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Nº Escrito
Destinatario
Señal (*)
Remitente
Fecha
151
Marie Deluil Martiny
0
Nápoles
5. 7.1865

N. 151 (146) - A MARIE DELUIL MARTINY

AVBB

Nápoles, 5 de julio de 1865

Mi querida Hermana en J. C.:
 

[1148]
Su grata carta del 13 de junio, viva expresión del tierno amor que tiene por el Divino Corazón de Jesús, la leí durante mi viaje de Bourg a Ginebra, y sólo puedo responderla ahora porque, llegado a Verona, tuve que ir a Viena, en Austria; luego a Roma, adonde llegué la víspera de San Pedro, y finalmente a Nápoles. En ese espacio de tiempo tuve demasiadas ocupaciones que me impidieron escribirle. Ante todo, le estoy profundamente agradecido por la bondad que ha tenido enviándome en diversos paquetes un Cadron grande y uno pequeño, la Noticia, periódicos, impresos para donativos y algunas medallas de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, y sobre todo por haberme concedido el diploma de Director honorario de la Obra.


[1149]
Debo expresarle la dicha que me ha supuesto encontrar en Ud. una digna Hermana, que me ha asociado al alto honor de promover la gloria del Sagrado Corazón en los países de Africa central, así como el gozo de mantener correspondencia con Ud. para tratar sobre lo que interesa a la gloria del Divino Corazón, que es el centro de comunicación entre nosotros, y que debe arder de amor por la salvación de las almas. La Providencia parece haberme elegido para el muy difícil y peligroso apostolado de los negros. Yo trataré de corresponder a la alta misión con todos los esfuerzos posibles, dispuesto a sacrificar la vida por la salvación de Africa. ¡Pero qué suerte, mi buena Hermana, me trae usted con la ayuda de la Obra de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón! Con indecible alegría admiro a la más devota protectora de la dilecta Guardia de Honor del Sagrado Corazón, cuyo glorioso apostolado es la poderosa fuerza que me alienta en la gran empresa a la que el Dios de Israel, aunque indigno, me ha destinado.


[1150]
La Obra que estoy a punto de fundar –y que espero iniciar ya este año con la creación por parte de la S. Sede de dos grandes Vicariatos Apostólicos en Africa Central, según mi Plan para la Regeneración de Africa, que consagraré a los Sagrados Corazones de Jesús y de María– conecta íntimamente con la hermosa Obra de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús, de la cual es Ud. la ferviente celadora. Ya ve, querida Hermana, la profunda unión que debe haber entre Ud. y yo. Por ello la tendré informada de todos los progresos de la gran Obra, que debe ser también suya, como la suya es mía. Recomiende esta Obra a los socios para multiplicar las oraciones en favor de la conversión de Africa, del mismo modo que yo promoveré la Obra de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón no solamente en Africa, sino en todo el mundo. El Sagrado Corazón de Jesús esté con nosotros, y nosotros seamos fieles y felices en la consagración de nuestra vida a los intereses de Su gloria.


[1151]
Cuando haya impreso mi Plan para la Regeneración de Africa en francés, se lo enviaré enseguida: deseo que lo conozca, para que aumenten las plegarias. Su Em.a el Card. De Angelis, Arzobispo de Fermo relegado en Turín, el que en 1846 obtuvo en el cónclave el mayor número de votos para ser Papa, después de Pío IX, me ha dicho: «Si ha puesto su Obra bajo la protección del Sagrado Corazón, no tema: la llevará a buen puerto». El amor ardiente del Sdo. Corazón de Jesús quemará el paganismo y el fetichismo de la raza africana, y se construirá el Reino de Jesucristo. Otra cosa: como deseo introducir en los países eslavos la Obra de la Guardia de Honor del Sdo. Corazón, le ruego que me envíe a Roma un diploma de director honorario de la Obra para el M. Revdo. P. Vicente Basile, de la Compañía de Jesús, célebre misionero que lleva veinticinco años en los países eslavos, para que pueda introducir la devoción y la Obra en esos vastos países.


