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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
781
Redact. Westfalis. Mercur
1
Jartum
26. 7.1878
N. 781 (742) - AL REDACTOR DE «WESTFALISCHEN MERCUR»

«Jahresbericht...» 26 (1878), pp. 5-8



26 de julio de 1878



Carta sobre la carestía.





782
Propag. de la Fe, Lyón
1
Jartum
29. 7.1878
N. 782 (743) - A LA PROPAGACION DE LA FE DE LYON

«Les Missions Catholiques» 485 (1878), p. 448



Jartum, 29 de julio de 1878



Breve artículo sobre la carestía.





783
Can. Cristóbal Milone
1
Jartum
30. 7.1878
N. 783 (744) - AL CANONIGO CRISTOBAL MILONE

«La Libertà Cattolica» xii (1878), n. 197



Jartum, 30 de julio de 1878



Artículo sobre la carestía.





784
Sociedad de Colonia
0
Jartum
1. 8.1878
N. 784 (745) - A LA SOCIEDAD DE COLONIA

«Jahresbericht...» 26 (1878), pp. 32-40



Jartum, 1 de agosto de 1878



Conversión de un armenio eupelianista, que murió como ferviente católico el 30 de julio de 1878.

[5300]
Leo en los Anales católicos que el nuevo cisma de los armenios eupelianistas, surgido en Oriente a causa de la proclamación de la infalibilidad, va retrocediendo como el viejo catolicismo en Alemania, mientras muestra su debilidad y se clarean sus filas. ¿Quién hubiera podido creer que los eupelianistas se encontrasen también en Africa Central, y que estos sectarios infieles hubieran tendido sus lazos incluso aquí? El siguiente caso ofrece la prueba de que el Corazón de Jesús, Protector de Africa Central, no quiere tolerar aquí esa secta, y de que la sabe vencer.


[5301]
En el año 1874 murió en mis brazos, en Jartum, un devoto y rico comerciante de Alepo, y en su testamento –que hizo en mi presencia cuando estaba a punto de fallecer–, para arreglar sus asuntos nombró albacea al Arzobispo armenio católico de Alepo, Mons. Gregorio Balitian, al que yo mismo envié la copia de dicho testamento, con plenos poderes, en una carta sellada. Como él había sido autorizado por el testador a saldar sus deudas en Alepo con esta herencia, ¿qué hizo entonces el partido eupelianista? Mediante artes falaces, logró que los crédulos miembros de la familia del difunto se tragaran la especie de que, por haber sido nombrado albacea el Arzobispo, ellos no recibirían absolutamente nada de la herencia y que todo sería para los fieles.


[5302]
Y les incitaron a entablar un proceso en el tribunal turco-egipcio para anular el nombramiento del Arzobispo, con el señuelo de que la familia recibiría así algunos miles de libras esterlinas más. Pero el testamento obligaba al Arzobispo, como ejecutor testamentario, a pagar ante todo las deudas, dejando luego lo restante al padre, la madre y los hermanos. No sé si todos los miembros de la familia estuvieron de acuerdo con este proyecto de los eupelianistas; pero algunos convinieron en separarse del legítimo Patriarca armenio Hassun, según ciertas condiciones, y se produjo la aceptación del cisma. Comenzó a desarrollarse en el tribunal un largo proceso, y uno de los hermanos del difunto fue enviado a Jartum para determinar el importe de las deudas del difunto.


[5303]
En El Cairo, renunció a prestar obediencia al legítimo Patriarca, Hassun, y fue admitido con toda solemnidad entre los eupelianistas del sacerdote rebelde Serafín, jefe de los miembros cairotas de esta secta.


[5304]
Su Excelencia Mons. Gregorio Balitian, en carta del 8 del pasado abril, me habló del pleito que tiene con los eupelianistas y me informó de que uno de los hermanos del difunto se encontraba en Jartum por el motivo antes señalado.


[5305]
En consecuencia, enseguida hice llamar al Sr. Jorge (así se llamaba el hermano del difunto) y en dos o tres horas de conversación con él conseguí, sin demasiado esfuerzo, convencerlo de su error. Entonces él abjuró del mismo y prometió obediencia hasta la muerte al legítimo Patriarca que había sido nombrado por la Santa Sede. Si no me resultó excesivamente difícil llevarlo a dar este paso, fue porque él había recibido una educación cristiana de sus padres, y hasta el tiempo en que se unió a los eupelianistas se había mantenido siempre en la verdadera fe y había frecuentado con devoción los santos sacramentos.


[5306]
Después de precisas investigaciones, los tribunales egipcios se pronunciaron sobre el asunto del testamento, declarándolo irreprochable y ajustado a derecho, y manifestando que su legítimo ejecutor era el Arzobispo. Con este veredicto mostraron tener más buen sentido que los sectarios; y los miembros de la familia, que pertenecían a la secta, fueron condenados a pagar las costas.


[5307]
El 28 de julio, el domingo pasado, el señor Jorge enfermó gravemente de tifus y me mandó a llamar para hacer su confesión general: «Quiero morir como auténtico y verdadero cristiano católico romano, como Hassunita. Yo detesto la secta de los eupelianistas, a la cual me adherí sólo por intereses mundanos. ¡Como buen católico, que es como nací, quiero también morir!» Anteayer, después de recibir los sacramentos y la bendición papal, durante la cual mostró una profunda piedad, pasó a la paz eterna. Esa misma tarde se celebraron los funerales en nuestra iglesia, y, acompañado de sacerdotes, fue conducido al cementerio de la colonia europea, donde recibió sepultura.



Conversión de tres musulmanas abisinias




[5308]
La Iglesia católica celebró últimamente en Jartum, durante la novena del Sdo. Corazón de Jesús, en pleno junio, un triunfo sobre el Islam del que quiero mandar una relación a los miembros de nuestra Sociedad, para ofrecerles la prueba de que nuestra santa obra es obra de Dios, aunque se realiza entre aflicciones, angustias y espinas. Los caminos de la divina Providencia son sorprendentes, pero saludables, sobre todo cuando se trata de la salvación de almas y de la llamada a la fe.


[5309]
El año pasado murió en Cadaref, en la gran provincia de Taka, que pertenece a mi jurisdicción y limita con Abisinia, un rico comerciante griego cismático de Esmirna, súbdito del Imperio Austro-Húngaro. Este hombre había comprado en sucesivos momentos, hace cinco o seis años, tres jóvenes abisinias, con las que vivía en concubinato. De una de ellas había tenido tres hijos: un niño y dos niñas. Las tres esclavas vivían juntas como hermanas, y servían con fidelidad a su amo, del cual recibían buen trato.


