Comboni - Vida eclesial: cenaculo de apostoles, interculturalidad y obediencia consagrada

1 – Hecho de la vida de Comboni

Hasta los 26 años la vida de Daniel Comboni se desarrolla en el triángulo: Limone – Verona - Trento. Una vida transcurrida en el silencio, como la de muchos sacerdotes de la región véneta, en el norte de Italia.
El contacto con algunos misioneros que comparten el testimonio de su vida, mientras él era alumno del Instituto Mazza, lo lleva a interesarse por el continente africano y a apasionarse por él.
Nadie, ningún documento, carta, testimonio podía vislumbrar hacia dónde le llevaría esa pasión. En 1857, siendo apenas un joven sacerdote, parte para su primer viaje al continente negro. Bastó que pasara algunos años en tierras africanas para hacer de Comboni una de las personalidades más fuertes y originales de su tiempo. África marca la hora de Comboni.
El África que Comboni soñó dentro de los muros del Instituto de Verona, sufre un cambio radical al contacto con esa realidad. Si en Verona se preparó para ser misionero, su universidad fue África pues lo cambió como a todos aquellos que la conocieron profundamente. Vive en la propia piel la experiencia de la misión; se hace misionero en el campo de batalla y por eso podía afirmar cuando escribe al Cardenal Juan Simeoni:

"…Para contar con un misionero y decir que se puede disponer de él en el África Central, antes es preciso que haya pasado al menos dos años en el campo de batalla. Si lucha duro durante dos años, entonces se puede contar con él. Sobre los fervores de Europa, no se debe hacer un serio cálculo"( E. 6751; Cfr. También 5397).

Su experiencia de misión camina en sintonía con la experiencia de una obediencia responsable a la Iglesia, que lo guió a lo largo de su vida. Profesa claramente su obediencia a Roma: "No quiero nada sin el placet de la Iglesia, y lo que no agrada a la Iglesia, tampoco me gusta a mi"… ( E. 971 )
Amor y conciencia profética, por un lado, y comunión con la Iglesia, por otro, venían a fundirse en el misionero y profeta Daniel Comboni.


2 – COMBONI – VIDA ECLESIAL

A - CENÁCULO DE APÓSTOLES

Cada profeta aparece en la Biblia como una "personalidad" y con una utopía. El llamado que recibe tiene un carácter único y personal. Como profeta, Comboni vive la experiencia del profeta en su doble pasión por Dios y por los pueblos de África.
En un tiempo en que está en crisis las utopías, es necesario que nos pongamos en los zapatos del Fundador y nos imaginemos como es que él quería a sus misioneros (as).
Sabemos que Comboni no deseaba fundar un Instituto Religioso, como los entonces existentes. A él lo empujaron las necesidades que descubrió en la misión.
Las Reglas de 1871 son uno de los dones más hermosos que tenemos de Daniel Comboni "Son el fruto de serias reflexiones, de largos estudios, de diligentes consultas y de un pleno conocimiento de causa" (E.2643 – 2646 ) y de su experiencia misionera.
Al fundar los Institutos de los Misioneros (as) Combonianos (as) sueña con una experiencia religiosa misionera eclesial que sea como CENACULO DE APOSTOLES "Este Instituto se vuelve como un pequeño Cenáculo de Apóstoles para África, un punto luminoso que envía hasta el centro de la Nigrizia tantos rayos como solícitos y virtuosos misioneros salen de su seno. Y estos rayos, que juntos resplandecen y calientan, necesariamente revelan la naturaleza del Centro del que proceden" ( E. 2648) en la cual se viva la experiencia de la consagración y misión en armonía con la interculturalidad.

La expresión ‘pequeño cenáculo de apóstoles’ conlleva una realidad dialéctica que habla de dos movimientos: ad intra (cenáculo) y ad extra (apostólico). Realidades que necesariamente se necesitan, se atraen y se fecundan recíprocamente, ocasionando muchas veces tensiones en nuestras comunidades.

