[4512]
En atención a la eximia bondad de su corazón, y a la generosa invitación que me hizo en su venerada carta del 28 de julio de 1874 a darle noticias del Vicariato de Africa Central con ánimo de acudir en ayuda de esta vasta e interesante Misión, me dispongo hoy a escribirle algo sobre la Acción Apostólica de mi Vicariato, de la cual doy por seguro que adquirirá así una idea clara, exacta y veraz, y que de este modo, viendo aquel campo fecundísimo en el que organizar la Obra de la Santa Infancia según el espíritu y la finalidad de tan sublime Institución, tomará finalmente la determinación providencial de conceder abundantes limosnas de los fondos de su santa Obra a esta colosal Misión.
[4513]
Esta vez no entraré a darle detalles de nuestro arduo y laborioso apostolado. Sin embargo creo necesario ofrecerle una idea general de las Obras del Vicariato para la conversión de la Nigricia, darle a conocer el entramado y la concatenación de éstas, y exponerle sucintamente, en su ejercicio, en sus obstáculos y en sus esperanzas, la Acción Apostólica de Africa Central.
[4514]
El Vicariato Aplico. de Africa Central fue creado por el Sumo Pontífice Gregorio XVI, de santa memoria, mediante el Breve del 3 de abril de 1846. Sus límites son:
Al Norte, el Vicariato Apostólico de Egipto y la Prefectura Aplica. de Trípoli.
Al Este, las costas nubias del mar Rojo y los Vicariatos Aplicos. de Abisinia y de los Gallas.
[4515]
Al Sur, los llamados Montes de la Luna, que según los modernos geógrafos están situados más allá del Ecuador y de las fuentes del Nilo, entre los 10° y 12° de lat. austral.
Al Oeste, el Vicariato Aplico. de las Guineas y la Prefectura Aplica. del Sáhara.
[4516]
El Vicariato Aplico. tiene una superficie mayor que la de toda Europa. Comprende todas las posesiones del Jedive de Egipto en Sudán, las cuales se extienden sobre un espacio cinco veces superior al de toda Francia.
[4517]
Además están incluidos en él algunos reinos, imperios y tribus, cuyos soberanos y jefes siguen en mayor o menor grado la ley de Mahoma. Por último, también pertenecen al Vicariato (constituyendo una parte extensísima y poblada del mismo) innumerables tribus fetichistas y bastantes estados primitivos e independientes, enemigos o ignorantes por completo del Corán, y absolutamente desconocedores de toda idea de Cristianismo, los cuales están dominados por especiales creencias y extravagantes supersticiones de todo género, que forman lo que se ha dado en llamar su religión.
[4518]
Su población, estimada en unos noventa millones (90.000.000) de almas por mi ilustre y erudito predecesor Mons. Knoblecher, según mi humilde opinión, basada en profundos estudios y sobre los cálculos resultantes de la Estadística de Washington, alcanza la enorme cifra de cien millones (100.000.000) de infieles. De lo que se desprende claramente que el Vicariato Apostólico de Africa Central es el más vasto y poblado de todo el universo.
[4519]
Pues bien, esta gran Obra de la Redención de la Nigricia, o del Apostolado de Africa Central, ha erigido y fundado los siguientes establecimientos, unos destinados a preparar y cultivar las vocaciones de personas de ambos sexos para el apostolado de la Nigricia, otros a aclimatarlas y a perfeccionarlas en su santa y sublime vocación, y los restantes a ofrecerles un lugar en el que ejercer esa divina vocación ya dentro de tan ardua y laboriosa viña del Señor. Por tanto, la Obra posee:
[4520]
1.o Dos establecimientos en Verona, que acogen, instruyen y forman a los candidatos al apostolado de Africa Central, a saber: el Instituto de las Misiones para la Nigricia, que prepara sacerdotes, catequistas y hermanos artesanos que lleven la Fe y la civilización a Africa Central, y el Instituto para las Pías Madres de la Nigricia, que educan y preparan para el apostolado de la mujer católica a las candidatas misioneras, mediante las cuales introducir todas las obras católicas femeninas en las tórridas regiones del Africa interior.
[4521]
2.o Dos establecimientos preparatorios y de aclimatación en El Cairo, ciudad cuya temperatura media se halla entre el clima europeo y los ardores de Africa Central. Uno es masculino, destinado a los misioneros provenientes del Instituto africano de Verona, para aclimatarlos, probarlos cada vez más en su vocación y ponerlos en condiciones de meterse en el arduo y laborioso apostolado de Africa Central; el otro, femenino, es común para las Hermanas provenientes de las dos Congregaciones llamadas a trabajar en el Vicariato, o sea, las Hermanas de San José de la Aparición, de Marsella, y las Pías Madres de la Nigricia.
[4522]
3.o Un establecimiento en Schellal, en Nubia Inferior, cerca del trópico de Cáncer y frente a la isla de Filé, fundado por mi ilustre predecesor Monseñor Kirchner.
[4523]
4.o Un establecimiento en Berber, ciudad situada a orillas del Nilo, en Nubia Superior, al comienzo del gran desierto de Atmur, y en el punto de concentración de las caravanas procedentes de Egipto, de Jartum, y de Suakin, en el mar Rojo. Fundado por mí en noviembre de 1874, en la actualidad lo ocupan misioneros de mi Instituto de Verona; mas espero que este año, a mi regreso al Vicariato, podré abrir allí un establecimiento de Hermanas para la educación y conversión del segmento femenino, y para el bautismo de los niños pequeños en los harenes de los musulmanes.
[4524]
5.o Dos vastos establecimientos en Jartum, capital de las posesiones egipcias en Sudán, situada en Nubia Superior, a orillas del Nilo Azul, entre los 15° y 16° de latitud Norte. El grandioso establecimiento masculino, dotado de amplio jardín, lo fundó mi ilustre antecesor Mons. Knoblecher con las generosísimas limosnas recogidas por el Comité de la Sociedad de María; y el no menos grandioso establecimiento femenino, de 112 metros de longitud, como el anterior, y que ocupan las Hermanas de San José de la Aparición, fue fundado por mí en 1874, y contiene las escuelas femeninas, el orfanato, el asilo de esclavas y el hospital.
[4525]
6.o A quince días de distancia de Jartum he fundado también dos grandes establecimientos en el Kordofán, concretamente en su capital, El-Obeid: el de los misioneros del Instituto de Verona y el de las Hermanas de San José de la Aparición. Estos dos establecimientos han producido, y están en condiciones de producir cada vez más, los mejores resultados en favor del apostolado de la Nigricia, ganando muchas almas para Cristo.
