N. 901; (858) – TO MGR GIUSEPPE MARINONI
APIME, v. 28, pp. 33–35
Verona, African Institute, 27 January 1880
Most illustrious and reverend Sir,
Ruego de su gran bondad que me mande a vuelta de correo dos o tres ejemplares de ese pequeño opúsculo que se suele entregar a los aspirantes a las Misiones de S. Calocero antes de que entren en el Seminario de Milán. Querría que me los hiciera llegar enseguida.
Agradezco su extraordinaria amabilidad por su carta con el horario y las suscripciones a «Le Missioni Cattoliche», «L’Osservatore Cattolico», «Leonardo Da Vinci», «Popolo Cattolico» y «The Tablet», publicaciones todas ellas que deseo que hic et nunc se me manden a Verona. «L’Osservatore», el «Popolo» y «Leonardo da Vinci» los recibo; pero «The Tablet» no me llega.
A tal objeto le mando el importe indicado en su carta y añado 100 liras destinadas a D. Santiago por el Mapa de Africa, como acordamos. Si desea algo más, se lo enviaré.
Dentro de unos días tomará posesión de su cargo el nuevo Superior de los Institutos Africanos de Verona, el R. P. Sembianti, sacerdote de los Misioneros Apostólicos in obsequium Episcoporum (fundación veronesa del P. Bertoni). Es un pío y santo hombre, al que antes de marcharme a Africa deseo llevar a Milán para que lo conozca usted, Monseñor, a fin de que luego él pueda consultarle sobre mis Institutos, para llevarlos bien. Se lo dije al Sup. Gral., el P. Vignola, sucesor de Bertoni y Marani, y fue muy de su agrado, como también fue muy del agrado del Emmo. Card. de Canossa. Por tanto ahora, y para el futuro, le suplico que tenga la bondad de escucharle y ayudarle con sus sabios consejos y probada experiencia.
Bendigo a todos los alumnos candidatos, y dé muchos saludos a D. Santiago, al Director Espiritual y a todos. También a ese veterano de las misiones enfermo del aparato respiratorio, y al médico.
Suyo afmo. en el Señor
† Daniel Comboni
Obpo. y Vic. Aplico.
N. 902; (859) – TO A ROMAN MARCHESA
ASGIR
Verona, African Institute, 30 January 1880
Most noble Marchesa
Le pido mil disculpas por mi retraso en escribirle. Recibí sus gentilísimas cartas el pasado 31 de diciembre; pero la salud todavía no sólida, las indisposiciones por el frío, los abrumadores compromisos de una colosal correspondencia mundial, el tener que dirigir doce establecimientos situados a cuatro mil y a seis mil millas de distancia, las graves preocupaciones por el mantenimiento de la ardua e importante misión, el trabajo continuo..., todo ello me ha impedido escribirle y moverme de Verona. Pero tenga por cierto que no me olvido nunca de usted ni de su digna y noble familia, que vive y vivirá eternamente conmigo en el dulcísimo Corazón de Jesús, y que rezo siempre por usted.
Hoy, y desde hace muchas semanas, está más que nunca en mi mente su nuera doña Ana, hermana del Principito Juan Borghese, que según carta que me escribe el Dr. Pellegrino Matteucci, y por lo que leí anoche en L’Osservatore Romano, está a punto de partir hacia Africa Central: Jartum, el Kordofán, Darfur, Waday, Baguermi, Bornu, etc., etc. Matteucci me escribió pidiéndome una carta de recomendación válida para todo este inmenso viaje, y yo estoy dispuesto a ello, sobre todo por tratarse de su noble compañero.
Pero habiendo reflexionado y meditado ante Dios y mi conciencia sobre este intento tan osado del Principito, no podré encontrar paz para mi espíritu sin haber expuesto antes (puesto que soy el juez más competente en cuanto a estos viajes a los países de mi vasta misión) mi opinión a quien puede tener autoridad sobre ese buen Principito. Yo no tengo el honor de gozar de una estrecha relación personal con la ilustre Casa Borghese, que tanto venero, quiero y admiro por su fe y nobleza, por haber dado Papas, Cardenales y Obispos a la Iglesia, y por haber honrado tanto a la Religión y a la Sociedad en todas las épocas. Si hubiese vivido mi excelente amigo Mons. Manetti, el anterior Arzobispo de Sardia, le hubiese escrito sobre lo que siento al respecto. El iba a presentarme al Príncipe Marcantonio, etc., pero se fue al paraíso.
