Martes, 26 de mayo 2020
Como cada aniversario, el recuerdo del 153º aniversario de la fundación de nuestro Instituto se convierte en ocasión de una celebración que recuerda el pasado y refuerza la esperanza en nuestro futuro. Pero aún más, se convierte para nosotros en un regalo y una invitación del Señor a detenernos un momento para evaluar nuestra vida y nuestra misión. Así, mirándonos a los ojos, escuchando al Señor, encontramos la fuerza para volver a empezar como discípulos misioneros hacia nuestros hermanos y hermanas que esperan confiados la Palabra del Señor. Reiniciemos desde el descubrimiento que todos hemos hecho en estos meses de confinamiento, nuestra común debilidad y fragilidad.
153 aniversario de la fundación del Instituto
Reiniciemos
desde nuestras fragilidades
Roma, 1 de junio de 2020
“Los ojos de todo el mundo están puestos en ti esperando, y tú les proporcionas comida a su debido tiempo.
Abre la mano y satisface el hambre de todo ser viviente” (Sal 145,15-16)
“He concluido que el P. Marani tenía razón, y que el único arrimo, refugio y fortaleza es poner toda la propia confianza en Dios, que nunca falla -el único que nunca falla- que tiene cabeza, corazón y conciencia, y que puede hacer que nosotros hagamos milagros” (Escritos 6881)
Queridos hermanos,
Saludos y oraciones desde Roma para todos vosotros y para las personas que acompañáis en este momento difícil para todos y en circunstancias muy especiales e inesperadas.
Vivimos en un tiempo que está como suspendido y lleno de revelaciones sorprendentes, un tiempo que nos obliga a revisar los criterios y prioridades, que desafía nuestro sentido de libertad llamándonos a la responsabilidad, que cuestiona nuestra seguridad y deja al descubierto nuestras debilidades. Vivimos entre un pasado que la memoria lucha por preservar y un futuro que el pensamiento no puede vislumbrar y, en la oración, confiamos todo a Dios.
Como cada aniversario, el recuerdo del 153º aniversario de la fundación de nuestro Instituto se convierte en ocasión de una celebración que recuerda el pasado y refuerza la esperanza en nuestro futuro. Pero aún más, se convierte para nosotros en un regalo y una invitación del Señor a detenernos un momento para evaluar nuestra vida y nuestra misión. Así, mirándonos a los ojos, escuchando al Señor, encontramos la fuerza para volver a empezar como discípulos misioneros hacia nuestros hermanos y hermanas que esperan confiados la Palabra del Señor. Reiniciemos desde el descubrimiento que todos hemos hecho en estos meses de confinamiento, nuestra común debilidad y fragilidad.
Mirando la vida de nuestro Padre y Fundador, San Daniele Comboni, en los años que van de 1859 a 1864, encontramos que, después de la derrota y el fracaso de su primer viaje a África, permaneció, desde la contemplación en la acción, “observando los movimientos del Espíritu”, abierto a la realidad eclesial y social que le rodeaba y disponible al Espíritu que, desde lo alto, finalmente le ilumina en su reiniciar: “... esperando nuevos movimientos del Espíritu de Dios, dispuesto siempre a sacrificarlo y a vencerlo todo por seguir y ejecutar la voluntad del Señor” (Escritos 464).
Una mirada a nuestra historia da constancia de la promesa de fecundidad, escondida en este reinicio desde nuestras debilidades, en total apertura a Dios: la conservación de la herencia comboniana, después de la muerte del fundador, y la configuración del Instituto como congregación religiosa (1881-1885); la vuelta a la misión, después de la Mahdia (1900); la reanudación, después de la duplicación de la herencia comboniana con la creación de las dos congregaciones FSCJ y MFSC (1922-1923); el abrazo a África y las nuevas aperturas después de la dolorosa expulsión masiva del Sur de Sudán (1964); la dolorosa búsqueda de la renovación conciliar y la unidad redescubierta de las dos congregaciones combonianas en los históricos Capítulos Generales de 1969-1979, de los que recordamos el año pasado los 50 y 40, respectivamente, y que llevaron a cabo la reconfiguración apostólica del Instituto tal como lo conocemos hoy.
Una mirada cuidadosa a nuestro presente nos invita a tener el coraje de empezar de nuevo desde nuestras debilidades, una y otra vez, dejando a Dios la iniciativa y la primacía. San Daniele Comboni nos empuja en este sentido y dirección, invitándonos a “tener coraje para el presente y sobre todo para el futuro”. El próximo 19º Capítulo General de 2021 será sin duda un momento providencial y cualificado para esta salida.
Como también nos invitó el Papa Francisco en el extraordinario momento de oración en el patio de la Basílica de San Pedro en Roma el pasado 27 de marzo, vivimos “este tiempo de prueba como un tiempo de elección para reestablecer el curso de la vida hacia el Señor, y hacia los demás”, hacia aquellos que esperan el Evangelio. Por nuestra parte, estamos seguros de que el Señor está a nuestra puerta y llama (Ap 3,20) para renovar nuestra vida y nuestra misión con la promesa de una renovada fecundidad apostólica.
Feliz fiesta del aniversario de la fundación de nuestro Instituto y un buen comienzo del mes de junio, mes dedicado a la contemplación del Sagrado Corazón de Jesús.
Studium Combonianum y Consejo General