[1152]
Por el mismo motivo le ruego otro diploma para el M. Rvdo. P. Juan Beltrame, Superior de la extensa misión del Nilo oriental, la cual se convertirá en un Vicariato que, de acuerdo con mi Plan, la S. Sede quiere instituir este mes. Le pido también otro diploma para el Superior de la Misión del Nilo occidental de la Orden de los Reformados de S. Francisco de Asís, Vicariato que asimismo será instituido este mes, según mi Plan. Desde Roma le daré noticias precisas después de mi Informe acerca de estas dos Misiones a la S. Congregación de Propaganda Fide.


[1153]
Mil saludos a las santas Hermanas de la Visitación de Bourg en Bresse, a la Srta. Eugenia Cabuchet y a su buena amiga. Escríbame a Roma y encomiéndeme al Sagrado Corazón de Jesús, rogándole que me sostenga en mi gran empresa.

Le aseguro que seré siempre



Su humilde amigo y hermano

Daniel Comboni

Misionero Apostólico



Original francés.

Traducción del italiano






152
Proyecto Misión A. C.
0
Nápoles
7.1865

N. 152 (147) - PROYECTO

SOBRE LA MISION DE AFRICA CENTRAL

AFBR

Nápoles, julio de 1865

Proyecto de D. Comboni

Misión de Africa Central


 

[1154]
En cuanto a la parte de la Misión de Africa Central que intentaron evangelizar los Misioneros Austríacos, el Instituto Mazza y la Orden Franciscana, ha sido convenido entre el P. Ludovico de Casoria y D. Daniel Comboni hacer la siguiente partición, que se somete humildemente al Rmo. P. General.



Vicariato Apostólico del Nilo Oriental, que se confiaría al Instituto Mazza, tendría los límites siguientes:

Al Norte, el Trópico de Cáncer

Al Este, los Vicariatos de Abisinia y de los Gallas, y el mar Rojo

Al Sur, el Ecuador

Al Oeste, el Nilo y el Nilo Blanco.



Vicariato Apostólico del Nilo Occidental, que se confiaría al Instituto de La Palma:

Al Norte, el Vicariato de Egipto

Al Este, el Nilo y el Nilo Blanco

Al Sur, el Ecuador

Al Oeste, las regiones desconocidas existentes entre los 25° grados de longitud según el Meridiano de París.



Aunque la Estación de Jartum pertenece al Nilo Oriental, se ha acordado que sea dividida entre los dos Vicariatos del Nilo.

La Estación de Schellal pertenece al Instituto de La Palma, porque así lo dispuso ya la S. Congregación de Propaganda Fide.



(D. Comboni)






153
Nota
1
Roma
7.1865

N. 153 (1144) - NOTA

AP SC Afr. C., v. 7 f. 900

Roma, julio ? de 1865




 

154
Súplica a Pio IX
1
Roma
7.1865

N. 154 (1145) - SUPLICA A PIO IX

ACR, A, c. 20/42 n. 1

Roma, julio de 1865

Comboni pide una bendición para la familia de Augusto Nicolas.




 

155
P. Ludovico de Casoria
0
Roma
8. 8.1865

N. 155 (148) - AL PADRE LUDOVICO DE CASORIA

AFBR

Roma, Via del Mascherone, 55

8 de agosto de 1865

[1155]
Mi muy querido y Rvdo. P. Ludovico:

Dos dolores afligen profundamente mi corazón. Uno es la muerte de mi querido Superior D. Nicolás Mazza, ocurrida el 2 del presente agosto. La desolación que reina en Verona, y sobre todo en mis Instos., es grande aunque todos estén animados del mismo espíritu de hacer todo por la gloria de Dios. El santo viejo habría sido feliz si hubiese podido conversar con usted: hágase la divina voluntad. Es duro, pero fiat.


