Para un Proceso de Conversión de los/las misioneros/as combonianos.

Recorriendo los textos del Fundador referentes a la presencia de los Valores humanos en su vida, se puede captar el proceso de maduración serena hacia un ideal de hombre que, si por una parte nunca se alcanza y sigue siendo una "tarea abierta", por otra parte invita a la confrontación y al esfuerzo con el fin de mejorar cada vez más la propia humanidad para que la consagración misionera pueda realizarse mejor.
Vamos a señalar algunos, que quizás no son los más significativos, pero que nos pueden estimular a una revisión sincera y serena de nuestro ser y de nuestra personalidad vocacional, precisamente porque el crecimiento como personas es un compromiso de formación continua, que no acaba sino con nuestro último aliento.
 
MIRANDO AL FUNDADOR
 
a) La confianza de base es la virtud o el valor humano con el que la persona demuestra tener confianza en si misma, en los demás, en el mundo en general y en Dios en su vivencia de fe y esperanza. No puede tener confianza en los otros ni en Dios quien no confía en si mismo.
La presencia de ésta confianza de base en Comboni, que comenzó seguramente desde pequeño con el afecto y la educación recibida de sus padres, hizo crecer en él una sana autoestima. Esto lo preparó para tener verdaderamente fe y confianza en Dios y para creer también en los otros, en la Iglesia y en sus colaboradores, fiándose de ellos incluso cuando sabía que podían crearle dificultades (E. 64-65).
Aunque Comboni afirmó que quien confía en si mismo "es el mayor asno de este mundo" (E. 2459), son innumerables los escritos en los que demuestra confianza y seguridad en su persona. En esta confianza basa decididamente su fe en el Señor Jesús y su enorme confianza en Dios. Dios recompensa a los que confían en El (E. 4012) y no los abandona nunca (E. 4387): "Toda mi confianza está en Dios que ve todo, puede todo y nos ama" (E. 172).
Este gran valor humano se manifestó en Comboni también en la serena apertura de su Obra a todas las empresas misioneras. Tiene que ser realmente católica y no sólo española, francesa, alemana o italiana (E. 944). Se aprecia también esto en su relación con los africanos (E. 1105) a los que ama profundamente hasta dar la vida por ellos, en un momento histórico en el que muy pocos sabían hacerlo así reconociéndoles su dignidad de hombres y de hermanos (E. 2742).
La vivencia de la esperanza está unida en Comboni al valor humano de la confianza y siempre estuvo convencido de que su Obra no moriría (E. 5329) porque Dios nunca abandona a quien confía en El (E. 7246). Con la fe y la esperanza el valor no disminuye (E. 1431), especialmente si está sostenido por la certeza de la fe, de que las obras de Dios nacen y crecen siempre al pie de la Cruz (E. 2474).

b) La experiencia de la identidad personal es la síntesis consciente y serena de todas las dimensiones humanas de la persona que se conoce, se ama o se acepta y es capaz de valorar muy bien todo lo que es y lo que tiene; el sujeto es capaz de conservarse fiel a sí mismo y a los demás y de mantener sus propios compromisos en la vida, a pesar de la influencia de condicionamientos contradictorios o ante sistemas de valores que no coinciden con los propios.
La seguridad de su vocación sostuvo a Comboni hasta su muerte porque su identidad vocacional, confirmada por el P. Marani (E. 6886), se apoyaba en una identidad humana fuerte y bien estructurada, que lo hizo creativamente fiel y totalmente identificado con su Obra.
La capacidad de comprender la propia vocación con cierta identidad humana y de vivirla con sumisión y fidelidad, es posible ya desde los años de la primera juventud. Esto fue también verdad para Comboni que afirmará: "El primer amor de mi juventud fue para la infeliz Nigrizia..." (E. 3156). Desde entonces nunca hubo otra pasión en su corazón más que la de Africa y la de los pobres negros abandonados (E. 6983).
Desde el punto de vista humano y sicológico es admirable constatar en Comboni su fidelidad al Carisma recibido; las enormes dificultades encontradas y sobre todo las críticas y los juicios que herían su corazón no mellaron su identidad humana y vocacional, induciéndole a buscar otras soluciones y otras… dependencias. Sabía claramente quién era y para qué había sido llamado. No podía ser otro cualquiera, ni podía hacer otra cosa. Su vocación misionera se basaba pues en una clara identidad humana.
 
c) Ser capaces de generar significa "dar vida", ocuparse de los demás, ser su "padre o madre", vivir para ellos sin esperar correspondencia.
Una buena identidad personal dio también a Comboni la capacidad de compartir con los demás todo lo que él era y tenía, llegando a cuidar de ellos y a hacerse cargo para engendrar vida en aquellos que había escogido como objeto de su amor: los africanos más pobres y abandonados.
En su famosa homilía de Kartum expresa con gran claridad los sentimientos de su paternidad espiritual: "Yo soy ya vuestro padre y todos vosotros sois hijos míos... os abrazo y os estrecho contra mi corazón... vuestro bien será el mío y vuestras penas serán también las mías. Yo quiero hacer causa común con cada uno de vosotros y el más feliz de mis días será aquel en el que pueda dar la vida por vosotros" (E. 3157 ss).
Una breve síntesis de esta madurez afectiva hecha capacidad de engendrar, que Comboni vivió en plenitud y que pide también a sus misioneros, puede expresarse con las palabras siguientes: "yo doy mi vida por esta obra santa que he emprendido" (E. 2569). Y lo mismo pide a sus misioneros: "santos... pero no basta: se necesita caridad que hace capaces a las personas" porque "el misionero y la misionera no pueden ir solos al paraíso" deben ser "no con el cuello torcido, sino como almas valientes y generosas que sepan padecer y morir por Cristo" (E. 6655-6656).

