Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
821
Mons. Joseph De Girardin
1
Jartum
01.02.1879

N. 821; (782) - A MGR. JOSEPH DE GIRARDIN

AOSIP, Afrique Centrale

1 de febrero de 1879
 

Estadísticas y notas administrativas.

822
Reglamento Misioneros
0
Jartum
02.02.1879

N. 822; (783) - REGLAMENTO PARA LOS MISIONEROS DE JARTUM

ACR, A, c. 25/6


Jartum, 2 de febrero de 1879

[5564]

Dado que el misionero debe enseñar no sólo con la palabra, sino todavía más y mejor con el ejemplo, en lo que le concierne deberá procurar cada uno de ellos observar exactamente el horario común de la casa, participando solícito y con actitud correcta en todos los ejercicios de piedad, o procurando de realizarlos en el momento más oportuno cada vez que no haya podido hacerlos en común. Se mostrará siempre obediente y respetuoso hacia sus Superiores, tratará con caridad a sus compañeros, y cuando se vea en la necesidad de tener que castigar o corregir a los que sean puestos a su cargo, lo hará con caritativo celo y nunca como desahogo de rencor o arrebato de ira.
 


[5565]

Mantendrá continuamente un porte modesto y grave, y no se permitirá meter bulla o hacer cualquier otra cosa susceptible de turbar la tranquilidad y la paz suya y de los demás. No juzgará y mucho menos criticará la conducta de los otros, ni censurará a sus Superiores, sino que se ocupará de sí mismo y de cumplir con sus propios deberes; y cuando surja motivo de disputa o controversia con quien sea, someterá siempre el asunto a los únicos legítimos Superiores, a cuyo juicio deberá atenerse.
 


[5566]

Por tanto está absolutamente prohibido referir y propalar, tanto en el interior de la casa como con los externos o con los miembros de otras Estaciones, chismes, habladurías u otros comentarios indebidos, lo que siempre turba el orden de la Misión y la paz y tranquilidad de sus miembros. En tales circunstancias se deberán aplicar estrictamente los preceptos del Evangelio sobre la corrección fraterna y la caridad cristiana.
 


[5567]

Cada sacerdote celebrará a diario la santa Misa según las disposiciones del Superior, cuando no haya justo motivo que se lo impida. Se aplicarán las Misas según la intención del Superior, excepto la cuarta parte del número total de ellas, sobre cuya aplicación dispondrá libremente el celebrante. Todos los meses entregará cada sacerdote la nota exacta del número de Misas celebradas para la Misión.
 


[5568]
Todas las ofrendas a la Iglesia y los ingresos por bautismos, bodas, bendiciones y funerales son propiedad de la Misión y deberán entregarse al Superior.

Cuando alguien tenga que salir de casa deberá comunicarlo al Superior indicando el motivo y contar con su beneplácito.


[5569]

En la necesidad de entrar en casa femenina, se habrá de dar previa noticia de ello al Superior, exponiéndole la causa, y se procurará realizar cuanto antes el asunto de que se trate, sin permanecer allí más tiempo de lo preciso.

Cada uno se contentará con la comida común, y no pretenderá recibir una especial sin permiso del Superior; y en ningún caso irá jamás a la despensa o a la cocina para pedir alguna cosa fuera de la hora establecida.
 


[5570]

No se podrá emplear para propio servicio particular ningún muchacho sino después de haber pedido permiso para ello al Superior o a su Prefecto, y realizado el servicio se le mandará cuanto antes de vuelta a su sitio.

Si alguien quiere servirse de las herramientas y utensilios de la Misión, deberá pedirlos al Superior, nunca los empleará sin su permiso, y los devolverá al mismo o al encargado de su custodia en cuanto haya cesado la necesidad o el trabajo para el que fueron concedidos. De las herramientas que posee cada uno, se pasará nota al Superior.

 


[5571]

HORARIO

Horas 5 a. m. Levantarse

» 6 Misa, meditación y oraciones de la Comunidad

» 7 Desayuno y tiempo libre

» 8 Trabajo, clase para los niños, estudio y otras ocupaciones

» 11.30 Lectura espiritual en la iglesia y visita al Santísimo

» 12 merid. Comida. Visita al Santísimo. Descanso

» 2 p. m. Trabajo, y clase para los niños. Tiempo libre

Al Ave María Rosario en la iglesia y oraciones. Luego, cena y tiempo libre o recreo

» 8 Examen de conciencia, y oraciones en la iglesia. Dormir.

Nota: Este Reglamento y Horario es obligatorio para todos los que establemente o de paso residan en esta casa.


823
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
6.02.1879

N. 823; (784) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SV Afr. C., v. 8 ff. 901-903

N.° 4

Jartum, 6 de febrero de 1879


Eminentísimo y Rmo. Príncipe

[5572]

Con mi última, la n.° 3, le comunicaba que habiéndose reunido los emisarios del rey Juan de Abisinia con Gordon Bajá, Gobernador General de Sudán y representante de S. A. el Jedive de Egipto, éste les había prometido y asegurado que persuadiría a su señor para que nombrase al Abuna de Abisinia, u Obispo cismático, y que él mismo pagaría su viaje y lo haría acompañar por un destacamento de soldados hasta Adua.
 


[5573]

Ayer vino a verme Gordon Bajá, lamentándose mucho de que S. A. el Jedive de ningún modo quiere conceder el Abuna a los cristianos de Abisinia, ya que después de un reiterado intercambio de despachos telegráficos el Jedive ha permanecido inamovible en su propósito de no conceder nunca el Obispo copto a esos pueblos, que son sus enemigos. También el Obispo cismático de Jartum vino a mí a quejarse de este proceder del soberano de Egipto.
 


