Comboni, en este día

En una carta a Elisabetta Girelli (1870) desde Verona se lee:
Estamos unidos en el Sacratísimo Corazón de Jesús en la tierra, para luego unirnos en el cielo eternamente. Es menester recorrer a paso largo los caminos de Dios y de la santidad, para no detenerse más que en el paraíso.

Escritos

Buscar
Búsqueda avanzada – clique aquí para afinar la búsqueda
Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
1081
Note
0
05.1881

N. 1081; (1036) – NOTE WITH AN ITEM OF NEWS

ACR, A, c. 20/49

May 1881

1082
Fr. Stanislao Laverriere
0
El Obeid
05.1881

N. 1082; (1037) – TO STANISLAO LAVERRIERE

Les Missions Catholiques”, 643 (1881), pp. 458–459

El Obeid, May 1881

[6779]

A punto de partir para Gebel Nuba, me apresuro a enviarle un dibujo que representa el interior de la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, Reina de la Nigricia. Ese templo, que hemos construido en esta capital, es el de mayores dimensiones elevado en honor de Dios y de su divina Madre en el centro de Africa. Nos ha costado enormes fatigas, porque en estos países no se encuentran los materiales necesarios para la construcción regular europea.

Pero lo que nos ha permitido ahorrar mucho en los gastos es que, para levantar este monumento de la fe y de la civilización cristianas, no hemos tenido que pagar más que a un solo trabajador indígena; prácticamente todo es obra de nuestros misioneros, catequistas y hermanos laicos, así como de nuestros alumnos originarios de diversas tribus del Ecuador. El arquitecto ha sido el coadjutor de la parroquia, D. Vicente Marzano, a quien no hace mucho ordené sacerdote en Jartum.


[6780]

Le daré datos sobre mis Misiones cuando regrese de Gebel Nuba. Su Alteza el Jedive de Egipto, desde su llegada al trono de los Faraones se ha tomado muy en serio el importante asunto de la abolición de la esclavitud, y hace todos los esfuerzos e incluso los más grandes sacrificios por combatir esta plaga secular que ha destruido tres cuartas partes de la población negra. La humanidad deberá estarle reconocida si, como espero, continúa por este camino. Del mismo modo que repetidamente le describí a usted los horrores de la esclavitud que existía en esta capital al fundar aquí la Misión católica, le tendré al corriente de la notable disminución de esta plaga.


[6781]

Después de S. E. Gordon Bajá, el Gobernador General actual, Rauf Bajá, consagra todo su talento a esta gran empresa humanitaria, de la que S. M. Leopoldo II, rey de Bélgica, tendrá el principal mérito.


[6782]

Me limito hoy a transcribir una carta que el Gobernador General de Sudán –es decir, de un territorio cinco veces más grande que Francia– me ha escrito desde Jartum. Ella dará a conocer a nuestros queridos bienhechores de la Propagación de la Fe hasta qué punto el catolicismo y las Misiones católicas reciben protección de los turcos y de los musulmanes.



[Sigue la carta de Rauf Bajá: véase n. 1069, § 6731-6733.]




[6783]

Ya hemos tenido este año una buena lluvia. Duró media hora, y llegó con un mes de adelanto respecto a la primera de años anteriores. Durante tres días compramos muy poca agua. Pero actualmente gastamos cada día más de 60 francos en un agua fangosa y amarillenta, y ocurre con frecuencia que, llegada la noche, de las ochenta y siete personas que componen la Misión muchas no han bebido todavía.



† Daniel Comboni


Original francés.

Traducción del italiano


1083
Canon Giovanni Mitterrutzner
0
Nama(Jebel Nuba)
04. 06. 1881

N. 1083; (1038) – TO CANON GIOVANNI C. MITTERRUTZNER

ACR, A, c. 15/84

4 June 1881

From Nama (Golfan Mountains) (Jebel Nuba)

Dulcissime rerum,

[6784]

Estoy de exploración con los buenos misioneros D. Bonomi, D. Henriot y D. Marzano, y el excelente laico José Regnotto, para estudiar las poblaciones Nuba en las que el azote de la esclavitud a lo largo de muchos años ha causado tales estragos que han sido destruidas en sus nueve décimas partes; esto es, del medio millón de almas que eran, han quedado reducidas apenas a cincuenta o sesenta mil. Los árabes nómadas Bagara casi han acabado con ellos, ayudados por los anteriores gobernadores del Kordofán. Pero después de exponer yo las cosas claras y la verdad al Gobierno, el Gobernador General Rauf Bajá, secundando las nobles intenciones del actual Jedive de Egipto, me encargó examinar sobre el terreno los inconvenientes y los horrores que se dan aquí, y proponer un medio eficaz para la total abolición de la trata en estos montes. Los que viven en ellos van todos desnudos, hombres y mujeres, como los Kich; pero la gente de aquí es más vigorosa, y más capaz, con el tiempo, de ser civilizada merced al Evangelio. Después de esta exploración volveré a Delen, la primera Estación, y nos pondremos en camino para explorar Fanda y Carco, lugar de origen de Bajit Miniscalchi; luego, por los Nyuma, iremos al Pequeño Golfan.


[6785]

Se trata de montes como los de Toscana, donde estos africanos viven fortificados, hacen sus cultivos, y se defienden de los Bagara. Ya tengo ideado el plan que proponer al Gobierno. Voy acompañado de seis guardias a caballo, y yo cabalgo en la misma montura del Bajá del Kordofán, que quiso darme esta escolta de honor y de protección. Ya le escribiré a usted con más comodidad otras noticias, porque ahora me falta el aliento. Estamos sin sal, y sin posibilidad de obtenerla, porque aquí se toma un comistrajo que no la lleva. Para obsequiarnos, el coyur ha matado un gallo, y en diez minutos ha sido pelado, pasado por las brasas y, sin sal, puesto a disposición de nuestros dientes; y ya nos lo hemos zampado. Aquí estableceremos una Estación.


[6786]

Una cosa que ya puedo decirle es que gracias a las fatigas de D. Juan Losi (antes yo, y mucho más D. Bonomi, aportamos nuestro trabajo) se ha compuesto un Diccionario de más de tres mil palabras de la lengua de los Nuba, con la versión en ella de las principales oraciones de la Iglesia. Y como se ha experimentado cuánto trabajo y esfuerzo se necesita para hacerse con una lengua de las tribus del centro de Africa, y dado que nosotros disponemos de los medios para entrar en posesión de las lenguas denka y bari –trabajo de nuestros antiguos misioneros, por usted providencialmente recogido–, se ha planteado la cuestión, si utrum nec ne necessarium sit, de si debemos establecer misiones en los lugares más propicios de las regiones donde se habla el denka y el bari; y la respuesta de todos, especialmente la de D. Losi, ha sido totalmente afirmativa, para utilizar del mejor modo posible los valiosos trabajos de usted.


[6787]

Es usted el único al que he manifestado hasta ahora este firme propósito nuestro y mío, que le ruego no haga público hasta que yo le escriba al respecto desde Jartum, cuando me disponga a partir hacia los territorios denka y bari, lo que será después del jarif, en el próximo octubre o noviembre. Actualmente, por otra parte, me será más fácil vigilar y dirigir las misiones entre los Denka y los Bari, teniendo en Jartum a mi disposición el Gobierno con sus vapores. Gondókoro y Santa Cruz están completamente destruidas; pero nosotros elegiremos emplazamientos aún mejores que los de esas Estaciones. Así, con las tres nuevas lenguas –la nuba, la denka y la bari– podemos extender nuestra acción apostólica muy lejos.


[6788]

Aquí he encontrado hecha una bonita iglesia, que dedicaré a San José; pero la de Nuestra Señora del Sdo. Corazón, de El-Obeid, está toda cubierta de planchas de hierro galvanizado y de zinc, y es la más grande y hermosa de Africa Central. Parece que en Jartum haremos una todavía mayor. Rece, pase por ahí el cepillo y socorra en cuanto pueda a D. Sembianti. Y recuerde que es usted la más firme columna de Africa Central. Ha llegado a Berber el busto en mármol de Knoblecher que mandé hacer en Roma. Mil saludos al ilustrísimo Obispo y a los queridos bienhechores.