[4526]
Pero allí se necesita mucho dinero para transformar las casas actuales, hechas de barro o de lodo con arena, en construcciones más sólidas de ladrillos (briques) o de piedra. Porque las casas de barro son resistentes durante los nueves meses del año en que nunca llueve; pero cuando en julio comienzan las lluvias, entonces las casas se deshacen como la nieve al sol. Sería preciso que al menos la iglesia y las viviendas de los misioneros europeos y de las Hermanas europeas fuesen de ladrillo. Lo malo es que esta operación, difícil de llevar a cabo en aquel reino por la poca cantidad de cal que hay allí, la cual hay que transportar a lomos de camello desde un lugar situado a tres días de distancia, requiere encima un desembolso de como dos o tres veces lo que cuesta en París.
[4527]
7.o Dos colonias o establecimientos en Malbes, a dos jornadas de distancia de El-Obeid, y que tienen por objeto reunir allí las familias de los negros convertidos en los establecimientos de El-Obeid. Mi experiencia en todos los establecimientos de Africa y de Egipto es que los negros, después de todos los sudores que a los misioneros y a las Hermanas cuesta su conversión, no perseveran en la fe si están al servicio de familias musulmanas, las cuales quieren por fuerza que sus siervos sean musulmanes, y así los neófitos corren grave peligro de perder la fe.
[4528]
Para alejar, pues, a estos recién convertidos de la peste y de la corrupción musulmana, decidimos afrontar el muy gravoso sacrificio de comprar grandes terrenos en la llanura de Malbes, que está suficientemente provista de agua, y construir allí casas y cabañas en las que instalar a todos los negros que fueron convertidos en el Instituto masculino del Kordofán, y que luego se unieron en matrimonios cristianos con las negritas educadas en el Instituto de las Hermanas.
[4529]
A cada familia le hemos asignado un trozo de tierra que cultivar, y luego hemos distribuido entre todas ellas una buena cantidad de grano, para lo que siembren. Se trata de que puedan vivir independientemente, lejos de la peste y corrupción musulmana, bajo la supervisión de la misión católica, y con el fruto de sus sudores y la ayuda de las artes y oficios que han aprendido en la misión. Esas familias católicas formarán poco a poco una aldea católica, un pueblo católico, y con el paso de los años se convertirá en toda una ciudad católica, la cual servirá de ejemplo a las otras poblaciones. También pondremos en práctica este prudentísimo sistema en las proximidades de las misiones católicas ya fundadas y por fundar en las regiones dominadas por los seguidores del Corán.
[4530]
Pero, como cualquiera puede ver, se necesitan importantes recursos económicos, que nosotros esperamos de la infinita protección de los Sagrados Corazones y de la exquisita caridad de Francia y de los católicos de Europa.
[4531]
De ese modo no nos será difícil organizar allí las obras de la Santa Infancia para salvar un gran número de niños. Pero hace falta dinero para construir locales, mantener en ellos a las Hermanas y atender a todas las necesidades. También estamos iniciando una institución similar, dependiente de la misión católica de Jartum, en el poblado de Geref, junto al Nilo Azul.
[4532]
8.o Finalmente, en 1875, hemos abierto la importantísima misión de Gebel Nuba, a seis jornadas al suroeste de El-Obeid, en el poblado de Delen, residencia principal del gran jefe espiritual y temporal, que es a la vez pontífice y rey. Estos Nuba odian a muerte al islamismo, que ha diezmado la población, llevándose como esclavos y haciendo soldados a muchos de los suyos, y en cambio muestran la mejor disposición a abrazar el cristianismo. En esta tribu, a la que he llevado misioneros y Hermanas de San José, los habitantes de ambos sexos van vestidos como nuestros primeros padres Adán y Eva cuando aún se encontraban en estado de inocencia. No obstante, son de excelentes costumbres, llevan una vida patriarcal, y no son nómadas, sino que tienen residencia fija; además es gente de buen juicio, sólida inteligencia, y que aprecia el bien. Pero sobre la fundación de esta importante misión y sobre la consistencia de las esperanzas puestas en ella haré un Informe especial a la Santa Infancia, porque también esta nueva misión puede interesar vivamente a la caridad de esta Santa Obra.
[4533]
En todos estos establecimientos, desde Schellal hasta Gebel Nuba, hemos obtenido no pocos niños pequeños y mayores, algunos de los cuales han muerto ya bautizados, y otros que hemos comprado para instruirlos y educarlos en la fe y en la moral católicas. Necesitamos muchos recursos para consolidar esta obra, creando los establecimientos justamente necesarios para instalar a las madres y a los niños que nos den o compremos; y es aquí especialmente donde espero un importante socorro anual de la Obra de la Santa Infancia de París, que me ponga en condiciones de consolidar y expandir estas obras para la salvación de la infeliz Nigricia.
[4534]
Las dos misiones principales, la de Jartum y la del Kordofán, son los verdaderos centros de comunicación, los puntos de apoyo y la base de operaciones para llevar poco a poco la luz del Evangelio a todas las vastas y populosas tribus, estados, reinos e imperios situados dentro de los límites del Vicariato. La misión de Jartum es el centro de comunicación, el punto de apoyo y la base de operaciones para extender y establecer paulatinamente la Fe y la verdadera civilización cristiana en todos los puntos de la parte oriental y austral del Vicariato, desde el Trópico de Cáncer hasta más allá del Ecuador y de las fuentes del Nilo.
[4535]
La misión del Kordofán es el centro de comunicación, el punto de apoyo y la base de operaciones para extender y establecer gradualmente la Fe y la civilización cristiana en la parte central y occidental del Vicariato. En Jartum, están el I. R. Cónsul de Su Majestad Apostólica el Emperador de Austria y Hungría, augusto protector del Vicariato, y otros Cónsules de potencias europeas; en el Kordofán se tardará mucho en tener un Representante de S. M. Aplica.
