In Pace Christi

Pérez Correas Emilio

Pérez Correas  Emilio
Fecha de nacimiento : 03/01/1943
Lugar de nacimiento : Vezdemarbán/España
Votos temporales : 15/08/1972
Votos perpetuos : 08/12/1974
Fecha de ordenación : 01/03/1975
Fecha de fallecimiento : 19/01/2010
Lugar de fallecimiento : Valencia/E

Hijo de Alejandro Emilio y de Eustasia, el P. Emilio Pérez Correas nació en Vezdemarbán (Zamora), el 3 de enero de 1943. Fue bautizado en la parroquia de la localidad el 21 de enero de 1943. Recibió la confirmación el 21 de mayo de 1951 en la misma parroquia.

La vocación
Entró en el Seminario Conciliar de Sigüenza (Guadalajara) en el curso 1957-1958. Allí estudió cinco años de latín y humanidades y dos años de filosofía, hasta el año 1963-1964. En el año 1964, dejó el seminario diocesano y posteriormente hizo el servicio militar en el año 1965-1966, donde al parecer, trabajó como oficinista. Poca información tenemos en los siguientes cuatro años en que según información de la familia, Emilio vivió y trabajó en Madrid, como oficinista, viviendo con una tía suya, hasta que hizo la solicitud para entrar en el seminario de Moncada, el día 6 de septiembre de 1970. Así lo pedía en una carta dirigida al superior de la comunidad: “He decidido, con el consentimiento del padre espiritual, ser misionero y solicito ser admitido en este Instituto de los Hijos del Sagrado Corazón, Misioneros Combonianos, para seguir mi vocación religioso-misionera”.

Una vez admitido, completó la filosofía en el Centro Superior de Estudios Teológicos de Moncada (Valencia) y cursó los estudios de primero y segundo de teología, en los años 1971-1972 y 1972-1973.

En el tiempo que Emilio está en el seminario de los Combonianos de Moncada destacó como experto en música, dirigiendo el coro del seminario que se puede ver en una foto del ocho de diciembre de 1970. Durante el noviciado, trabajó “en serio en el campo espiritual” y “era responsable y con buen espíritu de adaptación”. Hizo su petición para la profesión temporal a la edad de 29 años, el 25 de mayo de 1972 e hizo la primera profesión en Moncada, el día 15 de agosto de 1972. De Moncada, pasó al escolasticado de Granada, donde cursó estudios de teología del 1973 al 1975. Hizo la profesión perpetua el 8 de diciembre de 1974, en Granada, ante el P. Enrico Farè, entonces provincial.

Presentó su solicitud para la ordenación de diacono el 19 de diciembre de 1973, en Granada. Para ello, tuvo que ser incardinado por el Vicario Apostólico, por Mons. Enrico Bartolucci, en la diócesis de Esmeraldas (Ecuador) para así poder ser ordenado diacono, ya que todavía no había hecho los votos perpetuos. Fue ordenado diacono en Valencia, el 2 de febrero de 1974, y sacerdote en Vezdemarbán, su pueblo natal, el 1 de marzo de 1975.

En misión
Su primer destino, después de la ordenación sacerdotal, fue la provincia de España, a la que es asignado el 9 de mayo de 1975, para trabajar en el Centro de Orientación Vocacional misionera.

Con carta del 3 de abril de 1975, dirigida al Consejo provincial, pidió hacer una experiencia de algunos meses en misiones, lo cuál le fue concedido en la provincia de Ecuador.

Fue nombrado superior de la comunidad comboniana de Madrid el 9 de julio de 1978. Durante su estancia como director del Centro de Orientación Vocacional escribió el libro titulado “Yo misionero, y ¿tu?”, de la editorial Mundo Negro. Trabajó intensamente en la organización de cursillos vocacionales que se realizaban en la casa de Madrid y de donde surgieron varias vocaciones combonianas.

Su primer destino misionero fue al entonces Zaire, a partir del 1 de julio de 1981, por el Superior General P. Salvatore Calvia: “Finalmente puedo mandarte esta carta con la buena noticia que has estado anhelando y esperando por mucho tiempo. Después de un buen número de años y de intenso trabajo en la provincia de España, te llega también a ti el momento de partir para las misiones. En este momento quisiera darte gracias por tu trabajo llevado a cabo con tanto interés y dedicación”. Pasó una estancia en Paris para estudiar francés antes de ir destinado al Zaire, donde llegó en 1982.

