Jueves, 18 de enero 2018
“Los miembros de la comunidad comboniana de Granada – escriben los misioneros – queremos ponernos en contacto con vosotros para informaros sobre la acogida en nuestra comunidad de dieciocho inmigrantes sub-saharianos llegados de modo providencial a nuestra casa. Se trata de muchachos que rondan los veinticinco años, que llegaron a España hace tan siquiera un par de semanas en pateras, entre ellos tres menores de edad. (...) No cabe duda de que nosotros sí que estamos viviendo una navidad toda especial.” […]
El viernes pasado (15 de diciembre) el Hno. Kakule Silusawa Lwanga llegaba a Granada desde Madrid con un grupo de jóvenes para participar en las actividades del grupo de adolescentes, Nkembo. En la estación de autobuses se encontró con un grupo muy nutrido de jóvenes sub-saharianos dando vueltas por la misma estación. Sorprendido por su presencia se acercó y ellos (de habla francesa y sin conocimientos de castellano) le extendieron un documento de expulsión de nuestro país. El único documento que tienen en su haber hasta la fecha.
Al día siguiente, el P. Pérez Moreno José Rafael (Rafa) se acercó a la estación. Allí estaban. Habían pasado la noche a la intemperie. No fue fácil romper el hielo y hacerse conocer como un amigo que sólo buscaba comprender algunos detalles de su presencia en Granada. Ese mismo día Rafa participaba en una concentración que reivindicaba los derechos de personas inmigrantes en nuestro país. Allí contactó con algunos responsables de Movimiento por la Paz, Granada Acoge, Cruz Roja, etc. Mientras tanto, P. Kamanga Mutombo Stéphane (Esteban) fue a la estación y entabló un diálogo con ellos. Como conclusión, se intercambiaron números de teléfonos.
Rafa, al interesarse por la respuesta que las asociaciones de derechos humanos podrían dar, supo que todas las instituciones de ayuda humanitaria se encontraban saturadas e incapaces de dar una solución inmediata a la demanda de estos 30 y tantos jóvenes errantes.
En una consulta urgente, todos los miembros de nuestra comunidad nos pusimos de acuerdo para no dejar al grupo en la calle, durante el fin de semana. Teniendo su contacto telefónico fuimos a su encuentro y como pudimos, esa misma noche les dimos alojamiento en los bajos del ala norte de nuestra casa y habilitamos una de las salas para que pasaran la noche a reparo, así como una cena improvisada de pasta cocida, fruta y té caliente.
Hemos podido alojar de esta forma provisional sólo a 18 de ellos.
Los grupos de ayuda humanitaria agradecen continuamente este gesto de solidaridad y están ofreciendo todo su apoyo. Granada Acoge nos ha visitado en dos ocasiones, la segunda contando con la presencia de una abogado experta en derecho internacional que también habla francés. Ella les explicó la dificultad de su situación. Los tres menores de edad podrían ser acogidos en régimen de tutela… pero no se puede dar por supuesto ninguna solución fácil. Los abogados de Granada Acoge lo están estudiando. Un bufete de abogados está trabajando un recurso a su orden de expulsión del país. Y también nos han recordado que no hay ninguna legislación que apoye o justifique nuestro gesto de solidaridad, al no contar con permisos de albergue, ni de manipulación de alimentos, ni condiciones estructurales normalizadas por las instituciones. Somos muy conscientes de ello. Pero, sobre todo, la abogado ha mostrado mucha preocupación e interés en la numerosas irregularidades en las que la administración ha incurrido desde el momento en que los jóvenes pusieron pie en suelo español.
Queremos destacar el sentido profundo de la asistencia de la Providencia: la parroquia del Carmen, Cáritas (con su ayuda de alimentos y ropa), la Institución Benéfica del Sagrado Corazón con ayuda económica, de alimentos y ropa, Granada Acoge, el grupo juvenil Alpargate, comedores sociales (con asistencia médica), las Jesuitinas del Colegio Mayor Jesús-María, Laicos Misioneros Combonianos, Combonianas, y un largo etcétera de individuos e instituciones salen a nuestro encuentro; incluida Mari Carmen, nuestra cocinera, que con su granaíno más puro dice sentirse muy a gusto con nuestros huéspedes, a pesar de que cuando les dice que se lleven todas las camisas que les han traído para vestirse mejor y liberen la mesa del comedor, ellos entiendan que no deben tocarlas, y salen corriendo, como si hubieran visto al lobo, dejando las dichosas camisas donde estaban.
Esteban, Rafa, Héctor (P. Peña Sánchez Héctor Manuel) y yo (P. Ocaña Iglesias Julio), [Hno. Holgado Salvide Arístides desde la distancia al encontrarse en Madrid], estamos haciendo lo que podemos para apoyarlos en todo lo necesario (sanidad, comunicaciones, alimentos, ropa,…) y hacerlos los más independientes posible.
