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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
791
Mons. Joseph De Girardin
0
Jartum
2. 9.1878
N. 791 (752) - A MGR. JOSEPH DE GIRARDIN

AOSIP, Afrique Centrale



Jartum (Sudán Egipcio), 2 de septiembre de 1878



Ilustrísimo Señor:



[5382]
Acabo de recibir su venerada carta fechada en París el 29 de julio, la cual me comunica que el Consejo Central de la Obra de la Santa Infancia, en su reunión del 21 del pasado mayo, ha asignado a Africa Central la cantidad de 5.000 francos. No tengo palabras para expresar mi agradecimiento a esa Obra admirable y a su Consejo Central. Contestaré a todas las preguntas, verdaderamente útiles, contenidas en sus cartas, con la información debida.


[5383]
Primero, respecto a la pregunta sobre cómo hacerme llegar las ayudas de la Santa Infancia, el medio mejor y más económico es girar una letra de cambio contra Rothschild de París, y mandármela a Jartum, porque aquí hay un comerciante francés, el Sr. Marquet, que acepta todos los efectos girados contra Rothschild de París, y me los paga en el acto. La letra librada a mi favor podrá ser a dos meses.


[5384]
Otra manera segura es enviar el dinero por medio del Ministerio de Asuntos Exteriores y del Cónsul General de Francia, o mandar una letra contra Rothschild de París a D. Bartolomé Rolleri, Superior de los Institutos para negros de El Cairo, en Egipto, y Procurador General de Africa Central. De este medio se sirve desde hace diez años la Propagación de la Fe, y es el más seguro.


[5385]
Pero en la presente ocasión, si todavía no ha enviado esta cantidad utilizando los medios que le indiqué en mi carta del pasado 16 de agosto, le rogaría que hiciera entregar 3.000 francos oro a mi banquero en Roma, el Sr. Brown e Hijo, de Via Condotti, a través del Superior General de los Trinitarios y Director de la Santa Infancia en Roma, que es el confesor de la devota familia Brown, porque me serían necesarios para hacer viajar seis misioneros a Egipto vía Nápoles. En cuanto al resto, le rogaría que me lo enviase lo antes posible mediante una letra contra Rothschild dirigida bien a D. Rolleri, alumno de mi Instituto de Verona y Superior de mis Institutos de El Cairo (Egipto), o bien directamente a mí, a Jartum, como le he indicado más arriba.


[5386]
El trigo, me dice el Cónsul austríaco y agente consular de Francia en Jartum, que otras veces nosotros pagábamos de 20 a 25 francos el ardeb (88 kilos) se ha pagado aquí a 360 francos el ardeb. Pero desde hace cuatro meses casi todos mis Institutos del Vicariato han dejado de consumir pan, porque me falta el dinero para comprarlo, y se vive en ellos de durrah, que es un alimento demasiado flojo para los europeos. Hablo de los misioneros europeos, de las Hermanas de San José de Marsella y de las Pías Madres de la Nigricia de Verona, y no de los alumnos, de los huerfanitos y de los otros indígenas, que nunca han probado el pan de trigo, sino siempre el durrah, el dokhon y el grano del país. Sume a todo esto la gran falta de agua potable que sufrimos, y verá lo penoso de nuestra situación. Pero el Sagrado Corazón de Jesús, a través de la Propagación de la Fe y de la Santa Infancia, pondrá remedio a todo.

Quedo en los Sagrados Corazones de Jesús y María



Suyo devotísimo

† Daniel Comboni

Obispo y Vicario Aplico. de Africa Central






792
Card. Juan B. R. Kutschker
1
Jartum
3. 9.1878
N. 792 (753) - AL CARD. JUAN B. R. KUTSCHKER

AVW



3 de septiembre de 1878



Carta en latín sobre la carestía.





793
Cuatro Padres
1
Jartum
8. 9.1878
N. 793 (754) - A LOS PP. ANACLETO DALLA CHIARA,

FRANCISCO FALEZZA, JUAN B. PERUZZI

Y MIGUEL FALEZZA

ACR, A, c. 14/134



Jartum, 8 de septiembre de 1878



Carta en latín sobre la carestía.





794
Mons. Jerónimo Verzeri
1
Jartum
15. 9.1878
N. 794 (755) - A MONS. JERONIMO VERZERI

ACR, A, c. 15/144



Jartum, 15 de septiembre de 1878



Carta en latín sobre la carestía.





795
Can. Juan C. Mitterrutzner
0
Jartum
26.9.1878
N. 795 (756) - AL CAN. JUAN C. MITTERRUTZNER

ACR, A, c. 15/79



Jartum, 26 de septiembre de 1878



Dulcissime rerum:



[5387]
Como del último informe económico trimestral de D. Pablo Rossi resulta que las casas de Verona van perfectamente y no tienen ni un kreutzer de deuda, y dado que hoy las más urgentes necesidades se hallan en el Vicariato (también están libres de toda deuda los Institutos de El Cairo), por eso, para evitar la Aduana de Verona, si recogiese usted limosnas le ruego que las envíe directamente al Sr. D. Bartolomé Rolleri, Superior de los Institutos par negros de El Cairo (Egipto), porque él las hará llegar enseguida a mis manos. Le ruego que siga este procedimiento hasta nuevo aviso. Este mes he escrito a más de cuarenta Deanes y Párrocos austríacos, especialmente de la diócesis de Salzburgo; también me he dirigido por carta a Mons. Gassner, rogándole que le envíe siempre a usted todo lo que recoja para Africa.


[5388]
Cuanto usted mandó también para mí a Verona, en su totalidad quedó allí retenido por D. Pablo, a quien yo había autorizado a efectuar retenciones para las necesidades de aquellos establecimientos. Ahora usted, sin decir nada a D. Pablo, haga los envíos a El Cairo. Y si se trata de una letra de cambio contra Viena, Francfort o París, puede remitírmela a Jartum directamente, porque aquí hay comerciantes que me la hacen efectiva en el acto.