[5310]
Tras la muerte del griego, el Cónsul austrohúngaro recibió orden desde de Egipto de ir Cadaref y de convertir en dinero la herencia. Trasladóse allí enseguida, y envió a los legítimos herederos de Esmirna el importe de la venta de los bienes muebles, inmuebles, mercancías, etc. A los esclavos y esclavas que el difunto tenía, les expidió carta de libertad, y a la esclava que era madre de los tres niños le entregó muchas provisiones para su subsistencia y le dejó también las alhajas de oro que ella había recibido de su amo. Luego la recomendó muy cálidamente a los herederos de Esmirna, tras lo cual él se volvió a Jartum. Las tres esclavas vivieron de esas provisiones mientras les fue posible; después vendieron todo, y cuando por fin también ellas empezaron a sentir los zarpazos del hambre, como habían agotado toda fuente de ayuda, y puesto que no podían continuar sobreviviendo en Cadaref, se trasladaron a Jartum para ver si obtenían ayuda del Cónsul. Este se comprometió con ellas a gestionar ante los herederos alguna concesión, y les sugirió que, entretanto, podían pedir protección en la misión católica. Por este asunto fue a ver al Superior de la misión y tuvo una conversación con él.


[5311]
Pero, dado que las tres eran musulmanas, y como tales habían vivido en casa del griego, una de ellas exclamó con desprecio: «No iré nunca a donde esos perros cristianos». Pero a esta ofensa al nombre de cristiano, el corazón de Jesús correspondió de una manera digna del Redentor de los hombres, al igual que la Virgen María en su calidad de madre y refugio de los pecadores. Porque, en efecto, precisamente allí, en la misión, las esperaban la misericordia de Dios y la protección de María, que mediante un milagro de la gracia divina iban a transformar a estas tres pecadoras en tres felices herederas del cielo.


[5312]
Ellas estuvieron vagando algunos días por Jartum, y, suplicantes, llamaron a la puerta de varios musulmanes. Pero la carestía que reinaba en aquellos lugares, más la circunstancia de que ellas habían tenido relaciones con cristianos y de que los niños eran de un cristiano, hicieron que fuesen despedidas sin recibir ayuda. Entonces su Angel bueno las condujo al lugar de su salvación. Se presentaron en la misión, y el Superior, que había sido informado acerca de ellas por el Cónsul, les asignó una gran habitación y un subsidio de ocho piastras (khorda) diarias, o sea 35 céntimos, e hizo que se ocupase de ellas la excelente Sor Germana Assuad, de Alepo, que desarrollaba en Africa una verdadera actividad apostólica. Además, Sor Germana, en lo que respecta a las esclavas que han vivido en vergonzosa relación con su amo, tiene un don especial para reconducirlas a la virtud, y las coloca dentro de hogares familiares en normales relaciones de servicio doméstico.


[5313]
En el año 1873, sin que yo lo supiera, hizo que a un señor de su tierra se le escapase la concubina, que él tenía desde hacía casi dos años. Este señor de Alepo vino a verme para reclamar su esclava, y yo le dije que para ese asunto podía dirigirse a Sor Germana. Pero perdió el tiempo, porque su esclava le dijo claramente que era dueña de su propia voluntad y que quería hacerse cristiana. Se dirigió entonces al Gobernador de Jartum, que le aconsejó exponer el caso al Superior de la Religión cristiana en Jartum.


[5314]
Pero como soy yo quien desempeña esa función, tuvo que oírme decir que yo protejo la libertad de los individuos que se encuentran bajo mi jurisdicción. Finalmente se calmó, y poco tiempo después vino a nuestra iglesia para contraer matrimonio cristiano con otra muchacha. Su anterior esclava, a la que yo bauticé, es una de las más devotas católicas del Vicariato, y frecuenta los sacramentos con mucho fervor. Ahora se encuentra en Berber al servicio de las Hermanas, las Pías Madres de la Nigricia, y lleva una vida cristiana ejemplar.


[5315]
Así pues, Sor Germana se ocupó maternalmente de las tres esclavas, sin tener en cuenta su aversión a abrazar nuestra fe. Al final triunfó la gracia de los Corazones de Jesús y María: pidieron hacerse cristianas, y recibieron de buena gana la enseñanza del Catecismo, que les fue impartida por Sor Germana y por una Hermana negra del Instituto Mazza, para prepararlas para el bautismo.


[5316]
Yo conocía a las tres, sobre todo a la que era madre de los tres niños, porque ella me había recomendado mucho sus hijos, para los que a través de mis buenos oficios había solicitado la protección del Cónsul. Prescindiendo de su color moreno, estaba dotada de las mejores cualidades físicas y de alma. Mostraba riqueza espiritual y una extraordinaria capacidad de discernimiento; también se veía en ella fuerza de carácter y propensión al bien. Pero es hora de concluir.


[5317]
A mediados del pasado junio, una de estas antiguas esclavas contrajo la viruela. Viendo la suma violencia con que se desarrollaba en ella la enfermedad, pidió el bautismo, que enseguida le fue administrado, así como la confirmación, y, después de recibir con gran alegría estos santos sacramentos, voló al cielo contenta de su muerte. Mientras, también la madre de los niños enfermó de viruela, y asimismo pidió el santo bautismo, que le administré junto con la confirmación. Ya a punto de morir, me rogó que me interesara, como verdadero padre, por su niño, y suplicó a Sor Germana que hiciera de madre para sus dos niñas, con el expreso deseo de que los tres se hicieran cristianos católicos. A los dos días de morir la primera, falleció también ella, y su alma voló al cielo para alcanzar la vida eterna.


[5318]
La tercera, que había asistido a las otras dos, también cayó enferma, e igualmente recibió los sacramentos; y después de horribles dolores, que soportó con ánimo heroico, exhaló su espíritu fortalecida y confortada por nuestra fe, para unirse a las compañeras que la habían precedido. Tocadas por la divina gracia, estas tres esclavas se hicieron herederas del paraíso tras pocos días transcurridos en la paz, después de haber vivido muchos años en el pecado y en la satisfacción de las pasiones. Los niños quedaron en el orfanato de Jartum.


[5319]
¡Oh, qué maravillosos son los caminos de la Providencia!

No hay memoria de que ningún misionero haya estado en Cadaref. Ni el P. Ryllo, ni el Dr. Ignacio Knoblecher, ni los Franciscanos enviaron allí un misionero. Probablemente, Cadaref llevaba sin ver un sacerdote católico desde el siglo iv, en tiempos del cisma de Dióscoro de Alejandría, que estuvo en todos los antiguos reinos de Etiopía.

Pero el Corazón de Jesús quiso salvar a esas mujeres, que El hizo salir de Cadaref para que en Jartum encontrasen la eterna salvación. Gloria y honor al Corazón de Jesús, que es tan misericordioso, y que obró la salvación de esas almas, unas de las más abandonadas de la tierra.


[5320]
La conversión de las tres jóvenes ha sido probablemente el motivo por el que este año va a ser fundada una nueva misión en la ciudad y provincia de Cadaref, limítrofe con Abisinia. En efecto, como ellas provenían de allí, en defensa de los intereses de sus hijos mantuve en Jartum varias conversaciones con un comerciante griego del Epiro.


