[2335]
Finalmente me es dado saber que V. E. se encuentra en el campo de su sublime apostolado. Espero que haya recobrado por completo su preciosa salud, y que Egipto y la Nigricia hayan recuperado por muchos años a su veneradísimo Padre. Yo, aunque indigno hijo suyo, me alegro inmensamente de ello. Ahora le expondré en pocas líneas el resumen de mis asuntos desde su marcha de Roma hasta hoy, sometiéndome en todo a V. E. y profesándole en cada cosa fiel obediencia.
El Postulatum firmado por centenares de Prelados fue acogido en general con gran interés no sólo entre los Obispos, sino también entre los Cardenales, e incluso por S. S.; y tras obtener la aprobación de la Comisión encargada de examinar las propuestas de los Padres, recibió la firma del Santo Padre en la tarde del 18 de julio, y una brevísima anotación de unos Obispos en el Schema Constitutionis super Missionibus Apostolicis, en pág. 19, 3.a línea. Huelga decirle que casi todos los Obispos tuvieron la bondad de recibirme, y tuve la satisfacción de recomendarles el Postulatum y de pedirles su cooperación para que proporcionen algún buen misionero para la Nigricia.
[2336]
En las largas conversaciones que mantuve con S. Em.a el Card. Prefecto, él me recomendó cálidamente que pusiera bien en marcha el Colegio de las Misiones Africanas en Verona, recomendación que S. Em.a repitió insistentemente a Mons. Canossa; y con razón, porque sin el apoyo de un Instituto en Europa, se construiría sobre arena. Con su gran sentido del humor, el Cardenal me habló más de una vez en estos términos: «O me traes un documento fehaciente que me asegure que vas a vivir treinta y cinco años más, o establéceme bien el Colegio en Verona: en cualquiera de estos dos casos te daré una misión en Africa Central. De otro modo, si no me haces el Colegio, y te ocurre un accidente que te lleva al otro mundo, es de temer que tu obra muera contigo».
[2337]
Pero como no he encontrado ningún Santo que me asegure la vida de aquí a mañana, se impone establecer bien el Colegio. Y aun estando profundamente convencido del servus inutilis sum, porque sólo sirvo para armar líos, encuentro justísimo el razonamiento de Su Eminencia. Por eso, vuelto a Verona el 12 de agosto con Mons. el Obispo, hemos comprado una amplia casa aneja al Seminario episcopal, que por mil motivos es muy adecuada para nuestro propósito, y a estas horas no faltan más que 13.600 francos para pagarla. Con ayuda del muy estimable Rector del Seminario hemos podido encontrar un excelente sacerdote veronés para Director del Colegio, que en el próximo marzo pasará a ocupar su puesto, para dedicarse por completo a la educación de los candidatos a la misión africana. Entretanto, el Postulatum produce buenos frutos, dado que de muchas diócesis nos llegan peticiones de buenos sacerdotes que desean consagrarse a la Obra. Hasta ahora hemos aceptado a cuatro de ellos, que entrarán en el Colegio en marzo, época en que la casa estará libre de todos los inquilinos. De este modo espero que en poco tiempo conseguiré hacer funcionar discretamente el Colegio. Me hubiera gustado colocar en Propaganda por algún tiempo al nuevo Director del Colegio; pero S. Em.a el Card. Barnabò, al no considerarlo oportuno hic et nunc, me escribía así el 11 del corriente desde Roma:
[2338]
«Me alegro de que haya conseguido comenzar allí la Obra de las Misiones africanas poniendo varios jóvenes bajo la dirección del Sacerdote que nombra. Sin embargo, ya ve usted mismo que en estos momentos de tribulación y de luto no es posible pensar en hacer venir a Roma a dicho Sacerdote según lo que propone V. S., por lo cual tendrá que contentarse con lo que se pueda hacer allí. Por ahora sírvale de consuelo el bien, y ponga en manos de Dios la causa de las Misiones Africanas, por la que lucha desde hace tanto tiempo. Mientras, le deseo, etc... Barnabò».
