N. 1071; (1026) – TO CANON CRISTOFORO MILONE
“La Libertà Cattolica (1881), p. 509
El Obeid, 17 May 1881
Brief Note.
N. 1072; (1027) – TO THE DIRECTOR “MUSEO DELLE MISSIONI CATTOLICHE”
“Museo delle Missioni Cattoliche”, (26/6/1881)
J.M.J.
El Obeid, 17 May 1881
Dearest Director,
No ha transcurrido todavía un mes desde que le mandé desde esta capital una carta de recomendación redactada a mi favor por un Bajá musulmán –Rauf Bajá– que gobierna en nombre del Jedive de Egipto un territorio cinco veces más extenso que toda Italia; y se la envié con ánimo de dar a conocer al mundo la protección de que goza la Iglesia católica entre los musulmanes, sobre todo bajo la bandera del Jedive de Egipto. Y es que los gobernantes de aquí reconocen que nuestra santa Religión contribuye poderosamente al bien moral y material de los pueblos; y sobre todo en estos lugares hay la convicción de que los establecimientos de nuestras Misiones católicas son la más espléndida representación de la civilización europea en Africa Central.
Ahora, con el mismo fin, le envío un nuevo documento, que sin duda servirá de gloria a Dios y a la Iglesia; se trata de otra carta, que ayer por la tarde me llegó del mismo Gobernador General, y que sin más le transcribo traducida a nuestra lengua:
[Sigue la carta de Rauf Bajá. Véase carta al Card. Juan Simeoni
del 17/5/1881, n. 1069, § 6731-6733].
Como por el territorio de la Misión que hemos fundado en Gebel Nuba merodean muchos ladrones y asesinos, a ruegos de los jefes de allí y de nuestros misioneros hemos invocado la ayuda del Gobierno para echarlos y atender a nuestra seguridad. Mañana yo parto hacia aquellas tribus con misioneros y con la Superiora de las Hermanas. La trata de esclavos ha recibido un gran golpe gracias a las fuertes medidas que ha tomado el actual Jedive de Egipto; asunto sobre el que le escribiré más adelante, si Dios me da vida. Ruegue, etc.
† Daniel Comboni
Obispo y Vic. Aplico. de Africa Central
N. 1073; (1028) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI
ACR, A, c. 15/121
N. 21
El Obeid, 18 May 1881
Dear Father,
Le mando aquí abierta la carta a las Peccati, que le ruego tenga la paciencia de leer, no sea que yo aquí, con las prisas (y con el poco dormir por el calor sofocante, etc.) me haya equivocado en algo. Según el verdadero bien de la Nigricia y las intenciones de un auténtico benefactor de ella, me parece que se debería sugerir a las Peccati –siempre aprovechando el momento oportuno– que el dinero que para los casos urgentes se les dé de más pueda computarse después de la muerte de una de ellas, dando a la superviviente, por ejemplo, no las 2.500 liras, sino 2.000 o 1.800, por ser ya una sola persona y no dos. Esto no lo puedo hacer yo hic et nunc, después de lo que ha pasado; pero sí usted, cuando crea, como el que por conciencia tutela celosamente los intereses de la Nigricia. Cogita. Me encuentro todavía aquí porque aún no han venido los camelleros. Se me han muerto en Nuba tres de los camellos que fueron allá (103 táleros), y tengo que conseguir otros. Mis siete soldados de caballería llevan una semana esperándome. Hoy he mandado recado al Bajá para que obligue a los camelleros a venir.
Ultimamente le he mandado a usted la carta que me dirigió Marzano, o sea, la descripción del nuevo templo consagrado a Nuestra Señora del Sagrado Corazón, etc. Le he adjuntado también un fragmento de la carta en francés que me escribió D. Arturo hablándome de la frecuentación de los SS. Sacramentos en Jartum, y que conviene incluir en el próximo número de los Anales. Ahora le mando una nueva y estupenda misiva que escribió Rauf Bajá el 10 del corriente, la cual muestra la alta posición de que goza la Iglesia católica en Sudán, y el respeto que se le tiene, en contraste con la actitud de esos barrabases de Gobiernos europeos, sobre todo los de Francia e Italia. A Lyón he mandado el dibujo interior y exterior de la iglesia realizado aquí por un protestante gavazziano [de la Iglesia «libre» de Alejandro Gavazzi] que está con nosotros. Quizá D. Luis me entregue pronto una fotografía de la fachada, que sacó esta mañana.
Perdone si no contesto a sus cartas: estoy ahogado de correspondencia con los Ministros de Egipto y con Rauf Bajá, al que he telegrafiado esta mañana para que al contingente de los cien soldados con un oficial se le asigne un inspector europeo –un excelente católico que está aquí–, para hacer las cosas en regla ......