[4536]
Por tanto se puede decir que estas misiones viven bajo un gobierno en cierta manera regular, gracias a la sabiduría del gran Mehmet Alí, Virrey de Egipto, que proclamó la libertad de cultos, principio seguido también por el magnánimo Jedive, su sucesor. Además, ahora que Su alteza el Jedive ha confiado el gobierno general de todas las posesiones egipcias en Sudán al ilustre general inglés Gordon, gozaremos de una mayor libertad, ya que este ilustre personaje tiene en alta estima a nuestra Obra, y comparte totalmente con nosotros las ideas civilizadoras, que están en contra de la esclavitud y de la trata de negros. Durante su gobierno del Nilo Blanco y del Ecuador asestó un golpe mortal a esa plaga sangrienta que ha diezmado las poblaciones del Nilo Blanco, de tal modo que durante su mandato no se volvieron a ver tantos horrores de la trata de esclavos en los lugares bajo su jurisdicción.
[4537]
Pero todo el secreto para destruir paulatinamente este tremendo flagelo de la humanidad lo posee la divina Religión de Aquel que proclamó en el Evangelio la igualdad de todos los hijos de Dios. Por tanto, sólo la Misión, sólo el apostolado católico podrá hacer verdadera poco a poco la abolición de la trata de esclavos, predicando la Fe e implantando la Religión Católica en Africa Central. Ahora bien, para tener éxito en tan santa y trabajosa empresa se necesitan muchos medios económicos y la eficaz cooperación de la admirable Obra de la Santa Infancia.
Expuestas estas nociones, paso a señalar brevemente y como al vuelo la Acción Apostólica del Vicariato de Africa Central, en su ejercicio, en sus dificultades y en sus esperanzas.
ACCION APOSTOLICA DEL VICARIATO
[4538]
El misionero que preparado en los Institutos de Verona y completamente adiestrado y aclimatado en los de El Cairo se traslada a Jartum para trabajar luego en favor de la infeliz Nigricia en la Estación y en las tareas que le sean asignadas, ha encontrado siempre, encuentra y encontrará obstáculos y dificultades muy graves para el ejercicio del ministerio apostólico.
[4539]
Y al mencionar entre éstas las diversas religiones frente a las que se halla el misionero de Africa Central, habría que describir los horrores del cisma copto y del islamismo, que, predominante en las dos Nubias, en los reinos e imperios del Kordofán, de Darfur, de Waday, de Baguermi y de Bornu, y en todas las tribus nómadas árabes que vagan por un extensísimo territorio, se halla de manera más diseminada en otras partes de nuestro Vicariato, no quedando ni siquiera exentas de tal peste las regiones centrales, en las que el paganismo y el fetichismo reinan principalmente. Mas para no resultar excesivamente pesado repitiendo lo que tantas veces se ha leído a este respecto en relaciones incluso largas, aunque siempre insuficientes para describir en toda su horrible verdad aquellas míseras condiciones, me contentaré con solamente indicarlas.
[4540]
Tan fino arte empleó Mahoma para subyugar las mentes y los corazones de los orientales, que no hay poder humano capaz de eliminar errores tan extendidos. Oriente, que sólo se deleita con el aparato externo, y que siente más vivo el enfrentamiento de las pasiones, enseguida fue ganado por Mahoma, que, sin imponer nuevas creencias, ofrecía una monstruosa mezcolanza de algunas vulgares y comunes, y hacía consistir toda su religión en un culto puramente externo, estimulando y autorizando al mismo tiempo la plena satisfacción de las pasiones, incluso de las más brutales.
[4541]
Se trata del Corán, que legitimiza la disolución y no considera a la mujer como hija de la religión, sino solamente como un utensilio doméstico, como un instrumento de inmoralidad. Permite el Corán los harenes, donde el sentimiento humano se animaliza, y la idea de la virtud del hombre se debilita, se relaja, se pervierte; donde el intelecto se obnubila y vuelve al hombre incapaz no ya de aprender a sentir o apreciar la nobleza de la Religión Católica, sino incluso de la civilización cristiana. De hecho, ya hace bastante tiempo que el islamismo se encuentra en contacto con la civilización europea, y sin embargo, ¿qué adelantos, qué progresos ha podido realizar ésta en medio de los mahometanos?
[4542]
Es más fácil que por el contacto inmediato se pervierta la civilización que el mahometano abandone su estado de inactividad y renuncie a sus principios animalescos y antisociales, violando así el Corán, que tales principios legimitima y tal estado manda. Demasiado habrá conseguido la civilización cuando logre que el mahometano derribe su cabaña o abandone el seto tras el que duerme por la noche, para buscarse una vivienda mejor. Pero que luego no pretenda encontrar en ella al hombre, porque no lo conseguirá jamás: siempre hallará un animal que no piensa como hombre, que no razona como hombre, y que no siente, ni vive, ni actúa como hombre. En él podrá despertar el espíritu de interés, pero nunca lo podrá dirigir, ni podrá jamás conducir a equidad las pretensiones, ni a justicia el uso de los medios.
[4543]
El amor y el respeto hacia el prójimo nunca podrán articular la sociedad mahometana. En una palabra, demasiado habrá logrado la civilización cuando en las regiones mahometanas se llegue a despertar la vida aun sin introducir principios nuevos, susceptibles de hacer pasar a los mahometanos a verdadero progreso, verdadera sociedad y verdadera civilización, en el rechazo del Corán, que prohíbe toda novedad y la misma instrucción, legitima la plena satisfacción de todo vicio y de toda pasión incluso brutal y cruel, y otorga a sus seguidores los máximos derechos contra quienes pertenecen a otra religión. De ahí que verdadera sociedad y Corán, verdadero progreso y Corán, verdadera civilización y Corán no puedan coexistir: lo uno destruye a lo otro.
[4544]
Sin embargo, ninguna fuerza humana sería capaz de hacer contra el Corán mucho más de lo que hizo el protestantismo que, venido a combatirlo en las riberas del Nilo, y no habiendo logrado captar más que dos prosélitos en Esneh –y esto después de desembolsar un dinero–, tuvo que abandonar aquellas regiones. Rígidos observantes del Corán, adoradores fanáticos de Mahoma, consideran pecado el discutir de religión. Aquel que se deja pisotear por el caballo blanco del gran sacerdote, cuando éste, en la época de las peregrinaciones a la Meca, avanza en dirección a la mezquita; aquel que por esfuerzos de continuadas invocaciones a Mahoma cae enfermo o enloquece, se convierte en un santo, en un héroe, al que todos contribuyen a mantener, al que todos consultan y veneran, y al que a su muerte se le construye una tumba. Ahora bien: prohibida la educación y con ésta toda discusión religiosa, toda novedad, ¿cómo se podrán implantar nuevos usos, nuevas creencias? Pretender que se renuncie al Corán sin previa causa de rechazo, sin razón, es pretender lo imposible, y prueba de ello es el fanatismo con el que lo observan. Y aunque fuese posible aceptar una educación nueva sin renunciar al Corán, ¿quién osaría impartirla, si el mismo Gobierno prohíbe el proselitismo?, y ¿quién la aceptaría, cuando ello le habría de acarrear las críticas de todos, cuando no la muerte a manos de los propios padres?