[5389]
Gordon Bajá se muestra implacable con la esclavitud. En el tiempo que lleva aquí (desde junio) ha ordenado la incautación de treinta y seis caravanas de esclavos. A mí se me muestra muy favorable, y siempre viene a verme. Ha decidido confiar a nuestras Hermanas de Verona, actualmente en Berber, el hospital gubernativo de Fashoda (capital de los Schelluk), y luego (cuando vengan más Hermanas) pondrá a su cargo el hospital de Ladó (cerga de Gondókoro), y más tarde el del Nyanza Alberto, en el Ecuador. Por otra parte, a las Hermanas de San José, que se encuentran aquí, les ha confiado el hospital de Jartum, de cuarenta camas. Ha comprendido que, encargando de los hospitales a las Hermanas, vivirán tres cuartas partes de los militares que en otro caso morirían. Y todo –dice el escrito– sous le contrôle de Mons. Comboni. Con la gracia de Dios y de San José (en cuyas barbas hay guineas y florines a manta), la misión adquirirá magníficas proporciones. Interesa, pues, que prospere la Sociedad de María de Viena, porque es símbolo de protección austríaca del Vicariato; yo ya he escrito al Cardenal Arzobispo de Viena.


[5390]
Las Hermanas de Verona irán de Berber a Fashoda el próximo octubre, y un vapor del Gobierno irá expresamente a buscarlas para trasladarlas allí. La semana que viene, para preparar los locales ya dejados por el Gobierno, enviaré a D. Squaranti a Fashoda. Esta se encuentra precisamente enfrente de aquel punto de la tribu de los Denka que había elegido D. Beltrame para el Insto. Mazza; de modo que para allí y para Ladó se necesitan los diccionarios y gramáticas denka y bari que con tanto mérito compuso usted. Ya ve el inmenso servicio que con ese trabajo ha prestado a Africa y a la Iglesia. No pasará 1879 sin que nos hayamos establecido en los Nyanza, en el Ecuador. Yo lo tenía ya todo acordado con Gordon Bajá para el presente mes de septiembre; pero la defección de alguno (porque se necesita gran abnegación, virtud y perseverancia para resistir en Africa Central), más las deudas y la terrible carestía, me han aconsejado esperar.

Mil respetuosos saludos a Su Alteza Rma., al Sr. Deán, y a todos sus compañeros y Profesores subordinados; y sepa que sus cartas nos sirven de gran consuelo. El diccionario y la gramática de los Nuba siguen adelante.

Ruegue al Corazón de Jesús

por su afmo. y fidelmo.

† Daniel Obispo y Vic. Ap.




[5391]
Como aún no había enviado la adjunta a Salzburgo, se la mando a usted, rogándole que la mande. Vale.

Lea también la carta escrita en latín a Mons. Gassner, de Salzburgo, y también, si es de su agrado, léasela a sus compañeros los Profesores, ut orent, y luego envíela.

Mil excusas.






796
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
30. 9.1878
N. 796 (757) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 695-699



N.° 7

Jartum, 30 de septiembre de 1878



Eminentísimo y Rmo. Príncipe:



[5392]
Con el último correo he recibido su venerado escrito del pasado 14 de agosto, en el que me ordena suspender de momento la expedición a los lagos Nyanza, por los justos y prudentes motivos que se digna señalarme. Y yo, sin más, cumpliendo la voluntad de Dios tan claramente conocida por medio de mi Superior, suspendo de raíz la expedición, en la seguridad de que Dios hará lo mejor para aquellas pobres almas.


[5393]
En 1873, cuando extendí las actividades del Vicariato hasta Gebel Nuba, a occidente, el Sr. D. Antonio Squaranti, Rector de mi Instituto de Verona, y ahora Administrador General de los bienes temporales del Vicariato y residente en Jartum, me escribía desde Verona en estos términos: «Me alegro de que se extienda hasta Gebel Nuba y aún más adentro, incluso por toda Africa Central; pero, por caridad, no vaya al Ecuador, a los Nyanza, porque el Ecuador es para mí». Y desde entonces he pensado y preparado estudios, y seguido todas las fases de los diversos viajes realizados siguiendo las huellas de Speke, Grant y Baker, y también acerca de las diferentes lenguas y varios pueblos esparcidos por el Ecuador. Pero D. Squaranti y yo somos felices de obedecer la voluntad de Dios, que es tan manifiesta, y a ella nos atenemos.


[5394]
Además encuentro muy prudente y oportuna la decisión de Vuestra Eminencia Rma.; porque aparte de estar yo todavía en apuros a causa de la terrible carestía (situación a la que mi administrador y ecónomo general San José pondrá remedio con seguridad dentro del plazo establecido, que comuniqué al Emmo. Card. Bartolini), y, lo que es más, de tener que disponer o tratar los previstos asuntos con la nueva Madre General de las Hermanas de San José de la Aparición, las cuales son muy pocas en mi Vicariato (lo que exige que yo no me mueva de Jartum), se da encima la oportunidad de constatar y sopesar el resultado de las primeras expediciones de los Misioneros de Argel –cómo llegan a su destino, cómo se establecen allí, cómo logran soportar las duras pruebas inevitables en estas circunstancias–, y de ver qué esperanzas se pueden concebir tanto sobre los Misioneros de Argel como respecto a los míos.


[5395]
Para eso se necesitan al menos dos años; y toda decisión que se tomase antes, sería prematura e intempestiva. Porque un nuevo visitante llegado a Africa Central en una estación del año, recibirá una impresión y encontrará facilidades o dificultades que no serán las mismas que si llega en otra estación. Por ejemplo, un Visitador Apostólico enviado por la Santa Sede a visitar Africa Central que llegase a Jartum, al Kordofán o a los Nyanza entre noviembre y abril, encontraría perfecto orden, exacta observación de la regla y ejercicio de regular ministerio; encontraría una primavera, y a todos dispuestos a servirle. Pero si llegase en el tiempo de las fiebres, suponiendo que él mismo no sucumbiese o enfermase por largo tiempo, vería a cada uno resistiendo a fuerza de virtud, pero no encontraría aquella regularidad y buen orden de la estación propicia.


[5396]
De este modo, si en buena estación algunos de los Misioneros de Argel llegan a Tanganika y otros al Victoria Nyanza, encontrarán buen país, buena acogida, buen alojamiento, buen servicio, buena asistencia, y estarán en condiciones de desarrollar pronto las primeras actividades de implantación. ¡Qué espléndidos informes a la Santa Sede, a la Propagación de la Fe, a Francia, al Univers y a los otros periódicos católicos!


