscribo con eterno reconocimiento



Su afmo. amigo

† Daniel Obpo.






754
Mons. Luis Ciurcia
0
El Cairo
29. 1.1878
N. 754 (716) - A MONS. LUIS CIURCIA

AVAE, c. 23



J.M.J.

El Cairo, desde el Insto. de negros

29 de enero de 1878



Excelencia Rma.:



[5058]
Finalmente, esta mañana, antes del mediodía, saldré con mi caravana desde El Cairo sobre una gran dahhabia en dirección a Asuán. En el desierto de Atmur necesitaré más de cien camellos, y espero llegar en dos meses a Jartum. Al despedirme de V. E. Rma., le renuevo mis sentimientos de eterna gratitud por haber prestado tan gran ayuda a mi ardua y laboriosa Obra, y le encomiendo cálidamente mis dos pequeños establecimientos de El Cairo, y en general todas mis cosas de Egipto, como si fuesen intereses suyos, porque Ud. es para nosotros un verdadero padre.


[5059]
Estoy muy agradecido a la bondad del excelente P. Guardián de El Cairo por tener aquí como Confesor de mis Hermanas al competentísimo P. Gesualdo: es ésta una gran suerte que deseo que continúe por mucho tiempo.

Gracias a la extraordinaria bondad y gentileza del I. R. Agente Diplomático y Cónsul Gral., el Cab. de Schaeffer, conseguí dos firmanes del Gobierno egipcio, y tuve una conferencia de casi hora y media con Su alteza el Jedive, que demostró apreciar la obra católica en Sudán y me ofreció generosa protección.


[5060]
Me encomiendo a la bondad de Ud. y a sus oraciones, y le ruego que se haga intérprete de mis sentimientos de gratitud, presentando mis respetos a S. R. Cónsul De-Franceschi, y saludando de mi parte al Rmo. P. Elías, al P. Secretario, al P. Guardián de Alejandría, al venerable P. Ventura, y a todos los frailes. Le ruego asimismo que tenga a bien aceptar los saludos de don Antonio Squaranti, mi administrador, los de mis misioneros y hermanos colaboradores y de mis Hermanas (siento no haberle presentado en Alejandría las cinco Pías Madres de la Nigricia de mi Instituto de Verona; pero yo creía que, como de costumbre, V. E. vendría este invierno a El Cairo). Mientras, pidiendo su santa bendición, con todo el corazón me declaro



De V. E. Rma. afmo. hijo

† Daniel Comboni Obpo.

Vic. Aplico. de Afr. Ctral.






755
Carta pastoral al Vicariato
0
Schellal
1. 3.1878
N. 755 (717) - CARTA PASTORAL AL VICARIATO

ACR, A, c. 18/10



Schellal, 1 de marzo de 1878



DANIEL COMBONI

POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA S. SEDE. APOST.

OBISPO DE CLAUDIOPOLIS IN PARTIBUS INFIDELIUM

Y VICARIO APOSTOLICO DE AFRICA CENTRAL



[5061]
A nuestros Hijos dilectísimos, venerables Sacerdotes Misioneros y Fieles de todos los ritos de nuestro Vicariato, salud y bendición.

¡Oh, qué terrible desgracia ha afligido recientemente al Orbe Católico! ¡A qué dura prueba ha querido Dios someter a la Santa Iglesia! Su Augusto Jefe, el estrenuo defensor de sus derechos sacrosantos, el experto piloto, el infatigable apóstol, el Pontífice de la Inmaculada y de la Infalibilidad, el santo, el angélico Pío IX, ya no existe.


[5062]
Después del más largo y a la vez más tormentoso pero también más glorioso Pontificado, en la tarde del pasado 7 de febrero, entre las lágrimas de los Emmos. Príncipes de la Iglesia reunidos en torno a su lecho, y entre las lamentaciones de todos los buenos, rendía su alma a Dios. La gravedad de tan enorme pérdida se puede bien sentir, pero no describir.


[5063]
Nuestro corazón ha sufrido la punzada hasta en sus más íntimas fibras, y estoy seguro de que vosotros, queridísimos Hijos, habréis experimentado igual dolor. Y realmente, ¿cómo se puede pensar en Pío IX sin deplorar su pérdida? Que El, lleno de tantas virtudes, grande como los Gregorios y los Leones, la admiración del mundo, la gala de la Cátedra de Pedro, el pálpito de todos los corazones, el terror de los enemigos de Cristo... ¡que El haya sido arrebatado a la Iglesia en estos luctuosos tiempos! Pero ¡adorados sean los arcanos designios de Dios! Y nosotros, agachando la cabeza ante sus divinas disposiciones, y en medio de tanto luto universal, confortémonos con la idea de que no ha querido dejar mucho tiempo viuda de su Jefe a la Sagrada Esposa.