[4545]
Una luz soberana, una fuerza taumatúrgica consideraba necesarias Platón para despejar las tinieblas del paganismo y regenerar a la humanidad decaída. Una fuerza taumatúrgica, una luz soberana, el concurso de la gracia divina se necesitan absolutamente para regenerar las mentes y los corazones envilecidos por el islamismo. Los solos medios humanos no bastan. Unicamente a la Religión Católica le estaría reservado ese triunfo, porque el Señor, que con su voz quiebra los cedros del Líbano y hace temblar las columnas del firmamento, en favor de su religión podría eliminar las tinieblas de aquellas mentes.
[4546]
El que antaño, derribados los templos paganos, convirtió los bosquecillos de la idolatría en sedes de su religión, sobre las ruinas de las mezquitas podría plantar ahora su Cruz. Y así como por medio de ésta sola fueron conducidos los gentiles al sendero de la salvación y floreció la civilización en sus naciones, también por medio de ésta sola podrían los mahometanos recibir semejantes beneficios.
[4547]
Mas he aquí que el Señor, en sus inescrutables designios, ha decidido servirse de medios humanos hasta para sus obras. Y ¿quién no reconoce gravísimos obstáculos para el eficaz empleo de esos medios en las prescripciones del Corán y en el fanatismo a que hemos aludido, tanto más cuando se trata de sustituir la fe mahometana no por una religión desconocida, sino por una religión abominada como es para los mahometanos la Católica, hasta el punto de que en el nombre cristiano ven ellos la mayor de las ofensas, el más grande de los insultos? Y ¿cómo sustituir una religión comodísima por una Religión que impone la más rígida continencia, la renuncia, la mortificación, el sacrificio?
[4548]
Ya solamente el hacer apreciar y sentir la sublimidad de la Religión Católica y la santidad de sus prácticas a esas mentes y a esos corazones incapacitados para ello por el desenfrenado libertinaje y depravación que la misma ley autoriza, presenta dificultades, humanamente hablando, insalvables. Sin embargo, el misionero se encomienda a la Divina Misericordia y, esperanzado, se dispone a volar al campo de batalla. Ya sube al barco, con un viento que sopla propicio. Ya parte.
[4549]
¡Oh, a qué espectáculos continuamente nuevos, a qué siempre renovadas maravillas lo conduce el Nilo! Adentrándose por la orilla derecha, divisa los montes del Mochatan en el desierto de Nubia; y a la izquierda, los montes Líbicos, que se encadenan a lo largo del río, dejando a sus espaldas una llanura a veces desierta y arenosa, a veces cultivada. ¡Y ante sus ojos no dejan de desplegarse hermosos panoramas! Aquí, una isla, sobre cuyos verdes pastos anda errante un rebaño de cabras cuidadas por un muchacho negro, no lejos de la pequeña choza enclavada casi en medio de las palmas que la rodean; allí, un bosque de acacias manda un suavísimo perfume; más allá un grupo de palmas datileras hace gala de sus frutos. Ahora, las orillas se acercan, casi para mostrar al viajero cada una sus propias bellezas; luego se retiran a extraordinaria lejanía, dejando al peregrino como en mitad de un lago. Y más adelante lo encerrarán entre un horror de rocas desnudas y de áridos montes, en cuyas angosturas, azotado por el viento, se agita el río, que concluirá los siempre cambiantes y deliciosos espectáculos del día mostrando en su lejano, aparente confín las crespas aguas llameantes de distintos y vivísimos colores del sol, que en el ocaso parece zambullirse en ellas para crear un mar de esplendor.
[4550]
Pero los sentimientos despertados por los gratos encantos que allí presenta la naturaleza, bien a menudo se nublan a causa de siniestras señales y de amargas reflexiones. Cuando al caer la tarde se oye la voz ronca del muecín que desde lo alto del minarete invita a la oración a los seguidores de Mahoma, entonces, recogido en pensamientos de tristeza, el misionero deplora la desdicha de tantas almas; y el silencio vasto y profundo que pesa sobre aquellas riberas salpicadas acá y allá de cabañas le recuerda el silencio precursor de la tormenta, y piensa en el luto que envolverá a aquellos infelices que duermen con un sueño de hierro, para sólo despertarse al tronar de la venganza divina. Calla todo alrededor, y, entre el hálito favorable del viento, duermen los barqueros bajo el palo de la vela.
[4551]
Y en tanto que la luna, bañando de suave luz las llanuras circundantes, de cuando en cuando interrumpidas por espantosas montañas, parece plañir por el cristianismo que allí florecía antaño y del que ahora no puede iluminar sino alguna ruina que lo recuerda, solitario reza el misionero. Y en medio de aquellas soledades, pareciéndole oír la voz del Pastor Celestial salido en busca de la ovejita negra perdida, cobra confianza en que caerán todos los obstáculos que se interpongan en la conquista de los adeptos de Mahoma, y en que el demonio no sabrá mantener como feudo propio la Nigricia, donde, aunque no siempre inmunes a la peste musulmana, numerosísimas multitudes de infieles ofrecen al misionero campos de los más prometedores.
[4552]
Le impiden también el paso las cataratas, por cuyos escollos, roto en su curso, se hincha el Nilo para lanzarse impetuoso en corrientes que, rompiendo contra otros escollos, se subdividen, raudas y espumeantes, aumentando el ímpetu y el fragor del tortuoso curso y en continua colisión. Desde aquellos negros peñascos, de los que allí está sembrado el Nilo y erizadas las orillas, la muerte también acecha; y en los oscuros palos de embarcaciones hundidas que sobresalen de las aguas cuando éstas bajan, muestra ella sus triunfos. Pero hay otro camino: el del desierto. Y aunque asusta a causa de sus incomodidades y de su inmensidad, el misionero no retrocederá por esto, al recordar que doce pescadores salidos de un rincón insignificante de Judea, tras echar una mirada a la cumbre del Gólgota, se dividieron el mundo; y que confortados por la fe en el Divino Redentor y por la seguridad del triunfo, exultaban en las tribulaciones y en los dolores.