- Con el adjetivo "pequeño" nos recuerda hasta el día de hoy que, comparados a las grandes órdenes religiosas, nuestro Instituto es apenas una pequeña semilla, semejante al grano de mostaza (Mt 13, 31-32). La vida misionera no es para muchos. Estamos llamados a ser una presencia que sea principio de cambio, origen de transformación. Es el anuncio de un estilo diverso de ser y actuar en función del Reino.

- El cenáculo. Es la palabra que nos trae a la mente el hogar, la familia, la acogida y la fraternidad, en una palabra la vida compartida con otras personas. Comboni siempre se opuso a que sus misioneros vivieran y trabajaran solos. El Fundador propone la realidad del cenáculo y recuerda que con los discípulos estaba siempre el Maestro. Una comunidad que no tenga a Jesucristo al centro de su vida y de sus intereses es una comunidad cerrada donde fácilmente aparece el egoísmo, la autosuficiencia, la competencia y la rivalidad. Es la ocasión para renunciar a lo propio para ponerse al servicio de los demás.

- Es de "Apóstoles". La meta que nos trazamos como comunidad es la colaborar en la propagación del Reino. Vivimos en comunidad para experimentar el amor, compartir los ideales y prepararnos para partir. El apóstol es el enviado. La comunidad es proyecto, estilo y realización, pero la meta es el Reino, entendido como un estilo de vida completamente nuevo, entre aquellas personas más abandonadas.

Comboni habla de rayos que emanan del Centro del cenáculo y brillan llevando calor a donde hace falta. Es el ardor del corazón del Buen Pastor que alcanza a la humanidad entera.

PROFUNDIZACIÓN BÍBLICA DEL TEMA

Toda la práctica de Jesús camina hacia una experiencia que se consolida en el Cenáculo: "Yo tenía gran deseo de comer esta Pascua con ustedes" ( Lc 22, 15 ).
Es en esta experiencia en el Cenáculo, que Jesús, con actitudes, gestos y palabras, revela una nueva visión de las cosas, un nuevo orden, un nuevo punto de partida. Ofrece y propone puntos básicos que deben inspirar a todo misionero y misionera Comboniana a vivir como CENÁCULO DE APOSTOLES:

- La llamada es gratuita y personal: "Llamó a los que quiso… para estar con él y para enviarlos a anunciar el mensaje (Mc 3, 13 – 14). Así pudo luego decirles: "No me escogieron ustedes a mí sino que Yo les escogí a ustedes" (Jn 15,16).

- El poder debe ser ejercido como servicio (Mt 24, 28). El que quiera ser el primero, deberá comportarse como el último (Mt 20,26; Mc 9,35). Debemos lavarnos los pies los unos a los otros (Jn 13,14 ).

- Jesús revela a Dios como Padre bueno de todos (Mt 23, 8-9; ésta es la raíz más profunda de la fraternidad. Él pide que se imite a Dios como Padre: "Sean perfectos como su Padre es perfecto…, que hace brillar el sol sobre malos y buenos" (Mt, 5 43–48).

- Jesús une el amor a Dios con el amor al prójimo: Dice que estos dos mandamientos son iguales y no pueden separarse. Son como los dos lados de la misma moneda. Fe y vida deben estar siempre unidos (Mt 22, 34–40).

- Jesús renueva por dentro la relación varón – mujer y vuelve a exigir el ideal de unidad que estaba en la mente del Creador (Mt, 1-9) (Lc 8,1 -3).

- Jesús propone un nuevo culto y le da un nuevo contenido (Jn 4, 20–24) La celebración central de la Pascua tiene ahora otro cuadro de referencia: amor y servicio (Jn 13, 1-16).

En esta experiencia de Cenáculo de Apóstoles nuestra misión primordial no es social ni catequética. Es literalmente mística. Es la misión de Juan Bautista: revelar a Cristo, el Cordero de Dios, caminando escondido en medio de su pueblo (Jn 1, 29 ). Como Jesús con la Samaritana, nos toca, dejar brotar el "agua viva" del Espíritu del corazón de las culturas a las cuales somos enviados (as) (Jn 4, 14 ).