[Aquí falta un trozo de hoja]
... Para Verona lo quiere así, porque para Verona yo había encargado a Squaranti cuando estaba conmigo en Jartum. Pero Squaranti conocía Verona mejor que yo y tenía mejor cabeza que D. Bartolo. Luego me dice que hace una prueba si le place, que por lo demás pretende ser libre de volver a Europa cuando quiera, e incluso de desvincularse de la misión. Que el Señor lo bendiga. Mientras, me suplicó que le mandase la autorización de regreso (que le mandé) para volver con Calixto. Realmente su salud deja que desear, y si hubiese venido aquí a sufrir lo que ...... [faltan palabras] ...... ya habría muerto.
[Falta media hoja]
[Escrito en el margen izquierdo:] Maestro a Pimazzoni y no a él.
Ruegue por
Su a... † Daniel Comboni
N. 1074; (1029) – TO FR FRANCESCO GIULIANELLI
ACR, A, c. 15/28
El Obeid, 18 May 1881
Dear Giulianelli,
Después de los tres mil francos no he recibido ya ni un céntimo. Le escribí a usted, adjuntándole una carta a Holz, para pedirle seis mil francos. Pero no he visto el menor dinero, ni de usted, ni de Holz, y estoy en un gran aprieto.
Ha hecho usted mal en escribir pidiendo ayuda a Lyón y a Colonia. Su súplica a esas Sociedades no hará que las mismas añadan un céntimo más a lo que han decidido entregar tras los informes y ruegos del Vicario Apostólico. A los que debía haber escrito es a aquellos conocidos suyos con los que yo no estoy relacionado: entonces sí que recibiría algo, y un poco más de lo que conseguiría yo.
Debe usted siempre mandarme las cartas y demás que le lleguen de Lyón, Colonia, Viena, Sociedades benefactoras, etc., como hacía D. Bartolo, porque aunque ello vaya dirigido a usted por orden mía, me pertenece a mí, porque a la vista de esos papeles yo hago mis peticiones cada año. Así que envíeme las cartas que reciba de Lyón, Viena, Colonia, etc.
Hasta nueva orden mía, esto es, mientras que en El Cairo sean tan pocos, le mando que no compre en Europa más provisiones ordinarias, como queso, jamón, embutidos, etc., a excepción de tomate en conserva o macarrones de Nápoles, o algo que enviar a Sudán. Puede mandar a Suakin, pero sin acompañarlo de nadie, un tercio del vino comprado, dirigiéndolo al Sr. A. Marquet, que es mi verdadero Procurador.
Le recomiendo la máxima economía: no gaste más que lo estrictamente necesario. Del dinero que recibió en julio de Lyón mande enseguida 6.000 francos a Verona, al P. Sembianti, dé otros 6.000 a Bonavia (si puede, parte en agosto o después) y quédese sólo 2.000 francos para las necesidades de El Cairo: todo lo demás envíemelo a mí a Jartum. E igualmente todo el dinero de Colonia o de Viena (el primero que llegue hasta agosto) me lo mandará a mí. Obedezca ciegamente mis órdenes, y no como hizo cuando le ordené que mandase todo el dinero que recibiera, y que se las ingeniase en cuanto a los cuatro gatos de El Cairo. Cuántas veces escribí a D. Bonomi y a D. Fraccaro diciéndoles que se las ingeniasen, al pedirles que no mandaran a El Cairo más letras que pagar, y ellos se las ingeniaron y confiaron en Dios, y Dios los ayudó.
Después de que para las necesidades de El Cairo pagó usted 18.000 francos y más, con el ingénieselas lo que intentaba decir es: «Ahora que ha pagado las deudas de El Cairo, contraiga otras, y mandándome a mí todo el dinero, deje que yo pueda pagar mis deudas en Sudán». ¿No era esto razonable y justo? Yo lo hice mil veces con los Superiores de Sudán, donde tengo gastos ingentes, y ellos obedecieron porque confiaban en Dios. Tanto más lo esperaba yo de usted, que tanto ruega al Señor con palabras y con deseos ardientes. Pero encuentro que está muy atrás en la confianza en Dios y en la obediencia, y que nuestros buenos misioneros de Sudán tienen mayor confianza. Porque usted, como hombre débil y sin confianza en Dios, no sólo ha dirigido a mí sus quejas (al Superior háblele siempre de manera clara y franca, como lo siente usted, para que él con sus luces le ayude y dirija), sino que se las ha expuesto también a mis subordinados, como hizo con D. Bartolo y quizá con otros. Y no es que trate de reprocharle nada, pero creí que confiaba usted más en Dios, y ha hecho como aquel panadero que dijo a mi Superior en el Colegio: «Señor, en las cosas espirituales creo en Dios, y en las cosas temporales en los napoleones de oro». A D. Arturo, el Superior de Jartum, le dije también que se las ingeniase, y él se las ingenia, y no me pide más dinero.
