Comboni, en este día

Durante el viaje de animación misionera (1871), Comboni celebra en la catedral de Dresde.
A Mitterrutzner, 1877
Mi confianza está puesta en la justicia de la eterna Roma, y en ese divino Corazón que palpitó también por la Nigricia.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
771
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
5. 6.1878
N. 771 (732) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 656-657



N.° 4

Jartum, 5 de junio de 1878



Eminentísimo Príncipe:



[5187]
Como portador de la presente le envío al excelente y respetabilísimo señor doctor Pellegrino Matteucci, de Bolonia, quien, habiendo vuelto de una importante exploración en el Nilo Azul, desearía presentar sus respetos a V. Em.a Rma. y obtener, merced a una carta de recomendación suya, el honor de una audiencia especial de Su Santidad.

A este objeto me presto con sumo placer, por ser el Dr. Matteucci uno de los varios y más distinguidos viajeros, que tiene la convicción de que únicamente las misiones católicas poseen el secreto capaz de permitirles, con el tiempo, introducir establemente la civilización cristiana en las pobladísimas regiones de Africa Central, y de que las misiones de los protestantes y las expediciones científicas no pueden conseguir por sí solas los mismos resultados.


[5188]
Ha visitado ahora el Nilo Azul, o sea, una parte del lado oriental de mi Vicariato, llegando hasta Fadassi, cerca de los confines de los Gallas; y en esta visita ha hecho, con su ejemplo, que se respete la moralidad y dignidad del hombre educado europeo. Merece por tanto el honor de ser recibido en audiencia por V. Em.a y por Su Santidad.

Besándole la sagrada púrpura, me declaro con el más profundo respeto



De V. Em.a Rma. hum., obed., dev. hijo

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis

Vicario Aplico. de Africa Central



Ruego a V. Em.a Rma. que hable con el Dr. Matteucci sobre los lagos Nyanza y sobre su importancia para el Vicariato.






772
Un cardenal
0
Jartum
5. 6.1878
N. 772 (773) - A UN CARDENAL

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 635-637



N.° 3

Jartum, 5 de junio de 1878



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[5189]
Me tomo la libertad de suplicar de la eximia bondad de V. Em.a Rma. que se digne recibir al ilustre dador de la presente, el Dr. Pellegrino Matteucci, explorador de Africa Central, quien recientemente ha recorrido una parte de mi Vicariato, la oriental, limítrofe con los Gallas.


[5190]
Como este distinguido viajero ha visitado una parte muy interesante del este de mi Vicariato, y ha podido hacerse una idea de la inmensa labor que nosotros hemos desarrollado y de lo que aún nos queda por hacer, después de haber visto tantas cosas se ha convencido de que sólo las misiones católicas pueden conseguir, con su apostólica acción, civilizar cristianamente Africa, y de que para alcanzar tan difícil meta serán siempre impotentes las misiones protestantes y las expediciones geográfico-científicas, las cuales producirán buenos efectos sólo si se ayudan recíprocamente. El Dr. Matteucci ha publicado estupendos artículos sobre nuestras misiones que él ha visitado, y alguno de ellos ha aparecido incluso en L’Osservatore Romano.


[5191]
El conoce a fondo los motivos por los que es necesario que no se desmiembren de Africa Central los lagos Nyanza, ni el territorio entre el Ecuador y los 5° de lat. Sur, y por los que el Vicariato de Africa Central puede ceder todos los reinos e imperios situados más allá de los dichos 5° de lat. Sur a los valerosos Misioneros de Argel, los cuales conseguirán formar también ellos (después de muchas pruebas y experiencias) tres o cuatro vastísimas misiones.


[5192]
He rogado al Emmo. Card. Simeoni que obtenga para el Dr. Matteucci una audiencia especial de Su Santidad, súplica que humildemente dirijo también a Vuestra Eminencia. Dándole las gracias por anticipado, le beso la sagrada púrpura y me suscribo con la devoción más profunda



De V. Em.a Rma. hum., obed., oblig. hijo

† Daniel Comboni

Obispo y Vic. Aplico. de Africa Central






773
León XIII
0
Jartum
5. 6.1878
N. 773 (734) - A LEON XIII

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 635, 638



Jartum, 6 de junio de 1878



Beatísimo Padre:



[5193]
El eximio Dr. Matteucci de Bolonia, viajero de Africa Central, profundamente convencido de que sólo las Misiones Católicas pueden triunfar en la ardua tarea de conducir a la verdadera civilización cristiana las poblaciones de los más de cien millones de Camitas, que todavía yacen sepultados en las tinieblas y en las sombras de muerte, habiendo vuelto de una importante exploración en la región del Nilo Azul, perteneciente a mi jurisdicción, desea ardientemente besar los pies a Vuestra Santidad, para expresaros sus sentimientos de filial veneración y exponeros la importancia de la sublime y laboriosa obra de nuestras santas misiones africanas, y sobre todo de lo que constituye el principal objetivo de la misión de Jartum: los lagos Nyanza, o fuentes del Nilo, en el Ecuador, que yo habría ya ocupado si el espantoso flagelo del hambre, la sed y la carestía, con que he encontrado azotado mi Vicariato, no hubiese absorbido todos mis recursos.


[5194]
Nueve Sociedades protestantes anglicanas, provistas de enormes sumas de dinero y de importantísimo equipamiento material, se lanzan desde diferentes partes hacia aquella zona. Pero confío en que mediante la ayuda divina no tardaremos mucho en oponer, a las fuerzas del error y de una falsa civilización, el glorioso estandarte de la verdad y de la Cruz, reuniendo a aquellas gentes a la sombra del único redil de Cristo.


[5195]
Siendo el mencionado Dr. Matteucci muy digno de la gracia que implora, suplico humildemente a Vuestra Beatitud que os dignéis complacerle.

Postrado a besar los sagrados pies, imploro la apostólica Bendición para mí y para todo el Vicariato. Que etc., etc.



† Daniel Comboni

Obpo. de Claudiópolis i.p.i.

Vic.o Aplico. de Africa Central






774
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
21. 6.1878
N. 774 (735) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 668-677 y 603-604



N.° 5

Jartum, 21 de junio de 1878



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[5196]
Le adjunto una carta que dirijo a Su Santidad, como era mi deber, después de su rapidísima y prodigiosa exaltación al Supremo Pontificado, carta que es a un tiempo mi testimonio de adhesión y el de mis de mis tres Institutos que trabajan en Africa Central. Ruego de la bondad de Vuestra Eminencia que la presente al trono del Santo Padre y se haga intérprete de mis sentimientos hacia la S. S.


[5197]
Nosotros luchamos con resignación y coraje en medio del flagelo de la carestía. Cuando en Italia el pan sube hasta pagarse por él tres veces más del precio normal, se dice que hay carestía. Aquí el pan y las cosas de primera necesidad cuestan de ocho a doce veces más de lo normal. Por ejemplo, ayer pagué el durrah (el maíz de aquí) once veces más caro de lo que lo pagaba en 1875. El agua en el Kordofán todavía tiene un precio elevado. No se guarda memoria de tanta miseria en estos lugares. Pero ¡paciencia! En las barbas de San José hay miles y millones; y yo lo tengo tan atosigado y he hecho someterlo a tal acoso de oraciones, que estoy segurísimo de que la crítica situación actual de Africa Central se trocará dentro de no mucho en prosperidad. El tiempo y las desdichas pasan, nosotros nos hacemos viejos; pero San José es siempre joven, tiene siempre buen corazón e intención recta, y ama siempre a su Jesús y los intereses de su gloria. Y la conversión de Africa Central representa un interés grande y permanente para la gloria de Jesús.


[5198]
Gracias a Dios se trabaja mucho en Gebel Nuba y en el Kordofán, y espero que muy bien. También aquí hay ya muchos preparados desde hace largo tiempo para entrar en el seno de la Iglesia. Pero yo creo prudente ir despacio, para atender al futuro estable de los catecúmenos, de modo que puedan conservar la fe en medio de la sociedad musulmana. En sólo quince días, entre tantas cruces, el Señor nos ha proporcionado verdaderos consuelos. Dejando a un lado los niños moribundos mandados al paraíso con el bautismo en la asoladora epidemia de tifus (niños infieles), más dos musulmanes por mí bautizados y empleados, que se preparaban desde hacía unos años, y un rico comerciante griego que, creyendo morir, mandó a buscarme, y que después de dos visitas abjuró ante mí, etc., etc., le diré que la semana pasada, en el espacio de seis días, el cielo ha adquirido tres almas perdidas, que acabaron alcanzando la eterna gloria del paraíso.


[5199]
En la extensa provincia de Cadaref, hacia los confines de Abisinia (donde ya he hecho realizar un viaje exploratorio a mis misioneros para establecer una estación), murió el año pasado un griego de Esmirna, súbdito austríaco, que dejó cerca de 7.000 escudos, tres concubinas abisinias y tres hijos espurios de una de ellas. El Cónsul austríaco convirtió todas las propiedades en dinero, que envió a Esmirna a la familia legítima del difunto, dejando a las tres concubinas el oro que poseían, unos pocos trapos y algunas provisiones. Pero estas tres concubinas, habiendo consumido en Cadaref cuando tenían, vinieron con los niños a Jartum, a reclamar del Cónsul austrohúngaro ayuda sobre la herencia dejada por el griego con el que estaban amancebadas. Pero como los bienes habían sido vendidos y su importe enviado a Esmirna, el Cónsul no quiso saber del asunto.


[5200]
Les sugirió que se dirigiesen a la misión católica; pero ellas contestaron que eran musulmanas y que jamás pondrían los pies en la iglesia. Habiéndose apoderado la carestía de Jartum, estas tres concubinas con los tres niños sufrieron el rechazo de los musulmanes, y acabaron por acudir a nosotros en busca de limosna. En vista de su situación y habida cuenta de nuestra pobreza, les concedimos alojamiento y 8 p. khorda (31 céntimos italianos) al día. Mientras, mandamos a las Hermanas que se ocupasen de ellas y les insinuasen la fe. En breve: el pasado mayo las tres me vinieron a ver para rogarme que les consiguiese alguna ayuda de los herederos de Esmirna, etc., y me declararon que querían hacerse cristianas con sus hijos.