[4553]
Dura, sí, laboriosa y llena de incomodidades es la vida del misionero apostólico de Africa Central; pero sin mostrarse demasiado delicado y poniendo en práctica los medios recomendados y ya probados por la experiencia, puede trabajar largo tiempo y no sin fruto en favor de los cien millones de almas, a las que, arrogante, el demonio lleva tantos siglos haciendo bailar a su son.
[4554]
Por otra parte, dadas las enormes distancias, la pobreza de los medios de transporte que allí se pueden usar, la inconstancia del viento favorable para el que viaja por el río, la indolencia de los barqueros, etc., los viajes en aquellos países resultan sobremanera largos y penosos. Abandonado el misionero por el viento propicio sobre una playa desierta, en aquella soledad, donde tendrá a gran ventura el poder cobijarse bajo un árbol espinoso para pasar la noche, acaso se verá forzado a pasar largos días y semanas; y luego habrá de estar dispuesto a soportar, detenido durante días y meses en el umbral del desierto, la gandulería de los camelleros.
[4555]
Y cuando montado en el camello se disponga a atravesar las interminables llanuras desérticas, las montañas de desnudo granito y los interminables bosques del centro, conviene que esté preparado para soportar las penalidades que pasará, aunque no sea atacado por fieras –sobre todo cuando lo sorprende la noche en alguna selva–, aunque no se ponga enfermo, y aunque el camello no lo arroje al suelo, dejándolo malparado de la caída. Si tiene dolores, tendrá que aguantar sin ninguna clase de lenitivos y continuar el viaje, porque de quedarse rezagado perecería de sed, y los camelleros, responsables de su vida, no se lo consentirán de ningún modo.
[4556]
Ya se ha adentrado el misionero en las inmensidades del desierto, donde feroz y a sus anchas lo abrasa el sol, y donde lo cansa y fatiga el camello, sobre cuyo lomo va quedando molido de la mañana a la noche. Y cuando al final del ocaso echa pie a tierra, no es aún para entregarse al descanso, sino a un solitario errar por aquellos silenciosos secarrales, buscando en matojos y arbustos el combustible necesario para preparar una frugalísima cena. Esto cuando no se ve obligado, por falta de otra cosa, a saciarse sólo a base de pan y cebolla, teniendo al lado un odre de agua, la cual, aunque siempre está caliente y sucia, y a veces hasta corrompida, constituye el único alivio del viajero que cruza el desierto. Contento descansa éste sobre la arena, y se considera muy dichoso si consigue resguardarse del viento de la noche detrás de una peña. La gravedad de tales incomodidades no lo abruma, pues él sabe que no serán siempre mejores las condiciones que encontrará en las Estaciones, donde, aun cuando no lo atormenten las enfermedades, consumido por las fatigas sufrirá, a veces, la amargura del desengaño y la congoja de las dificultades.
[4557]
Entre los obstáculos que para el ejercicio de la Acción Apostólica encuentra en suelo africano el misionero, nombraré como principal la esclavitud. En las montañas del interior, grupos de hombres armados aún siguen llevando a cabo esas sangrientas incursiones; y aquel de los atacados que se alza en defensa propia y de su familia, inevitablemente muere víctima de la ferocidad de unas bestias humanas, uniendo su sangre a la que impunemente corre todavía por los pacíficos campos de la infeliz Nigricia. Aún entre las incomodidades de un viaje largo y penoso, bajo un sol abrasador y sobre aquellas arenas inmensas y ardientes, se encuentran largas filas de pobres camitas que marchan casi completamente en ayunas y doblados bajo la scheva (viga dotada en uno de sus extremos de un triángulo de madera en el que se fija el cuello del esclavo), y vigilados por unos bárbaros chilabas que a golpes los obligan a seguir adelante. ¡Cuántas tierras lejanas y desconocidas atraviesan esos desdichados, no raramente dejando marcados sus pasos con la sangre que sale de sus pies deshechos por el largo y torturante vagar a través de los abrasados desiertos! ¡Pero ninguna piedad siente el chilaba por aquellos infelices! Si en la catástrofe que destruyó a la familia sólo una niñita ha sobrevivido junto con la madre, ¿no tiene derecho ésta a socorrer a su querida criatura, única heredera que ha quedado de los cuidados y afectos maternos?
[4558]
Pues que por cuidar de su cansada hijita haga más lento su paso: la mala bestia del chilaba se la arrancará de las manos, la pasará a cuchillo y con bárbara frialdad la tirará sobre la arena. Y la pobrecita madre, que, sintiéndose de dolor lacerar el alma y arrancar el corazón, querría morir con ella, ciertamente también acabará pasada a cuchillo si con los furiosos latigazos y palos no prosigue, silenciosa, su marcha. Todavía, por cientos de miles, se ven arrastrados a los mercados pobres esclavos rotos de las largas fatigas y de los sufrimientos padecidos en los desiertos y también en las embarcaciones, porque dentro de éstas, amontonados, maltratados y sin comer, viajan durante días de mil horas.
[4559]
Conviene que vaya a los mercados quien guste de conocer hasta qué punto es una vergüenza para la humanidad la esclavitud, que alguno querría aprobar como medio de civilización. Pero, ¿por qué tanto ultraje a los derechos más sagrados por naturaleza?; ¿por qué tanta brutalidad, tanta barbarie, como para estremecer a un corazón de pedernal? Lo que hace trocar por oro la sangre humana es puramente el crudo interés. Y el que no logre convencerse de ello, que vea el trato –menos duro en el paganismo y bárbaro en el islamismo– dado a los esclavos cuando desde el mercado pasan a casa del amo que los ha comprado.
[4560]
Viéndose esos infelices obligados a servir al amo, señor de vida y muerte para ellos, sin que tengan derecho a suficiente sustento, encima han de entregarle lo poco que pueden ganar. Y algunos son forzados a robar grano de otros amos, guardado a alguna distancia de la casa de éstos por esclavos, con el peligro de enrojecer con su sangre el palo del robado, en caso de ser descubiertos, o el del propio amo si no le llevan por la noche la cantidad de grano ordenada. Al esclavo se le niega el más mínimo socorro: ni una mano lo conforta, agonizante; ni una lágrima le llora, ya difunto. Termina toda su vida de miseria y de dolor tirado sobre la arena, y allí, en el mismo lugar donde murió abandonado, su cuerpo quedará sin enterrar para pasto de los perros y de las fieras.