Alberto Sebastián ya ha partido del Kordofán para regresar a Europa a hacerse sacerdote. Quería serlo a toda costa; pero durante todo el viaje a El-Obeid y en su estancia aquí mostró tanta soberbia, testarudez y desobediencia, que con esa manera de ser yo no lo habría ordenado ni aunque hubiera tenido toda la ciencia de Santo Tomás. Como le dije que por el momento no le podía dar dinero, porque no lo hay, él, contra mi voluntad y a despecho de todos, se fue con el dinero encontrado. Y desde ese momento dejó de pertenecer a nuestra Sociedad. De modo que le prohíbo recibirlo o alojarlo en nuestra casa, así como darle dinero, ni siquiera un céntimo, ni para vivir en Egipto, ni para ir a Europa o a otra parte, y esto contrariis quibuscumque non obstantibus.
Por caridad, pregunte al Superior de los Jesuitas si ha recibido aquella letra de cambio de Baviera que yo le mandé a él para su Colegio.
Saludo y bendigo de corazón a mi prima Faustina, a la que no tengo tiempo de escribir, pero que en cambio me debe escribir a menudo, cosa que esa cabezota tapagujeros no ha hecho desde hace tiempo. Bendigo a las otras Hermanas, al P. Pedro, a los Hermanos, etc., y deseo al Excmo. Delegado Aplico. muchas felicidades en el día de San Luis, el de su onomástica.
Usted tenga más fe en Dios, y más caridad para con nosotros, y mándenos dinero. Entretanto lo encomiendo al Corazón de Jesús, y le pido confianza en El; que tiene usted poca, y más externa que interna. Pero esfuércese y ruegue a Jesús, que le dará todo.
Mándeme dinero. Dé a D. Bartolo todo lo que quiera y desee para ir a Europa. Si hubiese venido a El-Obeid, le habría costado la vida: casi me cuesta hasta a mí.
La nueva iglesia del Kordofán es estupenda. Ya he mandado su descripción a Roma, Verona, Colonia, etc. Alabe a Jesús.
† Daniel Obispo y Vic. Ap.
N. 1075; (1030) - TO CARDINAL GIOVANNI SIMEONI
AP SC Afr. C. v. 9, ff. 133–138
N. 8
El Obeid, 20 May 1881
Most Eminent and Reverend Prince,
En mi establecimiento de El Cairo, mi excelente misionero D. Juan Dichtl ha formado e instruido en las cosas de la Religión y en italiano a un negrito de unos trece años, al que con el permiso de Mons. Ciurcia, y siguiendo el criterio y mandato del P. Hermenegildo, Coadjutor y Guardián de El Cairo, yo bauticé a mi paso por Egipto.
Habiendo encontrado en él sólido juicio, piedad religiosa, inteligencia y aplicación, y tras oír el consejo de mis compañeros, de un padre Jesuita y de muchos otros religiosos que lo han conocido, me dirijo a la eximia caridad y ardiente celo de V. Em.a Rma. para suplicarle que se digne hacerlo admitir por el Santo Padre en el Pontificio Colegio Urbano de Propaganda Fide para el próximo curso escolar 1881-1882.
En la firme esperanza de que la caridad de Vuestra Eminencia me concedería esta gracia por el bien de mi arduo y laborioso Vicariato, permití que dicho negrito se trasladase el pasado marzo a mi Instituto de Verona, a fin de que allí reciba la conveniente enseñanza y preparación para que esté en condiciones de entrar en ese Pontificio Colegio.
Se llama Pedro Farag, y espero que esté a la altura del sublime fin de su vocación, que siente desde hace tiempo, de abrazar el estado eclesiástico para sudar y morir por sus negros.
Los camellos que llevamos esperando dos semanas para ir a Gebel Nuba no nos llegan, porque la mayor parte de esos animales están consumidos y débiles por la sed, a causa de la gran carestía de agua que aquí reina. Ya he escrito al gobernador general diciéndole que es preciso tomar grandes medidas, que ciertamente son posibles. Mientras, yo gasto cada día de 15 a 20 escudos en agua, que a veces no se encuentra, y los chicos lloran de sed y piden de beber. A mí, como Obispo y Vicario Aplico., se me fuerza a aceptar un poco de agua para lavarme; pero me tiene que durar para tres o cuatro veces, y luego se beben esa misma agua los negritos. Es imposible expresar lo que nosotros sufrimos de sed, de calor y de sofoco, especialmente yo, que estoy gordo y mantecoso, y que tengo (como decía Mons. Vespasiani, Obispo de Fabriano y Matellica, refiriéndose a su barriga) un barril que me pesa, y que para colmo no tengo nunca apetito y duermo muy poco.