[5397]
Pero esto no permite todavía decir que realmente los misioneros están bien establecidos. Es preciso esperar a que pasen al menos dos estaciones malas, y ver las posibilidades de solidez que tiene su implantación, después de que todos hayan caído enfermos y algunos hayan muerto, y de que, aparte de las enfermedades, hayan tenido que hacer frente a dificultades y obstáculos provenientes de los nativos y de las diversas Sociedades de protestantes, o a problemas de otro género, como el de aquellos que se desaniman y toman el camino de vuelta. Sólo después de estas pruebas, o sea, transcurridos al menos dos años, es posible hacerse una justa idea de cómo ha ido la implantación. No aspirando yo más que al verdadero bien de Africa y a su redención, sería feliz de que los Misioneros de Argel tuvieran un espléndido éxito en su ardua misión. Y digo francamente a V. Em.a que en el fondo de mi corazón espero que triunfen, porque me parece imposible que entre los más de 160 misioneros de que puede disponer Mons. Lavigerie (tengo los nombres de todos aquí sobre la mesa) no haya al menos dos o tres docenas que resistan todas las dificultades, y que por amor de Dios y de las almas no se sientan dispuestos a encontrar en el campo de batalla (no desde la seguridad de Europa, porque entonces todos están preparados para el martirio) una muerte prematura por la Nigricia.


[5398]
Tengo la certeza de que la Iglesia y Africa se beneficiarán mucho de tan santa y generosa institución. Mas para juzgar y tomar una decisión sobre el establecimiento de los límites de las nuevas futuras misiones, y del límite meridional de mi Vicariato, es prudente y oportuno que pasen al menos dos años, o dos malas estaciones, que en Africa Central varían según los diferentes grados de latitud. Sería además sobremanera conveniente y útil para la Iglesia que tuvieran éxito en su santa empresa los misioneros de Argel, por la influencia que en Africa Central adquiriría Francia, la única que puede contrabalancear (si no cae en manos de Gambetta) la influencia inglesa, que no está lejos de ciertas miras, las cuales, sin embargo, se harán cada vez más moderadas a medida que Inglaterra se acerque, como hace, al catolicismo.


[5399]
Respecto a la idea de diferir la toma de decisiones definitivas, no creo inoportuno recordarle humildemente otro hecho, conocido de Propaganda y de todo el mundo.

En 1874 Mons. Lavigerie publicó una espléndida circular, en la que anunciaba una próxima expedición de sus misioneros a Tombuctú. La prensa católica respondió con entusiasmo a la santa iniciativa: limosnas de todas partes, y descripción minuciosa del itinerario por la ruta de los Tuareg, de las tribus por cuyos territorios debían pasar y de la época en que llegarían a aquel reino misterioso. La ciencia y las Sociedades Geográficas compartían la común alegría y entusiasmo.


[5400]
Yo me encontraba en el Kordofán cuando leí la circular y los periódicos alemanes, franceses e ingleses que hablaban de ella, y hasta el New York Herald, que me pasó su corresponsal. Al principio me puse muy contento. Pero cuando leí el camino que se tomaba, el sistema de viajar, y sobre todo la época en que se pensaba llegar a Tombuctú, dije a mis misioneros que ninguno de los miembros de la expedición alcanzaría su destino, porque o morirían por el camino, o serían asesinados, o se volverían atrás. Y es que comprendí bien que, si realmente los misioneros seguían aquella ruta o viajaban de aquella manera por Africa, carecerían de experiencia, la cual no se debe adquirir haciendo de un tirón un largo viaje; sino que hay que lograrla haciendo el mismo viaje, trecho a trecho, no ya en cinco o seis meses, como imaginaba la prensa, sino en cinco o seis años.


[5401]
Y cuando llegué a Jartum, como había tenido en el pasado excelentes relaciones con Mons. Lavigerie y con Mons. Soubiranne, entonces Vicario General, escribí al primero una larga carta, señalándole el fruto de mi larga experiencia sobre el modo de viajar por los desiertos y por los territorios de las tribus africanas, y exponiéndole humildemente mi idea sobre cómo podría alcanzar con suma probabilidad de éxito su santo objetivo, aunque en tiempo lejano. Nunca recibí respuesta a esta carta, que acaso ni siquiera llegó a manos del señor Arzobispo. El caso es que, encontrándome en El Cairo en febrero de 1876, supe por Les Missions Catholiques que los misioneros que se dirigían a Tombuctú habían sido asesinados, y leí la espléndida circular de Mons. Lavigerie en que comunicaba a sus diocesanos el martirio sufrido por sus excelentes hijos, etc, etc., y tenía mil justificaciones. Pero, hoy, ¿quién habla ya de Tombuctú?... La empresa era realmente díficil. Y Dios, en su misericordia, reservaba a este magnífico cuerpo de misioneros, que son de muy buena voluntad, una empresa más grande y cargada de frutos para la Iglesia, y mucho más importante, la de las misiones ecuatoriales, no dominadas por el islamismo, como ocurría con la de Tombuctú.


[5402]
En todo caso, manifiesto a la sabiduría de la S. C., de V. Em.a y del Santo Padre que, cualesquiera que sean las indudablemente sabias determinaciones que la S. C. considere oportuno tomar en firme, por los resultados de las santas expediciones ya emprendidas, por los Informes lo más exactos posible que el Arzobispo de Argel y yo le mandaremos a su debido tiempo, y sobre todo por la luz del Espíritu Santo que la guía, yo las aceptaré con júbilo y prontitud, como expresión de la voluntad de Dios.


[5403]
Al saber la muerte del Emmo. y Rmo. Card. Franchi, mi corazón se dolió profundamente, se duele todavía y se dolerá durante mucho tiempo. Por él ordené en el Vicariato –y nosotros hicimos en Jartum, con la asistencia del I. R. Cónsul austrohúngaro y de los católicos– solemnes funerales y servicio fúnebre en sufragio de su alma bendita. Suplico de la bondad de V. Em.a que, si lo tiene a bien, presente al Santo Padre mi más sentida condolencia por esta gran pérdida que ha tenido la Iglesia. En cuanto al Card. Nina, ruego a V. Em.a se sirva comunicarle mi humilde felicitación por haber sido elegido sucesor del llorado Card. Franchi, y de quien fue corona del espléndido y borrascoso Pontificado del santo Pío IX, o sea V. Em.a Rma., cuyas dos sublimes, celebérrimas e inolvidables notas a los Nuncios Apostólicos sobre la Circular Mancini y sobre la muerte de Víctor Manuel hieren todavía a lo vivo al espíritu de la revolución, y permanecerán siempre como monumento elocuente de la sabiduría del Romano Pontificado y de la verdad que lo rodea.