[5201]
Mientras yo realizaba las gestiones en los Consulados, les mandé la Hermana árabe para la instrucción católica; y como las tres (y especialmente la madre de los tres niños, que razonaba como una dama romana) tenían talento, aprendían pronto. Cuando una de ellas contrajo la viruela y el tifus, la vi tan constante en sus súplicas por recibir el bautismo, que la hice bautizar el martes pasado y la confirmé por la tarde, y esa misma noche murió toda dichosa. Mientras, la segunda concubina, la madre de las tres criaturas, que había asistido a su compañera muerta, contrajo también la viruela y el tifus, por lo cual me rogó que la bautizase, y me encomendó a mí el hijo varón y a la Hermana las dos niñas: fue bautizada y confirmada, y el viernes por la tarde murió contenta. El mismo viernes cayó enferma la tercera concubina, que pidió el bautismo: bautizada y confirmada, recibió asistencia de la Hermana y del sacerdote, y en la mañana del lunes marchó feliz al paraíso.


[5202]
Así, estas tres abisinias de entre veinte y veinticuatro años de edad alcanzaron en pocos días el cielo y nosotros heredamos un hijo y dos hijas, que formaremos en la fe católica. ¡Amables y siempre adorables designios de Dios! ¡Por qué caminos estas tres almas perdidas en el vicio encontraron la vía que las iba a conducir al cielo en solo seis días! Estos casos son frecuentes en el Vicariato de Africa Central.


[5203]
Ahora, dos palabras sobre los Nyanza. Aquella expedición de la Sociedad de la Iglesia Escocesa llamada a los Nyanza por obra del famoso viajero Stanley, y que tenía más de 300.000 francos al año, después de la muerte en Tanganika de uno de los ocho misioneros anglicanos, y tras el asesinato de otros dos en la isla de Kerewe, en el Victoria Nyanza, parece que va a disolverse, porque el Revdo. Wilson, el jefe, que pasó un año con el rey Mutesa, se vuelve con todos los otros a Inglaterra para –se dice aquí– no volver más. El capitán Etton, jefe de otra Sociedad inglesa, murió no muy lejos de Tanganika. La que ahora amenaza con hacer furor es la Sociedad del Revdo. Smith, que quiere introducir las artes en Africa Central.


[5204]
Su Excelencia Gordon Bajá, Gobernador Gral. de Sudán, de Massaua, Zeila y Berbera (las posesiones egipcias en mi Vicariato forman un territorio más grande que cinco veces Francia), venido a Jartum, me contó que han llegado a Suakin cuatro misioneros anglicanos, los cuales se dirigen a Jartum, el Nilo Blanco y los lagos Nyanza para fundar una misión inglesa. Y aunque Gordon Bajá me ha declarado repetidamente que él, aunque anglicano (se entrega a la meditación de la Biblia al menos tres horas al día, vive sin mujeres como un perfecto monje y reza mucho), tiene la convicción de que las misiones católicas consiguen más fruto y mayor éxito que las misiones anglicanas y que las de todas las otras religiones de la tierra, como ha podido constatar aquí en Sudán y en China, sin embargo la noticia de los cuatro misioneros anglicanos encaminados a Jartum con destino a los Nyanza no fue muy de mi agrado. Así que me volví a casa bastante preocupado, y dispuesto a husmear a esos reverendos señores como un perro trufero cuando lleguen a Jartum.


[5205]
Habiendo venido S. E. el general Gordon a hacerme una visita, saqué el tema de los lagos Nyanza, y, claro y sin ambages, le solté el siguiente discurso: «Mi querido Bajá, sabe que usted toda Africa Central con los lagos Nyanza pertenece a mi jurisdicción. Tengo intención de establecer cuanto antes dos misiones católicas, una en el Nyanza Alberto y la otra en el Nyanza Victoria. Pero ahora no dispongo para ello de ningún recurso, e incluso tengo muchas dudas, que espero pagar pronto, porque cuento con mi San José, cuyo nombre usted conoce, pero quizá no sus virtudes. Pase esto. Sé que usted tiene más problemas que yo en su economía, ya que está plagado de deudas y ni siquiera puede pagar a sus funcionarios. Pero confía en un Dios providente. Yo, aunque estoy pobre, quiero fundar en los Nyanza, y usted de un modo u otro me tiene que ayudar. Para resolver la situación de las actuales misiones de mi Vicariato basta con unos subsidios que me manden de Europa; mas para los Nyanza no los habrá tan pronto. Así que ayúdeme usted, que tiene buen corazón».


[5206]
El me dijo: «Ahora no puedo ayudarle ni a usted, ni a los misioneros ingleses, a los cuales dije en Suakin que no haré por ellos nada más que lo que debo hacer por Mons. Comboni, que lleva establecido en Sudán muchos años, y que tiene la jurisdicción espiritual sobre los Nyanza. Yo estoy bien dispuesto hacia ustedes, pero por ahora no puedo ayudarles». A lo cual contesté: «Tenga en cuenta que los católicos somos modestos y estamos acostumbrados a hacer con cien libras esterlinas lo que los misioneros ingleses con diez mil. Yo no pido gran cosa», etc. Entonces él me respondió: «Ya veré, pensaré sobre ello», y se fue. Posteriormente, habiendo ido yo a visitarle, me preguntó que cuándo pensaba hacer la expedición a los Nyanza. Le respondí: «Haré la expedición en la época que Vuestra Excelencia crea la más propicia y segura». El me dijo: «La estación más segura y propicia sería después de las grandes lluvias, en septiembre u octubre». «Bien –dije yo–, para esa época estaré dispuesto». «Pero ¿irá usted mismo?», quiso saber. «No puedo prever nada ahora; pero o bien iré yo, o mandaré a algunos de mis misioneros como exploradores», repuse.


[5207]
No se habló más sobre este punto; pero dos días después me mandó al capitán Gessi, nuevo jefe de la próxima expedición militar al río Sobat (que desemboca en el Nilo Blanco, a 9° de lat. N., y que yo visité en el invierno de 1859), con este recado: «Diga a Mons. Comboni que le quiero ayudar, y que su expedición se realizará a mis expensas, y a cargo del Gobierno; es decir, del transporte de los misioneros, equipajes, etc., me encargo yo; él sólo deberá pensar en sus particulares provisiones de boca».


[5208]
Y el capitán Gessi me explicó la idea de Gordon Bajá. Este piensa transportar la expedición católica en el vapor desde Jartum hasta Ladó (cerca de 800 millas). Allí pone a mi disposición los porteadores negros del Gobierno, para que lleven sobre los hombros nuestros bagajes hasta Dufilé (junto al río que, saliendo del Nyanza Victoria, llega hasta Reyaf y forma el Nilo Blanco), y al mismo tiempo proporciona los toros y vacas para el viaje del personal. En Dufilé pone a nuestra disposición el vapor que nos llevará por el río hasta Magungo, ciudad situada junto al Nyanza Alberto. Allí nos facilita las piraguas u otros medios de transporte por aquel río, que forma el Nyanza Alberto, y que sale del Victoria Nyanza (240 millas). En una palabra, el Gobierno de Gordon Bajá paga nueve décimas partes de todos los gastos necesarios para realizar mi expedición católica a los lagos Nyanza. Por eso, con una gentil carta en inglés, dando las gracias a Su Excelencia, acepté la generosa oferta que me ha hecho; y sin más tomaré mis medidas en relación con esta alta meta.


[5209]
Ahora dispongo de tres o cuatro comodísimos meses para reflexionar sobre esta importante empresa y hacer los preparativos necesarios para ella, pero en pequeño, porque lo primero será una simple aunque cuidadosa exploración. Por otro lado, considero que toda la autorización que la Santa Sede ha dado hic et nunc al Arzobispo de Argel se limita al permiso de hacer una exploración en Africa Ecuatorial y en los lagos Nyanza; pero no creo que haya erigido con Decreto Apostólico dos Vicariatos para los Misioneros de Argel, para lo cual se necesita una Ponencia y una Congregación General de los Emmos. Cardenales de Propaganda, más la ratificación del Papa, cosa que habría requerido más tiempo del que hubo.


[5210]
De ahí que yo esté trabajando ahora en un breve Informe, lo más detallado y exacto posible, para V. Em.a Rma., en el que trataré sobre los siguientes puntos:

1.° Necesidad y motivos de que los lagos Nyanza queden bajo la jurisdicción del Vicariato de Africa Central.

2.° Utilidad y necesidad de separar de Africa Central, o delimitar en el Africa Interior, un gran territorio para constituir dos nuevos grandes Vicariatos, que confiar a los Misioneros de Argel.

3.° Nueva demarcación de los límites de la parte sur de Africa Central, que deberán llegar sólo hasta el confín meridional de las fuentes del Nilo, que son los lagos Nyanza, o sea hasta los 4 ó 5 grados de lat. S.


[5211]
Haré esto con toda diligencia antes de mediados del próximo julio, en base a las noticias más seguras y exactas que se puedan obtener. Y si los Misioneros de Argel consiguieran, como espero en Dios, establecer y consolidar bien los dos nuevos e inmensos Vicariatos, que en mi humilde opinión, serían: 1.°, el nuevo Vicariato del imperio o estados de Kazembe, habitado por muchos millones de infieles que nunca tuvieron conocimiento de J. C., y que limita al Norte con el lago Tanganika inclusive, y al Sur y al Oeste se extiende bastantes miles de millas; 2.°, el nuevo Vicariato del imperio o estados de Muati-Janvo, que se dilata cerca de unas 500 millas al oeste de Kazembe y Tanganika, y contiene muchos millones de infieles, entre los cuales nunca penetró el Evangelio; pues bien, si, como decía, los Misioneros de Argel logran consolidar estos dos nuevos e importantes Vicariatos, para lo que se necesitan muchos años, entonces podrán pensar también en los lagos Nyanza, y habrá llegado el momento en que el Vicariato de Africa Central, si no ha extendido hacia esta parte su actividad apostólica, podrá ceder también los Nyanza a los Misioneros de Argel.


[5212]
Espero que mi alumno Antonio Dobale haya recibido las Ordenes Sagradas, si es que V. Em.a y el excelente Rector del Colegio Urbano lo han juzgado digno de ello. En tal caso, y si V. Em.a lo cree oportuno, podrá ser enviado a Verona, desde donde posteriormente partiría para mis Instos. de El Cairo. Lo que haya decidido o decida V. Em.a será mi único criterio y deseo.

Le beso la sagrada púrpura y me suscribo con la veneración más profunda



De V. Em.a Rma.

hummo., obedmo. y devotmo. hijo

† Daniel Comboni

Vicario Aplico. de Africa Central






775
León XIII
0
Jartum
28. 6.1878
N. 775 (736) - A LEON XIII

«Museo de las Missiones Cattolicas» xxi (1878), pp. 577-579



Jartum, en Nubia Superior

a 28 de junio de 1878, fiesta del S. C. de J.