Al Dr. Matteucci, que me comunicó que iba a partir el próximo 7 de febrero, ya le he escrito esta mañana, dándole los saludables consejos que mi corazón y mi experiencia me sugerían, y que le expondré a usted más abajo. Pero no teniendo yo relaciones más directas y estrechas con esa ilustre y benemérita familia, le abro mi corazón a usted, nobilísima señora Marquesa, y esto por el bien de ese hijo, y por el amor y veneración que siento por el sublime apellido Borghese. Puede usted comprender que faltaría a mi deber y a mi corazón si no diese este paso; y sería también una falta de veneración y de gratitud hacia usted y la noble, dilecta familia Gerini, si no le expresara sinceramente mi pensamiento sobre este asunto.
Recuerde que deseo que ni el Principito Juan, ni Matteucci (al que escribí claro esta mañana), sepan que yo doy este paso. Fuera de ellos dos, haga usted uso de mi carta y de mis ideas como mejor le parezca, incluso si decide comunicárselas a los ilustres padres y familia Borghese.
En septiembre pasado, el Dr. Matteucci vino a verme a Verona y me confió su proyecto de emprender con el Principito Borghese el viaje al imperio de Waday por la ruta de Trípoli a Marzuk, etc...
«No –le dije inmediatamente–; no deben hacer este viaje por la ruta de Trípoli y Marzuk, ni usted, ni Borghese. No puede hacerlo usted, porque aún no es experto en viajes por el centro de Africa, y éste es de los más difíciles. Tampoco puede Borghese, porque no creeré nunca que sus padres permitan que un mocito falto de experiencia incluso en cuanto a viajes más fáciles, haga el primero de importancia precisamente a Waday». Y aquí le dije que casi todos los viajeros a Waday (partiendo de Trípoli) o no llegaron, o murieron, o fueron asesinados, etc., con la única excepción del Dr. Nachtigal, que tras cinco años de penalidades llegó al Kordofán, y fue acogido por mis Hermanas y misioneros y por mí en Jartum. Yo le aconsejé que siguiera más bien la ruta de Nubia, Jartum, el Kordofán..., y así yo y mi misión podríamos tener cuidado de él, ayudarlo y protegerlo de mil maneras. Huelga que yo me extienda aquí en explicarle cómo el Señor le disuadió providencialmente de este viaje a Waday por la ruta de Trípoli y el Fezzan; fue disuadido, y hay que dar gracias al Señor por ello, porque de seguro ni Matteucci ni el Principito habrían vuelto a ver Europa.
A principios de diciembre, o quizá aún en noviembre, Matteucci vino a Verona y me rogó que lo aceptase como médico, porque a la sombra de la misión podría realizar con el Principito su viaje a Waday por la ruta de Jartum. Yo consentí en ello diciéndole que lo protegería y ayudaría, porque por nuestra influencia en el centro de Africa nosotros estamos en situación de hacer respetar y proteger a nuestros recomendados; y también le dije que sí porque el Principito estaría bajo nuestra mirada hasta cerca del imperio de Darfur y en toda eventualidad podríamos protegerlo y hacerlo respetar, y además conseguir su regreso, de surgir ciertos peligros. Dije, en fin, que sí, porque esperaba poder partir yo mismo el pasado diciembre, en cuyo caso los habría podido acompañar hasta la capital del Kordofán, y habría estudiado bien al Principito para juzgar la conveniencia o no de que continuase el viaje hasta Waday.
Pero no pude marchar en diciembre, e incluso en este momento no sé cuándo podré hacerlo.
Ahora, sabiendo que la salida de Roma es en febrero, después de haber consultado bien al Señor y al Corazón de Jesús, que es además el Protector de Africa Central, la cual le he consagrado, como verá usted en la pág. 31 del número 7 de nuestros Anales, que le mando, encuentro prudente sugerir y aconsejar que no se emprenda ahora ese viaje, sino que se aplace hasta septiembre u octubre próximos, y esto por las siguientes razones:
1.° Partiendo ahora, el Principito no entrará en el desierto antes de abril, época en que el desierto es un puro fuego (abril, mayo y junio). Yo lo crucé tres veces en ese período, y lo pasé muy mal a pesar de estar aclimatado. Sin embargo, atravesar el desierto en invierno es casi un agradable paseo.