[5404]
En mi última carta del pasado junio, le incluía la que he dirigido a Su Santidad León XIII, como felicitación y en acto de acatamiento. Espero que le haya llegado, y que la haya presentado al Santo Padre.

Postrado al beso de la sagrada púrpura, me suscribo con el respeto más profundo



De V. Em.a Rma. hummo., devotmo,. obedmo. hijo

† Daniel Obispo de Claudiópolis

Vicario Apostólico de Africa Central






797
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
24.10.1878
N. 797 (758) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 700-710



N.° 8

Jartum, 24 de octubre de 1878



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[5405]
Le escribo desde la misión principal de Jartum, donde me encuentro solo en lo que se refiere a sacerdotes, y hago de Obispo, de Párroco, de Superior, de simple cura, de médico, de enfermero y de enterrador. Sólo tengo conmigo dos hermanos laicos de mi Insto. de Verona: el encargado del jardín y el que lleva el almacén, los cuales tuvieron sus fiebres, pero están bien. De las Hermanas, sólo una permanece en pie; las demás, y casi todas las chicas, están en la cama con una fiebre que lleva un mes haciendo estragos. A los sacerdotes, y a casi la totalidad de los laicos y de los muchachos, después de tremendas fiebres, los he enviado en una gran embarcación por el Nilo Azul para que cambien de aires. Más de la mitad de los habitantes de Jartum están enfermos, y caen como moscas.


[5406]
El hambre sufrida ha traído como consecuencia esta espantosa mortandad. Resulta que en los lugares situados hasta a 200 millas de Jartum (de hasta donde me han llegado noticias ciertas), el hambre, la sed y la enfermedad han dejado más que diezmada la población; digamos, por ejemplo, que de 50.000 habitantes han muerto más de 25.000. Me hacen saber mis sacerdotes que han cambiado de aires, a quienes yo había sugerido detenerse en tales y tales poblados, que éstos están medio desiertos, con sólo enfermos en ellos, y que el resto de la población, los que faltan, han muerto en los últimos meses. A mi Administrador, D. Antonio Squaranti, que me siguió sin haber podido aclimatarse en El Cairo, por precaución, por salvarle la vida, lo mandé a Berber a mediados del pasado mes; y los cuidados de aquellas excelentes religiosas pertenecientes las Pías Madres de la Nigricia, que yo fundé en Verona, y a las que el mismo D. Squaranti dirigió en el Noviciado para la vida apostólica de Africa, lo han fortalecido y restablecido completamente.


[5407]
Por mi parte, aunque en Jartum cae sólo sobre mis hombros el peso de la administración y dirección, y me encuentro en movimiento día y noche por las casas, o mejor los hospitales, donde se ven tantas miserias, estoy perfectamente sano. Como llevo una vida muy ordenada, comiendo dos veces al día una sola cosa; no bebiendo nunca vino, que mata con estos calores, sino sólo agua (nunca, tampoco, limonadas); no tomando carne o pollos u otras cosas que aumentan la bilis, ni sopas, etc., que hacen venir la fiebre, sino comiendo nada más que un bistec preparado en un solo minuto y bebiendo agua del Nilo, me encuentro en perfecta salud: nunca un dolor de cabeza, más de veinte cartas con cada correo que parte, trabajo continuo... Tengo la satisfacción de haber curado a muchos del tifus, y de que nadie haya muerto sin los sacramentos, y sin la confirmación el que no la tenía.


[5408]
La sed ha terminado en el Kordofán porque las lluvias fueron abundantísimas, y en parte han sido la causa, después del hambre, de la presente mortandad. El Gobierno egipcio, para que desde Sudán no pase la enfermedad a Egipto, ha establecido el cordón sanitario y la cuarentena en Berber y Suakin, de modo que nosotros hemos quedado encerrados.


[5409]
Estoy convencido de que el hambre y la carestía de Africa Central han sido y son todavía mucho más terribles y espantosas que el hambre y la carestía de la India y de China……

El haber sido yo el único entre los Vicarios Apostólicos que ha levantado la voz en Europa, y la natural apatía de estos indígenas, hija del fatalismo del Islam, que los lleva a sufrir y morir callando, han hecho que en Europa, que tanto ha socorrido a los hambrientos de la India y de China, no se hayan conmovido por el hambre y la carestía, ni por la sed (peor que el hambre), de Africa Central; y no pocos periódicos, entre ellos La Voce della Verità, a los que escribí repetidamente sobre la tremenda desgracia, ni siquiera se han dignado mencionar la carestía de Africa Central. Bendito sea siempre el Señor.


[5410]
Afirmo que la carestía de Africa Central es más terrible que la carestía de la India y de China por los siguientes motivos:

1.° Aquí (y lo mismo digo del gran imperio de Darfur, recientemente conquistado, con el que estoy en continua relación, y de otras partes del Vicariato) ha muerto más de la mitad de la población; pero todavía no he leído que en ninguna provincia de Asia las víctimas del hambre hayan llegado a constituir la mitad de todos sus habitantes.


[5411]
2.° En Asia, junto con el hambre, se da lo positivo de un buen clima, aire fresco y casas que resguardan. Aquí, junto con el hambre, está la pesadilla y la opresión de un calor sofocante que quita las fuerzas y aumenta los horrores del hambre (no hablamos de la sed en todos esos lugares alejados del Nilo y del Nilo Blanco, la cual es un flagelo peor), calor que desde las 9 a.m. hasta las 4 p.m. sobrepasa los 50 grados; y téngase además en cuenta que un tercio de la población carece de casa donde resguardarse.


[5412]
3.° La situación de los misioneros de Africa Central en el hambre africana es más atroz y espantosa que la de los obreros evangélicos de la India y de China; porque creo (aunque sin poderlo probar, sino sólo basándome en lo que vi en la India hace muchos años) que los misioneros, Obispos y Hermanas europeos en Asia no habrán carecido nunca de lo preciso, y además de mesa suficientemente abastecida (de lo que se debe alabar y dar gracias a la amorosa Providencia de Dios) los misioneros habrán encontrado aire fresco, buen clima, descanso en la noche y muchas otras cosas necesarias que no tenemos en Africa Central. De ello me congratulo grandemente con mis hermanos misioneros de Asia. Pero los misioneros del Kordofán y de Gebel Nuba, aparte de las incomodidades del calor, del agua salobre y racionada, etc., desde hace seis meses no han probado el pan de trigo, y han tenido que mantenerse misioneros y Hermanas a base de dokhon (especie de mijo silvestre que en Europa rechazarían hasta las gallinas); y sólo por gracia de Dios y por la abnegación de aquellos misioneros míos y Hermanas de San José se ha conservado el trigo para elaborar hostias, y así poder decir misa y comulgar.