Pero encuentro un gran consuelo en ver que todos mis misioneros (menos Rosignoli, de Frascati, que sólo va así así, tirando, por apego a las comodidades –aunque es pasablemente buen sacerdote–, y durará en la misión lo que dure; y menos D. Rolleri, que está enfermo y a la primera fiebre que lo agarró a dos días de Jartum quiso volverse allí, desde donde a los quince días me pidió regresar a Europa a curarse); tengo un gran consuelo, decía, al ver a todos los misioneros y todas las Hermanas siempre alegres y contentos y dispuestos a padecer y morir. Ellos y ellas hablan de hambre, sed, enfermedades y muerte como de cosas bellas. Y estoy convencido de que en cuanto a abnegación y espíritu de sacrificio, ninguna misión tiene misioneros tan sólidos como la mía, ya sean seculares o regulares. Para contar con un misionero y decir que se puede disponer de él en el Africa Central o Ecuatorial o interior, antes es preciso que haya pasado al menos dos años en el campo de batalla. Si lucha duro durante dos años, entonces se puede contar con él. Sobre los fervores de Europa (y esto es aplicable a todos los Institutos) no se debe hacer un serio cálculo. Por ejemplo, D. Rolleri, que llevaba once años en Egipto, nunca había querido venir al centro de Africa: en Egipto se está mejor que en Europa. Pero que encontrándose ya aquí, con la primera fiebre, y al mes y medio tan sólo de su llegada, solicite su regreso a Europa, revela que no es un buen misionero de Africa Central, donde se debe llevar la Cruz, como condición sine qua non, para cumplir con el propio deber.
No es por hablar mal de nadie, porque yo querría que todos hiciesen mucho bien a Africa mi amante, incluso más que yo; pero como hombre práctico y de experiencia en las cosas de Africa (porque me parece que se ha prestado una confianza excesiva, total, más allá de los datos de la realidad), antes de emitir un justo y verdadero juicio sobre las misiones, milagros y cosas de Mons. Lavigerie y de sus Misioneros de Argel en Africa Ecuatorial, me atrevo a aconsejar a la eximia bondad de Vuestra Eminencia que vaya lenta, pausadamente, y con pies de plomo, como habría hecho con su peculiar agudeza y con su experiencia práctica de los hombres, de las cosas y de las santas misiones nuestro sapientísimo y llorado padre y Superior el Emmo. Barnabò. Vuestra Eminencia Rma. y los Emmos. Cardenales de la Sagrada Congregación, movidos por la más ardiente, exquisita y verdadera caridad apostólica, signo de los sucesores de los Apóstoles y de quienes se sientan al lado del Vicario de Jesucristo, han favorecido todas las no bastante ponderadas y justificadas peticiones de ese eminente prelado, cuyo juicio y solidez, así como su caridad hacia sus hermanos los Obispos misioneros, desde luego no están a la altura de su dignidad. Y respetuosamente me permito albergar el temor de que en la realidad los resultados queden reducidos a cifras de poca importancia.
Sinceramente, para mí sería un placer que él convirtiese toda Africa, y estaría yo contento con ser el último de sus servidores; pero las noticias que recibo del Nyanza ciertamente no son buenas. Ese P. Livinhac, Superior del Nyanza Victoria, que es sin duda un hombre de valía, y con el que se ha hecho bien en contar, ha comprendido que no es posible correr como se creía; y se me dice que él y sus compañeros no se encuentran en buena situación. Según se me ha informado, en dos años que llevan allí viven todavía en cabañas, y no disponen aún de una casa como la que yo he construido en Jartum para los chicos negros. Tales son las noticias llegadas a Jartum con el último vapor de Ladó. Ruego de corazón a Jesús y María por aquellos misioneros, a fin de que tengan éxito.
Como V. Em.a me había ordenado, apenas llegado yo a Jartum, D. Luis Bonomi dejó de ser Vicario General, de lo cual se alegró mucho este humilde misionero. Ninguno tiene tanta abnegación y espíritu de sacrificio como él, aunque carece de buenos modales en ciertos momentos. Me apresuro a besar la sagrada púrpura, etc., etc.
Su devotmo., hummo. hijo
† Daniel Comboni
Obispo y Vic. Ap.
Sería feliz de que las noticias recientemente recibidas del Nyanza fuesen falsas. Roguemos y esperemos.
N. 1076; (1031) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI
ACR, A, c. 15/122
J.M.J.
N.22
El Obeid, 21/5/81
Con disgusto me entero por la última suya de que está desprovisto de dinero, y de que no podrá tirar hasta julio. Don Giulianelli, que mantiene total silencio, desde mi marcha de El Cairo no me ha mandado más que tres mil francos. En Jartum y en El-Obeid me las veo y me las deseo para salir adelante; y si bien aquí no tenemos ni un céntimo de deuda, todos los días se necesitan diez y más táleros para agua, y ayer no los había. Así que San José tiene que cumplir con su deber. No pido gracia, sino justicia. Usted esté tranquilo y alegre, y confíe en Dios. Con este correo salen algunas cartas que no serán inútiles. Si alguien le envía dinero para que me lo mande a mí, se entiende que con el mismo debe usted atender a las necesidades de Verona y de Sestri. El resto téngalo a mi disposición y según mis órdenes.
