Presentamos un subsidio de la Ratio Missionis. Se trata de una ayuda en el camino de renovación del Instituto. Es un trabajo para la reflexión personal y comunitaria. Para una mayor profundización es preferible tratarlo en varias veces. Las preguntas sólo son indicativas para ayudar a compartir e interiorizar. Las respuestas pueden enviarse a la comisión de animación provincial para la Ratio Missionis.

1. ¿Dónde estamos?

Observamos la realidad donde vivimos con atención, afecto y mirada crítica para tratar de distinguir la presencia del Espíritu de Dios entre nosotros. Los aspectos positivos y negativos que descubrimos nos cuestionan. Pue-den ser ocasión para repensar la vida, cambiar y abrir caminos nuevos(DC ’03, 24).

1.1. Algunos rasgos del mundo actual
· El mundo actual es cambiante, complejo e imprevisible. Nada es definitivo: lo que hoy es válido, ma-ñana es obsoleto. Las relaciones afectivas, el trabajo o las creencias han dejado de ser pilares firmes y estables para convertirse en experiencias fugaces y precarias.
· Vivimos en un mundo global. Nunca estuvimos los seres humanos tan cerca unos de otros como hoy. Todo está a la vista. Si bien hay una aceleración de las comunicaciones (de nueve millones de usuarios de Internet en 1995 se ha pasado a dos mil millones en 2005), la revolución electrónica no abarca al planeta por igual.
· Vivimos en un mundo contradictorio. El siglo XXI comienza con una humanidad profundamente divi-dida: permanece el bienestar y derroche de unos cuantos junto a la supervivencia de la mayoría. La desigualdad es cada vez más grande. El mundo es hoy más inseguro y lleno de riesgos.
· La desigualdad genera grandes flujos migratorios. Grandes movilizaciones de personas arriesgan la vida por conseguir una vida mejor. Los contactos de personas de otros pueblos, otras religiones, otras culturas se multiplican.


1.2. Algunos rasgos de la Iglesia actual
· La Iglesia: lugar de esperanza. En lugares donde los gobiernos sólo piensan en sí mismos y la gente no cuenta, la Iglesia es muchas veces la única institución capaz de aportar esperanza a los pobres con iniciati-vas de promoción humana, Justicia y Paz (DC ’03, 12). La Iglesia propicia la reconciliación y una vida nueva en común entre facciones.
· La Iglesia favorece una toma de conciencia y mayor compromiso. En algunos lugares crece una to-ma de conciencia social y eclesial. Se da voz a los sin voz. Las mujeres y los jóvenes comprenden cada vez más su lugar en la sociedad y en la Iglesia y se comprometen (DC ’03, 10). Esta actitud es necesaria para responder a desafíos tales como las sectas o el Islam.
· Una Iglesia que ha puesto el concilio Vaticano II en vía muerta. Se nota una tendencia al clericalis-mo y la rigidez y se pone en cuestión la apertura propiciada por el concilio Vaticano II (DC ’03, 14). Los religiosos son marginados mientras los movimientos tradicionalistas son puestos de relieve.
· Una Iglesia que “olvida” la misión. La Iglesia parece estar más preocupada de sobrevivir a sí misma que de ser fermento en el mundo. La misión ad gentes no está en el centro de las preocupaciones de la jerar-quía. Utiliza el método político-económico de la globalización (que unos pocos vivan bien, a costa de la mayoría) para su proprio bien. Animan a la fuga de agentes de pastoral de Iglesias más necesitadas para que se instalen en las Iglesias del bienestar.

1.3. Algunos rasgos del Instituto Comboniano
· Generosidad en situaciones difíciles. Constatamos en muchos hermanos una vida generosa com-partida con la gente y en medio de situaciones difíciles (DC ’03, 16).
· Internacionalidad y pluralismo. Dejamos de ser eurocéntricos: con la nueva geografía vocacional nos llega el don de la interculturalidad (DC ’03, 17).
· Debilitamiento del sentido de pertenencia. Uno de los síntomas del momento presente es la fragmen-tación y la dispersión. Antes todo se jugaba a una sola elección definitiva (la misión, casarse...), hoy se dan va-rias elecciones sucesivas en todos los órdenes y esto crea indefinición e incertidumbre. No hay situaciones defi-nitivas.
· Individualismo y deseo de vivir en común. Es frecuente encontrar hermanos encerrados en sí mis-mos que trabajan solos (DC ’03, 73.3), aunque se constata también un deseo de vivir en común y renovarse.
· Aburguesamiento y déficit en la vida espiritual. Se percibe un cierto estilo cómodo y aburguesado, así como una falta de vida interior. Optar por una vida sobria, sencilla y de autolimitación (DC ’03, 103) sería un paso necesario para frenar esta tendencia.

