Comboni, en este día

A su primo Eustachio, Comboni escribe desde Sta. Cruz (1858), después de la muerte de la madre:
Aunque con decisión di la espalda al mundo a fin de asegurar la salvación de mi alma consagrándome a un estado de vida totalmente similar al de Cristo y de los Apóstoles, sin embargo he sentido vivamente los ladridos de la frágil condición humana, y he llorado amargamente la gran pérdida.

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21
Su padre
0
Korosko
27.11.1857

N. 21 (19) - A SU PADRE

AF

Korosko (Nubia)

27 de noviembre de 1857

Queridísimo Padre:


 

[160]
Ya llevo doce días en el vasto reino de Nubia, donde me siento un poco lejos de vosotros. Pero entended bien lo que significa para mí la palabra lejos. Si considero la distancia material que nos separa en los diferentes países y reinos que he recorrido desde que me despedí de vosotros en Italia, me doy cuenta de que estoy muy lejos, aunque apenas me encuentro en la mitad del recorrido hasta el lugar de destino. Pero si pienso en la continua e inmediata relación que mantengo con vosotros, en el cariño que os tengo, en mi mente, en la que continuamente estáis presentes, entonces estoy siempre cerca, hablo siempre con vosotros, nos comunicamos nuestros recíprocos sentimientos de afecto, estoy siempre unido a vosotros, porque el amor no conoce distancias ni limitaciones de tiempo.


[161]
Sí, querido padre y querida mamá: por más que sean variados y diferentes los objetos que me rodean, en vez de sugerirme ideas relacionadas con ellos, despiertan en mí vuestro amado recuerdo; de modo que os contemplo en las amenas orillas del Nilo, y en las adustas arenas del desierto, y bajo la tienda, y en cualquier lugar en donde esté. Por eso quítate de la cabeza ese falso proverbio tuyo, que quizá aprendiste mientras tu abuela hilaba, y que dice: Lejos de los ojos, lejos del corazón; porque cuando es un amor verdadero, cristiano, filial, no hay distancia que pueda menguarlo: yo, al menos, lo siento así.


[162]
Cuando estaba en el colegio, había días que transcurrían sin que yo pensara en tanto como he recibido de vosotros, en lo que os debo: ahora no hay hora ni momento en que no dirija la mirada de la mente para pensar en vosotros, en lo que habéis hecho por mí, en lo que vuestro amor de padres estaría dispuesto a hacer, y, sobre todo, en el heroico consentimiento que me habéis dado, el cual sólo puede salir de un alma temerosa de Dios que, desdeñando toda satisfacción terrena, tiene puesta la mirada únicamente en la herencia de los santos. Aquí hablamos de vosotros casi todas las noches, y siempre es objeto de admiración vuestro gran ánimo, el cual es superior sin parangón a nuestra no pequeña valentía de aventurarnos a nuestra gran Misión. Por eso nos encontramos sumamente contentos con nuestra situación; y siempre damos gracias a Dios, que a pesar de nuestros defectos nos ha llamado a servirle tan de cerca. Y yo en particular os agradezco y os agradeceré siempre, queridos padres, el haberme permitido seguir mi vocación.


[163]
En cuanto a nuestra salud, no sé lo que ocurre. Porque desde que salimos de El Cairo hemos dormido siempre, ya sobre un montón de tablas en el barco, ya sobre una floja estera dentro de una tienda, continuamente expuestos a las iras del viento, del polvo, y de las moscas, que son innumerables y tan pesadas que parecen descender en línea directa de aquellas que en tiempos del Faraón constituían una plaga de Egipto. Comemos siempre pan fresco comprado en El Cairo, el cual nos durará todavía meses, y soportamos no pocas incomodidades más, propias de los largos y difíciles viajes. Y sin embargo debemos confesar que, por gracia de Dios, todos nos encontramos en mejor estado de salud que cuando estábamos en Europa. Yo no tengo mal sabor de boca por la mañana como en Verona; D. Angel raras veces sufre su insoportable dolor de cabeza, y D. Alejandro ya casi no tiene su ardor intestinal. Es que hasta ahora no podemos quejarnos del calor, porque en nuestra tienda no sobrepasa los 32° ahora que es invierno; y en el cercano desierto que estamos a punto de atravesar, no supera ahora los 43°; pero deberíamos resentirnos de las otras molestias inherentes a nuestra actual situación. Por eso sólo podemos dar gracias a Dios que nos presta especial ayuda.


