Lunes, 1 de julio 2024
Del 22 al 26 de abril de 2024 tuvo lugar en Roma la Asamblea General de Animación Misionera, con la participación de responsables del sector (de 21 circunscripciones), referentes continentales y observadores de la Familia Comboniana. Publicamos aquí la ponencia del Hno. Alberto Parise, misionero comboniano, sobre “Animación misionera y ecología integral”. [Secretariado General de la Misión]

La conexión entre misión y ecología integral

La conexión entre misión y ecología integral puede no parecer obvia a primera vista. Algunos se preguntarán qué tiene que ver la ecología integral con la evangelización y la animación misionera. El magisterio del Papa Francisco, que retoma y actualiza la teología del Vaticano II, es el punto de partida para responder a esta pregunta.

El Concilio ha mostrado el fundamento teológico de la misión, que es la «missio Dei» – una iniciativa trinitaria – y ha mostrado cómo la Iglesia es misionera por naturaleza (AG 1) siendo «en Cristo, en cierto modo, el sacramento, es decir, el signo y el instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). El mensaje de la Evangelii gaudium, que sigue el modelo de la Lumen gentium, es que la Iglesia cumple su misión tanto con el anuncio directo de Cristo como con la promoción de la unidad del género humano y de la paz universal.

La evangelización tiene lugar en contextos histórica y culturalmente caracterizados: el anuncio debe tener en cuenta las circunstancias históricas y culturales particulares y, por esta razón, el Magisterio de la Iglesia está particularmente atento a los signos de los tiempos. No son los acontecimientos como tales o las condiciones sociales los que constituyen los signos de los tiempos, sino la relación que tienen con respecto al Reino de Dios y, por tanto, las indicaciones que dan para buscar los lugares donde la acción de Dios puede expresarse como salvación. Se refieren a la acción de Dios para la venida de su Reino, tal como se expresa en la historia a través de sus testigos.

En el magisterio del Papa Francisco, temas como la interconexión de todo; la globalización económica, con el crecimiento de la desigualdad y la indiferencia; la propagación de conflictos cada vez más destructivos, que ahora constituyen una tercera guerra mundial fragmentaria; la crisis climática y ambiental, producto de un sistema de explotación y exclusión que nos ha acercado mucho a un punto crítico de no retorno; la realidad de la migración, entre las aspiraciones a una vida digna y las condiciones invivibles que empujan a millones de personas a abandonar su patria, son signos de los tiempos en los que la invitación del Espíritu es construir un pueblo de Dios, solidario, fraterno e inclusivo, es siempre fuerte.

La evangelización de hoy no puede ignorar el hecho de que «todo en el mundo está íntimamente conectado» (LS 16). Según el principio de la Encarnación, el anuncio de Cristo resucitado, el anuncio del Reino de Dios, no tiene lugar en un espacio neutro y aséptico, sino en un mundo que atraviesa una crisis profunda, compleja y configurada como el conjunto de varias crisis interconectadas: la climática, la sanitaria, la geopolítica, la socioeconómica, etc.

La evangelización tiene mucho que decir en relación con las situaciones existenciales y planetarias de nuestro tiempo. La ecología integral – tal como se entiende en Laudato si’ – es la respuesta evangélica, el anuncio de Cristo resucitado a un mundo que ha perdido el rumbo y se precipita hacia un abismo.

El XIX Capítulo General y la Ecología Integral

El XIX Capítulo General expresó un sueño misionero, que esboza la visión de un horizonte hacia el cual esforzarse y orientar el camino de los Misioneros Combonianos (CA ’22, 28):

“Soñamos con un estilo misionero más inserto en la realidad de los pueblos que acompañamos hacia el Reino, capaz de responder al clamor de la Tierra y de los empobrecidos. Un estilo misionero que también se caracteriza por estilos de vida y estructuras más sencillas dentro de comunidades interculturales donde damos testimonio de fraternidad, comunión amistad social y servicio a las Iglesias locales a través de pastorales específicas, colaboraciónón ministerial y caminos compartidos”.