[5321]
Dicho comerciante, de nombre Jorge Toma, me mostró la importancia y utilidad de una misión en el Nilo Azul, y me ofreció gratuitamente su vivienda por unos años, para alojamiento de dos misioneros que tendrían que estudiar sobre el terreno la factibilidad del asunto. Acepté su oferta, y el 15 de julio pasado envié a Cadaref al Revdo. D. Jenaro Martini, que antes había estado en Gebel Nuba, para informarse sobre la situación en todos aquellos lugares, y comprobar si podía ser aconsejable y ventajosa una nueva misión.



† Daniel Comboni



Original alemán.

Traducción del italiano






785
Presidente Soc. Colonia
1
Jartum
2. 8.1878
N. 785 (746) - AL PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD DE COLONIA

«Annali B. Pastore», 18 (1879), p. 7



Jartum, 2 de agosto de 1878



Carta sobre la carestía.





786
Can. José Ortalda
1
Jartum
2. 8.1878
N. 786 (747) - AL CANONIGO JOSE ORTALDA

«Museo delle Missioni Cattoliche» 37 (1878), pp. 579-581



Jartum, 2 de agosto de 1878



Carta sobre la carestía.





787
Mgr. Joseph de Girardin
0
Khartoum
3.8.1878

N. 787 (748) – TO MGR JOSEPH DE GIRARDIN
AOSIP, Afrique Centrale

Khartoum, 3 August 1878

Monsignor,

[5322]
La espantosa carestía que asola a mi Vicariato, así como las enormes fatigas, las enfermedades y un clima siempre sofocante y abrumador, me han impedido mantener una correspondencia regular con la Santa Infancia, Obra de la que espero una fuerte ayuda para mi ardua y laboriosa Misión.

Conoce usted bien, Monseñor, las circunstancias especiales de las diversas Misiones del mundo católico, y sabe que la Misión de Africa Central (como la de Africa Ecuatorial, que están a punto de emprender, espero que con éxito, los excelentes y solícitos Misioneros de Argel) es la más difícil del universo.


[5323]
Aparte de los problemas que compartimos con las demás Misiones, aquí siempre hay que luchar con las enfermedades, con las fiebres, inevitables tanto para los europeos como para los indígenas, y con un clima tórrido y fatigoso; de modo que es preciso trabajar continuamente bajo el peso de un lento martirio: ésta es la verdad de nuestra situación.

Pero nosotros estamos preparados para todo eso. Habiendo puesto por entero nuestra confianza en los Sagrados Corazones de Jesús y María, estamos siempre dispuestos a soportar todas las cruces, e incluso la muerte, por conseguir ganar estas almas para Jesucristo.


[5324]
Hay todavía otra dificultad: es la esclavitud y la trata de negros, que las razas musulmanas siempre han ejercido y ejercen todavía, diezmando así las poblaciones negras de tal modo que es preciso ir lejos y afrontar todos los peligros para encontrar lugares habitados por negros en suficiente número. Este es uno de los orígenes y motivos principales de la multiplicación de nuestros problemas. Pero si viene en nuestra ayuda la caridad de nuestros benefactores de la Santa Infancia y de la Propagación de la Fe, resistiremos frente a todas las dificultades, no retrocederemos jamás ante los obstáculos y alcanzaremos, cuando a Dios plazca, la gran meta.


[5325]
Mi viaje desde El Cairo a Jartum con mi numerosa caravana fue muy largo y sumamente fatigoso. Como gran parte de los camellos habían muerto de hambre a causa de la falta o escasez de lluvias en el año pasado, me resultó muy difícil encontrar los necesarios para pasar el gran desierto del Atmur con mi personal. Por eso me vi forzado a dividir la caravana en dos partes: una para llevar el personal a través del Atmur, y otra que envié con los suministros por el desierto del reino de Dóngola.

Esta última ha llegado a Jartum en el mes de junio, 125 días después de la salida de El Cairo. La otra, en la que yo conducía el personal, alcanzó su destino a mediados de abril, a los 77 días de partir de El Cairo. Viajamos diecisiete horas al día, bajo 58 grados de calor. Llegamos exhaustos por la fatiga.


[5326]
Encontré una tremenda carestía y una escasez extrema, las cuales asolaban Africa Central desde hacía siete meses. Carestía y falta de todo que no han hecho sino aumentar continuamente, adquiriendo unas dimensiones colosales. El pan de trigo ya no existe. El último lo pagamos a 124 francos el ardeb (88 kilos); en la actualidad no se encuentra a ningún precio. El durrah (maíz), que nos costaba el año pasado de 6 a 7 francos el ardeb, ahora cuesta de 58 a 75 francos. La carne, los huevos y cualquier otro producto de primera necesidad valen de 12 a 18 veces más caro de lo normal.

En el reino del Kordofán, donde tenemos tres Institutos con las buenas Hermanas de San José, supone un gran esfuerzo el conseguir el agua, sucia y negra, a tres francos la bormah (jarro de 4 litros).


[5327]
Una Hermana sale con unos huérfanos a las 4 de la madrugada para ir a los pozos lejanos (los nuestros están secos), y a menudo tiene que esperar hasta el mediodía a fin de poder llevarse agua sucia para beber, preparar la comida y lavar (pero llevan seis meses sin hacer la colada) a un precio superior al del vino en Francia. Cientos, miles de pueblos son abandonados por sus habitantes, famélicos y sedientos. Mueren como moscas por los caminos.

Como consecuencia de la carestía hay multitud de enfermedades contagiosas, y sobre todo una fiebre fulminante que hace morir en media hora.


[5328]
Uno de nuestros laicos de Roma y un misionero sacerdote han muerto así. Aquí todavía no he visto madres ni padres que se coman a sus niños, o gente que se alimente de cadáveres humanos; pero sucede que las consecuencias de la carestía acaban golpeando a la Misión y comprometiendo su existencia. Porque con los víveres tan caros, aparte de haber aliviado de miserias extremas a los cristianos y a numerosas familias musulmanas, hemos tenido que alimentar y mantener nuestros Institutos; y con esto no sólo hemos agotado todos nuestros recursos, sino que nos hemos visto forzados a contraer deudas, las cuales no hacen más que aumentar en el esfuerzo por no dejar morir la Misión, que tantos sacrificios me ha costado, y que es de una importancia extraordinaria.

Después de haber recibido en julio el último pago de la Propagación de la Fe, me he quedado sin un céntimo en caja y con más de 40.000 francos de deuda. Añada a todo esto las enfermedades, los inmensos calores, la debilidad y la falta de apetito. Desde hace tres meses no duermo una hora cada veinticuatro.


[5329]
Pero si la carne se resiente, el espíritu está siempre a punto. Yo permaneceré en mi puesto hasta la muerte, porque confío en los Sagrados Corazones de Jesús y María y en San José, y porque la obra es de Dios: esta obra, nacida a los pies del Calvario, avanzará a través de todas las dificultades para llegar a su realización. Oh, el Niño Jesús no envejece nunca; siempre es joven, lleno de vigor, y no muere jamás.