[164]
Pero vosotros desearéis saber algo de nuestro viaje; así que voy a satisfaceros. Superadas las formidables cataratas de Asuán el 15 de los corrientes, con gusto entramos en Nubia, que presenta un aspecto muy diferente del de Egipto. Las orillas del Nilo están casi siempre flanqueadas por inmensas montañas de granito, y raras veces por bosquecillos de palmas datileras y de otras clases. El cielo es bellísimo. Los habitantes tienen un color como el de las negras de piel más clara de nuestro Instituto, un espíritu más noble que el egipcio, y un poco menos sumiso al tiránico gobierno del gran Bajá, que administra Nubia (vasto reino que es como una vez y media y más todo el imperio austríaco, aunque menor en población) por medio de Mudir encargados de recoger no ya los impuestos, sino todos los productos de la tierra nubia, para llevarlo todo a los almacenes de El Cairo, dejando desprovisto al pueblo, que se alimenta casi siempre de dátiles, y a veces de un poco de sorgo.


[165]
Es algo verdaderamente lastimoso ver a estos pobres pueblos hundidos en la miseria y pasando las mayores privaciones; y dando cada día, sin embargo, gracias a Mahoma que lo quiere así.

[Aquí Comboni se detiene en una descripción del ambiente.]


[166]
Visitada brevemente la famosa isla de Filé, célebre por un templo muy grande construido por Tolomeo Filadelfo, rey de Egipto, después de una navegación sin contratiempos llegamos a Korosko, lugar situado en los límites del gran desierto, desde donde os escribo.


[167]
Levantadas nuestras tiendas bajo una palmera datilera, un cuarto de milla fuera de Korosko, cerca de la orilla del Nilo, nuestro primer pensamiento fue celebrar misa, y con ese fin formamos con dos cajas un elegante altarcito dentro de nuestra tienda, adornado con flores de nuestro Instituto. No puedo expresar con palabras el consuelo que sentimos al ofrecer al augusto sacrificio en esta desdichada tierra, donde quizá, por lo que se nos aseguró, nunca fue inmolada la Hostia pacífica de nuestra Redención. Hacía casi tres semanas que no celebrábamos. Antes de marcharnos pensamos dejar hecha una inscripción sobre la que figure un cáliz dibujado, como recuerdo para la posteridad de tan fausta circunstancia.

La primera noche de nuestra llegada, nos despertamos y tuvimos que armarnos contra una hiena que se acercó a nuestra tienda. Y la segunda noche cayó un poco de lluvia: era la primera que veía desde mi partida de Verona, y también la primera que caía en Korosko, pues según la memoria del lugar, nunca se había visto caer allí una gota de lluvia.


[168]
En esta pequeña ciudad estamos esperando unos sesenta camellos para cruzar el desierto; esperamos marcharnos dentro de cuatro días, y esta travesía del desierto es una de las partes más difíciles de nuestro viaje. Pero ¿creéis que sufriremos alguna enfermedad, como casi siempre ocurre al europeo que pasa por aquí? Estad seguros que no; y esto os lo va a confirmar una carta que yo os mandaré desde Jartum. Dios está con nosotros, y aunque siempre nos encontramos dispuestos a morir, tenemos por dentro el presentimiento de que vamos a llegar a Jartum –y antes atravesar el gran desierto, que se extiende desde Korosko a Berber– sin un dolor de cabeza. Y esto lo digo porque el gran trecho del desierto lo vamos a hacer en la fiesta de S. Francisco Javier, nuestro Protector, que es el 3 de diciembre, y enseguida llega la de la Inmaculada Concepción, que es la protectora de nuestra Misión, o sea, el día 8. Mientras, estamos aquí preparando las cosas, y a D. Juan y a mí nos vienen a preguntar a menudo sobre alguna enfermedad.


[169]
El otro día acudió a mí un capitán del ejército egipcio para pedirme consejo sobre una enfermedad de los órganos genitales. Como aquello estaba relacionado con la sífilis, entre otras cosas le prescribí abstinencia sexual no sólo con mujeres en general, sino incluso con su propia esposa, o que de lo contrario se preparase para reunirse con Mahoma, a lo que me contestó: «¿Qué quiere que haga yo con tantas mujeres? Tengo diez en casa, que son mis esposas; así que bastantes tengo ya como para buscarme otras».


[170]
La poligamia está aquí muy extendida entre los que tienen con qué mantenerse. Estando entre estos caballeros, muchas veces nos sentimos apenados al ver tantos infelices hijos de Adán víctimas de la más deplorable servidumbre, y que después de haber sufrido tanto en la tierra, pasan luego a padecer las aún mayores penas del infierno. Aquí la Religión fue predicada en el siglo V por S. Frumencio, enviado a estas tierras por S. Atanasio, Patriarca de Alejandría; unos dos siglos más tarde vinieron los mahometanos a destruirlo todo, incluida la Religión de J. C.; y desde entonces , es decir, desde hace mil cien años, no ha vuelto a llegar la religión Cristiana a Nubia, donde hasta hoy hay pena de muerte tanto para el que predica como para el que abraza nuestra Fe. Sólo en 1848, Mons. Knoblecher, actual pro vicario apostólico, pudo establecer junto con D. Vinco una Misión en Jartum, donde pueden proveer, si no al bien de los mahometanos, sí al de los esclavos negros.


