Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
211
Duque D'Acquaviva
0
Verona
23.9.1867

N. 211 (199) - AL DUQUE D’ACQUAVIVA

«Annales de l’Institut d’Afrique» 27 (1867)

Verona, Instituto de las Misiones

23 de septiembre de 1867



Señor Presidente:


 

[1434]
Con mucho interés y agradecimiento acepto el muy honorable título que usted ha tenido al bondad de otorgarme en el Instituto de Africa, esa Institución de eminente caridad que ha sido inspirada al pie del Calvario.


[1435]
Educado para el apostolado de Africa y consagrado hasta la muerte a la regeneración de la raza negra, por la cual trabajo desde hace dieciocho años, me siento feliz de ser miembro honorario del Instituto de Africa, y espero lograr con mis pequeños esfuerzos responder al noble y generoso objetivo que se propone.

He leído con mucho interés los Anales que Ud. ha tenido la bondad de enviarme, y estoy convencido de que esta gran Institución que Francia ha creado en favor de la regeneración de la parte del mundo más abandonada y olvidada logrará despertar la conciencia del universo entero para que colabore en la redención de los negros. Y con su constancia y admirable entrega, conseguirá alcanzar el objetivo filantrópico y humanitario que se ha propuesto. Por ello estoy orgulloso de poder compartir, en mi pequeñez, sus nobles aspiraciones, y durante toda mi vida trataré de contribuir por mi parte a esta gran Obra.


[1436]
Como he recorrido una gran parte de Africa Central y de las costas –donde he estudiado profundamente la raza negra, he sido testigo del abuso que ha cometido con ella la humanidad y me he convertido más de una vez en un pequeño instrumento para impedir la trata de los esclavos–, espero que cuando disponga de tiempo libre entre tantas ocupaciones como me tienen siempre agobiado, le daré también noticias muy interesantes sobre el Africa interior y sobre el modo de conseguir la abolición de la esclavitud y obtener la civilización de Africa. Por ello me permito proponer tres miembros que, desde hace muchos años, han consagrado sus fuerzas, su talento, su influencia y sus horas de descanso a luchar por el bien de Africa.


[1437]
He aquí los nombres:

1.oEl Señor Godofredo Humberto Nöcker, párroco de Santiago en Colonia (Prusia renana), presidente del comité de la Sociedad para el rescate y educación de los pobres jóvenes negros, y fundador de un gran Instituto para los pobres en Colonia.

2.oEl señor Martín Stickern, doctor en medicina, hombre de instrucción muy elevada, el cual fue uno de los más animosos fundadores de esa útil Sociedad para la educación de los negros, y que en calidad de secretario y luego de miembro del comité, es uno de sus más poderosos promotores en Colonia.

3.oEl Señor Juan Crisóstomo Mitterrutzner, canónigo regular lateranense de la Orden de San Agustín, miembro de la Academia de la Religión Católica de Roma, miembro de diversas sociedades científicas, doctor en teología, buen políglota, y profesor en Bressanone (Tirol alemán), donde reside. Este hombre venerable, de muy raro talento, al que Africa debe los más grandes servicios, y sobre la cual él ha realizado profundos estudios, ha recogido cantidades considerables para sostener la Misión de Africa Central, a la que ha proporcionado más de veinte Misioneros y artesanos y, con los manuscritos que nosotros le hemos enviado, ha compuesto y publicado en Bressanone dos gruesos volúmenes sobre las dos lenguas principales de Africa Central, absolutamente desconocidas para la ciencia. Se trata de:

1) El diccionario y la gramática de la lengua de los Bari (tribu situada entre los 5 y 1 grados de lat. N.), así como el catecismo en esa lengua.

2) El diccionario y la gramática denka, más el catecismo y el Evangelio de San Lucas en esta misma lengua, la cual es hablada por dieciséis tribus que se extienden entre los 13 y 5 grados de lat. N., en el Nilo Blanco.

Con este importante trabajo, el señor Mitterrutzner ha suministrado a los Misioneros de la Nigricia el material necesario para ejercer con más facilidad su ministerio apostólico en la vasta extensión comprendida entre los 13 y 1 grados.

Estoy seguro de que, siendo Africa objeto de gran preocupación para ellos, estos tres personajes aceptarán muy de buena gana ser miembros del Instituto de Africa, y se sentirán muy animados a proseguir sus nobles empresas, contribuyendo poderosamente al gran fin humanitario del mismo. Por eso le ruego que les conceda a ellos la gracia que ha tenido usted la bondad de otorgarme.


[1438]
Le quedo muy agradecido por el honor de que me ha hecho objeto, y le aseguro que al igual que sólo he vivido para Africa, sólo por Africa he de morir.