Carismáticamente, este sueño nos invita a hacer causa común con los pueblos excluidos y marginados y, en la conciencia de hoy -en la que percibimos que todo está conectado- de la Tierra que sufre. Aunque en el mundo de hoy el criterio geográfico de la misión ya no es tan decisivo como en el pasado, la dimensión ad-gentessigue siendo central en la misión del Instituto, adquiriendo un acento más marcadamente antropológico. He aquí, pues, la invitación a una inserción cada vez mayor en la vida y en la realidad de los pueblos, animada por un profundo sentido de compasión que manifiesta el corazón de Jesús.

Es precisamente el carisma comboniano, por tanto, el que nos llama a responder al grito de los pueblos y de la tierra, por caminos de conversión ecológica. En particular, el Capítulo dio una directriz (CA ’22, 30) para los próximos 6 años, que indica el camino de la Ecología Integral:

“En respuesta a los desafíos del cambio de época que vivimos, a la luz de la Palabra de Dios, asumimos la Ecología Integral como un eje fundamental de nuestra misón que conecta las dimensiones pastoral, litúrgica, formativa, social, económica, política y ambiental”.

Aquí se enfatizan dos aspectos de la conversión ecológica: el espiritual y el ministerial. En primer lugar, es fruto del discernimiento evangélico, guiado por la Palabra de Dios. No vemos la conversión ecológica sólo como un proyecto humano y, además, subyugado por la dimensión ambiental de la realidad. Pero es, más bien, el camino de la fe, en respuesta a las invitaciones del Espíritu, de quien escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica.

Además, se trata de una conversión pastoral hacia un enfoque ministerial que parte de la conciencia de que todo está conectado. Nos invita a superar la fragmentación de nuestros compromisos y servicios, llegando a una pastoral específica, dedicada a grupos humanos particulares – especialmente según las prioridades continentales (CA ’22, 31) – que conectan las dimensiones pastoral, litúrgica, formativa, social, económica, política y ambiental.

En la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, Juan Pablo II afirmó:

“La evangelización tiene por objeto «transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad». En el Hijo único, y por medio de Él, se renovarán las relaciones de los hombres con Dios, con los demás hombres, con la creación entera. Por eso el anuncio del Evangelio puede contribuir a la transformación interior de todas las personas de buena voluntad que tienen el corazón abierto a la acción del Espíritu Santo” (EA 55).

Esta afirmación subraya que la evangelización es la dinámica fundamental, desde nuestro punto de vista, de la conversión ecológica, una respuesta a los desafíos enormes que estamos viviendo hoy. Iniciativa trinitaria, la evangelización nos llama también a la conversión constante y a proseguir con la Iglesia un camino de conversión ecológica.

Por esta razón, el Capítulo se ha comprometido a

“Adherirse a la Plataforma de Acción Laudato Si’ (PALS) promovida por el dicasterio de la Santa Sede para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en los distintos niveles (comunidades, circunscripciones, Instituto)”. (AC ’22, 30.1)

Animación Misionera y Ecología Integral

Daniel Comboni fue un gran animador misionero. En la situación de su tiempo, en la que había una clara distinción entre la Iglesia europea que enviaba misioneros y una realidad africana en la que la Iglesia aún no estaba presente, la animación misionera de Comboni en Europa se orientó a apoyar la acción evangelizadora en África, estimulando la oración por la misión, las vocaciones misioneras y la donación de medios económicos para sostener las diversas actividades misioneras. Pero hay más. Comboni también estaba muy comprometido con la denuncia de los males y pecados estructurales que afligían a las poblaciones africanas, como, por ejemplo, la esclavitud. Si bien parte de su trabajo misionero en el campo se refería a la liberación de los esclavos, en Europa luchó para impulsar la política para que erradicara ese flagelo.

Desde entonces, el mundo y la Iglesia han cambiado profundamente, y con ello también las visiones de la animación misionera. Hoy vivimos en un mundo globalizado, en el que la Iglesia es una realidad difundida en todos los continentes. De hecho, muy a menudo su vitalidad —al menos en términos de participación popular y vocaciones— parece provenir más de países de reciente evangelización que de naciones tradicionalmente cristianas, como las europeas.