Beatísimo Padre:



[5213]
Ya antes de ahora yo habría debido depositar ante al trono de Vuestra Santidad la ofrenda de mi adhesión y subordinación incondicionales y de mi devoción sin medida, porque a mi llegada a Jartum hacia mediados del pasado abril tuve la consoladora noticia de vuestra fausta y prodigiosa exaltación a la Cátedra de San Pedro. Pero las fatigas indecibles de un penoso viaje de setenta y siete días desde El Cairo hasta aquí, la durísima travesía del gran desierto bajo casi sesenta grados de calor, y los excepcionalmente graves problemas que me sobrevinieron al llegar a mi arduo y laborioso Vicariato, que encontré atormentado por el flagelo de una espantosa carestía, me fueron llevando, casi sin darme cuenta, a diferir hasta hoy esta mi respetuosa, sincera y filial oblación, y me contenté por el momento con haceros llegar mi homenaje y felicitaciones por medio del venerado Cardenal Prefecto de Propaganda, y del benemérito Sr. Cardenal Secretario de Estado.


[5214]
Ahora permitid, Beatísimo Padre, que yo y todos los sacerdotes y obreros evangélicos miembros del Instituto de las Misiones para la Nigricia, así como las excelentes Hermanas de San José de la Aparición, que trabajan con tanto celo en mi Vicariato, y las Hermanas Misioneras alumnas de mi Instituto de las Pías Madres de la Nigricia, fundado en Verona bajo los auspicios del Emmo. Cardenal de Canossa, permitidme, decía, que depositemos a Vuestros Santísimos Pies también nosotros, mezclado con el de todos vuestros hijos los fieles esparcidos por el mundo, el humilde y calidísimo aplauso con que os recibimos como Pontífice y Rey, Vicario de Jesucristo en la tierra, y digno sucesor del angélico Pío IX, de aquel Santo, de aquel Fuerte, de aquel Grande, en quien la omnipotencia y el amor de Dios transfirieron y grabaron tan sublime imagen y tan vasta huella de sí. Aceptad el profundo homenaje de nuestro corazón, y los sentimientos más fervientes y sinceros de nuestra humilde, absoluta e ilimitada sumisión, reverencia y afecto.


[5215]
Vos sois, oh León, el elegido de Dios, el don precioso que su Corazón tenía reservado entre los infinitos tesoros de su amor a la Iglesia, para consolarla de la tristísima viudez en que Vuestro Santo Predecesor la había dejado. Vos sois el gran Sacerdote de la Nueva Alianza; el experto Piloto del arca mística del eterno Pacto, fuera de la cual no hay salvación; el gran Centro de esa Unidad Católica que el gran Pío IX llevó al ápice de su perfección y grandeza. Vos sois la Piedra fundamental de la Iglesia de J. C., el Testigo sincero de su revelación, el Depositario fiel de su Doctrina, el Intérprete infalible de sus oráculos, el Defensor impávido de sus Altares, el Vindicador justo de su Ley, el Propagador legítimo de su Religión, el invicto León de Judá que triunfa de sus enemigos, el Astro fulgurante que difunde la verdadera luz entre las tinieblas del universo, el Pontífice Sumo, el Maestro infalible de verdad, el Pastor Supremo de las almas, del que espera el mundo la paz, y que todo lo reunirá a la sombra del único Redil de Cristo.


[5216]
Pero entre estas almas que esperan del Vicario de Jesucristo la bendición y la vida, hay más de cien millones de infieles pertenecientes al Vicariato de Africa Central, que constituye la más vasta, poblada, difícil y laboriosa Misión apostólica del universo. Nosotros, los miembros de los tres mencionados Institutos, estamos dispuestos a soportar todas las penalidades, privaciones, peligros, climas abrasadores y toda clase de trabajos y fatigas, que acompañan incesantemente a nuestro peligroso y arduo apostolado, y es continua nuestra disposición a sufrir el martirio por ganar para la Iglesia Católica tan numerosa y desdichada porción del rebaño de Cristo. Y toda nuestra confianza descansa en el Sdo. Corazón de Jesús, en Nuestra Señora del Sdo. Corazón, en San José, y también en Vos, Pedro redivivo, Jefe visible del Cuerpo Místico del Verbo Humanado, de quien brota la palabra de salvación y mana la fuente de la verdadera vida.


[5217]
Dignaos pues, oh León, dirigir desde lo alto de vuestro trono una mirada piadosa hacia esta abandonada parte de la sublime herencia de Cristo, a la Redención de la cual consagramos mente y corazón, sangre y vida, e impartid para ella una de esas extraordinarias bendiciones, que la resucite y la fecunde con la verdadera vida. Mientras, postrado ante Vuestra Sagrada Majestad de Pontífice y Rey, y renovando el ofrecimiento pleno y sincero de mi adhesión, subordinación y devoción ilimitadas, beso reverente vuestros santísimos Pies e imploro para todos nosotros la Bendición Apostólica.



† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis i.p.i.

Vic. Aplico. de Africa Central






776
Dr. Gustavo Frigotto
0
Jartum
29. 6.1878
N. 776 (737) - AL DR. GUSTAVO FRIGOTTO

ACR, A, c. 15/162



N.° 1

Jartum, 29 de junio de 1878



Queridísimo Doctor:



[5218]
¿Será posible que a ese ángel de Nina, a la que yo tenía tanto aprecio y cariño desde 1852, o sea desde hace veintiséis años, cuando la conocí de pequeña, la haya llamado Dios al cielo para darle el premio a su inocencia y a sus espléndidas virtudes? La verdad: no me hago a la idea. Recibí la noticia en Bure, en el Nilo Azul, adonde había ido y volveré a ir para cambiar de aires. La comenté, la examiné, hice los cálculos genealógicos; y resulta que la Clementina a la cual se hacía referencia (y que yo pensaba en todo momento que era la madre de D. Luciano) es Nina, su hija; esa única hija de usted y de Angelina que lo era todo para ambos; aquella en la que depositaron tantas esperanzas y a la que se dirigieron todos los desvelos de su vida; aquella Nina que era un verdadero ángel. No sé si será posible, por decir así, formar otra mejor: llena de gracia, de buen corazón, instruida, excelente hija, extraordinaria esposa, incomparable madre. En suma, ¿qué puedo decir a mi querido amigo el Dr. Frigotto?


[5219]
¿Qué puedo decir a Angelina? ¿Qué puedo decir a ese querido joven, Creazzo, que mereció a Nina? ¡Ah, confieso que es una píldora muy amarga, y que se sentirá su amargor por años y años. Pero es preciso que nos remontemos con el pensamiento de tejas arriba, y veneremos los siempre adorables designios de Dios, al que tanto y tan constantemente amó esa alma pura que estaba madura para el cielo. En Dios, en el paraíso, en el centro de las eternas delicias encontremos, pues, nuestro verdadero consuelo.


[5220]
Pero le digo que también de tejas abajo usted, Angelina y el esposo de Nina tienen con qué confortarse y mitigar el amargor de la píldora; y se trata de esos queridos angelitos que son la viva imagen y el retrato de su madre. Usted comprende bien lo que le digo, más de lo que yo acierto a expresar. Todo en esa bendita casa me ofrece la imagen de Nina, y si yo volviera a Lonigo, quizá más que en el pasado vería a Nina allí presente. Así que ánimo, querido doctor, querida señora, querido joven amigo mío: todos ustedes llevan la religión bien grabada en el corazón; tienen alma limpia, recto juicio, profunda religiosidad. Alcen los ojos al cielo, y que la oración continua y ferviente por Nina sea ahora la intermediaria entre ustedes y ella: ¡la fe, la fe! ¡Oh, qué bueno es el Señor! Yo ya he celebrado por ella dos misas, y cuando cese un poco el calor le haremos un funeral, y diré otras misas por ella.


[5221]
En dos palabras voy a contarle mi situación. Soy muy dichoso de sufrir por Cristo y por las almas más abandonadas del universo. Mi misión es la más ardua y fatigosa del mundo. Espero, sin embargo, que nos lleve a ese lugar donde está Nina, porque aquí hay que sufrir el purgatorio. Después de un fatigosísimo viaje de setenta y siete días desde El Cairo a Jartum, durante el cual soportamos en el desierto cerca de sesenta grados de calor, y tuvimos que viajar sobre el camello más de diecisiete horas diarias, hice mi entrada solemne en Jartum, y mi recibimiento como primer Obispo y Vicario Apostólico de Sudán fue un verdadero triunfo de la Religión Católica nunca visto en estos lugares. Mas pronto la poesía se volvió prosa, porque encontré Sudán afectado en su totalidad por una espantosa carestía de todo y especialmente de los artículos más necesarios para la vida.


[5222]
Cuando en el Véneto la polenta o el pan cuestan cuatro veces más de lo corriente, se dice que hay carestía. Pues bien, en estos días en que le escribo (y sólo en Jartum tengo más de cien personas que mantener) he pagado el durrah o maíz (del que vive la gente humilde) a 67 francos el ardeb (o saco de corteza de palma), mientras que en 1875 lo normal era pagar este género entre 5 y 6 francos el ardeb. Las ovejas, las vacas, los camellos han muerto casi todos; mantequilla, aceite, no quedan. En mi huerta se trabajaba con once bueyes, que cuando faltó el heno fueron alimentados con durrah, y ahora casi todos han muerto.


[5223]
¿Qué más decirle? En el Kordofán (donde tengo tres establecimientos con religiosas y misioneros) las pobres Hermanas tienen que salir de casa a las cuatro de la madrugada para ir a pozos lejanos (los nuestros se han secado), y a veces tienen que esperar hasta el mediodía para conseguir un agua turbia, negra, al precio de 75 céntimos el litro; de manera que en el Kordofán sólo con gran esfuerzo se consigue agua sucia para beber, cocinar y lavar, y a un precio mayor que el del vino en Lonigo. Toda esta calamidad –no se recuerda aquí nada semejante– se debe a la escasez de lluvias del año pasado. En mis habitaciones obispales hay 30 grados de calor; en la de D. Squaranti, 32, y en la calle de 50 a 55. Figúrese qué vida es ésta. Encima encontré vacíos nuestros almacenes, y más de 50.000 francos de deudas. Agotados ya todos mis recursos, ahora estoy sin un céntimo, y con tantos establecimientos que mantener.


[5224]
¿Qué hacer? El que proporciona el grano a las aves, proveerá; porque El tiene mente, corazón y conciencia rectas, y la obra es suya. El se ocupará de ella; yo soy sólo su servidor.