[5330]
Hemos bautizado una treintena de niños que estaban a punto de morir, y hemos acogido muchos de ellos en nuestros Institutos. Estamos en los inicios respecto a la organización de la obra de la Santa Infancia, pero progresará a medida que podamos consolidar nuestras Estaciones en los países de los nómadas. Hemos formado muchos matrimonios católicos de parejas que vivían en el concubinato; hemos bautizado adultos, después de una larga prueba, y en la fiesta de la Asunción bautizaré una veintena de ellos.


[5331]
Debe usted tener en cuenta que la Misión se halla en los comienzos. Tenemos muchos catecúmenos; pero es preciso pensar en asegurarnos su perseverancia, ya que están muy en peligro entre los musulmanes. Donde podemos ganar poblaciones enteras, es donde impera el fetichismo y no hay musulmanes (como en la misión de Gebel Nuba); pero también allí se necesita tiempo, por los peligros en cuanto a la seguridad pública y por la cantidad de supersticiones que hay. En consecuencia, antes de emprender una predicación ordinaria hay que aprender las lenguas locales, que nunca han sido conocidas, y por tanto no tenemos gramáticas, diccionarios ni maestros. Hay que servirse de los mismos africanos, y a fuerza de trabajo e ingenio adivinar el significado, las conjugaciones, los tiempos, etc.


[5332]
Es una tarea colosal, y nosotros estamos sometidos, al menos seis meses al año, a fiebres, a enfermedades, a debilidades extremas derivadas de inapetencias, fatigas, falta de sueño. Esto no es normal en las otras Misiones. Así en las otras Misiones hay gramáticas, diccionarios, sabios, etc. Aquí todo es primitivo; se necesitan años para organizar el apostolado regular. Por eso hace falta una gran perseverancia, abnegación, espíritu de sacrificio, y esto Dios nos lo va a dar siempre. Tenga por seguro que mandaré los datos de nuestro apostolado, mas por el momento basten estas nociones.

Le ruego, pues, con lágrimas en los ojos que continúe no sólo prestándome la ayuda que me concedió el año pasado, sino que añada un buen suplemento a la misma, dadas las dolorosas circunstancias de nuestra situación actual.


[5333]
El año pasado, para hacer llegar a mis manos los 5.000 francos que su generosidad me había concedido, se sirvió usted del General de los Trinitarios de Roma, Vía Condotti. No sé lo que habrá usted pensado para este año, pero le ruego que me envíe la subvención de la Santa Infancia por medio del Revdo. P. Bartolomé Rolleri, Superior de mis Institutos para negros, de El Cairo, en Egipto. Es la vía de que se sirve la Propagación de la Fe, y la más segura. Por otra parte, si me envía usted un efecto contra cualquier banquero de París, yo puedo utilizarlo incluso aquí en Jartum, donde hay un comerciante francés que tiene relaciones con todos los bancos de Europa.


[5334]
El año pasado su gentil secretario me concedió los Anales de la Santa Infancia hasta octubre; pero me faltan los números 179, 180 y siguientes, o sea, desde diciembre de 1877 hasta hoy. Le ruego, Monseñor, que tenga la bondad de enviármelos a El Cairo, a mi Instituto, o aquí a Jartum (calle de Egipto).


[5335]
Dejando ahora a un lado otras noticias, para mostrar las maravillas del Sdo. Corazón de Jesús y de la Providencia de Dios, tan bien dispuestos siempre a la salvación de las almas más abandonadas, le voy a contar la conversión de cinco musulmanes y por qué admirables caminos Dios los ha llamado al seno de la Iglesia. Usted sabe que la conversión de los musulmanes es imposible. Y conoce la esterilidad de las conversiones musulmanas en Oriente, donde desde muchos siglos atrás existen tantas misiones, Obispos, Misioneros, Ordenes religiosas, Hijas de la Caridad y poblaciones católicas de todos los ritos. En efecto, es muy rara la conversión de un musulmán. Un viejo canónigo de Argel, que residía en Argelia desde hacía 38 años, me dijo en Roma en 1872 que él nunca había visto un musulmán convertido.


[5336]
En los meses de mayo y junio de este año he bautizado cinco musulmanes: dos hombres y tres mujeres concubinas. Pero los hombres, dos jóvenes, no han recibido la gracia por mérito nuestro: todo el mérito ha sido de los queridos Hermanos de las Escuelas Cristianas de El Cairo, aunque acaso sin darse ellos cuenta. Y la conversión de las tres concubinas musulmanas, que han sido tres afortunadas ladronas del paraíso, se ha debido a la existencia de la Misión de Jartum y de las Hermanas de San José de la Aparición, sobre todo de una Hermana oriental de Alepo, llamada Sor Germana Assuad. Esta lleva siete años trabajando en mi Obra, y ha conducido al seno de la Iglesia numerosas concubinas, que se han vuelto verdaderamente ejemplares y buenas cristianas. He aquí en pocas palabras los hechos.


[5337]
Hacía seis o siete años que dos jóvenes musulmanes de Dóngola habían entrado al servicio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de El Cairo, en calidad de criados para el comedor y los dormitorios de los alumnos, con la paga uno de 30 y el otro de 35 francos al mes. Estos criados, iluminados por la gracia divina, primero notaron, y luego poco a poco admiraron, la caridad y la piedad, el orden y la alegría que reinaban en aquella casa, y sobre todo la exactitud en la observancia de la Regla del Venerable La Salle (al que pronto veneraremos en los altares, como oí de boca de Pío IX), que es característica de todas las casas de los Hermanos. Especial impresión produjeron en ellos los cantos en la capilla, los rezos de los Hermanos tanto en el Instituto como en el campo, y la caridad continua, perseverante, con los niños y con todos.


[5338]
Gradualmente estos dos jóvenes, los cuales eran primos carnales, llegaron a deducir que la iglesia y la capilla de los cristianos eran mejores que la mezquita; que las prácticas de la fe católica eran más emocionantes que las prácticas del islamismo; que el Evangelio debía de ser más veraz que el Corán. Y asimismo empezaron a decirse en su corazón que las costumbres de los Hermanos eran más puras y perfectas que las de los muftíes y los ulemas, y también, que los católicos, como los Hermanos, eran más buenos, más perfectos, más justos y más imparciales que los musulmanes.


[5339]
Posteriormente concluyeron que la religión de los Hermanos era mejor y más verdadera que la musulmana. A estas ideas fueron llegando independientemente uno del otro, y de modo paulatino, en el espacio de unos años. Era la gracia del Corazón de Jesús, tan venerado entre los Hermanos, que preparaba estas dos almas para la salvación. Y acabaron por colegir que la fe católica era la verdadera y que la musulmana era falsa. Siguiendo siempre con su trabajo, trataron de aprender las oraciones de la Iglesia, e ignoro cómo conocieron lo esencial del catecismo católico.