Tuissimus



† Daniel Ep.pus et Vic. Ap.




[6789]

Le ruego que dé noticias mías a D. Sembianti, en Verona. Dichtl y Ohrwalder son dos Überbacher y Lanz. Deo gratias.






1084
Fr. Giuseppe Sembianti
0
Delen
24. 06. 1881

N. 1084; (1039) TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI

ACR, A, c. 15/124

J.M.J.

Delen, 24 June 1881

My dear Rector,

[6790]

El otro día recibí el correo, y con él la mayor angustia y dolor, que superó con mucho a todas las aflicciones que Dios me ha mandado desde 1878 en adelante, y que me tuvo en la cama durante tres días. A saber cuándo podré recuperarme del todo. Los misioneros creen que es cosa de la espalda, porque verdaderamente estoy un poco cansado por las exploraciones que he hecho a caballo. Pero la verdadera causa sólo la conocemos Dios y yo; y es una pena profunda, tremenda, que me duele más que todas las humillaciones y amarguras por tantas injusticias y disgustos como he sufrido, y más también que mi justa aflicción por Virginia cuando se marchó su hermano sin que ella lo supiera, etc., etc. Todo eso es cero.


[6791]

Tal causa es la imprudencia colosal de la Superiora de Verona (a la que nunca diré nada por no desazonarla), que estúpidamente tuvo la ocurrencia (y ya me imagino con qué intención) de escribir a mi padre una carta (la cual le mandaré a usted desde El-Obeid), en la que le refiere minuciosamente los miramientos maternales que tiene con Virginia (ésta siempre me ha hablado y escrito bien de la Superiora, etc.), y en la que solicita de él orientación sobre lo que debe hacer, etc. Encima, la Superiora sugirió a Virginia que pidiera consejo también a mi padre sobre lo que debía hacer, etc., y la tonta de Virginia le escribió en tal sentido.


[6792]

Mi padre es un hombre santo, recto, y mucho más. Los diecinueve días que permaneció en mi casa de Limone, cuando en 1879 fui a consagrar la iglesia, vivió siempre con Virginia, de la que dijo que era una santa, y lo mismo mi prima Teresa: lo puedo jurar.

Pero cuando él fue a Verona, ese memo chismoso de Santiago, sobornado por Grieff o a impulsos de su mente mezquina, contó en secreto a mi padre la solemne mentira de que Virginia había sido la causa de muchos de mis problemas en Africa, y que la Superiora cayó gravemente enferma (sic) por el enorme disgusto de ver que yo siempre llamaba a Virginia cuando desayunaba en el convento, etc., etc., etc. Y al confrontar tales cosas con la apariencia, etc., mi padre agarró tan inmensa pena que lloraba como un niño; y en secreto me confió lo que el idiota de Giacomo le había confiado a él en secreto; e hizo bien, porque es padre verdaderamente cristiano (y esto, como yo no se lo digo a usted en secreto, si lo cree oportuno puede decirlo a su vez incluso a Santiago, porque es la pura verdad).


[6793]

El caso es que después de contarle esto Santiago, y de haber oído quejarse a Virginia de su desagradable y anormal situación en la casita de Verona, y sobre todo tras haberla visto en Sestri hablar a menudo con Alejandro, el cual llegó hasta la locura de amenazar con arrojarse al mar si no se casaba con él –y Virginia siempre lo rechazó, a pesar de los errados consejos de mi padre, que trataba de persuadirla para que lo aceptase–, después de todo esto mi padre dejó de estimar a Virginia, y me repetía continuamente las patrañas, etc. que le había contado Santiago. Este, que acompañó a Virginia desde Jartum hasta El Cairo, me escribió a Jartum (lo juro), diciéndome que en El Cairo había quedado edificado de Virginia, y que en cambio estaba escandalizado de otra Hermana, maltesa, que insultaba siempre a Virginia, etc., etc.


[6794]

La cuestión es que mi padre se encuentra muy apenado, y sin duda escribirá a Virginia y le dará el inmoral consejo (cumple 78 años el próximo 6 de diciembre) de casarse con uno que ahora odia a Virginia por su rechazo reiterado, porque nunca soñó con casarse; por lo cual, y también a causa de Jorge y de sus locos parientes herejes, no permitiré nunca que Virginia vaya a Siria, etc.


[6795]

Entretanto, yo sufro una enormidad. Que Jesús, la Virgen y San José me ayudarán, no lo dudo, y doy gracias a Jesús por las cruces; pero mi vida es un oceáno de angustias proporcionadas por alguien que es bueno y que me quiere.


[6796]

¡Dios mío! Todo sea por el «querido paraíso», como dice con razón Sor Victoria, aunque tengo el corazón destrozado. Pero Africa será convertida, ¡qué caramba!, y Jesús me ayudará a llevar la cruz. Además, Dios bendecirá a Virginia, a la que por sus padecimientos sufridos por Africa y por la causa de la justicia, El pondrá en el camino de realizar su verdadera vocación de monja y misionera, etc. Mas nosotros estamos preparados para las cruces: mi mayor congoja de todas es por mi padre, que siempre recibió de mí satisfacciones, y cuya santa vida podría acabar, por culpa de otros, con el dolor y el temor por su hijo, que llegan a una especie de locura a causa del estado y posición en que me encuentro totalmente consagrado a la gloria de Dios y a morir por Cristo. En suma, rece usted por mí, que soy el hombre más apenado y abatido del mundo, y rece por mi padre. Viva Jesús.


[6797]

Pero no puedo descansar. Un poco de consuelo tengo, eso sí, en ver a mi querido D. Losi, que reza, y al que encuentro en la iglesia a las tres, a las cinco de la madrugada, y que, aunque algo testarudo... es un santo y un auténtico misionero, con celo por las almas. Ha hecho un diccionario, que empezó con D. Luis. (Por cierto, me ha pedido que deje a D. Luis aquí como Superior para dar impulso y desarrollo a la misión, y me ha asegurado que en los tres años que permaneció aquí con él, quedó edificado de su delicadeza, conducta, etc.). Pero basta. Son las cuatro de la madrugada, y el camello del inspector está preparado para el correo. En el Corazón de Jesús le encomiendo a mi padre y a Virginia. Saludos al Emmo., al P. Vignola, a Tabarelli, a Luciano, etc. Usted no sufra, ni se duela, ni se aflija por mí: son cosas que tiene Dios dispuestas.


† Daniel Obispo


1085
Zeno,Rosa,Maria Andreis
0
Delen
29. 06. 1881

N. 1085; (1040) – TO ZENO, ROSA AND MARIA ANDREIS

APMR

Delen, (Dar Nuba), 29 June 1881

Brief Note.

1086
Fr. Bernardino da Portogruaro
0
Delen
29. 06. 1881

N. 1086; (1239) – TO FR BERNARDINO DA PORTOGRUARO

AGOFM: Saeculares

J.M.J.

Jebel Delen (Dar Nuba) 29 June 1881

Most Reverend Father General,

[6798]

He recibido su veneradísima del pasado 20 de abril, por la cual ha llegado a mi conocimiento lo que en su gran prudencia y sabiduría ha decidido usted respecto al P. Buenaventura de Jartum. Yo no puedo sino aprobar con pleno convencimiento su excelente determinación, que muestra verdaderamente una gran caridad hacia ese pobre Padre africano; y estoy persuadido de que por lo que se ha visto de él en el pasado, y sobre todo por su estado presente, en que todavía no da pruebas ciertas, seguras, de firme y sólido juicio, la negativa de V. P. Rma. es prudentísima y providencial.