Me permito enviarle el programa de la Obra que acabo de fundar en Italia para la regeneración de Africa.



Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






212
Can. Juan C. Mitterrutzner
0
Verona
23.9.1867

N. 212 (200) - AL CAN. JUAN C. MITTERRUTZNER

ACR, A, c. 15/66

W.J.M.

Verona, 23 de septiembre de 1867



Dulcissime rerum:


 

[1439]
Acabo de recibir desde S. Pietro Incarnario de Valpolicella (yo resido en S. Pietro Incarnario, en Verona) el libro y su grata carta del 20 del cte. También llegó a mis manos, el mismo día en que usted pasó por Verona, el libro de los Bari; pero nunca se me informó de que iba a pasar por Verona ni de que había avisado con antelación su llegada. En aquellos días, casi todas las tardes fui a visitar a D. Tomba y a D. Beltrame. Incluso dije a éste que esperaba que viniese Ud. a Verona; pero él nunca me habló de que iba Ud. a pasar por aquí el 31 de julio. De haberlo sabido, no sólo habría acudido a Porta Vescovo, sino que además sin duda le habría inducido a quedarse un poco en Verona para conversar con el Obispo sobre Africa, o le habría acompañado un poco en su viaje hasta Venecia. Tiene D. Beltrame tanto que hacer, y está tan sacrificado con el Insto. femenino, que seguramente se le olvidó decírmelo. Y yo, creyendo que Ud. iba a ir a Venecia para buscar en algún códice, aquella misma tarde le escribí allí a lista de correos.


[1440]
He recibido una carta de nuestro querido Kirchner, que me invitaba a ir a Innsbruck, donde podría encontrarme con Ud. y con Jeram. Le aseguro que estuve tentado de hacerlo; pero verdaderamente no tenía tiempo. Como las superioras de los conventos de Beuerberg y de Seligenthal me ruegan que me haga cargo de tres negritas, bien podría ser que, en vez de hacerlas traer a Verona, fuera yo a buscarlas; por eso no es improbable que vaya a Brixen. Lo digo no como algo decidido, sino que podría ocurrir. En todo caso, que sea lo que sea.


[1441]
Kirchner no tiene ninguna esperanza de éxito en mis asuntos de Africa. Pero, amigo mío, yo quiero probar por todos los medios. Un gran número de Obispos y el Arzpo. Vicario Aplico. de Egipto aprueban mi Plan. Y el paso que he dado de erigir dos Institutos en El Cairo tiene la aprobación del mencionado Delegado Apostólico y de Propaganda. Poco a poco se saldrá adelante. Por eso yo pruebo por todos los medios. Si no consigo nada, Dios se contentará con la buena intención. Claro que no he de ahorrar fatigas, ni viajes, ni la vida, por triunfar en la empresa: yo moriré con Africa en los labios. Cruces, no dejan de arrojarme encima; pero tengo más ánimo que antes. El Gobierno, después de haber hecho registrar dos veces mi Insto. femenino, me dio a entender que debía sacar de allí a mis monjas, una de París y otra de Roma, en un plazo de veinticuatro horas. Tras consultar con el Obispo, las he mandado a Roma junto con las postulantes. Fiat!


[1442]
Mons. Kirchner me dice que la Sociedad de María se ha disuelto. ¿Estará en lo cierto? Lo lamentaría mucho, porque nunca hubo Sociedad que ayudase tanto a las Misiones como ésta. Por favor, cerciórese usted al respecto. Le agradezco mucho el donativo que me hizo de cuarenta francos. Si el Cab. Napoli no hubiera mandado aún a Egipto esta preciosa limosna, yo desearía que me la enviase a Verona. Si considera esto factible, le ruego que le escriba.


[1443]
Le voy a decir una cosa, y deseo que no llegue a oídos de las Superioras de Baviera que me han ofrecido las negritas. Si las acepto, pienso obligar a esas Monjas a pagar el viaje de las chicas hasta El Cairo. Pero, con carta del 19 de agosto, escribí al Marqués Moustier, Ministro de Asuntos Exteriores de Francia, para solicitar el pasaje gratis en vapores franceses hasta Alejandría de Egipto. ¡Oh maravilla! El Ministro, mediante comunicado del 6 del corriente que me hizo llegar el Ministro Lavallette, me concedió el pasaje gratis hasta Alejandría para veinticuatro personas en las Messageries Imperiales; y esto desde Marsella, si quiero viajar enseguida, o desde Civitavecchia, si espero a la época en que haya cesado el cólera en Messina, donde ahora no tocan los vapores franceses.