[5064]
El 20 de febrero último, los Emmos. Purpurados reunidos en las salas vaticanas elevaron al Trono Pontificio al Emmo. Cardenal Joaquín Pecci, Arzobispo Obispo de Perugia, que tomó el nombre de León XIII. Por lo cual, mientras damos vivas gracias al Altísimo por la concesión de un digno sucesor del llorado Pío IX, ordenamos que a partir de ahora en la celebración de la santa Misa se incluyan, según las normas de los Sagrados Ritos, las Colectas 4.a y 10.a, es decir, Pro Papa, y Contra Persecutores Ecclesiae, a fin de que la infinita bondad de Dios se digne sostener y defender al nuevo Supremo Jerarca y a la Iglesia de los asaltos e insidias de las potencias del abismo, y vuelva a traer la verdadera paz a todo el universo.


[5065]
Además, siendo inminente el tiempo Cuaresmal, valiéndonos de las amplísimas facultades que nos ha otorgado la S. Sede. Aplica., venimos en determinar que todos los fieles de nuestro Vicariato se abstengan de carne y ayunen sólo los viernes de Cuaresma, la víspera de San José y los últimos tres días de la Semana Santa, advirtiendo que únicamente el Viernes Santo es de estricta abstinencia, y que no se deberá tomar carne y pescado en una misma comida durante toda la Cuaresma.


[5066]
Concedemos también que se pueda comer carne todos los sábados del año, cuyo comienzo fijamos en el día de hoy y su término en el último sábado anterior a la Cuaresma del próximo año.

Agradecidos a la Santa Iglesia por tanta indulgencia, correspondamos con otras obras de mortificación y penitencia, y sobre todo acerquémonos a los Smos. Sacramentos para cumplir el Precepto Pascual entre el primer domingo de Cuaresma y la fiesta de la Santísima Trinidad. Asimismo ordenamos que todos los viernes y domingos de Cuaresma, en las iglesias, media hora antes del Maghreb [= ocaso], se exponga el Smo. Sacramento y se recen las oraciones que al efecto tenemos establecidas. Exhortándoos con todo fervor a que os mantengáis firmes en la fe, os impartimos nuestra Pastoral Bendición.

Dado en nuestra casa de Schellal, a 1 de marzo de 1878.



(L.S.) † Daniel Obispo y Vicario Aplico.






756
Estrella Grigolini
0
Asuán
3. 3.1878
N. 756 (718) - A ESTRELLA GRIGOLINI

AFGV



J.M.J.

Asuán (Alto Egipto), 3 de marzo de 1878



Mi estimada Sra. Estrella:



[5067]
Sólo ayer, a nuestra llegada a esta última ciudad de Egipto, supe que el Señor ha hecho una gran visita a su familia, la cual me es tan querida. Don Squaranti estaba informada de ello ya en El Cairo, un mes antes; pero, conociéndome bien, también conmigo guardó silencio. Cuando lo supe yo, Sor Teresa aún no estaba al corriente de ello. De hecho, en el viaje por el Nilo, varias veces se lamentó de que mientras que había recibido carta de mi padre y del Instituto de Verona, no le había llegado siquiera una línea de su familia.


[5068]
Don Antonio me dio la noticia ayer a las diez de la mañana. A la una del mediodía yo no quería ir a comer, porque era demasiado grande mi dolor y temía que Sor Teresa, que se sentaba a mi derecha a la mesa en el barco, me leyera la expresión de la cara. Al final fui, a instancias de D. Antonio, y traté por todos los medios de mostrarme desenvuelto. Fue imposible, y Sor Teresa leyó en mi rostro, aunque aparentó despreocupación. Pero apenas terminada la acción de gracias, voló a la habitación de D. Antonio y le pidió que le hablase claro. Oyéndola suspirar, yo también fui allí. Ella nos decía: «Pero díganme la verdad, que estaré serena y resignada: mi padre... ¿ha muerto?»


