Miércoles, 16 de agosto 2023
El obispo misionero comboniano Mons. Eugenio Arellano [en la foto] fue honrado con el título de Doctor honoris causa por la Universidad Católica de Esmeraldas (PUCE), el pasado mes de junio, por su trabajo a favor de la población más vulnerable de la provincia de Esmeraldas. Este reconocimiento se realizó en el marco de la conmoración de los 42 años de vida institucional de la PUCE. [PUCE]
La Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) entregó el doctorado honoris causa a Monseñor Eugenio Arellano Fernández, comboniano, obispo emérito del Vicariato Apostólico de Esmeraldas, por su trabajo a favor de la población más vulnerable de la provincia de Esmeraldas. Este reconocimiento se realizó en el marco de la conmoración de los 42 años de vida institucional de la PUCE Sede Esmeraldas. El doctor Fernando Ponce, S.J., rector de la PUCE, entregó el doctorado honoris causa.
Un honoris causa al trabajo de 46 años
Según, la resolución del Consejo Superior de la PUCE, Mons. Arellano, ha trabajado arduamente desde 1977 junto a los desposeídos. En los 46 años de trabajo en la provincia, ha promovido la educación, la salud y la protección del medio ambiente.
Así también, el doctor Arellano ha sido defensor de los derechos de los pueblos indígenas y de la comunidad afrodescendiente, brindándoles apoyo en la educación, la legalización de tierras y la preservación de su cultura. Finalmente, ha ejercido su ministerio de servicio en las cárceles, buscando la redención y la rehabilitación de los presos y pandilleros.
¿Quién es Monseñor Eugenio Arellano?
Mons. Eugenio Arellano Fernández, misionero comboniano, ecuatoriano por naturalización, nació el 11 de noviembre de 1944 en Navarra, España. En su juventud y siguiendo su vocación ingresó en el Noviciado del Instituto comboniano. En 1968, continuó sus estudios de Filosofía en Portugal y de Teología en París. Luego, en 1972, fue ordenado sacerdote.
Años después, el joven sacerdote fue educador de los hermanos combonianos en Barcelona. Cinco años después, el Vaticano lo envió como misionero al Vicariato de Esmeraldas. Fue párroco de la Iglesia Santa Marianita en Esmeraldas y, luego, por seis años, Superior Provincial de los combonianos de Ecuador y Colombia.
En 1995, Mons. Arellano fue consagrado como Obispo de Esmeraldas. En 2021, el Papa Francisco aceptó su renuncia al gobierno pastoral del vicariato apostólico. Entonces, tenía 76 años, edad que el derecho de la Iglesia Católica establece como límite para el desempeño de cargos episcopales.
Así, la PUCE reconoce el trabajo a favor de los más necesitados, de la educación y de la Casa Común. Esta labor se enmarca en los valores ignacianos y humanistas de la universidad y deja huella en el mundo.
Breve reseña biográfica de Mons. Eugenio Arellano
Monseñor Eugenio Arellano Fernández, nació en Corella (Navarra-España) el 13 de noviembre de 1944, del hogar conformado por Don José Arellano y Rufina Fernández. A los 21 años obtuvo el título de maestro y posteriormente entró en el Instituto de los Misioneros Combonianos, en la que se ordenó sacerdote el 18 de diciembre de 1972.
En 1977 fue destinado al Vicariato Apostólico de Esmeraldas, concretamente al cantón fronterizo de la zona norte de San Lorenzo. 1982 pasó a la ciudad de Esmeraldas como párroco de Santa Marianita, donde tuvo mucha cercanía con las familias más empobrecidas de los barrios de la Ribera. En 1987 fue nombrado Provincial de los misioneros combonianos de Ecuador y Colombia. En 1993 fue destinado a París como superior y formador del Teologado de su comunidad.
El 1 de junio de 1995, el papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Vicario Apostólico de Esmeraldas. Fue consagrado el 20 de agosto de 1995. El 27 de abril del 2017, es elegido presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, durante el trienio 2017-2020. Desde 2021, después que el Papa Francisco aceptase su retiro como Obispo de Esmeraldas, vive como misionero en Tumaco, sur de Colombia.
El legado de Mons. Eugenio Arellano
Mons. Eugenio Arellano se consagró como Obispo de una provincia que conocía bien, principalmente la zona norte y fronteriza de la ciudad de Esmeraldas y sus suburbios. Destacamos algunas de las principales acciones con las que incidió en distintas esferas de la vida de Esmeraldas y del país.
Mons. Eugenio Arellano fue, es y será un maestro. Una de sus mayores preocupaciones fue la educación, pues estaba convencido de la relación de esta con el desarrollo que soñaba para Esmeraldas.
