[1554]
He estado ocupadísimo: éste es el motivo del retraso en escribir. Le enviamos un informe de nuestra expedición; haga V. E. lo que quiera con él. Si para publicarlo le parece oportuno elegir L’Unità Cattolica, creo que esto contribuirá en mayor medida a dar a conocer nuestra Obra y a facilitar la difusión de la Obra del B. Pastor. Espero que encuentre muy acertada nuestra elección de encargar de la redacción a nuestro querido P. Estanislao: a lo fácil y ajustado de su verbo y a la fecundidad de sus ideas, este joven misionero añade el espíritu y la unción apostólica, y siente intensamente la sublimidad de su ministerio. Corresponde luego a V. E. hacer las modificaciones que mejor le parezcan.
[1555]
El buen P. Estanislao ha hablado con demasiado encomio del papel que yo, por gracia de Dios, he desempeñado en la Obra. Esto me produce embarazo, porque conozco mis miserias... en parte: ¡ay si las conociese todas! Lo positivamente cierto es que si el gran corazón de V. E. no se hubiese puesto al frente de esta Obra, no existirían ni el pequeño Seminario de Verona ni la Obra del B. Pastor, ni se habría llevado a cabo nuestra importante expedición. La obra africana tuvo todas las bendiciones después de que V. E. la tomara en sus manos. Todas las cruces que ella encontrará y ha encontrado son la marca de la gracia de Dios, que la asocia con las obras suyas; son un rasgo de bendición a favor de sus instrumentos; y esto me lleva a dar gracias a la mano que mortifica y vivifica, mientras pone a prueba a la obra misma y a sus agentes. Usted siga mostrándonos su benevolencia, ruegue y haga rogar por nosotros.
Con sumo placer hemos recibido su venerada carta del día 29 del pasado diciembre.
[1556]
Me es muy grato que se haya acordado con el Conde Campagna el arrendamiento a razón de 200 florines por año. Antes de que concluyera el alquiler del convento de los Maronitas, estuve pasando revista a muchas casas. Se hablaba de doscientos, trescientos napoleones de oro anuales. Tuve que aferrarme a este convento, por su iglesia, por su patio grande, y, lo que es más importante, porque permite establecer esa absoluta separación entre los dos Institutos que nos es necesaria para cubrirnos de cara a la gente. Aunque el Virrey de Egipto está cargado de deudas y no paga desde hace más de un año a sus empleados, vamos a estudiar la manera de que nos ceda gratuitamente el uso de alguna casa suya, y poder así ahorrarnos el alquiler. Por muchísimas razones, el momento actual es de lo más inoportuno. En todas partes se habla mal del Bajá, y hay un general descontento entre sus súbditos y entre los europeos.
[1557]
Gastó millones y millones de libras esterlinas en comprar del Sultán el derecho de sucesión al trono de Egipto a favor de su familia y sucesores: ahora les toca pagar todo a los egipcios. El comercio se halla estancado; el algodón está por los suelos a consecuencia de la guerra de América. En suma, el Bajá, que como primer hombre de negocios ha registrado la mayor pérdida, anda retraído, mantiene lo más lejos de sí que puede a los europeos y a los que viven a su costa, y ya no muestra la liberalidad de antes. ¡Bendito sea el Señor! Yo he decidido conseguir casa y comida gratis, y con este fin he empezado a moverme. Recemos, hagamos novenas; y si no es hoy, será mañana, el año que viene o el próximo lustro cuando consigamos nuestro propósito. Ruegue por este objetivo, y obtendremos la gracia.
[1558]
Considero conveniente que V. E. Rma. y D. Dalbosco (muy conocidos en la Sociedad de Colonia) se pongan en contacto con ese Comité; incluso es de necesidad. Pero no creo oportuno que pidan ayudas para el pequeño Seminario de Verona, porque sin duda les serán negadas, por no ser éste el objeto de la Sociedad, sino el de educar a los negros en las costas de Africa. Cuando el año pasado fui a Colonia, pregunté si la Sociedad contribuiría para la fundación del ideado Seminario. Obtuve un no, razón por la que concebí la fundación de la Asociación ad hoc que luego llamamos del Buen Pastor. Una vez que la Sociedad de Colonia sea más fuerte, entonces conseguiremos que haga alguna excepción, como logré que hiciera al dar dinero para el viaje. Todo depende de la buena marcha de los Institutos egipcios, pues hará que aumenten los recursos de Colonia. Por lo demás, tenga por cierto que la Obra del B. Pastor se consolidará. Antes de que los Obispos puedan dar respuesta, es preciso ver si la obra puede arraigar en la diócesis: pasa un año, generalmente. La gran dificultad está en los comienzos.
