Lunes, 24 de junio 2024
“Yo no he venido a ser servido sino a servir.” Recalcando este aspecto de Cristo ante sus discípulos y el pueblo, fuimos entrando en la celebración de una ordenación diaconal en la parroquia de la Medalla Milagrosa, en San José, Costa Rica. Decir: Jesús servidor es reafirmar a Jesús como el diácono, nos motivaba nuestro celebrante.

Esas palabras iniciales de Mons Vittorino Girardi, Comboniano, motivaron el inicio de la celebración de ordenación como diácono, de Chávez Ixchacchal Mynor Rolando, joven comboniano guatemalteco, quien después de sus años de formación en Costa Rica, México y Suráfrica, ve que el camino de su vocación misionera va culminando, pero al mismo tiempo en un continuo “siempre andar.” El sábado 15 de junio fue ordenado diácono, ante la presencia de sus papás y uno de sus hermanos, llegados desde Guatemala. De familia numerosa, Mynor agradeció la educación recibida en valores y en la fe, porque es a partir de la familia que se forjaron su vocación y llamado a la misión. Cada lugar y cada persona, han sido importantes en su vida, afirmó.

Y eso fue notable con la presencia de los Misioneros Combonianos y de familiares de los mismos en Costa Rica; de las Misioneras Combonianas y religiosas de las congregaciones religiosas que trabajan en el lugar, así como Seculares Combonianas y Laicos. El pueblo fiel de nuestra parroquia, los bienhechores, los servidores y amigos de la misión, todos, hicieron posible que la ceremonia fuera emotiva y solemne. Entre cantos vocacionales, entre sonrisas, abrazos y algunas lágrimas de alegría, nos llenamos de emoción, observando a quien, por primera vez, se colocaba a la derecha del Obispo, como diácono/servidor del altar, para ser también servidor del pueblo.

La Provincia de Centro América se alegra porque un joven más de nuestras tierras se consagra a la misión y se encamina al sacerdocio. Como dijo Mons Vittorino a Mynor, ya diácono: “que tu alegría contagie a otros jóvenes a la misión y a pensar que ese camino de entrega vale la pena.” Seguros de ello, sentimos que Cristo, quien nos llama a lanzar nuestras redes, nos sigue motivando a hacer lo mejor de nuestra vida en la misión y por el anuncio del Evangelio.