No sabemos hasta cuándo podremos seguir acogiéndolos en nuestra casa. Sabemos que lo hacemos sin ser amparados por la ley. Esto no nos asusta, ni echa para atrás, ya que la alternativa es que quince jóvenes (otros tres ya se han ido al encuentro de las personas que han contactado) que no conocen la lengua, pasen estos días de navidad a la intemperie, arriesgando ser presa fácil de quién sabe qué tipo de mafias que pululan por todos lados.
Ellos se van sintiendo cada vez más cómodos. Su actitud es de servicio y viven este momento con una genuina gratitud. Saben que han tenido la providencial fortuna de haber sido acogidos, y esto a nosotros nos basta.
Mañana jugarán un partido de fútbol amistoso contra jóvenes universitarios y están convencidos de que ganarán… el portero, que juega en la primera división de la liga de Guinea Conakry quizás sea quien menos se preocupe por ello, pero nosotros nos estamos preguntando si tendrán que jugar descalzos, porque todavía no hemos conseguido a nadie que financie la compra de las zapatillas de deporte. Las Jesuitinas son quienes han organizado este encuentro, y nos han convocado también para una comida especial (además del desayuno diario) y la proyección de una película en francés, para, de alguna manera, celebrar la Navidad con ellos.
No cabe duda de que nosotros sí que estamos viviendo una navidad toda especial.
Los miembros de la comunidad comboniana de Granada: P. Ocaña Iglesias Julio, P. Kamanga Mutombo Stéphane, P. Peña Sánchez Héctor Manuel, P. Pérez Moreno José Rafael, y Fr. Holgado Salvide Arístides (ausente).
SÍ, ¡Hubo, hay y esperamos que habrá, posada para ellos!
Diciembre 2017
Ya antes de ponerme en camino para estar con la comunidad comboniana de Granada me había llegado la noticia, venía de ellos mismos, que habían decidido acoger en casa un grupo de 19 inmigrantes subsaharianos que habían encontrado en la estación de autobuses de Granada, abandonados a su suerte y soportando el duro frío granadino. ¡Estupendo!, respondí yo por whatsapp. Era el sábado 16, inicio de la novena de Navidad. Al día siguiente, domingo por la tarde, como previsto me puse de viaje a Almería pasando por Granada. El motivo principal era proponer al obispo de Almería abrir un servicio misionero de Familia Comboniana con inmigrantes en su diócesis. Para eso viajamos juntos Gonzalo Violero, responsable LMC, la provincial de las combonianas, Celia Macho y yo. Viajé con mucha alegría y deseo de ver y tocar este Belén montado en nuestra comunidad.
Llegando, los misioneros me contaron cómo habían sucedido las cosas más inmediatas, la llegada a nuestra casa. Sí, porque todas las cosas que estos africanos han vivido desde cuando han salido de su entorno vital originario son muchas y necesitarán mucho tiempo para poder ser contadas. Han hecho un largo camino que todavía no termina: han dejado sus países y pasado por otros en África, han subido a la patera y después al barco militar español, después policía y ayuntamiento, hasta ser dejados a su suerte en la estación de autobuses, han visto morir algunos compañeros suyos de viaje, son muchas experiencias y muchas muy dolorosas, y solo algunas van contando. De otras quedan huellas en la piel y en el alma. Pude verlos, tocarlos, saludarlos uno a uno y cuando les dijeron quien era yo se desvivieron en hacerme saber lo agradecidos que estaban por la acogida.
El escaso tiempo que estuve allí fue suficiente para ver cambiar sus rostros serios y preocupados inicialmente a otros ya iluminados por sonrisas, el repetirse continuamente la palabra “merci”, pasar del preocuparse por comer lo más posible a ponerse voluntariamente a disposición de los otros a través de pequeños gestos.
¡Qué decir de mis hermanos misioneros en la comunidad!. Me impactó la rapidez con que los acogieron y la calidez de la acogida, y cómo entró el Dios-con-nosotros en su agendas y como se organizaron uno para coordinar todo, otro para asegurar los alimentos en los próximos días, otro para acompañar al centro de salud (unos cuantos estaban enfermos y alguien los acompañó al centro de salud, hasta las 3,00am estuvieron esperando análisis y contraanálisis), contactar Cáritas, abogados, instituciones, proveer para que se comunicaran con sus contactos en Europa… Y todo con mucha alegría, como los pastores del primer Belén. En torno a la comunidad también surgió la solidaridad a medida que fueron conociendo la situación, y llegaba comida y propuestas para ser atendidos en los comedores de Granada, y dinero en efectivo, y abogados que se hicieron presentes, y representantes de instituciones que aportar lo suyo.
Los inmigrantes que se trajeron de la estación de autobuses fueron 19. Vienen de varios países de África occidental (Guinea Conakry, Costa de Marfil, Mali y Senegal), en su mayoría hablan francés así que con los nuestros no hay problemas de comunicación. Algunos de ellos ya siguieron camino. El sueño de todos es ir más al norte. Tienen sus contactos y para allá que se van, ¡valientes!. Se irá viendo poco a poco si todos encuentran medios para ir realizando sus sueños o si tal vez alguno se queda sin perspectivas, pero se irá viendo poco a poco.
Pedro Andrés
Superior provincial de los combonianos en España