2.° Marchando ahora, va a encontrarse en las inmensas landas del Kordofán y Darfur en el tiempo de las lluvias. Se trata de una época ya muy peligrosa para los misioneros, habituados como estamos a las fatigas y a Africa; pero para el Principito, que no ha viajado a Africa nunca, y que no se habrá aclimatado previamente un poco en El Cairo o en Nubia, podría resultar fatal. Sin embargo, partiendo en septiembre o en octubre, se allanan todos estos peligros y obstáculos.
3.° Si se va ahora, solamente puedo protegerlo por medio de mis misioneros y de mi Vicario, y con poderosas cartas de recomendación; mientras que si marcha en septiembre, gran parte del viaje lo hará conmigo, que soy el único que tiene en Sudán una posición firme y segura entre aquellas gentes, incluso entre los Bajaes, y que puedo ayudarlo de veras, con amor, interés y conciencia. Amor, interés y conciencia tienen también mis misioneros; pero la fuerza de influir y mandar, incluso a los grandes, la poseo únicamente yo con mi presencia allí, más que con la de mis misioneros. Además, dos palabras que yo diga personalmente al Jedive de Egipto pueden ser de mucha ayuda para el Principito.
Y no enumero ahora otras razones, por no ser todavía más prolijo de lo que soy: de palabra podría mencionarle bastantes. Pero Matteucci y el Principito dirán: «¿Cómo vamos a echarnos atrás ahora, habiendo tomado ya la decisión, y después de que la prensa ha hecho el asunto público dentro y fuera de Italia?»
Respondo. Que partan los dos viajeros de Roma, incluso inmediatamente, y que se dirijan a Wady-Halfa, en Nubia, porque desde El Cairo hasta Wady-Halfa el clima y el viaje son más tolerables que desde Florencia a Roma y Nápoles. No obstante, ya en Monia, cerca de Wady-Halfa, sentirán entre las once de la mañana y las cuatro de la tarde un calor que les dará ganas de volver atrás. Llegados a Wady-Halfa, como hay razón plausible para decir que la estación estará demasido avanzada, será el momento de emprender el camino de regreso: que el Principito vaya a Suez, Jerusalén, Damasco, Beirut, Viena, etc., y luego vuelva a Italia para pasar el verano con los suyos. Ya este viaje le preparará y capacitará para emprender con mayor seguridad y placer el segundo y gran viaje, señalado más arriba.
Ir desde Jartum al Kordofán o desde Suakin a Berber en la estación inadecuada, resulta más duro que desplazarse desde Florencia a Australia y Japón. En cambio, si sale en septiembre, yo podré ayudarle mucho, porque estaré allí, en el Sudán.
Viendo esta larga carta que me ha dictado el corazón y la recta conciencia he estado tentado ya de no enviarla, porque es demasiado prolija y aburrida; pero los acontecimientos apremian, así que se la envío. Le pido, venerable Marquesa, mil excusas y perdón por tan grande molestia; pero me parecería cometer una grave falta con respecto a usted, al señor Marqués su consorte, a su querido hijo el Marquesito Antonio y a su venerada hija Ana, hermana del Principito, si no le mandase esta carta. Así pues, concédame en todo caso su generoso y benigno perdón, mientras en los dulcísimos Corazones de Jesús y de María, declarándole que he hecho esto con buen fin, me suscribo con eterna veneración y gratitud
Su devotmo., obedmo. y verdadero servidor
† Daniel Comboni Obispo
y Vicario Apostólico de Africa Central
N. 903; (860) – TO THE CLERIC FRANCESCO ROSA
APVC, 817/14
Verona, 1 February 1880
Dimissorial letter.
N. 904; (861) – TO THE CLERICS VITTORIO FRIZZI AND GIUSEPPE CESARO
APVC, 2391/4
Verona, 1 February 1880
Dimissorial letter.
N. 905; (862) – TO THE CLERIC FRANCESCO ROSA
APVC, 817/15
Verona, 2 February 1880
Dimissorial letter.