[5574]

Y el Jedive, que durante tantos años se negó a nombrar al actual Patriarca de El Cairo sólo porque su madre le había predicho que después él moriría, es hombre capaz de hacer que siga viuda la Iglesia cismático-herética de Abisinia quién sabe por cuántos años. Tanto más cuanto que la humillación recibida por el Jedive en la guerra contra Abisinia ha aumentado su odio y furor contra ella, a la que no podrá someter, como tampoco pudieron los denodados y múltiples esfuerzos que durante doce siglos se desplegaron desde la Meca contra esa valerosísima nación.
 


[5575]

Quizá Dios prepara el camino y facilita los medios a Mons. Touvier y sus misioneros Paúles para extender el Reino de Dios a esa benemérita nación, que a lo largo de doce siglos hizo milagros de heroísmo para mantenerse cristiana, aunque desgraciadamente víctima de los nefastos errores del pésimo heresiarca Dióscoro de Alejandría, mezclados con otras mil supersticiones adquiridas mediante el contacto secular con pueblos infieles.
 


[5576]

Para su gobierno, he creído conveniente darle a conocer este asunto, aunque no guarde relación con los de mi Vicariato, porque quizá Vuestra Eminencia no podrá recibir pronta noticia de tan importante hecho para la misión de Abisinia.

El 14 de enero salieron de Jartum cinco Hermanas del Instituto de las Pías Madres de la Nigricia por mí fundado en Verona, y todavía no han llegado al Kordofán. Son viajes sumamente arduos. Hoy he sabido que el 29 de enero partieron de Dauén, en el Nilo Blanco, con diecisiete camellos y se dirigieron a Teiara. Por ello he telegrafiado al Bajá del Kordofán, a fin de que mande camellos a esa ciudad para transportarlas a El-Obeid, dado que desde Dauén hasta Teiara sólo pudieron encontrar camellos consumidos por el hambre y sin fuerzas.
 


[5577]

De las Hermanas de San José únicamente quedan en el Vicariato las cuatro que están aquí en Jartum, y de éstas siempre una u otra está mala. Desde agosto de 1877 mi secretario D. Pablo Rossi, actual director de mi Instituto de Verona, permaneció 42 días en Roma para ponerse de acuerdo en mi nombre con la difunta Madre General, cosa que hicieron; pero dicha Rma. Madre nunca llegó a una definitiva conclusión con el Emmo. Cardenal Prefecto (d. s. m.). Yo escribí repetidamente a la actual Madre General, que ahora está en Roma, y le hice las más amplias proposiciones; pero nunca pude conocer sus intenciones al respecto, ni conseguir que me mandase Hermanas. Mientras, las cuatro que siguen aquí se resienten del cansancio, porque han trabajado mucho, y realmente han hecho prodigios de caridad.
 


[5578]

Gordon Bajá está empeñado en confiarme todos los hospitales de Sudán, y querría que aceptase inmediatamente el de Jartum, de cuarenta camas, para las Hermanas de San José, y el de Fashoda, en la tribu de los Schelluk, del Nilo Blanco, para las Hermanas veronesas. Pero con tan poco personal me es imposible comprometerme. Ahora el gran Bajá ha empezado a construir un nuevo hospital en el Nilo Azul, cerca de Jartum.
 


[5579]

Realmente me gustaría mucho que las Hermanas de San José continuaran en el Vicariato, sobre todo por las Hermanas árabes, que son tan útiles; pero a condición de que me mandasen un contingente suficiente, que me fuera asignada una superiora Provincial, o Primera Superiora, con plena jurisdicción sobre todas las casas de su Congregación en el Vicariato, y que se asignase a cada casa una buena y capaz Superiora. Mas ahora, con cuatro Hermanas, ¿qué podemos hacer? Se fatigan, y así pierden clases y dejan sin atender debidamente las muchas obras tan útiles que dirigen.
 


[5580]

Espero que mi temor no sea cierto, y que la excelente Madre General y su Consejo no se hayan acobardado por la pérdida que ha supuesto para ellas la generosa muerte de nueve Hermanas. No, ella no debe desalentarse, y suplico a Vuestra Eminencia que tome cartas en el asunto y la anime a no tocar a retirada de Africa. Este año ha sido excepcional. Han muerto muchas Hermanas y misioneros, así como muchos hermanos coadjutores; pero han sido la epidemia y las enfermedades contagiosas lo que los ha hecho morir. Y desde 1871 hasta hoy, no ha fallecido ningún sacerdote misionero que previamente se hubiera aclimatado en El Cairo. Todos los que han muerto no se habían aclimadado en esos Institutos, porque por necesidades de la misión los hice venir al centro de Africa sin pasar al menos la estación estival en los establecimientos de El Cairo. Por eso he determinado que de ahora en adelante, aunque tengamos que morir todos nosotros por falta de ayuda, cada misionero y Hermana europeos se aclimatarán en El Cairo antes de arriesgarse a afrontar el clima de Africa Central.
 


[5581]

Tengo la salud destrozada: la fiebre no me quiere dejar, y estoy agobiado por la fatiga y por el dolor de tantas cruces. Sin embargo, el espíritu resiste en la esperanza de ese Jesús que palpitó y murió por la Nigricia.