[5413]
Pero ese dokhon, o mijo, ha habido que pagarlo mucho más caro que el trigo en tiempos ordinarios. Y en cuanto al pan que comemos en Jartum, se hace pasar como de trigo y se paga diez veces más caro que en épocas normales. Pero desde luego yo no diría misa con una hostia hecha a base de la harina del pan de Jartum.


[5414]
A pesar de todo esto, adoramos las divinas disposiciones y sufrimos de buena gana por amor de Dios, en la seguridad de que Dios sacará de ello lo mejor para el Apostolado de Africa Central; como también creo que lo hará el Corazón de Jesús, al que con la aprobación del nunca bastante llorado Pío IX, consagré en 1873 todo el Vicariato.


[5415]
He dicho que he levantado la voz, y que Europa, impresionada por las verdaderamente lamentables condiciones de la carestía en la India y en China, no se ha conmovido por Africa Central. Cierto es que la Propagación de la Fe me ha mandado 12.000 francos de donativos extraordinarios; pero son limosnas recogidas a raíz de mis cartas a Inglaterra y a otras partes. La que más se ha conmovido ha sido mi pequeña pero benemérita Sociedad de Colonia para el rescate de los Negros, que con los periódicos católicos que puso en acción y con cuestaciones especiales me ha mandado hasta ahora 20.000 francos. Pero ¿qué son estas ayudas frente a las necesidades del Vicariato? Aquí el precio de los productos de primera necesidad es diez, doce veces más caro de lo normal. Mantequilla no hay, y hacemos como dicen en Verona que hacen los de Vicenza: di quello che non hanno ne fanno senza [de lo que no tienen, prescinden]. En el Kordofán no hay pan. Un huevecito (la tercera parte de uno de Roma) cuesta media lira. Y así sucesivamente, sin calcular los muertos.


[5416]
Tuve la idea de suplicar a la S. C. que me mandase una ayuda, como hizo con algunas misiones de la India y de China; pero creí, y creo todavía, que haría un agravio a mi querido ecónomo San José molestando a la Santa Sede y a Propaganda, que tiene que ocuparse de todo el mundo. Por tanto, de la S. Congregación no quiero nada, salvo su sabia dirección, sus órdenes con respecto a mi conducta, sus consejos, sus instrucciones, y sus rapapolvos cuando ella los considere útiles y oportunos. Pero, dinero, no: lo rechazaría con humilde sumisión. Me basta con una bendición especial, amplísima, del Vicario de Cristo León XIII, y de V. Em.a Rma.


[5417]
Habría querido rogar a Vuestra Eminencia que me recomendase a la Propagación de la Fe. Mas, a decir verdad, considero que no debo hacerlo, porque esa santa Obra me da ya una contribución anual muy importante, y tengo miedo a tirar demasiado de la cuerda: me conformo con que siga dando su asignación anual, que asegura la existencia y conservación de la misión. Ahora bien, si V. Em.a le escribiese, recomendando cada vez más el Vicariato de Mons. Comboni en general –sobre todo en vista de la tremenda hambre, sed y mortandad, y de las consecuencias de estos flagelos, las cuales durarán mucho–, eso no estaría mal. Pero lo que haga V. Em.a será lo que yo veneraré como voluntad de Dios.


[5418]
Habría querido suplicarle también que me escribiese una carta de recomendación para la Sociedad de Colonia, que está integrada por miembros eminentemente católicos del estilo de Lowenstein y el Barón de Löe, a los que V. Em.a conoce personalmente. Hijos y soldados de estos dos héroes son los miembros del Comité de Colonia, presidido por el Rmo. G. U. Nöcker, Párroco de S. Jacob, en esa ciudad, el cual es un verdadero santo. Pero, aparte de que esas grandes almas trabajan lo mismo por la pura gloria de Dios, suspendí mi petición por los siguientes motivos:


[5419]
1.° Aquella benemérita y pía Sociedad, que desde hace más de veinticinco años trabaja con verdadero celo y perseverante abnegación para ayudarnos a la Nigricia y a mí, escribió en 1876 al Santo Padre Pío IX (d. s. m.) y al Emmo. Cardenal Prefecto de Propaganda a fin de ofrecer para el Vicario Aplico. de Africa Central, Daniel Comboni, durante toda la vida de éste, 10.000 francos anuales, más todos los ingresos que ella tuviera. Es un acto generoso y útil para la misión de Africa, el cual yo sólo acepté bajo la condición por mí impuesta a dicha Sociedad, y por ella aprobada, de que la asignación de 10.000 francos no se limitase a mi persona, sino que después de mi muerte se extendiese a todos mis sucesores: así ha quedado. Pues bien, a pesar de un ofrecimiento tan generoso, aquella pía Sociedad no recibió, ni del Santo Padre ni de Propaganda, ninguna respuesta, hasta el punto de llegar a dudar de que las cartas dirigidas a S. S. y a la S. C. hubieran llegado a su destino.


[5420]
Es cierto que el Emmo. Card. Franchi (d. s. m.), y me parece que también Mons. el Secretario, me dijeron que darían respuesta y acusaron recibo de la carta. Pero a la Sociedad no llegó nada, cuando dos palabras de agradecimiento de la S. C. habrían sido muy gratas a aquellos católicos generosos, que han dado cientos de miles a la Nigricia y constituido una buena renta para el Vicario Aplico. de Africa Central. Ahora no me parece muy oportuno que Propaganda me recomiende a esa Sociedad, a causa de lo que he expuesto más arriba, y por eso no he rogado en este sentido.