[2339]
Entretanto, en la esperanza de que el Insto. del Viejo Cairo no tenga necesidad de mí, Mons. Canossa me retiene en Verona, desde donde iré a un lado y a otro por razones pecuniarias. Sin embargo, en caso de que V. E. juzgase conveniente que yo volviese a Egipto, me bastará una sola indicación suya, conociendo bien el celo de V. E., y que en su sabiduría comprende y ve mejor que yo el modo y los medios de favorecer más la Obra a la que estoy consagrado. Mr. Des Georges me escribe lleno de preocupación por el futuro de la Prop. de la Fe, dados los luctuosos acontecimientos de Francia. Yo estoy infinitamente agradecido a V. E. por la generosa ayuda que me ha sido concedida este año.
[2340]
Ahora paso a someter a V. E. un asunto más que serio, en disputa entre el P. Carcereri y yo, y que me ocasiona profunda aflicción.
Yo pido al Señor cada día: primero, cruces, que son necesarias para implantar bien y hacer fecundas las obras de Dios; segundo, personal masculino y femenino penetrado del espíritu de J. C.; tercero, medios pecuniarios y materiales para mantener su Obra. La bondad divina es sumamente amorosa al concederme sobre todo la primera gracia.
[2341]
Desde el momento en que estos dos Camilos vinieron a Egipto provistos del Rescripto pontificio, me manifestaron el deseo de que con el tiempo abriese yo una Casa Camila en Africa para ayuda de las misiones de la Nigricia y en servicio de mi Obra. Yo desde el principio y siempre he pretendido responder a este deseo, incluso por el mismo bien de los pobres negros; pero quería que se realizase una vez que mi Instituto estuviese bien establecido y discretamente provisto de misioneros seculares, y cuando yo pudiese disponer de medios suficientes para fundar la casa Camila, con la previa autorización, claro está, del Vicario Aplico. de Egipto, del Obispo de Verona y del General de los Camilos.
[2342]
Sucediendo luego que con el tiempo se concediese a mi Insto. una Misión en la Nigricia, habría sido mi intención asignar una o más tribus a los Camilos que hubiesen formado parte de mi Insto. de Egipto, incluso en caso de que, aumentando nuestro personal de San Camilo, quisieran tener una misión propia sin depender de nosotros. En este sentido me expresé en todas las ocasiones, deseando sinceramente contribuir de este modo al bien de aquellas almas, pero siempre con la condición de que la autoridad superior sancionase el proyecto.
[2343]
Durante mi estancia en Roma, el buen P. Carcereri siguió presionándome con cartas en las que me pedía que suplicase a su General que diese su consentimiento para la fundación de una casa Camila en El Cairo, y acabó instándome a que cediese a los Camilos mi Insto. masculino del Viejo Cairo y la dirección del femenino, quedando mis sacerdotes seculares como en pensión con los Camilos y sujetos a las Reglas y al Superior de éstos. Yo comprendí bien qué se proponía el P. Carcereri; y como este asunto dependía de V. E. y de Propaganda más que de mí, me limité a pedir al P. Guardi que bendijese a los dos Camilos de Egipto y les permitiese estar en mi Insto. hasta que yo pudiera disponer de medios para abrir una casa Camila en ayuda de los negros.
[2344]
El P. Guardi siempre me repitió que le era imposible disponer de más personal, porque estaba muy falto de él; y todas las veces que interrogué al respecto al P. Artini, su Provincial en el Véneto, me contestó invariablemente que no tenía ni un solo hombre para Africa. Entonces comprendí que los únicos Camilos de que podría disponer esa Orden se limitaban sólo a Carcereri y Franceschini. Así las cosas, ¿cómo podía afrontar el proyecto de crear una casa de dos Camilos, uno de los cuales, el P. Franceschini, había sido entonces desahuciado como tísico, según me escribía Carcereri? Sin embargo, por no contrariar a éste en su insistencia continuamente creciente, ante el temor de perder tan buen misionero para la Nigricia, ofrecí al P. General, para los dos Camilos de Egipto, tres mil francos al año, y una de las dos pequeñas casas de los Maronitas en el Viejo Cairo con la iglesia compartida, previa aprobación de V. E. Rma., aun estando convencido en el fondo de que tal paso era todavía prematuro; y rogué al P. Guardi que escribiese a sus dos hijos de El Cairo y los animase con afectuosas y paternales expresiones.