[171]
Pero basta, que estarás cansado. Deseo impacientemente llegar a Jartum, donde espero encontrar cartas vuestras; el correo os llega antes que a nosotros, porque de Egipto a Jartum va por medio de dromedarios que marchan veloces día y noche.


[172]
Mientras, manteneos alegres, tranquilos y confiados en Dios, que ve todo, que puede todo, que nos ama. Recordad que rezamos por vosotros, nos acordamos siempre de vosotros y estamos siempre agradecidos por vuestra gran presencia de ánimo. Habéis puesto toda vuestra confianza en Dios, y El sabrá recompensaros dignamente. La Providencia divina es la base de todas las esperanzas de un pobre Misionero, que abandonando cuanto de halagüeño ofrece el mundo, se aventura bajo sus protectoras alas en tierras extrañas a promover la gloria y el reino de Jesucristo.


[173]
Os recomiendo que os cuidéis, que no ahorréis nada en cuanto a vuestro bienestar físico: por el Señor lo habéis hecho todo. Espero que os busquéis una sirvienta maja; y cuidado con no hacerlo así. Me obligaríais a mandaros una fea negra del centro de Africa, que os serviría como a reyes. Adiós, querido padre, querida mamá, escribidme a menudo y sobre todo lo que os concierne: estad alegres, os repito, y sed constantes en el camino del Calvario, que de los 820 pasos que hay desde el Pretorio de Pilato al Calvario, vosotros habéis andado 800: ¿vais a asustaros ahora por sólo 20 pasos? Eso nunca.


[174]
Te ruego que hagas por mí de padrino con mi ahijado Santi, llamado Pilès, hijo de Carlos y Ana María. Lamento no haber podido ir a Riva a saludar a nuestros queridos parientes; saludadlos de mi parte mucho y a cada uno. Saludad también al Tío José, que de seguro reza por mí; a Eustaquio, Herminia y los niños; al Sr. Consejero nuestro patrón, su hermano y su cuñada de Riva; al Sr. Rector, a D. Bem. al Sr. Beppo y a Julia Caretoni; a la familia de Luis y Prudencia Patuzzi; a las buenas Sras. Minica, Virginia y Gigiotta, que me prometieron rezar por mí y sin duda lo harán; a David el Médico, al Dr. Fantini, al amigo Antonio Riatti, a Rambotini; al Cabo, también en nombre de D. Angel; al Sr. Vicente Carettoni y su familia de Bogliaco; a nuestros parientes de Bogliaco; a Maderno, a los jardineros de Supino y Tesolo, al Sr. Maestro, a Cándido, al Párroco de Voltino, y a todos los que preguntan por nosotros, dando el más cordial saludo al Sr. Pedro Ragusini y por medio de él al Sr. Bartolo Carboni, que me han ayudado y son buena gente; y también a todos aquellos a los que he tenido ocasión de disgustar, y especialmente a ti y a mamá, a los que impartiendo mi bendición me declaro de todo corazón



Vuestro afmo. hijo

Daniel Comboni






22
Su madre
0
Korosko
27.11.1857

N. 22 (20) - A SU MADRE

AFC

Korosko (Nubia)

27 de noviembre de 1857

Queridísima Mamá:


 

[175]
Me alegro mucho, querida mamá, de hacerte saber que estoy sano, que pienso en vosotros, rezo por vosotros y, aunque lejos, vivo siempre por vosotros. ¡Cuántas veces cada día pienso en el gran sacrificio que habéis hecho por mí al Señor! Esto es para mí un gran gesto que nunca dejaré de admirar, y siempre os estaré agradecido por el favor que me habéis hecho, del cual era completamente indigno. Nosotros os recordamos siempre.


[176]
En Verona, en Jerusalén y en muchos otros lugares hay gran cantidad de personas y monasterios rezan por nosotros y por nuestra misión; pero, a decir verdad, yo cuento más con algún Avemaría tuya, por salir de un corazón que se ha sacrificado por la gloria de Dios. Sé, pues, constante en tu generosidad; mantente siempre alegre; y a la menor tentación de falta de confianza, o lo que sea, pon el pensamiento en la Madre Dolorosa al pie de la Cruz. Nosotros también estamos siempre alegres; y cuando el enemigo de la salvación nos trae a la mente el dolor que sentimos por nuestra separación, y el que sentisteis vosotros (que lo tenemos siempre presente), nos ponemos a pensar lo que sufrieron Jesucristo y tantos Apóstoles y Misioneros, y entonces nos confortamos.


