[1395]
Margarita rezaba en las últimas noches del mes de agosto al Hermanito (el Niño Jesús) que enviara muy pronto a los que debe enviar para la salvación de las almas. Al mismo tiempo vio a un hombre que, a juzgar por su aspecto, debía de ser misionero (días después, habiendo ido D. Daniel, ella lo reconoció perfectamente). El tenía a su lado un bello personaje (el Niño Jesús), que volvióse hacia el misionero, y le dijo mostrándole una multitud de negros: «Ve a ganarme todas esas almas. Sal de tu Instituto, o no podrás hacerlo. Ve a buscar a mi amigo (el P. F...) y da comienzo a mi obra. Yo te mostraré mi regla, pero tú no la darás a conocer a nadie, porque el tiempo todavía no es favorable. Ahora es preciso actuar con prudencia y energía. Fundad una casa de Misioneros para los negros. Vosotros les daréis el espíritu del Buen Pastor, y haced observar solamente las reglas establecidas por el Código Canónico para los Sacerdotes que viven en comunidad.
Hijo mío, ten cuidado de no rechazar esta gracia. Te la he manifestado de improviso, es cierto, pero es fuerte y eficaz. Te toca a ti corresponder, sin detenerte en las dificultades. No creas que se te ha dado a elegir por tus méritos, sino por los méritos de mi Pasión y Muerte. Hasta ahora lo que has hecho ha sido grato a mi Corazón: ya tengo la corona preparada. Pero recuerda lo que he escrito: será coronado aquel que persevere hasta el fin. Y mi voluntad es que tú contribuyas a instituir esa Compañía, en cuanto dependa de ti y yo te manifieste como mi voluntad. Si Dios está contigo, ¿quién estará contra ti? Si te niegas a cumplir mi voluntad, ten en cuenta que sabré encontrar otro. Yo soy Aquel que es».
El «Hermanito», volviéndose a Margarita, le dijo: «Da a este Misionero mi regla». «Yo no la conozco, Hermanito mío, no quiero ir contra lo que Vos decís en el Evangelio, que hay que echar la semilla en la buena tierra para que fructifique, y no entre espinas y sobre el camino». «No, no, Margarita mía, no temas; es una buena tierra, sin embargo, si quieres». «Bien, Hermanito mío, porque Vos lo queréis, lo haré, dado que no quiero ser infiel, aunque me espero todavía grandes sufrimientos; pero yo os los ofrezco también por la salvación de las almas».
[1396]
Como Margarita temía aún que fuese un engaño de Satanás, oyó la santa Misa y comulgó para pedir a Dios que le diera a conocer realmente su voluntad. Entonces vio al «Hermanito» salir de la Hostia y lanzar sobre el misionero un rayo que formaba la Trinidad sobre su pecho. El «Hermanito» le dijo a él: «Tú debes ser el Hijo de la Trinidad: ve a conquistar todas estas almas (y le mostró una multitud de negros). Luego, dirigiéndose a Margarita, le dijo: «Bien ves que es mi voluntad. Ayúdame, pues: díselo a este misionero».
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La primera vez que fue D. Daniel (el 6 de septiembre de 1866 a las seis de la tarde), Margarita lo reconoció y de nuevo le expresó la voluntad de Dios acerca de él. Como D. Daniel no hacía más que insistirle en que pidiera al «Hermanito» que se lo confirmase. ella se puso a rezar al Hermanito, que le dijo: «Sí, hermanita mía, yo le otorgo muchas gracias; dile que me corresponda, que de lo demás me encargo yo». En el mismo momento, el Hermanito habló y dijo: «Daniel, hijo mío, ¡adelante! Es mi voluntad».
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Ocho de septiembre de 1866
Durante la santa Misa, Margarita rezaba por D. Daniel. Entonces vio un Hermanito bello, ¡bellísimo! Se encontraba en medio de espléndido sol, y de la Hostia que había en medio del triángulo formado sobre su pecho salía un rayo que, luego de dar en D. Daniel, era enviado hacia los negros. El Hermanito le dijo a él: «Hijo mío, cuidado, no vayas a echarte atrás. Te he abierto un extenso campo que cultivar, y te concedo las gracias necesarias para ello. No temas las dificultades, los obstáculos, pues mis obras deben ser sometidas así a prueba. Recuerda lo que dije a mis Apóstoles: si os rechazan en una ciudad, id a otra. Del mismo modo, si no te quieren recibir con tu Proyecto, que es el mío, ve a otra parte para cumplir mi voluntad, que hoy es que emprendas lo que los otros rechazan, para no abandonar la mies que te he ofrecido a este objeto. Mis designios para el futuro deben permanecer secretos: serían contestados y los hombres no pondrían más que obstáculos. Mira mi venida a la tierra: estuvo oculta e ignorada durante treinta años. De igual manera tengo oculto a aquel del que me he querido servir, y todavía debe seguir desconocido, porque no conviene meter las perlas que salen de mi corazón en la boca de los perros. No pienses tanto; realiza tu obra, que es la mía, porque yo soy el que te la ha inspirado. Permanece en la humildad, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado».
[1397]
Mostróle una hermosa corona, que por un lado estaba completa, porque hasta ahora él ha hecho la voluntad de Dios, y de la otra mitad salían rayos que iban hacia los negros. Esto significa que si D. Daniel falta a su vocación, a la que ha sido llamado por Dios, esos rayos quedarán ahí inactivos y la corona no se completará. El Hermanito le dijo: «Has empezado bien, según mi voluntad; pero esto no es suficiente: ahora quiero de ti este acto de reciprocidad, poniendo en práctica la obra que se debe perpetuar hasta el fin del mundo», y lo bendijo. D. Daniel manifestó que sería fiel a su gracia. Alabados sean Dios y María.
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[1398]
1) Margarita. Así llama el Niño Jesús a la religiosa que es el sujeto principal de esta revelación. Esta gran alma, realmente favorecida por la gracia y que a menudo tiene comunicaciones íntimas y verdaderamente extraordinarias con Dios, es llamada también por el Niño Jesús «hermanita». La revelación expuesta aquí arriba es considerada auténtica y proveniente de Dios por la autoridad de dos Obispos: uno de ellos es el Ordinario de la Diócesis adonde Margarita se ha trasladado a residir por obediencia.
2) Pétit Frère (Hermanito). Así es llamado el Niño Jesús.
[1399]
3) Este primer encuentro de D. Daniel con Margarita (6 de septiembre de 1966) tuvo lugar en presencia del Arzobispo Ordinario del lugar donde la santa Hija se halla, el cual desde su residencia acompañó a D. Daniel en su coche al convento de clausura, permaneció siempre con él durante la entrevista con Margarita y la Superiora del convento, y luego le acompañó a su casa en el mismo coche. Después del 6 de septiembre, habiendo sido autorizado a entrar libremente en la clausura del claustro, D. Daniel ha tenido abundantes y largas conversaciones con esta santa mujer, en la que ha podido ver, además del espíritu de Dios y la más eminente y extraordinaria caridad, cosas maravillosas y dones extraordinarios, sobre todo en cuestión de doctrina teológica, pese a que nunca la haya estudiado.
Original francés.
Traducción del italiano.