[1156]
El otro dolor es el mal resultado de nuestros acuerdos, anteriormente establecidos en Nápoles y en Roma sobre la división africana. Me es muy penoso manifestar la impresión que me hace ver que el efecto de todo no es conforme a nuestros acuerdos. Yo bendeciré siempre al Señor en todo. Y en el nombre del Señor, antes de dar pasos en Roma y en Viena, le pido la gracia de escribirme claramente lo que ha decidido hacer. Examine bien el acuerdo que pactamos y las esperanzas que me dio antes de mi venida a Roma, y dígame que es lo acordado, porque ahora no lo veo claro. Le prevengo que sin la seguridad de que a mi Instituto le será confiada una misión en Africa, no se hará nada, y mis compañeros misioneros no dejarán Verona.


[1157]
Piense en la pérdida de tantas almas que se producirá por un culpable retraso, porque mis misioneros están preparados para trabajar en la desolada viña africana. Por mi parte bendeciré siempre a la Providencia, porque sé en conciencia que lo he intentado todo por mejorar las condiciones de la Misión, y lo seguiré intentando hasta la muerte. Usted conoce mis ideas: hágame llegar una explicación clara de lo que fue estipulado, porque aquí en Roma apenas entiendo nada.


[1158]
No me iré de Roma antes de haber dilucidado el asunto y dado los pasos que juzgue oportunos para el bien de nuestra Africa. Por lo demás le espero en Verona para efectuar el viaje a Austria del que habíamos hablado.

Igualmente sigo siempre dispuesto a satisfacer su deseo de acompañarle a Egipto, a Schellal, a Jartum y a donde quiera, como acordamos. Me gustaría que Ud. escribiese al Cardenal Barnabò sobre este deseo suyo, porque así me sería más fácil obtener el permiso en Verona. Si viviese mi Superior la cosa sería segura, pero ahora no lo sé. Por otra parte, creo que será bueno para los dos que vayamos juntos a Africa y juntos regresemos a Europa.


[1159]
No escribo más porque mi corazón está demasiado afligido por las dos razones expuestas. Rece por mí, querido padre, y consuéleme con una larga y detallada carta. Envío un saludo a todos los de La Palma, mientras en los Sdos. Corazones de J. y de M. le pido su santa bendición, y me declaro con toda veneración



Su fiel y afmo. hijo

Daniel



Escribí al Comité de Colonia para que mandasen dinero a Nápoles, a fin de que a la hora de partir los Misioneros que van para Messina no haya preocupaciones.






156
Don Francisco Bricolo
0
Roma
17. 8.1865

N. 156 (149) - A DON FRANCISCO BRICOLO

ACR, A, c. 14/18

Roma, 17 de agosto de 1865

Mi querido D. Francisco:
 

[1160]
La carta sin fecha que me escribió desde el Tirol me llega ahora, después de haber recorrido Alemania y Francia, lo cual es debido a que no fue franqueada con 13 sueldos, sino sólo con 10. Con el franqueo completo, me habría llegado en cuatro días, como me llegan las de Mitterrutzner; y así, además de tener que pagar la multa de cuatro francos (lo que no me importa), la recibo demasiado tarde. Transeat.


[1161]
Nadie más que yo ha sentido con tanto dolor su momentánea lejanía del Insto. y los graves disgustos que ha sufrido, e incluso ahora me parece una pesadilla, y no sabría adaptarme a ver nuestro amado Insto. (del que me querían expulsar también a mí) sin mi querido Rector D. Bricolo. Con el Obispo he estudiado un proyecto, que yo le presenté, según el cual se arreglarían las cosas en el Insto. bastante bien durante el otoño. El Obispo lo aprobó con sumo placer, y de este modo quedaba desechada la poco grata idea, que me había comunicado el Obispo, de tomar en pensionado quince chicos, y ocupar de este modo a aquel que con tanto honor y satisfacción universal dirigía un gran Instituto. Este nuevo proyecto, dada la muerte del buen viejo, necesita algunas modificaciones, que haremos a mi próximo regreso a Verona. Además tengo otras ideas, por si se malograse lo que está proyectado; pero se las comunicaré de palabra. Yo adoro siempre las disposiciones de la Providencia, que del mal sabe siempre sacar el bien. Dios estará con nosotros.