[5421]
2.° Cuando en 1872 fui nombrado Provicario, expuse a Vuestra Eminencia, entonces Secretario, la idea de suplicar al Card. Barnabò (d. s. m.) que concediese sendos caballeratos a los dos miembros más activos y constantes, que a lo largo de 22 años han trabajado para la Obra. Y como V. Em.a me dijo que era mejor esperar un poco para ver su perseverancia, yo esperé hasta diciembre del año pasado, en que acrecentados los motivos de mérito de los dos señores (Hrn. Schnitzler y el Dr. Sticker II), por la gran perseverancia y por la generosa subvención in perpetuo de 10.000 francos al Vicario Aplico. de Africa Central, ad fulciendam dignitatem episcopalem, como se leía, creo, en la Ponencia de nov. de 1876, el Emmo. Card. de Canossa dirigió una petición a Propaganda respecto a la concesión de los dos mencionados caballeratos de Colonia, más otro para el benemérito Vicepresidente de la Sociedad Mariana de Viena, y el título de Consultor de Propaganda para el ilustrísimo Mitterrutzner, de Bressanone, Canónigo Regular Lateranense de la Orden de San Agustín (S. Pietro in Vincolis), doctísimo y gran benefactor de Africa, etc., etc., que compuso y editó dos diccionarios y dos catecismos de dos lenguas muy extendidas en Africa Central; y al no disponer yo entonces de tiempo para especificar los detalles de la petición del Emmo. de Canossa, lo hice posteriormente desde El Cairo, con mi carta n.° 1 al Emmo. Card. Prefecto, de fecha 14 de enero del corriente año.


[5422]
Pero las sobrevenidas desgracias de la muerte del Sumo Pont. Pío IX, y sus consecuencias, etc., creo que dieron lugar a que este asunto (útil para Africa, y en sí razonable y justísimo) quedase paralizado, y yo no tuve respuesta ni el menor indicio de cómo iba.


[5423]
Por eso, en caso de que V. Em.a creyese oportuno ayudarme (y gran caridad me haría), antes de recomendarme a la ínclita Sociedad de Colonia, fundada por el Emmo. Card. Geissel (d. s. m.), y protegida mucho por el muy pío y glorioso desterrado Mons. Melchers, Arzpo. de Colonia, mi especial benefactor, que manda siempre su generoso óbolo a aquella Sociedad, sería gran generosidad, magnanimidad y condescendencia que:


[5424]
1.° Escribiese dos líneas a aquel Presidente, dando las gracias por la concesión de los 10.000 francos de renta al Vic.° Aplico. de Africa Central, y manifestando que la S. C. o Su Santidad la aceptan de buena gana.

2.° Mandase las dos condecoraciones de Cab. de la Orden Llana, o de San Gregorio, a los dos mencionados señores de Colonia, el Dr. Sticker II, de 55 años, y el Sr. Schnitzler, de 65, ambos activísimos miembros no sólo de la Sociedad para el rescate de los negros, sino también de muchas otras. Además, el Dr. Sticker es un distinguido y elocuentísimo orador católico, y ambos incansables recogedores de fondos para muchas otras Obras católicas, así como genuinos católicos, apostólicos y romanos, adeptos al Papa en todo el rigor del término.


[5425]
Si V. Em.a se dignase hacer esto, sin duda mi ecónomo San José quedaría como un señor, y me mandaría en el plazo debido –como es seguro, segurísimo que hará– lo que en la fiesta de su Patrocinio le pedí conminatoriamente, y que he explicado claro a esa columna de la Iglesia que es el Emmo. Card. Bartolini, a saber:


[5426]
1.° Cien mil francos oro antes de que finalice el 31 de diciembre de este año, para subvenir a las más urgentes necesidades del Vicariato y de toda la Obra por mí fundada.

2.° En el plazo de un año, a contar desde el pasado Patrocinio de San José, es decir, antes del 12 de mayo de 1879, perfecto equilibrio de la economía del Vicariato y de toda la Obra, desde Verona hasta Gebel Nuba (poco a poco nos enteramos de que entre un sitio y otro había casi 70.000 francos de deuda, de los cuales ya he pagado casi la mitad). O lo que es lo mismo: antes del próximo 12 de mayo, San José tiene que arreglárselas para que no debamos ni un céntimo, y proporcionarnos lo necesario para la conservación, estabilidad, desarrollo y progreso de la Obra y del apostolado de Africa Central.


[5427]
Tengo la certeza de que a su debido tiempo podré honrarme en informar a V. Em.a de que San José ha cumplido con su deber, realizando todo aquello a lo que sumisamente le conminé. San José es uno de los más preciosos tesoros de la Iglesia y de Africa, y mi administrador y ecónomo. En la presente mortandad le he declarado que no sólo no quiero morir, sino que además no quiero ni una sola fiebre (y aquí la han tenido todos, incluso Gordon Bajá), porque no me da la gana; y en tanto que todos los otros han caído enfermos, yo no sólo no he tenido fiebre: es que ni siquiera un dolor de cabeza. En suma, San José proveerá a todo. Y pese a lo caro de los víveres y a la frialdad de Europa, la preocupación económica, o mejor, el temor de carecer de lo necesario, es lo último que se me pasa por la cabeza; si bien cada día, como es mi deber y voluntad de Dios, trabajo mucho por esto, porque afecta a la conservación y desarrollo de la Obra de Dios.


[5428]
Disculpe, Emmo. Príncipe, que me haya alargado demasiado. Pero piense que el dirigirme incluso por extenso a mi Superior y abrirle mi corazón es un gran alivio para mi aislamiento, y para mi espíritu, que no tiene ningún apoyo material.

La beso la sagrada púrpura, declarándome



Su obedmo., devotmo. y hummo. hijo

† Daniel Obispo y Vicario Apostólico






798
Can. Cristóbal Milone
0
Jartum
24.10.1878
N. 798 (759) - AL CAN. CRISTOBAL MILONE

«La Libertà Cattolica» xii (1878), pp. 1114 y 1118



Jartum, 24 de octubre de 1878



Estimadísimo Señor Canónigo

Director de La Libertà Cattolica:



[5429]
He recibido sus cartas y, aunque extraordinariamente ocupado, siempre he respondido a las mismas. Estoy solo para la asistencia espiritual a Jartum, y me toca hacer de Obispo, de cura párroco, de coadjutor, de Superior, de administrador, de médico, de enfermero... Estoy aquí con dos laicos: uno veronés, el otro de Lodi. De las cuatro Hermanas, una sola está sana y en pie: todas las demás, con las maestras negras y todas las chicas que trabajan, se encuentran con fiebre en la cama, donde aún tendrán para rato. A D. Carmelo Loreto, de Nápoles, y a D. Salvador Piazza, siciliano, junto con todos los febriles, en total trece –entre ellos el excelente ebanista Francisco Pagagni, de Bisceglie; el maquinista Antonio Iseppi, de Verona, y Francisco Serrarcangeli, cerrajero de Roma– los he mandado por el Nilo en una gran embarcación para que cambien de aires. Y a mi Administrador General, D. Antonio Squaranti, mi brazo derecho en toda la gran Obra para la Redención de Africa, previendo la tremenda epidemia y las extraordinarias fiebres que se iban a producir en Sudán como consecuencia de las anormales lluvias sobrevenidas, le hice buscar refugio en Berber, donde él tenía asuntos que tratar.