Preguntas para la reflexión:

- ¿Creo en la fuerza de lo pequeño, de lo que nada vale a los ojos del mundo? ¿Cómo vivo la tensión que, muchas veces se vive en nuestras comunidades, entre la experiencia de fraternidad y el trabajo apostólico?

- ¿Como vivimos la espiritualidad Comboniana en sus dimensiones de Encarnación y Redención en nuestra vida comunitaria y misionera?

B - INTERCULTURALIDAD: La internacionalidad, expresión de la catolicidad

El 09 de noviembre de 1864 viajando Comboni de colonia a Maguncia, escribía su plan para que la tarea evangelizadora funcionara en el centro de África. Ponía por escrito las ideas que ya había planteado en su momento al Papa y al Card. Barnabó: "La obra debe ser católica, no ya española, francesa, alemana o italiana. Todos los católicos deben ayudar a los pobres negros, porque una nación sola no puede socorrer a toda la estirpe negra" (E. 944).

Recordemos que eran tiempos en los que la misión estaba profundamente ligada a la nacionalidad de los misioneros y a los Estados que la protegían; había mucho de ‘humano’ en los esfuerzos de los misioneros. Comboni quiere romper con ese estilo. Constata que el terreno donde trabaja es de horizontes amplios, motivo por el que insiste en que es responsabilidad de todos y no debe depender de intereses mezquinos distantes del evangelio. Por tanto no puede identificarse con una nación sola. Es una de las expresiones más hermosas de catolicidad que tenemos en la historia de las misiones.

A diferencia de otros institutos que nacieron con la finalidad de ser la expresión de tal o cual nación o episcopado, Comboni abre las puertas a quien desea colaborar. Sabemos que a los pocos años de su fundación ya existía una docena de nacionalidades representadas en sus miembros.

Legado que el Instituto ha hecho suyo y se ha esforzado en mantenerlo con sus caídas y levantes hasta el día de hoy (RV 18). Vivir con los demás, sobre todo, cuando hay tantas diferencias y distancia entre los miembros de una misma familia, es la oportunidad que tenemos para evidenciar el origen trinitario de nuestra vocación y convertirnos en parábola viviente en un mundo que tiende a disgregar y a excluir aún si nos llenamos la boca de palabras que aluden a la globalización y a la integración.

PROFUNDIZACION BIBLICA DEL TEMA

También en la palabra de Dios encontramos esta aparente contradicción entre un repliegue en busca de la propia identidad y un deseo de ir a los lejanos, a los marginados que no pertenecen a pleno derecho al pueblo de Israel. Experiencias como la etapa de esclavitud en Egipto y los tiempos del exilio acrecentaron el desprecio y la intolerancia hacia los extranjeros; felizmente la predicación de los profetas ayudó a ampliar los horizontes, muchas veces estrechos, del israelita piadoso que se perdía en sus pequeños problemas y en la insistencia de reafirmar su pertenencia a un pueblo determinado.

La labor de los profetas está profundamente asociada a la historia cotidiana: tenían la capacidad de leer e interpretar lo que acontecía desde la óptica de Dios, y eso lo transmitían.
Si bien en los evangelios no encontramos una reflexión sistemática sobre el trabajo misionero en medio de los paganos, encontramos varios pasajes en ellos que nos hablan de la apertura hacia los extranjeros o las personas que en ese tiempo eran despreciadas o marginadas por alguna razón (Mt 8,5-13; Mc 7, 24-30; Mt 11, 20-24). Jesucristo recoge este filón y lo lleva a plenitud poniéndose de la parte de los últimos, de aquellos que no valían.

Vivir con los demás, sobre todo, cuando hay tantas diferencias y distancia entre los miembros de una misma familia, es la oportunidad que tenemos para evidenciar el origen trinitario de nuestra vocación y convertirnos en parábola viviente en un mundo que tiende a disgregar y a excluir aún si nos llenamos la boca de palabras que aluden a la globalización y a la integración
Vivir la experiencia de Cenáculo de Apóstoles, supone una experiencia de interculturalidad, proceso de encuentros y desencuentros y de modo particular en este momento histórico que vivimos al cual llamamos la modernidad.

