Miércoles, 14 de diciembre 2022
Los representantes de los Laicos Misioneros Combonianos (LMC) de África - Chad, Congo, Egipto, Kenia, Togo-Ghana-Benín, Uganda -, acompañados por dos miembros del Comité Central, se reunieron en su cuarta asamblea continental del 3 al 11 de diciembre de 2022 en Cotonou, Benín.
Vivimos nuestra asamblea como un despertar a nuestra misión como LMC, un momento privilegiado para buscar y encontrar soluciones a nuestros problemas y desafíos comunes.
La reunión fue un momento de profunda armonía, vivida dentro de la gran diversidad de los miembros presentes. Grande fue también el compromiso de todos por aportar lo mejor de sí mismos, haciendo presente nuestra historia común, desde las propuestas surgidas en la Asamblea de Layibi en 2011 hasta las de la Asamblea de Roma en 2018.
Nuestra participación fue sentida por todos como un claro signo del crecimiento del LMC en los diferentes países. Nuevos países estuvieron representados por nuevos miembros. Damos gracias a Dios por estas nuevas vocaciones y por la esperanza que representan. Sabemos, sin embargo, que todavía somos muy pocos y que aún queda mucho por hacer para llevar a cabo la misión que el Señor nos ha encomendado. Así pues, el deseo de crecer se convierte en un compromiso para todos nosotros.
Al llegar aquí, pensábamos que tendríamos que elaborar documentos y resoluciones que nos ayudaran a orientar a nuestros grupos a avanzar juntos hacia nuestra misión común, pero descubrimos que ya existe una gran riqueza de contenidos y decisiones en los numerosos documentos que ya tenemos. Por ello, animamos a todos nuestros miembros a estudiarlos y ponerlos en práctica (empezando por las conclusiones tomadas en la Asamblea de Roma de 2018), para que nos ayuden y orienten hacia nuestra misión común.
Creemos en la sinodalidad de nuestra familia, que se expresa a través de nuestra corresponsabilidad y nos ayuda a lograr una mayor comunión. Nuestras realidades son diferentes, pero compartimos objetivos comunes.
En esta asamblea, hemos debatido en profundidad los numerosos desafíos a los que nos enfrentamos como miembros del movimiento LMC internacional. Queremos abordar estos desafíos de manera sistemática, a través de pasos claros y propuestas concretas que nos permitan alcanzar todo aquello a lo que estamos llamados.
Estamos convencidos que el primer paso es estudiar nuestros documentos internacionales (especialmente los Acuerdos de Roma de 2018). Por lo tanto, queremos establecer tiempos específicos para revisarlos y estudiarlos dentro de nuestros grupos (un tema de cada vez) para ver qué decisiones concretas debemos tomar para implementarlos en nuestros grupos.
Como familia en la que todos nos cuidamos mutuamente, nos gustaría avivar nuestro deseo de conocer lo que ocurre en otros grupos, así como aumentar nuestra disposición a aprender nuevos idiomas, como medio indispensable para poder comunicarnos e interactuar entre nosotros.
Durante nuestra asamblea reflexionamos mucho sobre nuestros compromisos misioneros. Creemos que debemos poner nuestra vocación en el centro de nuestras vidas, para responder fielmente a la vocación con la que el Señor nos llama al servicio misionero dentro y fuera de nuestros países de origen, servicio que nace de nuestra vocación común como LMC y que esperamos poder expresar con una presencia comunitaria concreta en cada país. Sin embargo, para hacerlo posible, sabemos que debemos considerar a nuestra familia LMC de la misma manera que consideramos a nuestra familia biológica, es decir, cuidándola y comprometiéndonos juntos al servicio de la misión.
En cuanto al envío de nuestros miembros fuera de sus países, sabemos que supone un reto económico considerable. Teniendo esto en cuenta, proponemos que cada grupo retire de su presupuesto anual un porcentaje de sus ingresos que se destinará a apoyar los miembros que sirvan en una misión en el extranjero. El grupo de envío también debería reservar una cierta cantidad de dinero para apoyar al miembro que regrese de la misión en el extranjero, para ayudarle con la comida y el alojamiento durante un cierto período, facilitando así su reintegración de vuelta a casa.
Durante esta semana, hemos estado reflexionando sobre la necesidad de que todos nosotros, como miembros del LMC, vivamos una vida sacramental clara y correcta, y cómo el matrimonio tradicional de algunos grupos étnicos -así como otras cuestiones similares- pueden interferir fácilmente con este importante aspecto de nuestro testimonio. En este sentido, sentimos que es nuestro deber animar a todos nuestros grupos a reflexionar sobre este importante punto de nuestra vida cristiana, e intentar ayudar a nuestros miembros en este sentido. Nosotros, como cristianos laicos comprometidos en la Iglesia, debemos contribuir a este importante proceso de inculturación del Evangelio en nuestras propias culturas.
También hemos constatado que hay casos en los que sólo uno de los miembros del matrimonio es LMC. Este es un aspecto importante y delicado que debemos tener en cuenta durante el proceso de discernimiento. Por tanto, deberíamos invitar a la pareja a realizar juntos el discernimiento vocacional, para ver si ambos comparten la vocación LMC, o sólo uno de ellos, y para reflexionar juntos cómo se puede vivir esta vocación en el seno de su familia.
En cuanto a la formación, hemos descubierto la sorprendente riqueza que contiene la nueva Guía de formación LMC Internacional. Por ello, animamos a todos nuestros grupos a revisar y actualizar sus planes de formación de acuerdo con ella.
Otro feliz descubrimiento ha sido el Plan de Comunicación Internacional para los LMC. Adoptando con entusiasmo esta guía, proponemos que cada grupo elabore su propio plan de comunicación (para uno o dos años), definiendo claramente tareas específicas, para que podamos desarrollar una labor sistemática en nuestra comunicación. También decidimos crear una Comisión de Comunicación en África, compuesta por los secretarios de comunicación de nuestros grupos nacionales.
Uno de los temas más difíciles que debatimos fue el de la autonomía financiera. A este respecto, queremos mejorar nuestra formación -desde ser capaces de responder a las necesidades más inmediatas hasta ser capaces de planificar correcta y minuciosamente los futuros proyectos de desarrollo-, de modo que tengamos un sistema común de contabilidad y seamos capaces de presentar adecuadamente proyectos de desarrollo y de seguir después su ejecución.
Por supuesto no nos olvidamos de debatir sobre nuestro compromiso económico a nivel internacional. Por ello, invitamos a cada grupo a decidir qué porcentaje de sus ingresos -y con qué frecuencia- enviará su contribución al Fondo Común Internacional del LMC, gestionado por el Comité Central.
Habiendo redescubierto la amplitud y responsabilidad de nuestra vocación LMC, y conscientes de la gran cantidad de compromisos y necesidades que tenemos que cubrir, sugerimos una reflexión seria sobre cómo organizar nuestros grupos, especialmente en cuanto al tiempo a dedicar a nuestras reuniones, para buscar y encontrar la manera de cumplir con todos los compromisos que tenemos como LMC.
Decimos un "SÍ" entusiasta a las peticiones que el Señor nos hace como LMC africanos, miembros del Movimiento Internacional LMC, y en plena comunión con toda la Familia Comboniana y toda la Iglesia.
Cotonou, 11 de diciembre de 2022.
Tercer Domingo de Adviento (Domingo "Gaudete") y Día del LMC