“¡Por fin, en Zaire!, era el titulo de su primer testimonio del recién llegado a la misión. Publicado en Mundo Negro, noviembre de 1982, lo expresaba en un diario de misión: “Esta fue una magnífica ocasión para participar por primera vez en la misa de rito zaireño. ¡Fenomenal la participación de la gente! Aquí todo el mundo canta, baila, mueve los brazos; oraciones de los fieles espontáneas, en fin una fiesta. Como es difícil resistirse al ritmo del tam-tam, yo también he levantado los brazos y seguido los movimientos – los más sencillos – de los demás. Me quedé entusiasmado. Quiera Dios que no llegue a acostumbrarme con el tiempo”.

Después de la experiencia misionera en el entonces Zaire, hoy Congo, el P. Emilio fue destinado a la provincia de España, el 1 de julio de 1991. Fue nombrado superior de la comunidad de Moncada en 1993, y posteriormente ecónomo de la misma comunidad. Allí trabajó con los Laicos Misioneros Combonianos. De su tiempo en la comunidad de Moncada, el entonces superior de la misma, el P. Juan Benjumea Ramos, nos dejó algunas pinceladas de Emilio: “Emilio era hombre muy dinámico y en la delegación de misiones de Valencia le daban muchas responsabilidades, charlas y retiros a los grupos de misiones todavía existentes, ya que el director de la delegación, don Miguel Palacios le apreciaba mucho. Recuerdo que al menos en dos veranos hice campamentos de misión con jóvenes que organizaba Emilio con las Combonianas.

Siempre lo consideré un buen sacerdote y nos llevamos siempre muy bien; nunca tuvimos desacuerdos en nada, ni siquiera en asunto de coches. No dudo de que esté gozando del premio reservado por sus luchas y sufrimientos que conlleva la vida consagrada y misionera para el bien del Reino y de nuestros hermanos los pobres”.

Vuelve al Zaire el 1 de julio de 1997. Desde la misión de Duru, en junio de 1998, escribía: “Toda la población pertenece a la tribu azande. Alejada de los centros comerciales, la gente vive exclusivamente de lo que le saca al campo. Ir a la escuela es un lujo, por lo que una de las tareas más absorbentes de la misión es facilitar la escolarización de los niños y niñas que no tienen ninguna posibilidad de acceder al más elemental nivel de instrucción. Y son muchos”. En su experiencia misionera, siempre en Congo, trabajó en varios lugares y siempre tres años en cada lugar: Tadu, Nangazizi, Ste. Anne, Rungu, Ste Anne de nuevo y Mungbere.

En carta al provincial de España, del 15 de abril de 1999, escribía: “Esta misión de Rungu, a 63 Km. al norte de Isiro, ha sido y es aun paso frecuentado por militares que van o vienen del norte, a la frontera con Sudán. Allá por las Navidades hemos pasado autentico miedo y hemos estado preparados para escondernos en la selva por temor a saqueos y pillajes. Afortunadamente los Ángeles custodios nos han protegido y no ha pasado nada. Ahora llevamos tres meses que aquí parece que ni hay guerra ni nada a pesar de que toda esta zona se encuentra en manos de los llamados “rebeldes” (bajo control ugandés)… En general trabajamos con normalidad y libertad, pero la situación económica y social del país se deteriora a pasos agigantados, y esto complica mucho las cosas”.

De nuevo vuelve a España el 1 de julio de 2007. Su destino era la comunidad de Moncada. El 12 de mayo de 2008 es encargado de la hoja “Misioneros de la Tercera Edad”.