Espero poder bautizar dentro de poco una treintena de adultos que se están preparando, y se ha trabajado mucho en Gebel Nuba, pese a la dificultad de aquellas lenguas. Besándole la sagrada púrpura, quedo de V. Em.a Rma.



Hummo., devotmo., obedmo. hijo

† Daniel Comboni Obispo

y Vic. Aplico. de Africa Central


824
Jean François des Garets
1
Jartum
10.02.1879

N. 824; (785) - A MR. JEAN FRANÇOIS DES GARETS

APFL (1879), Afrique Centrale, 5

Jartum, 10 de febrero de 1879


Breve billete.

825
Manfredo Camperio
0
Jartum
10.02.1879

N. 825; (786) - A MANFREDO CAMPERIO

«Il Cittadino», Brescia II (20-21 Marzo 1879)

Jartum, 10 de febrero de 1879


«Al Director del Exploratore:

[5582]

Le envío la adjunta carta, que me llegó ayer con otras de Gessi, para el Exploratore. Ayer recibí, además despachos telegráficos también de Gessi. Y asimismo, proveniente de Shakka, llegó un telegrama según el cual Gessi habría vencido al rebelde Ziber, que ha huido a Dar-Fertit y a Bahar Saldaná con unos pocos secuaces, mientras que Gessi habría conquistado Cuatro Escribas y desbaratado al enemigo, causando entre muertos y heridos dos mil bajas y capturando setecientos prisioneros.
 


[5583]

Deseo confirmación de estas noticias por parte de Gordon Bajá, lo que trataré de conseguir apenas me haya dejado la fiebre y yo haya recobrado fuerzas. La tremenda mortandad de este año, que ha acabado con tanta gente –más de tres mil miembros de la misión entre indígenas y europeos, incluido el brazo derecho de mi Obra– me ha impedido contestar centenares de cartas.
 


[5584]

Recibí importantes comunicados de Emin Efendi, de Ladó, de Darfur, etcétera; pero estoy enfermo y no me he podido ocupar de ellos... Figúrese que aún no he leído todo... Aunque me encuentro tan deshecho por las fatigas, mi espíritu siente la fuerza del león, y, a pesar de todos los obstáculos del universo, estoy más firme y decidido que nunca a ser fiel a mi grito de guerra de siempre: «Nigricia o muerte».

Telegrafié ayer a Matteucci, y mañana enviaré telegramas a Massaua para Gessi.

† Daniel Comboni

Obispo y Vic. Ap. de Africa Central


826
Jean François des Garets
1
Jartum
13.02.1879

N. 826; (787) - A MR. JEAN FRANÇOIS DES GARETS

APFL (1879), Afrique Centrale

Jartum, 13 de febrero de 1879


Breve billete

827
Informe Soc. Colonia
0
Jartum
15.02.1879

N. 827; (788) - RELACION A LA SOCIEDAD DE COLONIA

«Jahresbericht...» 27 (1879), pp. 1-28

Jartum, 15 de febrero de 1879

Excelentísimos Señores;

[5585]

Ya más de una vez he explicado en mis relaciones para los Anales de la benemérita Sociedad de Colonia que las obras de Dios nacen siempre al pie del Calvario y que llevan impresa la marca de la Cruz.

La divina Providencia nos muestra en esto una de sus sabias disposiciones, en general confirmada en la historia de la Iglesia, que nos prueba a la luz de la más luminosa verdad que todas las obras de Dios susceptibles de contribuir a su glorificación pueden llevarse a cabo únicamente a través de grandes pruebas y continuos obstáculos y por las vías del dolor, a causa de lo cual requieren sacrificios extraordinarios y el martirio. Las misiones apostólicas son tales obras de Dios –y por lo mismo están marcadas con el sello de la Cruz–, al ir encaminadas hacia la alta meta de acabar con los poderes de las tinieblas e intentar expandir en cambio el reino de Cristo.
 


[5586]

Por ello es natural que hallen continuas hostilidades y persecuciones de todo género: los poderes de las tinieblas no quieren abandonar tan fácilmente su dominio y su trono, y libran contra nosotros arduos combates, en su afán de hacernos sentir toda la fuerza de su poderío, productor de desastres.
 


[5587]

Así, jamás se fundó ninguna misión apostólica, que pudiera conseguir resultados, sin cruces y sufrimientos, sin sacrificio, sangre y martirio. Las vicisitudes de las misiones católicas se asemejan a la gloriosa historia de la Iglesia católica y del Papado: la primera fue fundada y creció con la sangre de sus mártires, y continúa llena de ánimo, a pesar de las furibundas tempestades, su sublime marcha a través de las procelosas olas de los siglos, destinada a alcanzar segura y triunfante el puerto de la eternidad, para lo que fue establecida.
 


[5588]

Y si está determinado que así sea el camino real y glorioso de todas las misiones católicas de la Iglesia, ¿habría de correr otra suerte la misión que es con mucho la más difícil y penosa de toda la tierra, cuyo objeto es la promoción del hombre y que abarca un territorio tan extenso e intensamente poblado, y seguir un camino distinto del recorrido por las otras misiones y de las otras santas empresas concebidas para honra de Dios? No, sus senderos no pueden sino estar sembrados de espinas y tribulaciones de toda especie; tiene que pasar por el crisol de los dolores, de los sufrimientos y del martirio: es la Cruz lo que ella debe esperarse.
 