[5069]
Don Antonio y yo, petrificados, con un ahogo que nos impedía proferir palabra, nos pusimos a soltar torrentes de lágrimas; y sólo al cabo de unos diez minutos pudo salir de nuestros labios un sí. Pero qué sufrimiento... Yo sabía que su familia era la más feliz del mundo, que hasta entonces Teresa no había conocido lo que es la muerte de un ser querido: nunca había perdido a nadie de su familia. Y entonces pude medir toda la amplitud de su dolor. Ella quería a su padre con un amor tierno, ya que jamás había dejado pasar un día sin hablar de él, como habla a diario de su madre, de sus hermanos y hermanas y de su tío.


[5070]
Pero me quedé asombrado del heroísmo de esta hija suya, que también lo es mía. ¡Una hija incomparable, una verdadera santa, y uno de mis mayores consuelos en mi espinosísima carrera apostólica! Apenas salido aquel «sí» de mis labios, ella se hincó de rodillas, y con los brazos abiertos hacia Dios y delante de nosotros, exclamó: «Jesús mío, Corazón de mi Jesús, María Inmaculada, San José, a vos ofrezco con toda el alma y el corazón a mi querido papá: acogedlo en el cielo, os lo ofrezco. Hágase vuestra santísima voluntad, etc.; pero dadle el paraíso, donde espero reunirme con él cuando a vos os plazca. Y concededme la gracia, Jesús mío, de proteger, confortar y defender a mi querida mamá y a mi familia: os encomiendo mi papá, mi mamá y mi familia. Pongo en el Corazón de Jesús a mi mamá y a mi familia: hágase siempre vuestra santa voluntad, oh Dios mío. La Cruz es grande, extraordinaria; pero vos la habéis llevado por mí: sed por siempre bendito. ¡Oh papá, ya no te veré más en la tierra, pero seguro que te veré en el cielo! Ruega por mí, por mamá, por nuestra familia...», etc., etc.


[5071]
Estuvo más de un cuarto de hora así, arrodillada ante Dios y ante nosotros; las palabras que le salían, eran palabras de la más sublime santidad y religión. Casi nunca he visto una hija con tanta ternura y amor hacia sus padres, y jamás he conocido una mujer tan fuerte, tan generosa, tan noble, tan cristiana. ¡Bien digna es de la alta misión y empresa a que Dios la ha llamado! Pero si debo de sentir orgullo por una hija tan excepcional, tan santa, debo sentirlo también por quienes la formaron en tanta perfección y santidad: debo enorgullecerme de usted, Sra. Estrella, y de mi querido Sr. Lorenzo, que instilaron e hicieron nacer en el corazón de esta incomparable hija tan alto grado de piedad, fervor, celo, candor y generosidad; que la formaron de tal modo como para poderse comparar a las sublimes mujeres del Evangelio, que acompañaban y servían a los Apóstoles en su predicación.


[5072]
Sor Teresa es una perla, digna de usted y del Sr. Lorenzo, y merecedora de parangonarse con las Lucinas y Petronilas y con las mujeres del Evangelio. Por eso estoy seguro que el padre que crió y educó una hija como ésta, se halla ahora en el paraíso gozando del premio a sus virtudes, a su fe y a su exquisita religiosidad. En una palabra, el Sr. Lorenzo, cuya profunda fe, virtudes y adhesión a la Iglesia y a Pío XI eran conocidas de todos, está en el cielo, y en muy alto lugar de gloria, desde donde ruega por usted, por Sor Teresa, por su familia. Y en la hipótesis de que un ángel le preguntara si estaría dispuesto a volver a la tierra para disfrutar de cien años más de vida, él respondería con un «no» rotundo, porque allí se goza de Dios, y porque desde el cielo es más útil a su familia que en la tierra, si viviera.


[5073]
Por tanto, después de haber rendido su tributo de dolor y lágrimas a su incomparable marido (acto el más sagrado, debido y loable, al ser las lágrimas la expresión santa del perfecto amor deseado por Dios en los hijos y en la esposa), usted debe estar alegre, tranquila y contenta, porque su querido Lorenzo está en el paraíso gozando del premio a esa vida que llevó de verdadero cristiano, y desde el cielo se encuentra en mejor situación de proteger a su familia que aquí abajo, y de ayudarlas a ustedes a hacerlas seguir santamente este terrenal peregrinaje, para luego reunirse con él cuando lo quiera el Señor.