[177]
Si vieses la miseria que hay en estas regiones, aunque hubieras tenido cien hijos, los cien se los habrías dado a Dios para que viniesen a traer un consuelo a estas pobres almas. Agradece, por tanto, al Señor que te haya concedido la gracia de darle todo lo que tenías.

Mientras, te saludo de todo corazón. ¿Acaso has estado mala hasta ahora? Anda, mamá, escríbeme, y siempre. Saluda de mi parte a tus hermanos y cuñada, diciéndole al tío Luis que, si va a confesarse tres veces al año, le mando excelente tabaco africano; y al tío, si va otras tantas, le mandaré alguna preciosa botella de vino egipcio, mejor que el que él se pimpla cuando agarra esas grandes monas que le hacen ver doble. Saluda también de mi parte a todas tus comadres, a la Pirola, la buena criada de nuestros parientes, y bendiciéndote, me declaro de todo corazón



Tu affmo. hijo

Daniel



P.D. Te mandan un cordial saludo todos mis compañeros, y te exhortan a rezar por nosotros.






23
Su madre
0
Korosko
9.12.1857

N. 23 (21) - A SU MADRE

AFC

Korosko, 9 de diciembre de 1857

Mi queridísima Madre:


 

[178]
De verdad me parecería cometer un delito si desaprovechase siquiera una oportunidad de manifestarte los sinceros y afectuosos sentimientos de mi corazón. ¡Ah, si supieras cuánto te quiero, y cuánto aprecio y estimo tu generosa decisión! A cada momento me parece verte concentrada en tu dolor, ya alegre por una esperanza futura, ya presa de una inexplicable incertidumbre, ya toda absorta en la confianza en Dios. El corazón humano está hecho así, querida mamá. Dios ahora no hace más que bromear, porque te ama.


[179]
¡Ah, si pudieses comprender cuánto agradece Dios tu congoja! Estoy seguro de que incluso el resto de tu vida sería un paraíso. Sí, querida mamá, le eres sumamente querida a Dios; y yo me glorío de tenerte por madre; y si no me esforzase en trabajar y consumir toda mi vida por la gloria de Dios, seguiría muy mal los generosos ejemplos de mis padres, que me han precedido en la gloriosa empresa de sacrificarlo todo por amor de Jesucristo.


[180]
Animo, pues. Te recomiendo de todo corazón a mi viejo Simeón; compadécele en sus defectos, corrígele, ámale por amor de Dios y por amor mío; vivid en recíproca caridad y armonía. Dios te tiene preparado un trono en el cielo, que recompensará infinitamente todas las pesadumbres de tu vida.

Da un abrazo de mi parte al viejo Simeón; saluda en mi nombre a las Sras. Miniche, y créeme de corazón



Tu afmo. hijo Daniel






24
Su padre
0
Korosko
9.12.1857

N. 24 (22) - A SU PADRE

AFC

Korosko, 9 de diciembre de 1857

Mi queridísimo y buen padre:


 

[181]
Habiendo dispuesto la Providencia de Dios que no llegasen hasta ahora camellos suficientes para poder efectuar nosotros con todas nuestras cosas la travesía del desierto, nos vimos obligados a permanecer en Korosko hasta este momento; por eso creo oportuno escribirte antes de mi partida, esperando que hacia mediados de enero hayas recibido la carta.


[182]
¿Qué hacemos nosotros mientras tanto? Pasamos los días entre la esperanza y la irresolución. Un día teníamos una noticia de las caravanas que volvían del desierto; al día siguiente venían barcos con presos encadenados que debían aprovechar los camellos recién llegados para ir a cumplir su condena un poco más allá de Jartum, en el Bahar-el-Azrek, al igual como se hace en Rusia, donde los delincuentes condenados a cadena perpetua son enviados a Siberia, para que poco a poco se mueran de frío, como estos presos egipcios habrán de morir poco a poco de calor; otro día más tarde proyectábamos atravesar Dongola e ir a Jartum por el desierto de Bayuda, que es mucho menos peligroso que el de Nubia que vamos a pasar; pero había el inconveniente de que se necesita emplear en ello tres e incluso cuatro meses a causa del paso de Wady-Halfa y de otras siete cataratas del Nilo.


[183]
Sin embargo, al cabo de dos semanas largas, Dios quiso que llegase una caravana de Berber; con los camellos de la cual saldremos mañana de Korosko hacia el desierto, habiéndose hecho ya el contrato y entregado como anticipo al Habir de nuestra caravana una cantidad correspondiente a poco más de 200 táleros.


