Comboni, en este día

Durante el viaje de animación misionera (1871), Comboni celebra en la catedral de Dresde.
A Mitterrutzner, 1877
Mi confianza está puesta en la justicia de la eterna Roma, y en ese divino Corazón que palpitó también por la Nigricia.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
681
Conde Teodoro Guarienti
0
Roma
15. 1.1877
N. 681 (647) - AL CONDE TEODORO GUARIENTI

AFG



J.M.J.

Roma, 15 de enero de 1877



Mi querido Conde Teodoro:



[4435]
Gracias a Dios, a la Santidad de Pío IX, y a la profunda y verdadera humildad de Mons. Canossa y su perfecto amor a su patria, su primo Luis continuará siendo Obispo de Verona, y está definitivamente dispensado de ir a pelearse con los Graviora, con los Filoppanti y con los panegiristas de Satanás como Arzobispo de Bolonia. Enorme gracia para Verona y para Africa. Como ve, Monseñor se merece un monumento y toda la gratitud de los veroneses: por amor a Verona ha renunciado a la primera sede arzobispal de los Estados Pontificios después de Roma, y al capelo cardenalicio (que espero recibirá de todos modos infra annum).


[4436]
Le escribo a usted sin que lo sepa Monseñor, para que como hombre de acción y prudencia promueva su recibimiento en la estación de Portanuova el viernes día 4 del mes próximo. Convendría que algunos del Capítulo, del Seminario, de las Sociedades católicas, etc., etc. acudieran a recibir a Monseñor para darle una ovación. Merece que los veroneses le besen los pies. Usted comprende mi pensamiento más de lo que expreso. Esta tarde fuimos a ver al Papa, que es un chaval de 30 años.


[4437]
La Congregación Gral. de Ritos para la Venerabilidad de la Marquesa de Canossa se celebrará el 3 del próximo febrero. ¡La familia Canossa, que está mostrando tantas virtudes con un Obispo que renuncia al Arzobispado Cardenalicio, y con miembros poseedores de espíritus dotados de tan heroicas virtudes como para ser venerados en los altares, constituye un espectáculo conmovedor y merece el agradecimiento y la veneración de los veroneses! Estos días hemos visitado a los Cardenales más poderosos y sabios, que han admirado las cualidades (no completamente conocidas o renocidas en Verona por algunos) de nuestro Obispo, al que Africa Central es también deudora de muchos beneficios.

Mandándole saludos para su hija y el Marquesito, me declaro con todo el corazón



Suyo afectísimo y reconocidísimo

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central






682
Don Francisco Bricolo
0
Roma
31. 1.1877
N. 682 (648) -A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/31



J.M.J.

Roma, 31 de enero de 1877

Via Margana 40 A



Mi querido D. Francisco:



[4438]
Con mi carta del pasado 8 de diciembre creo haberle contado las cinco resoluciones que tras profundo y serio examen tomó la S. C. de los Emmos. reunida en el Vaticano el 27 de nov. pdo., y que después de minucioso estudio ratificó Pío IX el 10 de dic., entre las cuales figura la expulsión de los Camilos Estanislao Carcereri y José Franceschini. Mi triunfo tenía que ser solemne y completo contra adversarios tan poderosos, ya que me habían acusado, se puede decir, de los siete pecados capitales y de faltar contra los Mandamientos, etc., etc.


[4439]
A lo que el Rmo. P. General añadió un feroz Informe suyo contra mí. Ese General de los Camilos, Guardi, que es Consultor de cinco Congregaciones Cardenalicias, y de la Inquisición, y de la Disciplina Regular, y de Asuntos Eclesiásticos extraordinarios; que es Examinador de los Obispos, Examinador del clero, etc., etc.; que tiene mucha confianza con el Papa y con Cardenales; que goza de enorme poder e influencia, y de estima y veneración en el Vaticano, etc., etc.; con todo eso, se quedó con un palmo de narices. Porque en la reunión celebrada en Propaganda, y presidida por el Emmo. Card. Prefecto, en presencia del mismo Rmo. P. General se decidió reclamar a todos los Camilos de Africa, sin exceptuar ninguno.


[4440]
Sobre la base de tal decisión he mandado orden al Canónigo Fiore, mi Vicario General, de que vaya a recibir formalmente la Casa ex Camila de Berber e instale en ella a mis misioneros. Así me he librado para siempre de estos capitales enemigos, que no buscaban otra cosa que ponerme obstáculos e impedir mi obra. Dios los bendiga y salve sus almas, pero éstos no son religiosos. Y hoy Dios castiga en los inocentes a tantos culpables, con las supresiones y de otras maneras.


[4441]
El Rmo. General tiene inquina contra mí, y creo que los demás de la Orden no me pueden ver ni en pintura. Por darle a conocer una de las mil anécdotas que han acompañado esta causa, le diré sólo algo que el Emmo. Card. Ponente Bertolini nos contó al Obispo de Verona y a mí. El P. General fue a ver a este Emmo. y se le quejó porque, según decía él, había inducido a otros Cardenales a quitar la razón a sus religiosos, cuando antes estos Emmos. le habían prometido apoyar a los suyos. A lo que el Cardenal respondió que la S. C. no había hecho más que lo que debía: hacer la pura justicia.


[4442]
Como el General replicase que Comboni era un bribón, y que sus religiosos se habían portado bien, el Emmo. insistió: «La S. C. ha hecho la pura justicia: sus religiosos no tenían razón y Mons. la tenía mil veces». Pero el General siguió quejándose y repitiendo su acusación, por lo cual Su Eminencia le contestó: «Le aconsejo que se calle. ¿Quiere que se lo diga bien claro? Todos mis Emmos. Colegas han votado por unanimidad en contra de los suyos y a favor de Comboni; todos unánimemente han condenado a sus religiosos y proclamado la justicia a favor de Mons. Comboni: todos, ni siquiera uno ha sido favorable a los suyos. Y no digo más. Ahora haga usted lo que le parezca». Puede imaginarse la frustración con que se marchó ese venerable septuagenario. Pero debo decir que todo esto ha sido un verdadero milagro de Dios, por lo que mi obra ha adquirido también esta vez el carácter de obra de Dios.


[4443]
El General y los Camilos tratan de salvar la cara afirmando que, como las misiones no son el objeto de su Orden, la Junta o Consejo de ésta pensó en reclamar de Africa a los religiosos, porque son necesarios en Francia, etc. Perfecto. Pero resulta que lo hacen después un año de examen en la S. C. de Propaganda, y tras sentencia de la Santa Sede.


[4444]
Ahora me queda por cumplir el tercer punto de la quinta resolución de la S. C. aprobada por el Papa: «Sea oído Mons. Comboni sobre cómo organizará el Vicariato con las solas fuerzas de su Insto., sin la ayuda (sic) de los Camilos». Yo he preparado el Informe, pero mi Cardenal está enfermo desde hace 20 días. El informe, una vez leído por el Cardenal y por varios después de él, será llevado a la Asamblea, luego impreso, luego transmitido a los Cardenales, luego discutido en plena Congregación General, luego dado a conocer al Papa, y finalmente, calculando la eternidad sistemática y proverbial de Roma, creo que a duras penas podré largarme de Roma para la primavera. Pero ¡paciencia! Con paciencia se vence todo. He conseguido un triunfo colosal que hace época en Propaganda.