[5074]
Y lo que le digo a usted, se lo digo también a sus hijos e hijas, a D. Luis (a quien escribiré apenas disponga de tiempo), y a mi querido amigo el Sr. Francisco, digno hermano del Sr. Lorenzo y verdadero padre de todos. Sí; usted debe estar alegre, resignada y contenta. De Sor Teresa me ocupo yo: ella será uno de sus más grandes consuelos. Dios ama, y con predilección, a la familia Grigolini, porque es una familia verdaderamente cristiana, llena del espíritu del Señor, y de firme e inquebrantable fe y religiosidad. Que Dios ama a esta querida familia, lo ha demostrado llamando a sí al Sr. Lorenzo, tan buen padre, buen esposo, buen hermano, buen cristiano... ¿Amó el Padre Eterno a su divino hijo? Lo amó con un amor infinito, y por eso quiso que muriese entre tormentos en la Cruz.


[5075]
Jesucristo amaba a su Santísima Madre; sin embargo, aunque Madre de Dios, quiso que fuese la Reina de los Mártires. Jesucristo ama a su Iglesia inmaculada, su Esposa; sin embargo permite que esté atribulada hasta el fin del mundo, quiso que nadase en la sangre de los mártires, y ahora la ha afligido con la muerte de Pío IX. Los santos tuvieron toda clase de sufrimientos: incluso se puede medir la grandeza y elevación de su santidad por el tamaño y cantidad de las cruces y dolores que soportaron. ¿Qué no sufrió Santa Isabel Reina, que después de haber probado las delicias del trono se vio abandonada y pidiendo limosna con sus hijos, etc.? ¡Y es que Dios a los que mucho ama, a sus predilectos, les da cruces! Por eso afirmo que Dios ama a su familia, porque le ha mandado una cruz grandísima, arrebatándole al Sr. Lorenzo. Puesto que tal ha sido la voluntad del Señor, usted debe armarse de valor y pensar que Dios la ama. Confórtese, anímese, pues. Y cobre ánimo también el resto de la familia, como hace su querida hija Teresa.


[5076]
En efecto, después de un cuarto de hora se levantó y se retiró a su habitación, donde encontró a las Hermanas, que, contristadas, se pusieron a besarla y a bañarla con sus lágrimas. Yo me mantuve a su lado, y la dejé llorar durante algunas horas. Mas luego le expuse las verdades antedichas y otras, que no comprende quien no tiene fe, pero que comprendió bien Teresa. Estuvimos juntos toda la tarde, hasta las diez, cuando me retiré a mi cuarto. Ella pasó la noche en parte llorando, en parte durmiendo, y a la mañana siguiente asistió a todas las misas que en el barco celebramos en sufragio del Sr. Lorenzo, por quien todas las Hermanas ofrecieron su comunión. El día de ayer lo pasó un poco entre llantos y rezos, y trabajando, y casi sin dejar de hablar del Sr. Lorenzo y de usted y familia.


[5077]
Esta noche, Teresa ha dormido y descansado; ahora se encuentra muy aliviada, y espero que se repondrá pronto, sobre todo rezando por él y por usted. Además está rodeada de un ambiente de paz espiritual: las Hermanas la quieren y respetan como a una madre. Desde el día en que salió de Verona hasta hoy (y yo he estado siempre con ellas), entre estas cinco hijas ha reinado una armonía celestial: nunca vi una nube entre ellas. Se quieren más que si fueran hermanas en la carne, se ayudan mutuamente y lo que agrada a una agrada a las otras. Además, la voluntad de Teresa es la voluntad de todas, sus intereses son los intereses de Dios, y todos los días oigo el nombre de usted.


[5078]
Teresa es una verdadera hija. Constituye mi consuelo y el de mi querido D. Squaranti; y todos, animados de un mismo espíritu, no deseamos más que salvar almas y cumplir con nuestro deber. Nosotros no cambiamos nuestra condición por una corona, por un trono: somos más felices que reyes; y preparados a sufrirlo todo y a morir por Cristo, los días se nos pasan con la velocidad del rayo. Mañana entraremos en Nubia, o sea, en el principio de ella. Allí comienza también mi Vicariato, que es la diócesis y la misión más grande y poblada del universo, porque contiene cien millones de infieles y supera la extensión de toda Europa.


