P. Luigi Moser sr. (12.12.1934-13.01.2007)
El P. Luigi Moser nació el 12 de diciembre de 1934 en Palù di Giovo, diócesis de Trento. La familia, que vivía del trabajo del campo y de las viñas, tuvo doce hijos. Luigi, después de la escuela elemental, queriendo seguir la vocación misionera, entró en el seminario menor de Trento. También otras dos hermanas escogieron la vida religiosa, una entre las Hijas de San Pablo y otra entre las Misioneras Combonianas.
Luigi hizo el noviciado en Florencia, emitiendo los primeros votos el 9 de septiembre de 1954 y el escolasticado en Verona y en Venegono. Emitió los votos perpetuos el 9 de septiembre de 1960. Fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1961. Su primer empeño fue en la animación misionera y promoción vocacional, en Trento, hasta 1965 en que fue destinado a la misión de Uganda.
Su primera experiencia de misión fue entre los Madi de Pakele y a continuación de Moyo. Pero después de sólo cinco años, se le pidió que volviera a Italia para la formación en los seminarios menores. El P. Luigi hizo presente la no optimista situación del personal entre los Madi y su no grande inclinación al trabajo en la formación, pero reafirmó su disponibilidad a cualquier servicio que le pidiese el Instituto. Así, del 1971 al 1975 trabajó en el seminario menor de Trento.
En julio de 1975 volvió a Uganda y desde entonces, fuera de breves períodos de vacaciones, no dejó ya la misión. A su vuelta a Uganda fue destinado como párroco de la misión de Lodonga. Siguieron años de intenso trabajo, pero también de crecientes dificultades y problemas, como los desórdenes y la inseguridad después de la caída de Amin y la huída al Congo acompañando el éxodo de la población. A la vuelta del Congo, trabajó en la misión de Olovo. Después marchó de nuevo a Moyo como párroco, decano y vicario episcopal hasta 1996, cuando volvió como párroco a Lodonga, donde permaneció hasta la muerte.
En los últimos años, el P. Luigi sabía que su corazón no estaba ya tan fuerte. Pero no tomó nunca seriamente en consideración la idea de dejar la misión y volver a Italia, para estar más seguro en caso de necesidad. Tomaba cada día las medicinas prescritas por el médico y estaba contento de continuar trabajando entre su gente.
“La muerte del P. Luigi, ocurrida hacia las nueve de la mañana del 13 de enero de 2007 en Lodonga, ha sido vivida por mí y por toda nuestra comunidad con una fuerte participación emotiva. El funeral tuvo lugar a las 13 del 15 de enero. El cadáver reposa ahora en el cementerio de Lodonga, cerca de otros misioneros muertos aquí.
Reflexionando sobre esta experiencia, me parece que puedo decir que la muerte del P. Luigi ha sido un acontecimiento significativo para toda la comunidad y también un importante testimonio misionero. Con la palabra “acontecimiento” quiero decir que es un hecho que ha incidido profundamente en la comunidad, poniendo en evidencia valores y aspectos no fácilmente perceptibles, y con la palabra “testimonio” quisiera subrayar el fuerte mensaje que de este acontecimiento hemos sacado.
La mañana del 13 de enero nos encontramos en la iglesia a las seis para nuestra oración comunitaria y personal. Rezamos las Laudes y, a las siete, las Santa Misa. El P. Luigi había escogido la Misa votiva de la Virgen, siendo él el celebrante principal (con él estaban los PP. Mario Casella, David Baltz y Torquato Paolucci). Celebró con entusiasmo, cantando y haciendo la homilía a los fieles presentes. Todo parecía normal. Inmediatamente después del desayuno el Señor lo ha llamado a sí con un “macizo ataque cardíaco” (así se ha expresado el médico). Asistido inmediatamente por la Hna. Teresa, nuestra enfermera, fue trasportado al más cercano hospital de Maraca, donde el médico verificó inmediatamente la muerte.
La noticia de su muerte se difundió rápidamente, también porque la radio diocesana (Radio Pacis) la transmitió inmediatamente, y a la tarde dedicó al P. Luigi un largo servicio.