Los últimos días
El 31 de diciembre de 2009 el P. Emilio se sintió mal por la mañana. Llamó al P. Carmelo Del Río Sanz por el teléfono interior de la casa, diciéndole que se sentía mal, con algunos mareos y dolor en la nuca. El medico le visitó antes de las 14:00 horas, comprobando que la tensión la tenía muy alta y que no bajaba después de la medicación recibida. A las 20:00 horas, Emilio ingresó en el hospital Arnau de Valencia. A la 1:15 de la madrugada del 1 de enero, llamaron por teléfono al P. Carmelo, informándole que Emilio había tenido una hemorragia cerebral, de pronóstico grave, y que necesitaba una intervención quirúrgica en el Hospital de la Fe, de Valencia y que le informarían al día siguiente.

El día 1 de enero de 2010, el P. Carmelo fue a visitar a P. Emilio a las 8:00 horas. El doctor le informó que la hemorragia había sido grave y que necesitaban 48 horas para ver el resultado de la operación. Mientras tanto se informó a la familia de P. Emilio de su estado de salud. El día 4, los médicos intentaron despertar a Emilio de la sedación y no hubo respuesta positiva. Emilio permanecería en coma desde entonces hasta su muerte, con altibajos bruscos en la tensión. Todo se agravó cuando el sábado día 9 sufrió una segunda hemorragia.

En todos los informes que nos daban los médicos, se nos decía que si en el futuro hubiera una posibilidad de recuperación o mejoría sería un milagro, así de grave era la situación, ya que su situación de empeoramiento irreversible. Los familiares del P. Emilio llegaron el 11 de enero y les acompañamos a visitarle al hospital. El día 18 de enero, los médicos informan al P. Carmelo que P. Emilio se iba apagando y que tenía la respiración más lenta y la tensión muy baja.

Desde la operación, el P. Emilio permaneció en estado de coma, aunque los médicos aseguraron que no había tenido dolores. El martes 19, fue visitado por la comunidad de Moncada, como hacían todos los días, y aunque de aspecto estaba como siempre, las constantes vitales eran mínimas. Los doctores subrayaron que no duraría mucho en esas condiciones. Y así, el 19 de enero, a las 17 de la tarde falleció, después de haber pasado 19 días en el Hospital de la Fe (Valencia). Fui informado por el P. Conrado Franco Lorenzo. Seguidamente la comunidad de Moncada realizó los trámites para el traslado del féretro a su pueblo natal, por expreso deseo de la familia.

El funeral del P. Emilio tuvo lugar en Vezdemarbán (Zamora) su pueblo natal, el día 20 de enero de 2010, a las 16:30 horas. La funeraria llegó con el cadáver, desde Valencia, a las 16:15 horas. La Misa de exequias tuvo lugar a las 16:30. Presidió el provincial, asistido por el Vicario de la diócesis de Zamora, Mons. Juan Luís Martín Barrios y el párroco de la localidad, don Mario Manso. Concelebraron 18 Combonianos y 6 sacerdotes diocesanos.

A la Misa asistió un grupo de feligreses de la parroquia. Después de la eucaristía tuvo lugar el entierro en el cementerio del pueblo, acompañado por los familiares, los Combonianos y algún feligrés. Después del entierro fuimos a la casa de Milagros, sobrina de P. Emilio, y tomamos algo de comida y bebida, charlando con sus familiares, y seguidamente dejamos Vezdemarbán, el pueblo donde Emilio había crecido y cuyos restos mortales ahora acogía.

El día fue soleado, aunque frío. El párroco conocía bien a Emilio y siempre que iba de vacaciones le ayudaba en la parroquia. También el organista, con el coro, hizo que la Misa de funeral fuera más solemne. Esta fue precedida por el rito de la imposición de la casulla y del leccionario-Palabra de Dios. Durante la misma, el provincial pronunció la homilía e invitó al fin de la misa a P. Francisco Javier Sagasti Ganuza a decir unas palabras sobre su estancia con P. Emilio en la misión de Congo.

Es de notar la aportación y ayuda de la comunidad de Moncada, tanto en el acompañamiento y visitas diarias al P. Emilio durante su estancia en el hospital como a la hora de hacer los trámites para que la funeraria trasladara el cadáver al pueblo. P. Emilio falleció a la edad de 67 años.

