[4479]
Su Excelencia Rma. Mons. el Secretario de Propaganda me notificaba con carta del 2 de enero de 1877 que, habiéndose tratado en la Congregación General del 27 de noviembre del pasado año sobre las medidas a adoptar para el mayor bien del Vicariato de Africa Central, los Emmos. y Rmos. Padres decretaron: a) que se insinuase al P. Guardi que se pusiera de acuerdo conmigo para el buen funcionamiento de la casa de Berber en cuanto a las relaciones con los Religiosos Camilos, en conformidad con el Acuerdo de 1874; b) que se me insinuase a mí la conveniencia de hacerme ayudar por una persona idónea en la administración de las cosas temporales.
[4480]
Conocidas las prudentes y sabias resoluciones de la S. Congregación, enseguida me apresté a cumplirlas en cuanto me concernían. Mas he aquí que en la mañana del 5 de enero recibí una carta del mismo P. Guardi, el cual me comunicaba que en una conferencia de casi dos horas mantenida con Vuestra Eminencia Rma., en presencia también de Mons. Agnozzi, se había determinado que él retirase todos sus religiosos, sin excepción de ninguno, y que yo aprontase y entregase los fondos necesarios para el viaje de regreso. Apenas leída dicha resolución, mandé a mi Secretario, D. Pablo Rossi, a ver al P. Guardi, y se convino en que yo hiciera llegar a manos del P. Carcereri, en Berber, la cantidad necesaria para el regreso de todos los Camilos, y que enviase una persona idónea a la cual efectuar la entrega del Establecimiento Camilo.
[4481]
Con arreglo a ese acuerdo, en la tarde del 6 de enero, aprovechando el barco-correo de Brindis, ordené a mi Representante General, el Canónigo Fiore, que él mismo se dirigiese inmediatamente a Berber para recibir aquella misión, y que de la caja de Jartum tomase, para entregárselos al P. Carcereri, 1.600 francos oro, cantidad suficiente para el cómodo viaje de todos los Camilos hasta El Cairo. Y asimismo le di orden de que todo se hiciera cuanto antes, con caridad, paz y prudencia.
[4482]
Al mismo tiempo di instrucciones por carta a D. Bartolomé Rolleri, Superior de mis establecimientos de Egipto, para que, llegados los Camilos a El Cairo, les diese alojamiento y los tratase bien durante todo el tiempo de su estancia allí, y les proporcionase, en fin, todo lo necesario para que pudiesen realizar cómodamente su viaje hasta Roma o Verona. Mientras yo así escribía, el P. Guardi comunicaba al P. Carcereri la resolución tomaba, y le mandaba entregar la misión a mi Representante, del cual habría de recibir la cantidad necesaria para el viaje hasta El Cairo, donde, siendo menester, les proveería de lo necesario el Superior de aquellos establecimientos.
[4483]
Ahora bien, teniendo en cuenta el tiempo que ordinariamente tardan las cartas en llegar a su destino, y el que necesitaban los PP. Camilos para prepararse y mi Representante para desplazarse a Berber, los PP. Camilos no habrían podido irse del Vicariato antes de marzo.
[4484]
Dispuesta así cada cosa para el regreso del P. Carcereri con todos sus hermanos de religión desde Sudán a Europa, quedaba proceder a sustituirlos en la misión de Berber. Y para esto ordené a dicho Representante mío que, una vez que le hubiera sido entregada, instalase enseguida en ella algunos de mis misioneros, poniendo de Superior a D. Jenaro Martini, el cual a primeros de marzo habría vuelto de la visita a las provincias de Cadaref, Galabat y Taka, dependientes de la misión de Berber. Entretanto yo mandé desde Verona un sacerdote misionero, D. Policarpo Genoud, con tres laicos artesanos, para que en unión de las tres Hermanas y del sacerdote D. Domingo Noja, que desde hacía algún tiempo estaban preparados y dispuestos en los establecimientos de El Cairo, partiesen en dirección a Jartum, donde llegarán el próximo junio.
[4485]
Con la adición de este pequeño grupo, cada Estación quedaba provista de suficiente personal. Por eso creí preferible ahorrar el gasto que hubiese supuesto la ida de otros sacerdotes y artesanos existentes ahora en los Institutos de Verona, a quienes habría podido enviar, y que en cambio partirán conmigo cuando vuelva a mi Misión.