Centenares de personas se reunieron en Lodonga para acoger el cadáver de vuelta de Maraca, de forma verdaderamente conmovedora. Las campanas, tan queridas por el P. Luigi, sonaban ininterrumpidamente como para decir: “El P. Luigi está todavía vivo, ha vuelto entre nosotros”. La emoción y el llanto eran como un coro ininterrumpido. El cadáver, preparado con amor por las Hermanas del Sagrado Corazón, fue expuesta en la iglesia y se celebró inmediatamente la Sta. Misa; desde aquel momento, durante dos días y dos noches, la gente no le ha abandonado. Durante la vigilia fúnebre, ha habido una presencia constante de al menos un centenar de personas. Oraciones, cantos, tambores, discursos, silencios, han subrayado los sentimientos de amor de los cristianos por el P. Luigi.
El domingo 14 de enero se celebraron dos Misas y la iglesia estuvo siempre abarrotada. Conmovedora la presencia de muchos niños que habían venido a saludar al P. Luigi: los niños y el P. Luigi se querían mucho.
En señal de estima y afecto, también muchos musulmanes y un grupo de protestantes quisieron rezar junto a nosotros.
El funeral fue fijado para el lunes, para permitir al obispo de Arua, Mons. Frederick Drandua, volver a Kampala y para dar la posibilidad a los sacerdotes comprometidos por las funciones dominicales, de llegar a Lodonga. Estuvieron presentes en el funeral, dos obispos, el vicario general de la diócesis y 70 sacerdotes. Uno de ellos me confió: “no he visto nunca tantos sacerdotes reunirse para un funeral. El P. Luigi estaba verdaderamente en el corazón de todos nosotros”. También las religiosas eran muy numerosas, en particular las del Sagrado Corazón de Moyo, con las que había trabajado el P. Luigi. Los Combonianos, las Combonianas de Arua y los Laicos Misioneros Combonianos estaban todos presentes. Habían venido incluso tres hermanos de Gulu que se encuentra a más de 300 km. de distancia. Los cristianos de Lodonga y los de las distintas misiones en las que el P. Luigi había trabajado, eran varios millares.
La parroquia de Lodonga ha vivido este evento de manera muy fuerte y todos se han sentido comprometidos. Inmediatamente se ha formado una comisión de acogida para las personas que llegaban y todos, incluso los niños han querido hacer algo. Ha sido una manifestación de afecto jamás vista antes en Lodonga. Parecía que hubiese una dirección que impulsaba a las personas a dar su propia cooperación para resaltar el acontecimiento de la muerte del P. Luigi. Las personas espontáneamente, sin confusión, empezaron a trabajar, llevando de casa comida, sillas, utensilios y todo lo que podía ser útil, como en un largo, silencioso canto de amor al P. Luigi. De este modo, todos los participantes en el funeral encontraron alivio después de casi cuatro horas de celebración eucarística y sepultura, antes de reemprender el camino a casa.
Como decía antes, la muerte del P. Luigi ha sido también un importante testimonio misionero. Al P. Luigi le gustaba mucho predicar y no perdía nunca la ocasión de anunciar la palabra de Dios, para animar a sus cristianos a la esperanza. Pero a muchos les ha parecido que la homilía más hermosa ha sido precisamente su muerte.
En los distintos discursos y mensajes, se han subrayado algunos aspectos de este testimonio, el primero de todos, su gran amor por la Virgen. En efecto, el P. Luigi, siempre difundió la devoción a la Virgen, preparando con cuidado las fiestas con hermosas novenas y, sobre todo, organizando la peregrinación diocesana anual con gran entusiasmo. Una Hermana dijo “Me parece que la Virgen se lleva a los sacerdotes que la aman siempre en sábado, ¡su día preferido!”.
El P. Luigi nos ha dado también una lección práctica de ecumenismo. La presencia de protestantes y musulmanes junto a su cadáver y durante el funeral nos ha revelado que su vida ha sido una mano tendida también hacia ellos: había puesto las estructuras escolásticas y sanitarias de la misión a disposición de todos y esto ha creado más cercanía y unión que muchas reuniones y encuentros.
Con su compromiso y estilo de vida, el P. Luigi ha contribuido a realizar el sueño de Comboni. Gracias, P. Luigi, por tu hermoso testimonio y por tu vida en medio de nosotros.
(P. Torquato Paolucci)