[6799]

Para tranquilizarlo y hacer que acepte más fácilmente su caritativo y acertado rechazo, le escribiré desde Jartum diciéndole que haremos todo lo posible por ayudar espiritualmente a su padre, su hermano y su hermana, que son coptos heréticos; que a su madre, musulmana, procuraré favorecerla espiritualmente y con limosnas, porque es muy pobre (siempre ha vivido separada del padre, del que no fue más que concubina, ya que él tuvo su mujer legítima de su secta); y que entretanto el P. Buenaventura procure hacerse un buen religioso en su convento mediante la obediencia y la observancia de la santa Regla Seráfica.


[6800]

Me he enterado de que el excelente Redactor-Jefe de La Libertà Cattolica, donde vi en 1879 al P. Buenaventura, escribió con inmejorable intención al Emmo. Card. Prefecto de Propaganda, quizá a ruegos del solicitante. Enseñado por la experiencia, tengo como norma general ir siempre derecho por el recto canal al tratar los asuntos en este mundo. De modo que yo nunca he encargado ni sugerido a nadie que recurriese a Propaganda en esta cuestión, la cual no debe depender más que de la voluntad y prudencia de V. P. Rma.


[6801]

Paso ahora a pedirle una gracia, que por pura negligencia no le rogué en Europa, aun siéndome tan necesaria.

En el Vicariato de Africa Central he erigido cuatro casas de Hermanas, pertenecientes a las que he denominado Pías Madres de la Nigricia. Hay una de dichas casas en Jartum, en El-Obeid capital del Kordofán, en Malbes, y aquí en Gebel Delen; y dentro de poco levantaré otra en tierras de estos africanos, donde impera completamente la moda de Adán y Eva de la época anterior a la caída, y donde esperamos una mies abundante. En El Cairo tengo otra casa de estas Hermanas; y la casa madre la fundé yo mismo en Verona con mi propia Regla en S. M. in Organis, donde en 1872 compré el antiguo convento de los Olivetanos, que a la sazón era propiedad de las Benedictinas Astori. Las Hermanas que se encuentran en Africa pertenecientes a esta Obra que logré instituir con la gracia de Dios, son casi todas vénetas.


[6802]

Pues bien, ocurre que antes de venir a Africa Central ellas se aclimatan siempre durante un año en mi casa de El Cairo, donde tienen como confesores píos Franciscanos, que con sumo placer y gran contento de mis Hermanas las adscriben a la Orden Tercera de San Francisco.


[6803]

En este momento tengo nueve Hermanas, siete de ellas veronesas, que los Franciscanos han admitido como Novicias de la Orden Tercera, y ahora deberían hacer la profesión, lo cual me han rogado insistentemente. Además tengo una negrita monja también de la Congregación de las Pías Madres de la Nigricia, y alguna otra, con varios de mis hermanos laicos, que desearían pertenecer a la Orden Tercera. Por eso suplico humildemente de la eximia caridad de V. P. Rma. que me conceda la facultad tanto de admitir Novicios de ambos sexos como de recibir su profesión después del Noviciado según las Reglas de la Orden Tercera.


[6804]

También yo tengo el honor y la satisfacción de pertenecer desde hace mucho tiempo a la Orden Tercera de San Francisco. Me admitió como Novicio en El Cairo el P. Venancio de S. Venanzio cuando hacía las funciones de Prefecto, o era Prefecto definitivamente del Alto Egipto; y en 1872 recibió mi Profesión en Negadeh, en el Alto Egipto, el Rmo. P. Angel de S. Agata, Prefecto de Trípoli, cuando desempeñaba este cargo en la Prefectura Aplica. del Alto Egipto. Espero que esto me servirá de ayuda para obtener la gracia que le pido.


[6805]

En caso afirmativo, le ruego que tenga a bien mandarme la implorada facultad a Jartum, mi ordinaria residencia.

Le agradezco infinitamente los preciadísimos votos que me hace sobre mi arduo y laborioso apostolado; digo preciadísimos, porque provienen de un personaje al que yo venero desde hace muchos años, por las grandes virtudes que V. P. Rma. ha recibido de Dios, y que le hacen una de las más firmes columnas de la Iglesia de Cristo, no sólo como General de la Orden más colosal del mundo, sino también como hombre de gran consejo y prudencia, que merecería ser elevado, como debió suceder en 1877, y como espero que suceda pronto, a la Sagrada Púrpura Cardenalicia, para tomar parte activa y directa, aparte de la presidencia de la insigne Orden Seráfica, en la dirección de los más relevantes asuntos de la Iglesia en las más importantes Congregaciones Romanas. El gran León XIII es demasiado sabio y egregio para no hacer realidad esto.


[6806]

Perdone, Padre mío Rmo. Le mando una estampita para meter en el Breviario, y una para el Rmo. P. Mauricio de Venecia. Besándole las santas manos, me encomiendo a sus eficaces plegarias, y me declaro por siempre en Jesucristo



Su devotmo., afmo. hijo y seguro servidor

† Daniel Comboni Obpo. de Claudiópolis

y Vic. Aplico. de Africa Central


1087
Fr. Lorenzo Mainardi
0
Delen
30. 06. 1881

N. 1087 (1041) – TO FR LORENZO MAINARDI

ACR, A, c. 15/55

Delen in Dar Nuba , 30 June 1881

My dearest Fr Mainardi,

[6807]

Aquí, entre estos pueblos que todavía siguen la moda de nuestros primeros padres Adán y Eva en cuanto al vestido, pero que en cuanto a moralidad son quizá más encomiables y comedidos que ciertos países de la cultura moderna, he encontrado su fotografía, la cual me ha hecho sentir un gran remordimiento por no haberle escrito en tanto tiempo ni una sola línea, y esto después de tanto bien como usted me ha hecho a mí y a mis Institutos Africanos de Verona, especialmente cuando me encontraba allí sin Rector en 1879, etc. Pero usted me excusará, sabiendo bien que mi silencio no es culpable, por encontrarme sin secretario, y haber tenido y tener que dirigir la ardua y difícil obra para la redención de la Nigricia que Dios me ha confiado. Usted sabe que nunca le he olvidado ni le olvidaré en mis plegarias.


[6808]

Asimismo, en la importante exploración que últimamente he realizado de esta interesante tribu, que doblará la frente ante la Cruz, y que antes ningún europeo había visitado, como ahora he hecho con su incomparable Superior D. Luis Bonomi, y con D. Losi (que es un verdadero santo piacentino), D. Vicente y D. León, nos hemos acordado de usted, de quien hemos hablado mucho y con placer. Pero deseo que me mande también a mí su fotografía, y que incluya una del santo y venerable ángel de la Diócesis de Parma, Mons. Villa, a quien hará llegar mis más respetuosos y afectuosos saludos, porque lo llevo siempre en el corazón, desde los años en que difundía tanto olor de santidad, sabiduría y caridad en su querida Bassano, donde hizo un digno y completo noviciado de su vida episcopal. Hágale llegar también la adjunta estampa del Sdo. Corazón de Jesús, Patrón de Africa Central.


[6809]

Las fotografías me las mandará a Jartum, mi residencia principal, donde espero estar para la Asunción. Déme noticias suyas, y haga rezar por mí –humilis et inutilis servus Afrorum–, por la Nigricia, por mis Misioneros, y por mis admirables Hermanas, que afrontan la muerte por su ministerio como el que bebe un vaso de agua. Presente mis respetos a la Hermana Ursulina, corresponsal del Emmo. de Canossa, la cual en 1861 me dijo que él llegaría a Cardenal, dada su nobleza, etc. Bendigo, además, a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, a los que quiero con locura por su gran espíritu religioso, prodigiosa preparación, exactitud en la observancia. etc., y que siempre han sido y son mis mejores amigos. Mi querido Ecónomo Pepe continúa portándose siempre como es debido; es un buen administrador, y tiene buena cabeza, buen corazón y recta conciencia. Ultimamente le he encargado que me consiga 100.000 francos, y haría un mal papel si no me los mandara: sería la primera vez que fallase.