[4445]
El General, el P. Carcereri, etc., el grupo de los Camilos, incidit in foveam quam fecit; y Carcereri, Franceschini y el General, que esperaban hacer prosperar su Orden en Francia con los restos y con la ruina de mi Obra; que secreta y confidencialmente habían avisado ya a muchos amigos míos de que mi caída era inminente, que yo iba a ser depuesto, y que no volvería nunca a Africa, porque la Misión les iba a ser confiada a ellos, se han llevado un chasco tremendo. Dios los bendiga eternamente. Pero durante dos años y medio sufrí las angustias de la muerte: creía sucumbir.


[4446]
Sin embargo, apenas barruntado el juicio de la suprema autoridad de la Iglesia, me sentí mejor hasta tal punto que el Santo Padre Pío IX, en presencia del Obispo de Verona, dijo al verme tan fuerte y robusto: «Comboni, no haces penitencia; y parece que Africa Central no te sienta nada mal». Pero salió en mi defensa Mons. Canossa, y dijo al Santo Padre que yo la penitencia la hago en Africa, cuando estoy obligado a vivir a base de pan y cebolla, a no beber vino, a comer sin sal y a viajar por desiertos bajo 90 grados de calor, etc. «¡Oh, es verdad!», admitió el Santo Padre volviéndose hacia mí. «Y tan verdad –dije yo–; pero ésos son tan sólo los sacrificios más pequeños». «¡Vaya! –exclamó el Santo Padre– Sí que es una misión dura», etc., etc.


[4447]
El Obispo de Verona ha estado siete días aquí en Roma. Juntos hemos trabajado mucho ante los Cardenales y el Santo Padre para que no vaya a Bolonia, cosa que hemos conseguido perfectamente; y yo he jugado en ello un papel destacado. Bolonia es la diócesis más importante de los Estados Pontificios después de Roma, y a la sede arzobispal va unido el capelo cardenalicio. Sin embargo, Canossa ha rechazado todo generosamente, ganándose así los corazones de todos en Verona, y mejorando enormemente su situación, pues podrá hacer un gran bien. Pero el capelo lo tendrá.


[4448]
El sábado 3 de feb. se celebrará la Congregación de los Emmos. para declarar Venerable a la Mqsa. Magdalena de Canossa, tía del Obispo. Espero comunicárselo a él con un telegrama después de la comida. También he trabajado mucho para conseguir esto. Conociendo la pereza y lentitud romanas, me dejé los miramientos en Africa y estuve dando la tabarra a la Congregación de Ritos desde el Emmo. Card. Prefecto hasta el último de los monseñores; y el buen Abogado me confesó: «Me ha hecho trabajar muchas noches. Le digo de verdad que si usted no hubiera estado espoleando y aguijando, me lo habría tomado con más calma, y seguramente la causa de la Sierva de Dios habría quedado para las calendas griegas». Yo lo he hecho por interés, porque me espero de la Venerable muchas gracias para la Nigricia.


[4449]
Mañana sale para Egipto D. Policarpo con un laico. Algunas semanas después partirán otros dos. Además he dado orden a El Cairo de que manden dos sacerdotes, un estudiante de teología, dos hermanos laicos y tres hermanas a Africa Central; y a mi Vicario General le he ordenado que ocupe la Misión Camila de Berber y ponga al frente de ella a D. Jenaro Martini, que ahora está visitando el Nilo Azul y las provincias de Cadaref y Galabat. Mas basta por hoy.


[4450]
Saludos a D. Consolaro y a todos los del Colegio, y presente mis respetos al Sr. Obispo, al Prof. Sartori, a Mons. Dalla Vecchia y a cuantos conozco, especialmente a su padre y su hermana.



Mientras, queda suyo afmo.

Daniel






683
Madre Emilie Julien
0
Roma
14. 2.1877
N. 683 (649) - A LA MADRE EMILIE JULIEN

ASSGM



Roma, 14 de febrero de 1877



Mi veneradísima Madre General:



[4451]
La Madre Emilienne, Superiora Provincial de Africa Central, me ha escrito muchas veces expresándome la necesitad de tener Hermanas árabes. Realmente una buena Hermana árabe, como las que hemos tenido, hace cuatro veces más en Africa Central que una europea. Por tanto le ruego, mi querida Madre, que me mande de Marsella o de Siria dos o tres Hermanas árabes como Sor Josefina Tabraui, Sor Ana y Sor Eufrasia. Si yo contara con ocho Hermanas como las que he nombrado, ¡qué gran dicha!

Busque la manera de mandarme a El Cairo estas tres Hermanas: saldrán para Jartum en la primera quincena de marzo.

Todas las Hermanas, principalmente la Madre Emilienne y las del Kordofán, tienen un gran apego a la Misión de Africa Central.

Mis respetos a la Madre Eufrasia y a Sor María Bertholon. Rece por mí.



Daniel Comboni

Provicario Aplico.

de Africa Central



Original francés.

Traducción del italiano






684
Madre Isabel Nespoli
0
Roma
9. 3.1877
N. 684 (650) - A LA MADRE ISABEL NESPOLI

ACCR, c. S. Sede



J.M.J.

Roma, Via Margana 40, A, 1º

9 de marzo de 1877



Rma. Madre Superiora:



[4452]
Le doy las gracias por sus dos gentilísimas cartas. Me alegro de que haya recibido los 50 ejemplares del Decreto de Venerabilidad de la Santa Marquesa, que le remití hace cerca de una semana. Ahora le envío 40 más, a fin de que cada Casa tenga al menos dos, para colocarlos uno en la sala de visitas y el otro en la sacristía.

Del conjunto de sus veneradas cartas resulta que usted desea que se proceda en la Causa de Canonización de la Venerable hasta que sea declarada Beata y podamos rezar el oficio y decir misa ante su altar.


[4453]
Puedo manifestarle haber oído decir al Santo Padre Pío IX que la de la Marquesa es una muy buena Causa; y al Emmo. Cardenal Ponente y Prefecto de la S. C. de Ritos, así como a muchos otros Cardenales y Prelados conocedores de esta Causa, que la misma es una de las mejores que hay actualmente en la Santa Sede Apostólica. Incluso los Promotores de la Fe, Monseñores Salvati y Caprara, los cuales son los Abogados del Diablo (que por deber de su función hicieron aparecer a la Marquesa todo lo contrario que santa: falsa, embrollona, etc., etc., como verá por el Proceso impreso, del que le mandaré algunos ejemplares) están convencidos de que es una magnífica Causa. Milagros ha realizado cuantos se necesitan para declararla Beata, como hace un mes referí por extenso al Emmo. y Rmo. Sr. Cardenal, nuestro Obispo, al que expliqué también los pasos que hay que dar para alcanzar la meta, y que expondré también a usted en Verona a mi regreso. En base a tales instrucciones mostré que se debe proseguir enseguida la Causa hasta el punto de celebrar la Misa de la Marquesa.


[4454]
Así pues, siendo la Causa excelente, y habiendo ya los milagros necesarios (cuya veracidad y la de los testigos será preciso comprobar una vez más en el nuevo proceso apostólico, que debe abrir el Emmo. Obispo de Verona, según las Reglas para la Canonización de los Santos), sólo queda tirar de las barbas a San José, a fin de conseguir el dinero necesario para continuar la Causa. San José, el Ecónomo de Africa Central, tiene las barbas llenas de guineas y napoleones de oro, y se ha mostrado generosísimo conmigo mandándome en pocos años casi millón y medio de francos para fundar once establecimientos desde Verona hasta el centro de Africa, entre los cuales los dos veroneses me cuestan 30.000 francos al año de mantenimiento. ¿Con cuánto mayor placer no habrá de prestarse mi querido Ecónomo S. José a favorecer a sus Hijas, como son las Canossianas, para canonizar a Aquella que promovió tan eficazmente la devoción al santo Esposo de la Virgen María?