[1162]
Cuando desde París llegué a Verona, me quedé de piedra al oír que se había marchado un hombre de tanta importancia como el Rector del Instituto, cuya ilimitada abnegación estaba consagrada por enormes y difícilmente apreciables sacrificios y era literalmente sinónimo del Instituto mismo. Fue una píldora que aún no he podido digerir. Me encontré desconcertado, sin saber con quién desahogar mi alma. Sólo D. Francisco tenía un corazón en el que yo podía depositar mis preocupaciones, seguro de ser comprendido. Fui a ver al viejo, y le dije que no le preguntaba siquiera por qué quería alejarme del Instituto; sólo le pedía que en caso de que tal fuese su deseo, se sirviese ponerlo por escrito así: «Yo, D. Nicolás Mazza, declaro que el Sacerdote D. D. Comboni, desde hace veintitrés años miembro de mi Insto., ya no pertenece a él».


[1163]
Después de unos segundos, el viejo se me echó al cuello y me besó, diciéndome: «Tú eres mi hijo». Entonces le expuse que yo estaba a punto de ir a Roma, como él sabía por una carta que le había escrito Mons. Massaia, el cual, juntamente con el Nuncio Aplico. de París, Mons. Chigi, Arzpo. de Mira, me había encargado de asuntos muy relevantes que tratar con el Papa y el Card. Antonelli. Y él, después de haber hablado con D. Beltrame, me dio una carta para el Card. Barnabò, en la que solicitaba para el Instituto un Vicariato en Africa Central. Así vine a Roma como hijo del Insto., como el Superior declaró al Cardenal.


[1164]
Por lo demás no sé, mi querido D. Francisco, por qué le entraron sospechas de mi lealtad, y bien ha hecho en apartarlas como una mala tentación. Aunque me hubiese faltado arranque, la sola gratitud me habría confirmado en mi antiguo afecto por mi Rector. Cuando vaya a Verona pregunte al Obispo, a nuestros amigos, y también a los enemigos, para ver si soy yo fácil de engañar.


[1165]
Mi amistad hacia las personas queridas es fuerte, eterna, y no se puede enfriar por los más grandes sacrificios. Incluso si se tratara de sacrificar el éxito de mi Plan, yo nunca aceptaría perder ni una chispa del afecto que le profeso, ni sería capaz de retractarme de mis ideas ni aun ante los tribunales de Nerón. Si he sido tardo en escribir, eso es algo bien estudiado y deliberado, siempre con el fin de devolver al Insto. una joya perdida. De palabra seré más claro, porque ahora no tengo tiempo, y no es cosa que llevar al papel.


[1166]
Guardo hacia el Insto. el mismo cariño y el mismo dévouement de siempre, y hablo a quien es testigo de mi constancia. Yo podría tener mil medios de ser feliz, y, aunque indigno, realizar una gran carrera; pero mi afecto y gratitud por el Insto. me hacen despreciarlo todo. De modo que por el Insto. haré cuanto sea posible a mi debilidad, firme en la esperanza de que podré hacer el bien. Llegaré a Verona a últimos de este mes, para esperar al P. Ludovico de Casoria de Nápoles, a quien acompañaré a Viena pasando por Bressanone.

Me apesadumbra sobremanera el temor de que muchos buenos jóvenes del Instituto sean expulsados. Aunque quizá las disposiciones del nuevo Superior general y del Fundamento harán más perfectas ciertas reglas, que antes dependían del criterio de un solo viejo. Recemos al Señor para que ordene bien las cosas.