[6810]

Pero no me fallará nunca; de lo contrario le llamaría al orden, recurriendo a su Señora, que le ha hecho grande y respetado en la tierra y en el cielo. En un principio yo había pedido a San José 60.000 francos (le digo esto en confianza) para el 31 de agosto del corriente año, y con lo que han contribuido cuatro misioneros, un comerciante veneciano de Jartum y el Cónsul italiano Calixto Legnani, a estas horas ya los ha sobrepasado. Pero Africa lo devora todo, por las dificultades de transporte, los muchos establecimientos, etc., y no bastan. Soy y seré siempre


Suyo afmo. † Daniel Obispo

Vicario Apostólico


1088
Fr. Giuseppe Sembianti
0
El Obeid
09. 07. 1881

N. 1088; (1042) - TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI

ACR, A, c. 15/125

N. 26

El Obeid, 9 July 1881

My dear Father,

[6811]

Ayer llegué de Gebel Nuba, después de haber padecido inmensos calores y recibido encima gran cantidad de lluvia en una misma jornada. Tuve fiebre en los dos últimos días de mi estancia en Delen; y ahora no me encuentro nada bien, oprimido como estoy por cruces tremendas. No última de ellas es una carta del Emmo. Card. Obispo de Verona, en que me reprocha cosas de las que no tengo culpa; que hice contratos importantes sin decirle nada a él, como el de la casa de Sestri (yo no tengo el menor contrato con Tagliaferro, salvo el que firmé con usted después de que usted lo examinó y copió de nuevo; y si éste no tiene ningún valor, como dicen los abogados, tampoco es válida la cláusula que obliga a pagarle los 20.000 francos); que se impone una ruptura para salir él y yo de esta falsa situación; que él se ocupará de su diócesis y yo de la mía; que yo haga lo que me venga en gana (sic), y él se ocupará de ahora en adelante de sus asuntos, que bastantes tiene; que no quiere verse envuelto en empresas que luego sean criticadas, o condenadas, o desaprobadas, etc.; que Tagliaferro no está contento con la actual situación, etc., etc.


[6812]

Pero ¿es cierto –continúa nuestro querido Emmo.– que disolviendo la obra y retirando a las Hermanas de Sestri, usted (yo) queda obligado en tal caso a darle 20.000 francos?... ¡Cielos!, ¿qué clase de contrato es éste?... No, yo no quiero contribuir a derrochar (sic) y dilapidar el dinero dado a la misión, etc. (Yo nunca he dilapidado un céntimo, y aun siendo Obispo, vivo como los otros misioneros, y con ellos, como cualquier religioso. Antes al contrario, trabajo día y noche para ayudar a la misión; y mientras todos duermen tranquilos, yo trabajo ante mi escritorio por amor a J. C., etc., y a los pobres negros, cuando podría vivir cómodamente en Europa si hubiese querido aceptar espléndidos puestos diplomáticos al servicio de la Iglesia, etc.)


[6813]

Pero esto no es nada. Lo que más me ha dolido es lo que sigue, con palabras textuales de nuestro querido Emmo.: «¿Quién le ha empujado a usted, con segundos fines, a hacer este desdichado negocio de Sestri?... Déjeme que se lo diga: la Virginia (sic), etc., etc., etc.»; ¡y aquí describe a esa pobre infeliz de una manera desprovista de la menor sombra de verdad, y totalmente diferente de los informes que me da la Superiora, etc., etc.!


[6814]

No sé ya en qué mundo vivimos hoy. De modo que yo, que estoy aquí expuesto a la muerte sirviendo a mi Jesús entre penas y cruces, contento de morir por salvar a los pobres negros, y por ser fiel a mi ardua, difícil y santa vocación, ¿me habría dejado guiar por bajos fines indignos de un apóstol de la Nigricia, etc. al comprar el convento de Sestri? No tengo ya fuerzas ni aliento para escribir; estoy atónito de verme tratado así, de ver que en Verona mi primer bienhechor tiene en esta estima a Mons. Comboni. No, no es Jesucristo el que infunde en el Emmo. estos sentimientos hacia mí; no es Su Eminencia ahora como siempre ha sido.


[6815]

Aunque estoy seguro de sucumbir en breve con tantas cruces, que creo en conciencia no merecer, sea siempre bendito mi Jesús, verdadero vindicador de la inocencia y protector de los afligidos: la Nigricia se convertirá; y si en el mundo no encuentro consolación, la tendré en el cielo. Allí están Jesús, María, José; y si fallan los hombres, no ha de fallar Dios, que salvará a la Nigricia y a la pobre Virginia, que es un alma redimida por la sangre de Jesucristo. Viva Jesús.


Suyo afmo. † Daniel Obispo


1089
Fr. Giuseppe Sembianti
0
El Obeid
11. 07. 1881

N. 1089; (1043) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI

ACR, A, c. 15/126

N. 27

El Obeid, 11 July 1881

My dear Father,

[6816]

Desde mi vuelta de Nuba, todavía no he podido pegar ojo, ni siquiera un momento, a causa de los grandes disgustos y cruces que, sin dar yo nunca verdadero motivo, como me asegura mi conciencia, el Señor mismo me ha enviado. Sobre todo con la última carta de S. Em.a nuestro Card. Obispo de Verona, el cual sólo está guiado por la más pura caridad y amor hacia mí y hacia la Obra santa, que sin él ni siquiera habría llegado a existir, y que hoy, a través de increíbles dificultades absolutamente desconocidas en Europa e incluso en Propaganda, pero que nosotros, y especialmente Sor Teresa Grigolini (la cual ha recibido de Dios grandes luces y gracias para esta obra, la más ardua, y quizá la más importante de Africa, como después de mi muerte, y acaso antes, verán de modo palpable Propaganda y quienes en Europa se ocupan seriamente de Africa, porque ahora no es posible hacerse en Europa una idea de esto) [aquí concluye el período, dejando el pensamiento incompleto]. Así pues, guardo la más sentida gratitud hacia S. Em.a, no sólo por el gran bien que ha hecho a Africa, sino por los reproches que me dirige, porque es un modelo de rectitud.


[6817]

Mas, como estoy convencido de que esta vez no los merezco, y de que callar y no defenderme supondría un verdadero daño para la obra, porque al menoscabarse la estima y confianza en el Jefe pierde la obra misma, quizá me decida a escribirle, y a no callar, como tantas veces he callado y no me he defendido, dejándolo todo en manos de Dios, que es protector de la inocencia y vindicador de la justicia. Que S. Em.a no quiera verse envuelto en mis pretendidos disparates y locuras, y que quiera ocuparse sólo de su diócesis de Verona y que yo atienda, como único responsable, la mía en Africa, me parece muy razonable, y la Santa Sede siempre me ha pedido cuentas sólo a mí sobre el Vicariato de Africa Central, aunque por medidas de su alta prudencia haya requerido a veces el valioso y poderoso juicio del Obispo de Verona, como necesariamente más informado de Africa por los misioneros veroneses.


[6818]

Pero en Verona siguen estando los dos Institutos Africanos; y los Cánones de la Iglesia no sólo dan al Ordinario el derecho a meter en ellos la nariz, vigilarlos y dirigirlos al bien, sino que le imponen la obligación de hacerlo por hallarse bajo su jurisdicción, y más dado que el Emmo. ha tenido tanto que ver en su existencia, y especialmente en las sabias medidas tomadas últimamente. Pero bendito sea siempre Jesús y su Cruz Santísima, cuyos misterios y tesoros inestimables explicó tan bien el Emmo. Príncipe en su estupenda homilía sobre la Transfiguración pronunciada en la Catedral el día de Pascua de este año, que yo leí en el Verona Fidele, y de la que desearía una copia aparte (desde ahora mándeme cartas, telegramas y periódicos no a El-Obeid, sino a Jartum, hacia donde saldré dentro de unas semanas).


