Mons. Olindo Natale Spagnolo nació en Sta. Giustina in Colle (Padua) el 25 de diciembre de 1925. Frecuentó la escuela apostólica de Padua hasta 1944, año en que se fue al noviciado de Venegono Superior (hizo los primeros votos el 15 de agosto de 1946) y los dos primeros años de teología. Completó sus estudios teológicos en Roma, en la universidad Urbaniana, y fue ordenado sacerdote el 29 de marzo de 1952, en la basílica de San Giovanni in Laterano. Sus múltiples actividades se podrían agrupar en tres capítulos bien definidos, todos ellos atravesados por la misma nota común de la misionariedad: Mons. Olindo de hecho fue un animador misionero, un párroco misionero y un obispo misionero.
Animador misionero: formador y promotor vocacional. Son los años de la presencia en el seminario comboniano de Crema y, luego, en Trento, Verona (donde, durante un trienio, fue también superior de la Casa Madre) y en Roma (secretario general de la Animación Misionera) del 1969 al 1979. Pasa 4 años en España (1958-1962) para fundar la primera casa de los Combonianos y ocuparse de la animación misionera en los seminarios diocesanos españoles, años florecientes de vocaciones y fecundos en frutos de vocaciones combonianas. Eran los mismos años en los que el P. Enrico Farè, superior de la provincia española desde 1959 a 1975, fundó, con la ayuda de redactores y administradores, la revista Mundo Negro y dio un inteligente, valiente y enorme impulso a todos los frentes a la animación misionera y vocacional. El P. Olindo se metió bien en este contexto, con su marcada personalidad y sus buenas cualidades de sacerdote convencido y orador persuasivo, que tanto agradaba a los jóvenes.
Párroco misionero en Ecuador. En Ecuador, son sobretodo dos las parroquias en las que trabajó: la Merced de Esmeraldas y el Guasmo de Guayaquil.
Su primera misión fue el vicariato apostólico de Esmeraldas, adonde llegó en 1963. Poco tempo después fue nombrado párroco de la Merced, la parroquia principal en el centro de Esmeraldas, a la que organizó y dio un gran impulso evangelizador. De allí volvió a Italia como delegado en el Capitulo General de 1969.
Favorecedor de que los combonianos tuvieran una presencia fuera del vicariato de Esmeraldas, se alegró cuando al volver a Ecuador, le asignaron a Guayaquil, la segunda ciudad del País por importancia política, y primera por la economía: de hecho es uno de los tres grandes puertos navales en el Pacifico, junto a Callao-Lima (Perú) y a Valparaiso (Chile). En Guayaquil, eligió el Guasmo, una zona verdaderamente misionera: periferia pobre, abandonada, habitada sobretodo por afroecuatorianos.
Quien conoció esas zonas a primeros de los años ochenta, tuvo la impresión de encontrarse en el “cuarto” o “quinto” mundo. El ministro de economía, Rodrigo Paz Delgado, visitando el Guasmo exclamó: “Es la cosa más cruel que he visto: he vuelto a casa con el corazón destrozado”. El P. Olindo tuvo el gran mérito de construir una nueva parroquia, dedicada a Maria Estrella del Mar, con varios locales para la catequesis, la formación y el entretenimiento de la gente. En 1985, el Papa Juan Pablo II pisó el Guasmo, durante su visita a Ecuador, y el P. Olindo supo muy bien como hacerle los honores de casa.
Obispo misionero. El 3 de marzo de 1990 el P. Olindo, después de haber sido vicario episcopal desde 1985, fue nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de Guayaquil. En el 2001 pasa a ser auxiliar emérito y elige seguir residiendo en su parroquia del Guasmo, metido en la vida pastoral. En el día de su consagración episcopal se expresaba así: “Débil y pecador, absolutamente indigno del ministerio que se me confía, experimento en este momento la profunda verdad expresada por el Señor en aquellas palabras: ‘sin mí no podéis hacer nada’ (Jn 15,6)… Porque confío plenamente en el Señor, he elegido como moto de mi misión episcopal la frase bíblica: ‘El Buen Pastor da su vida por las ovejas’ (Jn 10,11)”.
Como obispo supo transmitir su carga misionera y comboniana a la Conferencia episcopal del País. De manera particular, dio vida a dos Institutos religiosos y misioneros ad gentes: los Misioneros y Misioneras de Maria Stella Maris (Maria Estrella del Mar). En los últimos años de su vida, sobretodo después de retirarse de sus responsabilidades diocesanas, se dedicó con total empeño a la formación y guía de los miembros de los dos Institutos, invistiendo energías personales y medios económicos. Previendo próximo su fin, recomendó calurosamente estos Institutos al nuevo arzobispo de Guayaquil, Mons. Antonio Arregui Yarza.
Mons. Olindo tenía una personalidad profundamente humana y ricamente dotada. He aquí algunas anotaciones sobre su carácter y personalidad que leemos en la respuesta de la Dirección General de los Misioneros Combonianos (1 de enero de 1990) al cuestionario enviado por la Congregación de los Obispos, en vista de su probable nominación a obispo.
“Tiene un buen carácter, disponibilidad al dialogo, sentido de la responsabilidad, es hombre de comunión y sabe crearse colaboradores. Tiene buenas dotes humanas que lo llevan a encontrarse bien con cualquiera… Fue un animador misionero muy eficaz en los seminarios mayores de Italia y España. Ha visitado muchas misiones y guiado muchos encuentros. Tiene una gran experiencia pastoral y es una persona ‘fiable’ desde el punto de vista doctrinal y eclesial. Es un óptimo orador que transmite de forma comprensible ‘doctrina sana y profunda’. Posee dotes de organizador y cuenta con experiencias muy logradas como superior de comunidades numerosas y como párroco. Se muestra atento a los problemas de la gente que se le confía… Es una persona estimada a todos los niveles y los superiores le han confiado siempre encargos y puestos de importancia y gran responsabilidad”.
Mons. Olindo Spagnolo fue un misionero generoso, en línea con el carisma de San Daniel Comboni que alimentó su vida personal y que supo comunicar a los demás, allí donde desarrolló su actividad de animador, párroco y obispo.
(Basado en sugerencias del P. Romeo Ballan)