Para interiorizar, orar y compartir
Partiendo de la propia experiencia ¿qué aspectos del mundo de hoy me ayudan y cuáles me dan miedo? Indíca-los y di el por qué.

La Iglesia actual no ve la misión ad gentes como algo prioritario ¿en qué sentido nos afecta esta actitud?

Analizando el plano sexenal de tu provincia y la carta de tu comunidad ¿Cómo te sientes con la manera como tu provincia y tu comunidad reaccionan a los desafíos que tenemos?

2. ¿Cómo afrontar los desafíos de nuestro tiempo?

· Vigilantes a los signos de los tiempos. Los combonianos, dóciles a la acción del Espíritu, viven aten-tos a los signos de Dios en la historia. Los interpretan a la luz de su Palabra y del ejemplo de Comboni. Se dejan interpelar por ellos en su ser y hacer misión (E 3615).
· Con fe y valentía. Comboni ante la realidad de miseria y explotación del continente africano no se desanima. Sabe leer las situaciones a la luz de la fe y se deja llevar del Amor de Dios por la humanidad (E 2742; DC ’03, 34 y 36).
· Con actitud de conversión. El análisis de la realidad social, eclesial y de nuestro instituto nos exige una actitud permanente de atención y discernimiento de la voluntad de Dios. Y ello con vistas a un cam-bio/conversión de nosotros mismos y de las estructuras de pecado presentes en esas realidades.
· Con honradez y profetismo en el trato con las Iglesias locales. Nuestras relaciónes con las Iglesias locales están marcadas a menudo por la ignorancia recíproca. Comboni siente que forma parte de la Iglesia a la que profesa amor y fidelidad. Al mismo tiempo, supo “insistir” a la Iglesia provocándola y convocándola a la mi-sión. Estamos llamados a vivir y cultivar (a nivel individual y de Instituto) este “sensus ecclesiae” para que sea siempre más misionera, profética y católica.

Para interiorizar, orar y compartir
¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios y la vida de Comboni en la lectura que haces de la realidad? Cuenta un ejemplo de esta experiencia.

¿Cómo es mi relación con la Iglesia local? Comparte tus experiencias en los lugares donde trabajas o has traba-jado.


3. Puntos irrenunciables para una recuperación/renovación de nuestra memoria

· En tiempos duros ser sinceros, valientes y buscar juntos soluciones adecuadas. No nos basta con dar explicaciones de lo que ocurre, hemos de reaccionar y buscar soluciones. El Espíritu nos ayuda a una reno-vación profunda y de largo alcance (personal, comunitaria, trabajos, estructuras...). Estos puntos irrenunciables podremos afrontarlos mejor si lo hacemos juntos. Comboni nos dice: “tened ánimo en este momento difícil, y más aún para el futuro”.

· Llamados (de nuevo) a ser testigos. En nuestro mundo sobran expertos de todo tipo pero faltan tes-tigos. El testimonio al que somos llamados no es una actividad, sino manifestar el amor de Dios. Por eso esta-mos disponibles para encontrar a Jesucristo de nuevo con la intensidad de la primera vez. Todo es posible si se da esta presencia de Jesús en nosotros. Ya no somos nosotros los que vivimos, sino Jesús en nosotros (Gal 2,20).

· Ser misioneros al estilo de Jesús y de Comboni. Es bueno volvernos a sentir enviados con y por Je-sús a continuar su misión. Tener sus criterios, sus querencias, sus opciones. Se va y se vive en grupo, no en so-litario (Mc 6,6b-13). Sentirnos siervos inútiles (Lc 17,10). Comboni se desvive y derrocha todas sus energías por los africanos, pero es consciente de su insignificancia (E 2427) y que esta misión tan ardua y desmesurada es de Dios, por eso no duda que saldrá adelante (E 5329).

· Renovar nuestra experiencia y práctica comunitaria. Constatamos cierta soledad y desgana en los hermanos. Cambiar nuestra manera de vivir en común y relacionarnos mejor es una condición inaplazable. Está en juego la calidad de la misión así como nuestra madurez afectiva. Es volver a la intuición de Comboni: el insti-tuto es un cenáculo de hermanos (E 2648).


Para interiorizar, orar y compartir
De los aspectos irrenunciables que hemos indicado, ¿hay alguno en particular que te ha marcado en tu vida? ¿Cuál? Cuéntalo y comparte con los hermanos esas experiencias que han sido importantes para ti.

¿Qué hermanos de la provincia han sido significativos para ti? Cuenta aquello por lo que te llaman la atención.
Ratio Missionis, subsidio n.2