Al tratar con San José uno se las ha de ver con todo un señor. Tan señor es Pepe que primero piensa en el espíritu y en nuestras almas, así como en lo sustancial de la obra, y luego en el dinero. Siempre ha sido un hombre formal, y debe serlo ahora para mí, que me encuentro bastante apurado. Pero, habiéndome sacado Pepe de tantos aprietos, ¿habría de dejarme ahora en la estacada? Nanay. Por tanto suframos un poco por amor de Jesús, porque la Cruz de Jesús, o un solo pedacito de ella, vale más que todos los tesoros del universo. Mientras, usted rece y haga rezar. Quiero escribir a Praga, y después de haber hablado en mi favor (ya que charitas incipit ab ego), quiero recomendar a las Sacramentinas de Verona; y esto por espíritu de interés, porque quién sabe cuánto rezarán por nosotros. Saludo y bendigo a todos/as, a D. Luciano, etc., y en el Corazón de Jesús sum miser
† Daniel Ep.pus
N. 1077; (1032) - TO CARDINAL GIOVANNI SIMEONI
AP SC, Afr. C., v. 9, ff. 139–144
N. 9
El Obeid, 22 May 1881
Most Eminent and Reverend Prince,
Finalmente, gracias a la pronta ayuda del Gobierno, tenemos en nuestro patio todos los camellos para ir a Gebel Nuba. Hacia allí saldré dentro de dos horas con misioneros y Hermanas, y esta noche descansaremos al pie de un colosal baobab (Adansonia) que está a cinco horas de aquí.
Como en la última mía le hablé de los planes y de las Obras de Mons. Lavigerie, y del tiempo que es necesario antes de emitir un recto juicio sobre la realidad de las cosas, sobre el verdadero resultado, etc., etc., y dado que ahora sólo pretendo señalarle un asunto distinto, concerniente a otra parte de Africa, a Egipto, dejando para después de mi visita pastoral la redacción de un exacto informe, que sin duda ofrecerá materia de estudio a la S. C. sobre lo mucho que se ha hecho, sobre lo mucho más que queda por hacer, sobre una organización más sabia de las misiones africanas, en particular de las centrales, y sobre un problema interesantísimo que mi conciencia me obliga a someter a la sabiduría de la Sagrada Congregación, el cual hic et nunc me parece un teorema, es decir, utrum nec ne expediat, y si es verdaderamente útil o no, y providencial para los intereses católicos de una parte de Africa Central mayor que cinco veces toda Francia, que el Gobierno del Jedive de Egipto haya conquistado parte tan grande del Africa interior, y si es útil que continúe su plan, ya establecido por Mehmet Alí, de proseguir en la medida de lo posible sus conquistas en el interior de Africa, para que en caso contrario yo sepa a qué atenerme y pueda ejercer mi influencia –que no es poca– ante el Diván de Egipto y ante el Gobernador General de Sudán, etc., etc.; por eso se impone ante todo que yo haga aquí a V. Em.a una manifestación de acatamiento, que es la siguiente:
Cuando escribo proponiendo o exponiendo mi parecer a V. Em.a y a la Sagrada Congregación, pretendo que sea un parecer y un juicio totalmente subordinado, y nunca absoluto. De modo que si V. Em.a o la S. Congr., después de examinar como les plazca cualquiera de las cosas que yo expongo humilde y subordinadamente, pensasen o juzgasen lo contrario de lo que yo pienso y juzgo, estoy dispuesto a tocar inmediatamente a retirada, a cambiar mi no recto parecer y juicio, y a pensar y juzgar como piense y juzgue V. Em.a y la S. Congregación.
Ahora, por ejemplo, abrigo cierta profunda convicción sobre la concesión a Mons. Lavigerie de cuatro Provicariatos Apostólicos, que no podrá ocupar de manera sustancial ni en treinta años aunque tuviese cuatro veces más personal que actualmente, y que se le han dado con grave perjuicio para mi Vicariato, al quitarme a mí el principal campo de acción de mi Instituto, es decir, el principal objetivo de las Obras y de los establecimientos que con tantos sudores, tantos gastos y, más aún, con tanta ayuda de la gracia de Dios y con su guía he conseguido levantar; al quitarme, digo, las regiones situadas entre los 9° de lat. N. y el Ecuador, de las que dominamos ya, además de varios dialectos, dos de las principales lenguas, el denka y el bari (algo que los misioneros franceses con todo su celo no habrían de lograr ni en diez años, aunque lo intensasen).
Y todo esto con grave perjuicio también de mi economía, sobre todo en cuanto a la asignación anual de la Propagación de la Fe. Pues bien, esa profunda convicción mía es que la concesión a Mons. Lavigerie de cuatro Vicariatos, sin haber esperado antes, prudentemente, el verdadero resultado de los esfuerzos iniciales en los dos primeros Provicariatos concedidos en 1878, constituye, según mi subordinado parecer, una verdadera equivocación que han cometido Vuestra Eminencia y la Sagrada Congregación, lo cual demuestra que, en lo referente al Africa interior, aunque en Propaganda hay toda la prudencia y la sabiduría humanas, todo el celo apostólico y la caridad evangélica, todo el amor a Jesucristo y a las pobres almas negras, y todo el fervor por las Obras de Dios, entre las que destaco especialmente el benemérito Instituto fundado por el eminente y solícito Arzobispo de Argel para la evangelización de Africa Ecuatorial, etc., ha faltado en la S. Congr. un suficiente conocimiento del terreno al que se refería la concesión, ha habido un poco de precipitación al actuar, y se ha producido en ella, por un momento, y siempre con santa intención, un alejamiento de esa sabia ponderación y madurez de juicio que siempre le fue habitual, porque para sus santos fines no buscó la necesaria información en quien podía dársela (no me refiero a mí: a otros que saben más que yo), ni preguntó primero, como ha sido siempre el uso de la Iglesia, a los Jefes de misiones afectados, a los que se pretendía quitar una parte de su jurisdicción (y aquí sí me refiero mí). Bien entendido, claro está, que esto no es un deber de la S. C., sino una prudentísima costumbre; porque Propaganda es absolutamente dueña de dar, quitar y hacer lo que quiera, sin oír ni consultar a nadie.