Una de las realidades más sangrantes a este nivel, era la situación de las escuelas fiscales en la parte rural del norte y sur de Esmeraldas; muchas de estas comunidades eran de difícil acceso; más de 100 escuelas de las riberas de los ríos estaban sin maestros porque los titulares habían encontrado la forma de ocupar plazas en la ciudad, abandonando las escuelas asignadas. Mons. Arellano asumió la responsabilidad y el compromiso de que los niños de estas comunidades, en su mayoría comunidades afroecuatorianas y algunas de nacionalidad Chachi, tuviesen maestros. Tras muchas idas y venidas al ministerio de educación y llamando a muchas puertas y con el apoyo de organizaciones internacionales, logró que los propios bachilleres de las comunidades fuesen los maestros que se necesitaban, al tiempo que configuró un equipo de supervisión y formación permanente para los neófitos docentes. En este mismo contexto, impulsó la capacitación y profesionalización docente de 250 bachilleres en convenio con el Instituto Pedagógico Don Bosco de Esmeraldas y con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador Sede Esmeraldas.
Por todo el territorio de la provincia Mons. Arellano impulsó, por un lado, la creación de nuevas escuelas y colegios fiscomisionales y, por otro, mejorando las existentes. A través del Secretariado de Educación Católica del Vicariato, en el que él se implicaba personalmente, monitoreaba su funcionamiento atendiendo niños y jóvenes de toda la provincia. Entre todas las instituciones que impulsó, merece la pena destacar dos de ellas: el Colegio Ángel Barbisotti en la ciudad de Esmeraldas, con el objetivo de enseñar oficios a los jóvenes de la zona marginal de la ribera del río (una de las zonas más peligrosas de la ciudad); y, la creación de la escuela Mons. Enrique Bartolucci, en el Centro Penitenciario de Varones que visitaba a menudo y en la que celebraba cada aniversario de consagración episcopal.
Otra de las preocupaciones y acciones que marcan el servicio episcopal de Mons. Arellano es la lucha por mejorar las condiciones de salud de la población y el acceso universal a un servicio de calidad. Esmeraldas ha presentado siempre índices alarmantes de mortalidad materna-infantil debido a la falta de atención en el parto. Según datos de la publicación Objetivos del milenio, Esmeraldas presentaba una tasa de mortalidad materna por cada 1000 nacidos vivos de 112,4 frente a 56,4 del país. Una de las causas era la falta de asistencia de personal sanitario especializado en el parto, 51,1% frente al 74,8% en el conjunto del Ecuador. En este punto la actuación mediadora y proactiva de Mons. Arellano fue determinante para la construcción del Hospital-Maternidad en el barrio de la Propicia. En este mismo sentido, es necesario destacar el impulso que dio a la construcción de los hospitales Juan Carlos Guasti del cantón Atacames y Divina Providencia de la zona norte del cantón San Lorenzo.
Es muy importarte para el Vicariato Apostólico de Esmeraldas mencionar la creación del Centro de Epidemiología Comunitaria y Medicina Tropical – CECOMET, al servicio de educación en salud de las zonas rurales, la investigación y el control de enfermedades tropicales; en este sentido, fue muy significativo el éxito en la casi erradicación de la Oncocercosis, una enfermedad de la vista endémica de la zona norte de Esmeraldas. El trabajo en esta área ha sido permanente y creciente. En los predios de la Catedral funciona un Centro de salud del Vicariato con especialidades dirigidas a personas de bajos recursos, así como también, varios dispensarios que actualmente dan servicios de calidad a la comunidad.
Quizá por hallarse en una de las provincias de mayor biodiversidad y en las que la naturaleza es depredada brutalmente, el medio ambiente fue otra de sus grandes preocupaciones. Su preocupación, en sintonía con el magisterio de la Iglesia, no solo era por el daño que en sí mismo se le provoca a la biodiversidad, que es patrimonio de toda la humanidad; también le importa, y quizá es lo que más le importa a Mons. Arellano, es que esta destrucción del medio ambiente está afectando muy gravemente a las condiciones de vida y al futuro de poblaciones enteras, especialmente negras e indígenas.
Mons. Eugenio Arellano denunció constantemente los atropellos que las madereras, las palmicultoras, las camaroneras y la minería están teniendo en las poblaciones rurales e indefensas, principalmente del norte de la provincia. Ha denunciado en homilías, en los medios de comunicación y ante las autoridades políticas principales de la provincia y del país, la compra abusiva de tierras, en muchos casos con apoyo de sicariato pagado por las empresas. La deforestación continua e irreversible que la provincia soporta y que deja sin sustento presente y futuro a muchas comunidades. la contaminación con químicos de las camaroneras, palmicultoras y las mineras que afectan al agua que consumen las comunidades y que están produciendo importantes enfermedades. Mons. Arellano fue una de las pocas voces proféticas que denunció las amenazas y coacciones de estas empresas. El Vicariato de Esmeraldas, con su rectoría y a través del compromiso de sacerdotes y agentes de pastoral, ha emprendido acciones para formar líderes comprometidos y establecer posibilidades de futuro para las comunidades afectadas.