[2345]
Ignoro qué escribió a El Cairo el P. General; sólo sé que, veinte días después, el P. Carcereri me dirigió a Verona una carta virulenta y amenazadora, en la que me reprochaba agriamente no haber querido llegar a ningún acuerdo con el P. Guardi, haber traicionado sus esperanzas y haberlo engañado. Y me intimaba a mandarle a vuelta de correo un Documento en el que yo cediese a los Camilos mi Insto. masculino, ya que de lo contrario él y el P. Franceschini abandonarían El Cairo sin más y se volverían a Europa.
[2346]
Esa actitud tan ajena a la humildad y al religioso respeto hacia el Superior inmediato produjo en mi alma una dolorosa impresión. Acepté con calma esta cruz, e invité al P. Estanislao a mandarme los nombres y apellidos de los sacerdotes Camilos de los que podía disponer, y a exponerme por escrito en sustancia las condiciones de la propuesta cesión de mi Insto. masculino, deseando así ganar tiempo y madurar las proposiciones que se hiciesen, para luego someterlas a V. E. y al Obispo de Verona en caso de que fuesen razonables. He aquí la copia ad litteram del Contrato que el P. Estanislao tuvo el valor de presentarme bajo la amenaza de abandonar inmediatamente Egipto si yo no daba mi formal consentimiento. De hecho, habiéndole contestado yo que en esta época tan dolorosa para Europa y para la Propagación de la Fe era imposible acceder a sus demandas, me presentó su dimisión con su carta del 21 de septiembre, que es la última que me escribió, salvo dos líneas con el último vapor llenas de descontento y con poco buen espíritu. Este es el Contrato:
[2347]
Proyecto
del Contrato de cesión del Insto. masculino de negros del Viejo Cairo a la Orden de los Clérigos Regulares Ministros de los Enfermos por parte de D. Comboni.
El M. R. Sr. D. Comboni, como fundador del mencionado Insto., por sí y sus sucesores en el gobierno de la Misión Central que la S. C. de Propaganda nombre con respecto a dicho Insto., y el Rmo. P. Camilo Guardi, como actual Vicario General de la Orden religiosa enunciada, por sí y sus sucesores en el Generalato de la mencionada Orden, se obligan recíprocamente a las condiciones siguientes, constitutivas del Contrato de cesión arriba señalado.
[2348]
1.o La Orden de los Ministros de los Enfermos asume: a) toda la responsabilidad; b) la obligación de educar a los negritos según las normas trazadas por el Plan para la Regeneración de Africa; c) la libre administración, y d) hace suyo el objeto del Insto. masculino de negros de El Cairo.
[2349]
2.o Asume igualmente la dirección espiritual y religiosa del Instituto femenino de negras, sólo en lo concerniente a la parte religiosa y moral, así como al servicio religioso del mismo, tanto en lo relativo a la celebración y administración de los S. Misterios como respecto a las enfermas y difuntas, y similares.
[2350]
3.o El Sr. D. Comboni se reserva el derecho de disponer de los padres Carcereri y Franceschini para el bien general de la misión hasta el cumplimiento del quinquenio establecido por el Rescripto Pontificio del 5 de julio de 1867.
[2351]
4.o Se reserva asimismo el derecho de disponer de los alumnos negros del Insto. para las necesidades especiales y generales de la misión. Pero la Orden no acepta la responsabilidad de educar sino a aquellos para los que se expida un certificado en este sentido, y ello lo mismo en lo relativo a los estudios generales que a los artesanales. Esta cláusula concierne a los que hubiesen salido del Instituto antes de haber cumplido el período necesario que se fijará para la educación.