[1444]
Por otra parte, tras deliberación de su Consejo Superior, el 2 de septiembre fui nombrado Vice-Président d’honneur del Institut d’Afrique. Esta Sociedad, que preside el Duque d’Acquaviva y cuenta con miembros en todo el mundo, puede serme útil porque tiene como objeto la abolición de la trata de negros y la civilización de Africa. Además he aceptado al ver que muchos Obispos y Cardenales pertenecen a ella. Deseo que el Institut d’Afrique le nombre miembro también a Ud. y a este fin quiero escribir al Presidente; pero convendría que Ud. le mandase un ejemplar de las dos gramáticas, etc., bari y denka, y algún otro de sus escritos sobre Africa. Esto puede ser útil a Africa. Escribiré uno de estos días. Otra cosa le pido.


[1445]
Teniendo que realizar yo ahora una expedición tan importante, ¿no habría Sociedades en Alemania a las que pedir ayudas? Están la de Salzburgo, la Leopoldina de Viena, la de San Ludovico de Munich. ¿No podría estudiar usted la manera de conseguir dinero de estas Sociedades? Lo dejo en sus manos. Mi buen Obispo me protege moralmente; sin embargo todos los gastos, tanto en Verona como en todo lo relativo a Africa, corren de mi cuenta. Pero confío en la Providencia, y sabe cuántas veces ha sido Ud. la Providencia para mí, para el Insto. Mazza y para Africa.


[1446]
El Delegado de Egipto me contó que el fraile José Habachy, el P. Buenaventura, está en Jerusalén. Parece que se portó mal también en Egipto, y que el Vicario Aplico. lo ha confinado en Palestina. Quisiera informarme bien, a fin ver más adelante la manera de utilizarlo para Africa Central. Como he podido conseguir del Papa que cuatro buenos Camilos fuesen destinados a venir conmigo a El Cairo, también a su tiempo podría hacer otro tanto con Habachy, y mucho más fácilmente, puesto que es africano. Cogita et loquere. He escrito a Jeram para pedirle su acostumbrado pequeño óbolo, pero esta vez no me ha contestado: ¿querría ser tan bueno de decirle usted algo? Domine adiuva me. Mil respetuosos saludos al ángel de Brixen S. A. M. Gasser, et tibi mille et mille

ex Tuissimo



Daniel Comboni

Gratias pro Opusculo Coloniensi






213
Card. Alejandro Barnabò
0
Verona
25.9.1867

N. 213 (201) - AL CARD. ALEJANDRO BARNABO

AP SC Afr. C., v. 7, f. 1165

Verona, 25 de septiembre de 1867

Emmo. Príncipe:


 

[1447]
Después de que Mons. Ciurcia, mediante carta escrita al Obispo de Verona, consintió formalmente en la fundación en El Cairo de dos pequeños Institutos destinados a preparar personal para el apostolado en el Africa interior, me dirigí de manera directa al Ministro de Asuntos Exteriores de Francia para obtener pasaje gratuito con las Messageries a favor de todas mis negritas, las Hermanas y algún Misionero. Fue así que S. E. el Ministro Lavallette, encargado interinamente de la cartera de Exteriores, por orden del Ministro Moustier, mediante venerado comunicado del 6 del cte. enviado desde París, me concedió el pasaje gratis para veinticuatro personas hasta Alejandría.

Como quizá el número de componentes de mi próxima expedición no llegue a veinticuatro, si no le parece mal, pongo a disposición de V. Em.a, en favor de quien crea oportuno, todas las plazas que no sean ocupadas por mi grupo. Creo que quizá mi humilde propuesta podría resultar útil a alguna Hermana o Misionero que no fuesen agraciados con el pasaje gratuito hasta Egipto.


[1448]
Tres de mis negritas, las mejores que tengo, las cuales residen ahora en el conocido monasterio de las Viperescas, mediante una carta dictada, o sin duda inspirada, por esas Monjas visio..., me han declarado que desde hace mucho están decididas a hacerse religiosas; y por eso se niegan a ir con las otras a Egipto. Yo, que conozco a fondo la raza negra en general, y a esas buenas muchachas en particular, después de consultar al Obispo, como jefe de la Obra, y al Superior de los Instos. Mazza, que fue Rector inmediato de ellas durante trece años seguidos, estando decidido a no permitir tal cosa por muchas y poderosas razones, tengo la confianza de hallar en V. Em.a apoyo y ayuda, en caso de que encontrase serias dificultades por cualquier motivo o por parte de quien fuese.

Hucusque satis...

Dígnese V. Em.a recibir los respetuosos saludos de mi venerado Obispo, y de éste que tiene el honor de besarle la sagrada púrpura y declararse con toda veneración



De V. Em.a Rma.

hum. y devot. hijo en J. C.