Además he llamado al orden a mi ecónomo San José, y amenazándole con dirigirme a su mujer si él no me hace caso, le he exigido que en el plazo de un año, a contar desde el pasado 12 de mayo, equilibre mi presupuesto; pero no al estilo de Lanza, Sella y Minghetti, o del actual ministro de economía italiano, Semits Doda; sino el verdadero equilibrio presupuestario: de lo contrario voy a su mujer. Pero basta ya.


[5225]
A todos los amigos de Lonigo los llevo en el corazón. A D. Luciano le debo una carta, y se la quiero escribir larga; pero que perdone mi silencio. Debo escribir para buscar ayudas. Y por las noches no duermo, y estoy sin apetito y siempre cansado... Salúdele de mi parte. Salude a todos... a todos... Curas... laicos... señores... señoras... devotas... monjas... al Rmo. Arcipreste... a Angelina... al joven marido... Y queda de usted



Suyo afmo. † Daniel Obispo

y Vic.o Aplico. de Afr. Ctral.






777
Rey Leopoldo II de Bélgica
0
Jartum
30. 6.1878
N. 777 (738) - AL REY DE BELGICA LEOPOLDO II

ACR, A, c. 15/54



N.° 1

Jartum, 30 de junio de 1878

[N.B. Al final fecha la carta a 5-7-1878]



Sire:



[5226]
El fatigoso viaje con toda mi caravana de misioneros y Hermanas, a los que he acompañado en muy mala estación; las graves ocupaciones de mi ministerio apostólico, y los muy serios sufrimientos y cuidados que me afligen a causa del terrible flagelo de la espantosa carestía y de la extrema falta de víveres que asolan a más de la mitad de mi colosal Vicariato –lo cual ha agotado todos mis recursos económicos y materiales para hacer frente en parte a las necesidades más extremas–, me han impedido satisfacer mi gran deseo de escribir a Vuestra Majestad y emprender una correspondencia epistolar con Vos, que no será inútil para los intereses de la civilización de Africa Central.


[5227]
Ante todo deseo honrarme manifestando por escrito a Vuestra Majestad mi más vivo reconocimiento por la generosa acogida de que os dignasteis hacerme objeto en la tarde del Día de Todos los Santos del año pasado, y también expresando toda la profunda admiración y veneración sin límites que Vuestra Majestad ha suscitado en mí al inaugurar una nueva era en la regeneración de los pueblos más desafortunados y abandonados de la tierra, que ha originado en toda la Europa civilizada un movimiento providencial y encendido un fuego sagrado en todos los corazones generosos, para aportar su colaboración a las grandes empresas no solamente científicas y civilizadoras, sino también religiosas y católicas, orientadas a la redención de Africa Central.


[5228]
Esta Obra sin igual es la más santa y filantrópica del presente siglo, la más interesante, la más digna del progreso y de la elevación del espíritu cristiano y humano, y la más urgente y necesaria para realizar los adorables designios del divino Redentor del género humano, que proclamó la verdadera libertad y fraternidad de todos los hombres, y que fue el primero en abolir la esclavitud.

Estoy profundamente convencido, después de un serio examen, de que esta gran Obra va a triunfar, y de que produciendo poco a poco muy consoladores frutos, tras una serie de múltiples y variadas vicisitudes y experiencias prácticas, acabará proporcionando inmensos beneficios a la Iglesia y a la civilización cristiana, hasta convertirse en la fuerza de las Misiones católicas de Africa.


[5229]
Y me siento muy dichoso de encontrarme unido a Vuestra Majestad por un vínculo indisoluble de alma y de corazón, creado por un compartir las más vivas y tenaces aspiraciones civilizadoras y regeneradoras de esta querida Africa Central, que es la parte del mundo más digna de la simpatía y del interés de la humanidad entera, y a la que he consagrado mi alma y mi corazón, mi sangre y mi vida. Vínculo indisoluble entre el augusto promotor de la gran Obra de la Redención de Africa Central y el que, aunque indigno e insignificante, es el primer pastor legítimo y primer Obispo y Vicario Apostólico de esta misma Africa Central, y, con todos los otros misioneros, el verdadero ejecutor de esta Obra admirable que Vuestra grande, regia alma ha querido impulsar y que Dios mismo os ha inspirado.


[5230]
Vínculo indisoluble, en fin, entre Africa Central y esa querida Bruselas, la noble ciudad que ha devenido y seguirá siendo siempre el auténtico cuartel general del movimiento civilizador para la regeneración de Africa Central.

La bondad de Vuestra Majestad es tan grande que me permitiréis someteros humildemente, de ahora en adelante, algunas pequeñas ideas que mi modesta experiencia en los asuntos africanos encuentre eficaces y oportunas para el bien de la gran empresa.


[5231]
En primer lugar, la base de toda sabiduría para dirigir una gran obra, después de haber constatado su utilidad, necesidad, excelencia y sublimidad, es una inquebrantable perseverancia en trabajar por llevarla a cabo, y no retroceder jamás ante ningún obstáculo o dificultad, permitiendo que se hunda el mundo entero antes que dejar o abandonar la gran obra que se ha emprendido.

Todas las grandes obras de la tierra tropiezan siempre con obstáculos y dificultades tan considerables que a menudo son una amenaza hasta para su existencia. La vuestra, Sire, encontrará también enormes obstáculos y oposiciones: habrá momentos en que se os incitará a abandonarla, en que se os presentarán motivos y razones magníficos, plausibles y especiosos para darla de lado.

Rechazadlos sin temor y pensad que vuestra obra es Obra de Dios, y además la obra del siglo, la obra que regenerará a cien millones de desventurados para hacerlos libres y dichosos en la tierra.


[5232]
Esta obra elevará a más de la décima parte de toda la humanidad al nivel de las naciones más civilizadas. La majestuosa voz de un Rey católico muy ilustrado es enormemente poderosa, cuando se trata de los grandes intereses de la humanidad.

Que Vuestra Majestad se digne adoptar como fundamento y base de su gran obra el principio de una perseverancia inquebrantable para realizarla, sin retroceder jamás ante ningún obstáculo. Esta obra magnífica será la gema más brillante y luminosa de vuestra corona real; la gloria más sublime, sólida y duradera de Bélgica.


[5233]
Habiendo lamentado la muerte de los señores. Crespel y Maës llegados a Zanzíbar, he querido aprovechar esta ocasión para someter a la sabiduría de Vuestra Majestad uno de los primeros artículos de mi Plan para la regeneración de Africa, que expuse a la Santa Sede el 18 de septiembre de 1864, y que fue aprobado. Esta pequeña idea salva la vida a tres cuartas partes de los viajeros de Africa Central. Se trata de fundar una Estación para aclimatar a los exploradores antes de que se aventuren en las tórridas regiones de Africa Central.

Esta Estación debe hallarse en una ciudad o localidad cuya temperatura esté un poco por encima de la media proporcional entre Europa o el lugar de origen de los exploradores y las regiones interiores de Africa a las que ellos se dirijan.


[5234]
Los exploradores deben pasar en esta Estación al menos una o dos temporadas de verano, y durante ellas deben llevar una vida activa, dedicándose sobre todo al ejercicio de su profesión o a aquello que habrán de hacer en Africa Central. Además, en estos lugares de aclimatación deben habituarse poco a poco a un sistema de vida y de alimentación que deberán seguir en las regiones del interior, así como a una conveniente frugalidad en cuanto a carne, licores y vino, por ser el abuso de ellos muy nocivo en Africa Central.

A todo esto se pueden habituar fácilmente poco a poco, en especial los que gustan de las verduras, las cuales con muy útiles aquí.


[5235]
Los hombres muy robustos que no se habitúan al medio africano en una de estas Estaciones de aclimatación son los primeros en sucumbir; y cuanto más robusto es un hombre, más tiempo necesita para aclimatarse. Esto es un axioma que yo he constatado muy frecuentemente, y que es muy poco conocido en Europa.


[5236]
Hubo un tiempo en que yo estaba muy interesado en tener en Africa Central médicos europeos que hubiesen completado sus estudios y sus prácticas en las universidades y en los hospitales de Europa. Asimismo deseaba mucho tener farmacias provistas de todo tipo de medicinas y remedios europeos. Hoy me entusiasman mucho menos tales ideas. Yo mismo he hecho mis estudios completos de Medicina en Europa, con el único objeto de servirme de ellos en Africa Central.


[5237]
El médico europeo no debe aplicar en el centro de Africa más que la mitad de los sistemas curativos que trae de Europa, porque la mitad de las medicinas y remedios europeos son muy nocivos en Africa Central, tanto para los europeos como para los indígenas.

Estos últimos tienen aquí los remedios que el Creador les ha destinado. Se aceptan los medicamentos externos y todos los elementos de la cirugía, que son muy útiles en estos lugares, así como los principales remedios de la medicina europea, como la quinina, la Pulvia doweris, la digital, la ipecacuana, etc., que se pueden aprovechar muy bien aquí.


[5238]
Finalmente, una última e importante norma en la gran empresa de vuestra Majestad: hay que elegir exploradores cuya moralidad sea bien conocida (y a este respecto estoy convencido de que en Bélgica y en Polonia se pueden hacer buenas, magníficas elecciones), porque de lo contrario, en vez de llevar a Africa Central la civilización, se llevará la corrupción, el escándalo y el odio contra el europeo, como ha ocurrido a menudo.


[5239]
Los africanos tienen bastante tino y buen sentido para distinguir perfectamente entre los viajeros europeos y los misioneros y Hermanas católicos, y saben apreciar bien las buenas costumbres; de modo que cuando ven a un viajero europeo por primera vez, esconden a las mujeres en sus cabañas o en el desierto.

Por el contrario, cuando nos ven a los misioneros o a las Hermanas se acercan a nosotros dando muestras de mucha alegría, y nos presentan a sus hijos y sus mujeres, que nos piden medicinas y monedas, nos traen de comer, etc.


[5240]
Aquí hago una pequeña digresión, que no es inútil, dada la idea que se tiene en Europa de lo relativo a la población africana. En 1875 hice un viaje desde El-Obeid, capital del Kordofán, a Jartum con el coronel Colston, antiguo general de división de América, el cual desde 1874 era jefe de la expedición egipcia que debía explorar el Kordofán y proseguir su camino en línea recta hacia el Ecuador hasta llegar a Mombutu, pero que él tuvo que suspender porque cayó enfermo.

Como jefe de un ejército, iba acompañado de una treintena de soldados. Pues bien, en todos los lugares por donde pasamos en nuestro viaje de doce días casi no vimos a nadie, y apenas encontrábamos algún guardián de los pozos allí donde nos acercábamos a beber agua.


