Diciembre 2018
“Nos acercamos a la celebración del gran misterio de la Encarnación, sorprendidos y deslumbrados por la luz que nos llega desde el pesebre… Con San Daniel Comboni estamos invitados a contemplar al Niño, a conmovernos por este misterio y a maravillarnos de la acción de Dios en el corazón de la humanidad… Os desea a todos una Santa Navidad y un Año Nuevo 2019 lleno de la Presencia del Niño de Belén que seguirá sorprendiéndonos en los caminos de la misión.” Navidad 2018. El Consejo General.
Celebrar la Navidad
entre acogida y contemplación
“Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor…
encontrareis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
(Lc 2, 11-12)
Queridos hermanos:
Nos acercamos a la celebración del gran misterio de la Encarnación, sorprendidos y deslumbrados por la luz que nos llega desde el pesebre. Un misterio que debemos tener siempre presente en nuestra vida misionera como fuente de inspiración en el proceso de inserción en nuevos contextos y desafíos misioneros. A partir de Jesús, el Misionero del Padre, los misioneros siempre han tenido que pasar por un proceso de encarnación que implica hacerse pequeños y despojarse de todo lo que puede impedirles acoger las nuevas realidades (Filipenses 2,6).
Leemos en un viejo diario de la misión de Omdurmán: “Llegué ayer a Omdurmán. Esta mañana de domingo, muy temprano, me despierto con el canto del muecín que invitaba a la oración. Más tarde, las campanas de la iglesia copta suenan para invitar a los fieles a la celebración dominical. Me levanto porque tengo que acompañar a un misionero veterano de Sudán a la celebración de la Misa en una capilla lejos de este centro. Así comienza una nueva etapa en mi vida, en Sudán, donde el Señor me ha enviado. Él guiará mis pasos en medio de este pueblo, a quien Dios ama y que también se convertirá en mi pueblo”.
Este nuevo inicio de la “misión africana” de un joven misionero nos recuerda a todos nuestros hermanos que, dispersos por el mundo, dan testimonio del amor de Dios por la humanidad. El encuentro de los miembros del CG con cada uno de vosotros, en nuestras visitas a las provincias y en los diálogos personales, nos permite ver con nuestros propios ojos cómo Dios continúa hoy su encarnación en medio de los pueblos. La encarnación del Verbo, de hecho, no es un acontecimiento aislado, limitado a un cierto tiempo y espacio de la historia. Es un proceso en continuo desarrollo. Desde el momento en que el Verbo se hizo carne, desde el día en que los ángeles anunciaron esta gozosa noticia, Dios sigue encarnándose “hoy”, como en el principio, de una manera sorprendente y única. A nosotros, participantes en este evento, se nos pide que tengamos la misma actitud que los pastores: la capacidad de sorprendernos y asombrarnos dejando que el Misterio nos envuelva de Luz y la Palabra construya su hogar en nosotros y en el mundo.
“Hoy” es cada momento en el que Dios se hace presente, el kairós que se nos ofrece y que debemos acoger con alegría, el día en el que “ha aparecido la gracia de Dios” (Tito 2,11). “Hoy” es el tiempo del censo en el tiempo de César Augusto y también el tiempo cuando el pueblo de Israel esperaba la realización de las promesas de Dios. Es el día en que se construyen muros que dividen, pero también es el día en que se abren muchas puertas a la vida y a la esperanza.
Al tiempo se añade el espacio, el lugar donde Dios nos sorprende y que siempre será un lugar significativo para nosotros. Omdurmán es como el icono de los lugares de misión, lugares geográficos, antropológicos y culturales que Dios ha elegido para nosotros. Lugares que siempre serán un nuevo Belén, “casa del pan”, donde Dios nos desconcierta y nos invita al asombro. Belén es el lugar de gracia, el lugar donde nos encontramos y donde estamos invitados a acoger el Pan que se nos ofrece para compartirlo con todos. No es casualidad que el lugar de la encarnación de Dios se llame Belén.
Hablar de tiempo y de lugar significa hablar de pueblos, de culturas, de situaciones concretas, donde cada uno de nosotros se encuentra viviendo momentos de alegría y tristeza, de esperanza y decepción, de paz y de guerra. Son el don de Dios que estamos llamados a acoger con alegría y esperanza, porque es allí donde el Verbo se hace carne, donde Dios se hace hijo, donde el primero se hace el último. Allí todo nuestro ser está turbado y llamado al silencio, al respeto y a la contemplación: “Entré, y aunque el nacimiento es más gozoso que la muerte, quedé más conmovido que en el Calvario al pensar en la condescendencia de un Dios que se humilló hasta el punto de nacer en ese establo”. (E 111).
Con San Daniel Comboni estamos invitados a contemplar al Niño, a conmovernos por este misterio y a maravillarnos de la acción de Dios en el corazón de la humanidad.
Al final de este 2018, el CG da gracias al Señor por los acontecimientos que hemos vivido juntos a lo largo de este año, como el camino de la Re-visitación y Revisión de la Regla de Vida y la Asamblea Intercapitular. Al mismo tiempo, os desea a todos una Santa Navidad y un Año Nuevo 2019 lleno de la Presencia del Niño de Belén que seguirá sorprendiéndonos en los caminos de la misión.
El Consejo General
Navidad 2018