N. 906; (863) – TO CARDINAL GIOVANNI SIMEONI
AP SC Collegi d’Italia, f. 1267
N. 3
Verona, 3 February 1880
Most Eminent and Reverend Prince,
He recibido su venerada del 28 del pdo. enero, en la que me muestra el deseo de hablarme de viva voz tanto sobre el sacerdote irlandés O’Connor (cuyo Obispo, el de Adelaida, sé que está en Roma) como sobre otro asunto interesante. Como un deseo de V. Em.a Rma. es para los misioneros una venerada orden, haré lo que sea por ir a verle al final de esta semana o en la próxima. Tanto más cuanto que, con la ayuda del Emmo. de Canossa, he conseguido proporcionar a mi Insto. Africano de Verona un pío y capaz Rector en la persona del P. José Sembianti, con el cual estoy revisando ahora las Reglas con todas las modificaciones que la experiencia práctica de los años pasados me ha sugerido introducir en ellas, junto con las sabias observaciones efectuadas por el ven. Consultor de Propaganda, el P. Isidoro de Boscomare, de los Mínimos Reformados.
Mi expedición salida de Suez el pasado noviembre, ya ha llegado felizmente a Jartum.
Postrado a besar la sagrada púrpura, me declaro con el respeto más profundo
De V. Em.a Rma. hummo., devotmo., obedmo. hijo
† Daniel Comboni
Obpo. y Vic. Aplico.
N. 907; (864) – TO FR PIETRO VIGNOLA; CONVENTION WITH THE SUPERIOR OF THE STIGMATINES
ACR, A, c. 18/40 n. 1
Verona, 16 February 1880
CONDICIONES
a tenor de las cuales el Superior General de la Congregación de los Misioneros Apostólicos «in obsequium Episcoporum» acepta conceder algún miembro de su Congregación para que asuma el cargo de Rector de los Institutos de las Misiones para la Nigricia, de Verona.
1.° El designado para este cargo lo asume sólo temporalmente y en tanto lo permitan las circunstancias de la Congregación a la que pertenece.
2.° El mantenimiento de los Institutos masculino y femenino corre por completo a cargo de Mons. Comboni, que en concepto de depósito y anticipadamente dejará en manos del Rector al menos 2.000 liras, cuando semestralmente se presenten las cuentas de los gastos de comunidad, sin que la Congregación sea llamada a adelantar la menor cantidad.
3.° En los Institutos masculino y femenino sólo podrán alojarse las personas pertenecientes a la Misión, o las de servicio que el Rector juzgue necesarias.
4.° La admisión en los Institutos de los aspirantes a la Misión dependerá del Rector –tras considerar los informes que se haya procurado–, e igualmente decidirá el Rector su despido, si no pudieran dar pruebas que garanticen su vocación.
5.° La disciplina que el Rector haga observar no seguirá otra Regla que la que se redacte para ser sometida a la S. Congr. de Propaganda Fide.
6.° De los Institutos de Verona no se enviarán a la Misión de Africa sino aquellos o aquellas que el Rector considere maduros para una vida de tanto sacrificio.
7.° El mantenimiento del Rector y, si fuese necesario, de otros compañeros o de algún hermano laico, deberá correr a cargo de la Misión.
8.° El Rector dirigirá la Obra del Buen Pastor, haciéndose ayudar por quien él crea oportuno.
9.° El Rector aceptará la representación legal de Mons. Comboni, en lo que respecta a los bienes temporales de su propiedad, y a los recursos, limosnas y asuntos concernientes a él, durante su ausencia de Verona.
10.° El Rector informará de cuando en cuando a Mons. Comboni sobre el espíritu, funcionamiento y esperanzas de los Institutos Africanos de Verona; y tras la finalización del curso, en septiembre, le enviará un pequeño Informe general sobre los mismos, y un breve cuadro de la administración temporal.
11.° El Rector podrá mandar a la Universidad Teológica de Beirut, en Siria, dirigida por los RR. PP. Jesuitas, candidatos, tanto clérigos como sacerdotes, de probada vocación, destacada inteligencia, sólido juicio y prudencia.
12.° El Rector tendrá jurisdicción sobre aquellas casas filiales del Instituto de Verona, que, con el consentimiento del Emmo. Cardenal Obispo de Verona, hubiera que abrir, por contar con un mayor número de buenas vocaciones para el apostolado de Africa Central.
N. 908; (865) – TO HIS FATHER
ACR, A, c. 14/117
Rome, 25 February 1880
Short note.