[4455]
Me parece que el feliz resultado sería segurísimo, si en este santo mes todas las Hijas de San José esparcidas por Italia y China suplicasen al santo Patriarca que mandase a cada casa de la pía Congregación Canossiana 500 liras en el plazo de tres años, las cuales emplear en los gastos de tan buena Causa. Sin cuartos no se canoniza a nadie, aunque hiciese milagros todos los días. La Iglesia tiene que gastar en impresos, en el mantenimiento de oficiales, en consultas médicas, etc., etc. Yo tengo la certeza de que San José concederá la gracia si sus Hijas ruegan por este fin. Pero no deben hacer como el Cardenal Federico Borromeo, quien, ya terminada la Causa para la canonización de San Carlos, viendo los enormes gastos que había soportado su familia (hoy se gasta mucho menos), exclamó: «En mi casa, buenos, sí; pero, santos, basta». Las Hijas de San José deben confiar en San José, pedir a personas seguras, rezar, y tirar adelante.


[4456]
Como además la Marquesa muestra ser una verdadera protectora de la Nigricia, también yo haré mi parte, e intimaré a mi Ecónomo a soltar la tela para la Causa; a tal fin oportunamente ordenaré a mis establecimientos que recen.

Así que ánimo, confianza en Dios, y prosígase la Causa. Aquellos de los Emmos. y Rmos. Prelados que tienen derecho al retrato de la Venerable, ya han empezado a entonar la cantinela acerca de cuándo se harán esos retratos; pero, dentro de poco, cuando haya cesado el agobio de las gestiones, las visitas cardenalicias y los recibimientos, con el Emmo. sobrino nos ocuparemos también de esto.


[4457]
Entretanto me encomiendo a sus oraciones y a las de sus Hijas. El Abogado de la Causa, que dio una respuesta apabullante a las Objeciones del Promotor de la Fe, ahora se encuentra enfermo (aunque es un joven de 32 años) por las noches que le hice pasar al escritorio para responder con diligencia a todas las objeciones del Abogado del Diablo: hay que sacudir la lentitud romana, y así podremos ver pronto a la Marquesa en los altares. Rece por los más de cien millones de infieles que la Santa Sede me ha confiado para su conversión. Mientras, en los dulcísimos Corazones de Jesús y María me declaro



Su devotmo. y verdadero servidor

Daniel Comboni

Provco. Aplico. de Africa Central






685
Don Francisco Bricolo
0
Roma
23. 3.1877
N. 685 (651) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/32



J.M.J.

Roma, 23 de marzo de 1877



Mi querido D. Francisco:



[4458]
Le obtendré la facultad deseada; pero hasta ahora (y seguiré así aún por algún tiempo) he estado tan ocupado día y noche que no he podido pensar en esos encarguitos, de los que tengo al menos una treintena, de varios. Figúrese que hemos visitado dos veces a los cuarenta y cinco Cardenales presentes en la Curia, al Santo Padre, a un gran número de Prelados y Señores; que he escrito mucho, dado muchas vueltas, subido y bajado miles de escalones; que he gestionado mis asuntos, los cuales por sí solos ocuparían a diez personas, etc., etc., y los del Vicariato. Hoy el Emmo. Cardenal Canossa tomará posesión de su Título de San Marcelo, y mañana se irá para hacer su entrada solemne en Verona a las 5 de la tarde del lunes. Yo, mientras, he cogido más resfriados y constipados.


[4459]
A causa de los Consistorios de marzo, no se ha celebrado este mes ninguna Congregación Gral. de Propaganda para dar cuenta a los Emmos. de la ejecución de las resoluciones tomadas por la S. Congregación el 27 de noviembre del año pasado con respecto a los Camilos, tras de lo cual debe seguirse mi nombramiento oficial para el episcopado, como es bien seguro. Pero en esto entra también la proverbial lentitud, no siempre oportuna, de Roma. Imagínese que hay asuntos por decidir sobre otras misiones, que llevan aquí años y años. Pero hoy se me ha prometido concluir todo lo mío en la Congregación Gral. de abril. Ya veremos. Ayer estuve en la conversación del Papa a mediodía en las Logias de Rafael con algunos Cardenales, Prelados, Kanzler, etc. ¡Oh, qué placer! El Papa y mis Cardenales muestran una gran bondad conmigo. Todos los Camilos se han marchado de Africa Central, y tres de ellos irán a Jerusalén. Dios los bendiga siempre, pero lejos de mí. ¡Bueno sería que Canossa fuese el futuro Papa! Ciertamente sus Emmos. Colegas lo estiman mucho: es genuinamente sano de principios, sincero, y un hombre de bien. Le presenté sus respetos cuando recibí la carta, y él le envía a usted sus saludos. En Roma se decía que el P. Schiattini iba a ser hecho Cardenal. Lo conozco: es una buena persona.

Muchos saludos a Consolaro y a todos. Don Pablo, mi secretario, quiere que usted le recuerde, pero yo más que todos.



Tuissimus in Xto.

Daniel






686
P. Camilo Guardi
0
Roma
25. 3.1877
N. 686 (652) - AL P. CAMILO GUARDI

AGCR, 1700/41



25 de marzo de 1877



Reverendísimo Padre:



[4460]
Recibí esta mañana su estimadísima de fecha 25 de marzo, y como yo sabía que había escrito a mi Representante, el Can. D. Pascual Fiore, diciéndole que fuera él mismo a Berber a recibir formalmente aquella misión y entregar al P. Estanislao el dinero necesario para el regreso de los RR. PP. Camilos, me maravillé de que al P. Estanislao no se le hubiese dado ni un céntimo para los gastos del viaje, y de que a sus peticiones al respecto hubiese respondido continuamente D. Pascual Fiore no haber recibido ninguna orden. Pocas horas después de haber leído su apreciada carta, por la vía de Verona me llegó esta mañana una de mi Representante, de fecha 21 de febrero, la cual me explicó las razones de lo ocurrido. Mi Representante se encontraba en El-Obeid, así que a El-Obeid dirigí aquella carta en la que le ordenaba, según lo convenido entre nosotros, desplazarse a Berber y entregar al P. Estanislao la cantidad necesaria para el regreso. Pero antes de que le llegase la susodicha mía, el P. Estanislao le escribió pidiéndole que fuera cuanto antes, para que, como él y sus compañeros tenían que viajar por el desierto, no perdiesen por su tardanza la oportunidad de la luna.


[4461]
Recibida esta carta, cuyo original tengo al lado, mi Representante salió enseguida de El-Obeid, y con extraordinaria presteza, en siete días, llegó a Jartum, desde donde envió inmediatamente a Berber a D. Salvador Mauro. Por tanto mi carta, como tuvo que salir primero de El-Obeid y luego bajar hasta Jartum, llegó a manos de mi Representante unos quince días más tarde, o sea el 20 de febrero. En efecto, en la recibida esta mañana así me escribe D. Pascual Fiore: «Solamente ayer me ha llegado de El-Obeid la carta que D. Pablo me ha escrito en su nombre, la cual contiene instrucciones relativas a la ocupación de Berber por nosotros, etc., etc.» Esto deja ver claramente que si no se ha procedido con arreglo a lo convenido no ha sido por culpa mía ni de mis misioneros, sino por haber provocado el P. Carcereri el precipitado viaje de mi Representante desde El-Obeid. Sin embargo sepa V. P. Rma. que he escrito más de una vez a mi Procurador en El Cairo que entregue a los RR. PP. Camilos el dinero necesario para su viaje desde El-Cairo a Roma o a Verona, y se lo volveré a repetir en la primera ocasión. Luego, llegados los RR. PP. a Verona, darán a conocer sus gastos a D. Antonio Squaranti, mi Procurador Gral., y él en justicia les resarcirá de todo.