[1167]
La segunda vez que fui a ver al Santo Padre, le pedí una bendición especial para usted. Je vienne de recevoir à present une lettre de mi querido y venerado amigo parisiense, el célebre apologista francés Augusto Nicolas, que es consejero de la Obra de la Propagación de la Fe. Le he hecho algunos buenos servicios, entre ellos cumplir el encargo que me encomendó de presentar a Pío IX su última obra. Además hice una súplica al Santo Padre, en la que, nombrando a todos sus hijos, le pedí la bendición apostólica. Luego, yendo otra vez a ver al Santo Padre, con mi acostumbrada audacia le obligué a escribir de su puño y letra y con el propio nombre algunas líneas, que el Papa dedicó de buena gana al gran hombre. Entre muchas cosas que me escribe el ilustre escritor, está lo siguiente:


[1168]
«Es un monumento doméstico que debe ser enmarcado y conservado en el santuario de la familia como paladión de gracia celestial, tanto más preciado si se une a la angelical memoria de nuestro Augusto (la obra y la vida de su hijo Augusto) que ha sido la ocasión de ello y que parece consagrarla. Permítame añadir que este recuerdo de su benévola amistad, pues a ella lo debemos, le estará siempre unido y establecerá entre Ud. y nosotros uno de esos nudos que el tiempo y el espacio, que probablemente nos separarán, no harán más que consolidar, al estar formado en el mismo seno de Dios, por mano de Su augusto Vicario, y que constituye, entre los laboriosos méritos de su Apostolado y nuestras pruebas, una sociedad de gracias en la que estamos demasiado interesados como para serle jamás infieles... Le agradezco infinitamente los preciosos detalles de la bondad del Santo Padre con respecto a mi obra, y también los términos tan lisonjeros con que Ud. ha compuesto la súplica que precede a la Bendición. Ellos aumentan, por así decir, el valor de ésta, porque revelan una mayor consideración y le imprimen un sello personal. Es cierto que estoy lejos de merecerlos; pero es Ud., mi querido y venerable amigo, el que tiene la responsabilidad, y yo los acepto como un efecto y un reflejo de su inestimable benevolencia... Le estaré muy agradecido por todas las noticias que pueda darnos de Africa; tenemos casi derecho a ello, porque su buena amistad la ha insertado en mi familia...

A. Nicolas.»


[1169]
Este gran hombre es uno de los miembros más activos de la Obra de la Propagación de la Fe. Va a favorecer mi Plan grandemente, porque lo ha encontrado práctico y hermoso. Me escribe cuatro bellísimas páginas, de las que las palabras anteriormente citadas son sólo una pequeña muestra.


[1170]
Tengo un montón de cosas, y buenas, que decirle de palabra; Dios me pide que padezca, para luego darme consuelos inmensos. Ruegue por mí a los Sdos. Corazones. Saludos a mi querido D. Anatalone, cuya carta me fue muy grata, y a quien no respondo porque me encuentro bastante débil: tuve que ir dos veces a Nápoles. Este año he tomado dos baños en Nantes, en el océano Atlántico; cuatro en el Sena, en París; uno en Colonia, en el Rin; dos en Ginebra, en el lago del mismo nombre; dos en Nápoles; cuatro en Ischia, dos en Porto d’Anzio; uno en Tívoli, y más de media docena en Roma. Incluso pienso tomar otros dos en Venecia. Esto es positivo. Y menciono esta circunstancia para hacerle reír a espaldas del vagabundo que le escribe. En Trento dé recuerdos a S. A. el querido Mons. Riccabona.


[1171]
Hace veinte días que estudio el portugués; y mi maestra es Su Alteza Real doña María Asunción de Braganza, hija del antiguo Rey de Portugal, que tiene la bondad y la paciencia de recibirme por cuatro y hasta seis horas cada día. Gran bien redundará a Africa de tan grata y valiosa relación. Esta santa joven de 32 años, l’enfant gatée del Papa, de Antonelli y del Cardenal Patrizi, es de una rara piedad y tiene un corazón inmenso; y su chambelán me dijo que yo soy el amigo más querido de esta virtuosa Princesa, que será en Europa como un apóstol para favorecer mi Plan. Esta preciosa amistad me sirve de mucho consuelo, y en ella tengo un gran ejemplo de despego del mundo.



