Mensaje de los Consejos Generales Combonianos
en ocasión de la canonización de Mons. Daniel Comboni:
"Don para acoger y profundizar"

Queridos hermanos y hermanas,
La noticia de la canonización de nuestro Fundador y padre, el Beato Daniel Comboni, nos llena de alegría y de sorpresa. Alegría y profunda gratitud por el don y el desafío que el Señor nos ofrece por medio de este acontecimiento. Sorpresa porque quizás muchos de nosotros no lo esperábamos tan rápidamente.

¡Dios es grande con nosotros y, otorgándonos este don, con toda certeza quiere decirnos algo importante a nosotros, hijos e hijas de Daniel Comboni!

De lo profundo del corazón surgen algunas inquietudes:

- ¿Qué significa esta canonización para cada uno de nosotros, nuestras comunidades y nuestros Institutos?

- ¿Qué desafío nos lanza en relación a nuestro ser misionero/a hoy?

- ¿Qué parábola de esperanza nos invita a anunciar a los pueblos a quienes servimos y a la humanidad de este tiempo?


Creemos que ninguno/a de nosotros pueda menos que responder a estas o similares preguntas. La pluralidad de nuestras culturas, de los contextos sociales y eclesiales, de las experiencias de fe y de las sensibilidades pastorales, de género o de edad, sin duda enriquecen esta canonización con multiformes interpretaciones y aplicaciones concretas.

Este acontecimiento hace resonar dentro de nosotros un fuerte llamamiento a “regenerar” la pasión por nuestro carisma común, llamamiento que nos insta a una vida consagrada más auténtica, a una espiritualidad más sólida y a una fidelidad a la misión más profética. La canonización de Daniel Comboni nos quiere encontrar unidos recorriendo la huellas de su santidad.

Os proponemos, sin pretender agotar el argumento, algunas pistas de reflexión que podrían servir como puntos de partida para nuestro intercambio:

a) La canonización de Daniel Comboni confirma públicamente el amor genuino que él tuvo por Dios, fruto de la relación filial que constantemente alimentaba en su corazón (dimensión Trinitaria). El origen y la meta de la consagración total de Daniel Comboni a la misión no tuvo otra fuente que su comunión con los sentimientos del Padre: Aquél que no dudó en entregar a su Único Hijo para la redención de toda la humanidad. De hecho, Daniel Comboni, contemplando el Corazón Traspasado de Cristo Buen Pastor, trepidó con el deseo de dar la propia vida para la regeneración de la Nigrizia. Su santidad consiste, por lo tanto, en la sequela radical del Señor Jesús hasta el supremo sacrificio de la Cruz –“ahí donde nacen y crecen las obras de Dios”- y en la docilidad al Espíritu del Resucitado. El Misterio Pascual fue, para nuestro Fundador y padre, el “aliento incesante” que lo llevó a desempeñar con abnegación su servicio misionero en medio de las realidades más desesperadas y lo sostuvo en el testimonio del Evangelio, que es capaz de transformar la muerte en Vida.
b) La canonización de Daniel Comboni es un evento que pertenece a la Iglesia universal (dimensión eclesiológica misionera). Es la misma Iglesia quien lo propone como testigo singular de Jesucristo y modelo de sequela evangélica para todos los cristianos. El carisma misionero que Daniel Comboni recibió del Espíritu Santo y que vivió con pasión heroica, viene ahora presentado por la Iglesia como un tesoro que pertenece a todo el Pueblo de Dios. Por razón de este don, la Iglesia se hace más fuerte para continuar realizando hoy su misión de signo salvífico y de servicio a la extensión del Reino de Dios hasta los confines del mundo. La proclamación de la santidad de Daniel Comboni refuerza la vocación “ad gentes” de la Iglesia que recorre las vías de la misión, particularmente hacia los pueblos más abandonados en lo que se refiere a la fe. La impronta y la metodología misionera de Daniel Comboni en sus intuiciones fundamentales “salvar África con África”, “hacer causa común con los más pobres y abandonados”, “evangelizar como cenáculo de apóstoles”, “comunión y colaboración a todos los niveles”, reencuentran en esta perspectiva nuevo impulso profético.
c) La canonización de Daniel Comboni reenciende la urgencia de la misión, especialmente hacia los pueblos más abandonados, que viven en las más deshumanizantes condiciones de miseria (dimensión socio-antropológica). La santidad de Daniel Comboni denuncia la mediocridad y desenmascara todo tipo de condescendencia con la opresión de los pobres. Nuestro Fundador pertenece en primer lugar a su gente, a los últimos de la tierra – las Nigrizias. Su proclamación como santo desafía a todos los cristianos a abrir las puertas cerradas para poder escuchar el grito de los “marginados” y de los “esclavos” de nuestro tiempo. Es también una invitación a revelar con claridad el Evangelio integral de liberación. La canonización de Daniel Comboni se convierte así en un acontecimiento intrépido de significado incalculable, sobre todo ante el panorama actual de intransigencia ideológica, nacionalista o pseudo-religiosa y de fundamentalismo. La figura esplendente de Daniel Comboni hace brillar una luz de esperanza en el horizonte impregnado de odio, violencia, injusticia, miedo y desilusión.
d) La canonización de Daniel Comboni pone un sello de autenticidad a la historia misionera vivida por sus hijos e hijas que, con su propia vida, han testimoniado el Evangelio en medio de dificultades, sufrimientos, persecuciones e incluso hasta el derramamiento de sangre (dimensión histórico-martirial). La tradición comboniana (desde la Mahdia hasta nuestros numerosos mártires y las espléndidas figuras de misioneros/as que nos han precedido o tenemos entre nosotros) representa un fuego que se difunde “con sus rayos luminosos” a partir de tantos “cenáculos de apóstoles” que testimonian por el mundo un amor fraternal sin límites. La dimensión martirial es criterio de discernimiento y característica de la espiritualidad misionera de hoy. La canonización de Daniel Comboni nos confirma que nuestra experiencia de cruz, que tiene el sabor de derrota aparente, supone por el contrario el génesis de la fecundidad de nuestro carisma –“mi obra no morirá”- y es esta solidaridad misionera la que mantiene firme el sentido de la historia y constituye el verdadero futuro de la humanidad.