[5430]
Así que encontrándome como único ministro de Dios para administrar sacramentos en Jartum, estoy en movimiento día y noche. Jartum es lo que se dice un hospital, y los núcleos de población situados hasta a más de cien millas a la redonda son un hospital y un cementerio. Desde que hace 21 años vine a Africa Central, nunca había visto tanta miseria, tantas enfermedades ni tantas muertes. En quince minutos, hombres robustísimos se van al otro mundo, víctimas de cierta epidemia maligna que afecta al sistema nervioso: apenas se llega a tiempo de dar a los católicos los santos óleos y la absolución. Se me ha asegurado, y se lo comunico en conciencia a sus lectores, que en muchas localidades emplazadas a cien y más millas de Jartum, y en el Nilo Azul, etc., el hambre, la sed, y la resultante epidemia maligna han demediado la población; o sea, que han muerto más de la mitad, o casi, de los habitantes.


[5431]
La escasez de agua, que fue causa de una sed atroz y de tantas víctimas en el reino del Kordofán, y que produjo tanto sufrimiento en nuestra misión, ha cesado ya, por la extraordinaria cantidad de lluvias caídas esta última estación; pero el hambre continúa allí tremenda y más grave que antes. Por mucho tiempo habré de sentir las consecuencias de la carestía pasada y presente; porque los productos de primera necesidad costaron y cuestan todavía de ocho a diez veces más de lo normal. Además, al no disponer sino de los recursos ordinarios para sostenerse y ayudar también a los menesterosos, la misión se vio obligada a contraer fuertes deudas, que tiene todavía, porque los ingresos han aumentado muy poco.


[5432]
Europa, que providencialmente se conmovió tanto por el hambre y la carestía de la India y de China, escasamente conmovida se ha mostrado –si bien me han llegado buenas ayudas, especialmente de Francia, Alemania e Inglaterra– por la tremenda y espantosa carestía de Africa Central. Aunque quizá la culpa es mía, por no haberla informado a tiempo de la terrible penuria. Pero yo quise primero examinar, ver, saber de fuentes seguras, antes de afirmar algo en conciencia, incluso por la delicadeza de no restar a mis hermanos Vicarios Apostólicos de la India y de China unos subsidios tan necesarios para sus importantes y queridas misiones.


[5433]
Ahora, en cambio, formulo con toda conciencia y con pleno conocimiento de causa esta afirmación, de la que conscientemente asumo toda responsabilidad: opino que la carestía y mortandad de Africa Central es más espantosa y tremenda que la carestía y mortandad que se han dado en la India y en China, y esto por las razones siguientes:


[5434]
1.° En la India y en China, al lado de la carestía y el hambre, hay un clima soportable –y en muchas provincias más sano que en Europa–, un aire fresco, y agua fresca que beber; y, para el hambriento, el agua fresca y el buen aire son un gran alivio. En Africa Central hay un clima muy agobiante para el europeo, con excesivos calores de hasta 36 ó 40 grados en casa, y de 55 ó 58 grados al sol; además, en los reinos y tribus más alejados del Nilo, único portador de agua en estas regiones, hay sed, peor flagelo que el hambre, y sólo se dispone, y no en cantidad suficiente, de agua caliente, salobre y sucia, que, mediante pozos de 30 a 40 metros, se saca de las entrañas de la tierra. Considérense estas cosas, y para quien tiene sensibilidad serán gravísimas.


[5435]
2.° Por los relatos de los periódicos y de los misioneros de Asia, no me consta que en ninguna provincia de la India ni de China haya muerto a causa de la carestía y de las consiguientes enfermedades la mitad de la población. En cambio, después de un estudio serio y de repetidos informes, afirmo que en Africa Central, en muchas localidades tanto próximas a Jartum como lejanas, han muerto la mitad de los habitantes. Añádase que en Africa gran parte de la población no tiene casa, e incluso algunos carecen de cabaña; y cuando llueve de forma muy copiosa, se derrumban gran número de construcciones, porque, a excepción de la misión y de unas cien casas de Jartum, todas las otras son de barro, cosa que sucede en todas partes del Nilo Blanco y en otros lugares. Por lo cual estas gentes hambrientas, privadas también del resguardo de las casas y expuestas a la intemperie, son necesarias víctimas de una extrema indigencia, y mueren; y cada día se vacían todavía más las aldeas.


[5436]
3.° El fatalismo musulmán, y la desdichadísima situación habitual de los negros y de los esclavos, nacidos para sufrir, llevan a que no se haga ningún ruido por una gran desgracia ni por el hambre. El musulmán que tiene hambre, pero no con qué saciarla (y lo mismo el esclavo negro, que aprendió de su amo), cree que Dios ha dispuesto que deba morir. Por eso se pone fuera de su casa o cabaña, bajo un árbol, y dice: Allah Kerim!, Dios es honorable y grande. E impasible y a sangre fría espera la muerte, sin quejarse, y sin hacer nada en absoluto por alejar el flagelo o la desgracia. Pero en la India y en China, donde la gente es más civilizada, ésta se afana por arreglar la situación; y los gobiernos, que no son como los de Africa, se preocupan. Y sobre todo las misiones católicas, los misioneros, los Obispos, etcétera alzan la voz, invocan la caridad cristiana y hacen conocer la realidad del infortunio a las almas generosas.


[5437]
Aquí, en Africa Central, yo soy el único Obispo y Vicario Apostólico, y sólo después de haber hecho los oportunos exámenes y comprobaciones he podido levantar mi voz; pero mi voz es una y se pierde entre las cien venerables que salen de Asia. Con todo, yo tengo firme esperanza en el Divino Corazón de Jesús –que palpitó también por la Nigricia–, en Nuestra Señora del Sagrado Corazón y en mi querido ecónomo y administrador general de Africa Central, San José, protector de la Iglesia católica, en cuyas barbas hay millones, y puede socorrer a esta ardua, laboriosa e importante misión, porque su Jesús murió también por la Nigricia.

