Viernes, 13 de septiembre 2024
Recibí la llamada de p. Alfonso Pérez a las 10:15 de la noche del 29 de agosto. Estaba preocupado porque p. Pepe no había regresado de Ricrán, lugar al que había ido para celebrar una misa en la comunidad de Tambillo y luego hacer un paseo, como de costumbre, a las montañas de los alrededores que se elevan sobre los 4.000 m.s.n.m. Aquella larga noche la pasamos en medio de muchos pensamientos y angustia, pero con la esperanza de que estaría bien, sabiendo que Pepe era un hombre habituado a recorrer las altas cumbres de los Andes peruanos.

A esas horas comenzaron la búsqueda algunos feligreses de Palca que se trasladaron a Ricrán, mas, al no obtener ningún resultado por lo avanzado de la noche, regresaron a Palca, sede de la parroquia. Esa misma noche se informó, tanto a p. Tesfaye Tadese como a p. Fabio Baldan, acerca de la desaparición de Pepe a fin de comunicar la situación a la familia.

Al día siguiente, el 30 de agosto, p. Alfonso junto al canciller de la diócesis de Tarma fueron a la comisaría a poner la denuncia por desaparición, de modo que se pudiera comenzar oficialmente la búsqueda. Entretanto, llegaba la noticia de la ubicación del vehículo con el que había salido p. José: se encontraba, bien estacionado, a los pies de una cumbre que ya había subido muchas veces, pero esta vez subió por otro lugar, por tratarse de un sendero nuevo para él. Una vez llegados el grupo de policías, serenazgo y gente de la parroquia al lugar, comenzaron la búsqueda recorriendo el nuevo camino explorado por Pepe: se trataba de un sendero más difícil, con precipicios y pendientes más escarpadas. A causa de la altura del lugar —por encima de los 4.500 m.s.n.m.—, la neblina cubría la zona de un momento a otro, repentinamente. Así llegó nuevamente la noche, otra vez sin resultado. La esperanza de encontrarlo quizá maltrecho, pero vivo, aún no nos abandonaba. 

Amaneció el 31 de agosto e iniciamos el segundo día de búsqueda, que dio como resultado el penoso hallazgo del cuerpo sin vida de p. Giuseppe (José) Messetti.

Según los informes oficiales, el cuerpo fue hallado en la zona alta del distrito de Ricrán, perteneciente a la provincia de Jauja, en los andes peruanos, a unas tres horas de camino de donde había dejado su vehículo, cerca de un pueblito llamado Tambillo. Pepe, quien servía como vicario de la parroquia Santo Domingo de Guzmán de Palca y que había llegado en 1984 por primera vez al Perú, fue hallado recostado sobre un cúmulo de piedras, con su mochila como cabecera. Al parecer, se habría desbarrancado, lo que le habría provocado un edema cerebral y un traumatismo toráxico cerrado producto de la aparatosa caída sobre piedras. El accidente no le causó la muerte de inmediato, pero lo habría dejado inmovilizado en aquel barranco, al borde de una laguna. El frío de la noche, a más de 4.500 m.s.n.m., y la humedad de la laguna habrían causado una hipotermia final, muriendo en la noche del 29 al 30 de agosto de 2024.

Sus restos fueron llevados al hospital de Jauja para la necropsia de ley, en la que se revelarían las causas del fallecimiento. Mientras tanto, llegaba el sobrino del padre, Giuseppe, quien se encontraba en Perú como voluntario del Proyecto Mato Grosso. En compañía de p. Wilson, se hicieron cargo de todos los aspectos legales del caso. El cuerpo quedó en la morgue hasta el día siguiente por falta de médicos y ya el 1 de septiembre, a eso de las 10:00 de la mañana, iniciaron la autopsia que daría por resultado: “edema cerebral y trauma toráxico cerrado”. Efectuados tales procedimientos, fue preparado y colocado en el ataúd para ser llevado de Jauja a Palca, donde se había preparado la primera misa en la parroquia Santo Domingo de Guzmán. La iglesia estaba llena de fieles que, en medio de una gran emoción, manifestaron su afecto y agradecimiento con un sentido adiós. La misa fue presidida por Mons. Timoteo Solórzano Rojas, Obispo de Tarma, quien estuvo siempre cercano y atento a los pormenores de la búsqueda; de hecho, al momento del hallazgo, quiso estar presente en el lugar antes de llevarlo al hospital. También llegó Mons. Pedro Bustamante, Obispo de Huánuco, en donde p. Pepe trabajó anteriormente atendiendo dos parroquias: Santa Cruz de Baños y San Pedro de Huánuco. Igualmente, acompañaron la celebración un grupo de sacerdotes de Tarma y Huánuco, además de otros combonianos. Mons. Timoteo nos compartió una larga homilía centrada en los hechos tan dolorosos y concluyó la Eucaristía con una serie de testimonios de la vida de p. José Messetti, describiendo sus cualidades de pastor, misionero comboniano y hombre, simple, sonriente, generoso, humilde, atento. Así, recordó que el entregado misionero había sacado adelante algunas obras de ayuda a la comunidad tales como comedores, centro de asistencia para ciegos y personas con discapacidades físicas, generadores de electricidad, entre otros. Todo esto viviendo en la simplicidad y el respeto a los hermanos más necesitados.

Terminada la misa, el féretro fue llevado al salón parroquial para ser velado hasta la medianoche. Este tiempo fue animado por la comunidad parroquial con momentos de oraciones y cantos hasta que, llegada la medianoche, tuvo lugar la despedida de Palca, tras lo cual comenzó su viaje hacia Lima. Al llegar a la Casa Provincial, se dio inicio a un segundo momento de velatorio en la capilla grande de la misma, la cual se fue llenando de combonianos, combonianas, LMC, religiosas de diferentes comunidades, amigos, vecinos y feligreses de las distintas parroquias en las que él enseñó, predicó, acompañó, rompió el pan, lo bendijo y lo distribuyó. Así, estuvieron presentes amigos de Cerro de Pasco, Baños-Lauricocha, Huánuco, Lima Postulantado y, por último y no menos importante, Palca-Tarma.

A mediodía celebramos la emotiva misa en la Casa Provincial. Fue presidida por Mons. Luis Barrera, misionero comboniano y Obispo del Callao, en compañía del Cardenal Pedro Barreto y de un buen grupo de combonianos. Cabe mencionar la presencia del sobrino de padre Pepe, Giuseppe Abagnale, junto a un grupo de voluntarios del Proyecto Mato Grosso.

Después de compartir el almuerzo, alrededor de las 2:30 de la tarde, inició el recorrido por la ciudad de Lima con rumbo al Cementerio Británico, en el que los Misioneros Combonianos disponemos de un terreno para nuestros cohermanos difuntos. Allí tuvo lugar el entierro. Ahora nuestro querido p. Pepe descansa junto a otros 13 cohermanos, entre ellos, p. Graziano Mengalli, otro veronés. Ambos permanecerán ya para siempre en nuestra tierra. Y, también, en nuestros corazones.
(P. Nelson Mitchell)

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