[4561]
Dejando aparte lo anterior, ¿podría aprobarse la esclavitud como medio de civilización porque (al ser pocas las necesidades que allí se sienten y a las que por tanto se puede atender) permitiese que, si no todos, muchos esclavos pasasen los días enteros en la ociosidad, y por otra parte les prohibiese acercarse al misionero para aprender con la Religión Católica las artes necesarias?
[4562]
Pues es así. Más aún: si huyendo de los malos tratos del amo, alguno se refugia en la misión, cosa que a veces ocurre, es increíble la cantidad de astucias que utiliza aquél para sorprenderlo solo, la cantidad de medios de que se vale para recuperarlo, dispuesto a usar incluso la violencia, si la violencia se pudiera emplear en las casas de la misión. Y todo esto porque una vez instruido el esclavo en la casa de la misión, ya no puede ser revendido en los mercados, dado que al término de su educación católica recibe de la misión la carta de libertad, firmada por el Cónsul protector. Por tanto es el mezquino interés la única razón por la que existe la esclavitud, y constituye uno de los graves obstáculos que encuentra el ministerio apostólico en Africa Central.
[4563]
Pero no es sólo ésta la razón por la que entre los mahometanos resulta difícil el ejercicio del ministerio apostólico. Entre ellos, donde se hallan establecidas las Estaciones de Berber, Jartum y El-Obeid, la acción apostólica es difícil también porque dichas Estaciones se debieron levantar algo lejos una de otra, distantes entre doce y quince jornadas, ya que así de espaciados están allí los grandes núcleos de población, si bien a sólo unos días de distancia de las ciudades y localidades más habitadas hay dispersos pequeños poblados, e incluso alguna familia aislada en las peladas montañas del desierto. Y también dificulta la acción apostólica el hecho de que, aparte de la natural indolencia, aquí la ignorancia se encuentra prescrita y la corrupción fomentada por el islamismo, para derribar el cual no hay poder que baste.
[4564]
Sin embargo, esto no debe desalentar en absoluto al sacerdote ni al laico católicos que se sientan conmovidos por los gemidos de una inmensa población víctima de las tropelías de los hombres y del demonio: la Cruz es la marca de todas las obras redentoras de Dios, porque todas ellas nacen y crecen al pie de la Cruz. Por tanto, cuanto mayor dificultad presente la redención de la Nigricia, más gloriosa será. Siempre que no resulte imposible, y no lo es, las solas dificultades, lejos de producir desánimo, deben incitar más y más la caridad de los que tratan de llevar a cabo esa empresa.
[4565]
No, no hay tal imposibilidad: ni siquiera allí, cuando el misionero se ayuda poniendo en práctica los medios necesarios para poder penetrar en las familias y ganarse su amor y respeto, es completamente estéril el ejercicio del ministerio apostólico. Y si con los musulmanes resulta infructuosa la acción del obrero evangélico –el cual por eso trata principalmente de no volvérselos enemigos–, no tan ineficaz se muestra su obra respecto a los europeos que en las ciudades de Berber, Jartum y El-Obeid, y en las provincias dependientes de ellas, se encuentran reunidos en familias, y que probablemente aumentarán, porque continuamente se incrementan los trabajos y cobra más vida el comercio. Por lo cual en medio de éstos se mueve el misionero, a fin de evitarles o impedirles todo el mal posible y promover todo el posible bien. A tal fin no ahorra nada de lo que le sugiere la caridad: visitas, exhortaciones, amenazas, diligente atención a todos, acogida gratuita en las correspondientes salas de la misión a aquel necesitado que cayese enfermo...
[4566]
De esta manera se ha conseguido acabar con el amancebamiento de algunas parejas y formar con ellas legítimos matrimonios, impartiendo por medio de las Hermanas educación católica a las amancebadas negras o abisinias, mientras que en otras familias se ha logrado introducir la observancia de los preceptos eclesiásticos. Y ¡qué gran consuelo es ver a tantos infelices traídos por el interés lejos de los países católicos donde nacieron, corresponder agradecidos a las cariñosas conminaciones de la Religión Católica, que los ha seguido, dándoles alcance, hasta las remotas landas de Africa Central, y verlos asimismo, hermanados por identidad de religión con los negros convertidos, asistir en compañía de éstos a las sagradas funciones y saciarse junto con ellos en las fuentes de salvación, que también allí abre su Celestial Pastor!
[4567]
Pero no es el bien de la población europea el único fin de la acción apostólica ejercida en tierras musulmanas, donde tampoco faltan griegos y coptos cismáticos. Y si no se ha recogido fruto entre los coptos, y sólo existe la esperanza de futuros logros, por mostrar la mayoría de ellos, especialmente donde no hay sacerdotes que los gobiernen, buena fe, y por tanto también afecto y respecto hacia el misionero católico, en cambio ha hecho algunas conquistas la Cruz entre el poco numeroso sector de los griegos cismáticos.
[4568]
Con todo, el campo que de mejores esperanzas encuentra sembrado el misionero es el de los esclavos. Estos infelices, que están sobre todo al servicio de familias musulmanas, superan con mucho en número a todo el resto de la población. Además, como provienen del paganismo de las tribus centrales, con mayor facilidad que los musulmanes y los cismáticos son inducidos a abandonar el islamismo, a abrazar el cual se ven forzados especialmente por su situación. Aunque bien es verdad que de adultos son algo inestables y que, entrando luego en contacto con amos musulmanes, podrían abandonar fácilmente el catolicismo.
[4569]
Por tanto el misionero se debe guardar de admitirlos en la Religión Católica, salvo a condición de que permanezcan en la misión o sirvan a una familia católica o, mejor aún, se unan en matrimonio con una de las negras ya convertidas y educadas, manteniéndose luego con el ejercicio del oficio que durante el catecumenado deben aprender en la misión para no exponerse al peligro de apostatar sirviendo a amos musulmanes. Pero hay bastantes chicos y chicas que crecen acogidos en las casas de la misión, que los mantiene como hijos adoptivos por haberlos comprado o recibido en donación, o por haberlos acogido después de que ellos huyeran de sus amos. A estos jóvenes, cuyo número aumenta cada día, se les imparte, junto con la educación moral, la material, pero limitándola todavía a que aprendan a leer y escribir y algún oficio adecuado para el lugar; y entretanto se evita multiplicar en ellos las necesidades, manteniéndolos, por el contrario, en sus costumbres, en la medida que lo permitan la virtud y la Religión.
