Padre Giuseppe Messetti: el comboniano que hizo de los Andes su hogar y de los pobres su misión

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Sábado, 7 de septiembre 2024
En la extensa geografía de los Andes peruanos, donde las montañas se elevan hacia el cielo y los ríos serpentean con la serenidad de los siglos, vivió y sirvió un hombre cuyo corazón latía al ritmo del amor y la dedicación. El Padre José Giuseppe Messetti, conocido con cariño como “Padre Pepe”, fue un misionero comboniano cuya vida estuvo marcada por el servicio incansable a los más necesitados, llevando esperanza y consuelo a las comunidades más alejadas y vulnerables del Perú. Su historia es un testimonio de fe, sacrificio y una profunda conexión con la tierra y sus habitantes, dejando una huella indeleble en cada rincón que pisó.

Nacido el 24 de enero de 1952 en Caprino Veronese, un pequeño pueblo en la provincia de Verona, Italia, Giuseppe Messetti creció en un entorno donde la fe y la comunidad eran los pilares fundamentales de la vida. Fue ordenado sacerdote diocesano el 18 de junio de 1978, una decisión que marcó el inicio de una vida dedicada al servicio de Dios y de su prójimo. Sin embargo, su espíritu inquieto y su deseo de servir en tierras más necesitadas lo llevaron a descubrir su verdadera vocación misionera. Así, se unió a la congregación de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, una orden fundada para llevar el Evangelio a los lugares más remotos y olvidados del mundo.

En 1984, el Padre Giuseppe llegó al Perú, un país que se convertiría en su hogar durante gran parte de su vida. Su primer destino fue Cerro de Pasco, una ciudad enclavada en lo alto de los Andes. Allí, comenzó su misión con humildad y perseverancia, ganándose rápidamente el respeto y el cariño de la comunidad. Sin embargo, su labor en Perú fue interrumpida temporalmente cuando regresó a Italia en 1989. Cuatro años después, en 1993, retornó al Perú, donde se quedaría hasta el final de sus días.

Padre José [Giuseppe] Messetti.

Durante sus 40 años de servicio en el Perú, el Padre Giuseppe trabajó en diversas comunidades, incluyendo Chaulán, Baños y la Parroquia de San Pedro en Huánuco. Fue en esta última donde su presencia se hizo más fuerte y perdurable. Los feligreses de San Pedro lo recuerdan con profundo afecto, no solo por su incansable labor social, sino también por la calidez y sabiduría con la que guiaba a quienes buscaban en él un consejo o una palabra de aliento. Era un hombre de pocas posesiones materiales, pero de un espíritu generoso y un corazón repleto de amor. Sus proyectos siempre estaban orientados a mejorar la vida de los más pobres, los olvidados, aquellos que no tenían voz ni esperanza.

El Padre Giuseppe no solo fue un guía espiritual, sino también un caminante incansable de los Andes. A menudo se le veía recorriendo senderos inhóspitos, visitando comunidades aisladas para llevar la palabra de Dios y, sobre todo, para escuchar. Escuchar a las personas, comprender sus luchas, y ofrecerles no solo soluciones materiales, sino también una orientación espiritual que les ayudara a encontrar paz y consuelo en medio de sus dificultades. Este era el verdadero ministerio del Padre Giuseppe: estar presente, ser un faro de esperanza en medio de las sombras.

Su vida y obra llegaron a su fin de manera trágica cuando el 31 de agosto de 2024, su cuerpo fue encontrado sin vida en la Joya Escondida de Ricrán, Jauja, tras varios días de intensa búsqueda. Había desaparecido el 29 de agosto mientras realizaba andinismo y meditación en las montañas de Tambillo, un lugar que, como tantos otros, consideraba sagrado. Según las primeras investigaciones, se cree que pudo haberse desbarrancado debido a las adversas condiciones meteorológicas, lo que lo llevó a su fallecimiento por agotamiento e hipotermia.

La noticia de su muerte sacudió también a la familia católica de Huánuco y a las comunidades que tanto lo amaban y respetaban. Su partida dejó un vacío imposible de llenar, pero su legado perdurará en las vidas que tocó, en las almas que consoló, y en las obras que inició en beneficio de los más necesitados. El Padre Giuseppe Messetti, el “Padre Pepe” de los Andes, será recordado como un hombre que vivió para los demás, que caminó al lado de los pobres y que encontró en los paisajes andinos el reflejo de su propio espíritu libre y comprometido.

Hoy, mientras los vientos soplan sobre las montañas de la Sierra Tarmeña, parece resonar un último mensaje de su parte, un recordatorio de la importancia de la fe, el servicio y la solidaridad. Que en paz descanse, fiel servidor del Señor, misionero incansable de los Andes y amigo de los pobres.

Jorge Chávez Hurtado – Tu Diario