Una comunidad que vive la experiencia de interculturalidad opta por una experiencia en la que la "cultura adoptada" se apodera del mensaje, lo lee con sus propios criterios y lo recrea según su propia necesidad.

Ante tal desafío pensamos que la comunidad como tal es una escuela. Es el terreno de formación recíproca donde aprendemos a escuchar nuestras diferencias y a perdonarnos personal y culturalmente. De esta forma ser anuncio y preparación activa del Reino de Dios que no conoce fronteras y se manifiesta en la riquísima diversidad de los pueblos y sus culturas.

Preguntas para la reflexión:

- ¿Creo en la fuerza testimonial que tiene el trabajo en común desde la interculturalidad? ¿Estoy dispuesto a trabajar con los demás a pesar de que son ‘diferentes’ y no piensan y actúan como yo?

- ¿Podemos detectar que a partir de la presencia de misioneros (as) Combonianos (as), hemos contribuido para el nacimiento de una iglesia inculturada con rostro propio?


C - OBEDIENCIA

Comboni aprendió a obedecer con las experiencias que le tocaba vivir ( Heb 5,8). Está convencido que la voluntad de Dios es los más importante para él. No tendrá ningún resquemor en negarse a sí mismo o a sacrificar cualquier cosa que sea necesaria, con tal de cumplir los designios del Padre. "Por eso avanzo sin errar hacia la meta que me he propuesto, sin retroceder por temor de los obstáculos y sin detenerme ante las contrariedades, porque creo firmemente que cumplo en esto la voluntad de Dios y que me encamino hacia el éxito de mi sublime y ardua tarea." MDC 83

En los momentos de duda y dificultad siempre recordará las palabras del p. Marani cuando tenía apenas 17 años y lo asaltaban las dudas sobre si partir lejos abandonando a sus queridos padres: "Vaya, yo le doy mi bendición y, confíe en la Providencia, pues el Señor que le inspiró tamaña obra, consolará y cuidará de sus padres" (E. 13).

Su fidelidad al Espíritu le permite discernir en los signos de los tiempos la presencia de Dios en aquel momento de su historia y de la historia del pueblo africano. Como Jesús es fiel a la hora del Padre, Comboni descubre la hora de África. En esta perspectiva ama a la Iglesia de forma incondicional. No tiene miedo de afirmar:

"Yo he entregado mi vida, mi voluntad y todo mi ser a la Santa Sede, o sea al Vicario de Cristo… incluso me negaría a convertir el mundo entero, si con la gracia de Dios me fuera posible… sin la autorización de la Santa Sede…" ( E. 2635).

No solo descubre la hora misionera de África, sino da a esa ‘hora’ una dimensión claramente eclesial. No tiene miedo de recordarla el principio claro de la universalidad de la salvación traída por Cristo y de la naturaleza misma de la Iglesia que es ser misionera. Es consciente que la Iglesia es sujeto de misión y que la actividad misionera de la iglesia no es iniciativa privada de congregaciones e institutos religiosos.

Toda la vida, actividad, escritos de Comboni, revelan un hombre a servicio de la Iglesia con una profunda pasión por los pobres y abandonados que se expresa en los negros, a través de los cuales se sentía llamado a acoger el Reino de Dios como siervo de los pobres.. Asumió ser "pobre e inútil", pero hasta a la muerte siervo de la Iglesia…

Vive la experiencia de una obediencia eclesial activa y una docilidad apostólica con actitud dialogante: exponía sus razones, aclaraba puntos oscuros, empujaba hacia decisiones necesarias e informaba sobre cuestiones urgentes de la misión.
En su obediencia no había nada de sumisión pasiva. Se lo advertía honestamente al Cardenal Barnabó:

"La lastimosa miseria de los pobres negros pesa inmensamente sobre mi corazón y no hay sacrificio que no esté dispuesto a abrazar por el bien de los mismos. Si Vuestra Eminencia no aprueba un Plan, haré otro; si no acepta el segundo, haré un tercero, y así hasta la muerte" (E. 1011 ).