[6819]

¡Bendita la Santa Cruz! «Nosotros estamos aquí para sudar, sufrir y penar –me decía ayer Sor Teresina Grigolini–. Es imposible que por lo que escribimos puedan hacerse en Europa una idea de las virtudes que con la ayuda de Dios muestran los misioneros y las Hermanas en medio de tantos padecimientos, como es imposible –seguía – que puedan conocer en Verona a Virginia, y lo que ella ha sufrido y hecho por Africa, etc. Pero nosotros tenemos la gracia de la fe, único consuelo que nos sostiene. Animo, pues, Monseñor –me exhortaba Sor Teresina–. Nosotros sufrimos aquí oposiciones y dificultades de las que ninguna misión, ni de China, ni de la India, ni las otras partes del mundo, tienen idea, como tampoco puede tener idea de ellas la misma Propaganda: aquí hemos de habérnoslas con bárbaros. Pero el bien –proseguía ella– se hace de todas maneras; por tanto, Monseñor, ánimo: son milagros que ocurren en Africa sin que el mundo les preste atención, ni siquiera nuestros venerados Superiores; pero los conoce Dios, Jesús, y esto basta, porque Jesús es quien nos paga. Alégrese, Monseñor. etc.» Así me hablaba ayer esa buena alma de Sor Teresina Grigolini.


[6820]

Y esto es más o menos lo que siempre me decía para confortarme Virginia Mansur, cuando en 1875 me veía abatido por los disgustos que me daban los Camilos y sus partidarios. Virginia, a la que siempre respetaré y veneraré, mantiene todavía, a pesar de los defectos que ha adquirido a causa de la persecución, una fe inconmovible (aunque los árabes son tan volubles), y una firmeza inquebrantable (había que haberla visto en el campo de batalla) al trabajar como catequista, misionera, y en todos trabajos fatigosos. Además es dócil y obediente a las Superioras, y de más valía que todas nuestras Hermanas de Africa, si se exceptúan Sor Grigolini, Sor Victoria y Sor María José Scandola, que es una verdadera santa.


[6821]

Las virtudes y el talento de Virginia, porque así lo quiere el Señor para sus fines, no son conocidos en Verona, que no es su verdadero campo. Pero opino que, dentro del orden de la Providencia, ha sido un bien para su alma cuanto ha sufrido espiritualmente en Verona y Sestri. También ella avanza en los años, y un día, cuando esté firme y estable en el puesto que le asigne Dios, comprenderá todos los tesoros de la caridad del Señor hacia ella, y dará a conocer a usted y a nuestra Superiora de Verona lo que de seguro sentirá en el corazón: un gran respeto y estima por usted, y por su verdadera caridad. Porque usted, señor Rector, siempre le ha hecho y ha querido hacerle el bien, y sin duda tendría a gran dicha que Virginia poco a poco se hiciese una santa; y Virginia puede llegar a serlo, si cuenta con la gracia divina, y si puede corresponder a ella desde el lugar adecuado, que no es Verona, dados los precedentes permitidos por Dios. En suma, ¡viva la Cruz!, que para los apóstoles y las misioneras de Africa será siempre la preciosa compañera, como corresponde a quien debe salvar almas. Yo tengo a honra lo que he hecho por Virginia, y espero que por ello Dios me dé larga recompensa.


[6822]

Dos solas palabras sobre lo que nuestro Emmo. Padre se ha dignado escribirme respecto a Sestri, y basta.

El Emmo. Príncipe me dice que he cometido el error de Sestri (sic), empujado por Virginia, etc. Pero si yo estuviese en este momento a punto de morir, juraría sobre el Evangelio que Virginia no tiene nada que ver, en absoluto, en lo de Sestri; ni siquiera estaba ella en mi mente. Además, en lo de Sestri, con ayuda de Dios empleé toda la prudencia y ponderación dignas de un Obispo. Cuando D. Propercio me escribió sobre Sestri, yo le rogué que se dirigiese a mí por carta el mismo Tagliaferro, quien lo hizo el 19 de agosto de 1879, cuando Virginia estaba en Siria.


[6823]

Fui tres veces a Sestri para examinar cada cosa, y en esas tres ocasiones tomé consejo (antes de proponer el asunto al Emmo.) del Marqués Negrotto y del hermano de Mons. Negrotto (al que el Emmo. conoce, porque durante 14 años estuvo al lado de Pío IX), el cual es ingeniero, y conoce los locales de Sestri. Aparte de estos dos Marqueses, que tienen allí residencia de verano, consulté al alcalde de Sestri, al arcipreste de allí y a un rico propietario local, pariente de la Superiora de la Presentación en Sestri; y todos me dijeron que era un magnífico negocio, pero que no creían a Tagliaferro tan generoso como para llevarlo a cabo.


[6824]

No contento con esto, antes de molestar a Su Eminencia con proyectos aún en el aire, quise experimentar si era factible para nosotros el tener un Instituto de Hermanas en Sestri. Y me resolví a esto movido también por el gravísimo motivo de la salud de Sor Matilde, que en Verona no habría podido sobrevivir, como me decía el Dr. Baschera, pero en El Cairo sí. Mas yo que conozco El Cairo mejor que el Dr. Baschera, creí conveniente prepararla de modo gradual a soportar El Cairo, y por eso la mandé a Sestri, con lo que mataba así dos pájaros de un tiro, experimentando si era posible un Instituto en Sestri y atendiendo a la salud de Sor Matilde. Fueron incluso tres los pájaros que maté, al llevar allí a Virginia y su hermana para sacarla de la casita, donde sufría no sólo un aislamiento que para ella era duro por haber estado siempre en convento desde la edad de cinco años, sino sobre todo para alejarla de su primo Alejandro, al que la delicadísima honestidad de ella no podía sufrir, porque Alejandro le había hecho en la casita proposiciones de matrimonio, las cuales Virginia había rechazado también en Siria. Y la presencia de Alejandro fue su principal tormento en la infausta casita.


[6825]

Usted, mi querido Rector, me objetará lo que luego pasó en Sestri con Alejandro; pero yo le puedo jurar con pleno conocimiento de causa (son siempre cosas delicadas) que, a fin de cuentas, lo que se produjo en Sestri cuando a ruegos de Virginia ordené la marcha de Alejandro a Roma para luego mandarlo a Oriente, sólo hace resplandecer la virtud de Virginia, quien aunque incitada por mi padre a casarse con Alejandro, ni aun así quiso aceptarlo; porque ella ha consagrado a Dios su virginidad, y en esto ha sido y es más firme que los cedros del Líbano.


[6826]

Tras obtener una experiencia satisfactoria sobre la posibilidad de establecer un Instituto nuestro en Sestri, no quise comprometerme a nada sin que antes hubiesen estudiado bien el asunto usted y la Superiora General de las Pías Madres de la Nigricia; y por eso sugerí a usted y a la Superiora que fuéramos a Sestri, después de haberles sometido en Verona las propuestas escritas por Tagliaferro de su puño y letra. Ya conoce el resto de la historia: usted y la Superiora vinieron conmigo a Sestri, donde examinamos juntos todo, discutimos, luchamos, nos asesoramos... etc., etc., hasta que finalmente se llegó a la firma de aquel acuerdo, que usted copió varias veces, examinó, desmenuzó y volvió a analizar, etc. Ese documento es el único papel que he firmado: ninguno más. Palabras y cartas ampulosas, eso sí, he intercambiado con Tagliaferro, y si él hace verdad las suyas, yo haré lo propio con las mías; pero estas cosas no implican obligación, ni ante la ley, ni en conciencia.


[6827]

Ahora bien, el documento que yo firmé en presencia de usted, mi querido Rector, o tiene validez, como dice D. Angel, o no la tiene, como afirma nuestro sapientísimo conde Teod. Ravignani. Si es válido, se trata de un buen negocio, como opinaba también usted; y la ley no puede obligarnos a hacer más de lo hecho hasta ahora, es decir, tres Hermanas, algo de catecismo, alguna clasecita, y se acabó, hasta que estemos en condiciones de hacer algo más. Y si el documento no tiene ninguna validez, entonces somos libres de retirar las Hermanas, desentendernos de todo, y mandar a Tagliaferro a hacerse bendecir.