Por fin, cuando entraron en mi Misión como catecúmenos, eran ya católicos en su corazón y detestaban el islamismo, por considerarlo una religión falsa. Quise examinarlos bien, con cuidado, sondeando delicadamente su interior, y me di cuenta de que la gracia divina se había apoderado por completo de sus almas.


[5340]
Su vida, sus costumbres, su sinceridad (porque los musulmanes siempre dicen mentiras), su pureza, su amor por Dios y por la fe me impresionaron de tal modo que aunque sus padres aún vivían, y no lejos de aquí, creí que no debía demorar la gracia del bautismo, el cual les conferí solemnemente en Jartum a primeros del pasado mes de mayo.


[5341]
El apostolado de los Hermanos del Venerable La Salle en Oriente es el más sólido y eficaz. En sus escuelas, con la elocuencia de su buen ejemplo y de las virtudes propias de los miembros de esta admirable Congregación, –la más perfecta, colosal y meritoria de la Iglesia católica con respecto a la juventud–, el apostolado maravilloso y silencioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas prepara a Oriente para su futura regeneración y su regreso a la Iglesia católica.

Que Dios bendiga a estos admirables Hermanos. Mis dos neófitos estaban ya convertidos cuando salieron de la casa de los Hermanos, porque allí la gracia de Dios había producido poco a poco sus efectos sobre ellos. Actualmente trabajan al servicio de la Misión, uno en Jartum y el otro en el reino del Kordofán.


[5348]

Le dejo a usted, Monseñor, la meditación sobre la caridad del Corazón de Jesús, y sobre las admirables vías de la Providencia para la salvación de las almas más abandonadas y que se encuentran en la imposibilidad de integrarse en el rebaño de Cristo. Ellas habían nacido en las montañas de Abisinia y fueron robadas, arrancadas violentamente de su patria por mercaderes y cazadores de esclavos, y vendidas en Cadaref. Desde el cisma y la herejía de Dióscoro, el Patriarca de Alejandría que condujo Nubia y Etiopía al error, jamás había sido enviado ningún sacerdote católico a Cadaref. Incluso con el comerciante griego, su amo, pudieron conservar libremente su religión islámica. Pero la Providencia, que quería salvar esas almas, las hizo salir esclavas de su patria, las unió a un hombre que gozaba de la protección de Austria como súbdito y las trajo a Jartum, donde encontraron a su Dios y su salvación en la Misión católica.


[5349]

Hechos como éstos se han dado muy a menudo en mi Vicariato, donde Dios tiene preparadas grandes bendiciones.

Espero con impaciencia sus ayudas y los números 179 y siguientes de los Anales. En nuestra miseria rogamos por todos los Socios y por el Consejo de Presidencia. Cargamos de buena gana con todos los pesos y todas las cruces, por Jesús y por la salvación de Africa Central.

Dígnese, Monseñor, aceptar mis expresiones de gratitud y devoción eternas, mientras me honro en declararme devotísimamente suyo.



† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópólis i.p.i

Vicario Aplico. de Africa Central



Original francés.

Traducción del italiano






788
Propag. de la Fe, Lyón
0
Jartum
12. 8.1878
N. 788 (749) - A LA PROPAGACION DE LA FE DE LYON

«Les Missions Catholiques» 486 (1878), pp. 464-465



Jartum, 12 de agosto de 1878



[5350]
Un excelente católico eslavo, el Sr. Marcos Zvitanovich, secretario de S. E. Emin Bey, Gobernador general del Nilo Blanco y del Ecuador, acaba de salir de Jartum hacia Gondókoro. Le entregué una carta en la cual ruego a S. E. que favorezca cuanto pueda a los Misioneros de Argel partidos recientemente de Zanzíbar hacia las nuevas Misiones de los lagos Alberto y Victoria, y que además los recomiende al rey Mutesa.


[5351]
Ya sé que los Misioneros de Argel, como verdaderos apóstoles, han hecho por anticipado ofrenda de sus vidas. Pero como preveo para ellos grandes dificultades, sobre todo por parte de los misioneros protestantes ingleses, me he creído en el deber de recomendarlos a Emin Bey, hombre muy instruido y médico hábil, que siempre me ha manifestado una gran simpatía.


[5352]
«Les Missions Catholiques» ha hablado de los misioneros de la Church Missionary Society, establecida en Uganda, y del asesinato de dos de ellos. Habiendo encontrado demasiado peligrosa la ruta de Zanzíbar, van a probar otro camino, el del Nilo Blanco, para llegar a los lagos Nyanza. Hace tres meses, cuatro misioneros de esta Sociedad partieron desde Londres en dirección a los lagos, por la ruta de Suakin, Berber, Jartum, Gondókoro y Dufilé. Se trata de Person, Lichtfield, Felkin y Hall, médico este último.

En Suakin el Dr. Hall, desanimado ante la perspectiva del desierto que tenía que atravesar hasta Berber, se puso enfermo y volvió a Inglaterra. Los otros tres, que son casi unos niños, se encuentran aquí, en Jartum, y esta tarde marcharán en el vapor hacia Gondókoro con Zvitanovich. La misión anglicana de Uganda disfruta de una renta anual de 12.000 libras esterlinas (300.000 francos).



Daniel Comboni



Original francés.

Traducción del italiano






789
Don Godofredo Noecker
0
Jartum
16. 8.1878
N. 789 (750) - A DON GODOFREDO NOECKER

«Jahresbericht...» 26 (1878), pp. 43-45



Jartum, 16 de agosto de 1878



Ilustrísimo Señor:



[5353]
En los Anales de la Sociedad para el Socorro de los Pobres Niños Negros, cuya dirección tiene su sede en Colonia, he leído con interés que muchos bienhechores han enviado donativos con el explícito ruego de que al bautizar a algún negro se le pusiera el nombre del Santo indicado por ellos.


[5354]
En la medida de lo posible, esto se ha hecho. Desde mi entrada en el Vicariato como Obispo el 12 de abril, y particularmente en la solemne fiesta de la Asunción de María de este año, en que he tenido la alegría y la suerte de bautizar a dieciséis personas adultas, se han asignado hasta hoy a los neófitos los siguientes nombres:

Pedro, a un negro de unos 17 años;

Pío, a un negro de unos 18 años;

Nicolás, a un negro de la misma edad;

Magdalena, a una negra de 26 años;

Clara, a una negra de 16 años;

Filomena, a una negra de casi 21 años;

Juan Nepomuceno y Agustín, a dos negros de 18 años;

Alberto, a un negro de 14 años, y a otros dos de 14 años.


[5355]
Todos los nombres mencionados se han puesto siguiendo el deseo del convento «Marianthal» de Lausitz. De Hausterath, en la parroquia de Gelsen, perteneciente a la archidiócesis de Colonia, llegó un donativo para que a un niño se le pusiera «Blas», y un niño negro de ocho años ha sido bautizado con este nombre.