[5079]
Quería escribir a D. Luis (que debe de tener una hermosa alma y una mente recta, como veo por los sentimientos que expresa a su hermana) y a mi querido Sr. Francisco; pero me veo en medio de un fárrago de cosas que hacer, por la descarga de nuestras dos grandes embarcaciones, y por las cartas que tengo que escribir para muchas partes de Europa y del mundo. Mientras, todos estos días celebramos las misas por el querido Sr. Lorenzo, a quien sentimos como algo nuestro, entre otros motivos porque nos ha dado una digna y querida hija suya que guiar al cielo. Pero... bien entendido, Sra. Estrella, que nosotros no vamos a ir solos al cielo, sino que llevaremos detrás una procesión de almas salvadas de las bocas del infierno; por lo cual, cuando vayamos allá los misioneros y las Hermanas, San Pedro tendrá que abrir de par en par las puertas del paraíso. Así lo esperamos, después de que el Señor nos haya concedido la gracia de sufrir y padecer mucho por El.

Muchos saludos a cada uno de los miembros de su familia, a Francisco, a su esposa, y naturalmente a mi querido Arcipreste Gazzolato, de parte de quien bendiciéndolos a todos de corazón, en los Sdos. Corazones de Jesús y María será siempre



Suyo afmo. en el Señor

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis i.p.i.

Vicario Apostólico de Africa Central






757
Señora A. H. De Villeneuve
0
Korosko
13. 3.1878
N. 757 (719) - A MME. ANA H. DE VILLENEUVE

AFV, Versailles



J.M.J.

Korosko, Nubia Inferior

13 de marzo de 1878



Venerabilísima señora:



[5080]
Llevo mucho tiempo sin recibir sus preciadas noticias, como tampoco las de los dos queridos esposos. Hace 45 días que salí de El Cairo con una gran expedición. El viaje ha sido muy fatigoso en barco, y ahora me encuentro aquí, en el umbral del gran desierto de Atmur. Necesito al menos cien camellos, pero no se encuentran más que unos pocos, y encima hambrientos y cansados, porque no ha llovido ni una gota este año y durante el mismo el Nilo ha ido muy bajo, de modo que hay carestía y los camellos mueren de hambre.


[5081]
Necesito todavía mes y medio para llegar a mi residencia principal, la de Jartum. Además, para llevar la carga correspondiente a veinte camellos hacen falta cuarenta de éstos, porque ahora soportan menos peso y de cuarenta mueren diez. Y encima no se consigue más que un pequeño número de camellos. Así que soy el hombre más apurado del mundo: doble fatiga, doble gasto, doble perjuicio y doble incertidumbre. Le escribo bajo un gran árbol (acacia) que actualmente es mi palacio. A diez pasos de mi baúl, que me sirve de escritorio, hay 45 grados de calor, y casi no estamos a mediados de marzo. ¿Cómo nos las vamos a arreglar? Esta es nuestra situación.


[5082]
Mis misioneros, mis cinco Hermanas Pías Madres de la Nigricia (que son verdaderos ángeles), mis artesanos y yo somos los más felices de la tierra porque estamos en las manos de Dios, de María y del buen San José. Nosotros sufrimos por Jesús, tras confiarlo todo a la divina Providencia. ¡Y qué dulce es sufrir por Jesús, con Jesús y por las almas que debemos ganar para Jesucristo!

En mi estado actual, usted me viene a menudo a la mente, porque ha soportado muchas pruebas con una resignación y una fe heroicas, lo que le ha hecho merecer ante Dios los grandes consuelos que El le ha concedido.


[5083]
Escríbame a Jartum (Sudán egipcio) hablándome de usted, de Augusto y su querida esposa, de su hermana, de su madre y de su sobrina Bretonne. Nosotros nunca hemos dejado de rezar por todos ellos. ¡Ah, qué buenos recuerdos de Prat-en-Raz, de Quimper! Me detengo. Le escribiré desde Jartum. Con las Hermanas y los otros parto para el gran desierto. La mitad de la caravana pasa por el camino del reino de Dóngola.

Mil veces todo suyo



† Daniel Obispo



Original francés.

Traducción del italiano






758
Don Bartolomé Rolleri
1
Berber
31. 3.1878
N. 758 (1169) - A DON BARTOLOME ROLLERI

«Les Missiones Catholiques» 463 (1878), p. 184



Berber, 31 de marzo de 1878



Breves noticias dadas por Comboni.