[5241]
Pero ¡qué diferencia entre esta vez, en que yo viajaba con soldados, y las ocasiones anteriores, en que seguí aquella misma ruta acompañado sólo de mis misioneros y de las Hermanas para hacer mi visita pastoral al Kordofán!

Entonces encontraba a cada instante rebaños, y masas de gente que salían a nuestro encuentro a pedirnos medicinas y a regalarnos carneros, durrah y leche.


[5242]
¿Por qué esta diferencia? Porque cuando los africanos ven gente armada, los creen soldados o chilabas que van a robar a sus hijos y su ganado, por lo cual huyen al desierto con su prole, familia y animales.

El coronel Colston ha presentado al Estado Mayor egipcio un informe, que ha sido publicado, en el cual estima el total de la población de El-Obeid y del reino del Kordofán en 130.000 habitantes... Yo puedo asegurar a Vuestra Majestad, sabiendo bien lo que digo, que la población del reino del Kordofán sobrepasa holgadamente el millón de almas.


[5243]
Por lo demás, el mayor obstáculo para la abolición de la trata de negros y de la esclavitud, y para la civilización de Africa Central, es el islamismo. Este ha logrado infiltrarse en casi todas partes, y son los mismos reyezuelos del interior de Africa, musulmanes o negros hechos musulmanes –que son satélites de los pequeños soberanos de las costas–, quienes ejercen la horrible actividad de la trata, y los que se encargan de alimentar y perpetuar la esclavitud.


[5244]
Dejo para otra ocasión el exponer a Vuestra Majestad por qué la ruta del Nilo y del Nilo Blanco es, probablemente, más fácil y más conveniente que la de Zanzíbar para llegar a los lagos Nyanza. Digo «probablemente» porque antes de pronunciarme sobre este punto con seguridad, quiero probar yo mismo esa ruta.

Por las noticias que recibo de los Nyanza, parece que el movimiento de los misioneros anglicanos en Africa Ecuatorial es colosal: disponen de grandes recursos. Espero que bastante de esa gente trabaje para nosotros los misioneros católicos, porque entre ellos hay muchos que carecen de la cualidad esencial: la perseverancia.

Dentro de unos días cuatro misioneros anglicanos llegarán aquí, a Jartum, y en un barco del Gobierno saldrán enseguida para Ladó, desde donde proseguirán su viaje hasta el lago Victoria.


[5245]
El Reverendo Wilson, jefe de la expedición de los misioneros escoceses, que ha perdido dos compañeros, Smith y O’Neilly, asesinados por el sultán de la isla Ukirui, en el lago Victoria, más otro que ha muerto de enfermedad en el lago Tanganika, está a punto de volver a Inglaterra por la ruta de Zanzíbar, aunque sus despachos los ha mandado siempre a Londres vía Jartum.

Gordon Bajá, gobernador general del Sudán egipcio, de Massaua, Zeyla y Berbera, que reside en Jartum, acaba de nombrar gobernador general del Nilo Blanco y del Ecuador al Sr. Emin Efendi (un alemán, cuyo verdadero nombre es Dr. Schnitzer). Se trata de un hombre excelente al que conozco muy bien. Actualmente se encuentra en el Nilo Blanco.


[5246]
Además,Gordon Bajá ha nombrado ayer al vicecónsul de Alemania e Inglaterra en Jartum, el Sr. Rosset, gobernador general de Darfur; y al capitán Gessi, jefe de las tropas de ese mismo territorio. Pero ellos no han aceptado todavía, porque desearían que se les encomendase la exploración del río Sobat (que yo visité hace casi veinte años, en el invierno de 1859) para descubrir las vías de comunicación entre Nilo Blanco y el reino de Kaffa, cerca de los Gallas.

Mr. Mason ha trazado un magnífico mapa de su periplo por el lago Alberto. Según este mapa, la bahía Beatriz de Stanley no sería un golfo del lago Alberto, sino un nuevo lago, porque la última punta del Alberto está aproximadamente a 70 millas inglesas más al norte que el golfo Beatriz.


[5247]
Su Excelencia Gordon Bajá tiene muy poco de buen administrador; pero es un terrible enemigo de la esclavitud y de la trata de negros.

Puedo afirmar que ha asestado un golpe terrible a esta vergonzosa plaga en muchos lugares de su jurisdicción. Por ejemplo, en el Nilo Blanco y en las grandes rutas raramente se encuentran esclavos, como tampoco en el valle del Nilo, ni en el camino del Kordofán y del Nilo Azul; y en el desierto de Suakin ya no se ven aquellas grandes y numerosas caravanas de esclavos que solíamos encontrar en el pasado.

La esclavitud sigue siendo una realidad, y la trata de negros existe y existirá por mucho tiempo; pero se hace a escondidas de Gordon Bajá, que es muy severo con los traficantes de carne humana.


[5248]
Por ello se puede decir que, por el momento, estas infames actividades han disminuido un poco en las posesiones egipcias de Sudán. Los traficantes de carne humana van lejos de las grandes rutas, y se adentran en el interior para hacer sus correrías y apoderarse de los pobres negros, mercancía de su infame comercio.

Hay que señalar que estos chilabas temen mucho a los europeos venidos por altos fines, ya sean seglares o misioneros, porque saben que están en contra de la esclavitud. En consecuencia, los establecimientos científicos y sanitarios y las exploraciones decretadas por las Conferencias de Bruselas serán siempre de gran utilidad para la abolición de la trata de negros, así como la presencia de los misioneros y de las Hermanas es siempre una espina para los chilabas.


[5249]
He aquí un ejemplo. Habiendo yo fundado una misión en la tribu de Gebel Nuba –que constituye un gran cazadero para los traficantes de carne humana, y el lugar de tránsito de al menos 30.000 esclavos cada año–, uno de los más activos e importantes chilabas, perteneciente a la tribu de los Bagara Omur, árabes nómadas, que siempre venía a buscarme a Delen para pedirme medicinas, se presentó a S. E. el gobernador del Kordofán y le dijo: «Desde que has dejado que estén en Gebel Nuba esos cristianos, nos es imposible pagar nuestro tributo (impuesto anual), porque no podemos ir a capturar nuestras farkhat (gallinas, que es el nombre que se escribe en los registros del gobierno de El-Obeid, y cuyo verdadero significado es “jóvenes esclavas”) y nuestros khorfans y yamal (corderos y camellos, los nombres que figuran en dichos registros, y que en este caso se refieren a esclavos varones “jóvenes” y “adultos”) para pagarte». O lo que es lo mismo: no podemos robar y traer nuestros esclavos para pagar el tributo. Y esto porque hasta hace unos años, y también hoy a escondidas, los gobernadores del Kordofán siempre han recibido como pago de estos pueblos tributarios una enorme cantidad de esclavos en lugar de dinero y ganado.


[5250]
Pero, en efecto, desde que la misión católica existe en Gebel Nuba, nunca se ha arrebatado para la esclavitud a un miembro de esta tribu, ni han vuelto a pasar por allí caravanas de esclavos. Los traficantes hacen sus incursiones en tierras de los Yangueh, o en Dar Fertit, y siguen otra ruta mucho más lejana que la ordinaria y más corta de Gebel Nuba.


[5251]
Tengo la esperanza de poder fundar este año en el lago Alberto una nueva misión, y una segunda en el lago Victoria el año próximo. Es más difícil establecer una misión católica regular en una localidad del centro de Africa que efectuar por allí una simple visita de reconocimiento, como hacen los exploradores.


[5252]
Los viajeros y los exploradores pasan como meteoros por estos lugares, sobre los que luego cuentan poco de verdadero, al no haber tenido el tiempo suficiente ni el necesario conocimiento de las lenguas locales. No ocurre así, en cambio, con los misioneros, que se quedan mucho tiempo o para siempre.


[5253]
Pero no sé cuándo podré dejar Jartum, dadas las dificultades en que actualmente me tienen sumido la dolorosa carestía y la falta de víveres que agobian a mi Vicariato. Compramos ahora el durrah y el trigo diez veces más caros que el año pasado, a causa de la falta total o de la escasez de lluvia en el año anterior.

En el Kordofán, el agua para beber, guisar y lavar nos cuesta más que el vino en Francia; pero la Providencia pondrá remedio.


[5254]
Me tomo la libertad de enviar a Vuestra Majestad la Oración por Africa Central, que aprobó Pío IX, de santa memoria, y os pido dispulpas por haber prolongado en exceso mi carta. Estoy seguro de que os dignaréis otorgarme un generoso perdón.

Inclinado humildemente ante el trono de Vuestra Majestad, os suplico que tengáis a bien aceptar el más sentido homenaje de mi espíritu y de mi corazón, con el que tengo el honor de declararme para siempre



De V. M. hummo., dev., y obed. servidor

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis i.p.i.

Vicario Aplico. de A. C.



Original francés.

Traducción del italiano.






778
P. Henri Ramière
0
Jartum
12. 7.1878
N. 778 (739) - AL P. HENRI RAMIERE

«Messager du Coeur de Jésus» 34 (1878), v. 2. pp. 323-326



Jartum (Nubia Superior), 12 de julio de 1878



Mi reverendo Padre:



[5255]
Necesitando extremadamente la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús, Soberano de Africa Central, el cual es la alegría, la esperanza, la fortuna y el todo de sus pobres misioneros, me dirijo a usted, amigo, apóstol y fiel servidor de ese Corazón divino, tan lleno de caridad por las almas más desventuradas y abandonadas de la tierra.


[5256]
¡Oh, qué feliz soy de pasar media hora con usted para encomendar y confiar al Sdo. Corazón los intereses más preciosos de mi laboriosa y difícil Misión, a la que he consagrado toda mi alma, mi cuerpo, mi sangre y mi vida!


[5257]
Una dolorosa carestía y una extrema falta de víveres, acompañadas de perniciosas enfermedades, asolan desde hace un año mi inmenso Vicariato, y como consecuencia de estos flagelos se han agotado todos mis recursos y yo me encuentro abrumado por gravísimas preocupaciones.

He aquí, pues, el ardiente deseo que quiero expresarle: que haga usted en el «Mensajero» un llamamiento especial a los amigos del Sagrado Corazón, incitándolos a rezar fervientemente por mi querido Vicariato, por mí y por mis misioneros, así como por mis Hermanas de los Institutos de San José de la Aparición y de las Pías Madres de la Nigricia, que prestan servicio en Africa Central.