d) El sentido de integridad es la experiencia personal de la propia realización vocacional en la vida, y la alegría de haberla vivido sustancialmente bien hasta el fondo. La integridad es aquel valor humano que permite a la persona madura sentirse unificada e integrada, satisfecha de todo lo que ha podido realizar en su vida. Su amor es verdaderamente católico, atento a las grandes necesidades de la humanidad. La persona es capaz de transmitir el "testimonio" a otros confiando que continuarán su obra, y estar dispuesta a aceptar con serenidad incluso la muerte. Es la verdadera sabiduría. Además, en el campo especifico de la fe, la persona que ha llegado a la integridad cosecha la máxima realización que se puede desear, que es la santidad.
"Yo muero, pero mi obra no morirá" es la esperanza cierta que podemos ver en algunos escritos del Fundador (cf. por ej. E. 4380-5329). Expresa el profundo convencimiento de que su vida no ha pasado en vano y que el bien sembrado dará sus frutos. Comboni está persuadido de que cuando el misionero tiene el corazón abrasado en puro amor de Dios y mira con fe su obra, la muerte y el martirio son el premio más deseado a sus sacrificios (E. 2705). Quisiera tener a su disposición cien lenguas y cien corazones para confiar su Africa a la solicitud de muchos, pero también está convencido de que las vidas de sus compañeros serán semilla fecunda de nuevos apóstoles y de futuros cristianos (E. 1215). "Yo no tengo más que una vida para consagrarla a lasalvación de esas almas: quisiera tener mil para darlas a esa obra" (E. 2271).
 
ESTIMULOS DE MADUREZ Y DE CRECIMIENTO
 
Teniendo en vista nuestra madurez y conversión, es útil dejarnos confrontar por los valores presentes en el Fundador y hacernos algunas preguntas:
 
a)Respecto a la confianza: Podemos preguntarnos sinceramente si existe en nosotros como individuos, como comunidad y como compromiso apostólico. No siempre hay que dar por descontado una sana confianza en nosotros mismos, una auténtica confianza en el Señor y una natural confianza en los demás, empezando por los que viven a nuestro lado todo el día. Pueden surgir diversas circunstancias: la dificultad para vivir juntos en comunidad y en el saber colaborar compartiendo valores personales, proyectos comunes y medios que el Señor nos da; confiar cada vez más en el dinero que en la Providencia de Dios, en las estructuras más que en las personas, en la acogida serena y fraterna de los hermanos de otras culturas y el don típicamente comboniano de la comunidad internacional...
 
b) Respecto a la identidad: Está bien comprobar la calidad del sentido de pertenencia a nuestro Instituto y un sano orgullo de ser miembros suyos. "La santidad" de Comboni nos invita de nuevo a ser santos y capaces en el amor. Puntos concretos de revisión para nuestro crecimiento en el valor humano de la identidad pueden ser: las dobles o múltiples pertenencias con una probable escasa identidad comboniana; el problema de los pocos que entran y de los muchos que salen, la dudosa pertenencia con motivaciones no auténticas, no captar los signos de los tiempos...
 
c) Respecto a la capacidad de generatividad: Podemos confrontarnos sobre el sentido profundo del vivir nuestra vocación dando siempre vida abundante a los demás y perdiendo por ellos la nuestra. Revisar: la esterilidad de "comunidades solitarias" o inexistentes; el don de anunciar juntos el Evangelio y no solos; la presencia de paternalismo misionero individualista, típico de misioneros, "francotiradores" y "navegantes solitarios"; la manía de cercarse narcisisticamente en el propio mundo y continuar aprovechando del Instituto como "solterones".
 
d) Respecto a la integridad: Este valor debe manifestarse con un sustancial sentido de realización personal, del seguir viviendo la vocación comboniana en comunidad y con gozo y serenidad en el dar testimonio y buen ejemplo a todos los que encontramos y viven a nuestro lado. También una chispa de humorismo sería buen signo de integridad. Otros signos de integridad son: vivir la vida consagrada con fidelidad creativa y constante purificación de los motivos, sabiendo retirarse dando lugar a los otros, aceptar serenos y agradecidos la edad que avanza, la posible enfermedad, sentir siempre posibles y grandes valores del amor universal, del gozo y de la paz.
 
 
TEXTOS BIBLICOS PARA LA ORACION PERSONAL
 

Confianza: 2Cor 8, 22; Jn 16, 33; Lc 12, 28; Mc 11, 22; Jn 14, 1; Lc 17, 6; 2Cor 5, 6
Identidad: Ef 4, 1, 4, 4, 2P 1, 10; Mt 22, 39; Mt 5, 37; 2Cor 1, 18-20
Capacidad de generación: Jn 15, 13; Jn 10, 10; 12, 24...
Integridad: 1Pe 5, 1 ss; Lc 17, 10; 2, 29...


P. Gaetano Beltrami, mccj
P. Gaetano Beltrami, mccj