Los motores del XVII Capítulo General de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ) están ya en marcha, dispuestos a arrancar el 6 de septiembre, fecha en la que será inaugurado oficialmente en presencia del Cardenal Dias, prefecto del Dicasterio misionero de la Santa Sede.
Del 1 a 5 de septiembre los 72 capitulares y los 11 observadores que participarán en este Capítulo “ordinario especial”, han dedicado su tiempo a un intenso ejercicio de escucha y preparación. Cuatro personalidades no combonianas de alto relieve, la Superiora General de las Misioneras Combonianas y cuatro combonianos (tres ex generales y un obispo recién nombrado) han expresado con gran libertad y sabiduría su propia visión de las exigencias misioneras del momento y de la realidad comboniana.
El P. Pascual Chávez, Rector Mayor de los Salesianos, enfatizó la íntima relación entre el llamado a “estar” con Jesús y el envío misionero (Mc 3, 13-19); el Prepósito General de los Jesuitas, P. Adolfo Nicolás, desde su amplia experiencia misionera en Asia, habló de la necesidad de reformular la teología de la Creación y de la Salvación, en actitud de escucha y diálogo con los plurales caminos religiosos de la humanidad; Mons. Agustín Gardin, Secretario de la Congregación de Religiosos, insistió en la fraternidad en comunidades adultas; la M. Adele Brambilla recordó que somos congregaciones “gemelas” y pidió tener muy presente la dimensión femenina de la misión; el P. Marcos Recolons, Coordinador para América Latina en el Consejo General de los Jesuitas, nos presentó el camino de la Vida Religiosa latinoamericana y el llamado de Aparecida a ser “discípulos y misioneros para que nuestros pueblos en él tengan vida”; por fin el P. Jean Roger Ndombi, natural de Congo Braza y también Consejero General de los Jesuitas, destacó algunos desafíos misioneros desde el continente africano: el discernimiento vocacional, la necesidad de colaboración, el diálogo intercultural e inter-religioso, la fidelidad de los religiosos a sus votos, la miseria y expropiación de la gente y, por tanto, el llamado a ser “abogados de los pobres” ante el mundo, etc.
Por otra parte, Mons. Giuseppe Filippi, nuevo obispo de Kotido (Uganda), nos ayudó a orar destacando la necesidad que tenemos de una identidad profunda, basada en la experiencia de ser amados por Dios no superficial como la que da el mundo.
Una novedad en la preparación de este Capítulo fue la presencia de los ex generales de la congregación desde 1979, año en que se aprobó la Regla de Vida de la Congregación reunida. Cada uno de ellos expresó con libertad lo que tenía en el corazón para la vida del Instituto. El P. Manuel Augusto enfatizó siete puntos: discípulos antes que misioneros; la Palabra como eje de nuestra misión; la autoridad como paternidad; las personas como riqueza; la Iglesia local, sujeto de la misión; armonía de la doble dimensión: Palabra y transformación social; la responsabilidad: santos y capaces. El P. David Glenday leyó una preciosa carta de Comboni sobre el Plan y destacó 5 puntos. El Plan –dijo- nace de la experiencia y de la escucha; de una visión global del mundo; en la dificultad y en la oración. El Plan –insistió- se centra en pocos puntos clave. Por fin el P. Pierli quiso compartir desde su condición de “anciano” sus múltiples inquietudes, insistiendo en no olvidar que el Capítulo es una mediación humana de la acción de Dios y que debe usar los adecuados instrumentos humanos.
Al final de la semana de preparación los capitulares, que proceden de tres continentes (12 africanos, 15 americanos, 45 europeos y representan a 29 provincias y delegaciones de cuatro continentes) tienen ante sí un panorama vasto y complejo, como quien se encuentra a la entrada de un frondoso bosque, en el que no es fácil adivinar por donde asoma la luz que muestra la “hora de Dios” para los combonianos hoy.