La Regla de Vida Comboniana postconciliar actualiza la visión tradicional de la animación misionera: la animación del Pueblo de Dios – para que reconozca sus responsabilidades misioneras y participe en la evangelización de otros pueblos – se reconsidera en la perspectiva de la colaboración entre las Iglesias1. Los pastores y sus colaboradores son los principales responsables de la animación, mientras que los Misioneros Combonianos ofrecen un servicio específico según su carisma2. Además, el estímulo del espíritu misionero de la Iglesia de origen de los Misioneros Combonianos3 amplía el horizonte a las Iglesias jóvenes, de las que proceden las vocaciones. Cada comunidad comboniana, independientemente de dónde se encuentre, debe ser un centro de animación y espiritualidad misionera para la Iglesia local4. Por lo tanto, ya no hay separación entre el servicio de evangelización y el de animación misionera, según el continente o el país en el que se encuentre.

Además, en continuidad con el carisma comboniano, la Regla de Vida reafirma la importancia de la animación misionera para reconocer, a la luz del Evangelio, las situaciones de injusticia y explotación en las relaciones socioeconómicas entre los diversos países y todo tipo de opresión, incluso dentro de ellos5. Y aquí es donde entra el tema de la ecología integral, en un sentido carismático.

En resumen, se mantiene el enfoque tradicional, que prevé la animación de las comunidades cristianas en la oración por la misión, en la promoción de la colaboración con sus misioneros en el extranjero, en la puesta en común de los bienes materiales a través de diversas formas de apoyo económico, en la promoción de las vocaciones misioneras6 y en la búsqueda de medios materiales para sostener el Instituto y sus actividades7. Pero está cargada de nuevos significados y expresiones en el nuevo contexto eclesial y global. En particular, el aspecto de la ecología integral tiene repercusiones considerables en el servicio de la animación misionera: la disolución de la frontera entre la animación misionera y la evangelización; la materialización de nuevas formas de apoyo a la misión; un punto de partida para llegar a personas y contextos que se alejan de la Iglesia y una dimensión más amplia de la oración misionera.

1. La disolución de la frontera entre animación misionera y evangelización

En el corazón del carisma comboniano está la visión de la «regeneración de África con África», es decir, del hecho de que los protagonistas de la misión en África deben ser los mismos africanos. Ya en esta intuición emerge una visión de la misión en la que la evangelización y la animación misionera de la Iglesia local son dos caras de la misma moneda.

En el continente europeo, una de las prioridades que se reconoce desde hace tiempo es la de la pastoral específica con los migrantes. Por un lado, es un servicio misionero directo, y por otro, es una animación de las comunidades cristianas para la acogida, protección, promoción e integración de los migrantes. Pero los límites entre evangelización y animación misionera son cada vez más inciertos. Véase, por ejemplo, el caso de la iniciativa tomada con la diócesis de Padua a partir de 2016, cuando el sistema de acogida en Italia estaba a punto de colapsar. La diócesis había optado por un compromiso a través de una amplia hospitalidad, pero no había renunciado a la presencia pastoral en los primeros centros de acogida gestionados por cooperativas sociales. Se formó un equipo pastoral, dirigido por el P. Lorenzo Snider (SMA) que reunió a varios agentes pastorales, religiosos y laicos, de la diócesis, incluidos los misioneros combonianos de la comunidad de Padua. Este equipo comenzó a visitar a los migrantes en dos grandes centros de acogida en la zona baja de Padua, y luego dio vida a un grupo -llamado «Renacimiento»- formado por migrantes de varios países, principalmente africanos, y de varias denominaciones cristianas o ninguna. La atención pastoral consistió en acompañamiento espiritual y oración, incluyendo sesiones de lectura popular de la Biblia; un catecumenado que ha dado lugar a varios bautismos y a la integración de solicitantes de asilo en comunidades cristianas; asistencia en solicitudes legales de asilo y colocaciones laborales, a través de una red de contactos con profesionales y empresarios. Pero, sobre todo, potenciando su gran vitalidad y capacidad de celebración a través de un coro litúrgico, Rinascita se propuso en la zona como un grupo de animación litúrgica dominical en las parroquias, en el que también había cabida para un testimonio directo de los solicitantes de asilo. Esta animación ha tenido un impacto sorprendente: no solo en términos de celebraciones litúrgicas alegres y atractivas, sino también en ayudar a las comunidades cristianas a superar los prejuicios, la desinformación y el miedo infundidos por algunas fuerzas políticas, así como la actitud desconfiada y cerrada hacia los migrantes en la región. ¿Cómo definiríamos este tipo de realidad? ¿Evangelización o animación misionera?