N. 909; (866) – TO CARDINAL LUIGI DI CANOSSA
ACR, A, c. 14/101
Rome, Hotel Anglo-Americano, Via Frattina 26 February 1880
Most Eminent and Reverend Prince,
Nada más llegar a Roma el sábado por la mañana, llevé a la Secretaría de Breves (en el Anima) y entregué en las mismas manos de Adami las cartas de la Curia, y al Emmo. Bilio la suya, etc. Visité al Emmo. Bartolini, que está delicado de salud, y por orden del médico se muda de casa, y le di mis píldoras febrífugas, porque desde hace diez meses tiene la fiebre terciana. Pero va al Vaticano, y ayer por la mañana lo vi allí oyendo un sermón con el Papa, donde yo también escuché con los Emmos Prelados y muchos Obispos el Sermón del Rmo. P. Eusebio de Monte Santo, Predicador Apostólico. De los treinta y tres Obispos santos veroneses, parece que se pueden aprobar las segundas lecciones sólo de seis; para los otros, quizá se proponga adoptar lecciones sacadas de San Zenón. La causa de que Mons. Caprara no haya hecho aún su trabajo en relación con la Venerable Marquesa es precisamente Morani (que tuvo dos muertes en casa), el cual no ha terminado el suyo todavía.
Sólo ha entregado una parte, en agosto, de modo que aún falta el resto; y sin ver todo el trabajo, Mons. Caprara no puede formular sus preguntas. Por eso corrí a apremiar a Morani, y me prometió darse prisa; pero no lo dejo en paz hasta que no haya terminado y entregado el trabajo. En cuanto al capelo, estará listo enseguida. Giomini no sabía si tenía que hacérselo rojo o negro; pero como en Verona no he visto nunca a Vuestra Eminencia con el rojo, le dije que negro, de castor, según reza la nota que me dio. Pero de todas estas cosas le escribiré dentro de poco.
Ahora me urge el asunto de San José, que va muy mal. Hay que tratar de evitar una mala sentencia y (lo digo entre nosotros sin rodeos, como se lo oí a personas competentes de la Congregación de Ritos) remediar los errores del excelente D. Falezza y del difunto Card. Barili, que, como Prefecto de la S. C. de Indulgencias, aprobó las indulgencias de manera no válida, en 1874, poco antes de morir, con un decreto que es obrepticio y subrepticio, etc. En esto no entra para nada V. Em.a Rma., de quien se admiró con placer el sentimiento de su última carta al respecto. Pero aquí hay verdadero asombro en cuanto al pío sacerdote que asoció a un escapulario no aprobado no sólo fieles de la diócesis de Verona, sino también de otras; y causa asombro también que la S. C. de Indulgencias concediese indulgencias sin haber consultado previamente a la S. C. de Ritos, tratándose de algo que concierne a esta Congregación.
Así que se está pensando en anular todo, etc., etc. Yo, al oír al P. Cirino, a quien encontré en los Breves, que el asunto del Escapulario de San José iba tan mal, fui a enterarme de todo, y vi que era bien cierto. Resulta que:
1.° Es un hecho que en 1868 la S. C. de Ritos no aprobó de ninguna manera el escapulario ni la fórmula de bendición con el responso: negative in omnibus.
2.° El Decreto con el que la S. C. de Indulgencias concedió en 1874 las indulgencias al escapulario no aprobado, es obrepticio y subrepticio, porque al hacer la petición se calló la resolución emanada de la S. C. de Ritos en 1868, o sea: negative in omnibus.
3.° Por tanto, las indulgencias concedidas son nulas, y los 4.000 llamados socios del escapulario de D. Falezza no han ganado las indulgencias que creían ganar.
4.° El escapulario ideado por D. Falezza –me dijo un Prelado de Ritos– es herético: Me lo mostraron y caí de las nubes.
5.° Causa estupor que este escapulario no aprobado se dé no sólo en la diócesis, sino también fuera, hasta en Baviera.
Sobre la base de esto, ya se habría publicado el decreto de prohibición, incluso con palabras un poco duras, si al error de D. Falezza no se hubiese añadido la equivocación del difunto Cardenal Barili, que estaba enfermo y que aprobó las indulgencias; es decir, obtuvo del Santo Padre Pío IX las indulgencias sin consultar primero a la S. C. de Ritos.