Ahora bien, si V. Em.a o la S. Congr. me hiciesen saber que esta opinión mía es equivocada, y que yo no he juzgado rectamente, y que Vuestra Eminencia y Propaganda han actuado bien y de manera juiciosa al hacer lo que han hecho en cuanto a los cuatro Provicariatos mencionados, entonces yo me retractaría al momento y exclamaría de corazón: asinus ego, y pienso y juzgo bien hecho, sapientísimo y prudentísimo lo dispuesto por V. Em.a y la Sagrada Congregación.
Realizada esta manifestación de acatamiento, paso a otro asunto, el cual interesa a la Iglesia, a Oriente, a las Misiones Apostólicas y hasta un poco a mi Obra. Lo expongo en dos palabras.
Este es el momento oportuno, preparado por la Providencia, de tomar medidas radicales para mejorar el interesantísimo Apostolado católico de Egipto, y de darle una actividad que tendrá espléndidos efectos no solamente en Egipto y sobre los descendientes de sus antiguos habitantes, que son coptos, sino también sobre el imperio etiópico y sobre una buena parte de Africa Central.
Desde hace mucho yo estoy asombrado del excesivo retraso en tomar esta esencial y sabia medida, reclamada desde tanto tiempo atrás; pero decía entre mí: «Habrá razones más allá de mis escasas luces, y por tanto inclino la cabeza». Mas ahora, después de que V. Em.a Rma. con sapientísima y prudente habilidad ha hecho que se introduzcan en El Cairo los Padres Jesuitas (un gran acontecimiento, mucho más glorioso para la Prefectura de V. Em.a Rma. que los cuatro...), y tras haber visto yo palpablemente lo que en menos de dos años han realizado aquí dos solos Jesuitas, el profundo conocimiento que ellos han adquirido de Egipto, los hábiles recursos suyos para convertir a un alto personaje, las ideas que tienen y el activo y capacitadísimo personal de que pueden disponer en Siria para Egipto, y luego de haber visto muchas otras cosas, que ahora me es imposible referir, etc., etc., me he dicho: «Este es el momento de dar el golpe maestro, decisivo, necesario, que tanto bien aportará a Egipto, y tanta utilidad a Oriente, y tanta gloria a la S. Congr. y a nuestro sumamente querido, lleno de celo, sapiente y providencial Santo Padre León XIII. En Oriente están a punto de ocurrir grandes eventos, y ya veo claro como la luz del día que la sabiduría y la agudísima sagacidad de nuestro providencial Sumo Pontífice sabrán sacar de ellos el máximo bien para la Iglesia. Egipto es el cuartel general del apostolado católico y de la civilización cristiana para más de una cuarta parte de toda Africa.
Además, habida cuenta de todo, yo estoy bien seguro de que sólo con las instituciones ya existentes, sin aumentar su número con otras nuevas, sino simplemente dándoles el conveniente desarrollo, y poniendo al frente de ellas un jefe lleno de Dios, de su sabiduría y de su amor, enérgico, activo, emprendedor y dotado de celo, y sobre todo de espaldas duras, para soportar todos los golpes de los adversarios, se puede obtener con la gracia divina un bien diez veces mayor del que se obtiene ahora a causa del gravísimo obstáculo que existe, y que se opone directamente al incremento del ministerio apostólico en Egipto.
Y ¿cuál es ese obstáculo?
Es el monopolio franciscano, que tiene en cadenas al apostolado católico de Egipto e impide sustancialmente su desarrollo.
Y ¿cuál es el remedio?...
Es la muy prudente y sabia decisión por parte de la S. C. y del Santo Padre de no nombrar más Vicarios y Delegados Apostólicos pertenecientes a la Orden Seráfica, sino designar de ahora en adelante para la suprema dirección de los asuntos de Egipto prelados seculares provistos de las dotes que acabo de señalar, los cuales, armándose de coraje y de energía, aumenten las parroquias en Alejandría y en El Cairo, funden Colegios de Jesuitas en Alejandría, en El Cairo y en Siut, creen residencias e iglesias donde se predique la Palabra de Dios, aumenten el número de escuelas, etc., etc. y hagan otras cien cosas, que se derivan de estas obras, etc., etc.
