In Pace Christi

Balzarini Mario

Balzarini Mario
Fecha de nacimiento : 08/03/1931
Lugar de nacimiento : Sesto Calende
Votos temporales : 09/09/1952
Votos perpetuos : 09/09/1858
Fecha de ordenación : 14/03/1959
Fecha de fallecimiento : 04/10/2006
Lugar de fallecimiento : Lacor/UG

P. Mario Balzarini (08.03.1931 - 04.10.2006)
El P. Mario Balzarini nació en Sesto Calende, un pueblecito a orillas del Lago Mayor, en la provincia de Varese, el 8 de marzo de 1931. Como él mismo contaba, cuando era pequeño comía muy poco, a pesar de que la comida había sido siempre abundante en la alquería Balzarini, incluso durante la guerra. Lo único que le gustaba comer eran los pececitos que él mismo pescaba con su hermano en un lago vecino a casa. ¡Un pequeño pescador de peces llamado a convertirse en pescador de hombres!
Mario hizo su primera profesión religiosa el 9 de septiembre de 1952; estudió la filosofía en Verona y la teología en Venegono Superior. Fue ordenado sacerdote el 14 de marzo de 1959, en Milán.
Durante el noviciado en Florencia, conoció a la señora Giuseppina Camagna que lo sostendrá económicamente en muchos de sus proyectos misioneros, hasta dejarle en herencia una notable suma de dinero. Una parte de esta suma servirá para la construcción de la iglesia parroquial de Bala, iniciada recientemente. Esta es la tercera iglesia parroquial querida por el P. Mario, después de las de Ngeta y Alenga, signo de su dedicación a las comunidades cristianas entre los Lango. Una dedicación que duró toda la vida con la oración, la formación de catequistas y adultos y el ministerio.
Después de la ordenación colaboró durante un breve período en la redacción de la revista “Nigrizia” en Verona, y después, durante casi tres años, fue promotor vocacional de los Hermanos en Thiene. Se remonta a aquel período un accidente que podría haberle costado la vida. Contó, en efecto, que mientras conducía por una estrecha carretera de montaña, bordeada de precipicios, un furgón, que salió de improviso de una curva, lo lanzó al vacío. Milagrosamente el coche aterrizó entre las ramas de un gran árbol, donde mantuvo el equilibrio. Cuando se dio cuenta de la situación, el P. Mario se recomendó a la Virgen de la que era muy devoto y poco a poco, consiguió salir del coche y descender del árbol, para después trepar por la escarpada pendiente, hasta llegar a la carretera. Cuando los primeros socorredores, llamados por el conductor del furgón, llegaron, quedaron con la boca abierta al ver completamente ileso al que se esperaban encontrar ya muerto. Tanto que el conductor soltó una imprecación contra los “curas que siempre salen adelante”. El P. Mario atribuyó la salvación del peligro a la Virgen a la que había invocado.
Llegado a Uganda en 1962, fue enviado a la misión de Ngeta (Lira), entre la población Lango del norte de Uganda, para aprender la lengua. Aquí administró su primer bautismo, el 22 de noviembre de 1962. Sin embargo, el P. Mario permaneció en Ngeta sólo pocos meses. En enero de 1963 fue enviado a Alito, donde las Hermanas Misioneras Combonianas llevaban adelante una clínica y una aldea de leprosos. En Alito, el P. Mario desarrolló su ministerio hasta octubre de 1965, cuando fue trasladado nuevamente a Ngeta como párroco. Aquí permaneció diecinueve años, hasta febrero de 1984. De 1984 a 1988 fue nuevamente párroco de Alito. De 1988 a 2001 fue párroco en Alenga. Por último, a principio de 2001, fue trasladado a Bala como superior de la comunidad.
Durante su ministerio como párroco en Ngeta, Alito y Alenga, dio lo mejor de sí y de su corazón de pastor. Construyó la iglesia parroquial de Ngeta con la ayuda de los Hermanos Combonianos y de los bienhechores que lo estimaban y lo seguían con grande afecto. A donde quiera que fue, trabajó siempre con su estilo de misionero comprometido, hombre de pocas palabras, pero de mucho tesón. Así hizo, por ejemplo, en su ministerio de párroco en la parroquia de Alenga, que surgió a la orilla oriental del Nilo, con visitas pastorales bien planificadas, en las decenas de capillas y en las diversas escuelas, con el cuidado de los catequistas y de las familias, con la preparación cuidadosa de la predicación, contribuyendo a edificar aquella porción del pueblo de Dios. Como signo concreto de lo que quería construir, también aquí dejó una nueva iglesia parroquial.
Cuando a principios de 2001 fue trasladado a Bala, tenía un serio problema de salud: una dificultad creciente de traducir en palabras los conceptos que tenía en la cabeza. Este hecho le procuraba una grande frustración en el ejercicio del ministerio, el cual, sin embargo, no descuidó, intentando desarrollarlo de manera diversa, comprometiéndose, sobre todo, en las confesiones. Además, haciéndose ayudar por los catequistas, continuaba, aunque con gran esfuerzo, celebrando la Eucaristía y los diversos sacramentos en las capillas, en las que las celebraciones se desarrollaban en las horas de la tarde, que eran en las que conseguía expresarse mejor. Intentaba tener viva la lengua Lango, con cotidianos ejercicios de lectura que duraban varias horas.
Hasta los 75 años, el P. Mario había usado siempre la moto para ir a los safari y opuso una cierta resistencia cuando, en los últimos meses, los superiores le impusieron usar el coche. Tuvo la alegría de asistir a la colocación de la primera piedra por parte del obispo de Lira, Mons. Giuseppe Franzelli, de la nueva iglesia parroquial para cuya construcción sus bienhechores le procuraron los fondos necesarios.
Después del último ataque de “malaria” que parecía que no quería pasar, cedió a las presiones de los hermanos y, si bien, con repugnancia, se internó en el hospital de Lacor (Gulu). Aquí se le encontró una grave broncopulmonía bilateral. A pesar de los cuidados asiduos de los médicos, de las Hermanas Combonianas y de las enfermeras, surgieron complicaciones, debidas también a la precedente enfermedad y sus condiciones empeoraron de improviso. Murió el miércoles, 4 de octubre de 2006, fiesta de San Francisco de Asís, a las siete de la mañana.
Su cuerpo fue trasladado el mismo día a Bala, donde lo esperaba una multitud de fieles que se colocó a su alrededor hasta avanzada la noche, orando, cantando y llorándolo como a un padre. A la mañana siguiente se tuvo una primera Misa de sufragio en Bala. Por la tarde, en la iglesia de Ngeta (Lira), tuvo lugar el funeral celebrado por Mons. Franzelli. Estaban presentes Mons. Malanda, el precedente administrador apostólico, el P. John Peter Alenyo, vice-provincial de los Misioneros Combonianos en Uganda, numerosos Combonianos y sacerdotes diocesanos, junto a una gran multitud de fieles.
El P. Mario ha sido sepultado en el cementerio de Ngeta, al lado de otros Combonianos que le han precedido en la casa del Padre. En Bala sentiremos todos su falta, no sólo porque era una persona exquisita, un hombre integérrimo, un religioso ejemplar y un misionero celoso, sino también porque, en su silencio, trabajaba verdaderamente con seriedad.
(P. Alberto Anichini)