N. 708 (673) - A MONS. JERONIMO VERZERI
ACR, A, c. 15/178
J.M.J.
Roma, 16 de julio de 1877
Via Margana, 40, A
Excelencia Rma.:
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Quería escribir a V. E. el 3 de mayo para expresarle mis congratulaciones por la Venerabilidad de su pía hermana, la fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón, pero me abstuve al oír de un venerabilísimo Purpurado que V. E. no quiso nunca mover un dedo por promover la Canonización de esa santa fundadora, flor y ornato de las Vírgenes Cristianas.
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Sin embargo, nunca abandoné la idea de manifestarme en tal sentido, lo que hago con la presente, en la que tengo también el honor de anunciarle que la Sagrada Congregación de Propaganda, en la Asamblea General de los Emmos. Cardenales celebrada en el Vaticano el 2 del corriente, día de la Visitación de la Sma. Virgen, se dignó nombrar a mi humilde e indigna persona Obispo y Vicario Aplico. de Africa Central, y que el 8 de este mismo mes nuestro adorado Santo Padre Pío IX tuvo a bien confirmar la decisión de la S. C.
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En el Vicariato Apostólico de Africa Central, bajo la administración de mi antecesor, de 40 misioneros murieron 36, y yo fui del número de los supervivientes.
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Luego la Orden Seráfica mandó allí 53 misioneros. Perdió 22 de ellos, víctimas de la caridad y del mortal clima africano, y todos los demás se volvieron a Egipto, a Tierra Santa o a Europa.
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Desde 1872, en que yo fui nombrado Provicario Aplico., de 19 misioneros que he llevado allí, no ha muerto ni uno, gracias a la misericordia del Sacratísimo Corazón de Jesús, a Nuestra Señora del Sagrado Corazón y a San José, a quienes he consagrado solemnente todo el Vicariato, y gracias también a lo acertado de mi Plan para la Regeneración de Africa, que me vino a la mente el día 18 de septiembre de 1864 en el momento de salir de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, donde había asistido a la solemne Beatificación de Margarita Alacoque. La S. C. y el Santo Padre han visto en mi Vicariato el carácter de estabilidad y perpetuidad, y han creído llegado el momento de normalizarlo verdaderamente dándole un Obispo.
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¡Oh, cuánto suspiro por tener algún excelente misionero de nuestra querida ciudad y diócesis de Brescia! Pero mi amigo Marinoni, Superior del Seminario de las Misiones Extranjeras de Milán, me dejó helado al decirme que en los 27 años de vida de su Instituto no ha tenido jamás ningún bresciano. Con todo, yo no pierdo aún la confianza. Habiendo pronunciado solemnemente mi grito de guerra «Nigricia o muerte», espero conseguir alguno.
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Mi Vicariato es el más grande, poblado, laborioso y difícil del universo entero. Abarca una extensión territorial mucho mayor que toda Europa, y contiene la décima parte de todo el género humano, o sea, más de cien millones de infieles, a todos los cuales el Sagrado Corazón de Jesús debe convertir.
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¿Por qué no habré de tener yo algunos hermanos sacerdotes brescianos, que compartan conmigo las fatigas, las penalidades y la muerte por la salvación de aquellas almas, las más desdichadas de la tierra? Me encomiendo a Jesús, a María, a San José y a Vuestra Excelencia.
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Ruego de su bondad se sirva presentar mis respetos más distinguidos a su baculum senectutis, ese ángel de Mons. Carminati, y a Mons. Corna, su digno Auxiliar, a quien tuve el honor de conocer en el Vaticano con ocasión de las fiestas del Jubileo Episcopal de Pío IX.
Besándole el sagrado anillo, hónrome en suscribirme en los Sagrados Corazones de J. y M.
De V. E. Rma.
hummo., devotmo., obedmo. serv. e hijo
Daniel Comboni, Obispo electo
y Vicario Aplico. de Africa Central