[5258]
Estas oraciones deben tener por objeto la conversión de mis queridos infieles, y también la obtención de los recursos necesarios para todas las obras del Vicariato. En cambio, no deben tener como finalidad el alejamiento de las cruces, de las congojas, de las penalidades y de las privaciones extraordinarias a las que estamos sometidos nosotros y nuestros misioneros, porque la cruz y las más grandes tribulaciones son necesarias para la conversión, la estabilidad y el progreso de las obras de Dios, que siempre deben nacer, crecer y prosperar al pie del Calvario.

¡Ah, qué bueno es sufrir mucho por Jesús y por las almas más abandonadas de la tierra, que nos han sido confiadas por el Vicario de Cristo! El Corazón divino y adorable de Jesús nos ayuda grandemente fortaleciéndonos en la cruz.


[5259]
Así pues, las oraciones deben tener como fin hacer que prospere y crezca la obra de la Redención de mis cien millones de infieles, sin que la falta de recursos impida su desarrollo. Usted, mi querido Padre, ha comprendido mi pensamiento, el cual yo no soy capaz de expresar bien.

Además le rogaría que tradujese al francés y publicase en algún número del «Mensajero» mi primera carta a nuestro Santo Padre León XIII, que le dirigí por la fiesta del Sagrado Corazón el pasado 28 de junio, y que es una especie de acto de adhesión mío y de mis misioneros y Hermanas al nuevo Soberano Pontífice. Se la envío bajo este título: Mons. Comboni y Africa Central, a los pies de León XIII.


[5260]
Le diré ahora dos palabras sobre mi Vicariato, cuya historia ha sido el tema de un pequeño trabajo mío, publicado el año pasado en Les Missions Catholiques de Lyón, a partir del n.° 13 de octubre último.


[5261]
Cuando en 1872 fui nombrado Provicario Apostólico de todo el Vicariato de Africa Central, no existía más que la sola casa aislada de Jartum y el jardín abandonado que creó el Revdo. P. Pedemonte de la Compañía de Jesús, llegado a Jartum en 1848. Gracias al Sagrado Corazón de Jesús, al cual, como usted sabe, se consagró el Vicariato el 14 de septiembre de 1873, tenemos hoy dos grandes Institutos en Jartum, tres en el reino del Kordofán, dos en Berber y dos en las tribus de Gebel Nuba.

Ya he enviado misioneros a Cadaref, en los límites con Abisinia, y dentro de poco fundaré una misión en el lago Alberto.


[5262]
En el espacio de cinco años se ha salvado a un gran número de almas, se ha llegado al conocimiento de muchas poblaciones, se han fundado y consolidado establecimientos, y el Sagrado Corazón de Jesús ha otorgado abundantes gracias a esta inmensa Misión.


[5263]
Pero como las Obras de Dios deben caminar con la cruz, el Señor ha permitido que, desde hace casi un año, este gran Vicariato se encuentre azotado por el terrible flagelo de una espantosa carestía y de una extrema miseria, que asolan estas tórridas regiones, y que han venido seguidas de crueles enfermedades hasta el punto de diezmar estas desdichadas poblaciones.

La causa de tan grandes males ha sido la falta de lluvias durante el año pasado. Una gran parte del ganado y de los camellos han muerto de hambre. Los campos están áridos y resecos; ya no queda grano, ni heno, etc.


[5264]
Cientos e incluso miles de pueblos son abandonados por sus hambrientos habitantes, que, infelices, mueren de inanición como moscas.

En Francia, cuando se paga el pan cinco o seis veces más caro de lo normal, se dice que hay carestía. Pues bien, aquí el durrah (o maíz, alimento ordinario del pueblo) ha decuplicado su precio, y la semana pasada hubo que pagarlo hasta doce y trece veces más de lo que era corriente...

Continuaré mi narración con el próximo correo, porque el dromedario está a punto de partir y yo estoy extremadamente ocupado.

En la espera, me suscribo



Su devotmo. hermano

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis y Vicario Aplico. de A. C.



Original francés.

Traducción del italiano






779
M. Eufrasia Maraval
0
Jartum
22. 7.1878
N. 779 (740) - A LA MADRE EUFRASIA MARAVAL

ASSGM, Afrique Centrale Dossier



N.° 2

Jartum, 22 de julio de 1878



Mi muy reverenda Madre:



[5265]
Acabo de recibir su estimada carta del 20 de junio, la cual me llena de tristeza, porque no me dice nada de las Hermanas ni de la Superiora Principal de Jartum que insistentemente he pedido. Mas puede ser que prudentemente haya dejado usted a la futura Superiora General (que espero sea usted misma) la decisión de este asunto de capital importancia para el bien de Africa Central.

Dispongo sólo de media hora para contestarle y para ordenar a Sor Arsenia que deje marchar a Sor María Josefa y a Sor Ana a Jartum, atendiendo al deseo de usted.


[5266]
No sé nada de lo que usted me dice de mi Secretario. Las condiciones que él propuso a la Madre General recibieron de ésta completa aprobación (me ha escrito él) y también del Card. Franchi. Yo tomé como base muchos otros Contratos que la Congregación había hecho con Trípoli y con diversos Obispos, documentos que pude examinar. Y mi Sor Catalina, a la cual yo había expuesto mis ideas, me aseguró que las condiciones que yo ponía eran más ventajosas para la Congregación que las de muchas otras Misiones.


[5267]
Esto es lo que sé. Por lo demás, para obrar concienzudamente y con conocimiento de causa, es preciso que el Contrato se haga en Africa Central y por las Hermanas de Africa Central, que conocen las circunstancias y las condiciones de la Misión. De otro modo resulta imposible valorar la exactitud y la necesidad de las cláusulas; y éste es el sistema de la Iglesia.


[5268]
Yo no he tenido nunca el menor inconveniente en dejar marchar a las dos Hermanas que han solicitado volver a Francia. Sor Severina me dijo que Sor María Josefa y Sor Ana estaban autorizadas a regresar, pero me dijo también que no debían partir hasta que no llegasen otras Hermanas de Europa.


[5269]
Usted no ha escrito nada de este asunto...

... Todas las obras de Dios deben sufrir sus pruebas. La sangre de los Mártires es siempre semilla de cristianos. La muerte de alguna Hermana en esta gran viña de Jesucristo es una consagración de la Congregación de San José de la Aparición en Africa Central. Dejar esta gran Misión a causa de la muerte de alguna Hermana es ceder los méritos y la gloria a otros.

Su Congregación goza de gran prestigio en Europa por haber emprendido la Misión de Africa Central, y perdería mucho abandonándola.

Le ruego que me mande cuanto antes una Superiora y Hermanas para Jartum.

Téngame presente en sus oraciones.



† Daniel Comboni

Vicario Aplico. de A. C.



Original francés.

Traducción del italiano






780
M. M. Anunciación Coseghi
0
Jartum
24. 7.1878
N. 780 (741) - A LA MADRE

MARIA DE LA ANUNCIACION COSEGHI

(de Gegel Nuba)

DE LAS MADRES SERVITAS DE ARCO

APA, Fasc. n. 107, «Monastero Servite»

Jartum (c/ Egipto), 24 de julio de 1878



Mi queridísima hija en J. C.:



[5270]
Esta mañana he recibido tu apreciadísima del 21 de junio. Las distancias se hacen más cortas también con la Nigricia, porque hoy los vapores navegan por el Nilo, y hay ferrocarriles. Hace tiempo, me llegó una carta sumamente grata de tu M. Superiora con fecha 9 de enero pasado. En Korosko, en el umbral del gran desierto, recibí la noticia de tu grave enfermedad; y las Pías Madres de la Nigricia (venían cinco conmigo) del Instituto que he fundado en Verona, los misioneros y yo, rezamos por tu curación subidos en nuestros camellos y bajo 60 grados de calor, mientras viajábamos por las ardientes arenas 17 horas al día. Pero ¿cómo hacer para responder a más de mil cartas que me han llegado de todo el mundo bajo el peso de tantas cruces y aflicciones, de las que te daré ahora rápida referencia? Por eso no debes tener en cuenta mi silencio, aunque quizá haya sido demasiado largo.


[5271]
Mientras tú vivas y yo viva debes escribirme siempre a Jartum, incluso cuando esté de visita por mi inmenso Vicariato, que es la diócesis más grande, poblada, laboriosa y difícil del universo. Y me debes dar noticias primero de ti; segundo, de las Madres hijas de mi querida Falconieri; tercero, de todas las otras negritas con las que tratas, indicándome su nombre, tribu, edad, monasterio, estado religioso, etc. Puesto que eres Nuba, te diré que la misión que he fundado en la tribu de los Nuba está en marcha. He mandado allí, entre otros, un santo sacerdote misionero, que está aprendiendo la lengua; se trata de D. Juan Losi, de Piacenza, al que he nombrado Párroco. Don Luis Bonomi, veronés, es el Superior. Están trabajando activamente. Las gentes de allí van todas desnudas, hombres y mujeres; pero tienen una buena disposición. Cuando en 1875 fui a fundar aquella misión, pedí al gran jefe que vistiese a sus mujeres. El me dijo que era imposible, porque con el vestido no tendrían hijos.


[5272]
Entonces mandé en servicio de esa misión algunas familias de negros recién convertidos, cuyas mujeres van siempre vestidas; y cuando alguna de éstas tuvo hijos, el gran jefe exclamó: «¡Anda, el Provicario tenía razón!». Así que ahora empiezan a vestirse los que encuentran algún trapo. El próximo octubre, desde el reino del Kordofán pasaré a hacer la visita Pastoral a Gebel Nuba para preparar las cosas, a fin de establecer allí a las Hermanas veronesas, que en la actualidad tengo instaladas provisionalmente en Berber.


[5273]
Deja ahora que sólo de pasada te explique algunas de las dificultades tremendas –aunque siempre queridas, por venir de Dios– que me tienen abrumado. Dáselas a conocer a las otras religiosas africanas, para que desde sus monasterios se rece por mí y por la conversión de la Nigricia.

Tras mi partida de El Cairo con los misioneros y las Hermanas en una de las mayores embarcaciones fluviales de vela de Egipto, frente a la bella ciudad de Minieh, en el Alto Egipto, chocamos con un ancla oculta bajo el agua, que abrió un boquete en el barco, y en menos de una hora éste estaba tan lleno de agua que su borda quedó casi al nivel del río. Con la ayuda que nos prestaron las autoridades conseguimos llegar todos a tierra sanos y salvos, aunque con un gran susto; pero yo sufrí pérdidas por más de diez mil florines, entre materiales, medicinas, libros y comestibles destruidos.