[2352]
5.o Se reserva finalmente el derecho de colocar ad tempus en dicho Insto. a los alumnos seculares de su Seminario, tanto para aclimatarlos como para iniciarlos en la Misión central y en el estudio de las lenguas. Pero durante su permanencia en el Insto. de El Cairo estarán totalmente sujetos a las reglas generales del mismo y se mostrarán dispuestos a servir al Insto. como los otros Religiosos, con los que harán vida en común.
[2353]
6.o Dicha Orden se obliga a no dar o permitir a los alumnos ningún destino que se aparte del plan general de la Obra, sin conocimiento y aprobación del mencionado D. Comboni. Se reserva por ello el derecho de aceptar y disponer de aquellos a los que ha de mantener a sus propias expensas.
[2354]
7.o El Sr. D. Comboni se obliga a facilitar a los Religiosos y alumnos los correspondientes locales de vivienda con iglesia y capilla propia, y procurará que se hallen cerca de la capital y que tengan jardín o terreno cultivable para la instrucción agrícola de los alumnos.
[2355]
8.o Concede para uso y consumo de los mismos Religiosos y alumnos todo lo que actualmente hay en el Instituto de muebles, enseres, lencería, comestibles y combustibles.
[2356]
9.o Las reparaciones o modificaciones reconocidas como necesarias en los locales serán a cargo también de D. Comboni y sus sucesores, debiendo éstas ser siempre propiedad de la Misión.
[2357]
10.o Se obliga igualmente el mencionado Sr. D. D. Comboni a aportar de las limosnas que reciba, para alimentación y vestido y como dotación para el número exigido por las leyes canónicas de doce Religiosos, la cantidad anual de seis mil francos, la mitad anticipada en enero y la otra mitad, siempre anticipada, en julio. Todo religioso que exceda del número de doce queda a cargo de la Orden.
[2358]
11.o De dicha cantidad es garante por diez años la Sociedad de los pobres negros establecida en Colonia. En este período se obliga además el Rvdo. Sr. D. Comboni a convertir en bienes inmuebles el capital correspondiente (¡¡¡¿Y si, como dice Su Eminencia, un accidente lleva a D. Comboni al otro mundo?!!!), si bien los Religiosos seguirán percibiendo sólo el fruto del mismo en las proporciones establecidas en el Apartado 1.o, y reteniendo la misión la propiedad del capital –sin perjuicio de especiales acuerdos ulteriores.
[2359]
12.o Aporta igualmente para alimentación, vestido y enseñanza trescientos francos anuales por alumno que haga educar en el Instituto, ya se trate de Misioneros seculares, negros, abandonados o de enfermos recogidos. Queda entendido que los Sacerdotes huéspedes aplicarán también la misa pro Insto. según las intenciones del Director Camilo. Dichas pensiones se calculan en cuatrimestres: quien entra o sale cuando el cuatrimestre ha comenzado, paga íntegra la cuota correspondiente.
[2360]
13.o Estas pensiones se pagan por períodos íntegros de seis meses, a plazo vencido, esto es, en enero y en julio.
[2361]
14.o Con estas contribuciones la Orden queda obligada a proporcionar a los Religiosos y alumnos albergados la comida, la ropa, las medicinas, los libros e instrumentos precisos y la lencería, así como todo lo necesario para la Iglesia y la casa. Es siempre libre de buscar limosnas donde quiera y de aceptarlas.
[2362]
15.o La alimentación de los alumnos se compone de tres comidas diarias, con un plato además de la sopa en el almuerzo, sin obligación de vino y postre. La de los Misioneros será la misma de los Religiosos en todo.
[2363]
16.o Este Contrato será obligatorio e irrescindible para ambas partes desde el día de la firma del mismo. Antes, sin embargo, deberá ser aprobado formalmente por la S. Congr. de Prop. F., por S. E. Mons. el Vicario Apostólico y por la benemérita Sociedad de Colonia, en lo que a cada uno de ellos compete el presente Contrato.
[2364]
17.o Por último, este Contrato, tanto en lo relativo a las aportaciones como a la aplicación del mismo, empezará a tener efectividad definitiva a partir del próximo 1 de enero de 1871.