Otro ejemplo interesante es el de Ecopax en México. Allí la cuestión social es la de la violencia, a la que la iniciativa responde con una misión social de paz inspirada en los principios misioneros de Daniel Comboni. El movimiento Ecopax ofrece espacios de reflexión, formación y acompañamiento para la promoción de la paz en las personas y en todos los ámbitos posibles, reuniendo a los Laicos Misioneros Combonianos, a los agentes pastorales parroquiales y a los agentes pastorales específicos como los afro, juveniles y universitarios, pero también a personas que, aunque no pertenezcan ni participen en ninguna estructura eclesial o social, se sienten llamados a hacer algo para que la paz se arraigue en el lugar donde viven y conviven. De este modo, crece la conciencia de que la paz no es sólo el deseo más profundo de todo ser humano, sino que es también una dimensión esencial del Reino de Dios y, por tanto, del Evangelio. Esta iniciativa, a largo plazo, busca la transformación social involucrando a las comunidades cristianas en la misión social y la transformación cultural inspirada en el Evangelio. De nuevo, ¿es animación misionera o evangelización?

2. Nuevas formas de apoyo a las misiones

Un punto fuerte para el sustento del Instituto y sus actividades siempre ha sido el apoyo popular en Europa. Gracias a la generosidad de miles y miles de fieles, en su mayoría de las clases más sencillas, la misión encontró un importante apoyo para toda una época. Sin embargo, con el proceso de secularización en Europa y la geografía cambiante de las vocaciones, esta fuente fundamental de sustento económico está llegando a su fin. Una de las peticiones para iniciar la animación misionera en el sur del mundo es precisamente la de movilizar recursos en apoyo de la misión. En los últimos años, por ejemplo, varias provincias de África han considerado la posibilidad de administrar algunas parroquias bien establecidas, que ya han logrado su propia autosostenibilidad y también pueden contribuir financieramente a la misión. Pero la experiencia -en el contexto de la ecología integral, que reiteramos no se refiere sólo al medio ambiente, sino a todas las dimensiones de la realidad- nos muestra que puede haber otros caminos muy interesantes.

Un caso de ecología integral, por ejemplo, es el de la Cooperativa de Ahorro y Créditos Huruma de Verona (VH Sacco), cuyos inicios se remontan a 1991 con la formación de un grupo informal de ahorro de 15 personas que se reunían regularmente en una de las pequeñas comunidades cristianas de la misión comboniana de Kariobangi, en los barrios marginales de Nairobi. más precisamente en la zona de Huruma. El grupo Huruma funcionó bien y creció, tanto que en 1994 se convirtió en el Grupo de Autoayuda Huruma, un grupo de ayuda mutua formalmente establecido. Con la convicción, basada en la experiencia, de que incluso pequeñas sumas pueden marcar la diferencia en las condiciones de vida de los suburbios de Nairobi, el grupo disfruta de un rápido éxito gracias al gran capital social de confianza e integridad debido al contexto parroquial. De hecho, en Kenia muchas experiencias de este tipo han fracasado lamentablemente y esto puede hacer que la gente desconfíe de las formas cooperativas. Pero no en este caso. El grupo logra movilizar a los vecinos de la zona, que se suman a esta asociación para proteger el ahorro familiar y facilitar el acceso al crédito. Esta iniciativa hace accesibles estos servicios a gran parte de la población que no puede obtenerlos del sector bancario formal, ya que cuentan con un ingreso mínimo, no son estables y viven en condiciones de gran vulnerabilidad.