[6828]

Yo aquí no veo ningún dislate por mi parte, sino una prudentísima medida, encaminada a favorecer a la misión sobre todo con nuevas vocaciones, y con la perspectiva de tener oportunidad en mis visitas a Sestri de obtener grandes recursos, porque en Génova hay gente inmensamente rica y caritativa, etc. etc. Yo tuve la más santa intención, y todavía queda por probar si no se derivarán de ello grandes y buenas consecuencias para el futuro. Además, lo hice también con miras a la salud de la Superiora de Verona, y de todos nuestros enfermos de Europa y de Africa. Y ¿qué me dice de la salud de Sor Matilde? Si hubiese ido el año pasado a El Cairo habría muerto.


[6829]

Por otra parte, no ha supuesto ningún desembolso más; porque lo que gasté en Sestri, habría tenido que gastarlo en otra parte para la gente de allí. En suma, ¡viva la Cruz, viva Jesús y viva el Card. de Canossa! Sólo en el paraíso habrá pleno contento, y espero que vayamos allí todos. Vale et salve.


† Daniel Obispo

Si nuestro Emmo. Card. Obispo opina que hay que retirar de Sestri a las Hermanas, retírelas. Escribiré también yo a D. Angel.


1090
Fr. Giuseppe Sembianti
0
El Obeid
13. 07. 1881

N. 1090; (1044) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI

ACR, A, c. 15/127

J.M.J. ………….N.28

El Obeid, 13 July 1881

Dear Father,

[6830]

Aunque tengo cientos de nuevas cartas que contestar, y ayer me ha sacudido una buena fiebre, y continúa la inapetencia, y no soy capaz de dormir (porque ahora tengo menos fuerzas para soportar las cruces, después de tantos combates sostenidos por la gloria de Dios y el bien de Africa), sin embargo quiero escribirle a usted (que es el más verdadero, positivo y sólido amigo de Africa, sin tantas ceremonias, pero con la elocuencia de los hechos, y también el más eficaz promotor de la gloria de Dios y de la salvación de Africa Central, porque en diez años, que pasan pronto, ésta tendrá verdaderos apóstoles de ambos sexos; así que eduque y haga todo a su manera en el formar a los alumnos, según su pensar y los consejos del Superior de los Estigmatinos, y tire adelante, etc., etc.), para informarle de la misión, contestar a sus cartas, etc., etc.


[6831]

En Gebel Nuba he hecho con los compañeros un trabajo magnífico no sólo en lo referente a misión, sino también en cuanto a la abolición de la trata de esclavos. La Misión salvará a Nuba, como lo esperan todos los jefes y coyures de los más de cuarenta montes que he visitado, y como usted verá claramente por nuestros informes, que le mandaré para el Buen Pastor, y por el mapa que hemos hecho, y que vamos a mandar a Roma y a todas las Sociedades Geográficas del mundo; a Rauf Bajá ya se la he enviado.


[6832]

Antes de decir dos palabras sobre Nuba, me viene a la mente hablarle de Domingo Polinari, el cual, aunque piadoso y de buenas costumbres, está loco, no quiere obedecer a los Superiores locales, y hace y deshace a su antojo, con poco provecho para la misión. Ha dado disgustos a D. Luis en Jartum, porque por su capricho despidió del huerto a todos nuestros negros cristianos, incluso a alguno que trabajaba allí desde hacía veinte años, tomando en cambio musulmanes y pagándolos bien con los rendimientos del huerto, de los cuales nunca quiere dar cuenta a D. Luis. Además lleva a nuestra cocina el desecho de lo que se produce, gasta y malgasta en el huerto cuanto le viene en gana, ha cortado árboles colosales, etc., etc. Y encima era el espía del Cónsul, que le escuchaba a él y quitaba la razón a D. Luis, etc. etc. Llegado yo a Jartum, lo llamé a presencia de D. Bartolo y lo conminé a obedecer en todo al Superior local, y a no gastar sin el permiso de éste, o a marcharse.


[6833]

El dijo que sí, pero acabó por rogarme e insistir por centésima vez en que lo mandase a Europa antes de terminar en el cementerio. Yo le contesté que si intentaba someterse a los Superiores de las misiones adonde luego fuera enviado, que volviese, y si no que se quedase en Verona o en Sestri, en la casita o en su casa. Yo sería de la opinión de que volviese, dado que, forzándolo a comportarse debidamente, puede resultarnos muy valioso, porque es un gran trabajador, de probada y segura moralidad incluso en medio de las mujeres totalmente desnudas de los Nuba, y tengo la esperanza de que, como sucede a todos, en Europa se desengañará, porque él está mejor en Africa.


[6834]

Pero Sor Teresina sería de la opinión de que no volviese más: ha contribuido a mantener la enemistad entre el Cónsul y D. Luis, me dice la Hermana. Estando a la mesa, D. Luis, que es divertidísimo, se burlaba del Cónsul de Austria por su terminología italiana (es alemán). Comentaba, por ejemplo, que me había escrito a mí: «Ruego a Vuestra Monseñoría que me mande tal cosa, etc. », y a D. Luis: «Le ruego que dé hospitalidad a estos dos pobres súbditos austríacos, y hará usted una gran carestía (quería decir caridad), etc. etc.»; y seguía remedando al Cónsul: «Todo mi corazón y mi vida es para mi pimpo [vocablo sin significado en italiano, pero gracioso] (por bimbo [en este caso, «nena»], porque el Cónsul tenía una concubina, que D. Luis y yo con muchos esfuerzos logramos que despidiera), etc. etc. Pues bien: por la noche iba Domingo a contárselo todo al Cónsul, y entretanto crecía la enemistad, hasta que el Cónsul denunció a D. Luis al Ministerio de Viena y a Propaganda, con grave daño pecuniario y moral; de modo que el Emmo. Card. Simeoni me ordenó (también por lo que escribió a Roma nuestro Emmo. Obispo) que me buscase un nuevo Vicario General (esto se lo había sugerido D. Losi), y que D. Bonomi no ocupara más ese puesto. En todo caso, como venga Domingo a Africa lo pondré en su sitio.


[6835]

Don Bartolo se ha marchado con gran satisfacción de todos, porque no sirve para nada. No es capaz de enseñar un poco el catecismo, y menos todavía para hacer de superior: sólo vale para sembrar discordia y cizaña, y es indigno de todas las consideraciones que he tenido con él. Pero cuando me escribió diciendo abiertamente que había aceptado venir a Africa sólo porque creía que iba a ser Vicario Gral. y responsable absoluto (porque tiene la soberbia de creer que él habría dirigido bien las cosas), y que en mi ausencia me ponía como condición tener consigo a D. Losi como su ayudante, etc., entonces se me cayó la venda, y conocimos que está loco.


[6836]

Fue él quien me rogó de palabra y por escrito que le permitiera volver a Europa, espantado por el miedo a morir. Luego, al notar que se recuperaba, me propuso quedarse, pero sólo a condición de tener todo en sus manos. Y viendo que yo no respondo, porque es un individuo totalmente incapaz, y que nadie tiene la menor confianza en él, me ha escrito que si se marcha no será por la enfermedad, sino porque ve que la misión va mal; cuando en Jartum, antes de caer enfermo, decía que le habían engañado los Camilos, y que la misión funcionaba mejor de lo que él creía. Tendría mil páginas que escribir sobre D. Bartolo, al que ya han calado en Jartum. Pues bien, que el Señor lo bendiga, y que vaya a donde quiera, pero ni a El Cairo ni al Vicariato: por su incapacidad y porque aquí no tendría las simpatías de nadie, no vendrá nunca mientras yo sea el Vicario Apostólico. Entre otras virtudes, carece de humildad y de caridad, como le hice observar a él mismo en una carta (pero es soberbio y siempre ha despreciado mis admoniciones). Le he mandado copia (pero ya habrá partido) de dos fragmentos de la Vida de Santa Angela Merici, escrita por la Girelli en 1871.


