Viernes, 15 de diciembre 2023
El 13 de diciembre de 2023, el Hno. José Menegotto [en la foto, en primer plano] subió a la casa del Padre. Se nos va un gran misionero y una buena persona. Había nacido en Morazzone, en la diócesis de Milán, Italia, el 20 de noviembre de 1927. Acababa de cumplir 96 años, pero su cansado cuerpo ya no soportó la infección generalizada por la que había sido hospitalizado hacía varios días. [Misioneros Combonianos]
Hizo su primera profesión el 9 de septiembre de 1947 y los votos perpetuos el mismo día de 1953. En 1950 vino a México. Formó parte del tercer grupo de pioneros que vinieron a evangelizar las tierras de la Baja California Sur. Allí se entregó cuerpo y alma, de manera especial en la imprenta de la Ciudad de los Niños, de la que fue uno de sus fundadores, así como de la Ciudad de las Niñas, en la ciudad de La Paz, BCS. Su dedicación y su servicio marcaron a varias generaciones de sudcalifornianos, que lo recuerdan siempre con mucho cariño y hoy lloran su muerte.
En 1986 fue elegido como Asistente General del Instituto de los Combonianos, por lo que se vio obligado a ir a Roma, donde permaneció los 6 años que duró su mandato. Ello le permitió viajar por varios países del mundo, visitando las misiones combonianas y animando a los Hermanos en su vocación y servicio específico como Hermanos misioneros. En 1991, terminado su servicio en la Dirección General, regresó a México, donde continuó su trabajo misionero, especialmente en la formación de Hermanos y donde permanecerá hasta el día de ayer, en que el buen Dios lo llamó a su nuevo destino en el Reino.
Desde hace unos años residía en el Oasis, la casa de los misioneros Combonianos en Zapopan, Jalisco, dedicada a acoger y cuidar a los misioneros ancianos y enfermos. Incluso allí, en su vejez y enfermedad, siguió siendo un ejemplo de consagración y amor a la misión. En una entrevista que le hizo la revista Esquila Misional hace dos años, decía lo siguiente: «Aquí estoy, y aquí sigo siendo misionero, hasta el final. ¿Que me cuesta? ¡Ah, caramba, claro que me cuesta! Si pudiera irme, me iría, pero mientras estoy aquí tengo que seguir siendo misionero. Hay que ofrecer este sufrimiento igual que Teresita del Niño Jesús, que es la patrona de las misiones y no vio las misiones ni en película».
Nos deja un gran testimonio de vida, de entrega a la misión y de amor a los más necesitados. Querido Hermano, descansa en la Paz del Señor y ruega por nosotros.
Hno. José Menegotto
75 años de consagración misionera comboniana
El 9 de septiembre, fiesta de san Pedro Claver, la comunidad comboniana de Guadalajara vivió una jornada de mucha alegría y gratitud por el 75 aniversario de la profesión religiosa del hermano José Menegotto. La celebración se llevó a cabo en un clima familiar de sencillez y gratitud.
El hermano José estuvo acompañado de su sobrino y su sobrina nieta que llegaron desde Italia para acompañarlo. A la celebración se unieron también un grupo de exalumnos de la Ciudad de los Niños de La Paz, Baja California Sur, y una representación de los muchos amigos y bienhechores de la comunidad de Monterrey, en donde también prestó su servicio misionero.
La comunidad comboniana, y varias personas de la Capilla de San Daniel Comboni, se encargaron de preparar la celebración eucarística en la que participaron varios hermanos de las distintas comunidades de México. Durante la misa se recordó con gratitud lo que han sido estos 75 años de consagración misionera comboniana subrayando su fidelidad y perseverancia. Se recordó también su trabajo y dedicación, sobre todo en la Provincia de México, donde el hermano José ha sido uno de los pioneros.
Durante la misa, el hermano renovó su consagración religiosa y misionera reconociendo que su vocación ha sido una gracia vivida como don del gran amor que Dios ha tenido hacia él. Al terminar quiso que se le entregara el crucifijo que hace 75 años recibió el día de su primera consagración y que lo ha acompañado en todas las misiones que le han tocado vivir en Italia, al servicio del Instituto en Roma y sobre todo en México.
Posteriormente, todos los participantes fueron invitados a la comida, que estuvo amenizada por un mariachi tapatío, que alegró el momento y permitió que todos los ahí presentes se sintieran agradecidos por el don de la vida y de la vocación misionera comboniana del hermano José.