[5356]
Desde Kirecheim, localidad de la misma archidiócesis, se indicaron los nombres de Hugo, Adolfo, José y Gertrudis: tres negros y una negra se llaman así desde su bautismo. Luego bauticé a una chica negra de unos 15 años y le puse «Ana Thienel», según el nombre de una pía señora de Schwartawasser, en Bohmen. Aparte de esto, no puedo por menos de expresar mi más profunda gratitud hacia un eclesiástico de la misma tierra y perteneciente a la diócesis de Breslau, en la zona austríaca, que ofreció su donativo bajo el lema «Vuestra tristeza se convertirá en alegría», manifestando sentirse con el corazón muy cerca de nosotros en nuestra dificultosa tarea, y al que suplico cálidamente que nos tenga siempre presentes a la Nigricia y a mí en sus devotas plegarias.

Todos los otros nombres que figuran en el informe anual serán asimismo asignados, lo antes posible, en el bautizo de otros neófitos.

Reciba un cordial saludo de quien en el Sacratísimo Corazón de Jesús es



Suyo devotmo.

† Daniel Comboni

Obispo y Vicario Apostólico



Original alemán.

Traducción del italiano






790
Card. Juan Simeoni
0
Jartum
23. 8.1878
N. 790 (751) - AL CARD. JUAN SIMEONI

AP SC Afr. C., v. 8, ff. 685-693



N.° 6

Jartum, 23 de agosto de 1878



Emmo. y Rmo. Príncipe:



[5357]
Esta vez he tardado más de lo normal en escribir, a causa de lo mucho que he sufrido, luchado y trabajado. He sufrido mucho por el dolor de perder a un joven y robusto misionero. D. Policarpo, del Tirol, que, tras unos días de simple malestar, fue atacado por un tifus fulminante, y en menos de media hora, teniendo apenas tiempo de darle los sacramentos, expiró. De la misma manera había muerto dieciséis días antes mi asistente, o camarero, al que traje de Roma para hacer también de él un excelente catequista: era un joven sano de unos 16 años. Además, finalmente, murió la Superiora de las Hermanas de San José, Sor Arsenia Le Floch, devota, buena, juiciosa y llena de caridad y de celo por las almas. Su muerte ha desanimado mucho a casi todas las otras Hermanas de la misma Congregación que están en el Vicariato; y para mí ha sido una gran desgracia, tanto por las muchas esperanzas que tenía puestas en esa Superiora como por las consecuencias que preveo: que dicha Congregación (que tengo en enorme estima por tratarse de la primera que generosamente me ayudó y ser las Hermanas de una extraordinaria abnegación y caridad) se desanime y se canse de mandar sus religiosas a Africa.


[5358]
He sufrido mucho también porque mi Representante, el Canónigo Pascual Fiore, que durante mi ausencia del Vicariato, sin avisarme, contrajo deudas por importe de 46.472 francos a causa de la carestía sobrevenida y de su no excesiva pericia como administrador, pidió, insistió en pedir y obtuvo de mí permiso para regresar a Italia, a Trani, por su madre, en el momento en que más necesitaba yo su ayuda. No obstante, ahora, a los treinta y seis días de su marcha, la misión va mejor que nunca; y dicho Canónigo me ha asegurado que volverá más adelante al Vicariato. He tenido además un gran sufrimiento moral por la persistente carestía –aunque ya ha empezado a llover bien–, que me obliga a contraer nuevas deudas para sostener la misión y aliviar los casos de miseria extrema. Resulta que los artículos de primera necesidad cuestan de diez a quince veces más de lo ordinario, y en la actualidad muchos de ellos faltan del todo.


[5359]
En el Kordofán hace dos meses que no se ve trigo para el pan, y mi horno permanece inactivo: se vive de durrah, maregh, dokhon, etc. Como llevo tiempo sin comprar trigo, no estoy al tanto de los precios. Pero el Caballero Hansal, I. R. Cónsul austrohúngaro en Jartum, me comunica que el trigo, que antes costava de cuatro a seis escudos el ardeb (saco de 88 kilos) se ha pagado a setenta y dos escudos; y el durrah (maíz del país), que antes yo pagaba a un escudo el ardeb, y del cual viven aquí en la misión nuestros alumnos, alumnas, huérfanos, etc., que ascienden a más de un centenar, fue pagado a 24 escudos. Imagínese ahora V. Em.a en qué apuros me encuentro al carecer de dinero y tener que mantener las misiones del Vicariato, los pequeños establecimientos de Egipto y los dos establecimientos de Verona, con los disparatados precios a que están los géneros de primera necesidad.


[5360]
Aquí nunca he oído que los padres se coman a sus hijos, o que sirvan de alimento los cadáveres de las personas fallecidas, como, según Les Missions Catholiques, ocurre en China y en la India, pero los pobres mueren a centenares, como moscas: la nación de los Berberini, o Barabra (dongoleses) ha sido diezmada por el hambre y el tifus; en el Kordofán la gente ha muerto a millares de sed, etc., etc. Pero, gracias a Dios, nunca han carecido de lo necesario los misioneros, las Hermanas, los hermanos coadjutores y los demás miembros de la misión. Eso sí, agotados todos los fondos que recientemente recibí de Lyón, Colonia y Viena, me encuentro con la caja vacía, y con más de 300.000 francos de deuda. ¡Oh!, ¿cómo voy a arreglármelas para salir adelante, manteniendo todo el Vicariato, las Casas Madres de Verona y los Institutos de Egipto?


[5361]
Aunque esto, Emmo. Príncipe, es la última de mis preocupaciones; no me inquieta en absoluto. Mi llorado Superior D. Nicolás Mazza, que desde mi niñez y durante veinticuatro años fue un padre para mí, y que murió en olor de santidad, decía siempre que Cristo es un caballero; lo cual yo siempre interpreté como que tras el petite, querite, pulsate, pronunciados y repetidos en las debidas condiciones, vienen siempre, como las notas en el piano al pulsar las teclas, el accipietis, invenietis y aperietur. Ríase el mundo cuanto quiera, ésta es una gran verdad. Pues bien, el 12 de mayo, fiesta de mi ecónomo San José consagrada a su Patrocinio, yo le intimé de todas las maneras a que no más tarde del próximo 31 de diciembre me mande en varios plazos 100.000 (cien mil) francos. Vuestra Eminencia, si Dios me da vida, sabrá mediante informe oficial que San José me los ha mandado.