759
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
24. 4.1878
N. 759 (720) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 627-629



N.° 2

Jartum, 24 de abril de 1878



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[5084]
Aún me encuentro impedido de poder ofrecerle un cuadro de la situación del Vicariato, como le prometí en mi última carta, la n.° 1, escrita desde Berber. Estoy ocupadísimo organizando las cosas, y disponiéndolas para un próspero futuro, a pesar de las graves dificultades sobrevenidas excepcionalmente este año por la escasez de víveres y de agua, y por el insólito calor, que a la sombra, en casa, supera los 40 grados, del mismo modo que en el desierto, al sol, tuvimos casi todos los días de 55 a 60 grados. Hemos padecido mucho, y mucho seguimos sufriendo; pero estamos contentos con ello, porque por crecer nuestra obra al pie del Calvario, dará abundantes frutos. Ahora tengo que trabajar intensamente en estas misiones para promover el bien espiritual, y además necesito escribir mucho a mis bienhechores particulares de Europa, para sacar de las barbas de San José recursos económicos con los que ayudar a mi brazo derecho, el excelente D. Squaranti, Administrador general de los bienes temporales del Vicariato, a quien tengo aquí a mi lado.


[5085]
Pero luego informaré a V. Em.a Rma. sobre todo lo concerniente al apostolado de Africa Central, así como sobre la manera práctica de alcanzar los diversos objetivos. Entonces verá V. Em.a que la pretendida civilización que quieren introducir los Comités Internacionales de Europa no podrá ser más que un fugaz meteoro en comparación con la Obra de las misiones católicas; y que si las potencias quieren obtener algún resultado, no tendrán más remedio que apoyar con los medios posibles a nuestras misiones, porque sólo Jesucristo y su Divina Esposa son los verdaderos civilizadores de los pueblos infieles.


[5086]
Suplico humildemente de la eximia bondad de V. Em.a que se digne hacer ordenar sacerdote para Africa Central al clérigo Antonio Dobale, alumno del Colegio Urbano, quien me pertenece por haber sido rescatado y llevado por mí desde Adén a Verona en 1860. El Excmo. Sr. Rector me hacía esperar que sería promovido al sacerdocio en las recién pasadas fiestas de Pascua. Si fuera ordenado pronto, yo dispondría su venida desde Verona con la próxima expedición de septiembre. En mi Vicariato hay miles de Gallas, y los lugares donde actualmente tenemos nuestras estaciones cuentan con muchos abisinios y Gallas; así que la obra de Dobale me sería utilísima.


[5087]
Con el próximo correo enviaré una cartita de homenaje al Santo Padre, que Dios ha dado como sucesor del Santo Pontífice Pío IX el Grande. Mientras, suplico de su bondad que me ponga a los pies de León XIII, junto con los demás miembros del Vicariato.

Bésole la sagrada púrpura, y quedo de V. Em.a Rma. obedmo., devotmo. y respetuoso hijo.



† Daniel Comboni Obpo. de Claudiópolis

y Vicario Apostólico de Africa Central



1.° De ahora en adelante, para las cartas, mi dirección es siempre:

C/ Egipto, Jartum (Nubia Inferior).

2.° Si llegase a la S. Congr. dinero destinado a mí, suplico a V. Em.a que lo mande depositar en mi banco de Roma, el de Mr. Brown et Fils, de Via Condotti.



† Daniel Comboni

Vicario Ap. de Africa Ctral.






760
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
25. 4.1878
N. 760 (721) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 639-644



N.° 3

Jartum, 25 de abril de 1878



[5088]
En el excelente periódico de Lyón Les Missions Catholiques, n.° 459, del 22 de marzo, que me llegó ayer tarde, en la pág. 135, bajo la rúbrica Africa Ecuatorial, leo lo siguiente:

«Africa Ecuatorial.— La Santa Sede ha encargado a la Sociedad de Misioneros de Argel la fundación de dos grandes Misiones en Africa Ecuatorial. Una debe tener su centro en el lago Tanganika, y la otra en los lagos Victoria y Alberto Nyanza. Doce misioneros están dispuestos a marchar a esos lejanos y peligrosos destinos, y ya han sido nombrados los correspondientes superiores, que han recibido los poderes de prefectos apostólicos. Uno es el P. Livinhac, que va a fundar el futuro Vicariato de los lagos Nyanza; el otro, el P. Pascual, que va a fundar el del lago Tanganika y preparar también la erección de una misión similar en los Estados de Muata-Yamvo.