Ahora se trata de salvar las conveniencias de la Santa Sede. Por lo cual yo, que me preocupo por el honor de San José, pues necesito que se me siga mostrando bueno y generoso, quisiera arreglar las cosas. Y desearía que le le honrase lo más posible, pero de modo que agrade a la Santa Sede y al Sumo Pontífice.
Así pues, aprovechando la habitual lentitud de Roma, he ido ayer y hoy a sondear personas competentes sobre el tema. Y veo que si D. Falezza no pierde tiempo y trabaja con rapidez recurriendo a la ayuda del Párroco de San Nicolás o a la de los Filipenses, etc., y me manda a Roma antes de una semana o como mucho de diez días, la petición al Santo Padre formulada siguiendo el esquema que le adjunto, y aprobada y recomendada por V. Em.a Rma. (para lo cual basta con que V. Em.a haga la carta de recomendación indicando en principio que aprobó dicho escapulario simple); si, digo, dentro de una semana D. Falezza me manda esa petición a Su Santidad, acompañada del modelo del escapulario de San José con o sin Niño con el lirio, y de un solo color en ambos lados, el asunto entra en vías de solución: se suspende entretanto la sentencia, y trabajando yo aquí sobre la nueva petición de D. Falezza recomendada por el Ordinario, espero ir haciendo caer poco a poco la sentencia en el olvido. Y si se logra la aprobación del nuevo escapulario con las indulgencias de antes, la cosa queda arreglada por completo.
Pero es preciso actuar rápido mientras yo me encuentro en Roma. Ya he tomado mis consejos y medidas para luego, una vez obtenido el escapulario para Verona, hacer de manera que con el tiempo reciba la aprobación para la Iglesia universal.
A D. Falezza no le doy tantas explicaciones, por justos motivos. El debe hacer ciegamente la petición en base a esquema que incluyo, y San José lo bendecirá. Someto al sabio juicio de V. Em.a mi carta a D. Falezza.
Me inclino a besar, etc.
Su devotmo. hijo
† Daniel Obispo y V. A.
N. 910; (867) – TO HIS FATHER
ACR, A, c. 14/118
Rome, Hotel Anglo-Americano, 27 February 1880
Dearest Father,
Estoy alojado en este hotel con otros Obispos, porque está cerca de Propaganda. Esta mañana se ha celebrado en el Vaticano el Consistorio, en el que han sido nombrados 42 Obispos. Además, 5 Cardenales han recibido el capelo. Con el Papa León XIII estaban reunidos 37 Cardenales y más de 70 Obispos. También se hallaban presentes muchos Príncipes y casi todos los Embajadores y Ministros Plenipotenciarios acreditados ante la Santa Sede. Era un espectáculo maravilloso. Y todo paz, amor, concordia, respeto, obediencia, tranquilidad; y seguridad de que la causa de Dios triunfará. Mañana estoy invitado a comer en casa del Príncipe Borghese. En esa familia de Príncipes y Princesas, el padre y la madre me han hecho objeto de una gran acogida, porque me encomendaron sus dos hijos, el Príncipe Camilo y el Príncipe Juan, que irán con Matteucci a Jartum y al Kordofán. Van a sudar lo suyo.
Hazme el favor de escribir a Virginia (sin decir que yo te lo he dicho), porque sintió mucha pena por tu marcha de Verona. Ella lo ha dejado todo por ayudar a mi Obra. Dile que rezas siempre por ella (y debes rezar), y que esperas ir pronto a verla.
La dirección es ésta:
«Señorita Virginia Mansur
Instituto de las Pías Madres de la Nigricia
en Sta. Maria in Organo - Verona».
Saluda a Pedro, y que te dé la bomba que me ha regalado, que hace subir el agua a 40 metros. Agradéceselo mucho de mi parte. Espero verle pronto.
Yo me encuentro muy bien. Por favor, escríbeme a menudo aquí, a mi dirección, y reza por mí.
La Santa Sede quiere erigir una nueva misión en Africa, y me ha llamado a Roma para determinar el territorio, los límites y la manera de tener éxito en esta nueva empresa suya. Así que tengo que trabajar. La Princesa te da muchos saludos. Da los míos a Teresa y a nuestros parientes de Limone y de Riva, al Rector y a D. Luis, y dime qué has dicho al Listorro y qué te ha contestado él sobre su hija. No conoce la gracia de Dios.
Tu afmo. hijo
† Daniel Obispo