La parroquia permanece en el centro de este camino y la comunidad cristiana se convierte en la intérprete de esta misión social. La administración y la gestión de las actividades son responsabilidad del propio grupo, pero las oficinas de proyectos y la cultura, la espiritualidad de los miembros – el capital «social» – son ofrecidas, cuidadas, acompañadas por la parroquia. Este modelo tuvo tanto éxito que en 2013, gracias a la gran expansión del grupo, se produjo un importante salto de escala: el proyecto se transformó en Sacco (cooperativa de ahorro y crédito), por lo tanto, con la posibilidad de realizar inversiones también. En 2017, hay un paso más: de la dimensión local a la escala nacional, manteniendo siempre su identidad misionera: Verona Huruma Sacco es un grupo inclusivo, que acoge a personas de diferentes confesiones religiosas, pero que sigue siendo motivado y alimentado por la espiritualidad comboniana8.

Además, la dimensión social de la actividad de la cooperativa también emerge en los planes de aseguramiento y financiación de los gastos sanitarios, un programa de becas para niños y jóvenes necesitados, un programa de responsabilidad social corporativa, que atiende las necesidades de los más necesitados y, desde el inicio del camino del grupo, el apoyo económico a la parroquia comboniana , el reconocimiento de los valores evangélicos y el capital social de confianza e integridad que promueve. La espiritualidad, abierta, que acoge a todos, independientemente de sus afiliaciones y afiliaciones socioculturales y religiosas, no es un aspecto secundario en el camino de esta organización.

La capacidad de responder a las necesidades de quienes normalmente están excluidos de los circuitos económicos formales y el impacto social de sus actividades dan testimonio de la importancia de esta iniciativa. Hasta el día de hoy, hay muchos grupos misioneros y asociaciones católicas que apoyan microproyectos en el hemisferio sur, como expresión de solidaridad y fe cristiana. Esta iniciativa demuestra que también es posible tener iniciativas similares y autosostenibles en el sur global. Desde el punto de vista de la sostenibilidad de la misión, además, este escenario nos muestra posibilidades interesantes: un camino de «evangelización» de la economía, ahora no solo a nivel local, sino también a nivel nacional, que puede involucrar a la Iglesia, ofreciéndole también oportunidades de inversión junto a las personas a las que acompaña.

Otra experiencia interesante es la de la Alianza Comboniana para el Emprendimiento Social (CASE), una obra comboniana que tiene como objetivo facilitar el nacimiento y crecimiento de las empresas sociales en el contexto de las misiones combonianas en el continente. La iniciativa tiene como objetivo animar a las comunidades cristianas y a los grupos juveniles para que se conviertan en evangelizadores de la economía, como promueven la Evangelii Gaudium y el movimiento de la Economía de Francisco , al tiempo que promueve la justicia social y la sostenibilidad ambiental.

La idea básica es que una empresa social es una herramienta para resolver problemas comunitarios, para construir el bien común. En todas partes, las comunidades misioneras se enfrentan a graves problemas sociales que son también un campo de pruebas para el anuncio del Evangelio. CASE propone comprometerse con los jóvenes locales, fomentando su potencial y creatividad, para la solución de estos problemas, la creación de empleo y soluciones sociales participativas e innovadoras. A través de la formación específica, los jóvenes aprenden a identificar las oportunidades generadas por los problemas sociales y a diseñar e implementar soluciones sostenibles. Además de la formación, CASE puede ofrecer apoyo humano y profesional, conectar a los jóvenes con un ecosistema de empresas sociales, proporcionar un centro de innovación y desarrollo social, facilitar el acceso a la financiación y la puesta en marcha de nuevas empresas.