[1559]
La Obra de las Escuelas de Oriente, la de Colonia, la Propagación de la Fe al principio no hicieron casi nada. Confiemos en Dios y en la bendición emanada de su Vicario, y verá cómo todo se consigue. Espero que no he de tardar mucho en poderle dar buenas noticias también de la Obra del B. Pastor en bastantes diócesis de Europa y de América. A su tiempo, cuando aparezca el primer Boletín de los Anales, verá cómo se despierta el interés. Es cierto que los tiempos son malos y que la sociedad humana está desazonada e inquieta; pero asimismo es cierto que manus Dei non est abbreviata, y que mientras el infierno se dedica a destruir, la mano del Altísimo consigue edificar. Apliquémonos a romper los cuernos al diablo, y la gracia no faltará.
[1560]
Don Dalbosco me escribe acerca de la negrita de Novara. Las negras educadas con éxito en los conventos, nos son muy útiles: me complace, por tanto, que la acepte. Pero me permito sugerirle a este respecto una norma oportuna. Nosotros necesitamos negras educadas en los conventos; pero a éstos les hacemos todavía un favor acogiendo a sus negritas, seres heterogéneos en cuanto a las Monjas que están en Europa. Por eso convendría pedir con gentileza que los conventos que ofrecen negritas se encargasen de dar el dinero para el viaje. Así me ha enseñado la dura necesidad a mí, que por las negras de Alemania saqué mil francos por cada una, y por las de Venecia trescientas esváncicas. Cuando la delicadeza de las relaciones de V. E. con quien ofrece negros no lo impida, podrá hacer que le paguen el viaje. Si la negra de Novara va a seguir la ruta de Marsella, es mejor que se quede en Novara hasta la época de la partida. Esta es una opinión siempre subordinada a la suya. Además, todo lo que V. E. hace está convalidado in coelo et in terra.
[1561]
En cuanto al Institut d’Afrique, creo útil que acepte la Presidencia honoraria, y que la Obra africana de la que Ud. es jefe envíe los veinticinco francos anuales: le aseguro que la próxima vez que yo vaya a París Ud. no tendrá que pagar nada. El Institut d’Afrique aspira también a socorrernos, pero cuando el Insto. esté muy desarrollado; ahora no puede. Siendo Ud. Presidente honorario, tiene un título para, a su tiempo, ver de conseguir ayudas en favor de nuestros Instos. africanos. Todo lo que saca el Institut d’Afrique, lo absorben ahora la correspondencia y el actual movimiento americano. Cuando más adelante estemos en condiciones de fundar un Seminario en París, tendremos en el Institut d’Afrique válidos apoyos contra la intemperancia del egoísmo, ya sea éste nacionalista o religioso.
[1562]
Contestaré al importantísimo asunto de las Canossianas y de las Hijas de la Caridad de San Vicente, del que me habla D. Alejandro. Pero hoy no tengo tiempo. Nuestros dignos Misioneros le besan la mano. Nosotros estamos en un Edén de paz: lo que para uno está bien, está bien para los otros. Y la causa de ello es que estos tres excelentes hombres, acostumbrados a atender a tantos enfermos, saben tener muchos miramientos y bondades conmigo, enfermo moralmente. El P. Zanoni es el alma del interior de la Casa, y muestra gran caridad con los enfermos de fuera. Es además el médico de cabecera, el maestro, el carpintero, el cerrajero, el ingeniero, el albañil, el pintor: todo. Lleno de habilidad, paciencia y actividad, en todas partes y para todo está disponible. No me sé explicar de ningún modo la antipatía que le tenía Pedro Bertoli, al que decididamente despedí en Marsella. Sin duda una gran dosis de orgullo dominaba aquel corazón.