Es con estos sentimientos con que os pedimos que organicéis el próximo 15 de marzo una Celebración Inaugural, como Familia Comboniana presente en las diversas naciones, que marque el comienzo de un tiempo especial (hasta la solemnidad de la Inmaculada Virgen María - 8 de diciembre de 2003) de acogida y profundización del don que Dios nos ofrece con la canonización del Beato Daniel Comboni.

Con el recuerdo festivo del nacimiento de nuestro Fundador y padre, queremos comenzar juntos un camino de renovación y de apertura a todo aquello que el Señor querrá indicarnos. Aproximémonos, por tanto, con confianza a su gracia y hagamos de la canonización de Comboni una oportunidad de “regeneración” ante todo para nosotros mismos: que el Espíritu pueda arder en nuestros corazones y en nuestros Institutos y reavivar la pasión por Dios y por la misión. Hoy comienza para nosotros un nuevo tiempo en el que estamos llamados/as a “servir a Dios en santidad y justicia durante todos nuestros días”.

Sentimos la importancia de caminar juntos tanto como Institutos combonianos, como con la Iglesia y con los pueblos, por lo que se propondrá un slogan que, partiendo de la inspiración de Daniel Comboni, nos ayudará a tener un horizonte común al que mirar y en el que hacer nacer las diversas iniciativas que sean expresión de nuestro “sí” a Dios y a la misión.

Os señalamos algunas orientaciones prácticas a tener en cuenta:

- hagamos lo posible para organizar las diversas iniciativas juntos, como Familia Comboniana, incluyendo a los Laicos Misioneros Combonianos y a los otros organismos misioneros de la Iglesia local;

- animamos a la creatividad en la contextualización de las varias iniciativas según vuestra propia realidad;

- os invitamos a implicar con iniciativas propias de animación misionera particularmente a nuestros candidatos/as en formación, a nuestros familiares, amigos, bienhechores, y a los jóvenes;

- al elaborar vuestros programas os pedimos subrayar el aspecto de la oración y del estudio sobre nuestra misión como combonianos/as hoy. Consideramos providencial que la canonización de Daniel Comboni tenga lugar en un tiempo de particular reflexión para los tres institutos: la conclusión del Capítulo General para los MCCJ y de la Asamblea General de las Misioneras Seculares Combonianas, y la preparación al Capítulo General para las SMC.

La perspectiva de continuar este itinerario celebrativo, incluso después de la fecha de la canonización de Daniel Comboni, quiere evidenciar la aspiración de que esta celebración no se agote sólo en una ceremonia externa sino que sea al mismo tiempo “culminación y fuente” de un camino de nuestra Familia Comboniana más atento a personalizar y encarnar aquel “santos y capaces” que es parte esencial de nuestra identidad vocacional y da consistencia a nuestras opciones misioneras.

Concluimos este mensaje reiterando nuestra alegría y gratitud a Dios y a la Iglesia por este don que nos han dado en la persona y el carisma de Daniel Comboni. Invocamos a los Corazones Inmaculados de Cristo y de María nuestra madre, de San José y de todos los santos protectores de nuestros Institutos para que nos acompañen durante este tiempo de gracia y por siempre.

Con confianza ponemos en las manos de Daniel Comboni en especial a nuestros hermanos y hermanas que dan testimonio de Cristo en situaciones de persecución y peligro constante, y a nuestros queridos/as ancianos/as y enfermos/as. A todos vosotros/as nuestro abrazo de amistad y el deseo de santidad y paz.

ORACIÓN DIARIA

Oh Padre de todos los pueblos,
tu Espíritu de santidad
ha hecho del beato Daniel Comboni
una imagen viva de tu amor
por los más pobres y oprimidos.
Ayúdanos a vivir este tiempo
que nos prepara a su canonización
como renovación personal y comunitaria
en el carisma que nos ha sido dado.
Reaviva en nuestros corazones
la certeza de ser nuevamente enviados por Ti
para el servicio misionero de la Iglesia.
Nuestro vivir y obrar
sea una respuesta auténtica a tu amor
y un valiente “hacer causa común”
con los hermanos y hermanas
que tú pones en nuestro camino,
para que tu reino resplandezca sobre un mundo
que espera justicia, amor y paz.
Amén.

Roma, 15 de marzo 2003
Conmemoración del nacimiento del Beato Daniel Comboni


Madre Adele Brambilla (Sup. Gen.)
Hna. Annunziata Giannotti
Hna. M. Aparecida Gonçalves
Hna. Margit Forster
Hna. Luciana Zonta

Silvana Bordignon (Resp. Gen.)
Anna Maria Menin
Clementina Lotti
Celeste Moreira de Paiva
Isabella Dalessandro

P. Manuel Augusto Lopes Ferreira (Sup. Gen)
P. Venanzio Milani
P. Juan Antonio González Nuñez
P. Rafael González Ponce
Fr. Umberto Martinuzzo
Don para acoger y profundizar