Se trata de una experiencia que aún está en pañales, pero que ya muestra interesantes respuestas en varios países africanos, como la República Centroafricana, Chad, Togo, Uganda, Benín. La propuesta de CASE ayuda a dar un paso importante, a superar el síndrome de adicción y la sensación de impotencia, a facilitar un cambio de mentalidad. Las personas están empezando a redescubrir su fuerza y su potencial, la posibilidad de tomar la iniciativa y cambiar su situación, de traducir su fe en compromiso con la vida, transformando su comunidad. Emblemática es la reacción de un grupo de jóvenes centroafricanos, que en lugar de soñar con salir de su país ahora quieren adquirir las habilidades para transformarlo: es una de las realizaciones del sueño de Comboni de la regeneración de África con África. Cambia la forma en que vemos y nos relacionamos con la realidad, de una manera inspirada por el Evangelio y sostenida por una espiritualidad viva. Al mismo tiempo, la visión de los misioneros también está empezando a cambiar: algunos están empezando a reconocer que hay recursos locales que se pueden utilizar para apoyar la comunidad y el trabajo pastoral, en colaboración con la gente. A nivel distrital, además, se empieza a hablar de la posibilidad de una cierta apuesta por inversiones con impacto social, contribuyendo así a iniciativas que transformen la realidad local, combinando el retorno económico con el retorno social y ambiental. Pero para ello es necesaria la investigación y la experimentación para identificar, desarrollar y adaptar modelos replicables.

Por supuesto, estas experiencias son de todo menos fáciles y cómodas, hacerlas funcionar es muy laborioso y hay que enfrentarse a grandes dificultades. Debemos creer en ella, tener fe y no desanimarnos; de hecho, en la visión del mismo Comboni, estas «cruces», que son el precio que pagar por la fidelidad a la misión, son un signo del origen espiritual de estas obras.

3. Un punto de partida para llegar a personas y contextos que se están alejando de la iglesia

El continente europeo está viviendo un cambio de época: el cristianismo sociológico ha llegado a su fin y cada vez es más difícil llegar a la sociedad, especialmente a los jóvenes, con el mensaje evangélico. En general, no se trata de una cuestión de hostilidad, aunque en algunos casos ha crecido una cierta desconfianza en la Iglesia debido a los escándalos y a la escasa renovación pastoral; sino más bien de indiferencia, de desinterés. En el pasado, las parroquias eran nuestro lugar privilegiado para conocer a la gente y a los jóvenes. Pero, con importantes excepciones, muy a menudo las parroquias experimentan también una participación cada vez más débil, especialmente de las nuevas generaciones. Uno de los grandes retos de la misión en Europa hoy es, de hecho, reconstruir la relación con los territorios. Observamos que los temas relacionados con la ecología integral son una gran oportunidad para relanzar nuestra presencia territorial. Hay varias experiencias positivas en este sentido: los programas de sensibilización en las escuelas, el desarrollo de caminos Laudato si’ en los jardines o parques de nuestras comunidades -como aquí en Roma, por ejemplo-, la participación y el apoyo en iniciativas juveniles como Arte Migrante9, que crean espacios libres de encuentro, intercambio y creatividad al reunir a grupos que de otro modo serían difíciles de conocer (jóvenes, migrantes, personas en situación de calle, ancianos, estudiantes, etc.). Además, estas experiencias nos enseñan que el nuevo lenguaje para la animación misionera con las nuevas generaciones no pasa solo por las redes sociales, sino también por la participación y el lenguaje expresivo de las artes.

La participación en estos espacios, con los jóvenes cristianos -que no quieren oírnos hablar solo de misión, sino vernos en misión- se convierte en un testimonio y una animación misionera eficaz, así como, también en este caso, en una vivencia de la misión en Europa, llegando a las personas lejanas, construyendo una relación de confianza, compartiendo el mensaje de fe cuando se presenta la oportunidad.