Por otra parte, ha de saber V. P. Rma. que del viaje emprendido y continuado al menos hasta El Cairo, sufragándose ellos los gastos, les ha quedado algún resto de dinero, como he averiguado por los tres que han salido ya para los Santos Lugares, lo cual es una prueba evidentísima de que no escribían la verdad cuando meses antes se quejaban afirmando que no tenían un céntimo para ir tirando malamente. No me molesta que en realidad dispusieran de lo necesario: me desagrada la falaz lamentación.

Tras exponerle todo esto en respuesta a su estimada del 25 del corriente, paso a suscribirme con todo aprecio y consideración



De V. P. Rma.

hummo. devotmo. fidelmo. y verd. serv.

Daniel comboni

Provco. Aplico. de Africa Central






687
P. Camilo Guardi
0
Roma
26. 3.1877
N. 687 (653) - AL P. CAMILO GUARDI

AGCR, 1700/42



26 de marzo de 1877



Reverendísimo Padre:



[4462]
Respondo a la segunda suya del 25 del cte. Yo ya había dado las órdenes necesarias antes, en tiempo oportuno, tanto a la casa de Jartum para el viaje de los RR. PP. Camilos hasta El Cairo, como a la casa de El Cairo para su viaje hasta Roma o Verona.

Ahora no puedo disponer nada que suponga para la casa de El Cairo una carga más gravosa, por lo cual escribo enseguida a D. Rolleri a El Cairo repitiéndole lo que otras veces le he ordenado: que entregue inmediatamente a los RR. PP. Camilos la cantidad necesaria para su viaje desde El Cairo hasta Roma o Verona. Y si parte de la cuenta queda por saldar, que ellos se pongan en contacto en Verona con mi Procurador Gral., D. Antonio Squaranti, el cual les abonará cuanto falte.

Después de esto, creo que V. P. Rma. estará satisfecho de la disposición mencionada.

Con toda estima y respeto, me reitero



De V. R. Rma. hummo. servidor

Daniel Comboni

Provco. Aplico. de Africa Central






688
Madre Emilie Julien
0
Roma
30. 3.1877
N. 688 (654) - A LA MADRE EMILIE JULIEN

ASSGM, Afrique Centrale Dossier



J.M.J.

Roma, 30 de marzo de 1877

Via Margana 40, A



Mi Rma. Madre:



[4463]
Su carta del 27 de los corrientes ha añadido una cruz más a aquellas que mis pobres enemigos, permitiéndolo Dios, me han hecho sufrir. Aunque gracias a la sabiduría y a la justicia de Roma he alcanzado grandes triunfos sobre mis adversarios, la terrible lentitud romana me ha dado mucho que padecer, ya que el Vicariato necesita la presencia de su Jefe supremo, y en cambio desde hace trece meses me encuentro encadenado en Roma, sin poderme buscar ayudas. Es un milagro de San José haber podido hacer frente a tantos gastos para mantener debidamente nueve casas, construir tanto y pagar viajes y expediciones, logrando además sostener con mis cartas el ánimo de los misioneros y de las Hermanas del Vicariato y gobernar desde Roma una Misión que es la más difícil y laboriosa del mundo y la menos conocida.

Todo esto me oprime el espíritu, aunque me siento sostenido por la gracia de Dios. Ahora que he conseguido con enorme trabajo 20.000 francos para hacer esta expedición al Kordofán desde El Cairo, usted me colma de dolor ordenando a Sor Verónica que haga suspender el viaje de las Hermanas, cuando desde hace dos años la pobre Sor Emilienne y la casa del Kordofán reclaman una ayuda muy urgente.

No sé si podré sobrevivir a tantas angustias y cruces. Pero en tanto que la Santa Sede me tenga puesto al frente de esta laboriosa Misión, yo debo dar la vida por conseguir su bien.

La invito, pues, a ordenar a Sor Verónica que deje marchar a las Hermanas inmediatamente después de la octava de Pascua con mi primera caravana.


[4464]
No es justo que por las mentiras que le han escrito desde El Cairo, las pobres Hermanas de Africa Central se mueran de fatiga siendo privadas de la ayuda de las tres Hermanas. Tenemos un Acuerdo entre nosotros, que usted y yo estamos obligados a respetar. Este hecho es más serio que las noticias que le llegan de El Cairo y que la han llevado a tomar una decisión indigna de usted y de la que se le deriva una gran responsabilidad.

Pero Dios, espero, no me hará sufrir este dolor que no merezco.

Usted me pregunta cuáles son mis intenciones respecto a las Hermanas, o sea, si mis Hermanas de Verona van a reemplazar en Africa Central a las de San José de la Aparición, y me invita a hablar francamente y a ser sincero. Usted, mi buena madre, tiene mucha sabiduría y una gran caridad, y estoy convencido de que conoce a fondo mi persona, mis intenciones, mis aspiraciones y mi franqueza.

No obstante, por justificar mi conducta, que ha sido, es y será siempre abierta, leal y al mismo tiempo seria y digna del difícil trabajo que la Santa Sede me ha confiado, le explicaré todo.

Hay que señalar primeramente que pocos conocen el Vicariato de Africa Central. No me asombra que en Europa sea tan poco conocido, ya que hay poco escrito sobre él con rigor, y yo no me he apresurado a darlo a conocer, tanto por falta de tiempo como porque lo que yo escribo para su publicación debe ser exacto. Cuando le explique el apostolado de la Hermana de la caridad en esta Misión, que es la más importante, la más laboriosa, la más gloriosa y la más meritoria de la tierra, usted no dejará de mandarme numerosas Hermanas cada año.


[4465]
El Vicariato de Africa Central es más extenso que toda Europa, y mayor que doce veces Francia. Estos cien millones de infieles son hombres y mujeres primitivos. La Hermana de la caridad es un sacerdote y más que un sacerdote. Una gran Estación donde hay tres sacerdotes y quince Hermanas es como si tuviese veinte sacerdotes misioneros. La revolución que ha suprimido las Ordenes religiosas en Italia, que ha obligado a todos los jóvenes, incluidos los eclesiásticos, a cumplir el servicio militar, no ha causado un gran mal en Africa Central, como en Europa y en otras Misiones.

La Hermana de la caridad en Africa Central hace lo que tres sacerdotes en Europa, y el presente siglo de persecución contra la Iglesia Católica, en que ésta se ve privada de la ayuda de tantos eclesiásticos y religiosos, es el siglo de la mujer católica, de la cual se sirve la Providencia de Dios como de verdaderos sacerdotes, religiosos y apóstoles de la Iglesia, auxiliares de la Santa Sede, brazos del ministerio apostólico, columnas de las Misiones apostólicas extranjeras, y civilizadoras de las poblaciones primitivas. Conviene que usted, la Madre General de una Congregación de Hermanas misioneras, esté convencida de ello.


[4466]
Por esto, dada la enorme magnitud e importancia de mi Vicariato, y vista la misión de la mujer católica en el siglo actual, estoy orgulloso de haber instituido en Verona la nueva Congregación de las Pías Madres de la Nigricia, que entre las obras que he fundado destaca por su importancia y por sus buenos resultados.

Es usted, mi buena Madre, quien tiene todo el mérito de esta nueva fundación, y fue Dios, sin que usted misma lo supiera, quien la llevó a decidirme a emprenderla. Pero esto no perjudica de ninguna manera el apostolado de las Hermanas de San José en el centro de Africa. A ellas les corresponden los primeros méritos, los primeros derechos, las primeras deferencias en las Misiones de Africa Central, y usted debe tener absoluta confianza en mi lealtad y en mis mejores intenciones con respecto a las Hermanas de San José, que han consagrado su sudor y su vida a esta noble Misión.