Daniel Comboni






214
Mons. Luis de Canossa
0
S. Pietro Incarn.
4.10.1867

N. 214 (202) - A MONS. LUIS DE CANOSSA

ACR, A, c. 14/41

W.J.M.

S. Pietro Incarnario, 4 de octubre de 1867

Ilmo. y Rmo. Monseñor:


 

[1449]
La respuesta negativa del Cde. Vimercati no me ha producido ningún dolor. La Providencia, siempre amorosa, ha dispuesto las cosas de tal modo que nuestra Obra está segura. Las insidias, las batallas, las pruebas la harán manifestarse como Obra de Dios.


[1450]
Tenemos a nuestra absoluta disposición a los cuatro Camilos. El P. Zanoni, el más viejo, es un precioso don del Señor. La Superiora de las Canossianas hará lo posible para proporcionarnos tres Monjas, y está decidida a realizar el proyecto de crear en la Casa-madre la sección de Misioneras. Con los Misioneros, las Hermanas y las negritas, ya tenemos dos casas en El Cairo. Y estando nuestra Obra ya en marcha en Egipto, nos encontramos en puerto seguro. Aunque por algunos años no tuviésemos en Verona más que a D. Dalbosco y un laico, la empresa seguiría adelante. Con una pequeña parte que se detraiga de la asignación de Colonia, y con la renta ya existente de la Asociación, D. Dalbosco vive y trabaja para el desarrollo de la Obra, y entretanto yo, a mi vuelta de Egipto, me ocuparé de proveer de medios, y de promover la erección de la pía Asociación en las diversas Diócesis.

Es esencial ponerse en contacto con Colonia, donde sospecho que Mons. el Vicegerente ha intentado enredar. Conviene que V. E., como jefe de la Obra, se cerciore de todo. Le he preparado una carta para aquel Presidente. Está encima de su mesa.


[1451]
Doscientos cuarenta Socios han puesto recientemente a mi disposición la suma necesaria. Las gestiones de la devota Princesa María Asunción para formar el Consejo de Roma y multiplicar allí los socios entre las grandes familias y los prelados, la adhesión del Emmo. Card. De Pietro, las esperanzas positivas sobre España, los mil quinientos francos que me han sido asignados para acompañar a tres negritas desde Baviera hasta Egipto, los muy estimulantes contactos que mantiene la Obra, etc., etc., todo reclama la pronta formación del Consejo de la pía Asociación.


[1452]
En Roma, las beatas me hacen una guerra encarnizada. Secretos enredos, ilusiones, engaños, mentiras, instigaciones culpables... La verdad y la justicia combatida siempre han triunfado. Tengo una confianza inconmovible en ese Dios que es el único por el que he expuesto y expongo la vida, trabajo, sufro y moriré. Creo que hemos perdido al fraile Jerónimo a causa de los engaños e ilusiones de esas mujeres... Fiat! Me escribió una carta escandalosa. El espíritu de sincera humildad, caridad, reverencia y moderación ha regulado mis relaciones con el Vicegerente, como debe hacer un sacerdote con un Obispo. Además tuve con él la lealtad de un verdadero amigo, de quien está agradecido a su bienhechor. Pero me temo que sea cierto el juicio del ven. P. Fradin y del Obispo de Poitiers: que esté esa muchacha posedée quelques fois par le Diable, y que a veces comunique su espíritu a la Superiora y a Mons. el Vicegerente. Sin duda, la bondad de Dios ha de liberarme de esta prueba tan dura y tremenda. La Reina de Africa me ayudará.


[1453]
Por lo demás, ánimo, Monseñor: los rechazos, las batallas, las cruces manifiestan que nuestra Obra es toda de Dios. El grano de mostaza ha sido echado: es necesario que brote entre abrojos y espinas. Crecerá entre los vientos y tormentas de las persecuciones; pero siempre producirá en el campo de la Iglesia copiosos frutos, porque el divino Labrador lo defenderá y cubrirá con el escudo de su protección. Yo todo lo confío en Jesús, y en la rectitud, sabiduría y constancia de Ud., mi veneradísimo Padre. Si Deus pro nobis...

Urge que yo parta para Africa, y que V. E. consagre un poco de tiempo a determinar y disponer sobre el movimiento de la Obra. Besa su sagrada mano de todo corazón



Daniel Comboni






215
Mons. Pedro Castellacci
0
Roma
21.10.1867

N. 215 (203) - A MONS. PEDRO CASTELLACCI

AGTR

W.J.M.

