Mensaje final del Simposio de Limone 2024: “Misión y sinodalidad en Europa”

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Viernes 14 de junio 2024
Misión y sinodalidad van de la mano. Esta fue la primera sensación que tuvieron los 25 participantes del Simposio en la celebración de la Eucaristía de la mañana del 4 de junio de 2024, cuando el P. Tullio Donati compartió su testimonio de sinodalidad en la Iglesia de Trento: una experiencia elocuente que invita a todos a estar más presentes sobre el terreno, a estar con…, participando más que organizando. […]

Simposio de Limone 2024

Misión y sinodalidad en Europa

Los participantes en el Simposio de Limone 2024.

Misión y sinodalidad van de la mano. Esta fue la primera sensación que tuvieron los 25 participantes del Simposio en la celebración de la Eucaristía de la mañana del 4 de junio, cuando el P. Tullio Donati compartió su testimonio de sinodalidad en la Iglesia de Trento: una experiencia elocuente que invita a todos a estar más presentes sobre el terreno, a estar con…, participando más que organizando.

Serena Noceti, conocida teóloga italiana, también se refirió a esta experiencia de Trento en su reflexión: Ser una Iglesia sinodal-misionera en Europa. Serena subrayó varias veces la necesidad, también para los institutos misioneros, de comprender o recomponerse en el devenir, como cuerpos en movimiento, para vivir con menos miedo y más esperanza en los procesos de transformación social y eclesial en curso. Según la teóloga, el binomio sinodalidad-misión es inseparable: sinodalidad y misión o coexisten o fracasan. Serena también nos retó a «ser una interfaz viva de otras Iglesias» en el contexto europeo. En la transformación continua de la misión, estamos llamados a «desplazar el centro de gravedad» en el proceso de sinodalidad. Se trata de una operación ardua porque choca con los «mecanismos de bloqueo» que pueden identificarse a nivel de sujetos, dinámicas y lugares, incluso dentro de nuestras comunidades.

Por la tarde, el P. Mario Menin, javeriano, habló de la Semana Cultural de su instituto, que este año ha tenido como tema «La vida sinodal de la Misión». Menin subrayó la necesidad y la urgencia de la transformación de la misión. Transformación que puede declinarse a través de cuatro palabras clave: amistad, fraternidad, acogida y hospitalidad.

De los cuatro grupos de trabajo surgieron algunas semillas de vida: la conciencia de que debemos empezar por nosotros mismos y por nuestras comunidades; el deseo de cambio, de confrontación, el deseo de comprender, de cuestionarnos; la resiliencia a pesar de las dificultades en los nuevos caminos de presencia y misión. Además, los siguientes retos: formación permanente; internacionalización de las provincias; superar la desconfianza y los miedos en el proceso de cambio; superar la dificultad de no saber comunicar e implicar a los jóvenes; reconocer los ministerios, las competencias y la presencia de las mujeres; discernir juntos, abrir los ojos a las fragilidades de Europa. Por último, las siguientes propuestas: no dar por sentada la espiritualidad; relacionarse con instituciones y grupos que ya están viviendo el proceso sinodal para aprender el arte de caminar juntos; crear espacios de libertad, acogida, posibilidad; reagrupar las provincias.

No adoréis las cenizas, conservad el fuego, fue el lema de la jornada (5 de junio) dedicada a reflexionar sobre Misión y Sinodalidad en el camino pastoral con el Hermano Enzo Biemmi, experto en catequesis, que partió de Hechos 1,12-26, para invitarnos a reflexionar sobre la doble sustracción en la primera comunidad cristiana: la de la presencia física de Jesús y la de Judas. Un espejo interesante para reflexionar sobre las sustracciones a las que estamos llamados a enfrentarnos hoy en Europa: el fin del cristianismo (de la civilización parroquial y de un determinado modelo de misión) y el fin de la necesidad de la fe (y de Dios) para ser humanos. Enzo nos invitó a adoptar el mismo método de la Iglesia primitiva en Hechos 1,12-26 para afrontar la crisis: asumir la situación/ problema, leerlo a la luz de la Pascua, identificar la tarea, desarrollar el criterio de discernimiento, realizar la tarea dejando a Dios la última palabra.

Enzo nos animó a vivir estas sustracciones, como las vivió la primera comunidad cristiana, no necesariamente como malas noticias sino como gérmenes de lo nuevo. No se trata por tanto de venerar nostálgicamente las cenizas, sino de custodiar proféticamente el fuego. Las metáforas utilizadas por Enzo fueron sugerentes: de las estrellas que vemos en el cielo, muchas están ya apagadas, percibimos su luz dejada hace tiempo. Otras estrellas han nacido, pero su luz aún no ha llegado hasta nosotros. La langosta crece, pero no así su caparazón. Para vivir, la langosta debe abandonar su antiguo caparazón y construir uno nuevo, permaneciendo vulnerable durante un tiempo. En esta fase de metamorfosis de la Iglesia y de su misión, podríamos vivir la condición de "peregrinos en la esperanza" (tema del próximo Jubileo).

Por la tarde, Reinhard Demetz, director de la oficina pastoral de su diócesis, nos habló del programa de pastoral misionera de la diócesis de Bolzano-Brixen. Se trata de un programa centrado en la presencia de la Iglesia como misión en el territorio. Un programa que pretende formar comunidades que compartan y se abran a la realidad local.

De los cuatro grupos de trabajo surgieron las siguientes semillas de vida: el deseo de ser Iglesia constatando el compromiso de los laicos que asumen con alegría los servicios; un nuevo comienzo para la Iglesia y la Misión puede desarrollarse a partir del fin de la cristiandad; la transformación es posible porque ya vemos brotes; el Espíritu actúa sembrando posibilidades/oportunidades donde sólo vemos situaciones críticas; las crisis nos urgen a cambiar, aprender y escuchar al Espíritu.  Además, los siguientes retos: el fin de la necesidad de que la fe para el ser humano nos desafía a redescubrir su sentido más profundo; como institutos misioneros, ¿estamos más cercanos al modelo parroquial que está decayendo, con nuestro ministerio de sustitución de sacerdotes, o al nuevo que está surgiendo? Se trata de pasar de una lógica de gestión de emergencia a una lógica de acogida de un nuevo kairós misionero y pastoral; aceptar la dinámica de la semilla: humildad y humillación; liberarnos de la obsesión de tenerlo todo bajo control; capacidad de trabajar en red; confiar en los laicos; declinar la sinodalidad en la vida cotidiana de nuestras comunidades religiosas y misioneras; discernir el estilo de nuestra presencia en el territorio. Por último, las siguientes propuestas: fomentar las narraciones y el intercambio de nuevas experiencias en el continente; valorizar más en las comunidades el valioso trabajo del Grupo Europeo de Reflexión Teológica (GERT).

Todo se puede resumir en el desafío surgido del proceso sinodal en la diócesis de Bolzano-Brixen: Abrir caminos a la audacia del Espíritu. O en palabras de Enzo Biemmi: No adoréis las cenizas, conservad el fuego.

Los participantes