Esmeraldas es conocida en el Ecuador por el alto porcentaje de personas afroamericanas. No obstante, en ella hay tres nacionalidades indígenas asentadas principalmente en el norte: Chachis, Éperas y Awás. Por otro lado, Esmeraldas es una de las provincias tradicionalmente más empobrecidas del Ecuador. En el 2006 la población que vivía en extrema pobreza estaba estimada en un 37,4% frente al 27,6% del país. Casi 10 puntos por encima de la media nacional. En 2022, según el INEC, Esmeraldas tiene una tasa de pobreza por ingresos del 52,9%. La cifra nacional es de 28,8%. El 25,3% de los esmeraldeños viven en pobreza extrema. A nivel nacional la tasa es del 10,3%.
La lucha contra la pobreza pasa por dignificar y potenciar la autoestima de las personas y de los pueblos. Y esta autoestima pasa por el cuidado y desarrollo de la lengua, la cultura y la vinculación a un territorio. Mons. Arellano, como misionero comboniano, siempre ha tenido una especial sensibilidad por el pueblo negro. En toda ocasión subrayaba los valores que tradicionalmente le han caracterizado como la acogida, la alegría, el valor de la palabra dada, el cuidado de la naturaleza, la religiosidad, etc. Este esfuerzo por que el pueblo afro reconozca sus raíces, sus valores y su historia ha quedado plasmada en la Enciclopedia del saber afro-ecuatoriano impulsada por Mons. Arellano. Este proyecto destacó públicamente personas afro que han hecho importantes aportes en el campo de la educación la cultura y el desarrollo de Esmeraldas.
Los pueblos indígenas de Esmeraldas reconocen el apoyo incondicional que siempre les ha brindado. Por un lado, apoyó la educación bilingüe y la edición de textos escolares, la formación de sus maestros. Ayudó a legalizar tierras para que puedan vivir sus comunidades en armonía con la naturaleza y fieles a su propia identidad, denunció los intentos depredadores de las grandes compañías por la compra de sus tierras y la tala indiscriminada de los bosques.
Hay que destacar dos acciones especialmente significativas de apoyo a las comunidades indígenas: primero, la compra de un terreno en la zona del río Cayapas donde actualmente está asentada la Comunidad de Santa Rosa de nacionalidad Épera; y, segundo, dado que un grupo numeroso de nacionalidad Chachi ha inmigrado a la ciudad de Esmeraldas ha puesto a su disposición un terreno para Casa comunitaria que ayude a preservar y potenciar la identidad de esta nacionalidad.
Otra característica del apostolado de Mons. Arellano fue su preocupación por los jóvenes, sobre todo por aquellos con escasas oportunidades y que son presa fácil de pandillas violentas y grupos de sicariato. Por eso uno de "sus templos" es la cárcel de varones donde saluda a "viejos conocidos" o hijos de familias rotas que ha conocido a lo largo de su vida en Esmeraldas. El Centro de Rehabilitación de Varones es uno de los lugares en los que durante su tiempo de Obispo prefería para ejercer su ministerio de servicio. Su presencia en ella reflejaba las opciones y convicciones que le mueven como Obispo: ser fiel a Jesús al servicio de los últimos. Un signo de este compromiso se dio en el 2008, cuando tras un motín, los privados de libertad reclamaron que una solución solo sería posible con la mediación del Obispo. En este levantamiento una de sus reivindicaciones fue la desaparición de un habitáculo de aislamiento y de tortura, el cual Mons. Arellano personalmente junto con ellos lo demolió mazo en mano.
Todo ello expresa la manera en que Mons. Arellano tuvo de entender y vivir el lema de su episcopado: Fieles a Jesús y servidores del pueblo, de un pueblo que sufre, empobrecido por el egoísmo de personas y empresas que no dudan en aprovecharse de la ignorancia, de la necesidad y del deseo de tener y ser de los pobres, para quitarles las tierras, el bosque (porque en un mundo amenazado el bosque es patrimonio de todos), o de recurrir a la violencia e incluso al asesinato para lucrarse impidiendo la vida presente y futura de comunidades enteras especialmente negras e indígenas. Este es el perfil de un Obispo fiel a Jesús de Nazareth, fiel a su Evangelio, que por 26 años sirvió al pueblo de Esmeraldas y que es un referente para quienes están comprometidos con un desarrollo humano integral, sustentable, sostenible, respetuoso de las tradiciones y culturas diversas que forman parte de la riqueza humana y natural de Esmeraldas.
Después de concluir su servicio como Obispo de Esmeraldas pidió ser enviado en misión a Tumaco, una de las zonas más pobres del sur colombiano (el índice de Pobreza Multidimensional total en Tumaco es de 84,50%, con una incidencia urbana del 74% y una incidencia rural del 96,30%. Este municipio se caracteriza por las precarias condiciones de vida de sus habitantes debido a la limitada oferta de servicios básicos como agua potable y energía). Allí, fiel a su vocación al servicio de los últimos vive Mons. Arellano, sin excentricidades o comodidades que no sean sino las mismas que pueda disponer cualquier hogar de la zona. Aunque su salud cada día está más delicada, su pasión por la misión, por la fraternidad y por la justicia, siguen inspirando a otros y otras a continuar su legado.