[4486]
Así pues, habiendo sido todo preparado y dispuesto para la retirada de todos los PP. Camilos y para su sustitución en la misión de Berber, no se ha producido ningún trastorno en el Vicariato, ni queda ningún hueco por rellenar. Y lo que no es de menor importancia: tal resolución por fin ha devuelto a los sacerdotes misioneros y a las Hermanas la tranquilidad que todos deseaban, y que se había visto turbada por el irreligioso proceder de los PP. Carcereri y Franceschini. Por no hablar de mi Representante General, el Canónigo Fiore, ni del párroco de Jartum, D. Salvador Mauro, ni de otros, quienes más de una vez me escribieron que Carcereri, desde Berber, inquietaba con sus cartas a todo el Vicariato, y que mantenía correspondencia hasta con el Vicecónsul prusiano y con gentes enemigas de la Religión, citaré sólo algo que me escribió la Revda. Madre Provincial de las Hermanas, residente en Jartum:
[4487]
«Suspiramos por el día feliz que nos traiga la noticia de su completo triunfo; pero si el volcán de Berber sigue vomitando sus llamas infernales, no terminará usted nunca» (31 de diciembre de 1876). Cuando así me escribía desde Sudán, aún no había llegado allí la fausta noticia de la resolución de aquellas tensiones que desde hacía tanto tiempo tenían inquietos y amargados a todos, y paralizados los esfuerzos que aún se hacían por el bien de la Nigricia. Pero en cuanto me fue posible conocer algo, lo comuniqué; y así, con fecha 8 de enero de 1877, el Superior de Jartum me escribía de vuelta: «El 27 de noviembre de 1876 marca una página con caracteres de oro en los anales de esta dificilísima Misión de Africa Central.
[4488]
»Gracias infinitas sean dadas a la Congregación de Propaganda Fide, que, asistida por Dios, ha sabido humillar la soberbia y defender y sostener la inocencia. Tribunal Supremo de la Santa Madre Iglesia, que inexorable y equitativamente administra justicia, y que con energía pareja a su autoridad remueve todos los obstáculos que Satanás, rebelde, ha fraguado contra obra tan sublime.
[4489]
»Y también al Cardenal Franchi, ese pilar de la Santa Iglesia, nuestro sublime Protector, y Benefactor insigne de nuestra santa Misión de la Nigricia». Por no extenderme demasiado, dejo de transcribir las cartas de los demás, todas las cuales expresan los mismos sentimientos de júbilo y de agradecimiento a la S. Congregación, y particularmente a Vuestra Eminencia Rma., que tanto interés muestra por la más desdichada entre las naciones infieles; y asimismo todas, como las citadas, prueban que había un deseo general: el alejamiento los Camilos, para poder trabajar en paz y armonía en la viña del Señor, lo cual es para mí motivo de gran satisfacción.
[4490]
Tales fueron los sentimientos de alegría que experimentaron todos mis misioneros al saber que eran alejados de la Misión los PP. Carcereri y Franceschini. Mas no pasó mucho tiempo sin que les llegara la noticia definitiva de la salida de todos los Camilos, para lo cual el P. Guardi y yo habíamos dado las órdenes antes mencionadas. Sin embargo, a pesar de éstas, las cosas se desarrollaron de otra manera.
[4491]
Mi Representante se encontraba en la misión del Kordofán, y allí dirigí mi carta. Pero el P. Carcereri, teniendo ya noticia de que él y sus hermanos de religión eran reclamados, desde Berber, ciudad situada entre Jartum y Egipto, envió inmediatamente tres de sus Camilos a El Cairo por la ruta del mar Rojo, quedándose él en Berber solo con un laico, para efectuar la entrega de aquella misión a D. Pascual Fiore o a alguien en quien éste delegase. Sin embargo, antes de que mi carta llegase a su destino, el P. Carcereri telegrafió a mi Representante, apremiándolo a que fuese él mismo a Berber o mandase otro misionero al que poder entregar la misión, o a que enviase allí al Superior de Jartum, D. Salvador Mauro.
[4492]
Salió, pues, el Canónigo Fiore a marchas forzadas hacia Jartum, y desde allí mandó a Berber, en efecto, a D. Salvador Mauro, que llegó cuando ya los tres Religiosos Camilos se habían ido. El P. Carcereri le hizo entrega de la misión, tras lo cual él mismo partió por la ruta del desierto de Korosko con dirección a El Cairo.
[4493]
Por todo esto mi carta sufrió un considerable retraso en llegar a manos de mi Representante; puesto que pasando primero por Jartum, llegó a El-Obeid, y desde allí, como mi Representante se había marchado ya, fue devuelta a Jartum, adonde llegó cuando ya los RR. PP. Camilos se habían ido. Estos se sirvieron para el viaje del dinero que ya habían recibido y retirado de mi fondo existente en casa de la señora Lafargue, a pesar de que hasta entonces se habían quejado continuamente de que no tenían ni un céntimo para ir viviendo. Y en cambio sí que tenían; y no sólo para el viaje directo de Berber a El Cairo, sino también para ir a visitar los Santos Lugares, donde ya se encontraban en Semana Santa, habiendo recibido de mi Procurador en El Cairo, D. Rolleri, sólo lo necesario para el viaje desde El Cairo hasta Roma.