[5274]
Tenía conmigo suministros para diez establecimientos, comprados con dinero recogido con tanto esfuerzo en el viaje que hice por Europa después de mi consagración. Ya en Nubia, al comienzo del gran desierto, me enteré de que gran parte de los camellos habían muerto de hambre y de agotamiento, y encontré allí comerciantes árabes que desde hacía seis meses esperaban en vano camellos con los que transportar sus mercancías. El gran jefe del desierto me aconsejaba que regresara a El Cairo (después de 44 días de mi partida) y que probara la ruta del mar Rojo y de Suakin. Pero, cómo hacer, con tanta gente y con poco dinero en el bolsillo?


[5275]
Después de atosigar a mi ecónomo San José, decidí dividir en dos mi caravana (que necesitaba cien camellos), e ir yo con el personal por el desierto de Korosko y de Berber, más corto aunque más difícil, y mandar la mayor parte de los suministros salvados y que no podían echarse a perder (como hierro, abalorios, etc., etc.) por la ruta más larga pero menos dura del reino de Dóngola. Envié, pues, el grueso de la caravana por el Nilo hasta Wady-Halfa, donde debían hacerse con 60 camellos, y forcé a mi amigo el gran jefe del desierto a que me diera a mí enseguida 50 de esos animales, de los cuales cargué sólo 40 con el agua (que enseguida se corrompió), el personal, las provisiones de boca y los equipajes. El 17 de marzo, por la tarde, entramos en el espantoso desierto, yendo a marchas forzadas, y sustituyendo los camellos que caían y morían con los diez camellos de repuesto que llevaba conmigo.


[5276]
El desierto estaba lleno de cadáveres de camellos y de mercancías abandonadas sobre la arena. No te puedo decir lo que sufrimos entonces con la sed, los 60 grados de calor, el cansancio. Yo sería incapaz de sufrir la centésima parte por convertirme en el mayor rey de la tierra. Pero se trataba de salvar a la Nigricia, de ganar a los negros para Cristo, y nosotros consideramos nuestros padecimientos una mignognola, bien poca cosa: incluso recibir cien veces el martirio y la muerte es una insignificancia, para el alto fin de salvar a la Nigricia. Después de trece días de desierto llegamos a Berber, y desde allí, tras bautizar a algunos negros adultos convertidos, arreglar matrimonios con parejas amancebadas, confirmar, y dejar instaladas a las Hermanas veronesas, partí para Jartum.


[5277]
Mi entrada en la capital de Sudán como primer Obispo de la Nigricia fue un verdadero triunfo de la Religión. Bajaes, cónsules, muftíes, cristianos, herejes y musulmanes concurrieron a hacer espléndido mi triunfo o, mejor, el triunfo de la Fe. Pero, ¡ay!, toda esta poesía en tres días se trocó en prosa. Una vez calmado el entusiasmo de las fiestas, pasé al examen de los asuntos del Vicariato, y encontré en éste una deuda de 40.000 francos, que yo ignoraba por completo. Y ¿cuál había sido la causa de ella?: algo querido y dispuesto por Dios.


[5278]
Una espantosa y tremenda carestía asola al Vicariato desde hace casi un año, por la falta o escasez de lluvias que hubo el año anterior. Cuando en Italia el trigo cuesta tres veces más de lo normal, se dice que hay carestía. Pues aquí no ya tres veces, sino diez, doce veces más de lo ordinario cuestan el trigo, el durrah, la leche, los huevos, la carne y los productos de primera necesidad. Los ocho bueyes que trabajaban en mi huerta de Jartum han muerto casi todos por falta de heno, que no hay; y los dos que aún quedan, viven de grano. Y es preciso alimentarlos así, porque de lo contrario el trabajo de veintisiete años resultaría destruido. Este año hay una gran pérdida. Por ejemplo, para alimentar a los negritos y negritas de los dos Institutos de Jartum, y a nuestros tarabla, u hortelanos, y a las familias pobres que nos dejaron mis antecesores, y son viejos incapacitados, sólo de durrah (maíz) necesitaba yo 300 ardeb (sacos) anuales, que en años anteriores pagaba a unos 3 florines el ardeb. Ahora, con gran dificultad se encuentra un ardeb de durrah a 35 ó 40 florines. Haz tu cálculo respecto a los otros establecimientos del Vicariato.


[5279]
Encima, en el reino del Kordofán hay una extrema escasez de agua. Las Hermanas llevan seis meses sin hacer la colada, porque el agua turbia y salobre para beber, hacer la comida y lavarse cuesta bastante más que el vino en el Tirol. De madrugada, a las cuatro, una Hermana se levanta, toma cuatro o cinco chicas y va a los lejanos pozos públicos (porque los nuestros llevan secos seis meses), y allí tienen que esperar a veces hasta el mediodía para conseguir agua turbia y fangosa a florín y medio, e incluso a dos florines, la bormah (4 litros). Los pueblos son abandonados a centenares y a miles por sus famélicos habitantes, que marchan en busca de comida, y que –por decirlo en una palabra– van cayendo como moscas. Nosotros hemos atendido las más extremas necesidades no sólo de los cristianos, sino tambien de los musulmanes. Pero ya hemos agotado todos nuestros recursos, y tengo que multiplicar las deudas para sostener los establecimientos.


[5280]
A esto se añaden tremendas enfermedades, como el tifus y la viruela, que producen un sinfín de muertes. Aquí, en Jartum, yo he tenido siete en una semana. Y encima mi camarero, al que yo había traído de Roma, y que era un ángel, se me murió de una insolación en pocas horas. En pocas horas también, el 30 del pasado junio, se me murió D. Policarpo Genoud, joven sacerdote de Bolzano, ordenado en Trento en el otoño de 1876. Total, que estoy lleno de cruces, nado en la angustia y en la desolación, y veo un futuro sombrío. He estado dos meses y medio enfermo, con una debilidad extraordinaria. Nosotros bebemos siempre agua, de manera que ya ni recordamos el sabor del vino. Durante dos meses y medio no he dormido más que cinco minutos cada veinticuatro horas. Tenemos de 32 a 34 grados Réaumur [40° y 42° C] en nuestras habitaciones, y hay que correr de acá para allá a todas horas por necesidades del ministerio, sobre todo para bautizar, confirmar, etc. Por las mañanas tengo un desfallecimiento que raras veces me permite decir misa. Ahora quizá dormiré una hora escasa cada veinticuatro; pero estoy siempre agotado, tanto por el trabajo como por tener que estar escribiendo a Europa para conseguir limosnas y ayudas. En suma, es un martirio prolongado y penosísimo.


[5281]
Mas en medio de tantos sufrimientos es inmensa mi satisfacción espiritual por las almas ganadas y por el progreso de la Obra de conversión de la Nigricia. Las Obras de Dios deben nacer y crecer al pie del Calvario, porque la cruz es la marca de santidad de una Obra. La misma Madre de Dios fue la Reina de los mártires, y es preciso pasar por el martirio, por la sangre y por la cruz. Yo estoy quebrantado en el cuerpo; pero, habiéndome encomendado al Corazón de Jesús, aunque se hunda el universo me mantengo más que firme e inamovible en mi grito de guerra, con el que fundé y puse en marcha, contra tantos obstáculos y al precio de tantas penas, la obra de la Redención de Africa; me mantengo firme, decía, en mi grito de guerra: Nigricia o muerte.


[5282]
Sí, podrá hundirse el mundo; pero yo, mientras el Corazón de Jesús me asista con su gracia, permaneceré firme e inamovible en mi puesto, y moriré en el campo de batalla. Para aumentar mis dolores un misionero incluso bueno, D. Esteban Vanni dalle Puglie, con el pretexto de que se le había despertado una antigua enfermedad (aunque la verdad es que, según dijo a un compañero suyo, podía soportar doce cargas de sufrimientos, pero no trece) me pidió y obtuvo su repatriación, y sabía ya bien el árabe.


[5283]
Para colmo, mi propio Vicario General, que gobernó el Vicariato durante mi última estancia en Europa, cansado de los padecimientos (lo ha pasado muy mal, y me ha dejado, no por culpa suya, muchas deudas), salió ya para Europa la semana pasada. Me temo que otros dos me pedirán marcharse para el próximo otoño, y que tres Hermanas francesas, las cuales también han padecido mucho, se volverán igualmente a Europa. Africa Central es la más ardua y laboriosa misión del universo. Probaron a trabajar en ella los Jesuitas (que quiérase o no, son los primeros y más dignos misioneros de la Iglesia Católica), y luego se marcharon.


[5284]
Probaron también los buenos Padres Franciscanos, que siempre disponen de personal excelente y santo; pero tuvieron que abandonar. Entonces, ¿por qué el más pequeño e insignificante de los Institutos, como es el microscópico que fundé en Verona, ha podido consolidar el apostolado de Africa Central y encima extenderlo, algo que no lograron hacer mis antecesores? Porque yo, de acuerdo con Pío IX, consagré solemnemente el Vicariato al Sagrado Corazón de Jesús, a Nuestra Señora del Sagrado Corazón y a San José; porque en todos los Santuarios del mundo por mí visitados, y en casi todos los más fervientes monasterios e Institutos de Europa se reza intensamente por la conversión de la Nigricia, y porque yo he sido el primero en hacer que colabore en el apostolado de Africa Central el omnipotente ministerio de la mujer del Evangelio y de la Hermana de la caridad, que es el escudo, la fuerza y la garantía del ministerio del misionero.


[5285]
Pero más importante que todo es la plegaria; porque Jesucristo, todo un caballero, mantiene su palabra, y ha proclamado el petite et accipietis, el pulsate et aperietur, que vale más que todos los tratados de los soberanos y de los poderosos de la tierra. Por tanto tú, que has sido llamada a servir y a santificarte en el Santuario de un monasterio, puedes ser verdadera misionera y apóstol de Africa, tu patria, si siempre rezas y haces rezar, y suscitas y solicitas de otros monasterios las más fervorosas y asiduas plegarias por la conversión y redención de los más de cien millones de negros, tus hermanos, que la Santa Sede confió a mis cuidados.


[5286]
Y no sólo has de rezar y hacer rezar: debes servir de impulso a los monasterios de las negritas conocidas tuyas, e incluso a algún excelente bienhechor, de tantos como tiene el católico, devoto y generoso Tirol, a fin de que concedan a Africa Central el óbolo de su caridad, mandando las limosnas, ya sean pocas o muchas, al Ilmo. y Rmo. Prof. Mitterrutzner, Director del Gimnasio Episcopal de Bressanone, que desde hace casi treinta años es un asiduo benefactor de Africa, verdadero padre y amigo fiel y eterno de la Nigricia.