[184]
Pero, mientras, ¿sabes, querido padre, qué pensamientos ocupaban mi mente? El generoso sacrificio que vosotros dos habéis hecho es siempre para mí objeto de meditación; y creo en el fondo de mi alma que padres más afortunados que vosotros hay pocos en el mundo. Porque, ¿cuáles son los padres que mejor desempeñan y cumplen su Misión? Napoleón decía: los que dan más hijos al Estado. Y lo mismo un antiguo filósofo: los que dan más hijos a la Patria. Pero nuestra santísima religión, en cambio, afirma que cumplen más perfectamente su Misión los padres que procrean hijos para el cielo. Pues bien, ¿acaso no sois vosotros de estos últimos?


[185]
Pero vuestra suerte es todavía mayor. Porque vuestro único hijo no solamente ha sido encaminado por vosotros para el cielo, sino que ha sido llamado por Dios a la conversión de los infieles, y por tanto a un estado en que todo se dirige a mandar al cielo otras almas que ahora se hallan en las tinieblas y en las sombras de muerte. Y este hijo, que era todo vuestro patrimonio en la tierra, lo habéis consagrado completamente a Dios, no reservando para vosotros más que el perenne sacrificio de su lejanía, e incluso de su pérdida por amor a Jesucristo.


[186]
¿Y quién hay en el mundo que haya hecho esto con tanta generosidad? Sólo los llamados por Dios a grandes cosas, como Sta. Felícitas, la madre de los Macabeos, y otras almas que fueron especialmente queridas por Dios.

Y no digáis que, al fin y al cabo, este hijo vuestro, que habéis dado, es un pobre tonto, ignorante, inútil, incapaz de emprender nada, porque aunque sea verdad que soy tal, sin embargo vosotros me habéis sacrificado a Dios como si fuese un Salomón, un Apóstol S. Pablo. De modo que aunque yo sea un siervo inútil e incapaz; aunque no haga nada; aunque –es un decir– me volviese apóstata (¡el Señor me proteja!), vosotros habéis ganado ante Dios tanto mérito como si hubieseis dado a la Iglesia un S. Agustín, un Javier, un S. Pablo, porque Dios no tiene en cuenta la grandeza de las cosas, que todas son menos que cero comparadas con El, sino lo grande del cariño con que se dan, como J. C. agradeció que S. Pedro dejase todas sus cosas por seguirle, las cuales no consistían más que en una barquita toda rota y agujereada y en unas pocas redes todas destrozadas; pero S. Pedro lo dejó todo, y el Evangelio le ensalza como si hubiese dejado un reino; porque el pobre campesino aprecia tanto su modesto y rústico lar como el monarca su capital.


[187]
Pues bien, vosotros sois de los que han dado todo por Jesucristo. Y no me digáis tampoco que son felices los padres que viven junto a sus hijos. ¡Ay!, éstos tienen en la tierra parte de su paraíso, y en el lecho de muerte, cuando las delicias pasadas ya no se saborean y se conocen demasiado bien las cosas en su esencia, en el lecho de muerte, digo, tendrán el amargo pesar de no haber hecho nada por el Señor, mientras que vosotros gritaréis entonces llenos de júbilo: ¡¡¡Bendito el Señor, que me ha guiado por el camino de la Cruz y ahora me devuelve centuplicada merced!!!


[188]
Animo, pues, querido padre mío: yo siempre tengo el corazón vuelto hacia vosotros, hablo con vosotros todo el día, soy parte de vuestros afanes, y saboreo de antemano las delicias que Dios os reserva en el cielo. Animo, pues. Sea Dios el centro de comunicación entre vosotros y yo. Guíe El nuestras empresas, nuestros asuntos, nuestros destinos, y alegrémonos: que tenemos un buen amo, un fiel amigo, un padre amoroso.


[189]
Acuérdate sobre todo de confiar en este buen Padre, y de ser humilde; porque las gracias que el Señor te ha hecho y te hará no te han sido concedidas por tus méritos, sino por su misericordia.


[190]
Yo me encuentro en perfecta salud, como todos mis compañeros, que son también mis superiores, y a los que ni siquiera soy digno de hacer de siervo, porque es tal su bondad que en comparación con ella mis acciones son delitos. Ellos os saludan a los dos y desean que roguéis al Señor por nuestra misión. Esperamos llegar por la Epifanía a Jartum, desde donde dentro de enero saldremos para el Bahar-el-Abiad.


