Martes, 7 de mayo 2019
“Me gustaría, en este tiempo litúrgico de alegría pascual, proponerles, como Consagradas/os en el Ecuador, ahondar nuestro modo de ser Iglesia desde el propio carisma e identidad mística-profética-misionera”, escribe el P. Rafael González Ponce, misionero comboniano y presidente nacional de la Conferencia Ecuatoriana de Religiosas e Religiosos (CER). Véase el anexo.
Mensaje de Pascua
IGLESIA QUE AMAMOS Y TESTIMONIAMOS
Jesús le dijo: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo! Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
(Mateo 16,17-19)
El Horizonte Inspirador de la Vida Consagrada en América Latina y el Caribe (2018-2021), con el lema “Hagan todo lo que Él diga ¡Ya es la hora!”, nos propone como tercera Clave de Interpretación (entre las 6 tinajas que como Vida Consagrada estamos llamados/as a llenar hasta el borde): Caminar hacia un nuevo modo de ser Iglesia.
El mismo texto (página 24), haciendo una aplicación de esta dimensión eclesial a la Vida Consagrada, añade:
Me gustaría, en este tiempo litúrgico de alegría pascual, proponerles, como Consagradas/os en el Ecuador, ahondar nuestro modo de ser Iglesia desde el propio carisma e identidad mística-profética-misionera.
Partamos de dos convicciones fundamentales:
PINCELADAS DE UN ROSTRO HERMOSO
La revolución copernicana que nos trajo el Concilio Vaticano II y que nos llega hoy a través del magisterio del Papa Francisco, consiste sobre todo en la recuperación de la noción bíblica de Iglesia y de situarla en relación intrínseca a la persona de Jesucristo y su proyecto del Reino. Sería muy largo exponer esas características y sus consecuencias, me limito a presentar un elenco de aquellas que me parecen más relevantes –como pinceladas de una pintura cuyo artista es el mismo Dios– invitando a todos/as a contemplar y asumirlas y hacerlas mapa del propio peregrinar.
1. Iglesia TRINITARIA
Su fuente es el amor creador del Padre, su fundador Jesucristo redentor, su guía el Espíritu santificador. La Iglesia nace constantemente de la Trinidad y tiene como única tarea incendiarse e incendiar del dinamismo de la caridad. Por ello es “sacramento universal de salvación” y se vive por la unión espiritual contemplativa, transformando la historia humana en eternidad divina, el kronos en Kairós de gracia.
2. Iglesia PUEBLO DE DIOS
Ese pueblo de la alianza que se va gestando desde la primera página del Génesis y se extiende hasta nosotros y el porvenir. El Pueblo amado, perdonado, nómada y hecho comunidad de Jesús. Gente de rostros concretos que transitan por las calles de la vida cargados con dosis de esperanza y dolor. Comunidad viva y donde acontece el devenir humano con su libertad, su tragedia y su belleza. Todos con el carnet de identidad de hijos e hijas de Dios, aunque a veces no lo perciba la razón. Le pertenecemos, somos suyos y Él nos eligió como Pueblo suyo por pura gratuidad.
3. Iglesia SERVIDORA DEL REINO
No dueña ni suplantadora, sino simplemente madre-servidora. Direccionada como brújula hacia Jesús y por tanto promotora de humanización y fraternidad universal. Con los sentimientos y las opciones de su Pastor Bueno, con la fidelidad del Cordero Crucificado, con la alegría renovadora del Profeta Resucitado. Toda hecha voz de Evangelio – realidad nueva de paz y de justicia – en un mundo desencantado por sin fin de mentiras y fracasos.
4. Iglesia SINODAL
Donde todos/as cabemos y somos aceptados por quienes somos, espacio de crecimiento y donación. Colegial como los primeros cristianos, llena de carismas y ministerios enriquecedores. Participativa por la fuerza del bautismo y donde no se excluye ni minimiza a nadie, por el contrario, las minorías y los débiles son los primeros/as. Respetuosa y misericordiosa para que el mundo crea. Constructora de liderazgos para una sociedad justa. Iglesia de comunidades responsables, cimentadas en la Eucaristía.
5. Iglesia POBRE Y DE LOS POBRES
Pobre como Jesús, para ser libre y creíble. Porque todo aquello que poseemos con apego luego nos posee. Porque la sequela Christi nos exige no llevar nada para el camino, solo las sandalias y el bastón del pastor para abrir el mar que obstaculiza por delante. Que cree en la potencia de lo pequeño y liminal, apostando por los derechos de los pobres y descartados. Pobre como riqueza de solidaridad para evangelizar con alegría.
6. Iglesia en SALIDA MISIONERA
Nacida para ser enviada a toda creación hasta los últimos rincones del mundo. No un apéndice sino por naturaleza misionera. En salida desde el Corazón de Cristo hacia las periferias del no-sentido, de la no-fe y del sufrimiento… Misión de escucha y cercanía para “sanar heridas y calentar corazones”; proclamando misericordia por los areópagos aquí y ahora. En éxodo geográfico, cultural, religioso…para liberar del pecado y de la esclavitud de la injusticia. Inundando las muertes de pascua florecida. Misión siempre “ad gentes” y la vida hecha misión, para reconstruir las relaciones rotas que son el núcleo de la felicidad.
7. Iglesia en CONVERSIÓN PASTORAL ECOLÓGICA
Canto de armonía por la vida en todas sus manifestaciones, humanidad y tierra inseparables. Por una evangelización integral donde el cuidado urgente de la casa común se hace cuidado de toda persona en su integridad y globalidad trascendente. Que entiende su vocación como servicio-alianza a la Vida. Transformando un estilo de vida personal y social que no está vendido al lucro ni a la tiranía del dinero, sino a la Vida plena en su austeridad y sencillez.
A manera de conclusión, una Iglesia MARIANA con sabor de magníficat, donde se aprende de la Madre-Discípula el valor de cada bendición para festejar al Dios que hace maravillas en nosotros/as. Una Iglesia Mariana en perpetua Epíclesis – invocación al Espíritu dador de Vida – haciendo que Cristo siga naciendo como Salvador para este mundo.
En fin, una Iglesia que haga a la Vida Consagrada soñar los sueños de Dios y nos empuje a luchar por ellos, con valentía.
P. Rafael González Ponce, mccj
Presidente Nacional de la CER