Estanislao Carcereri
El Cairo, 15 de septiembre de 1870
[2365]
Y éste es el Contrato que me ha propuesto el P. Carcereri. Como bien ve V. E., si hic et nunc, en las luctuosas circunstancias en que se encuentran Francia, Europa y Roma, yo presentase al Emmo. Card. Barnabò semejante documento para la aprobación, él soltaría una solemne y estentórea carcajada, y como loco de atar con veintiocho cadenas me mandaría a S. Servolo de Venecia. Será por una especial providencia de Dios si este año se logra mantener adecuadamente las pequeñas Casas de El Cairo y el nuevo Colegio de Verona. Está claro que antes debo pensar en consolidar mi Instituto masculino con buenos y verdaderos misioneros que salgan del Colegio de Verona. Por otro lado, mientras que dicho Colegio tiene un buen futuro, y mientras que muchos sacerdotes buenos y capaces piden entrar en él –peticiones que se multiplicarán cada vez más después del Concilio–, la pobre Orden Camila anda muy de capa caída (V. E. puede informarse bien por el P. Bernardino Girelli), dado que de las cuatro o cinco Provincias de que consta, según palabras del P. Carcereri sólo las Provincias Véneta y Romana son algo. Pero el P. Artini, Provincial del Véneto, me aseguró que no tiene ni siquiera uno que pretenda consagrarse a Africa, y lo mismo me dijo más de una vez el P. Guardi en cuanto a la Provincia Romana.
[2366]
Que yo sepa, sólo el P. Tezza de Roma, con los tres o cuatro novicios que tiene, estaría en condiciones de venir; pero con todo esto me parece claro que, dadas las actuales circunstancias de Europa, de Roma, de la Orden Camila y de mi Insto., será mejor dejarlo todo in statu quo, y tirar así unos años hasta que las cosas se vayan resolviendo y asentando, y se vea más claro.
[2367]
No diga al P. Estanislao que los cinco años del Rescripto se cumplen dentro de veinte meses. Tanto el P. Guardi como el Obispo de Verona son razonables. En estos veinte meses que faltan para la caducidad del Rescripto se podrá ver si es factible el proyecto de crear una casa Camila; y en caso afirmativo, como espero, se prolongará el Rescripto, y se harán las cosas con calma y bien pensadas. Pero ceder hic et nunc el Instituto masculino y el femenino a dos Camilos, exponiéndome al peligro de ser abandonado por mis sacerdotes seculares, y con riesgo de que se seque la fuente de ellos, no me parece cosa útil y ventajosa ni para la Obra, ni para los intereses de mi Instituto, y ni siquiera me parece un espléndido negocio para la Orden Camila. Es mi deseo y aspiración ver fundada una casa Camila en ayuda de los negros; pero no me gustaría ver por ésta destruida la mía. Quiero hacer prosperar mi Insto. masculino de El Cairo con mis sacerdotes seculares, y al mismo tiempo tener en la misión al P. Estanislao, que a ciertos defectos une excelentes cualidades, y ver también una o más casas Camilas.
[2368]
He expuesto mi parecer y mis puntos de vista, dispuesto, no obstante, a modificarlos o a cambiarlos del todo según el sabio y profundo juicio de V. E. Rma., Jefe de mi Obra en Egipto, y Padre de mis pobres Institutos. Yo sería incapaz de hacer nada contra mi criterio y conciencia, salvo en caso de que sean de otra opinión mis Superiores, y especialmente V. E. Rma., que ve en fondo de las cosas y está en condiciones de prever sus consecuencias. Lo que me importa mucho es conservar en la misión al P. Estanislao. Tiene sus defectos, y se requiere suma prudencia y cautela para no contrariarlo en ciertas cosas, dada la facilidad con que se irrita; y muchas veces pierde el respeto a sus Superiores, intimándolos a que cumplan su voluntad, como hace ahora con el Obispo de Verona, al cual, aunque es Visitador Apostólico de su Orden en el Véneto y su Superior inmediato por el Rescripto Pontificio y por otros títulos, tuvo el valor de escribir de este modo hace quince días: «Si V. E. no me promete por carta que se cederá cuanto antes el Instituto de negros a los Camilos, y si mi Gen. Guardi no me escribe que V. E. ha hecho tal promesa, regresaré inmediatamente a Europa con Franceschini».