Cuando en noviembre de 1867 usted, con una inmensa caridad, me concedió sus Religiosas para El Cairo, yo ya no pensé más en fundar una nueva Congregación femenina. De ello me disuadían la abnegación de sus Hermanas, la esperanza de que usted me facilitase el número necesario de ellas para mis obras, la unidad de espíritu que se mantiene en la Misión cuando está servida por una sola Congregación de Religiosas, y sobre todo el haberme dicho Mons. Valerga, y también Mons. Brunoni, que las Hermanas de San José son las más aptas, las más útiles, las menos exigentes y las que originan menos problemas, en comparación con otras comunidades de Hermanas. De esto yo y mis mejores misioneros (a excepción de D. Bartolomé Rolleri, los Camilos y algún otro de poca valía), estamos completamente convencidos.


[4467]
Por eso con gran dolor recibí en París, en octubre de 1868, la carta que Sor Angélica, su Secretaria, había dirigido a mi Rector de Verona, el difunto D. Alejandro Dalbosco. Lo siguiente es un extracto de la carta original y manuscrita, que tengo aquí sobre la mesa:

«Revdo. Padre:

»Nuestra Revda. Madre me encarga escribirle... Es preciso, Revdo. Padre, ir directamente al asunto y explicarle las intenciones de nuestra Madre General. Son éstas: Don Comboni, a su paso por Marsella, le manifestó la necesidad que él tenía de cierto número de Hermanas para su obra de Africa Central. No estando aún en condiciones de facilitárselas, y desconociendo su actual paradero, nuestra querida Madre General ruega a usted que le dé a conocer la imposibilidad en que ella se encuentra de continuar incluso la Obra del Viejo Cairo. Tenga a bien avisar a D. Daniel sobre este asunto.

»Hallándose en Europa le será fácil conseguir en otra Congregación las Hermanas que necesita. Podrá empezar enviando algunas de ellas a El Cairo, porque nuestra Madre desea retirar a las nuestras en cuanto pueda reemplazarlas.

»Sírvase aceptar, etc.

»Sor Angélica Villemur, Secretaria»




[4468]
Consternado por esta carta inesperada, que sin duda usted mandó escribir después de lo que le habrían hecho creer el P. Zanoni, el Camilo al que yo había expulsado del Viejo Cairo, o los Trinitarios de Francia y Hermanas Trinitarias de Valencia, yo visité numerosas Congregaciones de Francia y de Italia. Pero, al no encontrar Hermanas, me fui a Verona, donde tuve el coraje de intentar la fundación de una nueva Congregación femenina, y empecé con dos postulantes.

Mas Dios dispuso que fuera a El Cairo mi Revda. Madre Eufrasia Maraval, su digna Asistente, la cual, habiendo visto todo, arregló las cosas tan bien y con tanta sabiduría y caridad que la persuadió a que me dejase las Hermanas y esperase acontecimientos.

Como entretanto algunas de mis Hermanas de El Cairo me decían siempre que nunca se irían al centro de Africa –como las Hermanas del hospital de El Cairo, instigadas por el célebre Padre Franciscano belga, que fue el causante de que sor Genoveva fuera alejada de El Cairo–, con ello desanimaban a sus compañeras de la Misión de Africa Central. No queriendo yo oír decirme en Verona que había empezado una obra y luego la había abandonado, no me atreví a suprimir el Instituto de Hermanas iniciado en esta ciudad, y lo dejé subsistir en espera del futuro.


[4469]
Cuando tuvo usted la inmensa caridad de concederme a Sor Josefina y las otras para Africa Central, la primera idea que me vino fue la de introducir su Congregación en Verona. Se trataba de cederle mi convento, proponer a mis novicias hacerse religiosas de San José de la Aparición, fundir mi Instituto femenino en el suyo bajo la dirección de una de las mejores Superioras y llamar de Siria a algunas de sus Hermanas árabes, obteniendo así una sola Congregación con un solo espíritu, después de haber tratado con usted, con Propaganda y con la Congregación de Obispos y Regulares en Roma.


[4470]
Tuve oculto este plan durante un año y luego lo consulté con D. Pascual y con D. Pablo, mi Secretario, después de haber examinado los diez motivos para el sí y los siete para el no.

Habiendo recibido información de que en esta nueva Congregación había doce o trece novicias preparadas para pronunciar los Votos, ordené al Superior D. Antonio Squaranti que no los hicieran hasta mi llegada a Verona, y al mismo tiempo encargué a D. Pablo, mi Secretario y Director de las Hermanas de Jartum, que les explicase el plan mencionado y solicitase su parecer y su cooperación, lo que hizo perfectamente mi Secretario.


[4471]
Sobre este plan escribí más de una vez a S. Em.a el Card. Prefecto durante un año. También supe que la mayor parte de mis novicias estaban muy contentas y que no esperaban más que el momento deseado.

Luego, viendo que el número de novicias había aumentado a quince, ordené a D. Antonio que no aceptase ninguna hasta mi llegada a Verona, lo cual desagradó a D. Antonio y provocó sus quejas.

[Aquí hay tres líneas borradas.]


[4472]
Después de considerarlo todo y de consultar la opinión de mi Consejo Central y de otros importantes amigos eclesiásticos, y dado que las Hermanas están más dispuestas a ser hijas del Instituto en el que se han consagrado, y en vista de la indecisión del Obispo, poco partidario de hacer presión sobre los espíritus, he decidido por el momento no realizar ninguna innovación. Siempre tendré tiempo de llevar a cabo la fusión cuando vea más claro, y cuando esté convencido de que el asunto es factible con la plena adhesión de mis subordinados y de la Congregación de San José.


[4473]
Los Votos que mis Hermanas pronuncian son por un año, y luego los irán renovando siempre anualmente. Por otra parte no quiero someter este Instituto a la aprobación de Roma hasta que no lleve al menos diez años de misión en Africa Central. Además, usted misma no puede comprometer su Congregación a que asuma una responsabilidad, sin un conocimiento de causa, y yo no puedo garantizarle cuál será el resultado de esa fusión.

Le aseguro que tal ha sido mi sueño durante mucho tiempo; pero al ver que después de dos años y medio que le vengo pidiendo diez Hermanas, usted, a pesar de tantos ruegos de la Madre Provincial y míos, sólo nos ha mandado tres, y que encima ha dejado a las tres Hermanas fijas en El Cairo, sin considerar la necesidad del Kordofán, que está sin Superiora, y de Jartum, que no tiene una maestra capaz de dar clase (exceptuada la Madre Provincial, de la cual estoy orgulloso y que es una Superiora de primera), le confieso con franqueza que no encuentro prudente realizar mi plan tan deseado.


[4474]
Por tanto, es mejor que cada uno siga en su lugar. Africa Central es muy grande. Usted tiene allí dos misiones, Jartum y el Kordofán, que hay que reforzar con otras Hermanas. Luego, el próximo año, aún debo abrir al menos tres casas de Hermanas, y alguna será para su Congregación. A las Hermanas de Verona las destinaré a ciudades donde no están las suyas, exceptuada la casa de aclimatación de El Cairo, que debe servir tanto para sus Hermanas como para las de Verona, no contando allí con el permiso del Delegado Apostólico de Egipto para hacer una Obra, etc., etc.

La casa tiene dos plantas y voy a levantar otra: para los pocos meses que las Hermanas pasan en El Cairo antes de ir a Africa Central, nos podemos adaptar. Todo esto sólo se hará después de haberla consultado, y se tendrá en cuenta su sabiduría y su voluntad, ya que usted tiene todos los derechos derivados de la dignidad y de la experiencia.