Roma, 21 de octubre de 1867

Excelencia Rma.:


 

[1454]
Apenas recibí en Verona el mandato de V. E. y de la Superiora de venir a Roma a recoger a las negritas, habría cumplido sus órdenes si hubiera tenido el dinero del viaje para mí y para ellas. En cambio, me vi en la necesidad de sudar e ir a Alemania para procurarme los medios; y en cuanto pude conseguirlos, dejé Verona para dirigirme a Roma. Llegado a Termi, tuve que retroceder por las inicuas añagazas de los garibaldinos, que han cortado los pasos y las comunicaciones con Roma. Volví a Florencia y finalmente, por Orbetello y Montalto, me fue posible entrar en Roma. Todo el día de ayer estuve ocupado en hallar el modo de salir con las negritas de los Estados Pontificios, y en tratar asuntos urgentes que no permitían demora. Y esta mañana fui a su casa con el vivo deseo de besarle la mano, arreglar nuestras cuentas, y determinar, según su venerado deseo, la marcha de las doce negritas; pero, sintiéndolo mucho, no tuve la suerte de encontrarle, por estar ausente de Roma hasta esta noche.


[1455]
Como entonces, a su llegada, V. E. estará cansado y encontrará otros asuntos inherentes a su importantísimo ministerio, y dado que no considero prudente salir de casa de noche en estos tiempos tan calamitosos, rogaría de su bondad que preparase por escrito los asuntos a tratar o nuestras cuentas para mañana, en que estaré encantado de ir a ver a V. E., también para acordar cuándo me será factible, con su permiso, llevarme todas las negritas del Monasterio.

Manifestándole mis sentimientos de veneración y gratitud, le beso reverentemente las manos y me declaro



De V. E. Rma.

hum. y dev. servidor

Daniel Comboni






216
Consejo Obra Buen Pastor
1
Roma
10.1867
N. 216 (204) - COMPOSICION DEL CONSEJO CENTRAL

DE LA PIA OBRA DEL BUEN PASTOR

ACR, A, c. 25/13



Octubre de 1867





217
Notas para una memoria
1
Roma
10.1867
N. 217 (205) - NOTAS PARA UNA MEMORIA

ACR, A, c. 14/42 n. 2



Octubre de 1867





218
Mons. Luis de Canossa
0
Roma
5.11.1867

N. 218 (206) - A MONS. LUIS DE CANOSSA

ACR, A, c. 14/42 n. 1

W.J.M.

Roma, 5 de noviembre de 1867

Excelencia Rma.


 

[1456]
A Ud., que ha tenido tanta paciencia y bondad por amor a Africa, me veo en la necesidad de rogarle que llegue al colmo en su generosa iniciativa escribiendo una carta al Papa o al Card. Patrizi, Vicario de S. S., en la cual ordene a Mons. el Vicegerente que mande entregarme las tres negritas que dicen que quieren hacerse Monjas. Escriba una carta sobre este asunto como la que dirigió a Barnabò. Es el Card. Barnabò el que me ha dicho que lo haga. También este Cardenal (quien me ha dirigido en todos los pasos que he tenido que dar) me animó a telegrafiar y escribir desde el 28 del mes pasado; pero los cortes del telégrafo y de las vías férreas me lo han impedido. Y ¿por qué –me dirá V. E.– debe escribir el Obispo de Verona al Cardenal Vicario, o al Papa, de un asunto sobre el cual ya escribió al Cardenal Barnabò?..


[1457]
Respondeo: porque en Roma cada uno es celoso de su propia jurisdicción, pero también cuidadoso de no tocar la jurisdicción ajena. El Superior del Vicegerente es el Papa, y además el Card. Vicario. Barnabò lo es todo para nosotros y para nuestra Misión; pero, «conociendo al Vicegerente (son sus palabras) y siendo yo juez... etc., te digo que te dirijas de forma directa al Card. Vicario y al Papa, y que a la vez escribas al Obispo de Verona, de quien dependen las negritas por ser Jefe de la Obra, suplicándole que enseguida escriba o telegrafíe al Papa o al Card. Vicario para que te sean entregadas todas las muchachas».


[1458]
Los hechos han probado lo sabio del consejo de Barnabò. El Cardenal Patrizi y el Papa respondieron a mi petición invitándome a tratar con el Vicegerente. Pero ¿cómo tratar con el Vicegerente, si no quiere verme? Fui más de veinte veces, y otras tantas se negó a recibirme. Y en el Monasterio, la Superiora tampoco me quiso recibir, y sólo una vez me mostró las negritas.