4. Una dimensión más amplia de la oración misionera

Comboni insistía a menudo en el poder de la oración misionera, el medio más seguro e infalible para tener éxito en las obras de Dios, y en confiar en Dios. La oración es un aspecto fundamental de la misión. La animación misionera en relación con la ecología integral abre también nuevas posibilidades en relación con la oración misionera. Una experiencia significativa fue la de la campaña de oración en el período previo y durante la cumbre climática COP28, celebrada en Dubái en diciembre de 2023. Siguiendo la estela de la exhortación apostólica Laudate Deum, que pedía a los líderes mundiales que mostraran valentía y auténtica conversión ecológica, se invitó a las comunidades cristianas a acompañar el proceso con una intensa oración, conscientes de que Dios puede tocar los corazones y las conciencias humanas. El compromiso con la ecología integral, de hecho, no es simplemente una cuestión social, sino al mismo tiempo teológica, como explica el Papa Francisco en Laudato si’. Desde el punto de vista de la Evangelii gaudium, en efecto, se trata de una acción propiamente misionera, destinada a construir la unidad del género humano, a partir de una crisis de época que involucra a todos, para que todos estemos en el mismo barco y compartamos un destino común. La presencia misionera en el movimiento climático global es un testimonio del Evangelio que no pretende hacer proselitismo, sino promover el Reino, en la conciencia de que la Iglesia crece por atracción y que la presencia fraterna y la entrega de sí misma por el bien común, la dignidad humana, la justicia social y climática es significativa a los ojos de la humanidad, especialmente del que sufre. Sin una sólida espiritualidad y fe en la presencia de Dios en la historia, en su providencia, en la importancia de discernir la acción del Espíritu para sostenerla y dejarnos implicar en lo que Él hace, cederíamos al desaliento. Alimentar la oración misionera por la paz, por la conversión ecológica, por un mundo más justo y fraterno es una forma de animación misionera de fundamental importancia.

El desarrollo de algunos programas pastorales para la ecología integral

El XIX Capítulo General nos dio el mandato de «profundizar en los documentos del magisterio social de la Iglesia y promover la reflexión teológica sobre estas realidades, a la luz de la Palabra de Dios» (CA’22, 29.2), dejándonos interpelar por los documentos del Papa Francisco, como Evangelii Gaudium, Laudato si’, Querida Amazonia y Fratelli tutti. Obviamente, esta dimensión formativa debe reflejarse en la integración de nuestra práctica ministerial. En este sentido, el Secretariado General de la Misión, en colaboración con los referentes de JPIC de algunos continentes, está preparando programas pastorales contextualizados para la animación misionera basados en Laudate Deum (en América) y Laudato si’ (en África). Estos programas, basados en la metodología del ciclo pastoral, tienen como objetivo sensibilizar a las comunidades cristianas sobre la ecología integral – a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia – para integrarla en su camino de fe, y hacerlas protagonistas en el proceso de conversión ecológica.

Otra iniciativa es la promovida por CASE para las comunidades cristianas de África, especialmente para los jóvenes, que tienen un enorme potencial de energía, creatividad y capacidad de soñar con un futuro diferente. Al mismo tiempo, toda esta energía puede desperdiciarse, ya que los jóvenes se sienten marginados en términos de acceso a oportunidades de empleo, representación y participación, y sumidos en altos niveles de pobreza. CASE ofrece a los jóvenes la iniciativa 3Zero Clubs, concebida y promovida por el Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, que tiene como objetivo crear un mundo de tres cifras: cero emisiones netas de carbono, cero concentraciones de la riqueza para acabar con la pobreza y cero desempleos dando rienda suelta al emprendimiento en todos. Pero, en la versión misionera promovida por CASE, la iniciativa se basa en la metodología del ciclo pastoral.

El objetivo es crear un impacto positivo dentro de la comunidad eclesial, abordando los desafíos sociales y ambientales a través del empoderamiento de los jóvenes y contribuyendo al bienestar de las parroquias y las comunidades locales. Esto implica proporcionar capacitación, recursos y apoyo para equipar a los jóvenes con las habilidades y los conocimientos necesarios para la transformación social. CASE organiza y forma a los jóvenes, y facilita el acceso a los recursos y apoyos necesarios para proponer innovaciones sociales que estimulen el cambio. Situar a los jóvenes en el centro del desarrollo ha demostrado ser una solución a algunos de los desafíos más acuciantes de la sociedad, como el desempleo, la pobreza y la degradación del medio ambiente.