[4475]
Esta es la pura verdad de todo. Siempre he sido franco y recto, en el deseo de salvar mi alma y rendir verdaderos servicios a la Iglesia: motivo por el que tanto he sufrido y por el que estoy dispuesto al martirio.


[4476]
Sólo me falta establecer un nuevo Acuerdo, realizable y practicable en las condiciones y circunstancias de Africa Central, y que usted y yo podamos redactar con vistas a evitar antagonismos entre ambos.

La Casa Madre de Marsella recibirá por cada Hermana la cantidad neta de 50 francos, de modo que si hay en Africa Central 20 Hermanas deben ingresar en la caja de la Casa Madre la suma anual de 1.000 francos, con la cual la Madre General hará lo que quiera.


[4477]
Todos los rendimientos que obtengan las Hermanas de sus casas y de la enseñanza (que son poca cosa) irán en beneficio de la Misión de Africa Central y del Vicario Apostólico.

Además es preciso que se me den buenas colaboradoras que obedezcan, y establecer el derecho de la Superiora Principal, o Provincial, a tener jurisdicción sobre todas las casas de la Congregación en el Vicariato.


[4478]
Escríbame, por favor, exponiéndome su opinión. Yo no puedo moverme de esta Roma eterna hasta que haya terminado de resolver mis asuntos. Si logro salir de Roma estaré mucho tiempo sin volver a ella; debo tratar otros negocios en Europa y luego correr a mi Misión. Tengo un aburrimiento de muerte.

Le ruego que me escriba a vuelta de correo, diciéndome que manda partir a las tres Hermanas y, si puede, que me envía otras más. Las pobres Hermanas de Africa Central están extremadamente necesitadas de ayuda. Y además tengo derecho a que esas tres Hermanas vayan a su destino. Tenga a bien avisarme al respecto, porque de lo contrario viviré inquieto. Dígame también si viene a Roma y cuándo.

Le deseo unas felices Fiestas, así como a la Madre Asistente.

Suyo afmo. Daniel Comboni



[Nota al margen] Convendría poder redactar esta semana el Acuerdo. Si lo desea, mi Secretario irá a Marsella; pero es mejor que venga usted aquí.



Original francés.

Traducción del italiano






689
Card. Alejandro Franchi (Informe)
0
Roma
5. 4.1877
N. 689 (655) - AL CARD. ALEJANDRO FRANCHI

ACR, A, c. 13/28



Roma, 5 de abril de 1877



INFORME

de Mons. Daniel Comboni sobre la ejecución de las veneradas

resoluciones de la S. C. del 27 de noviembre de 1876 respecto a Africa

Central, y sobre la situación general del Vicariato en 1877.



Emmo.y Rmo. Príncipe:



[4479]
Su Excelencia Rma. Mons. el Secretario de Propaganda me notificaba con carta del 2 de enero de 1877 que, habiéndose tratado en la Congregación General del 27 de noviembre del pasado año sobre las medidas a adoptar para el mayor bien del Vicariato de Africa Central, los Emmos. y Rmos. Padres decretaron: a) que se insinuase al P. Guardi que se pusiera de acuerdo conmigo para el buen funcionamiento de la casa de Berber en cuanto a las relaciones con los Religiosos Camilos, en conformidad con el Acuerdo de 1874; b) que se me insinuase a mí la conveniencia de hacerme ayudar por una persona idónea en la administración de las cosas temporales.


[4480]
Conocidas las prudentes y sabias resoluciones de la S. Congregación, enseguida me apresté a cumplirlas en cuanto me concernían. Mas he aquí que en la mañana del 5 de enero recibí una carta del mismo P. Guardi, el cual me comunicaba que en una conferencia de casi dos horas mantenida con Vuestra Eminencia Rma., en presencia también de Mons. Agnozzi, se había determinado que él retirase todos sus religiosos, sin excepción de ninguno, y que yo aprontase y entregase los fondos necesarios para el viaje de regreso. Apenas leída dicha resolución, mandé a mi Secretario, D. Pablo Rossi, a ver al P. Guardi, y se convino en que yo hiciera llegar a manos del P. Carcereri, en Berber, la cantidad necesaria para el regreso de todos los Camilos, y que enviase una persona idónea a la cual efectuar la entrega del Establecimiento Camilo.


[4481]
Con arreglo a ese acuerdo, en la tarde del 6 de enero, aprovechando el barco-correo de Brindis, ordené a mi Representante General, el Canónigo Fiore, que él mismo se dirigiese inmediatamente a Berber para recibir aquella misión, y que de la caja de Jartum tomase, para entregárselos al P. Carcereri, 1.600 francos oro, cantidad suficiente para el cómodo viaje de todos los Camilos hasta El Cairo. Y asimismo le di orden de que todo se hiciera cuanto antes, con caridad, paz y prudencia.


[4482]
Al mismo tiempo di instrucciones por carta a D. Bartolomé Rolleri, Superior de mis establecimientos de Egipto, para que, llegados los Camilos a El Cairo, les diese alojamiento y los tratase bien durante todo el tiempo de su estancia allí, y les proporcionase, en fin, todo lo necesario para que pudiesen realizar cómodamente su viaje hasta Roma o Verona. Mientras yo así escribía, el P. Guardi comunicaba al P. Carcereri la resolución tomaba, y le mandaba entregar la misión a mi Representante, del cual habría de recibir la cantidad necesaria para el viaje hasta El Cairo, donde, siendo menester, les proveería de lo necesario el Superior de aquellos establecimientos.


[4483]
Ahora bien, teniendo en cuenta el tiempo que ordinariamente tardan las cartas en llegar a su destino, y el que necesitaban los PP. Camilos para prepararse y mi Representante para desplazarse a Berber, los PP. Camilos no habrían podido irse del Vicariato antes de marzo.


[4484]
Dispuesta así cada cosa para el regreso del P. Carcereri con todos sus hermanos de religión desde Sudán a Europa, quedaba proceder a sustituirlos en la misión de Berber. Y para esto ordené a dicho Representante mío que, una vez que le hubiera sido entregada, instalase enseguida en ella algunos de mis misioneros, poniendo de Superior a D. Jenaro Martini, el cual a primeros de marzo habría vuelto de la visita a las provincias de Cadaref, Galabat y Taka, dependientes de la misión de Berber. Entretanto yo mandé desde Verona un sacerdote misionero, D. Policarpo Genoud, con tres laicos artesanos, para que en unión de las tres Hermanas y del sacerdote D. Domingo Noja, que desde hacía algún tiempo estaban preparados y dispuestos en los establecimientos de El Cairo, partiesen en dirección a Jartum, donde llegarán el próximo junio.


[4485]
Con la adición de este pequeño grupo, cada Estación quedaba provista de suficiente personal. Por eso creí preferible ahorrar el gasto que hubiese supuesto la ida de otros sacerdotes y artesanos existentes ahora en los Institutos de Verona, a quienes habría podido enviar, y que en cambio partirán conmigo cuando vuelva a mi Misión.