(Daniel)






157
P. Ludovico de Casoria
0
Roma
17. 8.1865

N. 157 (150) - AL PADRE LUDOVICO DE CASORIA

AFBR

Roma, 17 de agosto de 1865

Via del Mascherone, 55

Mi Rvdo. y amadmo. P. Ludovico:


 

[1172]
Hace más de diez días que le envié una carta, de la que espero con ansia una respuesta, aunque inútilmente hasta ahora. Le envío, pues, esta segunda, rogando de su bondad que me conteste enseguida.

Las cosas sobre las que versaba la primera carta se refieren a lo que fue objeto de nuestras conversaciones en Nápoles y en Roma.

Yo vine a Roma para tratar de la división de Africa Central. Parecía que usted, el P. General y yo estábamos completamente de acuerdo. Ahora, si no me equivoco, creo que no me ha sido explicado claramente lo que se ha decidido. Le suplico, P. Ludovico, me escriba diciéndome qué decisión se ha tomado, y qué debo hacer. A usted le he comunicado con toda franqueza y confianza mis ideas, así como el encargo que me hizo mi difunto Superior y lo que pretendo hacer por Africa. Ya le dije que en Verona hay muchos misioneros dispuestos a salvar almas en Africa, todos gente preparada, diligente y con ganas de sacrificarse por nuestros negritos. Quid agere debeo? Le ruego que me conteste a esto, porque mucho confío en las luces y en la caridad del P. Ludovico; como también le ruego que me responda a lo que le planteé en mi carta anterior.


[1173]
Por lo demás, he comunicado a Viena el acuerdo al que nosotros habíamos llegado de ir los dos a visitar a aquellos buenos señores del Comité, que sin duda nos han de dispensar una buena acogida. En cuanto usted me responda iré a Verona , donde aguardaré su llegada con nuestro buen Fr. Buenaventura, y me complazco en decirle que allí se le espera con sumo placer, como una bendición de Dios.


[1174]
A su partida de Roma, comuniqué a Colonia aquello en lo que estábamos de acuerdo, y la verdadera y real situación del asunto tal como estaba entonces, dependiendo siempre de la decisión definitiva por parte de las autoridades competentes. Allí esperan con impaciencia la resolución de las cosas como usted, P. Ludovico, y yo habíamos convenido.

Que Dios nos haga conocer cada vez más su voluntad, que deseo cumplir en todo con el sacrificio de la mía. Ruegue por mí, padre, a S. Francisco, para que me dé un poco de su espíritu. Y pidiéndole su bendición, y rogándole que salude de mi parte al P. Buenaventura, nuevo apóstol de Africa, a Fr. Buenaventura, a D. Francisco, y a todos los jóvenes negros, me declaro con toda veneración



Su afmo. hijo

Daniel






158
P. Ludovico de Casoria
0
Roma
20. 8.1865

N. 158 (151) - AL PADRE LUDOVICO DE CASORIA

AFBR, Cart. «Africa-Moretti»

Roma, 20 de agosto de 1865

Mi venerado y muy querido Padre:


 

[1175]
Su preciada carta del 13 cte.no responde de forma categórica a las dos mías precedentes; y al no aportarme esa satisfacción, me veo obligado a escribirle de nuevo. En efecto, Ud. me dice que si mi Congregación quiere hacerse cargo de una Misión en Africa, el Jefe de ella ha de tratar directamente con Propaganda, o al menos darme a mí poderes para ello.


[1176]
Parece que mi buen P. Ludovico duda de que mi Instituto quiera encargarse de una Misión en Africa, después de tanta sangre derramada y dieciséis años de prueba. Pues bien, le voy a repetir por escrito lo que le dije más de una vez de palabra, a saber:



1.o Mi Superior me dio poderes para esto; es decir, me entregó una carta para el Card. Barnabò mediante la que le pedía la Misión del Nilo oriental, encargándome de tratar este asunto con quien correspondiese.