[5362]
Además, en la fiesta del Patrocinio de San José le conminé a que antes de un año (o sea, antes del 12 de mayo de 1879) me consiga el equilibrio verdadero, real y perfecto de la economía del Vicariato. Pero no como el equilibrio presupuestario que siempre prometen y nunca cumplen los ministros de finanzas del llamado Reino de Italia, sino el equilibrio auténtico; esto es, la total extinción de todas las deudas y de cualquier pasivo, y encima el suministro en abundancia de lo necesario para sostener el Vicariato y sus Obras. De todo esto, si vivo, recibirá debida información Vuestra Eminencia antes de que concluya el bendito mes del Sdo. Corazón de Jesús del año que viene. Las cruces, las congojas, las tribulaciones son necesarias, porque consolidan y hacen prosperar las Obras de Dios; y mi obra es Obra de Dios


[5363]
Pero aun siendo todo esto cierto y aun estando yo seguro de que sucederá lo que he afirmado ahora, no puedo ocultar que he padecido y sufrido sobremanera por todas las desgracias enumeradas. Tuve y tengo todavía el alma lacerada, porque he penado mucho; incluso yo mismo he tenido que luchar con muchos malestares y enfermedades, que padecí como otros misioneros de aquí. Ahora estoy un poco mejor, pero pasé tres meses de grandes padecimientos: cada vez que me llamaban al refectorio, me parecía como si me encaminase a la muerte. Durante tres meses, además de una terrible inapetencia tuve una extrema debilidad, hasta el punto de no resistir de pie lo suficiente para decir misa; aunque, haciendo grandes esfuerzos, la dije a menudo. Encima, de cada veinticuatro horas, apenas logré casi nunca dormir una sola.


[5364]
Causa de todo esto fueron los sufrimientos internos y heridas del corazón que le he indicado, más el clima tórrido, los grandes males y miserias que he visto, y el dolor de no haber podido remediarlas como habría deseado.

Añádase a todo esto el trabajo continuo, que, a pesar de todas mis penas del espíritu y sufrimientos corporales, he realizado: dirigiendo el Vicariato y todas las Estaciones; tratando de arreglar los enfrentamientos que mi mencionado representante, el Canónigo D. Pascual Fiore tuvo con el Gobierno local, y que dieron origen, mientras yo estaba en Roma, a un recurso de Gordon Bajá a la Santa Sede, al que en nombre de Su Santidad respondió V. Em.a Rma. como Secretario de Estado; y, finalmente, haciendo de catequista y de párroco, asistiendo a enfermos, y realizando otras funciones del ministerio sacerdotal.


[5365]
Y añádase, además, mi asidua e intensa correspondencia epistolar con Europa, con mis extensas relaciones personales, a fin de obtener ayudas materiales, animar a los tímidos, débiles y perezosos, y hacer quedar bien a mi dulcísimo ecónomo San José, mandándome los 100.000 francos a su debido tiempo y obteniéndome el perfecto y real equilibrio económico implorado.


[5366]
Doy gracias a la bondad divina por la fiel y poderosa ayuda que me presta mi querido y santo compañero, mi apoyo, D. Antonio Squaranti, mi Administrador General para los bienes temporales de toda la Obra, que está siempre a mi lado, y que tuve el honor de presentar a Vuestra Eminencia en el Vaticano, el cual me ruega que transmita sus respetos a V. Em.a , a Mons. el Secretario, al excelente y capaz Minutante Zitelli, y al Emmo. Card. Franchi, Secretario de Estado.


[5367]
Ahora que le he contado una parte de las cruces que han afligido mi espíritu, declarándome siempre dispuesto con alegría a sufrir por Cristo y por la salvación de las almas más necesitadas y abandonadas del universo, me permito señalar brevemente a V. Em.a Rma. las bendiciones de Dios y de su gracia, que compensan mil veces al misionero por las cruces y penas que ha sufrido en el cumplimiento de su deber.


[5368]
Desde mi llegada al Vicariato, aparte de lo que le relaté de las tres concubinas de Cadaref con un niño, ganadas por las maravillosas vías de la divina Providencia para la Iglesia y para el cielo, he conferido solemnemente el bautismo a otras tres concubinas, que desde hacía muchos años vivían en amancebamiento con tres comerciantes católicos, llenos de virtudes y de pecados, que estaban aquí por sus negocios. Me ayudaron maravillosamente las Hermanas árabes de San José de la Aparición. Al solemne bautismo de las mujeres, realizado con el pleno consentimiento también de sus compañeros, siguió el matrimonio cristiano y con él la legitimación de los hijos. Ahora tenemos en proceso de instrucción otras tres concubinas con la anuencia de sus amantes, los cuales incluso en su extravío han conservado encendida una chispa de aquella fe en que nacieron en Siria; y espero que para la Virgen de septiembre todo esté en orden.


[5369]
Así, mientras que cuando llegué a Sudán como Vicario Apostólico no encontré más que una pareja legítimamente unida, y todas las demás vivían en el concubinato, ahora en todo el Vicariato sólo quedan cinco concubinarios, de los cuales dos son masones europeos, y uno egipcio. Hemos insistido, obteniendo solamente buenas promesas; pero se continúa. Seguiremos insistiendo. Por lo demás, todos los otros viven unidos católicamente, de lo cual están contentos, y frecuentan la iglesia.


[5370]
Ha abjurado ante mí un acaudalado comerciante griego herético, acreedor nuestro. Los contactos que tuvo con la misión y con las buenas Hermanas, incluso por motivos de salud, fueron la chispa que lo iluminó. Yo lo estimulé y animé, y él se rindió a la gracia. Para mantenerlo en la buena opinión que tenía de la Iglesia católica, en cuanto me fue posible, o sea a los dos meses de su abjuración, le pagué cuanto se le debía.


[5371]
No sé si le he contado en mi última carta la conversión y el solemne bautismo que administré a dos adultos musulmanes, que ahora son modelo de católicos. Pero todo el mérito de esta espléndida conversión es de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de El Cairo, en cuya casa los dos afortunados estuvieron sirviendo durante seis años, y allí recibieron la luz y la gracia de Dios. Yo no hice sino ir alimentando y desarrollando paulatinamente estos dones, y ellos dos correspondieron fielmente a la gracia.

Por otra parte, en el Kordofán han sido bautizados seis adultos, algunos de los cuales han tomado esposa católica. Y en Gebel Nuba se ha conferido el bautismo a once individuos.


[5372]
La semana pasada, en la fiesta de la Asunción, administré solemnemente el bautismo y la confirmación en Jartum a dieciséis adultos: nueve varones y siete hembras. Fue para nosotros una fiesta de grande y santa alegría. Vestido con ornamentos de pontifical en la sagrada ceremonia, antes de derramar el agua bautismal pregunté públicamente en árabe a cada uno de los neófitos si estaba verdaderamente decidido en su propósito de ser cristiano: hubo respuestas que conmovieron a los presentes.


[5373]
Hay otros que se están preparando. Pero tengo por sistema avanzar con pies de plomo, por el peligro especial que corren aquí, donde para ganarse la vida tienen que servir a los musulmanes. En general procuro cerciorarme de que los convertidos puedan estar seguros de conservar la fe, antes de admitirlos al bautismo. Estos peligros quedan muy reducidos en los países donde no hay musulmanes, o donde se detesta el islamismo, como entre los pueblos Nuba, etc. Allí hay otro trabajo colosal para los misioneros, y es la creación de diccionarios y gramáticas de esas lenguas no desarrolladas del todo, cuyo aprendizaje requiere mucho tiempo.