[4486]
Así pues, habiendo sido todo preparado y dispuesto para la retirada de todos los PP. Camilos y para su sustitución en la misión de Berber, no se ha producido ningún trastorno en el Vicariato, ni queda ningún hueco por rellenar. Y lo que no es de menor importancia: tal resolución por fin ha devuelto a los sacerdotes misioneros y a las Hermanas la tranquilidad que todos deseaban, y que se había visto turbada por el irreligioso proceder de los PP. Carcereri y Franceschini. Por no hablar de mi Representante General, el Canónigo Fiore, ni del párroco de Jartum, D. Salvador Mauro, ni de otros, quienes más de una vez me escribieron que Carcereri, desde Berber, inquietaba con sus cartas a todo el Vicariato, y que mantenía correspondencia hasta con el Vicecónsul prusiano y con gentes enemigas de la Religión, citaré sólo algo que me escribió la Revda. Madre Provincial de las Hermanas, residente en Jartum:


[4487]
«Suspiramos por el día feliz que nos traiga la noticia de su completo triunfo; pero si el volcán de Berber sigue vomitando sus llamas infernales, no terminará usted nunca» (31 de diciembre de 1876). Cuando así me escribía desde Sudán, aún no había llegado allí la fausta noticia de la resolución de aquellas tensiones que desde hacía tanto tiempo tenían inquietos y amargados a todos, y paralizados los esfuerzos que aún se hacían por el bien de la Nigricia. Pero en cuanto me fue posible conocer algo, lo comuniqué; y así, con fecha 8 de enero de 1877, el Superior de Jartum me escribía de vuelta: «El 27 de noviembre de 1876 marca una página con caracteres de oro en los anales de esta dificilísima Misión de Africa Central.


[4488]
»Gracias infinitas sean dadas a la Congregación de Propaganda Fide, que, asistida por Dios, ha sabido humillar la soberbia y defender y sostener la inocencia. Tribunal Supremo de la Santa Madre Iglesia, que inexorable y equitativamente administra justicia, y que con energía pareja a su autoridad remueve todos los obstáculos que Satanás, rebelde, ha fraguado contra obra tan sublime.


[4489]
»Y también al Cardenal Franchi, ese pilar de la Santa Iglesia, nuestro sublime Protector, y Benefactor insigne de nuestra santa Misión de la Nigricia». Por no extenderme demasiado, dejo de transcribir las cartas de los demás, todas las cuales expresan los mismos sentimientos de júbilo y de agradecimiento a la S. Congregación, y particularmente a Vuestra Eminencia Rma., que tanto interés muestra por la más desdichada entre las naciones infieles; y asimismo todas, como las citadas, prueban que había un deseo general: el alejamiento los Camilos, para poder trabajar en paz y armonía en la viña del Señor, lo cual es para mí motivo de gran satisfacción.


[4490]
Tales fueron los sentimientos de alegría que experimentaron todos mis misioneros al saber que eran alejados de la Misión los PP. Carcereri y Franceschini. Mas no pasó mucho tiempo sin que les llegara la noticia definitiva de la salida de todos los Camilos, para lo cual el P. Guardi y yo habíamos dado las órdenes antes mencionadas. Sin embargo, a pesar de éstas, las cosas se desarrollaron de otra manera.


[4491]
Mi Representante se encontraba en la misión del Kordofán, y allí dirigí mi carta. Pero el P. Carcereri, teniendo ya noticia de que él y sus hermanos de religión eran reclamados, desde Berber, ciudad situada entre Jartum y Egipto, envió inmediatamente tres de sus Camilos a El Cairo por la ruta del mar Rojo, quedándose él en Berber solo con un laico, para efectuar la entrega de aquella misión a D. Pascual Fiore o a alguien en quien éste delegase. Sin embargo, antes de que mi carta llegase a su destino, el P. Carcereri telegrafió a mi Representante, apremiándolo a que fuese él mismo a Berber o mandase otro misionero al que poder entregar la misión, o a que enviase allí al Superior de Jartum, D. Salvador Mauro.


[4492]
Salió, pues, el Canónigo Fiore a marchas forzadas hacia Jartum, y desde allí mandó a Berber, en efecto, a D. Salvador Mauro, que llegó cuando ya los tres Religiosos Camilos se habían ido. El P. Carcereri le hizo entrega de la misión, tras lo cual él mismo partió por la ruta del desierto de Korosko con dirección a El Cairo.


[4493]
Por todo esto mi carta sufrió un considerable retraso en llegar a manos de mi Representante; puesto que pasando primero por Jartum, llegó a El-Obeid, y desde allí, como mi Representante se había marchado ya, fue devuelta a Jartum, adonde llegó cuando ya los RR. PP. Camilos se habían ido. Estos se sirvieron para el viaje del dinero que ya habían recibido y retirado de mi fondo existente en casa de la señora Lafargue, a pesar de que hasta entonces se habían quejado continuamente de que no tenían ni un céntimo para ir viviendo. Y en cambio sí que tenían; y no sólo para el viaje directo de Berber a El Cairo, sino también para ir a visitar los Santos Lugares, donde ya se encontraban en Semana Santa, habiendo recibido de mi Procurador en El Cairo, D. Rolleri, sólo lo necesario para el viaje desde El Cairo hasta Roma.


[4494]
Querían ellos que D. Rolleri les diese también el importe total de lo que habían gastado para el viaje desde Berber hasta El Cairo; pero él, que había recibido el encargo de suministrarles solamente lo necesario para desplazarse desde El Cairo hasta Roma o Verona, se atuvo a esta orden, y, no poseyendo fondos de los que disponer, prudentemente se negó a abonarles lo que habían gastado desde Berber hasta El Cairo, para lo cual no estaba autorizado. Sin embargo me escribió acerca de lo ocurrido, y yo le contesté –comunicándoselo también al P. Guardi– que de todo lo que hubieran gastado les resarciría en Verona D. Antonio Squaranti, mi Administrador General.


[4495]
Así pues, ya he expuesto las razones de que en el Vicariato no se ejecutaran del modo pactado entre el P. Guardi y mi Secretario las veneradas disposiciones de la S. Congregación de Propaganda Fide, y el expediente adoptado para el fiel cumplimiento de las mismas. Por lo demás, se han llevado a cabo en perfecta paz: no hubo la menor rencilla en Berber ni en El Cairo, y todo se desarrolló con tranquilidad por ambas partes.


[4496]
Mis misioneros, alegres y contentos por la marcha de los PP. Camilos, los han reemplazado ya. Desde el 22 del pasado febrero, dos de mis sacerdotes, D. Salvador Mauro y D. Jenaro Martini, con un laico catequista y algunos negritos, ocupan la misión de Berber, donde esperan la nueva expedición de misioneros y Hermanas, la cual llegará en breve, quizá incluso antes de junio.


[4497]
Finalmente, después de esto, es mi deber dar cuenta a V. Em.a Rma. del cumplimiento de lo que la S. Congregación me sugería sobre la administración. Desde el mismo momento en que V. Em.a me exhortó a buscarme un administrador adecuado que me ayudase, para yo poder consagrarme con más tiempo y eficacia al gobierno espiritual, lo elegí formalmente en la persona de D. Antonio Squaranti, reconocido por todos, incluso por el Obispo de Verona, como el más apto. Como tal lo he considerado siempre, y como tal lo ha confirmado la experiencia que he tenido de él en los últimos meses. Por asuntos de administración lo he mandado ya una vez a Egipto y otra a Viena, a él le tengo confiada la caja desde hace cinco meses, y en calidad de Administrador General estará conmigo en Sudán, adonde lo llevaré a mi regreso.


[4498]
Sobre el cumplimiento de las veneradas disposiciones sabiamente prescritas por la S. Congregación del 27 de noviembre de 1876 no me queda nada más que añadir, elegido y nombrado formalmente el Administrador General, y dispuesto y realizado cuanto era menester para el regreso de todos los PP. Camilos de Berber a Europa y para su sustitución. No obstante, como complemento de este brevísimo Informe, expondré aquí sucintamente el presente estado general del Vicariato. Cada una de las Estaciones dispone de suficiente personal activo, y por añadidura otros sacerdotes, otros hermanos colaboradores y doce Hermanas del Instituto de las Pías Madres de la Nigricia se hallan dispuestos en Verona para abrir nuevas Estaciones en el inmenso Vicariato.