[5287]
Africa Central saldrá de la actual desolación. Pero, ¿podré yo verme aliviado de tantas preocupaciones y miserias? ¿Podré alguna vez levantar la cabeza entre tanta ruina? ¡Oh, querida hija mía!, los Corazones de Jesús y María, mientras saben dar las necesarias píldoras del sufrimiento, tienen aprestados muchos remedios. En las barbas del Padre Eterno y de mi San José hay muchas libras esterlinas, muchos napoleones de oro y muchos florines. Por eso en la fiesta del Patrocinio de San José de este año, que fue el 12 de mayo, con mucha autoridad y aplomo (porque el ecónomo debe obedecer al Jefe), después de misa me presenté a San José y le dije claro y directo: «Mi querido ecónomo, me encuentro en un buen lío: estoy plagado de deudas, y a la vez necesito alimentar y mantener los trece establecimientos que he creado y que poseo desde Verona a Gebel Nuba. Si dentro de un año no me equilibras el presupuesto, es decir, si para dentro de un año no has pagado todas mis deudas, sosteniendo además toda la Obra, de forma que yo pueda plantar el año que viene la Cruz de Jesucristo, tu Hijo putativo, en las fuentes del Nilo, allá en el Ecuador, en los lagos Nyanza, me dirigiré a tu mujer..., y verás cómo ella hace lo que no has hecho tú».


[5288]
¿Crees, hija mía, que mi ecónomo San José me va a volver la espalda negándose a atender mi ruego? Es imposible que diga que no, porque es el rey de los cumplidores, y se trata de la gloria de su Jesús, su Hijo putativo, que apenas es conocido en algunas partes de este Vicariato. Se trata de liberar de las cadenas de la muerte eterna a la décima parte de todo el género humano. Además San José me ha tratado siempre bien, con respeto y sumisión, como un buen subordinado a su superior; así que estoy seguro de conseguir antes de un año no el «equilibrio presupuestario» siempre prometido y nunca realizado por los ministros Lanza, Sella, Minghetti, Cairoli, y todos los otros del pesebre italiano, sino un equilibrio de la economía del Vicariato auténtico y real, y digno de San José.


[5289]
Aquí podría hablarte de las conversiones obtenidas por Dios; de las almas salvadas, entre las cuales he bautizado (cosa rarísima en las misiones de Oriente) dos adultos musulmanes, que hicieron un catecumenado de cuatro años; de la abjuración que he recibido de un comerciante hereje, etc., etc. Pero entre las cosas que te debería decir, hay una que no puedo dejar de referirte, siquiera sucintamente, y es la suma ventura de tres esclavas abisinias, que después de haber vivido entre los falsos placeres del mundo como concubinas de un rico comerciante, con sólo dos días de forzada o espontánea penitencia, como ladronas afortunadas robaron el paraíso por obra de la misión, y especialmente de nuestras Hermanas de San José de la Aparición. Te lo cuento en dos palabras.


[5290]
En Cadaref, una de mis provincias limítrofes con Abisinia, un rico comerciante griego de Esmirna, súbdito austríaco, compró una bellísima abisinia de diecisiete años y se la llevó a casa como concubina. Al cabo de unos meses compró otra abisinia, y la llevó junto a la primera y para lo mismo. Finalmente compró una tercera, ésta de dieciséis años, con la que en cuatro años tuvo tres hijos, los cuales viven todavía. Los hijos de las otras murieron todos. El año pasado este comerciante falleció en Cadaref. El Cónsul austríaco de Jartum recibió de Viena orden de vender todos los bienes del difunto y mandar el dinero a Esmirna a su familia legítima. Así estas tres pobres concubinas, ya de entre veinte y veinticuatro años de edad, y con los tres hijos mencionados, se quedaron sólo con las provisiones que había en casa y con alguna alhaja de oro recibida de su amo.


[5291]
Las tres eran musulmanas. Salieron adelante por algún tiempo. Pero, habiéndose producido la carestía, no tardaron en terminar con las provisiones y con el oro que tenían; por ello, tras un viaje de trece días, se presentaron en Jartum para reclamar ayuda del Cónsul austríaco. El Cónsul les contestó que había enviado todo el dinero a Esmirna, y les sugirió que vinieran a la misión católica a pedir alojamiento. La madre de los tres niños respondió: ¡Ni hablar! Nosotras no vamos a donde los perros cristianos... Pero el buen Jesús las esperaba precisamente en la misión para hacerlas objeto de una venganza digna del Redentor del mundo; y la Virgen María, por tamaño insulto (perros cristianos), las esperaba precisamente en nuestra casa, para una venganza digna del título de Madre y Refugio de los pecadores.


[5292]
Las tres jóvenes concubinas, con un hijo de un año y dos hijas de 3 y de 5 años, vagaron varios días y noches por Jartum. Pero, reinando el hambre, no encontraban ayuda eficaz de los musulmanes; de modo que, como les había recomendado el I. R. Cónsul, se presentaron en la misión, donde se les asignaron 8 piastras khorda (15 sueldos austríacos) al día, y dos habitaciones en la zona destinada a las refugiadas: en medio de las estrecheces, la misión no podía hacer más. Entonces se hizo cargo de ellas una excelente Hermana árabe de las nuestras de San José, Sor Germana, de Alepo, verdadera misionera y apóstol excepcional, a la que primero hice Superiora del Kordofán, luego llevé conmigo a Gebel Nuba y ahora tengo aquí en Jartum. Total, que en menos de un mes Sor Germana convenció a las tres concubinas para que se hiciesen católicas, y se puso a instruirlas en las cosas principales de la Fe. Mientras las estaba instruyendo, a mediados del pasado junio, enfermó de viruela una de ellas y fue asistida por las otras. Entonces me mandó a llamar para el bautismo.


[5293]
Bautizada, y habiendo recibido de mis manos la confirmación, ya toda contenta deseaba el paraíso: allí fue a su muerte, el 16 de junio (hace 40 días). Encontrándose ésta aún enferma, por haberla asistido contrajo también la viruela la que era madre de los tres hijos. Me manda a llamar, me encomienda el niño, rogándome que sea para él un padre, y confía las dos niñas a Sor Germana, a la que pide que les sirva de madre. Habiendo solicitado y obtenido el bautismo, muere toda contenta dos días después que la primera, y vuela a robar el paraíso. Esta joven madre, que podía andar por los veintidós años, poseía unas cualidades eminentes tanto de cuerpo como de espíritu. Tenía un carácter y una firmeza de hombre, y creo que con su trato y con sus razonamientos podía estar a la altura de una dama europea. Vino muchas veces a verme para que hablase en favor de su causa, ya que el padre de sus hijos le había prometido el oro y el moro para ellos.


[5294]
Pero después del bautismo estaba alegre y contenta de morir, segura de que la misión iba a ser más que una madre para sus niños. Antes de que ella muriese enfermó también de viruela la tercera de las jóvenes. Bautizada y confirmada, al cabo de tres días moría igualmente ella, llena de consuelo. Y es así como estas tres señoritas ex concubinas, después de haber gozado del mundo durante algunos años (porque su amo las trataba muy bien) y de haberse divertido a su capricho, por gracia del buen Jesús y de la Virgen, y por obra de una joven de treinta y dos años, Sor Germana Assuad, estas tres famosas ladronas se robaron en solo cinco días de enfermedad el paraíso, dejándome a mí en herencia los tres hijos, con orden absoluta de hacerlos cristianos.


[5295]
La meditación sobre los caminos admirables de que se sirve la Providencia para salvar las almas más abandonadas de tu querida Africa te la dejo a ti, que te complaces en pensar siempre en Dios en los sagrados recintos. Lo que yo añado es que Dios se ha servido de esta circunstancia para levantar en Cadaref (donde jamás hubo un sacerdote católico, exceptuado D. Jenaro Martini, a quien mandamos allí en septiembre de 1876) una nueva misión, porque la semana pasada yo envié a mi mencionado misionero D. Martini, de Turín, a hacer una exploración por toda la provincia de Cadaref, que es mayor que todo el Tirol; y después de que me haya mandado un detallado informe, iré yo mismo con D. Squaranti a fundar allí la nueva misión.


[5296]
Termino porque estarás cansada, como lo estoy yo, que he escrito de un tirón toda esta tabarra. Pero recuerda mi afán de que se rece mucho por la conversión de tu Africa, a la que he consagrado mente y corazón, sangre y vida; y tengo el deseo de ser víctima de su salvación. Es la parte del mundo más abandonada y relegada. Aquí sudaron y murieron muchos píos, excelentes y santos sacerdotes, cultos y doctísimos, del Tirol italiano y alemán, enviados a estas tierras por el incomparable Apóstol, Amigo y Protector de Africa Central, el bienhechor y benemérito Prof. Mitterrutzner, de Brixen; y el ejemplo de algunos de estos santos sacerdotes tiroleses, con los que tuve ocasión de convivir, lo propongo a mis misioneros como modelo de constancia, firmeza y celo apostólico. Nosotros no somos dignos siquiera de besar los pies a un Gostner, un Lanz, un Überbacher, un Pircher, ni a otros como ellos. Pero basta.


[5297]
Me congratulo enormemente de que la Santísima Virgen, que inspiró a los Siete Santos fundadores del Instituto de los Servitas, te haya admitido a ti para formar parte de esa selecta pléyade de vírgenes esposas de Cristo. Doy las gracias a tus pías Madres por permitirte compartir tanta ventura. Pero tú, en la perfecta observancia de las reglas de tu Instituto, debes ser una apóstol continuamente activa y solícita de la Nigricia, y levantar siempre los brazos al cielo, como Moisés, a fin de implorar la conversión de Africa, y las gracias necesarias para mí, primer Obispo de esta colosal diócesis; para mis misioneros, y para mis Hermanas, tanto francesas como de Verona.


[5298]
Te estoy muy agradecido por la carta de felicitación que me mandaste con ocasión del día de mi santo, San Daniel, Profeta en la Fosa de los Leones (también yo estoy en medio de los leones, y mandé ayer uno al Cónsul austríaco en El Cairo, junto con un leopardo), que la Iglesia celebra el 21 de julio. Ese día, en efecto, fue de gran fiesta aquí en la misión, y, además de todos los miembros de ella, recibí visita de Bajaes, de Cónsules y de Grandes de Sudán. En suma, he hecho de Arlequín en el papel de Príncipe.


[5299]
A la Superiora, a todas las Madres, al Rmo. Decano, a la Hna. de la Caridad Carolina Rosa, y a quienes conozco, así como a las negritas con las que estás en contacto, mil saludos y bendiciones de quien se dice



Tuyo afmo. en el Señor

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis y Vicario

Apostólico de Africa Central