Esta medida esencial, que se debería tomar inmediatamente, prepararía el terreno para que en pocos años la Santa Sede pudiera hacer algo también utilísimo: reinstaurar el Patriarcado latino de Alejandría, sobre todo con objeto de contraponerlo al lamentable Patriarcado copto cismático (que hoy está encarnado por un pío borrico), a fin de obtener poco a poco la conversión de los coptos cismáticos de Egipto y de Etiopía.
Aquí yo debería exponer uno por uno los principales motivos que me llevan a proponer a Vuestra Eminencia este oportunísimo y necesario golpe de estado, y ofrecerle también un cuadro de la actual situación religiosa en Egipto, así como un plan de acción que proponer a la S. C. e incluso que mandar a quien sustituya a Mons. Ciurcia, sucesor que debería ser nombrado cuanto antes. Pero los camellos me esperan, y debo partir enseguida para Gebel Nuba. Sólo añado que en cuanto a los motivos de esta propuesta, V. Em.a sabrá verlos y descubrirlos todos. La situación actual, o sea, las condiciones en que ahora se encuentra Egipto en el aspecto religioso, las conoce V. Em.a mejor que nadie; y en lo referente al plan de acción que encargar al nuevo Delegado Aplico., la S. C. tiene tiempo para elaborarlo con toda comodidad, porque antes de ponerlo en ejecución el recién elegido deberá mantenerse en calma y en una prudente expectativa para olfatear, estudiar, examinar y ponderar diligentemente... todo... los hombres... y las cosas... y luego poner manos a la obra definitiva. Necesita un par de años... para que se le endurezcan las espaldas y para recibir los golpes, etc. ad gloriam Dei.
Recuerde Vuestra Eminencia Rma. la precedente manifestación de acatamiento del que besándole la sagrada púrpura se honra en decirse
De V. Em.a indignmo., obedmo. hijo
† Daniel Comboni Obispo y Vic. Ap.
N. 1078; (1033) - TO FR JULES CHEVALIER
“Annales de N.D. du S. Coeur” (1992), pp. 14–15
Jebel Nuba, 28 May 1881
My most reverend and dear Father,
...... Paso ahora a hablarle de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Gracias a la poderosa ayuda de esta Dueña del Sagrado Corazón de Jesús, hemos conseguido a fuerza de sacrificios, y entre enfermedades y sufrimientos, construir en El-Obeid, ciudad de cerca de cien mil almas y capital del Kordofán, la iglesia de N.a S.a del Sagrado Corazón, Reina de la Nigricia, que es el más grande y hermoso templo que se ha levantado hasta ahora en Africa Central.
Está dotada de una cubierta de planchas de zinc galvanizado, a fin de que pueda resistir las precipitaciones torrenciales de la estación de las lluvias, y ha sido construida por los misioneros, los hermanos coadjutores y los negros de nuestra misión, bajo la dirección de uno de mis jóvenes misioneros, que ha sido el arquitecto.
Y lo que sobre todo es preciso señalar en esta obra verdaderamente milagrosa es que en Africa Central no hay herramientas ni otros medios de construcción, de modo que los misioneros y demás miembros de la misión han tenido que hacerlo todo con sus manos y dedos, por lo que ha costado un trabajo inmenso. Añada a esto la escasez de agua, que nos obligaba a comprarla a elevado precio. Seguramente hemos tenido una protección especial de N.a S.a del Sagrado Corazón, para haber podido llevar a cabo esta obra en su honor.
¡Ha sido también una alegría para mí, después de todas las penas y fatigas soportadas, el haber podido hacer los oficios de Semana Santa y decir una solemne misa de pontifical el día de Pascua en nuestra hermosa y milagrosa iglesia de N.a S.a del Sagrado Corazón! Pero aún no tenemos más que la pequeña imagen que me regaló usted en Issoudun, la cual resultó deteriorada en el desastre que sufrí en el Nilo, cuando el agua entró en nuestra embarcación estropeándolo todo. Por esto le suplicaría, mi querido Padre, que me buscase una grande y sólida de madera, la bendijese y me la mandase.
...... Además, en la Misión y en todas las Estaciones el nombre de N.a S.a del Sagrado Corazón está en todos los labios, por las grandes gracias obtenidas mediante su intercesión. Este culto a N.a S.a del Sagrado Corazón es debido al gran celo con que lo propaga mi Superiora Provincial de Africa Central, Sor Teresa, que siempre ha mostrado cariño por esta devoción desde que tuvo la suerte de aprender a conocerla en Osimo, Italia.
Una de las gracias más clamorosas que hemos recibido es la curación verdaderamente milagrosa de Sor Victoria, Superiora de la casa de Jartum, a quien en Jartum se le manifestó un mal del que según los doctores debía morir: un cáncer. Después de hacer un voto a N.a S.a del Sagrado Corazón y de rezarle, la Superiora Provincial pudo realizar el extremadamente largo y fatigoso viaje de El-Obeid a Jartum, desde donde debía marchar a Europa, pero donde ha quedado en perfecto estado de salud. Se le mandará detallada noticia de esta milagrosa curación.
