Viernes, 21 de febrero 2025
En una emotiva ceremonia llena de gratitud y recuerdos, los Misioneros Combonianos se despidieron de la Diócesis de Tarma tras más de 60 años de entrega y servicio. Su presencia fue un faro de esperanza y fe, pues trabajaron incansablemente en casi todas las parroquias de la prelatura y, posteriormente, de la diócesis. Enseñaron religión, supervisaron proyectos arquitectónicos y fortalecieron la fe de muchas personas.

Su travesía, iniciada a petición del Vaticano para establecer una nueva prelatura, ha dejado una huella imborrable en las vidas de quienes fueron tocados por su labor evangelizadora.

La historia comienza cuando los Misioneros Combonianos llegaron dispuestos a afrontar el desafío de construir una nueva diócesis. El P. Humberto Unterberger asumió la parroquia de Palca en 1974, atendiéndola primero desde la comunidad de Tarma y luego estableciéndose en Palca como su primer párroco. Le siguieron el P. Hilmar Gulba (1933-2023), quien amplió la iglesia parroquial con una nave lateral y reemplazó el puente de madera a la casa parroquial por uno de hierro y cemento, y posteriormente el P. Eduardo Falk (1935-2024), quien fue párroco durante treinta años hasta que la enfermedad lo obligó a retirarse a Lima y luego a Alemania, donde falleció el 1 de enero de 2024. Le siguieron el P. Luis Weiss y, finalmente, el P. Alfonso Pérez, quien tuvo el honor de ser el último párroco comboniano.

El 1 de febrero, con la presencia del Superior Provincial, P. Nelson Mitchell, se entregó la parroquia Santo Domingo de Guzmán de Palca al clero diocesano, en manos de su obispo, Mons. Timoteo Solórzano MSC. La ceremonia solemne, celebrada en Palca, contó con la asistencia de numerosos sacerdotes combonianos y diocesanos, así como con una nutrida participación de amigos y feligreses. Esta era la última parroquia que permanecía en manos de los combonianos en la diócesis de Tarma.

El día 2 de febrero se celebró una misa en la catedral, donde, al finalizar la ceremonia, Monseñor Solórzano develó una placa conmemorativa en honor a los Misioneros Combonianos. La placa, ubicada junto a la tumba de Monseñor Lorenzo Unfried MCCJ, segundo obispo de Tarma-Cerro de Pasco, representa un recordatorio perenne de su entrega y servicio. Ambas ceremonias estuvieron impregnadas de emoción y gratitud, con cantos combonianos que animaron cada momento.

En 1958 se creó la Prelatura de Tarma con Mons. Antonio Kühner como su primer prelado. Kühner, quien había sido párroco en Huánuco, fue nombrado obispo de esa diócesis en 1980. Mons. Lorenzo Unfried, entonces obispo auxiliar de Arequipa, fue designado como su sucesor y tomó posesión de la prelatura el 4 de enero de 1981. Todas las parroquias estaban en manos de los Misioneros Combonianos hasta que, en 1985, la prelatura fue elevada a diócesis.

Fieles a nuestro carisma comboniano, hemos contribuido a la construcción de esta diócesis hasta verla suficientemente desarrollada. Tras un profundo discernimiento, Palca fue entregada al clero diocesano, marcando el cierre de nuestra presencia en estas tierras andinas, en la perla de los Andes, Tarma. Esta transición representa un momento agridulce, pues simboliza tanto la culminación de una misión como el inicio de una nueva etapa para la comunidad local.

El legado de nuestros hermanos misioneros —al inicio mayoritariamente alemanes y posteriormente españoles, italianos y de otras nacionalidades— es una fuente de inspiración. Su historia refleja no solo los desafíos enfrentados, sino también los triunfos alcanzados gracias a su resiliencia y fe. Su espíritu sigue motivando a misioneros peruanos, especialmente al pequeño grupo que ha salido de estas tierras a la misión ad gentes.

No nos queda más que decir: “Gracias”. Gracias a Dios y a tantos hermanos que forjaron esta hermosa historia misionera llena de esperanza.

Padre Nelson Mitchel, mccj