Gino nació en San Vito al Tagliamento (PN) el 1 de febrero de 1927. Asistió a la escuela secundaria clásica en el seminario diocesano de Pordenone. Habiendo obtenido el consentimiento del obispo, el 15 de agosto de 1946 pidió ser admitido en los Hijos del Sagrado Corazón, señalando que ya tenía un hermano, Felice, comboniano en la London Province.
Gino hizo el noviciado y el escolasticado en Venegono, donde emitió los votos temporales el 9 de septiembre de 1948 y los perpetuos el 22 de septiembre de 1950. El 19 de mayo de 1951 fue ordenado sacerdote.
Inmediatamente después fue enviado a Viseu, Portugal, para prepararse para la misión. En 1953, destinado a Mozambique, fue nombrado coadjutor en Nacaroa (1953-1954), párroco en Cabaceira (1954-1955) y vicepárroco en Carapira. En 1956 fue destinado a Portugal y enviado a Faleiro como superior local. Permaneció en Portugal hasta 1971, luego, después del Curso de Renovación en Roma, en 1972 fue enviado de nuevo a Mozambique: permaneció durante muchos años en el centro catequístico de Anchilo y los últimos ocho años los pasó a Nampula. Regresó definitivamente a Italia en 2015.
En el centro catequístico de Anchilo - leemos en el libro del P. Arnaldo Baritussio "Mozambique, 50 años de presencia de los Combonianos" - "además de la actividad de formación directa, se desarrollaron toda una serie de iniciativas editoriales de las cuales el verdadero animador y organizador habría sido el P. Gino Centis. Los lejanos años de 1953-54, que lo habían visto retirarse debido a su mala salud, ahora nos lo devolvieron en una forma brillante. Entre los leccionarios, catecismos, manuales de cantos y oraciones, los rituales y la biblia, podemos contar 18 títulos. Impresos o reimpresos hasta 1982, eran 149.000 copias, de las cuales 20.000 eran Biblias completas, ediciones del Nuevo Testamento y una selección de pasajes del Antiguo Testamento, también en el idioma local. La Biblia era entregada a las comunidades como un libro preferencial. Si quisiéramos extender el recuento hasta 1994, veríamos que las ediciones biblicas alcanzarían la cifra de 175.000 ejemplares. Además de los leccionarios de la celebración dominical, destacava el Malompelo (manual de oraciones y diversas celebraciones comunitarias) con 227.000 ejemplares.
Como señaló también el P. Gianluca Contini, que compartía la misión con él, el P. Gino "era el misionero de la lengua local: qué suerte tener el texto completo de la Biblia traducido al macua, el leccionario festivo, año A, B, C, el libro de oraciones diarias Malompelo (la gente lo guardaba, y todavía lo guarda, en sus manos como signo de identificación religiosa y humana). La Palabra dada al pueblo de Dios escrita y entendida en su lengua materna. Un gran instrumento sobre el que el Espíritu Santo completa el Anuncio y la Evangelización. El texto de la Bibbia es el primer documento oficial completo escrito en lengua macua".
"El P. Gino gastó su vida por la Palabra, para hacerla accesible al pueblo mozambiqueño, para que no se perdiera ni una pizca de la ley", dijo el P. Renzo Piazza, durante la homilía de la misa funeraria. "Tuve la impresión de que en los últimos días el P. Gino había recibido el don de percibir que el momento crucial de su vida había llegado para él, el de 'soltar las velas' y de su encuentro con el Señor. Hizo objeto de diálogo con el personal y los hermanos, confiando con serenidad, en un momento en que tenía dificuldad para comunicarse... Agradeció a todos los que lo habían cuidado y unos minutos antes de morir pidió que lo llevaran a casa para no perderse la misa a las 18:00 horas".
El vicario general, P. Jeremías dos Santos Martins, escribió: "Quiero dar las gracias al P. Gino por la forma en que vivió la misión en Mozambique durante tantos años: años de gran sufrimiento durante el período en que los misioneros combonianos fueron expulsados de Mozambique y también durante los duros y violentos años de la guerra. El P. Gino siempre estuvo presente en la alegría y el dolor, en los momentos buenos y malos de su vida. Acompañó el viaje del pueblo con perseverancia, especialmente durante los largos años de la guerra civil (16 años).
El trabajo de las traducciones fue su gran servicio a la evangelización. En su espíritu perfeccionista se dedicó con alegría y competencia a esta lengua local, hablada por más de siete millones de personas, enseñándola a los nuevos misioneros que venían a Mozambique.
Doy gracias a Dios por el don de su vida, por todo lo que ha hecho y, sobre todo, por lo que ha sido para el pueblo y para mí: un compañero de misión, un ejemplo de entrega, un admirador de la Palabra de Dios, que ha facilitado el acceso a las personas. La gente se alegró mucho cuando escuchó la Palabra de Dios en macua: ‘Ahora Dios habla también nuestra lengua'".