[6837]

Le ruego, Sr. Rector, que la lea, porque es buena para mí, para usted y para todos los misioneros; he dado copia de esos fragmentos también a las Hermanas de aquí. Pida a la Superiora la Vida de Santa Angela, y lea en la página 41, 12, sobre la dulzura y misericordia: «Se ha dicho con razón que para ganar una gran influencia sobre los corazones no basta la sola santidad, sino que conviene, según la sabia lección del Apóstol, que se revista de vísceras de misericordia, bondad, humildad, modestia y paciencia. [...] Pero púsose (Santa Angela) a infundirlo en sus vírgenes, y deseaba convertirlas casi en celestiales imanes a fin de ganar almas para Dios. [...] Lejos de nosotros esa actitud severa y despectiva [D. Bartolo], que no sabe sobrellevar las debilidades del prójimo y se alza en censor de sus mismas virtudes; lejos ese celo indiscreto, que no encuentra nunca bastante perfectas las obras ajenas y busca el bien con soberbia y con ira. Honremos todos con la [...] y aun cuando debamos exhortar y corregir [...] hagámoslo con esa santa amabilidad de la que Santa Angela nos dio continuo ejemplo toda su vida».


[6838]

Lea también (he copiado en Nuba muchos fragmentos) este párrafo 15 de la página 48, que también me dejó asombrado, y conozco ser cero en caridad. Dice: «Cuando J. C. vive espiritualmente en un corazón, le inspira sentimientos de amor semejantes a los suyos; y ese corazón se vuelve, según la graciosa expresión de San Francisco de Sales, fuente pública, de donde todos tienen derecho a alcanzar ayuda y consuelo. Acudían a Angela los pobres, los niños, los afligidos, los pecadores, buscando en ella uno un socorro, otro [...] y ella del tesoro de su caridad sacaba siempre con qué satisfacer a todos... Con su amor maternal, escribe Cozzano, abrazaba a toda criatura, y el que más pecador era, más caricias encontraba en ella; y si no podía convertirlo [piense en esto, Sr. Rector; yo ignoraba esta idea], lo inducía con amorosas palabras a hacer siquiera algo de bien, o menos mal, a fin de que por ese poco de bien pudiese recibir alivio en el momento de la muerte, y en el infierno menor tormento», etc., etc. etc.


[6839]

Deberían leer esto ciertos sacerdotes veroneses de corta vista y angosto corazón, que no son capaces de nada y critican a otros... porque falta la caridad y la humildad. Usted conoce el juicio de D. Squaranti acerca de D. Bartolo, sobre el cual escribía que ve todo más oscuro que el infierno, habla de todo y de todos, sueña con catástrofes, y concluía que fue D. Bartolo el que hizo el mayor daño a la Misión, y que era tan testarudo que ni el Espíritu Santo podía hacerle cambiar de opinión. Por tanto le deseo todo el bien, pero es mejor que no venga más a Africa. Yo tuve hacia él las más puras y santas intenciones; pero todos aquí piensan que será una bendición que no vuelva a Africa. Las aguas de Peio puede tomarlas en casa, mas para las de Recoaro es mejor que vaya al manantial.


[6840]

La misión, a pesar de sus inmensas dificultades, marcha bastante bien. Pasé días felices con D. Losi. Es tan testarudo como D. Bartolo, pero sabe que no tiene capacidad para dirigir. Y como misionero vale un Perú para la obra: es el mejor que tenemos. Todos son de la opinión de que con solo diez días que estuviesen juntos él y D. Bartolo, acabarían enemistados. Todos los días me pidió y rogó que hiciese a D. Luis Bonomi Superior de Nuba, porque es el único capaz de dar un gran impulso a esa misión y además conoce un poco la lengua de allí. Me dijo varias veces que en los tres años que estuvo con él en Nuba quedó edificado de su abnegación, de su espíritu, y sobre todo de su pureza y delicadeza en cuanto a honestidad, y de cómo se comportó en aquel país, donde hombres y mujeres van completamente desnudos.


[6841]

Y D. Bartolo me escribió varias veces en 1878 que lo echase por mujeriego y escandaloso (lo que también dijo de otros y de D. Jenaro, etc.). Yo no me decidía a pedir a D. Luis que se quedase en Nuba, porque había acordado con él llevármelo de compañero en todas las exploraciones por el Nilo Blanco, etc., y en Nubia Oriental, etc. Y el mismo D. Losi, sin que yo lo supiese, le rogó que se quedara en Nuba. Entonces D. Luis vino a mí y me dijo: «No tenga ningún cuidado; me quedo en Nuba o voy con usted: como a usted la plazca. Yo no conozco más voz que la de la obediencia, y ésta es mi único deber. También puedo quedarme aquí de buena gana a las órdenes de D. Losi, etc. etc.» Lo he puesto como Superior en Nuba, con gran contento de D. Losi y poca satisfacción de D. Rosignoli, que a pesar de todo no va mal.


[6842]

¡Cosa admirable! Don Losi no sólo vive para Dios y para las almas. Tiene un celo por ganar almas que enternece; y siempre está joven y bien cuando se trata de hacer oración, hablar con Dios, adorar al Santísimo y pasarse noches enteras arrodillado en la iglesia. Le ordené exponer el Santísimo (en la bonita y espaciosa iglesia, que he dedicado a San José), porque hasta ahora no habían podido hacerlo por falta de aceite para la lamparilla, y él encontraba sus delicias ante el altar; y yo (que duermo poco o nada) estuve haciendo de espía, y vi que a excepción de una o dos horas de sueño él estaba toda la noche (y el día) en la iglesia. Cuando reza el oficio solo lo hace siempre de rodillas, y en la iglesia se ve una alegría en su rostro que enamora. Yo le hablé de Jesús, de las cosas que he presenciado, de los prodigios que he visto en tantas almas de gran oración y caridad, y él estaba feliz.


[6843]

No siente las necesidades del cuerpo, ni siquiera las de comer y beber; para él es lo mismo la horrenda comida de los negros que un buen plato de macarrones. No toma nunca carne, o raramente, y sí, en cambio, cuando hay, sopa, leche y legumbres; pero nunca se olvida de ayunar los viernes, lo cual no dejaría de hacer aunque tuviese fiebre y estuviese a punto de morir, y jamás ese día, aunque no hubiera otra cosa, bebería caldo de carne. Dormía siempre en el suelo; pero, desde mis reiteradas amenazas de hace años, duerme ahora en el desnudo angareb, o como mucho en una simple estera, que siempre cede a algún negrito necesitado de ella. Habiendo yo ido a verle cuando tenía una fiebre de caballo, y encontrándolo de ese modo acostado vestido, le rogué in visceribus Christi que aceptase una almohada mía, porque no tiene nada ni quiere nada para recostar la cabeza, que entonces estaba más baja que los pies. Recurrí a las amenazas y a la orden en virtud de santa obediencia; pero sonriendo y castañeteando los dientes por la fiebre, me contestó que estas cosas son inútiles, que nosotros somos misioneros, etc. Mas por la mañana, con fiebre o sin ella, es el primero en decir misa. Y siempre está dispuesto a rezar: ¡cuánto ama la oración! Desea escribir a mi padre, al que quiere mucho, porque en Verona iban los dos juntos a rezar.