[191]
Da un cariñoso saludo a mamá, la cual te recomiendo de todo corazón; ten paciencia con ella, y disculpa sus defectos, que ella disculpará los tuyos. Al lado de Dios, todos estamos llenos de defectos. Así que paciencia y caridad, para que Dios también sea indulgente con nosotros. Dale un cariñoso beso de mi parte, procurando que no le falte de nada, sin reparar ni en campo ni en ninguna otra cosa, que Dios proveerá en todo.


[192]
Muchos saludos a Eustaquio, a Herminia, al tío José, a nuestros parientes de Riva, Limone, Bogliaco y Maderno; al Sr. Rector, al Sr. Beppo Carettoni, a Patuzzi y familia, al Abuelo D. Ben, al Sr. Ragusini, a Vicente, al Médico, a Risatti, a Rambottini, a nuestro patrón, y a todos. Saluda igualmente al agente del vapor Meneghelli, en correspondencia a sus saludos; tengo la impresión de que es un hombre de bien y un buen cristiano. ¡Adiós! ¡¡¡Adiós!!!



Tu afmo. hijo Daniel






25
Firmas de Misas
1
Verona
1857
N. 25 (23) - FIRMAS DE LAS MISAS CELEBRADAS

EN S. JUAN BAUTISTA DE SACCO, VERONA

AMV





26
Firmas de Misas
1
Verona
1857
N. 26 (24) - FIRMAS DE LAS MISAS CELEBRADAS

EN SAN ESTEBAN, VERONA

ASSV





27
P. Serafin OFM
0
Verona
1857
N. 27 (25) - AL P. SERAFIN O.F.M.





Deus meus et omnia!



N.B. Palabras de Comboni en la última página del libro «De ascensione mentis in Deum» de Bellarmino, regalado al P. Serafín por Comboni.





28
Eustaquio Comboni
0
Jartum
12. 1.1858

N. 28 (26) - A EUSTAQUIO COMBONI

AFC

Jartum, 12 de enero de 1858

Querido Eustaquio:


 

[193]
Fue verdaderamente grande el placer que sentí al leer tu estimada carta de fecha 16 de noviembre; pero hubiese sido mucho mayor si me hubieses dicho algo de los progresos del pequeño Emilio. Sé que Eugenio y Enriquito van bien, y me congratulo mucho de ver siempre confirmada la buena impresión que conservo de ellos; pero que me tengas sin noticias del que no siempre se portó loablemente como los otros dos, me produce la natural sospecha de que también en Roveredo esté haciendo alguna barrabasada como hacía en Limone, aunque por otra parte espero que en conjunto su comportamiento será aceptable. Así que escríbeme otra vez hablándome de todos, sin exceptuar a ninguno, contándome lo bueno y lo malo, los progresos y los fallos, porque antes prefiero saber positivamente un pequeño defecto que sospecharlos mayores aunque no los haya.


[194]
De todas formas, me consuela mucho que esté bajo la inmediata y sabia dirección del nunca bastante encomiado D. Giordani, cuyo cariño y preocupación por tus buenos hijos conozco acaso mejor que tú. ¿Cómo está la amable y querida Herminia? ¡Qué dulces y agradables recuerdos me trae la grata memoria que en mi corazón guardo de ella! Dale por mí cien, mil besos, y dile que la gran distancia que de ella me separa no ha disminuido lo más mínimo el gran cariño que le profeso; dile que no me desagrada en absoluto tenerla incluida desde hace tantos años en el número de aquellos por los que siento un afecto especial, que nunca me siento arrepentido de haberla amado, sino que incluso lejos de ella me complazco en hacerle saber que la llevo en el corazón.


[195]
Sí, querido Eustaquio; aunque por seguir la voz de Dios, constatada por las señales más ciertas y los indicios más seguros, yo haya tenido que hacer un completo holocausto y sacrificio de mi corazón alejándome de los seres más queridos, a los que estoy unido por los más sagrados vínculos de la sangre, sin embargo mi espíritu se pasea incesantemente entre vosotros, se ocupa de vosotros, indignamente, sí, pero ruega por vosotros, y goza con que se le haga partícipe de cuanto a vosotros concierne.


[196]
Alégrate al saber que mi querido Eugenio está obligado a rendir cuentas de sus materias escolares en lengua alemana: verás los progresos que hace en poco tiempo. Esto es un obstáculo menor para su talento: una nadería para él; y estoy seguro de que con su conducta y aplicación a los estudios dejará muy satisfechos a sus superiores, honrará a la familia y formará parte de tu paraíso en la tierra. Así, mirando por él, manténte en buena relación y frecuente contacto con Mitterrutzner, que os podrá favorecer mucho, incluso después de terminados sus estudios en Innsbruck, tanto en Alemania como en Iliria, en Italia, en Francia y en todas partes.