Conclusión

A la luz del cambio de época que estamos viviendo y del magisterio del Papa Francisco, hemos visto que la evangelización y la animación misionera están tan interconectadas y superpuestas que cada vez es más difícil distinguirlas. También por esta razón, ya no podemos considerar la animación misionera como una tarea en sí misma, o para delegar en los responsables. Ciertamente, como dice la Regla de Vida, es importante adquirir competencias específicas, pero cada misionero está llamado a ser un animador misionero a través de su propio ministerio y cada comunidad un centro de animación misionera y espiritualidad en la Iglesia local. Las formas «clásicas» de animación misionera siguen siendo válidas, pero se están enriqueciendo, asumiendo también nuevas formas y horizontes más amplios: el reconocimiento de la ecología integral como eje fundamental de nuestra misión (que conecta las dimensiones pastoral, litúrgica, formativa, social, económica, política y ambiental) abre interesantes oportunidades también en relación con el sostenimiento de la misión, la oración misionera y la oferta de programas pastorales de la Iglesia. animación misionera.

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1 Cf. RV 72-73.
2 Cf. RV 73.
3 Cf. RV 72.2.
4 Cf. RV 75.
5 Cfr. RL 73.3.
6 Cf. RV 73.1.
7 Cf. RV 78.2.
8 El nombre oficial de los misioneros combonianos en Kenia es «Padres de Verona», una referencia que los socios querían que permaneciera en el nombre oficial de la cooperativa de ahorro y crédito. En la actualidad, la cooperativa cuenta con más de 15 mil socios, de diferentes orígenes sociales, y ofrece una amplia gama de servicios: en primer lugar, el cobro de ahorros (en forma de acciones del capital de la cooperativa, que por lo tanto solo se pueden retirar al salir de la cooperativa) y varios métodos de préstamos subsidiados.
Las inversiones financieras e inmobiliarias se han convertido en una parte importante del balance. En particular, las inversiones en terrenos e inmuebles residenciales hacen que este mercado sea accesible para los accionistas, gracias a tasas justas y a largo plazo, así como a economías de escala. Este factor ha contribuido significativamente a la apertura de la cooperativa más allá de las fronteras de Kariobangi-Huruma.
9 Arte Migrante organiza veladas abiertas a todos, con el objetivo de crear inclusión a través de la libre expresión creativa: estudiantes, migrantes, personas sin hogar, trabajadores y desempleados, jóvenes y mayores. Las veladas se dividen en tres partes: 1. Presentaciones sentadas en un gran círculo; 2. Cena compartida, traer y ofrecer; 3. Compartir: quien quiera puede involucrarse con lo que sabe hacer: cantar, bailar, hacer malabares, teatro, música, poesía, etc.
El secreto de la popularidad del Arte migrante, un movimiento que se está extendiendo como la pólvora, parece estar en la combinación de varios elementos, más precisamente:
= Responde a una necesidad relacional de los jóvenes (cf. miedo a la soledad, presión de la cultura dominante de la competencia que los separa de los demás y les hace dudar de sí mismos o pasar por alto a los demás).
= Ofrece actividades prácticas e inmediatas que ofrecen la oportunidad de sentirse protagonistas y de practicar un estilo de vida diferente (los jóvenes recuperan así la capacidad de responder a sus necesidades de forma autónoma y compartida).
= El clima de acogida, inclusión, fraternidad y diálogo, que le hace sentir seguro como en casa.
= Libera energía, le permite expresarse y exponerse sin miedo a ser juzgado.
= Se basa en estructuras muy ligeras y circulares [relaciones horizontales, pocas reglas y… ¡Y ni siquiera hay sillas!];
= Se expande a través de la subsidiariedad y de iniciativas locales autónomas «inspiradas por» y «en red con» otras que las conforman. En este sentido, también hay que destacar la gran facilidad y libertad de entrada y salida: no es un detalle secundario ya que los jóvenes viven en diferentes pertenencias y los espacios muy estructurados y exigentes pueden percibirse como limitantes de la necesidad de seguir moviéndose entre diferentes espacios.
= Un manifiesto sencillo que interpreta los valores de las nuevas generaciones y los expresa de manera directa y alegre (no como un «trabajo pesado»): ofrece un horizonte de sentido en el que enmarcar la propia experiencia del Arte Migrante.

Hno. Alberto Parise, MCCJ
Secretariado General de la Misión