[1459]
En resumen: Primero seis negritas escriben al Card. Barnabò manifestándole que de ninguna manera quieren venir conmigo. Después se presenta al Card. Barnabó un cura mandado por el Vicegerente y declara que las negras, todas ellas, se niegan a venir conmigo por justos motivos... El Cardenal insiste en que debo reclamar todas las negritas... Finalmente, por la fuerza, se puede decir, nueve lograron dejar el Monasterio y venir conmigo. Yo las coloqué con las Hermanas de San José, Instituto del que es protector Barnabò. La Superiora de este ínclito Insto. llevó a las chicas ante el Cardenal, y declararon:

1.oQue la Superiora del Monasterio donde estaban antes (la Sra. Mariana [Comboni la llama así por lo que en la carta siguiente se verá]) aseguró a las negritas que D. Comboni no tiene en Egipto ni casa, ni dinero para mantenerlas.

2.oQue D. Comboni es un loco; que no hay que fiarse de él; que es voluble y caprichoso.

3.oQue D. Comboni es un ladrón, y que progresa a base de usurpar lo que es de otros.

4.oQue es un monstruo de ingratitud hacia el Vicegerente, etc.

Imbuidas de estas ideas y asustadas, las pobres negritas, siguiendo el consejo de las Monjas escribieron al Cardenal. Al parecer, las tres que quieren hacerse Monjas han escrito al Papa en el mismo sentido.


[1460]
El Cardenal me ordenó que no partiese de ninguna manera hasta no tener las otras tres. Ahora las nueve negritas están felices y contentas, y me aseguran que las tres no tienen vocación, sino que fueron inducidas por las Monjas. Las mismas chicas me dijeron y aseguraron que Jerónimo Manfrini vive en el convento; que durante un mes ha dormido por la noche, dentro de la clausura, en la habitación donde fue recibido V. E., y que desde el 12 de octubre está durmiendo en el segundo piso, siempre dentro de la clausura, en una habitación cerca de las Monjas. Me da pena este joven, que era tan bueno cuando estaba con los Estigmatinos y con nosotros.


[1461]
Así que, de prisa, de prisa, Monseñor, escriba al Santo Padre, incluyendo la carta abierta al Emmo. Card. Vicario. Este es el mejor modo. Paciencia, mi venerado y amadísimo Padre. Si supiese lo que he sufrido aquí en Roma, su buen corazón quedaría conmovido. Para el Emmo. Barnabò, esto es clara señal de que Dios quiere la Obra. El pobre Vicegerente, que se ha propuesto destruir todo, y que es autor de todas las astucias, intrigas, calumnias, mentiras y embrollos contra mí, me temo que lo va a pasar muy mal. Y estoy convencido de que con ello la Obra va a salir beneficiada, por el interés que se está tomando el Cardenal. Habiéndole expuesto todo, me he dejado guiar por él; y, gracias a Dios, estoy contento. Tenemos un gran Protector, aunque temo que por el momento no me dé dinero.


[1462]
En cuanto a la protestante, que estuvo durante tres meses con las negras, ahora ha entrado en el Noviciado de las Ursulinas de Ripetta, y va muy bien. Recuerde, Monseñor, que su abjuración la hizo ante V. E., ofreciéndola a la Virgen del Pueblo.

Estoy contento porque he recibido noticias de Marsella del P. Zanoni. Una persona que V. E. estima, estaba presente y fue testigo de oído cuando Mons. el Vicegerente dijo a Vimercati que no diese nada al Obispo de Verona porque......... (de palabra o en perífrasis, en otra ocasión). Mil respetuosos saludos al Marqués Octavio y familia.



Su obedmo. hijo

Daniel Comboni






219
Mons. Pedro Castellacci
0
Roma
5.11.1867

N. 219 (207) - A MONS PEDRO CASTELLACCI

AGTR

W.J.M.

Roma, 5 de noviembre de 1867

Excelencia Rma.:


 

[1463]
Es sabido de V. E. Rma. que desde el pasado mayo, habiendo Ud. ofrecido gentilmente el préstamo gratuito de mil quinientos escudos y habiendo yo aceptado el cortés favor, a petición suya extendí de mi puño y letra una formal obligación, por la que declaraba haber recibido de V. E. Rma. la mencionada cantidad, con obligación de devolverla cuando se hubiera desarrollado considerablemente la pía Asociación que Ud. conoce; y que después de haberme Ud. asegurado que al día siguiente me entregaría el correspondiente dinero en el Monasterio de las Viperescas, yo, totalmente confiado en su lealtad, entregué en manos de V. E. Rma. dicha obligación.


[1464]
Sabe también que habiendo yo ido a ese Monasterio el día señalado para recibir la acordada cantidad, V. E. Rma, en presencia de dos Monjas residentes en el Monasterio de las Viperescas, es decir, de la actual Superiora, Sor María Angélica del Sdo. Corazón de J. (que cuando estaba en La Puye, Diócesis de Poitiers, en calidad de Maestra de Novicias en el Insto. de las Hijas de la Cruz, se llamaba, creo, Sor María Serafina, y en Verona llevaba el nombre de Mariana Borie) y de Sor María Serafina de la Hostia (que cuando era Monja de las Hijas de la Cruz se llamaba, creo, Sor María Angélica, y en Verona llevaba el nombre de Teresa De Angelis), V. E. Rma., digo, me manifestó que era voluntad de Dios que yo no recibiese dinero.