En 1876 a pocos años de su muerte, escribirá: "…son 27 años y 62 días que juré que moriría por África Central: he travesado grandes dificultades, el Corazón de Jesús ha conservado en mi espíritu… la perseverancia, de manera que nuestro grito de guerra será: "África o Muerte " ( E 4049).

PROFUNDIZACION BIBLICA

El concepto de la obediencia en el que fue formado Daniel Comboni provenía de las enseñanzas bíblicas y patrísticas. Era la aceptación radical de las decisiones provenientes de quienes detentaban algún tipo de autoridad (Rm 13, 1-2) pues se consideraba que ésta provenía del mismo Dios. Si bien Pablo se refería a las autoridades civiles de su tiempo, sabemos que en la vida religiosa por mucho tiempo se instauró este modelo de forma acrítica. Con el paso de los años y el influjo de otros factores fue cambiando la manera de vivir.

Para Comboni era indispensable por parte de sus misioneros un espíritu de sacrificio y renuncia a cualquier aspiración. Es una enseñanza propuesta por la misma Escritura tomando como modelo a Jesucristo el Señor: "Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me envió" (Jn 5, 30). Viene reiterado unos versículos más adelante: "Porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió" (Jn 6, 38).

Si no es fácil para nosotros vivir la obediencia tampoco lo fue para el Fundador y menos para quien consideramos el punto de referencia principal de nuestro seguimiento. Los evangelios sinópticos nos presentan esas palabras de Jesús cargadas de dramatismo y pronunciadas en el contexto de la pasión: "Y avanzando un poco más, se postró en tierra y suplicaba que, si era posible, no tuviera que pasar por aquel momento. Decía: ¡Abbá, Padre! Todo es posible. Aparta de mí este cáliz de amargura. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú (Mc 14, 35-36).

El autor del escrito bíblico a los Hebreos teniendo delante la experiencia de dolor intenso vivido por el Maestro presentará el sufrimiento como vehículo para aprender a obedecer: "El mismo Cristo, que en los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente; y precisamente porque era Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Llegado a la perfección se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.."(Heb 5, 7-10; 10, 9-10); también Fil 2, 8.

Preguntas para la reflexión:

- ¿Soy conciente que estoy colaborando en una obra que pertenece a Dios? ¿Cómo acepto las disposiciones de quien me pide que las cosas que no son parte de mi proyecto personal?

- A partir de la experiencia de Comboni, ¿qué significa hoy para nosotros (as) "sentir con la Iglesia"?


3 – valores subyacentes para la vida misionera

° Encarnación dolorosa y gozosa. Belén y Gólgota son como los dos polos de un mismo amor. El misterio de la encarnación nunca puede entenderse cabalmente fuera de su dinámica de redención.

° Soledad contemplativa y paciente del siervo sufriente.

° Construcción de la iglesia con rostro propio desde el lugar cultural del pueblo enviado.

° Audacia humilde y discreta, desde un compromiso de vida con la realidad del pueblo con sus pecados y santidades específicas.

° Anonadamiento total del apóstol: "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo" (Jn 12, 24). La encarnación como hundimiento en una historia y una cultura particular, tiene necesariamente esta dimensión.

° Reconocimiento de los "signos" de la presencia activa del Espíritu de Cristo en situaciones particulares y en su trasfondo cultural específica.

° Desarrollar en la iglesia un profundo sentido contemplativo capaz de ver a Dios en esta historia de la salvación que nunca terminó.

° Solidaridad como un proceso de Kénosis. Aprendiendo a profundizar nuestra defensa de la vida, desde la realidad del cotidiano.


P. Rogelio Bustos Juárez, mccj
Sr. Amine Abrahão, smc
P. Rogelio Bustos Juárez, mccj - Sr. Amine Abrahão, smc