Son sobre todo estos jóvenes los que con frutos y esperanzas consuelan de sus fatigas y solícitos cuidados al misionero, que gradualmente va educando en la Religión católica, en su Fe y en sus prácticas sus mentes vírgenes y sus tiernos corazones, hasta que bautizados y maduros para el matrimonio se unan católicamente con alguna de las negras educadas en la Religión católica y en las labores femeninas por las Hermanas. Son éstos principalmente los que se hallan en nuestros Institutos, y los que, más susceptibles de recibir una educación sólida, multiplicarán la grey católica alrededor de nuestras casas y en los terrenos que, en situación oportuna a alguna distancia de las ciudades –y por tanto lejos de la peste mahometana–, ha comprado la Misión.
[4570]
Claramente se puede deducir de esto que los gastos para el mantenimiento de la obra son grandes sobremanera, lo cual constituye no leve dificultad para el ejercicio de la acción apostólica en aquellas tierras. Grandes son los gastos: a) por el sistema de misión adoptado, el único que se encontró posible y provechoso en aquellas regiones. No habiendo allí edificios, conviene y convendrá construir establecimientos y casas donde albergar a los misioneros y a las Hermanas, así como a los negros y a las negras, y donde impartir a éstos la enseñanza artesanal y religiosa lejos del pernicioso contacto con los mahometanos. Durante su educación es preciso mantenerlos enteramente, costeando toda su comida y ropa, como se ha hecho hasta hoy, y luego hay que instalarlos fuera de la ciudad, en terrenos comprados también por la Misión. Cualquiera puede ver que esto representa un considerable gasto, el cual aumentará a medida que crezcan las conversiones y las adquisiciones.
Grandes sobremanera son los gastos también: b) por la naturaleza de los lugares. En efecto, como éstos no están suficientemente cultivados –e incluso en su mayor parte son desiertos incultivables por falta de agua–, y dado el escaso volumen del comercio en las pocas ciudades donde existe, es preciso suministrar a cada Casa y a cada persona de todo lo necesario mediante copiosas compras hechas en Europa o en El Cairo y desde allí enviadas a Sudán.
[4571]
c) No hablo de los gastos para el mantenimiento de los Institutos de Verona y de El Cairo, para las nuevas expediciones, para los viajes, para los transportes; ni tampoco de las pérdidas ocasionadas por los retrasos, por las enormes distancias, por la irregularidad del valor comercial de las monedas en los distintos días y en los diferentes países. Doy de lado todo eso, confortándome en la convicción de que ni siquiera en tierras musulmanas del Vicariato de Africa Central es imposible el provechoso ejercicio del ministerio apostólico, como se hace evidente a quien piensa que el misionero católico, sin ser allí favorecido en todo, tampoco es en todo hostigado, y que a los que en primer lugar se aclimatan, y luego se habitúan al frugal estilo de vida que recomienda allí la experiencia, el clima no les resulta tan pernicioso.
Por otro lado, quien considera que además de dos grandes establecimientos en Verona para el noviciado, y otros dos también grandes en El Cairo para la aclimatación, aparte de la casa de Schellal, la Misión ha fundado un establecimiento suficientemente amplio en Berber, más dos muy vastos en Jartum, y dos en El-Obeid y en Malbes, junto con dos iniciados en Gebel Nuba, y todos ellos con terreno propio, bien pronto puede comprender que se ha creado una estructura estable, mediante la cual proporcionar el necesario alojamiento a los misioneros y a las Hermanas y facilitar la educación religiosa y artesanal de los pobres camitas.
[4572]
Y si aparte de emplear su dedicación en hallar y bautizar a los niños moribundos de los musulmanes, en promover el bien e impedir el mal entre los europeos católicos y en obtener alguna conversión entre los cismáticos, encima pueden los misioneros y las Hermanas dirigir (como especialmente dirigen) su solícita caridad hacia los esclavos, no sólo para instruirlos, sino también para conservarlos en el catolicismo, es de creer que además de no ser infructuosa la acción apostólica en tierras musulmanas, en medio de éstas encuentra campos la Cruz sobre los que, aunque lentamente, triunfar.
Pero es entre las tribus libres y paganas del centro donde más fecunda se revela la paciencia del misionero. Ya en 1875 intentamos la penetración en ellas; y después de seis días de camino, desde la cumbre de Delen (primera colina de la tribu Nuba, contemplamos la amplia viña que debíamos hacer fructificar con nuestros sudores. Allí nos quedamos tras la cortés acogida y los fervientes ruegos de aquellos pobres Nuba, que tanto festejaron nuestra llegada. Sin embargo, después de haber construido las viviendas necesarias, e incluso de haber iniciado la acción apostólica, circunstancias adversas nos obligaron a regresar por el momento a El-Obeid, después de dejar todo al Coyur (jefe religioso y político de la tribu Nuba), el cual compartía con su gente el pesar por nuestra temporal retirada.
[4573]
Las tropas del Gobierno del Kordofán, que marchaban hostiles sobre Gebel Nuba; las tribus nómadas de los Bagara, enemigos de los Nuba y fanáticos musulmanes, que por inspiración propia o por consejo de otros habrían podido aprovechar la guerra inminente para vengar en la misión los agravios del nombre «cristiano» a Mahoma; las enfermedades, que en aquel clima, aunque saludable, nos afectaron a todos al sorprendernos las lluvias necesariamente ya debilitados por las fatigas y las privaciones; la imposibilidad de recibir del Kordofán suministros con los que vivir y curarnos, estando interceptados los pasos a causa de la guerra ya iniciada: el conjunto de estas circunstancias ofrecía a la prudencia de todos razones suficientes para concluir que nuestra presencia en Gebel-Nuba sería para la Misión y para nosotros mismos gravemente perjudicial, y para los Nuba, si no nociva, inútil por completo.
Mas sólo el pensamiento de un próximo regreso nos mitigaba la amargura del necesario alejamiento de aquella tierra, por la que durante tanto tiempo habíamos suspirado. Y ya en 1876 hacíamos los preparativos para volver, cuando una orden del Gobierno egipcio nos retuvo en El-Obeid, impidiéndonos la salida hacia Gebel Nuba. ¡Ah, es que aquellas tierras, en las que la Religión Católica podría obtener más fáciles y amplios triunfos, son las que el interés guarda con mayor celo contra el catolicismo, por si éste intenta plantar allí sus tiendas de salvación y libertad.