[2369]
Este es el resumen de la larga carta que dirigió al Obispo, el cual está muy dolido de ella. Como le decía, el P. Carcereri tiene defectos, producto, creo, más bien de la pericarditis, la enfermedad que padece. Pero tiene tan buenas cualidades, virtud, constancia, realismo y abnegación que me dolería mucho perderlo para la Nigricia. Por eso me dirijo con cálidas instancias al magnánimo corazón de V. E., que es Padre de los dos, para rogarle cuanto puedo y sé que me conserve al P. Estanislao, y trate de que aguante todavía por algún tiempo, que Dios, admirable en su Providencia, ciertamente complacerá sus deseos y los míos. Hasta hace un mes nadie sabía nada de esta disputa entre él y yo, excepto Franceschini y Rolleri. Pero habiendo informado yo de todo al P. Pedro (por no saber dónde estaba V. E.), hoy también él está al corriente. El P. Pedro y D. Rolleri encuentran justas las exigencias de Carcereri; pero estoy seguro de que si oyesen mis razones les parecerían justas, como se lo parecieron a los dos que han llegado nuevos, el Can. Fiore y Ravignani, y además a Pedro Bertoli, que fue Camilo durante diez años. Yo, no obstante, lo dejo todo en manos del Superior legítimo e inspirado por Dios en virtud de su misión, o sea, en manos de V. E.
[2370]
Para terminar le abro mi corazón sobre otro punto, y es mi actual permanencia momentánea en Europa.
Tanto el P. Pedro como el Superior del Instituto y otros, me aseguran que los Institutos van bien en el Viejo Cairo; correspondencia privada de miembros del Insto. me informa que todo funciona de modo satisfactorio en mis casas cuando no falta el dinero. Por otro lado es necesario poner en marcha debidamente el Colegio de las Misiones Africanas de Verona, proveerlos de medios y de gente de espíritu. El Card. Prefecto considera este Colegio de especialísima importancia para mi Obra; y tiene razón, porque es su eje principal. Y como mi cooperación resulta más necesaria para el Colegio de Verona que en El Cairo, que dispone de bastante personal, pensé permanecer aquí, siguiendo el consejo de Mons. Canossa. Pero el primero que manda en mí, y el primero que tiene derecho a dirigir mis pasos, es V. E. Rma. como Superior primario de mis Institutos de El Cairo, que sólo existen y pueden seguir existiendo por voluntad y aprobación de V. E. Rma.
[2371]
Por tanto es a Ud. a quien corresponde decidir si puedo quedarme o debo volver a Egipto. Yo, por las razones sobredichas, desearía quedarme hasta Pascua, porque en ese tiempo voy a Viena y Praga por operaciones pecuniarias, organizo en el Véneto la Obra del B. Pastor y luego pongo en marcha el Colegio. Pero si V. E., no valorando estos motivos (aunque Su Eminencia me pidió cálidamente que me ocupase del Colegio de Verona), encuentra oportuno o quiere que yo me reincorpore a mi puesto en El Cairo, sin pensar en otra cosa que en la voluntad divina yo voy a El Cairo, cumpliendo su deseo, el cual sin duda es el de Dios. El Obispo de Verona, que goza de poca salud y está lleno de tribulaciones y amarguras, manda a V. E. sus saludos más distinguidos y recomienda encarecidamente a su celo el Viejo Cairo.
Basta por ahora. Pidiéndole mil perdones, su bendición y que transmita mis saludos al P. Julio Elías, el belga, beso con afectuosa y filial veneración su mano y me declaro
De V.E. Rma.
hummo. obedmo. e indignmo. hijo
Daniel Comboni