Lunes, 15 de julio 2024
Del 28 al 30 de junio de 2024, se celebró el II Congreso Juvenil Comboniano en la ciudad de Cali. Unos 150 jóvenes provenientes de los diferentes procesos juveniles que promueven los Misioneros Combonianos en Colombia, vivieron un fin de semana sumamente animado e inspirador que se había preparado durante meses y que seguirá resonando en ellos por mucho tiempo. [Fotos: Centro Afro, Tumaco]
Durante tres días, la hermosa iglesia de la parroquia anfitriona María madre del buen pastor que es liderada por los padres combonianos Alfred Mbaidjide y Franco Nascimbene juntos con un gran equipo de laicos comprometidos del barrio Charco Azul, se convertía en tarima de música, danza, teatro y cine, en lugar de oración y de descanso, en comedor, salón para la reflexión y trabajo en equipo para todos los jóvenes que habían llegado desde Bogotá, Medellín, Tumaco y por supuesto desde la misma Cali.
La mayoría de los grupos juveniles nunca habían viajado tan lejos. La delegación más numerosa que tenía el viaje más largo, procedía de Tumaco, en la costa del Pacífico colombiano. Con más de 50 jóvenes, sus maletas, cajas y mochilas, tambores, elementos de malabarismo, monociclos y uniformes artísticos, demoraron más de 16 horas en bus, pero igual que los demás chicos no mostraban ningún cansancio durante todo el congreso. Desde principios del año, todos se habían preparado con una serie de talleres enfocados en el legado de san Daniel Comboni, en la vida misionera en general y en la pregunta de cómo, siendo jóvenes del siglo XXI, podían ser artesanos de un mundo de paz, tolerancia y justicia social según el testimonio de Jesús. Además, para poder financiar sus viajes, los chicos habían pasado varias semanas tocando puertas, haciendo malabares y bailando en la calle, vendiendo rifas y comidas, y ahorrando cada peso para llegar a este gran encuentro. Fue un esfuerzo colectivo y muy creativo de todos los jóvenes juntos con los misioneros.
Una vez estando en Cali, el congreso juvenil empezó con una misa inculturada y una noche de integración para conocerse entre todos. Cada grupo había preparado un pequeño programa de bailes y canciones, décimas y una batucada e incluso una obra muy elaborada de danza, circo y teatro que llamaba a la tolerancia y a la no-violencia rechazando las armas y la militarización de nuestra sociedad. Los aplausos del público reforzaban los hermosos mensajes y la capacidad de transformación social de los jóvenes a través del arte, la cultura y la fe. El Padre Jorge Alberto Benavides, delegado de los Misioneros Combonianos en Colombia, se mostró muy entusiasmado: “Qué fuerza y qué mensaje tan hermoso de estos jóvenes. ¡Me generan mucha esperanza!”
El sábado fue el día principal del congreso bajo el tema “Las sombras y las luces de la vida juvenil”. Por eso, los participantes analizaron primero las tinieblas de sus respectivos contextos incluyendo sus propias problemáticas vitales, para luego identificar caminos alternativos que les permiten ser luz en sus familias, sus amistades y en toda la sociedad. Diez sacerdotes y hermanos combonianos enriquecieron estas reflexiones con sus testimonios, su escucha y compañerismo. Especialmente valioso fue el testimonio de vida del Hno. Jonathan Chajón quien recordó su propio camino desde su infancia y juventud en Guatemala hasta sus estudios actuales con los Misioneros Combonianos en Bogotá. Los jóvenes reaccionaron con preguntas interesadas en la vocación y en algunos detalles sobre la formación y la vida misionera.
Durante todas estas actividades, las puertas de la parroquia María madre del buen pastor siempre se encontraban abiertas, y rápidamente se establecieron lazos de nuevas amistades tanto entre los participantes del congreso como con las familias aledañas que albergaron a los visitantes como si fueran de su propia familia. Esta bonita conexión se sentía también en la celebración de las Eucaristías animadas todos los días por una delegación juvenil diferente. Con bombos, cununos y danzas litúrgicas se trasmitía esta energía positiva de una juventud enamorada de la vida y fortalecida por una espiritualidad encarnada, profética y liberadora.
Luego, los jóvenes se organizaron en grupos mixtos que, trabajando en equipo desde su diversidad, tenían que enfrentar diez desafíos que les exigían concentración y capacidad intelectual, control corporal y creatividad, velocidad física y pensamiento lógico, destreza motriz y mucho más. Durante toda la tarde y en todo el sector se escuchaban las actividades de los jóvenes. En algunas estaciones prevalecían los gritos de aliento y aplausos, en otras las risas o los debates sobre la mejor estrategia y en algunas sencillamente el silencio de total concentración. Todo tenía su tiempo en este encuentro, y el día se terminó cerrando con un espacio de cine muy especial ya que la película “Puentes en el mar” de la directora colombiana Patricia Ayala había sido producida con actores no profesionales en Tumaco, algunos de ellos participantes del congreso juvenil.
Finalmente, por supuesto, no podía faltar algo de turismo, ya que la mayoría de los jóvenes habían llegado por primera vez a Cali. Por eso, el último día domingo, después de la gran Misa final, todos salieron al centro de la ciudad para conocer algunos lugares emblemáticos como el estadio olímpico y la calle de los cholados por las Canchas Panamericanas, para pasear por el Bulevar del Río, visitar la histórica iglesia La Ermita y la Catedral metropolitana de San Pedro Apóstol. Con tambores, cantos e improvisaciones de danza, los 150 jóvenes caminaron por las calles y plazas de la ciudad generando un buen ambiente en todas partes y llevándose no solamente unas hermosas fotos sino sobre todo unos recuerdos inolvidables de este II Congreso Juvenil Comboniano.