[5589]

Hay que luchar sin miedo a la muerte contra el demonio de la impiedad y de la enemistad hacia Dios, y será arrojado de Africa. Esperamos que con la ayuda de Dios sea concedido a nuestro tiempo llevar a cabo la conversión de este pueblo, el más abandonado e infeliz de la tierra. ¡Sí, parece que es esto lo que Dios tiene decidido!
 


[5590]

Y ahora, estimados señores, ustedes que dieron el primer impulso, el primer apoyo a esta sublime obra de salvación de las almas; ustedes que fueron los primeros en sostener la obra de la regeneración de Africa Central con un celo digno de admiración y una constancia sin par, a fin de que estos cien millones largos de pobres infelices fueran conducidos a la fe y a la civilización, ustedes que mediante su Sociedad y su caridad han inflamado a la Alemania católica, consideren ahora los frutos de su benemérita actividad. Pueden ver que los ojos de todo el mundo actual están puestos en Africa: unos quieren llevar allí la civilización, otros la religión; hay quienes tienen como meta la abolición de la trata de esclavos, interesándose asimismo en las posibilidades productivas y en las riquezas de sus tierras; otros hay que toman detalladas notas sobre el aspecto geográfico, etc.
 


[5591]

Parece así que la ciencia, la industria y la filantropía se deben unir para hacer allí descubrimientos y resolver de algún modo el problema de lograr que Africa Central pueda ser civilizada y convertida al cristianismo.

Ustedes no estarán menos maravillados, señores míos, de los esfuerzos grandiosos que América, Inglaterra, Alemania e Italia realizan con respecto a Africa Central. Ante sus ojos se presenta la empresa de Su Majestad el actual Rey de los belgas, empresa que da espléndido testimonio de los precisos conocimientos y los nobles ideales de este monarca, gracias al cual varios Estados de Europa y América se han sentido estimulados a ocuparse de Africa y ver la manera de introducir en ella los beneficios de una civilización cristiana.
 


[5592]

Tengan ustedes la convicción de que el trabajo realizado por su Sociedad, más los esfuerzos de toda la Alemania católica, para la liberación y educación cristiana de los negros, que permitieron la puesta en ejecución de mi «Plan para la regeneración de Africa», han tenido no poco que ver con el movimiento de los espíritus y las iniciativas que en todo el mundo se están dando en favor de Africa, no sólo en el ámbito de la ciencia, sino sobre todo en las muy diversas asociaciones de la Iglesia católica.

Sírvales ello de satisfacción, ilustres señores, porque ha sido Dios quien ha despertado en su corazón este amor cristiano, este celo por los pueblos negros. Y sin duda también sus Anales han contribuido poderosamente: revelando las grandes necesidades de estos pueblos y su tremenda miseria, han suscitado en la humanidad vivísimo interés hacia ellos.
 


[5593]

También la Santa Sede Apostólica se ha visto impulsada por esto a hacer cuanto está a su disposición para extender el Reino de Dios a Africa Central, y fundar las misiones sobre sólidas bases. Tengan, pues, en cuenta la gran verdad de que las aspiraciones científicas y civilizadoras de las potencias europeas y sus intenciones humanísticas redundarán todas al final en beneficio de la Iglesia y del apostolado católicos con el ejercicio de su obra de salvación, con vistas a la cual su Sociedad para Africa Central desarrolla su actividad desde hace veinticinco años.
 


[5594]

Añádase ahora que una Sociedad de magnánimos misioneros de Argel, fundada por el enérgico y eminente Arzobispo Mons. Carlos Marcial Allemand Lavigerie para el apostolado de la Prefectura Apostólica del Sáhara, dirige ahora su solícita atención hacia el Africa Ecuatorial. Esa zona se extiende hacia la parte meridional del Vicariato Apostólico de Africa Central y hasta el presente constituye una parte del mismo, en fuerza del Breve del 3 de abril de 1846 dictado por el Gregorio XVI, de santa memoria, y por tanto pertenece a mi jurisdicción.

Como el Señor me ha puesto en mi cargo para la salvación de las almas, me considero dichoso de ceder a la nueva Congregación de Argel, que dispone de mucho personal, los territorios situados alrededor del lago Tanganika y los correspondientes al reino de Muati-Janvo, así como toda la región que se extiende desde el Victoria Nyanza a lo largo de la línea del Ecuador, porque por falta de misioneros yo no podría evangelizar de inmediato dichas zonas.
 


[5595]

También deben considerar ustedes la obra que con tanto celo llevan a cabo los Padres de la excelente Congregación del Espíritu Santo y del Corazón de María, fundada por el Rmo. P. Libermann para el apostolado de Africa. Y asimismo tenemos que dejar constancia, ante todo, de los felicísimos resultados que ha obtenido el P. Antonio Horner, el cual, después de grandes fatigas, ha conseguido anunciar el Evangelio desde Bagamoyo hasta el interior de Nguron y de Mihonda, y en Onsinya.
 


[5596]

Consideren, en fin, la reciente fundación misionera en el Zambeze superior, confiada por León XIII a los Reverendos Padres Jesuitas de Inglaterra. Jefe de ella es un excelente y valeroso veterano de las misiones apostólicas de la India, el Rmo. P. Depelchin, que desde El Cabo se dirige con otros misioneros hacia el Zambeze para fundar la primera estación misionera entre los Matabele y los Betchuana. Desde allí tiene intención de proseguir hacia las orillas del lago Bangüelo, donde expiró Livingstone.
 


