Jueves, 31 de diciembre 2020
“Deseo que en el 2021 veamos la luz al final del túnel del COVID 19, seamos disponibles al cambio y seamos sensibles a la voz del Espíritu para que nos guíe por los caminos que Dios quiere que caminemos en los senderos de la misión.” (P. Fernando Mal GatKuoth)
2020
UN AÑO INOLVIDABLE
¡Ufff!, ¡por fin llegamos al final del 2020! Este año será inolvidable en la memoria de la humanidad porque el COVID 19 ha tocado y trastornado todos los aspectos de la vida humana. El 2020 marcará un parte aguas en la historia universal: la vida antes de la pandemia y la vida después de la pandemia. Muchas de nuestras actitudes, estilos de vida e instituciones han sido puestos a prueba y cuestionados profundamente; algunas han comenzado a cambiar.
Iniciamos el año 2020 de manera normal, con nuestros planes, proyectos, objetivos, presupuestos y metas que pensábamos alcanzar. Cosas que pensábamos eran indispensables y tendríamos que realizar durante el año. Comenzamos con muchas certezas, seguridades, valores y conceptos preestablecidos que daban sentido a nuestras vidas. Pero también comenzamos con tantos prejuicios, vicios y antivalores que dañan a la humanidad. Sin embargo, de manera inesperada todo se derrumbó. Nuestros planes y proyectos se vieron frustrados. El coronavirus nos golpeó de una manera contundente, total y, hasta podríamos decir, brutal. Parecía el fin del mundo.
Sin embargo, esta crisis está mostrando, una vez más, que el ser humano no se doblega, ni deja abatir por el mal, ni sucumbe ante la crisis. Por el contrario, el ser humano se levanta del polvo y las cenizas, se rehace del espectro de la destrucción, se recrea y renace del umbral de la muerte. Los psicólogos y sociólogos llaman “resiliencia” a esta actitud y capacidad humana para superar el dolor, la tristeza y los momentos difíciles y críticos de la vida. Los creyentes la llamamos fe, esperanza y amor en Dios. Dios nos creó a su imagen y semejanza, en otras palabras nos dotó con los dones y herramientas necesarios para superar la crisis y vivir en plenitud.
La pandemia no es el final del mundo ni de la humanidad. Es más bien una oportunidad histórica para recrearnos, reiniciar de una manera diferente, cambiar lo que pensábamos incambiable, mejorar lo que pensábamos era perfecto, revisar nuestra escala de valores, crear lo que antes no habíamos imaginado.
Podemos terminar este año de dos maneas diversas: 1. Viendo todo de manera negativa dejándonos llevar por la contundencia de la pandemia, al momento de escribir estas líneas, los números eran los siguientes: 81, 997,581 positivos y 1, 789, 912 fallecidos. 2. Ver esta crisis mundial como una nueva oportunidad para mejorar, crecer, desarrollarnos. El peor de los escenarios puede ser doble: 1. Que a causa del dolor, la ansiedad y la angustia terminemos el año fijos en lo negativo y letal de esta pandemia, sin esperanza o visión de futuro. 2. Que después de la pandemia pretendamos volver a la “normalidad” como si no hubiera existido esta pandemia o todo pueda seguir igual que antes de esta crisis mundial.
El mejor de los escenarios es que terminemos el año con esperanza y confianza en Dios y que lo mejor está por venir porque Dios nos acompaña y asiste. Además con la confianza en nosotros mismo porque Dios nos creó con la capacidad y creatividad para superar las crisis, rehacernos, recrearnos y recomenzar haciendo los cambios necesarios para vivir mejor.
El reto para nuestro instituto es que sepamos leer los signos de los tiempos, nos dejemos guiar por el Espíritu para entender la manera en que estamos llamados a ser discípulos misioneros de Jesús y hacer la misión. ¿Cómo será la misión y el instituto después de esta pandemia?
Deseo que en el 2021 veamos la luz al final del túnel del COVID 19, seamos disponibles al cambio y seamos sensibles a la voz del Espíritu para que nos guíe por los caminos que Dios quiere que caminemos en los senderos de la misión.
Fernando Mal Gatuoth