[6844]

Don Losi tiene el fervor del más perfecto monje al hacer el noviciado; y con que se hable de Dios, del Corazón de Jesús, de Santos, de Jesuitas, de rezar, él está siempre jovial y contento. Ha hecho un diccionario de más de tres mil vocablos nuba, y ahora repasa con D. Luis este trabajo para luego mandármelo, porque cuando buenamente puedan tenerlo listo, quiero hacerlo imprimir. Por otra parte, una vez que le ordené comprar niños y niñas enfermos y con pocas esperanzas de curación (a veces se consiguen por dos, tres, cinco táleros cada uno) fue enorme su alegría, y más habiéndole autorizado a gastar cientos de táleros, que yo me ofrecí a pagar. Don Losi es capaz de estar frente a frente con mujeres completamente desnudas, incluso con una sola, y mantener una actitud como la que mostraría usted ante un alumno suyo; y esto durante una hora o dos, para exhortarlas a hacerse cristianas, a vestirse y a no pecar. Y está con la misma indiferencia con que el P. Vignola le recibe a usted en su salón para una conversación confidencial; y muchas mujeres de aquí no tienen nada de repulsivas. Pero el misionero y la misionera de Africa Central tienen que ser así, y lo son con la gracia de Dios. Los hombres son más repelentes que las mujeres.


[6845]

Pero me estoy alargando demasiado. Acerca de esta misión, que hace concebir grandes esperanzas; de las estupendas exploraciones que hemos realizado, y de la gran influencia ejercida en este recorrido pastoral sobre todos los jefes, los cuales me consideran el salvador de los Nuba, por haberles asegurado que se acabará con la trata y se domará a los Bagara, etc., tendrá noticias por el informe general que dentro de unos meses enviaré desde Jartum para Propaganda.


[6846]

Empiezo (porque no sé cómo me las arreglo para ser tan largo y pesado) a responder a sus cartas. Quitaremos la casa de Sestri, y a Virginia de Verona, porque según el Emmo. es una plaga, cosa de la que ni por lo más remoto estoy convencido. San José, en cuyas manos he puesto todo, sabrá encontrar los correspondientes remedios: Sor Teresina y yo estamos seguros de ello. Nosotros estamos hechos para salvar almas; y que digan lo que quieran. Dios me lo sabrá tener en cuenta, porque Deus charitas est.


[6847]

Me desprecio a mí mismo cuando se trata de caridad, y no me preocupo de la opinión ajena, que se puede fabricar. Presto oídos solamente a mi conciencia cuando hay peligro de que un alma se pierda, y por gracia de Dios sigo perfectamente esta gran norma: ama nesciri, et pro nihilo reputari. En el mundo las he visto de todos los colores, y he aprendido por experiencia que ante todo se debe tener un gran amor a Dios, que genera el amor al prójimo, quod universa lex est; y luego he aprendido y conocido también lo sabia que es la verdad predicada por el Apóstol: cupio anathema esse pro fratribus meis.


[6848]

Es lo que viene a escribir Mons. Mermillod en la oración fúnebre del Arzobispo de Cambrai, hecho Cardenal con nuestro Emmo. Obispo, al que siempre he amado y venerado como a un gran hombre y primer benefactor de Africa Central.


[6849]

Perdone: se me olvidaba una cosa de D. Losi sobre el ama nesciri et pro nihilo reputari, la cual le quiero mencionar. Don Losi, tan virtuoso, santo y admirable como le dije, recibió de D. Bartolo (que siempre ha sembrado cizaña) la noticia que a mi vez le di yo –que en esto he sido proprio de Comuni Confessorum non Pontificum– de que D. Fraccaro mandó una carta a Su Eminencia, a Verona, manifestando no ser cierto cuanto escribió D. Losi, respecto a que desde hacía tres años yo no había mandado ni una piastra, o sea, desde el 21 de octubre de 1877 al 21 de octubre de 1880, y que eso se lo aseguraron los misioneros de El-Obeid (gasté en esos tres años para el Kordofán y Nuba cerca de 5.000 napoleones de oro). De modo que encontré a D. Losi muy turbado; él no habló conmigo, pero se desahogó en lamentos con D. Vicente Marzano.


[6850]

Entonces lo fui a ver para tranquilizarlo, y el pobre D. Losi estaba desoladísimo, porque me decía: Los de El-Obeid me dijeron verdaderamente que en tres años usted no había mandado una piastra. Y habiendo negado esto D. Fraccaro en una carta –me explicaba D. Losi–, yo pierdo el crédito ante Su Eminencia, y ya nunca me creerá». «Hijo mío –le dije–, aunque pierdas el crédito, ¿por qué no das el asunto por zanjado, poniendo así en práctica el ama nesciri et pro nihilo reputari?» «No –me respondió– me lo han dicho, y yo me debo justificar ante Su Eminencia y manifestarle que yo he dicho la verdad», etc. Y en esta turbación siguió más de una semana, e hizo y rehízo la carta al Cardenal, que sometió a mi juicio. Yo le aconsejé de este modo: «Hijo mío, los de El-Obeid te lo han dicho, o no te lo han dicho. Si te lo han dicho, y ellos creen que no, escribe a Su Eminencia explicándole que tú estás persuadido de que te lo han dicho, pero que reconoces haber escrito respecto a mí una cosa que no era cierta, porque en esos tres años tú viviste y comiste solamente gracias al dinero que yo mandé. Y si no te lo han dicho, entonces pide perdón a Su Eminencia por haber escrito con demasiada ligereza una cosa que tú ahora sabes que no era cierta, y humíllate, etc.»


[6851]

Pero todo fue inútil; quiso escribir a S. Em.a que los de El-Obeid le habían hablado así con certeza, y que él estaba seguro de eso, etc., etc. Entonces yo concluí: «Hijo mío, escribe a Su Eminencia lo que quieras contra mí; escribe incluso a Roma, a Propaganda y al Papa, diciendo que soy un canalla, digno de la horca, etc.: yo te perdonaré en todo caso, y nunca dejarás de tener mi afecto. Con que te quedes siempre en la misión, y me conviertas y me salves a mis queridos Nuba, tú serás siempre mi querido hijo, y te bendeciré hasta la muerte». A lo que él respondió: «En cuanto a esto no tenga duda: yo moriré en la Nigricia, allí donde usted me destine a trabajar por los negros». Entonces lo abracé, y le dije: «Moriamur pro Nigritia».


[6852]

Ahora bien, querido Padre, yo estoy confuso y no entiendo nada. ¿Cómo se explica este fenómeno, o sea, esta debilidad de amor propio en D. Losi, que es tan pío, tan devoto, tan mortificado, tan gran despreciador del mundo y de las propias comodidades, que ama tanto a Dios y se sacrifica por su gloria, y que cuando está unido a Dios en la oración no siente las fiebres, ni las debilidades del cuerpo, ni el hambre, ni la sed, etc?... Mi querido Padre, el Emmo. Barnabò me decía: «Mientras comamos y... seremos siempre débiles y hombres; cuando ya no tengamos boca para comer, entonces estaremos libres de las miserias». De todos modos, ¡viva D. Losi!; él es una de mis alegrías.


[6853]

En Delen he bautizado ocho adultos. El libro de los bautizados (aunque por las intrigas de mis adversarios, etc., etc. nos vimos obligados a abandonarlo durante dos años) registra más de setenta de ellos, y piense que todavía no se ha aprendido la lengua. El trabajo vendrá cuando se sepa la lengua, etc. Aquí hay muchos que bautizar, pero yo voy despacio.


[6854]

Ha pasado el tiempo, es la hora del correo, y estoy ya sin fuerzas, etc.; así que no escribo a nadie más, aunque tengo tres cartas de Propaganda por contestar. Además la fiebre no está lejos. Dé recuerdos a mi padre con una línea, así como a D. Luciano, etc. Mil respetuosos saludos al Rmo. Superior y al Emmo., e igualmente a Mons. el Rector, a Ravignani, a las Peccati, etcétera. Bendigo a ambos Institutos, y a los de Sestri, y al Dr. Baschera. Haga una visita especial por mí a la Superiora y a Virginia, y dígales que las bendigo, y recuerde a Virginia que llevo tiempo sin recibir cartas de ella (dos meses). ¡Viva Jesús! ¡Viva María! ¡Viva Pepe! Aquí están bien los misioneros y las Hermanas: todos, menos yo y en parte D. Fraccaro. Pero existe el paraíso. Ruegue por



Su afmo. en el Señor

† Daniel Obispo