[1465]
Y pidiendo yo que se me entregase el dinero, o bien se me devolviese mi obligación, mientras la llamada Sor María Serafina de la Hostia, o Teresa De Angelis, teniendo entre las manos el dinero que V. E. Rma. había llevado al Monasterio para entregármelo, declaraba explícitamente que yo no tendría o recibiría nunca la mencionada cantidad, sino que sólo la tendrían dichas Monjas, V. E. Rma. me aseguraba ser la absoluta voluntad de Dios que yo no recibiera dinero (porque –me decía V. E.– no es ella, Sor María Serafina de la Hostia, quien habla, sino el Niño Jesús). Por lo cual, viendo que ni se me entregaba dinero, ni se me devolvía mi obligación escrita de mi puño y letra, sólo me calmé (y diré que incluso convencidamente) después de la promesa que Ud. me hizo de que, llegados a Verona, el dinero sería entregado al dignísimo Obispo Mons. Canossa, el cual dispondría las cosas de modo que todos quedásemos contentos y satisfechos.


[1466]
Sabe igualmente que, no habiendo recibido yo nunca la cantidad declarada en mi documento, Mons. Canossa recordó a V. E. Rma. la necesidad y el deber en que se hallaba de devolverme la obligación, o de hacerme percibir su equivalente en dinero, y recibió como respuesta de V. E. Rma. que nunca me vendría molestia o problema alguno a causa de dicha obligación; de modo que a fin de cuentas yo no recibí ni el dinero ni el documento. Expuesto todo lo anterior, como V. E. Rma. o yo podemos morir, y como Ud. o sus herederos en base a tal obligación escrita de mi puño y letra podrían reclamar de mí o de mis herederos el pago de la cantidad citada en el mencionado documento, la cual nunca he recibido, apelo respetuosamente a la conciencia de V. E. Rma. para rogarle que me devuelva enseguida dicha obligación manuscrita a la dirección de las Hermanas de San José de la Aparición, en la plaza Margana, o que me haga llegar a esa misma dirección una formal declaración por escrito de que V. E. ha roto mi obligación.


[1467]
Hasta ahora, por respeto a V. E. Rma. y en consideración a las gentilezas y cortesías que ha tenido conmigo, no he reclamado ante las autoridades competentes el derecho que me asiste, ni he dado a conocer oficialmente este asunto. Pero me veo obligado a advertirle que si dentro de dos días V. E. Rma. no me hace llegar mi documento, ni atiende a mi súplica, me veré obligado, a mi pesar, a convertir en acto legal esta mi intimación ad litteram haciéndola registrar en las oficinas de las Autoridades competentes aquí en Roma.


[1468]
Por otra parte, en cuanto al arreglo amistoso de nuestra cuestión pecuniaria, es decir, la cantidad que Ud. me exige por el dinero que me suministró para estampas y otras pequeñas cosas y por objetos de su pertenencia que están en mi poder, contra la compensación económica que con toda justicia yo le exijo a causa de los gravísimos perjuicios que he sufrido por haber impedido culpablemente V. E. Rma. mi marcha a su debido tiempo, como consta claramente a respetables personas (en caso de que no llegáramos a entendernos por medio de nuestros abogados, los Sres. Nuboli y Alfonsi, como ha ocurrido hasta ahora), me remito enteramente al juicio de tres personajes eclesiásticos que nosotros elijamos, o del Vicario de Roma, o de la S. Congregación de Obispos y Regulares.


[1469]
Finalmente, respecto a las tres negritas que todavía insiste V. E. Rma. en no querer poner a mi disposición, le anuncio que no voy a partir de Roma hasta que no me sean entregadas, al ser ésta la absoluta voluntad de mi venerado Obispo, Jefe de la Obra africana, y al aconsejármelo así muy prudentes y altos personajes de la Iglesia de Dios.

Renovándole mis sentimientos de sincera gratitud y respeto, le beso la sagrada vestidura y me declaro



De V. E. Rma. hum. y dev. servidor

Daniel Comboni

Misro. Aplico. de Africa Central






220
Mons. Luis de Canossa
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Roma
8.11.1867

N. 220 (208) - A MONS. LUIS DE CANOSSA

ACR, A, c. 14/43

W.J.M.