[4574]
Pero conviene esperar, pues no dejará de intentarse ningún medio para conseguir que las perversas miras del vil interés, el cual tan vergonzosamente ultraja a la humanidad, finalmente se malogren y fracasen; de modo que, ya abierto y libre el paso, la propagación de la fe en la tribu de los Nuba se haga una feliz realidad. Y la Divina Providencia, disponiendo que recientemente fuera nombrado Gobernador General de Sudán el ilustre general Gordon, el cual comparte nuestros mismos sentimientos y opiniones acerca de la esclavitud, parece haber querido facilitarnos el acceso a aquella tribu.
Un obstáculo universal, es decir, un obstáculo que la Religión Católica encuentra en todas los lugares de Africa, aparte de la antigua práctica de ciertos usos inmorales, lo constituye, sobre todo en la Nigricia interior, la natural holgazanería e indolencia entre la que crecen sus hijos por el clima cálido y por la inexperiencia de comodidades y de necesidades. Acostumbrados en su mayoría a lo poquísimo que el pequeño terreno sembrado poco antes de las lluvias les rinde casi sin ulteriores cuidados al cabo de tres meses, y que añadido al producto de los rebaños alimentados de pastos espontáneos y verdes en la estación lluviosa, y luego de matojos y seroja del desierto, les suministra todo lo necesario para un año, no desean nada más, por lo cual se cuidan poco de aprender el arte de la agricultura; y habituados a vivir al aire libre, o en cabañas de tierra o de paja, no sienten la necesidad de aprender albañilería. Así que las obras del misionero no sirven para otra cosa que para despertar en ellos una estéril admiración.
[4575]
Hechos a no ver en sus cabañas, aparte la olla donde se cuece el grano entero y una plancha de hierro para cocerlo triturado, otros muebles o utensilios que un gran recipiente de barro en el que guardar el grano y otro para conservar el agua, no sienten la necesidad de las artes mediante las que se obtienen otras comodidades. De este modo no experimentan la necesidad del arte del sastre, acostumbrados como están en ciertos lugares a ir sólo medio vestidos, y en otros, como en el centro, completamente desnudos.
Estos pueblos, que, al no poseer nada, nada tampoco desean, considerados desde este aspecto son naturalmente los más ricos y felices. Pero la inexperiencia de las ventajas de las artes, que hace los indiferentes a las mismas, así como la imposibilidad de ejercerlas al principio para otros en beneficio propio, que los tiene totalmente inactivos, constituyen la mayor de las dificultades que encuentra el ministerio apostólico en aquellos países. Porque verdaderamente, para ejercer con facilidad y con fruto la acción apostólica, especialmente entre pueblos primitivos e incultos, cualquiera comprende que es preciso en primer lugar atraerlos y ganar su respeto y cariño.
[4576]
Mas para conseguir esto, sobre todo en medio de pueblos materialistas, entre los cuales sólo el lenguaje del interés resulta elocuente y eficaz, no hay quien no reconozca un medio validísimo en la enseñanza y el ejercicio de las artes. Por tanto, la natural indolencia de los negros derivada de la inexperiencia de las necesidades, que los hace indiferentes a las artes, debe ser considerada por todos como una de las serias dificultades que encuentra en aquellos lugares el ejercicio del ministerio apostólico.
Sin embargo no hay que creer que caigan en terreno completamente baldío los esfuerzos del misionero por despertar la laboriosidad y el amor a las artes, lo cual resulta difícil sólo al principio. Como tampoco se debe creer que por culpa de la natural esquivez de aquellas gentes a la aplicación y al esfuerzo sea completamente estéril la acción del misionero que, sin multiplicar –máxime al principio– las necesidades de aquellos pueblos, sino dejándolos en la medida que lo permita la virtud en sus costumbres, se centre principalmente en moralizar sus relaciones y en educarlos en la Religión Católica.
[4577]
Para conseguirlo no es inútil el ejercicio y la enseñanza precisamente de las artes, porque si no a ganar el cariño de la población, le ayuda a conseguir su respeto; mientras que para ganarse el afecto no faltan otros medios, como la práctica solícita y gratuita de la medicina, las visitas, las conversaciones, los regalos, las suaves maneras y alguna parte de enseñanza útil. Y en tanto que así prepara el terreno, el misionero va practicando de modo visible esas normas religiosas que luego, prudentemente, tratará de difundir también con la palabra; porque ésta debe ser la simiente evangélica que, echada sobre terreno oportunamente dispuesto y alimentado por el rocío de la gracia del cielo, se desarrollará lozana y vigorosa.
A la destrucción del paganismo en la tribu Nuba y a la conversión de ésta al catolicismo ayuda sobremanera su misma situación sobre el terreno, ya que encontrándose dividida en varios grupos suficientemente numerosos, los cuales habitan veinte colinas que rodean una llanura de una jornada de longitud, ofrece mayor facilidad de acción, al poderse fundar frecuentes estacioncitas dependientes de una principal. Ayuda también la subordinación que todos los miembros de la tribu manifiestan al jefe, de manera que se pliegan a él en todo: así las dificultades de todos los individuos quedan concentradas en uno, y la destrucción de las mismas en éste la facilita en los demás. Por todo eso, más por el buen carácter y el buen sentido de que están dotados los miembros de la tribu Nuba; por las plegarias de los niños difuntos que, encontrados por los misioneros en trance de muerte, fueron bautizados, y también por las plegarias dirigidas a ellos, que, primeras flores del apostolado en Gebel Nuba, brillan en el cielo, esperamos que ese pueblo, al que el demonio y los hombres han maltratado, entone bajo el gran árbol de la Religión Católica el himno de redención y de salvación.
[4578]
Dios lo quiere. Por tanto, fieles a nuestro programa «Nigricia o muerte», no retrocederemos ante los enormes gastos, las dificultades y los sacrificios. Gloria al Señor y premio eterno a los generosos Bienhechores que, no pudiendo colaborar personalmente con la obra al triunfo de la Religión Católica en las desdichadas tierras de Africa Central, cooperen con abundantes donativos y con fervientes plegarias.
Aquí queda, pues, esta exposición rapidísima, que sin embargo creo suficiente para dar una ligera idea del apostolado de Africa Central, y del importante papel que representará la sublime Obra de la Santa Infancia. El ángel tutelar de la Nigricia acompañe la humilde súplica que dirijo al ínclito Consejo de esta santísima Obra, la cual ha poblado el cielo de tantos adoradores del Divino Niño.
Daniel Comboni
Provco. Aplico. de Africa Central