[1563]
Somos felices en medio de la cruz que el Señor nos manda de no haber recibido todavía ayudas de Colonia. Pero nuestra felicidad será doble el día que podamos abrazar a nuestro querido P. Tezza. Las Hermanas tienen mucha abnegación: La Superiora es un ángel de solicitud, bondad, humildad. Las dieciséis negras, que gracias a Dios se encuentran todas bien, están muy instruidas en la piedad. Pero las más útiles para nosotros son las educadas en el Instituto Mazza, que aparte de haber recibido una enseñanza mejor y más amplia, son capaces de sufrir más, por lo que se adaptan con mayor facilidad a las dificultades, a las fatigas, al trabajo. Y si de economía doméstica se trata, vale más una del Insto. Mazza que las siete que tenemos de cuatro monasterios. Pero la piedad de las siete negritas es tal que podemos estar seguros de que se mantendrán firmes y constantes en las buenas costumbres.
Suplicamos de su bondad que nos proporcione L’Unità Cattolica y La Civiltà Cattolica. Sabemos poco de lo que pasa en el mundo, y por eso nos pondremos contentos aunque nos lleguen esos periódicos después de leídos y releídos. Escribí sobre ello a D. Alejandro; pero le ruego a Ud. que diga algo al respecto, y alguna buena alma veronesa accederá a nuestros deseos. También el Veneto Cattolico sería muy de nuestro agrado: en suma, lo dejamos en sus manos. Cuando pueda, le enviaré el informe completo de todo: de la Administración, de nuestro actual reglamento interior y exterior, etc. Pero antes es necesario que nos dé una alegría Colonia.
[1564]
El pasado día 12, S. Em.a el Card. De Pietro tuvo una reunión para establecer la Obra del B. Pastor en Roma; allí hay muchos miembros, y espero que ya esté formado el Consejo de Roma. También en Marsella el alma sublime de Mlle. Martiny está trabajando por crear el Consejo diocesano, y tengo buenas noticias. Bour en Bresse, en la diócesis de Beley, ha registrado un incremento en sus 120 socios, por obra de Mlle. Eugenie Cabuchet. Hasta ahora no he recibido ninguna buena noticia más. Confiemos en Dios, que es santo y viejo.
El Santo Padre, si es cierto lo que me escriben de Roma, ha puesto un Visitador Aplico. en el Monasterio de las Viperescas de M. V., el cual está desoladísimo. El (M. V.) ha declarado que como su monasterio tuvo grandes gastos y perjuicios por las negritas, me hace un favor contentándose con exigirme tan sólo mil quinientos escudos. Como mucho, cederá alguna sábana de las que dio Vimercati. Parece que ha comprado a mi procurador; pero de tal modo hace más peligrosa su posición. ¡Pobre M. V.! Razón tenía San Felipe [Neri] al rogar al Señor que no le soltara de la mano, porque de lo contrario se haría turco.
[1565]
Presente mis respetos al Marqués Octavio y familia. Si la Marquesita desea otros sellos de correos, se los mandaré. Salude de mi parte a Mons. el Vicario, a Perbellini, a D. Vicente y D. Al. Aldegheri, y al bueno y elegante Juanito con todos sus familiares.
Creo que convendría mandar el Decreto, el Programa, el Plan y todo lo que se imprima sobre la Obra a S. M. la Emperatriz, esposa de Fernando, junto con la Hoja de las Indulgencias del Santo Padre. Me parece que V. E. está en condiciones de hacer de S. M., la devotísima Emperatriz, una muy valiosa auxiliar de la Obra. Todos nosotros le besamos respetuosamente la mano: bendíganos cada día, y acepte nuestro corazón por entero, como el de sus afectuosísimos hijos y el del más indigno, pero no menos ferviente hijo
Daniel Comboni
Le envío una estampa, en la que figura una Monja con el atuendo que llevan las que tenemos en el Viejo Cairo dedicadas a nuestra Obra. El P. Zanoni repite la súplica de que escriba a Mons. Cavriani.