[5597]

Una vez dicho esto como introducción a mi informe, quiero poner en conocimiento de ustedes los acontecimientos de nuestra Misión en el curso de los últimos meses y del comienzo, lleno de espinas, de mi apostolado como primer Obispo y Vicario Apostólico de Africa Central. Tan breve espacio de tiempo encierra una serie de terribles y pavorosas penalidades, que constituyen la esencia de la Misión, ya de por sí sobremanera ardua: una dura prueba.
 


[5598]

Mas el mismo hecho de que el Señor haya querido imprimir el sello de su Cruz en el apostolado de Africa Central es promesa segura de su duración, santidad y buen éxito. Todas las desgracias y los acontecimientos dolorosos no han podido, sin embargo, disminuir o abatir ni siquiera por un instante el espíritu de los obreros evangélicos, que han recibido de Dios la vocación para este apostolado difícil y lleno de sacrificios. Al contrario, ello ha servido para aumentar nuestro celo y reavivar nuestras esperanzas; de modo que, sin titubeos, seguimos adelante en el camino emprendido, fieles a nuestro grito de guerra: «¡Nigricia o muerte!»


La carestía en Africa Central en el período 1877-1878.
 


[5632]

Pero sobre todo me llenó de indecible dolor y me destrozó el corazón el alto número de muertes entre los principales miembros de la misión. Todos los integrantes de la misión de Jartum sufrieron en septiembre fiebres violentas y los ataques de otras graves enfermedades: aparte de mí, todos los misioneros; todos los hermanos laicos provenientes de Europa; todos los alumnos, a excepción de dos negros; todas las Hermanas de San José, además de Sor Germana Assuad, de Alepo, que tanto en Jartum como en Gebel Nuba había enfermado a menudo llegando casi hasta morir, y a la que yo mismo administré el Santo Viático; y también todas las maestras negras, las costureras, las alumnas y las esclavas del Instituto femenino, salvo dos.
 


[5633]

Hasta tres meses nos duraron las fiebres y las otras terribles enfermedades, de las que anteriormente jamás se había tenido noticia. Muchos por esta causa llegaron a encontrarse al borde de la tumba. En el mes de octubre yo era el único sacerdote que, con la ayuda de Sor Germana, día y noche, dentro y fuera de la misión, prestaba socorro a los enfermos y a los moribundos. Las dos imponentes casas de la misión de Jartum se habían transformado en hospitales; y no sólo debía atender yo a los deberes de mi ministerio episcopal, sino que además tenía que hacer de superior, párroco, capellán, administrador, médico, cirujano y enfermero, fuera y dentro de la misión, y a veces hasta de enterrador.
 


[5634]

Me encontraba siempre en movimiento, día y noche, sin parar, y durante cuatro meses no pude dormir más que una hora de cada veinticuatro. La inapetencia y la náusea habían alcanzado en mí tal grado que sufría con ellas lo indecible, y cuando tenía que tomar alimento era como si marchase a la muerte. Había días en que me faltaba el caldo de carne para los enfermos y los moribundos que, como los misioneros y las Hermanas, pertenecían a la misión. Di entonces a varios sirvientes mucho dinero para que consiguiesen una gallina o una paloma, y poder preparar así un poco de sopa. Antes las aves costaban poquísimo en Jartum; pero ahora ni en Jartum ni en los pueblos de los alrededores era posible obtener nada. Mandé también a localidades que estaban a un día de viaje, hacia Omdurman, Karari y Tamariet; mas todo fue en vano. Los sirvientes volvieron sin haber resuelto nada. Era un caso verdaderamente desesperado, del que no podría dar a ustedes una pálida idea.
 


[5635]

El sacerdote D. Policarpo Genoud murió en veinte minutos, afectado de improviso por el tifus. Perdí también a mi bueno y devoto Fernando Bassanetti, del Instituto Africano de Verona; tenía en la misión el oficio de horticultor, y con sus considerables conocimientos económico-agrarios y con sus selecciones consiguió llevar la gran huerta de nuestra misión de Jartum a una maravillosa productividad. Sin embargo, en los últimos años sólo crecía allí hierba destinada a los bueyes que transportaban agua del río para evitar los estragos de la sequía al terreno, y a la huerta, que anteriormente, mediante los asiduos cuidados del generoso misionero tirolés el incomparable Ausgusto Wiesnerwsky, de la diócesis de Ermland, ahora difunto, había sido puesta en estado de gran utilidad para la misión.
 


[5636]

Asimismo murió el hábil agricultor Lázaro, de Verona; luego fallecieron el herrero Augusto Serrarcangeli, de Roma, y el verdaderamente santo, aceptable artífice de máquinas y estupendo mecánico Antonio Iseppi, al que yo había traído conmigo de Verona, con el fin de instalar una máquina de vapor para la irrigación de la huerta y poder así prescindir de los animales.
 


[5637]

También era mi intención hacer construir un molino en el que moler el grano para las misiones de Jartum, Berber y el Kordofán, dado que en estos países, donde se continúa moliendo entre dos piedras planas, llamadas marjaka, se obtiene una harina basta y de mala calidad, y tal método requiere mucho personal femenino. Este excelente hombre terminó la máquina y la instaló en un lugar adecuado. Además, siendo por otra parte muy instruido, resultaba muy útil también como catequista, y hacía mucho bien con su ejemplo. Pero después empezó a sufrir de cálculos biliares y de otras enfermedades durante cuatro meses; luego tuvo el tifus y finalmente se fue al eterno descanso a recibir la palma por sus virtudes.
 