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»Se ve la importancia que ha adquirido la cuestión de Africa Ecuatorial, sobre la que los viajes de Livingstone, de Cameron y de Stanley han atraído tanto la atención en Europa. Esta importancia explica la de la Obra que la solucitud de la Santa Sede va a confiar a la Sociedad de Misioneros de Argel.»


[5090]
Dado que estas dos nuevas Misiones, llamadas de Tanganika y de los lagos Nyanza, pertenecen a mi Vicariato (como se desprende del Breve del 3 de abril de 1846, en que Gregorio XVI estableció como límite meridional de Africa Central los que se conocen como Montes de la Luna, que según los más acreditados geógrafos modernos estarían situados muy al sur de Tanganika, descubierta por mi amigo Burton), porque el futuro Vicariato de los lagos Nyanza se halla entre los 2° de lat. S. (es decir, a sólo dos grados y medio de nuestra antigua misión de Gondókoro) y los 3° de lat. S., y el de Tanganika se encuentra entre los 5° y 6° de lat. S., o sea al norte de los llamados Montes de la Luna, y por tanto dentro de mi Vicariato, desearía que V. Em.a Rma., en su gran bondad, se dignase transmitirme copia de los dos Breves o Decretos de erección canónica de los dos futuros Vicariatos o dos grandes Misiones, de que habla el referido artículo de Les Missions Catholiques de Lyón, para saber a qué atenerme.


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Por lo demás, como tengo mis dudas sobre la veracidad de tan repentina erección de las dos misiones en los términos y en el sentido de ese artículo, porque sé con cuánta reflexión, sabiduría y prudente lentitud procede la S. Congregación en sus veneradas resoluciones y empresas, me permito hacer a V. Em.a alguna pequeña observación al respecto, dejando para el futuro la posibilidad de presentarle otras más meditadas y maduras, basadas en los estudios que sobre Africa Ecuatorial tengo ya realizados.


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Creo absolutamente inoportuno y peligroso lanzarse directamente desde Zanzíbar a fundar una misión en los lagos Nyanza, sin una bien sólida y segura estación en las costas o algo al interior, en Zanguebar, que tenga como objetivo propio los lagos Nyanza. Las dificultades en las comunicaciones, así como las distancias, son demasiado enormes, y el éxito resultaría dudoso, por no decir imposible. Porque una cosa es una expedición de viajeros o exploradores a una lejana región, por la que pasan como centellas para volverse a casa a atronar al mundo con verdades y mentiras sobre las tierras objeto de la exploración, y otra muy distinta es establecer debidamente una misión católica, para fundar y consolidar la cual se necesitan centros de comunicación y puntos de apoyo, con los que hacer estable y duradero el objetivo, ya que de lo contrario se trabaja inútilmente, haciendo mal uso de misioneros y medios.


[5093]
Me habría gustado que los Misioneros de Argel, los cuales existen desde hace doce años, hubieran probado de algún modo a fundar las misiones del Sáhara y de Tombuctú, que son el objetivo de los magníficos establecimientos erigidos en Argelia por Mons. Lavigerie; y entonces yo creería en su éxito en las futuras misiones de Africa Ecuatorial, que son mucho más difíciles que las primeras. Pero resulta que tenemos espléndidas realizaciones en Argelia, casi nada en el Sáhara y nada en Tombuctú, como V. Em.a conoce mejor que yo. En cambio, los lagos Nyanza son el objetivo natural de las estaciones del Nilo Blanco y de Jartum, que hoy está comunicada por barco de vapor con Ladó (a tres horas de Gondókoro), a donde se llega en quince días. A tal efecto mantuve el pasado enero largas conversaciones en El Cairo con el ilustre Stanley. Este me dio cartas de recomendación para el rey Mutesa, que es el sultán de los lagos Nyanza, los cuales pueden servir como punto de apoyo y centro de comunicación con los pueblos Akka, con el reino de Mombuctu, y con otros. Por tanto, desmembrar hic et nunc los lagos Nyanza de mi Vicariato sería un grave daño para mi ardua y laboriosa misión. Y en cuanto la tarea en cuestión, nosotros tenemos práctica de los peligrosos viajes africanos; estamos avezados al clima, a las extraordinarias privaciones, a pasar las noches al raso, a soportar las inclemencias de las diferentes estaciones del año, etc.