[197]
Por mi padre te habrán llegado nuevas de mi viaje hasta ahora, y del que estoy a punto de emprender entre las tribus del Centro de Africa. ¡A qué sacrificios está sometido el pobre Misionero! Mi padre y mi madre son venturosos y afortunados ante Dios, que ya tiene señalada la salvación de sus almas; pero su dolor por mí es el mayor de los sacrificios que me impone la Providencia divina, porque todo viene a caer sobre mi corazón, y sufro más que con cien muertes, las más atroces, padecidas por dar testimonio de la fe. Pero Dios, que quiere de mí este gran sacrificio, tendrá piedad de ellos y les prestará la prodigiosa asistencia que para ellos imploro cada día.


[198]
Adiós, querido hermano y amable primo. Te recomiendo a mis pobres padres; ocúpate de ellos en mi lugar, que Dios te otorgará con largueza sus bendiciones. Te recomiendo a mi querido Eugenio, en cuyos destinos yo estoy tan implicado como tú. Te recomiendo al bueno de Emilio, que el pobrecito me […] ha sido un poco desafortunado en su pueril elección de sus estudios. Te recomiendo al pequeño Enrique, el cual espero siga un camino mucho mejor que el de todos vosotros. Saluda de mi parte mucho y mucho más a mi querida Herminia, al Sr. José Carettoni, a Julia, vuestra buena sirvienta, y a toda la familia, mientras en la esperanza de no tener que echar en falta tus cartas, te abrazo y beso mil veces, y me declaro de todo corazón



Tu afmo. hermano

Daniel






29
Don Pedro Grana
0
Jartum
15. 1.1858

N. 29 (27) - A DON PEDRO GRANA

ACR, A, c. 15/38

Jartum, 15 de enero de 1858

Mi amable y querido D. Pedro:


 

[199]
Gran aflicción me causó la noticia que me dio mi padre en carta con fecha 6 de nov., de que con seguridad deja usted Limone. ¡Pobre pueblo! Privado de quien le enjugó tantas lágrimas y lo colmó de tantos bienes, ahora estará sin pastor y sin esperanza de volver a gozar nunca de las pasadas delicias. Cuánto, cuánto lo siento, querido D. Pedro, aunque todavía no sé si realmente ha abandonado ese pobre lugar donde nací. Pero basta de hablar de desgracias.


[200]
Habrá recibido una carta que le envié desde Jerusalén, y aunque mi padre le habrá informado de mis viajes, por el temor de que haga ya meses que usted no está en Limone quiero hacerle un resumen. Habiendo salido el 23 de oct. de El Cairo a bordo de dos grandes dahhabias, tras 20 días de feliz navegación llegamos a Asuán, donde contemplamos a la carrera las famosas pirámides y las gloriosas ruinas de Denderah, Keneh, Tebas, Karnac, Luxor, Esneh, etc. Evitadas las cataratas mediante un pequeño recorrido por el desierto a lomos de camello, volvimos a remontar el Nilo en Schellal, lugar situado al principio de Nubia, bajo el trópico; y alquiladas dos nuevas embarcaciones, llegamos felizmente a Korosko, pueblo limítrofe con el terrible desierto de Nubia.


[201]
La palabra desierto produce pavor a quien ha experimentado lo que es. Pero si bien el desierto implica mil peligros, incomodidades, privaciones y miserias, sin embargo, teniendo también la estación propicia del invierno, nosotros lo pasamos en veintidós días muy felizmente, y en contra de todo lo que esperábamos. Cuarenta y siete camellos formaban nuestra caravana, a cuyo mando iban dos competentes habir contratados para nosotros por el gran jefe del desierto. Primero se viaja a través de grandes montañas abrasadas por el sol, en cuyas faldas hay estratos de cal formados por los grandes calores del verano.

Al cabo de dos días se entra en un inmenso espacio de arena ardiente que recuerda la vastedad del mar, con la salvedad de que lo azota una temperatura de 38, 40 y hasta 43 grados Réaumur [47,5; 50 y 53,75 grados Celsius, respectivamente] ahora que es invierno y sopla menos el aire de fuego. El fatigoso y molesto balanceo del camello, que produce agudos dolores en la espina dorsal; la escasez de comidas calientes; la estera puesta en el suelo desnudo, sobre la que se descansa, y otras incomodidades, hacen sobremanera temible este desierto, que no sé en cuántos años ha devorado al menos noventa y ocho caravanas y hecho cantidad de víctimas, como nos decía el habir, y se ve por los muchos huesos de los que murieron, y por los miles de esqueletos de camellos, que constituyen el único alimento de las hienas, y la principal señal para conocer el camino.