[4499]
En Geref, a unas horas de distancia de Jartum, y en Malbes, a unas horas de distancia de El-Obeid, he hecho comprar dos grandes fincas para ir instalando allí a los negros convertidos y formar poco a poco dos poblados católicos, lejos de la peste de los musulmanes. A los cientos de firmes conversiones de infieles negros, hay que añadir catorce adultos que mis misioneros acogieron en el seno de la Iglesia el pasado verano, y otros que se preparan para entrar en ella. Por tanto, aplicándose a satisfacer la apremiante y urgente necesidad de crear sólidos establecimientos, en un país donde no encontramos más que arena, pocas y toscas cabañas y un clima ardiente, se ha podido, y se podrá aún más en el futuro, conseguir la salvación de muchas almas.


[4500]
Por otro lado, ningún trastorno ha sufrido la administración, a pesar de tantos gastos extraordinarios habidos en 1876 para viajes, para obras de construcción, para las dos mencionadas y utilísimas fincas, etc. En suma, aunque sólo el pasado año se gastó nada más que en las construcciones de El Cairo la cantidad de 92.000 francos, la Misión no tiene ninguna deuda.


[4501]
Añádase finalmente que como para sustituir al Gran Bajá musulmán ha sido nombrado Gobernador General del Sudán el coronel Gordon, por este simple hecho la posición del Vicariato ha tenido que mejorar algo; ya que siendo él de nacionalidad inglesa y de religión protestante, cualquiera puede ver que el ejercicio de la actividad apostólica será en el futuro más libre, y por ende más eficaz.


[4502]
Esto es tanto más de esperar cuanto que siempre me ha profesado y profesa una amistad íntima y sincera, y que de verdadera estima y afecto son también sus relaciones con mis misioneros y con la Superiora Provincial; igualmente, porque sus ideas y sentimientos respecto a la esclavitud son totalmente los mismos que los nuestra Misión, a la cual ha dado alguna espontánea limosna, y con la que ha compartido muchos beneficios a cambio de la asistencia que ella prestó a sus oficiales enfermos.


[4503]
Por todo esto resulta evidente que la situación del Vicariato Apostólico de Africa Central ha mejorado algo, de manera que para la buena marcha de la Obra –aparte de la gracia del Señor, la cual es ante todo necesaria para mantener en los obreros evangélicos el buen espíritu, y para que se abran a la doctrina de éstos las mentes de los negros y se atemperen a los nobles sacrificios de la virtud sus corazones ignaros de ella–, para la buena marcha de la Obra, digo, sólo parece hacer falta la restauración y el desarrollo del prestigio de ella, que aún sufre los ataques de muchos enemigos tanto invisibles como visibles.


[4504]
Disminuido su crédito en Europa, pocas vocaciones madurarían para aquellas Misiones. Disminuida con el crédito la confianza, se secarían las fuentes de beneficencia. Disminuido el crédito en Africa, menguaría la influencia moral, que es allí lo único capaz de abrir al misionero el camino no sólo a los corazones de los negros, sino también a los rebeldes de los blancos, y que frena los agravios y las ofensas a que estarían expuestos los misioneros entre gentes muy materialistas y gobiernos musulmanes.


[4505]
Ahora bien, V. Em.a Rma. puede imaginarse con cuántas artes intenta Satanás, provocado en su terreno, utilizar en provecho propio los esfuerzos de los misioneros. Y aunque quizá V. Em.a no conozca a todos los enemigos visibles de la Santa Obra de la Regeneración de la Nigricia, sí que conoce cuánto la han denigrado los solos Camilos: en Europa, no ya únicamente entre personas privadas, sino también entre las Sociedades benefactoras de Colonia y de Viena, y en Africa, entre la población y las autoridades. Por ejemplo, incluso en sus últimos días en Berber el P. Carcereri hizo que se irritasen contra los cristianos el Mudir de allí, el Gobernador General de Sudán y el Vicecónsul prusiano en Jartum.


[4506]
Escribió el P. Carcereri a dicho Vicecónsul contra el Mudir de Berber, comunicándole que éste había hecho saber a los musulmanes que para las fiestas del Bairam (24 de diciembre) serían asesinados todos los cristianos de Berber y de Jartum. El Cónsul fue a quejarse al Gobernador General de la conducta del Mudir de Berber, y el Gobernador General pidió al Mudir que se justificase.


[4507]
El Mudir llamó al P. Carcereri y le preguntó si era verdad que había escrito hablando mal de él al Vicecónsul prusiano. El P. Carcereri lo negó, y le dio de ello una declaración por escrito, la cual, enviada por el Mudir al Gobernador General, irritó al Vicecónsul prusiano y al propio Gobernador General, sin haber pacificado lo más mínimo al Mudir. De hecho, habiendo ido dos Padres Camilos a Suakin, donde el año pasado yo fui acogido muy cortésmente por las mismas autoridades y libremente pude poner remedio a algunos desórdenes entre los cristianos, dicho Mudir les ordenó que se marchasen inmediatamente de aquella ciudad.


[4508]
En vista de esto, puede comprender V. Em.a cuánto daño sufriría la Misión si se hicieran realidad las consecuencias del descrédito antes expuestas. Ellas bastarían para hacer estériles los grandes esfuerzos que yo no dejaré de realizar por mantener y acrecentar el prestigio que, dos años ha, tenía la Obra, la cual lleva aún el sello de estabilidad y de perpetuidad con que, por especial gracia de Dios, está marcada, incluso hoy día, la Misión de Africa Central.


[4509]
Con todo, la profunda convicción de que Dios quiere la salvación de la Nigricia me anima en la esperanza de que, bajo la sapientísima guía de Vuestra Eminencia y de la S. Congregación, se eliminará semejante obstáculo; y factibles así las vocaciones en Europa, y aumentadas las ayudas, especialmente las de las ínclitas Sociedades de Colonia y de Viena, de Lyón y de París, con la buena armonía y la estima se volverá en Africa más eficaz y fructuoso el Ministerio Apostólico. Para que tal cosa ocurra, también ahora, como siempre, las grandes cruces y las tribulaciones habrán contruibuido a consolidar más la obra de la redención de la Nigricia.

Inclinándome a besar la sagrada púrpura, me suscribo con la veneración más profunda



De V. Em.a Rma.

hummo., devotmo., obligmo. hijo

Daniel Comboni

Provicario Aplico. de Africa Central






690
Can. Juan C. Mitterrutzner
0
Roma
11. 4.1877
N. 690 (656) - AL CAN. JUAN C. MITTERRUTZNER

ACR, A, c. 15/70



J.M.J.

Roma, 11 de abril de 1877



Dulcissime:



[4510]
Gracias por todo. He recibido de Viena 3.000 francos. Desde el mes de septiembre no me ha llegado ninguna carta más de Steiner, excepto la última. Escribiré la relación y se la enviaré a usted.


[4511]
El Rmo. señor A. Glis. Passari le manda saludos. El Rmo. Barduagni ha recibido todo regularmente y en el día. La Voz de la Verdad o L’Osservatore Romano publicará, etc.

Gracias. Las ocupaciones me tienen agobiado. Ya he mandado veinte folios a Colonia. En la Congregación Gral. del 23 o el 30 de este mes se presentará el tema de Episcopatu et Ecclesia i.p.i. ss.mo.

Vale.



Tuissimus Daniel Comboni



Original latino.

Traducción del italiano.