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No creo que tal sea el caso de la naciente institución de Mons. Lavigerie, la cual, aunque posee gran número de sacerdotes y de personal en general, no la creo dotada de algo tan necesario como la experiencia práctica de los viajes africanos, la madurez de ideas, la prudencia en el trato con los nativos, y la extraordinaria abnegación en las inevitables privaciones que encontrarán. Leyendo yo en el Kordofán, hace tres años, la circular de Mons. Lavigerie que anunciaba la ida directa de tres Misioneros de Argel a Tumbuctú, no pude menos que exclamar: «Serán masacrados». Llegado a El Cairo en mi viaje hacia Europa, leí con enorme dolor que los habían matado los Tuaregs. En Africa es necesario avanzar paso a paso, con grandísimas cautelas; y la experiencia cuesta años de trabajo.


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Diría casi lo mismo de Tanganika, aunque es un objetivo menos difícil. Sin embargo, también para el mismo sería necesaria una base de operaciones en alguno de los lugares propicios que se encuentran no lejos de Zanzíbar o Bagamoyo. Pero Tanganika no sería propiamente la base de operaciones y punto de apoyo para el imperio de Muata-Yamvo, o mejor, Muati-Janvo, que dista unas 700 millas de Tanganika; es decir, los estados de Muati-Janvo no serían objetivo natural de la futura misión de Tanganika, sino que más bien lo serían de los estados, o imperio, o reino, de Kazembe, que se encuentra a 400 millas de Muati-Janvo. En todo caso, ya sea que la base de operaciones para el objetivo Muati-Janvo se establezca en Tanganika, ya en Kazembe, con el tiempo este proyecto puede marchar. Y si la Santa Sede creyese conveniente confiar la misión de Tanganika y la de Muati-Janvo a los fervientes misioneros fundados por el dignísimo Arzobispo de Argel, ambas ya contituirían para ellos un campo vastísimo y mucho más fructífero todavía que el del Sáhara.


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Habiendo sido el más ardiente deseo de toda mi vida la conversión de Africa, veo con suma satisfacción reavivarse en los mencionados Misioneros de Argel el celo por la salvación de los africanos. Pero así, por las buenas, y sin conocer por qué importantes razones se podría alcanzar el éxito con unos medios no más seguros de los que yo poseo, ceder mi jurisdicción sobre los lagos Nyanza, hacia los cuales he dirigido desde hace tiempo mis esfuerzos, me parece inoportuno e inconveniente por completo. Es algo a lo que ni yo ni mis misioneros estamos en absoluto dispuestos, por el bien de aquellas poblaciones, que son el objetivo natural de las futuras misiones del Nilo Blanco; y más aún, puesto que no tardará en conquistar los lagos Nyanza el Jedive de Egipto, quien el año pasado, por medio de Gordon Bajá, levantó a sólo tres horas del Victoria Nyanza un fuerte dotado de guarnición egipcia.


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Sin embargo declaro sinceramente, de corazón, que estoy dispuesto a todo lo que la Santa Sede quiera de mí, y por tanto a ceder no sólo el Ecuador, sino también Jartum y el Kordofán y cuanto plazca a la Santa Sede, que, sola dueña de todo, tiene en todo la última palabra.


[5098]
En caso de que se hubiese efectuado, o se llevara a efecto, la creación de las misiones de Tanganika y de Muati-Janvo para los Misioneros Argel, entonces sería conveniente que la S. C. determinase con exactitud los nuevos límites del Vicariato de Africa Central, y a este objeto tengo preparado un proyecto que someter a V. Em.a Rma.


[5099]
Hace tiempo que ha llegado a los lagos Nyanza la misión protestante escocesa, compuesta de ocho individuos, y dotada de 300.000 (trescientos mil) francos, o sea 12.000 libras esterlinas al año. Pero veremos cuánto dura. Probablemente hará como la de Jartum, de la que apenas existe hoy recuerdo. De la expedición del Rey de los belgas, que partió en julio del año pasado compuesta por cinco personas –entre ellas el alemán Marno, un conocido mío–, dos han muerto en Zanzíbar. A su tiempo, la generosa institución del Rey de los belgas será muy útil a las misiones católicas de Africa Central, Ecuatorial, etc. Le beso la sagrada púrpura, y seré siempre de V. Em.a Rma.



Hummo. y obedmo. hijo

† Daniel Obpo.