Roma, 8 de noviembre de 1867

Excelencia Rma.:


 

[1470]
El Señor, en su infinita misericordia, ofrece a diario señales cada vez mayores que nos sirven para conocer que nuestra Obra africana es totalmente suya. Un terrible atentado infernal para destruirla ha sido la guerra abierta contra ella por el V. G. [Vicegerente] y las dos beatas. El Señor me guió maravillosamente haciendo que yo no diera un paso sin el consejo del Emmo. Barnabò; y he dado algunos de capital importancia en defensa de mí mismo, de mi razón en la cuestión con el V. G., y de la Obra. Esto ha contribuido admirablemente a ganarme todo el afecto, el apoyo y la protección del Emmo. Barnabò, el cual habló ayer al Card. De Pietro de mí y de la obra en sentido muy favorable.


[1471]
Mientras que el V. G., guiado por la que él cree inspirada por Dios (no por su corazón, que en sí es bueno) podía hacer un gran mal, en cambio ha hecho un gran bien. Doy gracias primero a Dios, y luego a mi venerado Obispo, que con su crédito y nombre y con su última carta (que el Cardenal Barnabò quiso que yo copiase con buena letra para presentarla ayer tarde al Santo Padre) abogó por la entrega de las negritas y mostró que me hacía objeto de su inestimable apoyo. Confíe en Dios, Monseñor, y en mi esmerada diligencia; que, espero, no cometeré errores –ni pocos ni pequeños– que puedan comprometer su Obra, o su valiosa y necesaria contribución a la misma.


[1472]
Las cruces son inevitables; enemigos suscitados por el dragón del abismo, los habrá siempre; tendremos que sufrir mucho. Pero Dios, su gracia y la Virgen Inmaculada todo lo contrarrestan, y estarán siempre con nosotros. Poco a poco le escribiré la historia de la pesadísima cruz que he tenido que llevar en Roma: se quedará impresionado y estupefacto. No tengo palabras para dar gracias al Señor. Ayer, por ejemplo, llamado al tribunal de lo penal del Vicariato de Roma, siguiendo el consejo del Card. Barnabò salí dispuesto a no ceder a la intimación a partir inmediatamente de Roma; cuando, llegado allí (la noche anterior había escrito una carta decisiva al V.G.), habiendo visto el juez un abuso de poder, y quizá persuadido de que la base de la acusación era falsa, me pidió disculpas diciéndome que había habido un error, y me despidió con todos los honores. Yo, con plena aprobación del Card. Barnabò, mandé al Papa la carta conminatoria a comparecer ante aquel tribunal. Pero dejemos por ahora este asunto.


[1473]
Le doy las gracias por la carta al Card. De Pietro. Haga al pie de la letra lo que le ha contestado, porque, según he podido informarme, éstos son los normales trámites burocráticos. De Pietro es y será un valioso Protector. Hoy recibí la carta escrita por el P. Zanoni al Card. De Pietro, y telegrafié enseguida a Marsella. Dos horas después recibí otra carta del mismo padre, y mandé un nuevo telegrama a Marsella, autorizando a Zanoni a recoger una carta mía de Colonia que contiene una letra de cambio de 3.000 francos, y a cobrar dicha cantidad. Sólo desde esta mañana funciona el telégrafo entre Roma y Francia por la línea de Nápoles. Pero hasta esta mañana ha estado sin funcionar. Y las cartas de Marsella tardaron nueve días. En suma, ¡quién sabe la ansiedad de aquellos pobres padres! Pero Dios lo ha querido así. Fiat! Yo no he dejado de informarme cada día en correos y en la oficina de telégrafos. Imagínese mi consternación.


[1474]
El Card. Barnabò le escribirá después de mi marcha. La devotísima y buena Princesa se ha preocupado mucho de hacer socios y de formar el Consejo de la Obra del B. Pastor en Roma. Quiere ver si consigue que Mons. Franchi, Arzobispo de Tesalónica, sea el Presidente: acaba de regresar a Roma desde Inglaterra. Por si él no acepta, tiene pensado otro personaje. De modo que la obra se consolidará en Roma, lo que contribuirá a su difusión en otras diócesis.


[1475]
Yo creo que voy a marcharme muy pronto, porque espero que no tarden en entregarme las tres negritas. He escrito al P. Zanoni que partiré el lunes. De todos modos, ruego a V. E. que me haga el favor de escribir igualmente al Santo Padre. Si para entonces ya me han sido entregadas las negritas, será una razón de más para que el Papa vea que hizo bien atendiendo mi súplica.

Mil saludos de Barnabò, Antonielli, Pacifici, Monaco, Vimercati (el cual me aseguro que dará...). ¿Ha vuelto D. Bosco a Verona? Mis respetos al Marqués Octavio, etc. Besa sus vestiduras



Su obedmo. D. Comboni