[5638]

La reverenda Superiora del Kordofán, después de pasar extraordinarias privaciones, contrajo también el tifus y murió. Sor Enriqueta, de veintiséis años de edad, hasta entonces fuerte y sana, que se distinguía por sus excelentes cualidades y por su inocencia, y que era la directora del Instituto de huérfanas de Jartum, tuvo la fiebre tifoidea después de haber cuidado a muchos enfermos que sufrían de enfermedades contagiosas. Totalmente serena y contenta entregó su alma al Señor. En todos los momentos de su penosa enfermedad se le había oído exclamar: «Tout por Vous, mon Jésus» (Todo por Vos, Jesús mío). Era francesa, y llevaba en Jartum sólo dieciocho meses.
 


[5639]

No hablo de los muchos y tristísimos casos de muerte entre los alumnos de ambos sexos de nuestros Institutos para negros en Jartum, que ustedes, mediante su Sociedad, habían rescatado. Se fueron al cielo con la cara sonriente, para impetrar del Señor de las misericordias gracias para todos los miembros de la Sociedad, por cuya ayuda ellos habían sido liberados de las tinieblas del paganismo y de los tormentos de la esclavitud, y, como hijos de Dios, acogidos en el seno de la Iglesia católica.
 


[5640]

Quiero todavía mencionar la grave e irreparable pérdida que he sufrido en la persona que era el brazo derecho de mi obra, y que estaba a mi lado como un ángel y un sabio consejero; un hombre de fidelidad y sinceridad sin par, el cual dirigió durante ocho años mi Instituto veronés, que bajo su dirección prosperó de modo extraordinario.
 


[5641]

En el año 1877 lo tomé en mi Vicariato como administrador general de la parte económica de la misión de Africa Central, con intención, en caso de que hubiese resistido al clima africano, de designarlo mi Vicario General y, más tarde, hacer que la Santa Sede lo nombrase Obispo y mi auxiliar y sucesor. Me refiero al piadoso, erudito y capaz D. Antonio Squaranti. Aunque todavía no le habían afectado las fiebres, de cuando en cuando, en julio y agosto, en aquellos días de tremendo calor tropical, se apoderaba de él una extrema debilidad. Pero esto no representaba nada de extraordinario, dado que todos los europeos, particularmente en los primeros tiempos de su estancia en Jartum, están expuestos a múltiples indisposiciones físicas. También nosotros las padecemos todo el año, especialmente en la época de las lluvias (jarif). Viendo llover tan intensamente, enseguida pensé que aquello iba a originar fiebres y enfermedades. En Jartum las fiebres del jarif son más mortíferas que en cualquier otro lugar de Africa Central.
 


[5642]

Como D. Squaranti estaba expuesto por primera vez a estas peligrosas fiebres de Jartum, pensé que le convendría un cambio de aires y lo envié a Berber para visitar aquella estación, donde trabajaban cinco Hermanas de las Pías Madres de la Nigricia, que se encontraban en esa misión tan lejana desde hacía varios meses y que precisamente, por una vez, necesitaban consuelo y ayuda, dado que también a ellas les habían afectado las fiebres. Le dije que debía permanecer allí hasta que yo lo llamase de vuelta. El no se dio cuenta de la intención que con procuraba alejarlo por entonces de Jartum, y como hijo obediente emprendió viaje en una embarcación árabe hacia Berber, adonde llegó tres días después.
 


[5643]

Aquí se restableció totalmente y recuperó su antiguo vigor, hasta el punto de escribirme diciendo que se encontraba más fuerte y sano que cuando estaba en Europa. Durante su ausencia se presentaron las terribles fiebres y las otras enfermedades que ya les he descrito. Y apenas él llegó a saber que en la misión de Jartum los casos de muerte eran tan frecuentes que la gente moría como moscas, y que yo estaba completamente solo, sin nadie, aparte de mí, que administrase los Sacramentos, no dudó ni un instante en acudir en mi ayuda y en la de una misión tan duramente probada. En compañía de un miembro de aquella estación subió en una dahhabia sobrecargada de hombres, entre los cuales había muchos pobres musulmanes.
 


[5644]

Esa embarcación empleó catorce días en llegar a Jartum. Pero ya en los primeros días de viaje él empezó a sentir los síntomas iniciales de las fiebres, y encima había agotado su provisión de quinina, por haber ido dándola a los enfermos. Al duodécimo día se encontró ya al borde de la muerte. Luego disminuyó algo la fiebre; pero cuando llegó a Jartum me di cuenta enseguida, por larga experiencia, de que su fiebre se iba a convertir en tifus, que aquí hace estragos. Lo acogimos del modo más caritativo posible y durante doce días lo atendimos física y espiritualmente lo más y mejor que podíamos. ¡Pero todo fue en vano! En la tarde del 16 de noviembre, a las 18.30, expiró feliz en el Señor, en paz y lleno de confianza en la eterna recompensa, mientras que a duras penas nosotros conteníamos nuestras lágrimas. Su gran bondad y caridad fraterna lo condujeron a la muerte, que nos dolió indeciblemente a todos, pero que supuso un golpe especialmente duro para mí.
 


[5645]

Su caridad fraterna, su rectitud y el espíritu apostólico del que estaba animado eran superiores a todo elogio. Su pérdida es para mí irreparable. Pero el Sacratísimo Corazón de Jesús me mandará nueva ayuda: así lo espero por la salvación de la infeliz Nigricia. La extraordinariamente enorme fatiga que desde hace más de diez meses tengo que soportar, las muchas emociones, las aflicciones, las preocupaciones, que el Señor, en sus designios inescrutables, pero siempre llenos de bendiciones, quiere mandar sobre mí, han acabado por hacer mella hasta en mi salud aun siendo tan vigorosa. En Boure a dos millas de Jartum, adonde había ido para visitar a nuestros enfermos, me atacó una fiebre fortísima, cuyas consecuencias todavía me hacen sufrir siempre, y me siento extraordinariamente débil. A saber cuándo lograré recuperar del todo la salud.
 