Por eso, lejos de desanimarme, más que nunca estoy lleno de fuerza y ánimo, y más que nunca confío en la extraordinaria caridad cristiana, sobre todo en la de los fervorosos católicos de Europa, amigos y amantes del Sagrado Corazón y de mi querido San José. Jesús, María y José llamarán al corazón de los católicos.


[5438]
Pero usted no desista. Haga otro tanto con la excelente Libertà Cattolica y comprobará palpablemente que si grande es la miseria en Italia y en las provincias napolitanas por voluntad de Dios, y si disponit omnia suaviter y en penitencia por nuestros pecados propter peccata veniunt adversa, tanto por la maldad de los tiempos como sobre todo por el triste gobierno de la desdichada Italia, lo que deberían conocer bien los ministros que han desgobernado la pobre Italia, porque son todos hijos de la revolución y postergan e incluso persiguen a la Iglesia, única arca de salvación, maestra de civilización y fuente única de la que el mundo puede obtener paz, salvación y prosperidad.


[5439]
Mientras esto no se reconozca, y los monarcas y gobiernos no se inclinen ante el Papado y la Iglesia Católica, y mientras no pongan en práctica sus enseñanzas, todos los reinos y todas las poblaciones serán víctimas de la desdicha y de la pobreza, y estarán en decadencia. Entre paréntesis: si algún soberano, en vez de tantos ministros como se sacan del moderno liberalismo, eligiese para esos cargos seis Padres Jesuitas Redactores de La Civiltà Cattolica, y uno asumiese la cartera de Exteriores, otro la de Interior, otro la de Economía, otro la de Agricultura y Comercio, otro la de Instrucción Pública, y el sexto la Presidencia del Consejo de Ministros, le aseguro, señor Director, que ese reino o imperio en diez años no tendría ninguna deuda, gozaría de perfecta paz y marcharía con la mayor prosperidad, porque tendría como base la fe y la religión. Pero no voy a pretender que se elijan religiosos como ministros: sólo que ocupen esos puestos distinguidos seglares, que los hay, y hombres de fe.


[5440]
Volvamos a lo nuestro. Decía que confío en Dios, en María, en San José, y en los buenos católicos y en la caridad cristiana; porque aunque son grandes las miserias de Europa, de Italia y de los buenos Napolitanos, mayor es aún la caridad cristiana y católica. Así que dé un toque tras otro con La Libertá Cattolica, porque, como se dice en Verona: Cristo es un caballero y mantiene su palabra; y al petite, quaerite, pulsate, pronunciados en las debidas condiciones, contesta inmediatamente, como el piano al pulsar sus teclas, con el gratísimo accipietis, invenietis et aperietur.


[5441]
Yo estoy con mil ocupaciones; por eso he encargado a mi buen Administrador que redacte un informe sobre nuestro apostolado. En cuanto lo haya hecho y me lo envíe de Berber, se lo mandaré a usted inmediatamente.

Entretanto no sólo apruebo una colecta permanente en favor de la misión de Africa Central, sino que estaría encantado de que usted la estableciese cuanto antes, lo cual podrá proporcionar a este colosal Vicariato, además de los medios materiales, alguna buena vocación tanto de sacerdotes como de hermanos coadjutores o de religiosas, para ayuda de los negros. En Berber tengo una excelente religiosa –a la que pronto haré trasladarse a una misión del centro– perteneciente al Instituto Pías Madres de la Nigricia, que yo fundé en Verona. Se trata de Conchita Corsi, de Barletta, la cual hará mucho bien en estas misiones, donde la mujer no es persona, sino un objeto de comercio y de capricho, no muy diferente de una oveja o una cabra, que el amo aprecia sólo si aporta utilidad y deleite, y que cuando está ajada y se considera que ya no sirve, es rechazada como mercancía echada a perder.


[5442]
La Hermana de la caridad en Africa Central es de la misma utilidad que el misionero; es más, el misionero haría poco sin la Hermana. En los países musulmanes sólo a la Hermana le resulta posible penetrar en el secreto del harén y hablar con las mujeres, que tanta influencia tienen en la vida y en el rumbo del hombre. En los lugares donde hombres y mujeres van vestidos como nuestros primeros padres Adán y Eva cuando se hallaban en estado de inocencia, la Hermana es más necesaria que el misionero y constituye una garantía para éste: como en la misión que he abierto en Gebel Nuba. A aquellos sitios mando las Hermanas más probadas y experimentadas; y sólo ellas se acercan a las mujeres para catequizarlas, moralizarlas y conseguir que se cubran en parte, a fin de hacerlas aptas para ser admitidas en la religión católica. Sólo la Hermana tiene la responsabilidad y la dirección de la clase femenina; y mientras ella encamina esta clase hacia la civilización, el misionero se ocupa de la parte masculina del grupo humano más digno de lástima.


[5443]
Jesucristo murió también por los más de sesenta millones de almas de mi Vicariato que, en cuestión de vestidos, tienen un atraso mayor que el de los tiempos de Adán y Eva; y yo, que he sido designado por el Vicario de Cristo para salvar esas almas, debo valerme de los medios más seguros y oportunos. Cuando con muchos buenos misioneros alemanes e italianos, pero sin Hermanas, estuve entre aquellas gentes, no hicimos nada, y fue gracia de Dios que no peligrásemos nosotros mismos, aunque el Señor siempre ha sido generoso en sus extraordinarias ayudas para aquellos a los que ha llamado a esta viña abandonada y dificilísima. Así, al confiarme la Santa Sede esta gran misión, mi primer cuidado fue establecer en ella a las excelentes Hermanas de San José de la Aparición, de Marsella, y fundar una nueva Congregación femenina con reglas específicas para el apostolado de Africa Central.



Su afmo. amigo

† Daniel Comboni

Obispo y Vic. Ap. de Afr. Central






799
Mons. Joseph De Girardin
1
Jartum
4.11.1878
N. 799 (760) - A MGR. JOSEPH DE GIRARDIN

AOSIP, Afrique Centrale



Jartum, 4 de noviembre de 1878



Breve billete.





800
Consul Martin Hansal
1
Jartum
23.11.1878
N. 800 (761) - AL CONSUL MARTIN HANSAL

ASW, F 27, c. 28



Jartum, 23 de noviembre de 1878



Informes sobre P. A. Horner.