Martes, 4 de febrero 2025
En la Ciudad de Guatemala, a mediados del mes de enero, tuvimos la gracia de celebrar la ordenación presbiteral de uno de los jóvenes de nuestra Provincia de Centroamérica, destinado a Etiopía como primera misión. Ser testigos de este acontecimiento reavivó nuestra vocación misionera comboniana e hizo que nuestros corazones estuvieran dispuestos para iniciar nuestros ejercicios espirituales anuales y la Asamblea Provincial en este Año Santo de la Redención, donde se nos invita a vivir en la esperanza.
Ha sido con ese mismo entusiasmo que nuestro predicador, el P. Luis Enrique Ibarra, comboniano llegado del CAM de México algunos días antes, nos impulsó a meditar a fondo sobre el sentido de ser combonianos, de nuestro llamado y de nuestra respuesta diaria a la misión. Reflexionamos sobre nuestra identidad comboniana y nuestro modo de ser y hacer comunidad, siguiendo las prioridades que el Capítulo General propuso para los años 2024-25. Y es que, como tantas veces lo hemos escuchado, sin esos dos elementos “el resto no camina”.
En nuestro retiro nos vimos motivados esencialmente, pero no solo, por el número 16 de las Actas del Capítulo General, con ese sueño de vivir en fraternidad orante, como Cenáculo de los Apóstoles, donde nos cuidamos unos a otros, para transformar vidas y llevar a un compromiso común con la misión. En esta experiencia espiritual, se enfatizó el encuentro cotidiano del misionero con la Eucaristía, arraigado siempre en Cristo, que camina con nosotros, y hace arder el corazón, como en Emaús. De igual manera, hemos sido invitados a encontrarnos con Él en este año jubilar, en el sacramento de la reconciliación y estimulados, una vez más, a ser también nosotros eucaristía para el mundo.
Estos días de espiritualidad nos prepararon sin duda para la Asamblea Provincial, en la cual, siempre en sintonía con la vivencia anterior, bajo el signo de los “engranajes” que echan a andar la máquina, se recalcó que una provincia y el Instituto caminan solo si cada miembro, cada comunidad y las estructuras mismas, asumen responsablemente el rol que les corresponde y buscan, del mejor modo posible, servir en la misión como equipo, conscientes de que nadie hace un camino solo, ni puede vivir aislado. Todos nosotros, los Misioneros Combonianos, junto con la Familia Comboniana, los bienhechores, los fieles laicos, en las parroquias o lugares de servicio y pastoral, hacemos parte de este “seguir creyendo en la misión”. Como fruto de la reflexión y del trabajo hecho en la Asamblea, surgió, al final, un pliego de propuestas concretas para la vida de la Provincia.
Fue así como estas semanas de encuentro, nos permitieron seguir percibiendo y agradeciendo a Dios por nuestra presencia en Centroamérica, donde nos encontramos desde hace 46 años. Nos encontramos, reflexionamos, rezamos, vivimos la alegría de estar juntos, de reír, de compartir la vida y experimentamos como Asamblea, la gracia de la vocación misionera y de la comunidad. La intercesión de San Daniel Comboni nos ayude a ser fieles al sueño del Instituto.
P. Rodríguez Cascante Carlos Humberto