[5646]

Ante tantas aflicciones, entre montañas de cruces y de dolor, que ya les he descrito y que aún me quedan por describir, el corazón del misionero católico se ha resentido por estas enormes complicaciones. Sin embargo, él no debe perder el ánimo por esto: la fuerza, el coraje, la esperanza nunca pueden abandonarlo. ¿Acaso el corazón de un verdadero apóstol es susceptible de dejarse dominar por el abatimiento y el temor a causa de todos estos obstáculos y dificultades descomunales? No, esto no es posible, ¡jamás! Sólo en la Cruz está el triunfo.
 


[5647]

El Sagrado Corazón de Jesús palpitó también por los pueblos negros de Africa Central y Jesucristo murió igualmente por los africanos. También acogerá Jesucristo, el Buen Pastor, a Africa Central dentro de su redil. Y el misionero apostólico no puede recorrer sino la vía de la Cruz del divino Maestro, sembrada de espinas y de fatigas de todo género: «Non pervenitur ad magna praemia nisi per magnos labores». Por tanto, el verdadero apóstol no debe tener miedo de ninguna dificultad, ni siquiera de la muerte. La cruz y el martirio son su triunfo.
 


[5648]

También los misioneros de Africa Central, que están sometidos a un lento martirio por las privaciones de todo género, el trabajo sobrehumano y el clima abrasador, seguirán el ejemplo de San Bonifacio, Apóstol de Alemania, y de nuestros queridos hermanos de China y de la India, que no temen los más terribles martirios. Ante el estandarte de la Cruz, Africa ha de doblar la cabeza y ser conquistada para Jesucristo.
 


[5649]

Tras haberles informado, señores, de las pérdidas y desgracias de esta importante y difícil misión, me queda añadir que los buenos resultados y éxitos obtenidos, de los que en medio de nuestras extraordinarias fatigas nos podemos gloriar, han sido este año muy abundantes, a pesar de las grandes necesidades, e incluso han superado los que habíamos logrado en los años anteriores.
 


828
Jean François des Garets
1
Jartum
17.02.1879

N. 828; (789) - A MR. JEAN FRANÇOIS DES GARETS

APFL (1879), Afrique Centrale, 5 ter.

Jartum, 17 de febrero de 1879


Breve billete.

829
Berard Des Glajeux
0
Jartum
20.02.1879

N. 829; (790) - A BERARD DES GLAJEUX

APFP, Boîte G 84

Jartum, 20 de febrero de 1879


Señor Presidente:

[5656]

Permítame, señor Presidente, que me arroje a sus pies para abogar por la santísima causa de mi Vicariato, mientras le ruego con lágrimas en los ojos que se digne satisfacer la súplica que he dirigido a la Propagación de la Fe este año. Los dos cuadros estadísticos para Lyón y París, con el doble informe muy detallado sobre la situación de mi Vicariato en doce hojas, tan grandes como la hoja de esta carta, los mandé a Lyón hace ya una semana, por lo cual espero que en este momento los cuadros estadísticos con el informe hayan llegado ya a la oficina de París.
 


[5657]

He aquí todavía un pequeño asunto. La carestía, con la sed y la mortandad, han sido en Africa Central mucho más espantosas y terribles que la carestía y la mortandad de China, de las Indias Orientales y de todas las otras misiones del mundo entero. Aquí muchos víveres de primera necesidad, o faltaban por completo, o costaban ocho, diez, quince, veinticuatro veces más de lo normal. Bien puede comprender usted, señor Presidente, mis grandes preocupaciones y dificultades.
 


[5658]

Encima, la mortandad ha sido aún más terrible. En una zona de mi Vicariato mayor que dos o tres veces Francia, ha muerto la mitad de la población y más de la mitad del ganado y de los animales en general. En buena porción del mismo Vicariato han muerto las tres cuartas partes de la población con los animales, y en muchas localidades situadas a poca distancia de Jartum no solamente ha muerto toda la gente, sino también la totalidad de los animales y del ganado, hasta los perros, que son la única y providencial guardia de seguridad pública en estos países.
 


[5659]

La propia Misión ha tenido a causa de esta terrible epidemia inmensas pérdidas de misioneros europeos y de Hermanas, e incluso ha muerto mi Administrador y Vicario General, D. Antonio Squaranti, que era el brazo derecho de mi Obra.

Bien lejos de desanimarme (aunque yo mismo he estado a punto de morir, y esta vez la 14ª en 21 años) siento en mí un coraje de león y estoy más seguro que nunca de triunfar en mi obra, la más vasta, difícil y laboriosa del universo entero, porque las Obras divinas, y sobre todo las Obras apostólicas que tienen como objeto acabar con el imperio de Satanás para sustituirlo por el Reino de Jesucristo, deben pasar por la vía dolorosa de la Cruz y del martirio, así como Jesucristo llegó al triunfo de su gloriosa Resurrección a través de su Pasión y Muerte.