2.o Sobre la base de esa carta, el Card. Barnabó me mandó tratar con el Rmo. P. General, que con una carta me acompañó a Nápoles para reunirnos con Ud., donde llegamos a un acuerdo sobre la división. Habiendo venido Ud. y yo a Roma, en presencia del General y del Emmo. Barnabò nos congratulamos los dos al ver un acuerdo perfecto. Esto sin hablar de los sublimes rasgos de bondad del P. Ludovico, mediante los que me mostraba que esta unión y acuerdo eran más íntimos que nunca.

3.o Propaganda, a la que corresponde estatuir y sancionar las Misiones, por un gesto de consideración hacia la Orden Seráfica, sabiamente manifestó su criterio de que la Misión de Africa Central debía ser dividida entre el Insto. Mazza y la Orden franciscana, de pleno acuerdo entre ambos. De este modo, yo, como representante del Insto. Mazza, y Ud. como representante de la Orden Seráfica, debíamos ponernos de acuerdo. Y el acuerdo era que ambos fuéramos a Egipto y a Schellal, y, hecha la división, se sometiese lo tratado al Rmo. P. General, el cual haría las gestiones que creyera convenientes ante Propaganda, hasta que se promulgasen los dos decretos apostólicos para la creación de las dos Misiones.


[1177]
Después de todo esto, ¿cómo es posible que mi querido P. Ludovico pretenda mandarme de nuevo a mí, o al jefe de mi Insto., a tratar con Propaganda? Tras marcharse Ud. a Nápoles, fui a ver al Rmo. P. General, a fin de recibir las órdenes y el escrito del acuerdo, para luego ir a Verona. El General me contestó: «Puesto que he dado plenos poderes al P. Ludovico, diríjase a él». Y con razón, porque la crítica situación de sus grandes Obras de Nápoles, amenazada por tiempos luctuosos, podría originar, en cuanto al tiempo de la partida o en lo relativo a otros puntos, alguna modificación sobre lo establecido.


[1178]
Yo le escribo a Ud. rogándole que me ponga por escrito lo que fue concertado, para que sea posible comprobar por parte de mi Instituto el acuerdo alcanzado, y así esperarle a Ud. en Verona, y Ud. me manda tratar de nuevo con Propaganda, cuando las necesidades de la Misión africana son tan urgentes y reclaman una pronta cooperación de todas las fuerzas disponibles.


[1179]
Como debo actuar sobre seguro, dudando hasta de mí, que acaso no he comprendido el resultado de nuestras negociaciones, fui a ver al Cardenal Barnabò y le di a leer su carta. Su Eminencia la leyó por entero, y dijo: «Nuestro buen P. Ludovico muestra no haber entendido lo que se ha hecho, porque su carta se expresa en desacuerdo con lo determinado, especialmente al dirigir a su Insto. a Propaganda. Por eso respóndale enseguida, y dígale:



1.o Que yo he dicho en presencia de él y de usted que ambas partes vayan al lugar en cuestión, o a Egipto, a hacer esas divisiones, y luego me las presenten a mí, que yo haré las gestiones necesarias con Viena y Verona antes de promulgar los decretos.

2.o Que he hablado con el P. General, y estamos de total acuerdo en esto.

3.o Que he visto que el P. General, el P. Ludovico y usted están perfectamente de acuerdo.

4.o Que es preciso que ambas partes se concierten y vayan al territorio que se ha de dividir, y en consecuencia usted y el P. Ludovico preparen el proyecto de división».


[1180]
Su Eminencia me ordenó escribirle así. Omito recordarle la historia de la Misión desde el P. Ryllo hasta la cesión de ésta por la Orden Seráfica en 1861, que ambos sabemos de memoria, y que hemos oído más de una vez de labios del Cardenal.

Por tanto, ahora espero de Ud. una carta que me diga la forma de ponernos de acuerdo para la partida, porque septiembre ya se acerca. El 25 yo salgo para Verona. Es necesario, padre mío, que Ud. vaya allí, porque su presencia nos consolará a todos de la dolorosa pérdida que hemos sufrido con la muerte de nuestro fundador; es preciso también que venga a Viena, y que aquellos nobles señores vean a las dos partes, especialmente a Ud., cuya presencia rectificará bastantes ideas. Así que escríbame: en cuanto reciba su carta le apuntaré el itinerario de Roma a Verona, que prepararé en esta semana porque ahora no dispongo del horario.