[202]
En Korosko cogimos veintiséis odres de agua del Nilo para el desierto, y al cabo de dos días tomó el color y el sabor de la piel de cabra putrefacta de que está hecho el odre, lo cual aumentó nuestro malestar; y esto sin contar otras no menores privaciones que acompañan al que viaja por el desierto. Pero he aquí que varias bandadas de diferentes aves se distinguen a lo lejos, acompañadas del estruendoso bramido de los hipopótamos que pueblan el Nilo en su discurrir por Nubia, anunciando que ya está cerca la ciudad de Berber, capital del territorio de este nombre. Fletadas nuevamente dos embarcaciones, y abrazado el Bajá Wood el-Kamer, famoso matador del gran Cheik que quemó en 1822 a Ismail Bajá, hijo del inmortal Mehmet Alí V, rey de Egipto, después de ocho días de favorable navegación llegamos felizmente a Jartum, cuatro meses y seis horas después de nuestra salida de Verona.


[203]
Jartum está situada en los confines con las tribus de Africa Central; y ahora precisamente estamos preparándonos para la peligrosa expedición. Nuestra intención por el momento es ir por el Bahar-el-Abiad hasta poco más allá del Ecuador, y luego de realizar detenidas exploraciones, ver de introducirnos en una tribu que sea grande y que tenga una lengua bastante difundida. Aquí en Jartum se cuentan cosas horribles que han hecho este año los habitantes del Bahar-el-Abiad; pero nos damos cuenta de que reciben demasiadas provocaciones de los aventureros, que tratan de quitarles los colmillos de elefante. Nosotros confiamos en Dios, que nos llamó a tan alta empresa.

Pero basta, mi querido D. Pedro. Espero que aún se encuentre usted en Limone y me consuele con alguna carta suya. Nosotros estamos los cinco en perfecta salud, y hablamos a veces de usted y de su sistema liberal cuando estaba en el colegio. Muchos saludos al Sr. Pedro Ragusini, a su buena Madre, hermanos y hermanas Elisa y Marietta, mientras me reitero de todo corazón



Suyo afmo., Daniel Comb.

Mis compañeros le envían saludos.






30
Dr. Benito Patuzzi
0
Jartum
15. 1.1858

N. 30 (28) - AL DR. BENITO PATUZZI

ACR, A, c. 15/87

Jartum, 15 de enero de 1858

Mi querido y amable compadre:


 

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......... En Korosko, después de alquilar 43 camellos y cargarlos con 27 odres de agua, nos adentramos en el terrible desierto de Nubia. Nuestra caravana estaba compuesta en total de 47 camellos, porque se unió a nosotros un capitán turco, y venían también dos habir, o jefes de caravana que el gran Jefe del desierto había puesto al frente de ella como responsables de toda siniestra eventualidad. El gran Jefe es el señor absoluto de ese largo y peligroso paraje, y desciende del famoso Jeque Abd-el-Qader, que vivió hace muchos siglos, y al que por ser el primero que atravesó el desierto se le considera un profeta a la altura de Mahoma, por lo cual nuestro gran Jefe es tenido por un santón, y cuando quiera puede hacer perecer todas las caravanas en el desierto, sin que nadie, ni siquiera el Gran Bajá, pueda decir una palabra......

[Aquí describe la travesía del desierto, realizada con éxito, sin daño para la salud de ninguno de sus compañeros.]


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Finalmente, al cabo de veintiún días, llegamos sanos y salvos a Berber el último día del año, después de haber celebrado misa el día de Navidad en Abuhhammed, donde nunca en presencia real había sido adorado el Creador del universo. En Berber vino a visitarnos a nuestra tienda el Bajá Wood-el-Kamer, famoso por haber matado a Ismail Bajá, hijo del gran Mehmet Alí. Fletados dos barcos, remontamos nuevamente el Nilo, y después de una mirada a las pirámides de Meroe, antigua capital del famoso reino etiópico que floreció antes todavía que el egipcio, flanqueados de grandes cocodrilos, que por decenas, veintenas, treintenas se ven en los islotes cercanos, y atronados los oídos con el estruendoso bramido de los hipopótamos, llegamos felizmente a Jartum, el 8 de los corrientes, a los cuatro meses justos.

Los Misioneros nos acogieron cortésmente en esta lejana estación. Dentro de tres días saldremos para el interior de Africa.



En la posdata, Comboni dice haber recibido una carta enviada por el médico de Limone en la que éste le comunica una grave enfermedad de su madre. Habla también Comboni de que en la mañana de ese día 15 ha sido recibido junto con sus compañeros por el Patriarca copto de Abisinia, que se dirige a El Cairo en calidad de embajador ante el Gran Bajá-Virrey.






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