[4494]
Querían ellos que D. Rolleri les diese también el importe total de lo que habían gastado para el viaje desde Berber hasta El Cairo; pero él, que había recibido el encargo de suministrarles solamente lo necesario para desplazarse desde El Cairo hasta Roma o Verona, se atuvo a esta orden, y, no poseyendo fondos de los que disponer, prudentemente se negó a abonarles lo que habían gastado desde Berber hasta El Cairo, para lo cual no estaba autorizado. Sin embargo me escribió acerca de lo ocurrido, y yo le contesté –comunicándoselo también al P. Guardi– que de todo lo que hubieran gastado les resarciría en Verona D. Antonio Squaranti, mi Administrador General.
[4495]
Así pues, ya he expuesto las razones de que en el Vicariato no se ejecutaran del modo pactado entre el P. Guardi y mi Secretario las veneradas disposiciones de la S. Congregación de Propaganda Fide, y el expediente adoptado para el fiel cumplimiento de las mismas. Por lo demás, se han llevado a cabo en perfecta paz: no hubo la menor rencilla en Berber ni en El Cairo, y todo se desarrolló con tranquilidad por ambas partes.
[4496]
Mis misioneros, alegres y contentos por la marcha de los PP. Camilos, los han reemplazado ya. Desde el 22 del pasado febrero, dos de mis sacerdotes, D. Salvador Mauro y D. Jenaro Martini, con un laico catequista y algunos negritos, ocupan la misión de Berber, donde esperan la nueva expedición de misioneros y Hermanas, la cual llegará en breve, quizá incluso antes de junio.
[4497]
Finalmente, después de esto, es mi deber dar cuenta a V. Em.a Rma. del cumplimiento de lo que la S. Congregación me sugería sobre la administración. Desde el mismo momento en que V. Em.a me exhortó a buscarme un administrador adecuado que me ayudase, para yo poder consagrarme con más tiempo y eficacia al gobierno espiritual, lo elegí formalmente en la persona de D. Antonio Squaranti, reconocido por todos, incluso por el Obispo de Verona, como el más apto. Como tal lo he considerado siempre, y como tal lo ha confirmado la experiencia que he tenido de él en los últimos meses. Por asuntos de administración lo he mandado ya una vez a Egipto y otra a Viena, a él le tengo confiada la caja desde hace cinco meses, y en calidad de Administrador General estará conmigo en Sudán, adonde lo llevaré a mi regreso.
[4498]
Sobre el cumplimiento de las veneradas disposiciones sabiamente prescritas por la S. Congregación del 27 de noviembre de 1876 no me queda nada más que añadir, elegido y nombrado formalmente el Administrador General, y dispuesto y realizado cuanto era menester para el regreso de todos los PP. Camilos de Berber a Europa y para su sustitución. No obstante, como complemento de este brevísimo Informe, expondré aquí sucintamente el presente estado general del Vicariato. Cada una de las Estaciones dispone de suficiente personal activo, y por añadidura otros sacerdotes, otros hermanos colaboradores y doce Hermanas del Instituto de las Pías Madres de la Nigricia se hallan dispuestos en Verona para abrir nuevas Estaciones en el inmenso Vicariato.
[4499]
En Geref, a unas horas de distancia de Jartum, y en Malbes, a unas horas de distancia de El-Obeid, he hecho comprar dos grandes fincas para ir instalando allí a los negros convertidos y formar poco a poco dos poblados católicos, lejos de la peste de los musulmanes. A los cientos de firmes conversiones de infieles negros, hay que añadir catorce adultos que mis misioneros acogieron en el seno de la Iglesia el pasado verano, y otros que se preparan para entrar en ella. Por tanto, aplicándose a satisfacer la apremiante y urgente necesidad de crear sólidos establecimientos, en un país donde no encontramos más que arena, pocas y toscas cabañas y un clima ardiente, se ha podido, y se podrá aún más en el futuro, conseguir la salvación de muchas almas.
[4500]
Por otro lado, ningún trastorno ha sufrido la administración, a pesar de tantos gastos extraordinarios habidos en 1876 para viajes, para obras de construcción, para las dos mencionadas y utilísimas fincas, etc. En suma, aunque sólo el pasado año se gastó nada más que en las construcciones de El Cairo la cantidad de 92.000 francos, la Misión no tiene ninguna deuda.
[4501]
Añádase finalmente que como para sustituir al Gran Bajá musulmán ha sido nombrado Gobernador General del Sudán el coronel Gordon, por este simple hecho la posición del Vicariato ha tenido que mejorar algo; ya que siendo él de nacionalidad inglesa y de religión protestante, cualquiera puede ver que el ejercicio de la actividad apostólica será en el futuro más libre, y por ende más eficaz.