[5374]
He recibido sus veneradas cartas del 1 de junio y del 16 de julio, y he comprendido que, con ánimo de contrarrestar los esfuerzos de los anglicanos protestantes, Propaganda autorizó a los buenos Misioneros de Argel a desarrollar su acción en Africa Ecuatorial. Esto me llena de satisfacción, porque parece verdaderamente que la Providencia prepara todos los caminos para llamar a la fe a Africa Central. Yo enviaré a V. Em.a el Informe detallado y razonado que le prometí, y cuya elaboración me ha recomendado Ud. cálidamente en su mencionada del 1 de junio. Pero como estoy seguro de que la Sagrada Congregación no se ocupará en plena asamblea general de los Emmos. y Rmos. Padres de erigir definitivamente las proyectadas Prefecturas Apostólicas de Africa Ecuatorial, sino que sólo lo hará cuando conozca formalmente los resultados de las primeras exploraciones de aquellos territorios por parte de los Misioneros de Argel, tengo tiempo de madurar mis observaciones y estudios al respecto. Naturalmente, siempre me alegraré de obedecer las decisiones de la S. Congregación, porque quiero vivir y morir solamente haciendo la divina voluntad.


[5375]
Entretanto será mi empeño rezar y hacer rezar mucho y asiduamente por el éxito de las expediciones de esos excelentes Misioneros de Argel, a los que el muy pío prefecto Apostólico de Zanzíbar, el venerado P. Horner, ha encontrado animados del verdadero espíritu de Dios y dispuestos a morir por Cristo, así como a soportar todas las fatigas y las inmensas privaciones inevitables en el apostolado de Africa Central y Ecuatorial, y todas esas tremendas pruebas que no se pueden eludir en las que sin duda son las Misiones más laboriosas y difíciles del mundo. Por eso, habiéndoseme presentado en el pasado julio ocasión propicia de ayudar a los Misioneros de Argel, escribí una carta de recomendación dirigida al Gobernador General del Nilo Blanco y del Ecuador, el muy docto y erudito Emin Efendi, mi amigo y bienhechor, en la que le instaba fervientemente a recibir, proteger y ayudar a los misioneros franceses enviados a los lagos Nyanza por mi venerado hermano Mons. Lavigerie, Arzobispo de Argel; a acogerlos y tratarlos como me recibiría y trataría a mí mismo y a mis misioneros y Hermanas; a recomendarlos cálidamente al rey de Uganda y al de Unioro, y a hacer por ellos lo que haría por mí mismo.


[5376]
Y como dicho Gobernador General de las posesiones egipcias en el Ecuador mandó a Jartum su secretario, el Sr. Marcos Zvitanovich, de Dalmacia, a tratar asuntos con Su Excelencia Gordon Bajá, y a pedirme semillas y plantas de mi jardín, y también dos herreros y carpinteros para el rey de Uganda, Mutesa, yo aproveché para entregarle junto con las semillas y plantas (los dos obreros irán más tarde) la carta de recomendación dirigida a Emin Efendi, y también para recomendarle a él debidamente los mencionados misioneros. El recibió mi petición con sumo agrado, diciéndome que iba a hacer todo por ellos, como haría por su propia familia.


[5377]
A hacer tan cálidas recomendaciones movióme especialmente –además del sincero y ardiente deseo que tengo en el corazón del éxito de los Misioneros de Argel, para bien de esas almas desventuradas por las que Cristo dio su sangre–, el haber sabido aquí los grandes obstáculos que estos buenos misioneros van a encontrar por parte de los ministros protestantes anglicanos que se han establecido en el reino de Uganda, en el lago Victoria, los cuales aborrecen de modo especial a la Iglesia Romana y a los sacerdotes católicos. La bien preparada expedición que la Sociedad Church Missionary de Londres envió al Nyanza Victoria, como es sabido de V. Em.a, resultó un fracaso; porque con excepción del Dr. Wilson, que buscó refugio al lado de Mutesa, rey de Uganda, todos murieron, y dos misioneros, Smith y O'Neil, junto con su escolta de más de cien personas, perecieron en la isla Ukerewe, en el Victoria, en una matanza organizada por el reyezuelo de la misma.


[5378]
Dicha Sociedad anglicana no se desanimó por sus desastres, y envió enseguida por la ruta de Suakin y de Jartum otros cuatro misioneros ingleses: el Dr. Hall, el Dr. Felkin, Pearson y Lichtfield. A su llegada a Suakin, el primero de ellos enfermó, y asustado por los catorce días de desierto que había hasta Berber, se volvió a Londres, mientras que los otros tres continuaron, provistos de cartas de recomendación para el Gobierno. Llegados a Berber, el Gobernador de allí mandó un oficial al Superior de nuestra misión, rogándole permiso para que tres señores ingleses se alojasen en casa de la difunta Señora Lafargue (que murió católica y habiendo recibido de nuestra mano los sacramentos), casa de la que nosotros teníamos la custodia y las llaves.


[5379]
Ante el ruego del Gobernador, aquel Superior tomó las llaves, y él mismo con otro misionero acompañó a aquellos señores al alojamiento, les mostró las habitaciones y los divanes, puso a su disposición dos sirvientes guardianes, etc. Luego aquellos tres señores, dirigiéndose al Superior, le preguntaron su nombre y profesión. Nada más oír que él y su compañero eran misioneros católicos, los tres ingleses le volvieron la espalda, y ya no quisieron hablar más con él. Veinte días estuvieron en Berber, y nunca fueron a ver a los nuestros, que los habían tratado con tanta gentileza. Hasta los musulmanes vinieron a decirme: homma Aadákom = ellos son vuestros enemigos. Se presentaron luego en Jartum, donde está el único monumento de forma europea que existe en Sudán: se trata de la misión, que todos los forasteros vienen a visitar. Pues bien, aquellos señores protestantes (que presumen de tolerantísimos y acusan a los católicos de lo contrario), en los diez días que estuvieron, jamás aparecieron por la misión. Yo conté todo a S. E. Gordon Bajá, el cual me dijo que también él se había dado cuenta de qu’ils n’ont pas de politesse.


[5380]
Y si de este modo se han portado con nosotros, con las gentilezas que hemos tenido hacia ellos, ¿qué no harán con los Misioneros de Argel, sus rivales? El Sr. Zvitanovich, el Secretario, sin que yo le dijese nada, vino a decirme que si esos señores le hacían otra como las que le habían hecho aquí en Jartum, los haría bajarse en la orilla del Nilo Blanco, o los mandaría de vuelta. Y me repitió que haría todo el bien posible a los Misioneros de Argel, y que estaba encantado de que vinieran al Nyanza.


[5381]
Este Secretario llevará desde Gondókoro seis elefantes para trasportar el vapor destinado al lago Victoria. En el Nyanza Alberto hay desde 1876 un vapor que llevó allí el capitán Gessi.

Pidiéndole su santa bendición, le beso la sagrada púrpura y me declaro con todo respeto y sumisión



De V. Em.a Rma. obedmo., atto. y devotmo. hijo

† Daniel Comboni

Obispo de Claudiópolis Vic. Ap. de Africa Ctral.