[1181]
El P. General le hablará de una visita que debe hacer a un alto personaje que ha preguntado por Ud. y que desea hablarle, como me manifestó un confidente suyo. Luego venga a Verona, y juntos iremos a Viena y a Africa.

Confío mucho en la asistencia del P. Ludovico para una parte de la ejecución de su plan; Dios aceptará nuestro completo sacrificio por el bien de los negros. Saludos a nuestro querido D. Francisco, a quien, pese a que en esta ocasión no escribió tan bien, o, mejor dicho, tan a mi gusto como las otras veces, le quiero y le querré siempre, porque ama verdaderamente a Africa. Dé su paternal bendición a este



Su afmo. y pobre hijo

Daniel Comboni






159
Pio IX
1
Roma
30.8.1865

N. 159 (152) - A PIO IX

«Jahresbericht...» 13 (1865), pp. 6-7

Roma, 30 de agosto de 1865

Petición de la Bendición Apostólica para los miembros de la Sociedad de Colonia.




 

160
Can. Juan C. Mitterrutzner
0
Verona
18. 9.1865

N. 160 (153) - AL CAN. JUAN C. MITTERRUTZNER

ACR, A, c. 15/62

Verona, 18 de septiembre de 1865

Mi querido Profesor y amigo:


 

[1182]
Envío a Ud. el paquete de Mons. Gassner, y el adjunto rescripto que me fue entregado en L’Anima. Desde Riva he hecho enviar esa cajita con retratos, etc. dirigidos al Rvdo. Juan Stippler, Capellán de corte en Brixen, por los cuales tuve problemas en Nunziatella y en Pontelago Scuro, hasta el punto de no permitirme pasar a Austria; de modo que, una vez que me dejaron en libertad, tuve que regresar a Bolonia, y desde Milán y Limone entrar en los Estados Austríacos. Pero qué gusto sufrir persecuciones por ser papista; es un placer que compensa todo disgusto.

Tengo conmigo la biografía de Mezzofanti.


[1183]
He encontrado en el Insto. un desánimo inaudito a causa del Obispo; incluso se había decidido abandonar la idea de la Misión, propósito en el que todavía se persiste. Pero Comboni no es de esa opinión. Voy a escribir allí dentro de unos días, y quiero convencer por completo al Superior D. Tomba y a los otros para que acepten el plan tal como lo quiso D. Mazza, que me mandó a Roma para hacernos cargo de la Misión del Nilo Oriental. Dios dispuso oportunamente que no se diese una formal definición a Roma antes de que las dos partes, nuestro Insto. y el P. Ludovico, fueran al lugar de la Misión. Por eso me mantengo firme en la primera idea, y pronto le comunicaré a Ud. que me dirijo con el P. Ludovico a Viena por Bressanone, y que juntos iremos a Africa y crearemos los proyectados Instos.


[1184]
Tengo una inmensa confianza en los Sdos. Corazones de J. y de María; réceles fervientemente, y prepare al negro para ir conmigo a El Cairo. Estoy ahogado de ocupaciones, así que por ahora no escribo más.


[1185]
Grábese en la mente que Comboni no puede vivir más que para Africa, y para lo que se relaciona con Africa: me encomiendo a su protección y a sus sentimientos de fraternidad y amistad. Es preciso que las obras de Dios encuentren dificultades; así llevan la adorable marca de la Providencia, y además qué gran placer es sufrir por Africa. Pero el Plan se llevará a cabo a pesar de todos los obstáculos. Confío en usted. No estamos solos en esta gran obra: contamos con Dios, con la Virgen, y con muchos poderosos mortales que desean su realización. Si Deus nobiscum, quis contra nos?

Mil saludos al Obispo, al amo del negro, y a mi querido amigo Mitterrutzner.



Tuiss., Daniel