[4502]
Esto es tanto más de esperar cuanto que siempre me ha profesado y profesa una amistad íntima y sincera, y que de verdadera estima y afecto son también sus relaciones con mis misioneros y con la Superiora Provincial; igualmente, porque sus ideas y sentimientos respecto a la esclavitud son totalmente los mismos que los nuestra Misión, a la cual ha dado alguna espontánea limosna, y con la que ha compartido muchos beneficios a cambio de la asistencia que ella prestó a sus oficiales enfermos.
[4503]
Por todo esto resulta evidente que la situación del Vicariato Apostólico de Africa Central ha mejorado algo, de manera que para la buena marcha de la Obra –aparte de la gracia del Señor, la cual es ante todo necesaria para mantener en los obreros evangélicos el buen espíritu, y para que se abran a la doctrina de éstos las mentes de los negros y se atemperen a los nobles sacrificios de la virtud sus corazones ignaros de ella–, para la buena marcha de la Obra, digo, sólo parece hacer falta la restauración y el desarrollo del prestigio de ella, que aún sufre los ataques de muchos enemigos tanto invisibles como visibles.
[4504]
Disminuido su crédito en Europa, pocas vocaciones madurarían para aquellas Misiones. Disminuida con el crédito la confianza, se secarían las fuentes de beneficencia. Disminuido el crédito en Africa, menguaría la influencia moral, que es allí lo único capaz de abrir al misionero el camino no sólo a los corazones de los negros, sino también a los rebeldes de los blancos, y que frena los agravios y las ofensas a que estarían expuestos los misioneros entre gentes muy materialistas y gobiernos musulmanes.
[4505]
Ahora bien, V. Em.a Rma. puede imaginarse con cuántas artes intenta Satanás, provocado en su terreno, utilizar en provecho propio los esfuerzos de los misioneros. Y aunque quizá V. Em.a no conozca a todos los enemigos visibles de la Santa Obra de la Regeneración de la Nigricia, sí que conoce cuánto la han denigrado los solos Camilos: en Europa, no ya únicamente entre personas privadas, sino también entre las Sociedades benefactoras de Colonia y de Viena, y en Africa, entre la población y las autoridades. Por ejemplo, incluso en sus últimos días en Berber el P. Carcereri hizo que se irritasen contra los cristianos el Mudir de allí, el Gobernador General de Sudán y el Vicecónsul prusiano en Jartum.
[4506]
Escribió el P. Carcereri a dicho Vicecónsul contra el Mudir de Berber, comunicándole que éste había hecho saber a los musulmanes que para las fiestas del Bairam (24 de diciembre) serían asesinados todos los cristianos de Berber y de Jartum. El Cónsul fue a quejarse al Gobernador General de la conducta del Mudir de Berber, y el Gobernador General pidió al Mudir que se justificase.
[4507]
El Mudir llamó al P. Carcereri y le preguntó si era verdad que había escrito hablando mal de él al Vicecónsul prusiano. El P. Carcereri lo negó, y le dio de ello una declaración por escrito, la cual, enviada por el Mudir al Gobernador General, irritó al Vicecónsul prusiano y al propio Gobernador General, sin haber pacificado lo más mínimo al Mudir. De hecho, habiendo ido dos Padres Camilos a Suakin, donde el año pasado yo fui acogido muy cortésmente por las mismas autoridades y libremente pude poner remedio a algunos desórdenes entre los cristianos, dicho Mudir les ordenó que se marchasen inmediatamente de aquella ciudad.
[4508]
En vista de esto, puede comprender V. Em.a cuánto daño sufriría la Misión si se hicieran realidad las consecuencias del descrédito antes expuestas. Ellas bastarían para hacer estériles los grandes esfuerzos que yo no dejaré de realizar por mantener y acrecentar el prestigio que, dos años ha, tenía la Obra, la cual lleva aún el sello de estabilidad y de perpetuidad con que, por especial gracia de Dios, está marcada, incluso hoy día, la Misión de Africa Central.
[4509]
Con todo, la profunda convicción de que Dios quiere la salvación de la Nigricia me anima en la esperanza de que, bajo la sapientísima guía de Vuestra Eminencia y de la S. Congregación, se eliminará semejante obstáculo; y factibles así las vocaciones en Europa, y aumentadas las ayudas, especialmente las de las ínclitas Sociedades de Colonia y de Viena, de Lyón y de París, con la buena armonía y la estima se volverá en Africa más eficaz y fructuoso el Ministerio Apostólico. Para que tal cosa ocurra, también ahora, como siempre, las grandes cruces y las tribulaciones habrán contruibuido a consolidar más la obra de la redención de la Nigricia.
Inclinándome a besar la sagrada púrpura, me suscribo con la veneración más profunda
De V. Em.a Rma.
hummo., devotmo., obligmo. hijo
Daniel Comboni
Provicario Aplico. de Africa Central