“En África el llorado Arzobispo Romeo Panciroli, que se había formado en la benemérita Congregación Religiosa de los Combonianos, tuvo la oportunidad de señalarse por un desprendido espíritu misionero y por las delicadas premuras hacia aquellas queridas poblaciones”. Esta frase central de la homilía del Cardenal Angelo Sodano, en los funerales en S. Pedro, encierra quizás lo específico de la vida de nuestro hermano: haber sido llamado a vivir el carisma de San Daniel Comboni en una modalidad totalmente particular, al servicio de la Santa Sede. Realizando así también un aspecto no marginal de la espiritualidad del Fundador: la fidelidad al Papa y el amor a la Iglesia.
Había nacido en Codemondo, diócesis de Reggio Emilia, el 21 de noviem-bre de 1923. Primero de nueve hijos, manifestó en seguida vivacidad y sensibilidad no comunes. Jovencísimo entró en Papua, en la escuela apostólica, donde vivió sus primeros años de formación que continuó después en Brescia. Admitido al noviciado de Florencia el 7 de octubre de 1941, tuvo en el P. Stefano Patroni un santo formador. Emitió los primeros votos el 7 de octubre de 1943 y durante dos años continuó los estudios en Verona, entonces sede del escolasticado filosófico. La teología en Venegono fue otra importante etapa de su formación, con los votos perpetuos el 24 de septiembre de 1948 y la ordenación sacerdotal en Milán por la imposición de manos del Cardenal Ildefonso Schuster.
Enviado a colaborar en la editorial Nigrizia en Verona, casi inmediatamente fue solicitado por Mons. Sergio Pignedoli, su paisano, para colaborar en el comité central para el Año Santo (1950). Volvió después a Verona y algunos de los nuestros lo recuerdan como profesor de ética y sociología en el escolasticado filosófico.
Colaborando aún con la editorial Nigrizia, y con la apro-bación del P. Antonio Tudesco, inició la “Messis Film” y se estableció en Roma. Fue una iniciativa pionera para aquella época, que produjo algunas decenas de documentales y películas.
A petición de Mons. Pignedoli fue agregado a la delegación apostólica de África Centro-Occidental, con sede en Lagos, en Nigeria (1959-1964).Vuelto a Roma, oficialmente al servicio de la Santa Sede, entró a formar parte de la Pontificia Comisión para las comunicaciones sociales. Participando activamente en la vida y desarrollo de la Comisión, en enero de 1970 fue nombrado subsecretario.
Acompañó a Pablo VI en muchos viajes pastorales y misioneros, visitando así 54 países de diversos continentes… teniendo en cuenta también los visitados en el séquito de Juan Pablo II. Podemos intuir cómo la Providencia haya querido dar un cierto tono y una impronta comboniana también en este privilegiado ministerio petrino. En junio de 1976, fue nombrado director de la Sala de Prensa de la Santa Sede: encargo que coincidió con dos períodos de sede vacante y con dos cónclaves.
Juan Pablo II, el 6 de noviembre de 1984, lo elevó a la dignidad de arzobispo y lo nombró ProNuncio en Liberia y Gambia y delegado apostólico en Guinea y Sierra Leona. De los frutos de estos años intensos en el corazón de la presencia de la iglesia en África, se comprende qué preciosa ha sido nuestra formación a la misión en el espíritu de San Daniel. Una más cuidada y de-tallada crónica de aquella experiencia, evidenciará cómo también en el servi-cio diplomático hay momentos de heroísmo.
El 18 de marzo de 1992 fue nombrado ProNuncio apostólico en la república islámica de Irán: además de la representación diplomática, estuvo muy cercano al “pequeño rebaño” de católicos presentes en aquella nación. Terminó su servicio el 20 de marzo de 1999. Vuelto a Roma, continuó su servicio en varios encargos a disposición de la Secretaría de Estado.
Una profundización de la herencia espiritual que nos deja, puede partir de la reflexión que el cardenal Sodano ha hecho, al atribuir a su vida una biena-venturanza: “dichosos los operadores de paz, porque serán llamados hijos de Dios”. (P. Pietro Ravasio)
Los funerales del Arzobispo, Mons. Romeo Panciroli se tuvieron en Reggio Emilia, en la Basílica de la Virgen de la Ghiara. La concelebración fue presi-dida por el obispo local, Mons. Adriano Caprioli. Concelebraron el obispo emérito de Reggio Emilia, Mons. Paolo Libertini, sacerdotes diocesanos y Misioneros Combonianos.
Antes de terminar la celebración, dio su testimonio el P. Romeo Ballan, superior de la Casa Madre del Instituto de los Misioneros Combonianos del Co-razón de Jesús, que delineó un breve perfil de Mons. Romeo, definiéndolo un Misionero Comboniano excepcional, un hombre discreto y humilde que no deseaba aparecer, un servidor fiel del Evangelio, como anunciador del men-saje de salvación de la iglesia a todos los pueblos.
Al final, Mons. Paolo Libertini impartió la bendición al cadáver, dando el úl-timo saludo al llorado hermano, trabajador incansable de Dios. El cadáver ha sido enterrado en la tumba de familia, en el cementerio de San Polo d’Enzo, donde reposará para siempre en la gloria de Dios.
El Cardenal Bernardin Gantin, Decano Emérito del Sacro Colegio, el 18 de marzo escribe desde Cotonou al P. Teresino Serra, Superior General:
“Reverendo Padre General,La triste e inesperada noticia de la muerte de Mons. Romeo Panciroli ha sido muy dolorosa para mí. Era un viejo amigo: lo conocía desde que era Se-cretario del Cardenal Sergio Pignedoli, como él originario de Reggio Emilia. Ha sido un excelente Nuncio-Misionero en diversas naciones, especialmente en África. Le ofrezco mis más vivas condolencias. Oremos por él, confiándolo al Señor al que ha servido en la Santa Sede”.