Otra Hermana que hay aquí en El-Obeid, y que se encontraba en las últimas, se curó también después de rezar a N.a S.a del Sagrado Corazón, hace un año, y continúa estando muy bien.
...... No tengo fuerzas para seguir escribiendo. El calor, la falta de apetito y de sueño, y los grandes viajes que en tres meses he hecho a caballo, en camello y en dromedario, todo ello me ha reducido a un estado de extrema debilidad. Hemos padecido una gran sed en el Kordofán, y todavía necesitamos de 40 a 50 francos para comprar agua sucia y salobre. A mí, como Obispo, me dan todavía agua para lavarme, pero me debe durar para tres o cuatro veces.
El salón desde donde escribo esta carta es una pequeña cabaña de paja, en la que para librarme de la lluvia necesito estar con el paraguas abierto. Tengo un baúl por silla, y al lado un camastro de misionero. La luz me viene de un agujero siempre abierto a modo de ventana.
Sin embargo, nosotros somos muy felices y yo más que todos... Aquí tengo mis misioneros y cuatro Hermanas de mi Congregación que no tienen ningún miedo de los leones ni de las hienas que nos rodean.
Los pueblos entre los que nos encontramos son completamente primitivos. Pero tengamos confianza: N.a S.a del Sagrado Corazón hará por ellos lo que nosotros deseamos.
Desde este país primitivo escribí y feché en 1875 mi circular sobre la consagración del Vicariato de Africa Central a N.a S.a del Sagrado Corazón. También aquí hemos levantado una iglesia, que ya está casi terminada, y que es la admiración del país: un altar será dedicado a N.a S.a del Sagrado Corazón.
Adiós, mi querido Padre. Le bendigo, así como a toda su comunidad, y me encomiendo a sus plegarias.
† Daniel Comboni
Obispo de Claudiópolis i.p.i.
Vicario Aplico de Africa Central
Original francés.
Traducción del italiano
N. 1079; (1034) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI
ACR, A, c. 15/123
N. 24
Delen (Jebel Nuba), 29 May 1881
My dear Rector,
Ayer a mediodía, en compañía de D. Luis, D. Vicente, Sor Amalia y Sor Catalina, con doce camellos y otros animales, escoltado por seis soldados de caballería con un bazi-buzuk, y montando el caballo del mismo Gobernador del Kordofán, S. E. Mohamed Said Bajá, llegué a Gebel Nuba después de cuatro días y medio de viaje; y fuimos recibidos muy bien (a pesar de que nos presentamos de improviso).
He aceptado esta escolta, que me quiso dar el Gobierno para honrar mi dignidad y posición, también porque estos países están infestados de ladrones y asesinos, que no paran de matar. Incluso se puede decir que estos pueblos ejercen el oficio de ladrones –sin detenerse ante el asesinato– de hombres, mujeres, niños y niñas, empezando por los jefes y por nuestro coyur, o pontífice y rey, que manda a sus súbditos, y hasta a su hijo, a robar y hacer esclavos. Así, semanas atrás, habiendo enviado con esa finalidad a su hijo, éste fue capturado y puesto en cautividad; y cuando él envió el dinero para rescatarlo, los Bagara robaron también el dinero.
Nuestra llegada ha hecho que cunda el pánico entre todos estos bárbaros a los que, ayudados por la Cruz triunfadora del mundo y de los poderes infermales, también meteremos en cintura.
He encontrado muy sólida y bonita la iglesia que han construido nuestro querido D. Losi y D. León Henriot, la cual es una verdadera maravilla de estos países.
Dentro de unos días, acompañado de los sacerdotes D. Luis, D. Losi, D. León y D. Vicente, y de algún laico, saldré hacia Golfan y haré el recorrido de estos montes (en compañía también del pontífice-rey coyur Kakum) y exploraremos todo, principalmente Carco (patria de Bajit Miniscalchi) especie de cuartel general de la esclavitud junto con Golfan, y determinaremos el lugar donde fundar la Estación central entre los pueblos Nuba. Tengo que hacerlo enseguida, porque de lo contrario ya no será posible a causa de las lluvias.
Bendigo a todos y a todas. Dé recuerdos de mi parte a la Superiora y a Virginia, y rece mucho por nosotros. Mil respetuosos saludos al Emmo., al P. Vignola, a D. Luciano, al Párroco de San Jorge, a todos los PP. Estigmatinos, a Mons. Bacilieri, a Casella, etc., etc.
Suyo afmo. en el Señor
† Daniel Obispo y Vic. Ap.
En cuanto a los medios, espero todo de Dios. Mientras con la ayuda de Dios mantengamos sólido, firme y en vigor el quaerite regnum Dei, etc., tengo la certeza de que no dejará de cumplirse el haec omnia adiicientur vobis. Don Rolleri pidió consejo a D. Losi sobre qué hacer: si quedarse o irse a Europa. El imbécil en...
[Falta el resto de la carta.]
N. 1080; (1035) – TO FR GIUSEPPE SEMBIANTI
ACR, A, c. 21/1 n. 21
May 1881
Short note.