El testimonio de P. Rubio Aguerri
De su tiempo en la misión del Congo con el P. José Rubio Aguerri, con quien vivió, nos llega esta breve semblanza de Emilio: ¡Mbote, p. Emilio! Nos conocimos en España pero vivimos y trabajamos juntos en el Congo, donde Emilio llegó en 1982 y después de estudiar lingala en Rungu fue destinado a Tadu, su primera misión. Dos años vivimos y trabajamos codo a codo en la misma misión. Un verdadero placer ver cómo se adaptaba a todas las actividades con su característica sencillez, su humor permanente y el deseo manifiesto de aprender y descubrir el porqué de todo lo que ocurría a su alrededor. Desde el principio se interesó de manera especial por la formación de catequistas y los consejos de capillas. En los momentos difíciles en la misión nunca le faltaba humor para gastar una broma oportuna, hacernos reír y poder relativizar el problema con más calma. Pretendía siempre seguir las prioridades dentro de una pastoral programada. Era entrañablemente contrario a improvisar. Cuando alguien le presentaba un problema no previsto se exponía a recibir una respuesta nada fácil de su parte. Esto le hacía sufrir. Vivir con él en comunidad era un placer, te mostraba su estima y colaboraba con todas sus fuerzas. Anécdotas simpáticas de su vida misionera, habría para escribir un libro. Pero deberían ser narradas por él, con su estilo sencillo, sin grandilocuencias, con su humor y reteniendo la carcajada. Contaba en una ocasión la anécdota del pollo asado. Después de una jornada de marcha a pie y en bicicleta nos prepararon en una especie de cabaña un manjar exquisito para comer: un pollo entero asado al fuego, hecho deprisa y duro como una piedra. Sin cuchillo ni tenedor pero con mucha hambre, nos lanzamos a él y no pudiendo hincarle ni los dientes ni las puntas de los dedos... nos resignamos a tirar cada uno de una pata del mismo hasta dislocarlas y devorarlas con nuestro atroz apetito. No pudimos hacernos con otra parte del pollo. La gente se extrañó que comiéramos tan poco. Les explicamos que preferíamos llevárnoslo para comerlo a la noche. ¿Cómo llevárnoslo? He aquí que el tesorero de la comunidad viene con su bolsita de plástico, vacía el viejo y sucio dinero por tierra y mete el resto del pollo dentro. Durante el camino de vuelta no faltaron las risitas y bromas sobre la envoltura del pollo y su higiene. Pero llegados a destino y antes de ir a dormir lo calentamos en el fuego y le dimos buen recado. Ejemplar durante toda su vida fue la capacidad de aceptación de todo tipo de trabajo y responsabilidad. Algo que siempre se le hizo cuesta arriba fue tomar iniciativas y decisiones. Los superiores no hicieron mucho caso de ello y lo nombraron en 1984, párroco de Tadu, director del centro catequético diocesano de Nangazizi en 1985, párroco de Santa Ana a Isiro en 1988-1991 y después de unos años (1991-1997) de rotación en Moncada, al servicio de la Animación Misionera y encargado de los Laicos Combonianos, regresó al Congo en 1997 como párroco de Rungu. Cuando los superiores no encuentran alguien para procurador de Isiro… en 2001, piensan en P. Emilio, siempre disponible y sin manifestar su repugnancia para tal trabajo. Hizo este trabajo durante la rebelión con muchísima dificultad y sin ninguna satisfacción humana: cerrar cuentas en la administración cada mes se le hacía cuesta arriba. No obstante allí permaneció hasta su última destinación a Mungbere en 2004 hasta el 2007. En muchas ocasiones, además de la carga pastoral, era elegido por los compañeros para coordinar las actividades de la comunidad como superior. Así vivió y así nos dejó: sin pretender en lo más mínimo hacer sombra a nadie, soportando con buen humor las contrariedades de cada día, gustosísimo de tomar un café con algún compañero y mejor aún si el café iba acompañado de un “carajillo”. Me siento sumamente halagado de haberlo tenido como compañero en Tadu y en Isiro, y debo agradecer al Señor el don de su amistad y estima que siempre me mostró, su ejemplo de vida de comunidad, fiel al horario establecido y siempre dispuesto a darte un rato de su tiempo si se lo pedías. Gracias Carrocin por tanto bueno que compartiste conmigo”.

(P. Daniel Cerezo Ruiz, mccj).