[5660]

En consecuencia, a fin de restablecer el Vicariato y pagar una parte de las deudas que, para no morir, tuvimos que contraer forzosamente, he rogado a los Consejos Centrales que, sin tener en cuenta los donativos de particulares recogidos por el Boletín Les Missions Catholiques de Lyón, que aumenten este año el subsidio que la Propagación de la Fe me ha venido asignando en los años anteriores y les he suplicado que me concedan, para el ejercicio que ahora usted prepara, la cantidad de 90.000 francos. He calculado que aunque este dinero –unido a los otros pequeños ingresos que espero obtener– no fuera suficiente para las grandes necesidades del Vicariato, sin embargo me permitirá respirar un poco, y por otra parte la divina Obra de la Propagación de la Fe está para socorrer a todas las Misiones del mundo.
 


[5661]

Queda expuesta, pues, señor Presidente, mi humilde súplica. Le ruego por el amor de Dios que haga lo posible porque el Consejo la atienda. Dios derrame sus gracias sobre Africa Central. Jesucristo murió también por los pobres infieles del centro de Africa, y la Propagación de la Fe es el canal de sus gracias y de sus misericordias.

En los Sagrados Corazones de Jesús y María tengo el honor de declararme, señor Presidente
Su hummo. y devoto servidor

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis i.p.i.

Vicario Aplico de Africa Central

Original francés.

Traducción del italiano


830
Obra de la S. Infancia
0
Jartum
27.02.1879

N. 830; (791) - A LA OBRA DE LA SANTA INFANCIA

AOPSIP, Afrique Centrale

Jartum, 27 de febrero de 1879


Ilmos. Señores:

[5662]

Para evitar todo retraso en el futuro, les ruego que, después de haber tenido la extrema bondad de concederme una ayuda, inviten al señor Brown et Fils, banqueros pontificios con establecimiento en Roma, en Via Condotti, de quien además del Vaticano se sirve Propaganda, a dar orden a su corresponsal en París, la Société Générale, de la Rue Provence, de retirar de la tesorería de la Santa Infancia las cantidades que ustedes hayan tenido la bondad de destinarme. Si consideran preferible escribir a su representante en Roma, el Revdo. P. Martín y Beues, Vicario General de los Trinitarios, en Via Condotti, que es el confesor de la pía familia Brown, es lo mismo. Nunca se está seguro aquí en Jartum de encontrar franceses con los que negociar las letras con cargo a París.
 


[5663]

He tardado en escribir porque, después de mi última carta, la carestía ha dado lugar a una mortandad inaudita. Hasta mi gran Vicario y Administrador General, D. Antonio Squaranti, el brazo derecho de mi Obra, ha muerto por la epidemia junto con otros misioneros, religiosas, hermanos coadjutores y miembros de la Misión.

Hubo un tiempo en que yo me encontraba solo para administrar los sacramentos, porque todos los otros sacerdotes estaban muy enfermos o habían muerto, y me vi en la necesidad de ejercer no sólo las funciones de obispo, sino también las de párroco, vicario, superior, administrador, médico, cirujano, enfermero, y cuidador de los enfermos día y noche.
 


[5664]

En cierto momento, teniendo como única ayuda un misionero italiano y una Hermana francesa, con el resto del personal encamado en los dos grandes hospitales en que se habían convertido nuestras dos casas de Jartum, mandé a buscar una gallina o una paloma, o un poco de carne, a fin de hacer algo de caldo para los enfermos, y no se pudo obtener ni con el oro en la mano. En el Kordofán, Sor Arsenia Le Floch, de Bretaña, Superiora de las Hermanas de San José, encontrándose moribunda (era un ángel) pidió por amor de Dios un poco de pan de trigo mojado en agua, y no fue posible hallarlo. Por fin se pudo conseguir un poco en casa de un comerciante judío; pero la Superiora ya había subido al cielo.

Para atender las necesidades más urgentes yo habría tenido que pedir no 15.000, sino 100.000 francos. Así pues, con los 15.000 francos y los de la Propagación de la Fe, todavía habremos de pasar mucha hambre y privaciones durante un tiempo aún largo. Pero todo sea por Jesús y por la redención de Africa Central.
 


[5665]

Debilitado por la tristeza, las fatigas y las angustias mortales, acabé sufriendo también yo, a pesar de mi robusta salud, la fiebre más abrasadora. Hace dos meses que me oprime, y me ha dejado en muy mal estado.

En este momento llevo 26 horas sin ella; pero no puedo dormir, ni comer, ni andar. A lo largo de cuatro meses no he dormido ni una hora de todas las del día y de la noche, y únicamente durante tres semanas habré dormido dos horas cada veinticuatro.
 


[5666]

Pero como las obras de Dios, y sobre todo las del apostolado, deben nacer y crecer al pie del Calvario y pasar por la vía dolorosa de la Cruz y del martirio (lo saben bien ustedes, los jueces competentes del heroísmo de nuestros queridos hermanos de China), yo me siento más lleno que nunca de ánimo y de esperanza, aunque mi salud esté echada a perder; y también más que nunca tengo la seguridad de que después de la pasión y la muerte llegaremos a la resurrección de Africa Central, que doblará la cabeza ante la Cruz de Jesucristo y entrará en su redil.
 


[5667]

En la espera, envío a ustedes relleno el cuadro estadístico que utilizar en el reparto de las limosnas. He hecho también el compendio del informe, pero me siento tan débil que no sé si podré transcribirlo en una semana.

Ahora mismo tengo preparada una sola hoja. Con todo mi agradecimiento y respeto, me honro en considerarme su devotísimo servidor.

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis i.p.i.

Vicario Aplico. de Africa Central

Original francés.

Traducción del italiano